Volver a Lenin, en la era del capitalismo tardío
Fernando Coll
publicado en La Haine en abril de 2020
en 2 mensajes
Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Pero al mismo tiempo, no hay teoría adecuada sin práctica revolucionaria
Pasaron ciento cincuenta años desde el nacimiento de Vladimir Ilich Ulyanov, Lenin; y la pobreza, la opresión, la explotación, el imperialismo, la violencia militar y las desigualdades de riqueza y poder siguen siendo un problema en nuestro mundo, formaban parte del capitalismo que Lenin analizó y combatió enérgicamente durante toda su vida, esto sugiere que muchas de sus ideas podrían tener importancia como herramientas para la acción, para aquellos que hoy tratan de desarrollar una comprensión de nuestra historia e intentar transformar lo existente.
La actual ideología dominante y las estructuras de poder que defiende son tan hostiles a las luchas sociales y de liberación del siglo pasado que una recuperación de la memoria histórica y política de la obra de Lenin se convierte en un acto de resistencia, sin repetir o imitar el pasado, sino absorber las lecciones, tanto negativas como positivas, que ofrece su legado. Es están importante recuperar sus ideas y lecciones, para los movimientos anticapitalista, como así también no intentar copiar sus modelos de acción en forma automática creyendo se pueden repetir la historia.
Es importante aclarar que no es posible esbozar un balance de la obra de Lenin, a lo sumo recuperar elementos que sean útiles en el actual momento, para los movimientos anticapitalistas. Lo que intentaremos aquí es describir como respondió a diversas experiencias históricas; de las cuales surgen los aspectos esenciales de la teoría y la práctica de Lenin, y deben distinguirse de aspectos particulares, correspondientes a situaciones específicas. La búsqueda constante del revolucionario, fue que el partido fuera capaz de elevar el nivel general de la conciencia de la clase trabajadora y organizar la lucha de clases del proletariado con el propósito de ganar el poder político y reemplazar a la sociedad capitalista por la socialista; asimismo al mismo tiempo aprendió de la clase y con ello pudo elevar propio nivel político. Lenin y el partido aprendían del pueblo en un constante dialogo sin querer imponer recetas ni formulas. Escribiò que el marxismo tiene que aprender de la práctica de las masas y no reclamar para sí enseñarle a las masas formas de luchas inventadas por especialistas.
La guerra imperial y emancipación internacional
Fue la Primera Guerra Mundial, momento en el que estallan las contradicciones entre los imperios depredadores europeos, las contradicciones del capitalismo monopolista en formación a comienzos de siglo, así como las contradicciones de los partidos socialdemócratas.
La traición de los partidos socialdemócratas con su colaboración activa y chovinista a la carnicería. Hay que recordar que en 1907, en el congreso de la II Internacional celebrado en Stuttgart, se aprobó por unanimidad una resolución redactada por Lenin, Martov quien era el líder de la facción Menchevique y Rosa Luxemburgo en la que se declaraba el rechazo total de toda guerra interestatal en Europa y el compromiso de que, los partidos miembros de la Internacional pondrían todo su esfuerzo por sabotearla. Una verdadera traición a lo que era un verdadero compromiso político; Kautsky, líder del SPD, partido socialdemócrata alemán, y figura mayor del marxismo europeo, capituló y dio su apoyo con el del resto de diputados socialistas, excepto Karl Liebknecht, a la guerra.
Tras 1914 se abre un proceso de fractura total en los partidos socialdemócratas que alcanzará su realización final en la creación de la Tercera Internacional en marzo 1919, pensada como una escuela fundamental de discusión de estrategias y tácticas revolucionarias y un espacio para coordinar y organizar la revolución socialista internacional.
