El materialismo dialéctico: la filosofía del marxismo
David Rey - julio 2018
—3 mensajes—
El marxismo abarca un campo más amplio que la economía y la política. Abarca todo el panorama del desarrollo de la sociedad humana, del pensamiento y de la naturaleza. En este sentido, el marxismo es una filosofía. Toda filosofía intenta explicar el mundo en que vivimos y las relaciones entre el ser humano y la naturaleza. La filosofía del marxismo representa la síntesis más elaborada del pensamiento humano que se ha alcanzado bajo el capitalismo. El nombre que recibe esta filosofía es el de Materialismo Dialéctico, y es su método de análisis para conocer, interpretar y transformar la realidad.El materialismo dialéctico es la columna vertebral del marxismo. Su aplicación a la historia humana es lo que se conoce como Materialismo Histórico, y su aplicación al estudio de la economía capitalista es lo que se conoce como Teoría Valor-Trabajo. Aquellos intelectuales de izquierda que se declaran marxistas, pero que reniegan del materialismo dialéctico o descartan su aplicación fuera de la política y la economía, son en realidad, son unos completos ignorantes y demuestran no comprender nada del marxismo. Por eso es frecuente ver deslizarse a este tipo de “marxistas” hacia el revisionismo reformista y la conciliación de clases.
Marxismo y filosofía
Marx y Engels decían que la ideología dominante en una sociedad dada (es decir, las concepciones e ideas comúnmente aceptadas sobre economía, política, justicia, moral, filosofía y ciencia) representa siempre la ideología de la clase dominante en esa sociedad.
Bajo el capitalismo, toda la ideología transmitida por la burguesía a través de la escuela y los medios de comunicación tiene como único fin justificar su dominación y sus privilegios de clase. Ideas tales como: «Siempre hubo ricos y pobres», «vive y deja vivir», o que el egoísmo y la envidia forman parte de la naturaleza humana, son transmitidas cotidianamente y golpean una y otra vez sobre la conciencia de la gente.
Los marxistas rechazamos estos puntos de vista, basados en la explotación, el sufrimiento y la humillación de millones de hombres y mujeres que formamos la clase obrera.
Todo obrero y joven consciente estará interesado en conocer las fuerzas ciegas que parecen determinar sus vidas, y comprender los procesos complejos que se dan en la economía, la política y la sociedad; en definitiva, conocer e interpretar la realidad que los rodea para ser dueños de su propio destino.
La tarea fundamental del marxismo es hacer conscientes a los trabajadores de esos procesos inconscientes y subterráneos que se dan en la economía, la política y la sociedad. Desde este punto de vista, el marxismo es la ideología y la ciencia de la clase obrera.
Materialismo e Idealismo
Todas las corrientes del pensamiento humano siempre estuvieron divididas en dos campos opuestos: el idealismo y el materialismo. El marxismo, por su propia esencia, es materialista.
Desde el punto de vista filosófico, Idealismo y Materialismo poseen un significado completamente diferente al que tienen en el lenguaje corriente. Así, se considera en general que una persona idealista es alguien desprendido, movido por grandes ideales y la felicidad común. Por el contrario, alguien materialista es considerado un egoísta, que sólo piensa en el dinero y al que sólo le mueven placeres banales para sí mismo. Hecha esta observación, nosotros vamos a emplear y describir estos términos en su sentido filosófico, no en el del lenguaje corriente.
Para los pensadores idealistas la sociedad, el pensamiento o la cultura son independientes del desarrollo concreto en que se desenvuelve la historia humana. La Justicia, la Moral, la Nación y la Religión son categorías, «verdades eternas», que tienen un contenido y un significado fijos y absolutos para cualquier época. La corriente de pensamiento idealista más extrema es la Religión, para la cual todo el mundo material existente, incluidos los seres humanos, fue creado por un ente ideal, por un Dios o por un conjunto de Dioses.
Para los idealistas, la realidad material que percibimos a través de nuestros sentidos surgió de «la nada» en una época remota. Los seres humanos sólo podemos conocer la “apariencia” de esta realidad, pero no su “esencia”, porque estamos orgánicamente limitados para ello. O porque sus “secretos” pertenecen a Dios.
Según el Idealismo, los seres humanos somos inteligentes, a diferencia de las demás especies animales, porque poseemos un «alma» inmaterial, diferenciada del cuerpo, que nos fue suministrada por un ente sobrenatural.
