Por qué Kautsky tenía razón (y por qué debería importarte)
Eric Blanc (Educador, sociólogo, escritor) - junio 2020
—2 mensajes—
La visión de Karl Kautsky para llegar al socialismo por la vía democrática es más radical y más relevante de lo que la mayoría de los izquierdistas quieren admitir.
Con el reciente auge del socialismo democrático en EE UU y en el Reino Unido, una nueva generación de militantes radicales está buscando una estrategia viable para vencer y superar al capitalismo. Por esto, no es sorprendente que haya surgido un debate sobre la relevancia de Kautsky, el principal teórico marxista del mundo desde fines de 1880 hasta 1914.
Esto puede parecer una disputa histórica oscura, pero no lo es. Como las recientes contribuciones de Jacobin hechas por James Muldoon y Charlie Post demuestran, evaluar la política de Kautsky nos ayuda a las y los socialistas de hoy a responder a una pregunta estratégica central: ¿Cómo se puede vencer la dominación de clase en una democracia capitalista?
Desafortunadamente, Muldoon y Post centran sus artículos sobre el enfoque de Kautsky en la Revolución alemana de 1918-19, confundiendo la discusión al no poder distinguir suficientemente entre la radicalidad de largo aliento de Kautsky y su giro hacia el centro político en la última etapa de su vida.
Como Muldoon, Post incorrectamente equipara las políticas de Kautsky con el rechazo de “una ruptura radical con el capitalismo y su estado”. Por el contrario, Kautsky fue el principal defensor precisamente de esta estrategia de ruptura en la Segunda Internacional de preguerra. La diferencia entre el enfoque de Kautsky y aquella de leninistas como Post no está en la necesidad de la revolución, sino en cómo lograrla.
Siguiendo los argumentos de Lenin de su panfleto de 1917 El Estado y la Revolución, las y los leninistas han basado su estrategia durante décadas en la necesidad de una insurrección para derrocar por completo el estado parlamentario y poner todo el poder en las manos de consejos obreros. En cambio, Kautsky defendía que el camino para una ruptura anticapitalista en condiciones de democracia política pasaba por la elección de un partido de trabajadores para el gobierno.
¿Qué Kautsky?
Kautsky dejó su marca en la historia como el principal teórico de la izquierda revolucionaria de la Segunda Internacional previo a la primera guerra mundial. Sin embargo, en vez de examinar la visión rupturista para el triunfo del socialismo democrático que Kautsky defendió durante décadas, tanto Post como Muldoon ponen el foco sobre el Kautsky posterior a 1910, periodo en el cual sus políticas fueron, es verdad, cada vez más reformistas, pero también cada vez menos influyentes.
Para esta fecha tardía, prácticamente ninguna corriente política influyente en Alemania o más allá intentó implementar las prescripciones políticas de Kautsky. A pesar de su firme giro hacia el centro después de 1909, las peticiones de Kautsky fueron ignoradas por los círculos oficiales burocratizados del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) durante toda la revolución. Las y los militantes radicales de Alemania, por el otro lado, rechazaron a su mentor por haber abandonado su compromiso de largo aliento con las políticas de clase revolucionarias.
Esta sensación de traición no era infundada. Hasta principios de la década de 1910, Kautsky fue la luz rectora de la extrema izquierda en Alemania, Rusia, y en todo el mundo. No es el caso que los escritos de Kautsky hayan sido los culpables del desplazamiento de la socialdemocracia alemana hacia la derecha. Lo que causó la degeneración del SPD no fue un error teórico, sino el ascenso inesperado de una casta de burócratas del partido que desdeñaron tanto los principios marxistas en general, como de la estrategia de clase “intransigente” de Kautsky en particular.
Para esta burocracia, poco importaba que su decisión de apoyar la primera guerra mundial en agosto de 1914 y de dirigir una república capitalista en alianza con la burguesía después de 1917 violara flagrantemente las posiciones oficiales promovidas anteriormente por Kautsky y adoptadas por el SPD en su totalidad. Citando al historiador Hans-Josef Steinberg, la historia de la socialdemocracia alemana desde 1890 hasta 1914 es “la historia de la emancipación de la teoría en general”.
La mayor limitación política del Kautsky de preguerra fue que él, como el resto de marxistas de la época, falló en predecir completamente, o en prepararse para, el ascenso de esta burocracia. Lo mismo que Rosa Luxemburgo y Vladimir Lenin, asumió de manera incorrecta que el recrudecimiento de la lucha de clases podría remover a los “lideres oportunistas” o forzarlos a volver a una postura de lucha de clases. De esta manera, ni él ni Luxemburgo construyeron una tendencia marxista organizada dentro del SPD que pudiera disputar efectivamente el liderazgo.