Lenin fue siempre un comprometido internacionalista; el derrocamiento del orden global capitalista debía ser global y total. Organizar la revolución en Rusia sólo tenía sentido si provocaba un efecto dominó que afectase al resto de Europa. En este sentido, la Primera Guerra Mundial se presentó como una oportunidad para transformar la guerra entre potencias imperiales en una guerra civil europea en la que las clases populares del continente, bajo la bandera de Paz, Pan y Tierra, desertasen masivamente los ejércitos, se amotinasen y derrocasen sus burguesías nacionales. El hastío, la miseria y el hambre sufridos por las tropas movilizadas en la trituradora de la Gran Guerra ofrecían un escenario de crisis y crispación que las fuerzas revolucionarias europeas no podían desaprovechar. La atmósfera de inminente revolución en todo el continente es patente y dio nacimiento a una larga lista de revoluciones aplastadas; el levantamiento espartaquista en Berlín, el soviet de Munich, la comuna de Budapest, las ocupaciones de fábricas de Turín, etc.: derrotas que llevaron a la necesidad de crear una nueva Internacional y nuevos partidos.
Lenin se plantea cómo redirigir la rebelión de los pueblos de Europa hacia su posible emancipación total, alimenta la idea de la revolución socialista como única salida a la matanza, pero enfrentándose al hecho de que los partidos que organizan a las clases obreras apoyan la guerra y agitan sentimientos nacionalistas. Lenin no vio nunca esta guerra como una tragedia sino como un nuevo campo de posibilidades: de ahí una de las primeras gran virtudes de Lenin; su increíble capacidad de interpretación del momento histórico. Sólo se resolvió con una victoria parcial; si bien en Octubre los Bolcheviques lideran una revolución socialista victoriosa, existía cierta confianza ciega de que la revolución iba a acontecer en el resto de Europa casi por necesidad histórica.
Bajo la luz de esta creencia hay que interpretar el Tratado de Brest-Litvosk en el que Rusia renunció a muchos de sus territorios como Finlandia, Polonia o Estonia entre tantos otros. Lenin consideraba irrelevantes esas pérdidas por dos motivos: por un lado, el objetivo fundamental era poner punto y final a la guerra cuanto antes. Por otro, Lenin creía que la revolución en Alemania y otros países era cuestión de meses.
La revolución
La Revolución de Febrero produjo un gobierno débil que era incapaz de resolver la crisis y que, sobre todo, seguía comprometido con la campaña bélica. El desafío de Lenin era dilucidar cuál era la vía, los medios y los objetivos de la revolución en el periodo. Febrero fue un alzamiento masivo de las masas de Petrogrado imprevisto por todas las fuerzas políticas que asestó un golpe mortal al feudalismo y al absolutismo ruso en tan sólo ocho días. Liderado por los obreros de una industria en crecimiento exponencial en la ciudad y los soldados, los soviets de trabajadores y soldados exigieron el poder político reclamando para sí el monopolio legítimo de la violencia. No obstante, dicha demanda popular no se tradujo en la construcción de un estado socialista, sino que se formó un gobierno provisional formado por viejos políticos de la Duma y por Mencheviques.
Este gobierno se mostró pusilánime, inactivo, absuelto de rendir cuentas, y sin legitimidad representativa. La miseria siguió creciendo y la guerra no paró. Los mencheviques como parte del gobierno establecido creían firmemente en la elaboración de una sociedad burguesa con instituciones democráticas como etapa necesaria para luego poder dar paso, a la organización de una revolución socialista. Había un país en plena efervescencia política: se debatía constantemente y sin descanso. La política inundaba las calles, en esta marea las masas rusas adquirieron un alto grado de conciencia y educación política, los Bolcheviques acumularon las fuerzas suficientes para ganar en Octubre.
No obstante, el partido Bolchevique y su dirección no estaban tampoco dispuestos a forzar el curso de la historia y organizar la revolución socialista. Lenin, exiliado en Suiza cuando la revolución estalla, recomienda un mayor programa revolucionario y más tácticas revolucionarias. Lenin no sentía timidez ante el hecho de hacer Historia, y comprimir la experiencia de décadas en tan sólo unos días, recordemos que el Partido Bolchevique se mostraba en contra de saltarse las etapas de la Historia. A la vuelta de Lenin a Rusia, y tras la lectura de las Tesis de Abril, en su estilo sobrio, de simplicidad práctica, pero de enorme impacto y poder, dio un discurso en donde afirmaba su postura; la revolución no podía quedarse en el producto de Febrero, tenía que ser socialista en su naturaleza, internacional en su encuadre. La estrategia de Lenin tenía dos vertientes; una dimensión política, dar todo el poder y la soberanía a los soviets, arrebatándoselo al gobierno provisional.