El pensamiento idealista debe su existencia a dos factores:
Al nivel de desarrollo extremadamente bajo de las sociedades humanas primitivas. El concepto del «alma» tiene su origen en el sueño del hombre primitivo, quien creía que mientras dormía, su «alma» o «espíritu» abandonaba temporalmente su cuerpo para volver al despertar. Las fuerzas de la naturaleza incontrolables que condicionaban cada momento de su existencia, como el trueno, el rayo o la lluvia, eran personificadas, adquiriendo el perfil de seres con apariencia humana, pero superiores a ellos. Así nacieron los dioses y las religiones de carácter ANIMISTA (cada objeto de la naturaleza poseía un «alma»).
A la separación extrema entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Los pensamientos, las ideas parecen tener una existencia independiente de la realidad material en que están basados. Como «todo pasa por la cabeza», los descubrimientos, los avances de la ciencia o el arte, parecen salir de la cabeza del “que sabe” (jefe, sacerdote, maestro artesano, genio) para, posteriormente, ser aplicados a la realidad material por medio del trabajo manual.
Para el materialismo, en cambio, el mundo material es lo único real. Además, lo podemos conocer por medio de la observación y la experimentación. El desenvolvimiento de la naturaleza se debe a sus propias leyes, explicables, comprobables y reproducibles científicamente.
La materia se extiende infinitamente en el espacio, y existió siempre. Podemos ampliar infinitamente agregados de materia y, viceversa, cortar y dividir cada cuerpo material de manera infinita, si nuestros medios tecnológicos nos lo permitieran. No existe tal cosa como el “último ladrillo” de la materia.
La idea más importante del Materialismo es la unidad de la materia. Toda manifestación de la naturaleza es reducible a un cuerpo u objeto compuesto por átomos, protones, electrones, etc. y, por lo tanto, las mismas leyes generales que se deducen de la naturaleza se aplican a la sociedad humana y al pensamiento, puesto que el ser humano forma parte del mundo material. Nuestra conciencia, el pensamiento y la reflexión, por muy ideales o espirituales que nos parezcan, son el producto de un órgano material físico: el cerebro, el producto más elaborado y evolucionado de la materia. Como explica Lenin: «la materia actuando sobre nuestros órganos sensitivos produce sensaciones. Las sensaciones dependen del cerebro, de los nervios, de la retina… es decir, son el producto supremo de la materia.»
Hasta los pensamientos más abstractos, como las matemáticas, se derivan de la observación del mundo material. La geometría tiene su origen en la división de la tierra para el cultivo y en el surgimiento de la propiedad privada, y la astronomía nació de la observación de las estrellas para prever los cambios de estaciones y el advenimiento de fenómenos naturales regulares, como era el caso de las inundaciones del río Nilo en el antiguo Egipto.
Para el marxismo, el desarrollo de las sociedades humanas descansa en el desarrollo de las fuerzas productivas. Es el modo concreto en que una sociedad determinada produce y reproduce las condiciones materiales de su existencia lo que determina el surgimiento de las clases sociales, la filosofía, la política, la moral, las concepciones jurídicas, la religión o el arte, que sufren una completa transformación, al cabo de un tiempo, después de que las condiciones de producción cambian radicalmente.
En palabras de Marx: «La vida no está determinada por la conciencia, sino la conciencia por la vida».
Toda moral es un producto histórico del desarrollo material de la sociedad humana. Cada época tiene su código moral.
La esclavitud nos puede parecer aberrante. Pero en las antiguas Grecia y Roma eran moralmente aceptadas porque permitía liberar del trabajo manual a la clase dominante para que pudiera hacer avanzar la sociedad mediante la ciencia, la filosofía o el arte.
No existe una moralidad suprahistórica, independiente de toda condición y lugar. El ser humano fue capaz de superar, como especie y en su comportamiento general, el incesto y el canibalismo, practicados sin reparos morales durante miles de años en una etapa remota. De este último queda incluso un rastro, una reminiscencia, en la liturgia cristiana en las palabras atribuidas a Jesús en la última cena: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él» (San Juan. 6, 55-56).
La idea moderna de la igualdad humana es un producto del sistema capitalista, que se basa en la producción y el intercambio de mercancías. Para intercambiar dos mercancías deben tener el mismo valor, lo que implica una igualdad de los trabajos realizados y, por lo tanto, de las capacidades físicas e intelectuales de las personas. De la misma manera, la idea de la igualdad de la mujer respecto del hombre sólo pudo avanzar bajo el capitalismo después de la incorporación de la mujer al trabajo productivo.