Como explica en su biografía definitiva el historiador polaco Marek Waldenberg, la dependencia organizativa de Kautsky del aparato del SPD puso al envejecido teórico en un predicamento brutal cuando la dirección realizo un giro firme a la derecha a partir de 1909:
“Él enfrento el dilema de, por un lado, empezar la lucha con las tendencias y estados de ánimo [oportunistas] cada vez más dominantes en los vínculos decisivos de la estructura del movimiento obrero, o, por el otro, de adaptarse más o menos completamente a estas. Si elegía pelear hubiese significado perder la posición del ideólogo y teórico oficial del partido de la que había disfrutado por casi un cuarto de siglo y a la cual estaba apegado fuertemente. Por otra parte, no estaba acostumbrado a ‘nadar contra la corriente’, él tenía casi 60 años y era un hombre muy cansado y mentalmente exhausto.”
Enfrentado a este desafío inesperado, Kautsky claudicó. A partir de 1910, procedió a revertir muchas de sus posiciones sobre asuntos estratégicos claves como formación de bloques con liberales, participación en coaliciones de gobierno capitalistas y la realidad de la revolución socialista.
Post sostiene que “la estrategia de Kautsky para romper con el capitalismo [fue] un fracaso en 1918-1919”. Pero como la estrategia de Kautsky debe ser juzgada por las prácticas políticas de los partidos que buscaron efectivamente implementarla, cualquier balance serio tiene que mirar más allá de Alemania.
Aunque Kautsky giró a la derecha después de 1909, sus teorías radicales tempranas continuaron orientando las políticas de las y los militantes izquierdistas en Europa. Esto fue especialmente verdad en la Rusia autocrática y en la Finlandia parlamentaria, donde su influencia fue mayor y donde sus estrategias guiaron a bolcheviques y socialdemócratas finlandeses a obtener el poder en 1917-18.
La vía democrática al socialismo de Kautsky
Incluso en su momento de mayor radicalidad, Kautsky rechazó la relevancia de una estrategia insurreccional en las democracias capitalistas. Su posición era simple: la mayoría de las y los trabajadores en países parlamentarios generalmente buscan usar los movimientos de masas legales y los canales democráticos existentes para hacer avanzar sus intereses. Los avances tecnológicos, en cualquier caso, habían vuelto a los ejércitos modernos demasiado poderosos para ser derrotados a través de levantamientos con luchas de barricadas callejeras, al estilo del viejo modelo del siglo XIX. Por estas razones, los gobiernos elegidos democráticamente tienen demasiada legitimidad entre la clase obrera, y demasiada fuerza militar para que un enfoque insurreccional sea realista.
La historia ha confirmado las predicciones de Kautsky. No solo nunca ha habido un movimiento insurreccional socialista victorioso bajo una democracia capitalista, sino que solo una pequeña minoría de trabajadoras y trabajadores ha apoyado -ni siquiera en teoría- la idea de una insurrección. Por esta razón, los elementos más sensibles de los inicios de la Internacional Comunista comenzaron rápidamente a volver al enfoque de Kautsky en 1922-23, recomendando la elección parlamentaria de “gobiernos de trabajadores” como el primer paso hacia una ruptura.
El incisivo balance de la socióloga Carmen Sirriani sobre los intentos de transformaciones anticapitalistas durante el siglo XX, demuestra que incluso cuando el deseo de una transformación socialista inmediata fue profundo entre la clase obrera, el apoyo a reemplazar el voto universal y la democracia parlamentaria por consejos de trabajadores, o por otros órganos de poder dual, siempre fue marginal. Esto era verdad incluso antes de que el ascenso del estalinismo rompiese la atracción popular del modelo de 1917, y no hay razones para pensar que vaya a cambiar en el futuro.
Las y los leninistas pocas veces se han enfrentado con estos hechos ni han dado una explicación convincente de ellos. En otras palabras, han asumido, pero no demostrado realmente, que el modelo insurreccional y de doble poder de la Rusia de 1917 –una revolución que derrocó a un estado autocrático y no capitalista, no a un régimen parlamentario- es relevante para democracias capitalistas. De manera similar, Post no ofrece ninguna evidencia para su aseveración de que solo los consejos obreros, y no un gobierno dirigido por socialistas elegido por el voto universal, son capaces de dirigir una ruptura con el capitalismo.