Por otro lado, insistir en la necesidad de contribuir al proceso de maduración de la revolución en un sentido popular, obrero y campesino. Las masas, a la vanguardia del partido, acabaron por darle la razón a Lenin. Tras una insurrección fallida en Julio que llevó de nuevo al exilio o a la cárcel a muchos líderes Bolcheviques, éstos acabaron por ganar la mayoría de los Soviets de Moscú y Petrogrado en Octubre provocando un levantamiento que, dio el poder a la facción Bolchevique.
En el fondo este dilema es la toma de conciencia de que los procesos revolucionarios, para no disolverse en fragmentos, deben ser organizados activamente. El problema de la organización de la revolución y del partido que la debe organizar es el problema leninista por excelencia. Si Lenin se distancia por completo del terrorismo populista y anarquista ruso del siglo XIX, que era la práctica principal de los movimientos antizaristas, es porque se centraba en objetivos individuales, dejando el sistema intacto y las masas desmovilizadas, y por tanto mostrándose totalmente ineficaz. Lenin, en cambio, creía en la necesidad de orquestar un levantamiento masivo, sin el cual no hay revolución posible.
La otra gran diferencia política que marcó la historia del socialismo ruso fue la división del Partido Socialdemócrata en dos facciones; la Menchevique (minoría) y la Bolchevique (mayoría). La diferencia nace de un debate organizativo acerca del estatus del militante del partido y las condiciones de entrada. Martov, líder de la facción menchevique, defendía condiciones más laxas, mientras que el líder bolchevique defendía la idea de un partido de revolucionarios profesionales trabajando entre la clandestinidad y la esfera pública, y absolutamente comprometidos al partido. Estos debates organizativos no son triviales. El diseño interno del partido no fue gratuito y condicionó cuestiones políticas fundamentales.
Fernando Coll
publicado en La Haine en abril de 2020
en 2 mensajes
Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario. Pero al mismo tiempo, no hay teoría adecuada sin práctica revolucionaria
Pasaron ciento cincuenta años desde el nacimiento de Vladimir Ilich Ulyanov, Lenin; y la pobreza, la opresión, la explotación, el imperialismo, la violencia militar y las desigualdades de riqueza y poder siguen siendo un problema en nuestro mundo, formaban parte del capitalismo que Lenin analizó y combatió enérgicamente durante toda su vida, esto sugiere que muchas de sus ideas podrían tener importancia como herramientas para la acción, para aquellos que hoy tratan de desarrollar una comprensión de nuestra historia e intentar transformar lo existente.
La actual ideología dominante y las estructuras de poder que defiende son tan hostiles a las luchas sociales y de liberación del siglo pasado que una recuperación de la memoria histórica y política de la obra de Lenin se convierte en un acto de resistencia, sin repetir o imitar el pasado, sino absorber las lecciones, tanto negativas como positivas, que ofrece su legado. Es están importante recuperar sus ideas y lecciones, para los movimientos anticapitalista, como así también no intentar copiar sus modelos de acción en forma automática creyendo se pueden repetir la historia.
Es importante aclarar que no es posible esbozar un balance de la obra de Lenin, a lo sumo recuperar elementos que sean útiles en el actual momento, para los movimientos anticapitalistas. Lo que intentaremos aquí es describir como respondió a diversas experiencias históricas; de las cuales surgen los aspectos esenciales de la teoría y la práctica de Lenin, y deben distinguirse de aspectos particulares, correspondientes a situaciones específicas. La búsqueda constante del revolucionario, fue que el partido fuera capaz de elevar el nivel general de la conciencia de la clase trabajadora y organizar la lucha de clases del proletariado con el propósito de ganar el poder político y reemplazar a la sociedad capitalista por la socialista; asimismo al mismo tiempo aprendió de la clase y con ello pudo elevar propio nivel político. Lenin y el partido aprendían del pueblo en un constante dialogo sin querer imponer recetas ni formulas. Escribiò que el marxismo tiene que aprender de la práctica de las masas y no reclamar para sí enseñarle a las masas formas de luchas inventadas por especialistas.