David Rey - julio 2018
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El marxismo abarca un campo más amplio que la economía y la política. Abarca todo el panorama del desarrollo de la sociedad humana, del pensamiento y de la naturaleza. En este sentido, el marxismo es una filosofía. Toda filosofía intenta explicar el mundo en que vivimos y las relaciones entre el ser humano y la naturaleza. La filosofía del marxismo representa la síntesis más elaborada del pensamiento humano que se ha alcanzado bajo el capitalismo. El nombre que recibe esta filosofía es el de Materialismo Dialéctico, y es su método de análisis para conocer, interpretar y transformar la realidad.El materialismo dialéctico es la columna vertebral del marxismo. Su aplicación a la historia humana es lo que se conoce como Materialismo Histórico, y su aplicación al estudio de la economía capitalista es lo que se conoce como Teoría Valor-Trabajo. Aquellos intelectuales de izquierda que se declaran marxistas, pero que reniegan del materialismo dialéctico o descartan su aplicación fuera de la política y la economía, son en realidad, son unos completos ignorantes y demuestran no comprender nada del marxismo. Por eso es frecuente ver deslizarse a este tipo de “marxistas” hacia el revisionismo reformista y la conciliación de clases.
Marxismo y filosofía
Marx y Engels decían que la ideología dominante en una sociedad dada (es decir, las concepciones e ideas comúnmente aceptadas sobre economía, política, justicia, moral, filosofía y ciencia) representa siempre la ideología de la clase dominante en esa sociedad.
Bajo el capitalismo, toda la ideología transmitida por la burguesía a través de la escuela y los medios de comunicación tiene como único fin justificar su dominación y sus privilegios de clase. Ideas tales como: «Siempre hubo ricos y pobres», «vive y deja vivir», o que el egoísmo y la envidia forman parte de la naturaleza humana, son transmitidas cotidianamente y golpean una y otra vez sobre la conciencia de la gente.
Los marxistas rechazamos estos puntos de vista, basados en la explotación, el sufrimiento y la humillación de millones de hombres y mujeres que formamos la clase obrera.
Todo obrero y joven consciente estará interesado en conocer las fuerzas ciegas que parecen determinar sus vidas, y comprender los procesos complejos que se dan en la economía, la política y la sociedad; en definitiva, conocer e interpretar la realidad que los rodea para ser dueños de su propio destino.
La tarea fundamental del marxismo es hacer conscientes a los trabajadores de esos procesos inconscientes y subterráneos que se dan en la economía, la política y la sociedad. Desde este punto de vista, el marxismo es la ideología y la ciencia de la clase obrera.
Materialismo e Idealismo
Todas las corrientes del pensamiento humano siempre estuvieron divididas en dos campos opuestos: el idealismo y el materialismo. El marxismo, por su propia esencia, es materialista.
Desde el punto de vista filosófico, Idealismo y Materialismo poseen un significado completamente diferente al que tienen en el lenguaje corriente. Así, se considera en general que una persona idealista es alguien desprendido, movido por grandes ideales y la felicidad común. Por el contrario, alguien materialista es considerado un egoísta, que sólo piensa en el dinero y al que sólo le mueven placeres banales para sí mismo. Hecha esta observación, nosotros vamos a emplear y describir estos términos en su sentido filosófico, no en el del lenguaje corriente.
Para los pensadores idealistas la sociedad, el pensamiento o la cultura son independientes del desarrollo concreto en que se desenvuelve la historia humana. La Justicia, la Moral, la Nación y la Religión son categorías, «verdades eternas», que tienen un contenido y un significado fijos y absolutos para cualquier época. La corriente de pensamiento idealista más extrema es la Religión, para la cual todo el mundo material existente, incluidos los seres humanos, fue creado por un ente ideal, por un Dios o por un conjunto de Dioses.
Para los idealistas, la realidad material que percibimos a través de nuestros sentidos surgió de «la nada» en una época remota. Los seres humanos sólo podemos conocer la “apariencia” de esta realidad, pero no su “esencia”, porque estamos orgánicamente limitados para ello. O porque sus “secretos” pertenecen a Dios.
Según el Idealismo, los seres humanos somos inteligentes, a diferencia de las demás especies animales, porque poseemos un «alma» inmaterial, diferenciada del cuerpo, que nos fue suministrada por un ente sobrenatural.