Dada su incapacidad para ofrecer un caso positivo convincente para una estrategia insurreccional, los leninistas han dirigido sus ataques sobre los peligros y tensiones del intento de usar el estado existente para una transformación socialista. Muchas de estas advertencias son válidas. En efecto, marxistas social-democráticos como Kautsky y Ralph Miliband han escrito algunas de las más mordaces críticas de socialistas en el poder. Los obstáculos identificados por Post ya fueron elocuentemente expuestos hace muchos años en las denuncias de Kautsky sobre el reformismo de los socialistas franceses y en la incisiva evaluación de Miliband del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile.
Post está en lo correcto al señalar que un gobierno de izquierda electo con una orientación de ruptura respecto al estado existente deberá afrontar un sabotaje implacable y cosas peores por parte de las y los capitalistas, el aparato represivo y la burocracia estatal. Sin embargo, en ausencia de una alternativa que sea viable, estas dificultades no son suficientes para rechazar la postura de Kautsky sobre una vía democrática al socialismo. Y al contrario de lo que Post afirma, Kautsky era consciente de los desafíos inherentes a enfrentar de su estrategia, y expuso una perspectiva de cómo podrían superarse de forma plausible.
Eric Blanc (Educador, sociólogo, escritor) - junio 2020
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La visión de Karl Kautsky para llegar al socialismo por la vía democrática es más radical y más relevante de lo que la mayoría de los izquierdistas quieren admitir.
Con el reciente auge del socialismo democrático en EE UU y en el Reino Unido, una nueva generación de militantes radicales está buscando una estrategia viable para vencer y superar al capitalismo. Por esto, no es sorprendente que haya surgido un debate sobre la relevancia de Kautsky, el principal teórico marxista del mundo desde fines de 1880 hasta 1914.
Esto puede parecer una disputa histórica oscura, pero no lo es. Como las recientes contribuciones de Jacobin hechas por James Muldoon y Charlie Post demuestran, evaluar la política de Kautsky nos ayuda a las y los socialistas de hoy a responder a una pregunta estratégica central: ¿Cómo se puede vencer la dominación de clase en una democracia capitalista?
Desafortunadamente, Muldoon y Post centran sus artículos sobre el enfoque de Kautsky en la Revolución alemana de 1918-19, confundiendo la discusión al no poder distinguir suficientemente entre la radicalidad de largo aliento de Kautsky y su giro hacia el centro político en la última etapa de su vida.
Como Muldoon, Post incorrectamente equipara las políticas de Kautsky con el rechazo de “una ruptura radical con el capitalismo y su estado”. Por el contrario, Kautsky fue el principal defensor precisamente de esta estrategia de ruptura en la Segunda Internacional de preguerra. La diferencia entre el enfoque de Kautsky y aquella de leninistas como Post no está en la necesidad de la revolución, sino en cómo lograrla.
Siguiendo los argumentos de Lenin de su panfleto de 1917 El Estado y la Revolución, las y los leninistas han basado su estrategia durante décadas en la necesidad de una insurrección para derrocar por completo el estado parlamentario y poner todo el poder en las manos de consejos obreros. En cambio, Kautsky defendía que el camino para una ruptura anticapitalista en condiciones de democracia política pasaba por la elección de un partido de trabajadores para el gobierno.
¿Qué Kautsky?
Kautsky dejó su marca en la historia como el principal teórico de la izquierda revolucionaria de la Segunda Internacional previo a la primera guerra mundial. Sin embargo, en vez de examinar la visión rupturista para el triunfo del socialismo democrático que Kautsky defendió durante décadas, tanto Post como Muldoon ponen el foco sobre el Kautsky posterior a 1910, periodo en el cual sus políticas fueron, es verdad, cada vez más reformistas, pero también cada vez menos influyentes.
Para esta fecha tardía, prácticamente ninguna corriente política influyente en Alemania o más allá intentó implementar las prescripciones políticas de Kautsky. A pesar de su firme giro hacia el centro después de 1909, las peticiones de Kautsky fueron ignoradas por los círculos oficiales burocratizados del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) durante toda la revolución. Las y los militantes radicales de Alemania, por el otro lado, rechazaron a su mentor por haber abandonado su compromiso de largo aliento con las políticas de clase revolucionarias.
Esta sensación de traición no era infundada. Hasta principios de la década de 1910, Kautsky fue la luz rectora de la extrema izquierda en Alemania, Rusia, y en todo el mundo. No es el caso que los escritos de Kautsky hayan sido los culpables del desplazamiento de la socialdemocracia alemana hacia la derecha. Lo que causó la degeneración del SPD no fue un error teórico, sino el ascenso inesperado de una casta de burócratas del partido que desdeñaron tanto los principios marxistas en general, como de la estrategia de clase “intransigente” de Kautsky en particular.