La guerra imperial y emancipación internacional
Fue la Primera Guerra Mundial, momento en el que estallan las contradicciones entre los imperios depredadores europeos, las contradicciones del capitalismo monopolista en formación a comienzos de siglo, así como las contradicciones de los partidos socialdemócratas.
La traición de los partidos socialdemócratas con su colaboración activa y chovinista a la carnicería. Hay que recordar que en 1907, en el congreso de la II Internacional celebrado en Stuttgart, se aprobó por unanimidad una resolución redactada por Lenin, Martov quien era el líder de la facción Menchevique y Rosa Luxemburgo en la que se declaraba el rechazo total de toda guerra interestatal en Europa y el compromiso de que, los partidos miembros de la Internacional pondrían todo su esfuerzo por sabotearla. Una verdadera traición a lo que era un verdadero compromiso político; Kautsky, líder del SPD, partido socialdemócrata alemán, y figura mayor del marxismo europeo, capituló y dio su apoyo con el del resto de diputados socialistas, excepto Karl Liebknecht, a la guerra.
Tras 1914 se abre un proceso de fractura total en los partidos socialdemócratas que alcanzará su realización final en la creación de la Tercera Internacional en marzo 1919, pensada como una escuela fundamental de discusión de estrategias y tácticas revolucionarias y un espacio para coordinar y organizar la revolución socialista internacional.
Lenin fue siempre un comprometido internacionalista; el derrocamiento del orden global capitalista debía ser global y total. Organizar la revolución en Rusia sólo tenía sentido si provocaba un efecto dominó que afectase al resto de Europa. En este sentido, la Primera Guerra Mundial se presentó como una oportunidad para transformar la guerra entre potencias imperiales en una guerra civil europea en la que las clases populares del continente, bajo la bandera de Paz, Pan y Tierra, desertasen masivamente los ejércitos, se amotinasen y derrocasen sus burguesías nacionales. El hastío, la miseria y el hambre sufridos por las tropas movilizadas en la trituradora de la Gran Guerra ofrecían un escenario de crisis y crispación que las fuerzas revolucionarias europeas no podían desaprovechar. La atmósfera de inminente revolución en todo el continente es patente y dio nacimiento a una larga lista de revoluciones aplastadas; el levantamiento espartaquista en Berlín, el soviet de Munich, la comuna de Budapest, las ocupaciones de fábricas de Turín, etc.: derrotas que llevaron a la necesidad de crear una nueva Internacional y nuevos partidos.
Lenin se plantea cómo redirigir la rebelión de los pueblos de Europa hacia su posible emancipación total, alimenta la idea de la revolución socialista como única salida a la matanza, pero enfrentándose al hecho de que los partidos que organizan a las clases obreras apoyan la guerra y agitan sentimientos nacionalistas. Lenin no vio nunca esta guerra como una tragedia sino como un nuevo campo de posibilidades: de ahí una de las primeras gran virtudes de Lenin; su increíble capacidad de interpretación del momento histórico. Sólo se resolvió con una victoria parcial; si bien en Octubre los Bolcheviques lideran una revolución socialista victoriosa, existía cierta confianza ciega de que la revolución iba a acontecer en el resto de Europa casi por necesidad histórica.
Bajo la luz de esta creencia hay que interpretar el Tratado de Brest-Litvosk en el que Rusia renunció a muchos de sus territorios como Finlandia, Polonia o Estonia entre tantos otros. Lenin consideraba irrelevantes esas pérdidas por dos motivos: por un lado, el objetivo fundamental era poner punto y final a la guerra cuanto antes. Por otro, Lenin creía que la revolución en Alemania y otros países era cuestión de meses.