El pensamiento idealista debe su existencia a dos factores:
Al nivel de desarrollo extremadamente bajo de las sociedades humanas primitivas. El concepto del «alma» tiene su origen en el sueño del hombre primitivo, quien creía que mientras dormía, su «alma» o «espíritu» abandonaba temporalmente su cuerpo para volver al despertar. Las fuerzas de la naturaleza incontrolables que condicionaban cada momento de su existencia, como el trueno, el rayo o la lluvia, eran personificadas, adquiriendo el perfil de seres con apariencia humana, pero superiores a ellos. Así nacieron los dioses y las religiones de carácter ANIMISTA (cada objeto de la naturaleza poseía un «alma»).
A la separación extrema entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Los pensamientos, las ideas parecen tener una existencia independiente de la realidad material en que están basados. Como «todo pasa por la cabeza», los descubrimientos, los avances de la ciencia o el arte, parecen salir de la cabeza del “que sabe” (jefe, sacerdote, maestro artesano, genio) para, posteriormente, ser aplicados a la realidad material por medio del trabajo manual.
Para el materialismo, en cambio, el mundo material es lo único real. Además, lo podemos conocer por medio de la observación y la experimentación. El desenvolvimiento de la naturaleza se debe a sus propias leyes, explicables, comprobables y reproducibles científicamente.
La materia se extiende infinitamente en el espacio, y existió siempre. Podemos ampliar infinitamente agregados de materia y, viceversa, cortar y dividir cada cuerpo material de manera infinita, si nuestros medios tecnológicos nos lo permitieran. No existe tal cosa como el “último ladrillo” de la materia.
La idea más importante del Materialismo es la unidad de la materia. Toda manifestación de la naturaleza es reducible a un cuerpo u objeto compuesto por átomos, protones, electrones, etc. y, por lo tanto, las mismas leyes generales que se deducen de la naturaleza se aplican a la sociedad humana y al pensamiento, puesto que el ser humano forma parte del mundo material. Nuestra conciencia, el pensamiento y la reflexión, por muy ideales o espirituales que nos parezcan, son el producto de un órgano material físico: el cerebro, el producto más elaborado y evolucionado de la materia. Como explica Lenin: «la materia actuando sobre nuestros órganos sensitivos produce sensaciones. Las sensaciones dependen del cerebro, de los nervios, de la retina… es decir, son el producto supremo de la materia.»
Hasta los pensamientos más abstractos, como las matemáticas, se derivan de la observación del mundo material. La geometría tiene su origen en la división de la tierra para el cultivo y en el surgimiento de la propiedad privada, y la astronomía nació de la observación de las estrellas para prever los cambios de estaciones y el advenimiento de fenómenos naturales regulares, como era el caso de las inundaciones del río Nilo en el antiguo Egipto.
Para el marxismo, el desarrollo de las sociedades humanas descansa en el desarrollo de las fuerzas productivas. Es el modo concreto en que una sociedad determinada produce y reproduce las condiciones materiales de su existencia lo que determina el surgimiento de las clases sociales, la filosofía, la política, la moral, las concepciones jurídicas, la religión o el arte, que sufren una completa transformación, al cabo de un tiempo, después de que las condiciones de producción cambian radicalmente.
En palabras de Marx: «La vida no está determinada por la conciencia, sino la conciencia por la vida».
Toda moral es un producto histórico del desarrollo material de la sociedad humana. Cada época tiene su código moral.
La esclavitud nos puede parecer aberrante. Pero en las antiguas Grecia y Roma eran moralmente aceptadas porque permitía liberar del trabajo manual a la clase dominante para que pudiera hacer avanzar la sociedad mediante la ciencia, la filosofía o el arte.
No existe una moralidad suprahistórica, independiente de toda condición y lugar. El ser humano fue capaz de superar, como especie y en su comportamiento general, el incesto y el canibalismo, practicados sin reparos morales durante miles de años en una etapa remota. De este último queda incluso un rastro, una reminiscencia, en la liturgia cristiana en las palabras atribuidas a Jesús en la última cena: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él» (San Juan. 6, 55-56).
La idea moderna de la igualdad humana es un producto del sistema capitalista, que se basa en la producción y el intercambio de mercancías. Para intercambiar dos mercancías deben tener el mismo valor, lo que implica una igualdad de los trabajos realizados y, por lo tanto, de las capacidades físicas e intelectuales de las personas. De la misma manera, la idea de la igualdad de la mujer respecto del hombre sólo pudo avanzar bajo el capitalismo después de la incorporación de la mujer al trabajo productivo.
Última edición por lolagallego el Vie Nov 20, 2020 6:26 pm, editado 1 vez