La revolución
La Revolución de Febrero produjo un gobierno débil que era incapaz de resolver la crisis y que, sobre todo, seguía comprometido con la campaña bélica. El desafío de Lenin era dilucidar cuál era la vía, los medios y los objetivos de la revolución en el periodo. Febrero fue un alzamiento masivo de las masas de Petrogrado imprevisto por todas las fuerzas políticas que asestó un golpe mortal al feudalismo y al absolutismo ruso en tan sólo ocho días. Liderado por los obreros de una industria en crecimiento exponencial en la ciudad y los soldados, los soviets de trabajadores y soldados exigieron el poder político reclamando para sí el monopolio legítimo de la violencia. No obstante, dicha demanda popular no se tradujo en la construcción de un estado socialista, sino que se formó un gobierno provisional formado por viejos políticos de la Duma y por Mencheviques.
Este gobierno se mostró pusilánime, inactivo, absuelto de rendir cuentas, y sin legitimidad representativa. La miseria siguió creciendo y la guerra no paró. Los mencheviques como parte del gobierno establecido creían firmemente en la elaboración de una sociedad burguesa con instituciones democráticas como etapa necesaria para luego poder dar paso, a la organización de una revolución socialista. Había un país en plena efervescencia política: se debatía constantemente y sin descanso. La política inundaba las calles, en esta marea las masas rusas adquirieron un alto grado de conciencia y educación política, los Bolcheviques acumularon las fuerzas suficientes para ganar en Octubre.
No obstante, el partido Bolchevique y su dirección no estaban tampoco dispuestos a forzar el curso de la historia y organizar la revolución socialista. Lenin, exiliado en Suiza cuando la revolución estalla, recomienda un mayor programa revolucionario y más tácticas revolucionarias. Lenin no sentía timidez ante el hecho de hacer Historia, y comprimir la experiencia de décadas en tan sólo unos días, recordemos que el Partido Bolchevique se mostraba en contra de saltarse las etapas de la Historia. A la vuelta de Lenin a Rusia, y tras la lectura de las Tesis de Abril, en su estilo sobrio, de simplicidad práctica, pero de enorme impacto y poder, dio un discurso en donde afirmaba su postura; la revolución no podía quedarse en el producto de Febrero, tenía que ser socialista en su naturaleza, internacional en su encuadre. La estrategia de Lenin tenía dos vertientes; una dimensión política, dar todo el poder y la soberanía a los soviets, arrebatándoselo al gobierno provisional.
Por otro lado, insistir en la necesidad de contribuir al proceso de maduración de la revolución en un sentido popular, obrero y campesino. Las masas, a la vanguardia del partido, acabaron por darle la razón a Lenin. Tras una insurrección fallida en Julio que llevó de nuevo al exilio o a la cárcel a muchos líderes Bolcheviques, éstos acabaron por ganar la mayoría de los Soviets de Moscú y Petrogrado en Octubre provocando un levantamiento que, dio el poder a la facción Bolchevique.
En el fondo este dilema es la toma de conciencia de que los procesos revolucionarios, para no disolverse en fragmentos, deben ser organizados activamente. El problema de la organización de la revolución y del partido que la debe organizar es el problema leninista por excelencia. Si Lenin se distancia por completo del terrorismo populista y anarquista ruso del siglo XIX, que era la práctica principal de los movimientos antizaristas, es porque se centraba en objetivos individuales, dejando el sistema intacto y las masas desmovilizadas, y por tanto mostrándose totalmente ineficaz. Lenin, en cambio, creía en la necesidad de orquestar un levantamiento masivo, sin el cual no hay revolución posible.
La otra gran diferencia política que marcó la historia del socialismo ruso fue la división del Partido Socialdemócrata en dos facciones; la Menchevique (minoría) y la Bolchevique (mayoría). La diferencia nace de un debate organizativo acerca del estatus del militante del partido y las condiciones de entrada. Martov, líder de la facción menchevique, defendía condiciones más laxas, mientras que el líder bolchevique defendía la idea de un partido de revolucionarios profesionales trabajando entre la clandestinidad y la esfera pública, y absolutamente comprometidos al partido. Estos debates organizativos no son triviales. El diseño interno del partido no fue gratuito y condicionó cuestiones políticas fundamentales.
Última edición por RioLena el Lun Abr 27, 2020 9:49 pm, editado 1 vez