Para esta burocracia, poco importaba que su decisión de apoyar la primera guerra mundial en agosto de 1914 y de dirigir una república capitalista en alianza con la burguesía después de 1917 violara flagrantemente las posiciones oficiales promovidas anteriormente por Kautsky y adoptadas por el SPD en su totalidad. Citando al historiador Hans-Josef Steinberg, la historia de la socialdemocracia alemana desde 1890 hasta 1914 es “la historia de la emancipación de la teoría en general”.
La mayor limitación política del Kautsky de preguerra fue que él, como el resto de marxistas de la época, falló en predecir completamente, o en prepararse para, el ascenso de esta burocracia. Lo mismo que Rosa Luxemburgo y Vladimir Lenin, asumió de manera incorrecta que el recrudecimiento de la lucha de clases podría remover a los “lideres oportunistas” o forzarlos a volver a una postura de lucha de clases. De esta manera, ni él ni Luxemburgo construyeron una tendencia marxista organizada dentro del SPD que pudiera disputar efectivamente el liderazgo.
Como explica en su biografía definitiva el historiador polaco Marek Waldenberg, la dependencia organizativa de Kautsky del aparato del SPD puso al envejecido teórico en un predicamento brutal cuando la dirección realizo un giro firme a la derecha a partir de 1909:
“Él enfrento el dilema de, por un lado, empezar la lucha con las tendencias y estados de ánimo [oportunistas] cada vez más dominantes en los vínculos decisivos de la estructura del movimiento obrero, o, por el otro, de adaptarse más o menos completamente a estas. Si elegía pelear hubiese significado perder la posición del ideólogo y teórico oficial del partido de la que había disfrutado por casi un cuarto de siglo y a la cual estaba apegado fuertemente. Por otra parte, no estaba acostumbrado a ‘nadar contra la corriente’, él tenía casi 60 años y era un hombre muy cansado y mentalmente exhausto.”
Enfrentado a este desafío inesperado, Kautsky claudicó. A partir de 1910, procedió a revertir muchas de sus posiciones sobre asuntos estratégicos claves como formación de bloques con liberales, participación en coaliciones de gobierno capitalistas y la realidad de la revolución socialista.
Post sostiene que “la estrategia de Kautsky para romper con el capitalismo [fue] un fracaso en 1918-1919”. Pero como la estrategia de Kautsky debe ser juzgada por las prácticas políticas de los partidos que buscaron efectivamente implementarla, cualquier balance serio tiene que mirar más allá de Alemania.
Aunque Kautsky giró a la derecha después de 1909, sus teorías radicales tempranas continuaron orientando las políticas de las y los militantes izquierdistas en Europa. Esto fue especialmente verdad en la Rusia autocrática y en la Finlandia parlamentaria, donde su influencia fue mayor y donde sus estrategias guiaron a bolcheviques y socialdemócratas finlandeses a obtener el poder en 1917-18.
La vía democrática al socialismo de Kautsky
Incluso en su momento de mayor radicalidad, Kautsky rechazó la relevancia de una estrategia insurreccional en las democracias capitalistas. Su posición era simple: la mayoría de las y los trabajadores en países parlamentarios generalmente buscan usar los movimientos de masas legales y los canales democráticos existentes para hacer avanzar sus intereses. Los avances tecnológicos, en cualquier caso, habían vuelto a los ejércitos modernos demasiado poderosos para ser derrotados a través de levantamientos con luchas de barricadas callejeras, al estilo del viejo modelo del siglo XIX. Por estas razones, los gobiernos elegidos democráticamente tienen demasiada legitimidad entre la clase obrera, y demasiada fuerza militar para que un enfoque insurreccional sea realista.
La historia ha confirmado las predicciones de Kautsky. No solo nunca ha habido un movimiento insurreccional socialista victorioso bajo una democracia capitalista, sino que solo una pequeña minoría de trabajadoras y trabajadores ha apoyado -ni siquiera en teoría- la idea de una insurrección. Por esta razón, los elementos más sensibles de los inicios de la Internacional Comunista comenzaron rápidamente a volver al enfoque de Kautsky en 1922-23, recomendando la elección parlamentaria de “gobiernos de trabajadores” como el primer paso hacia una ruptura.
El incisivo balance de la socióloga Carmen Sirriani sobre los intentos de transformaciones anticapitalistas durante el siglo XX, demuestra que incluso cuando el deseo de una transformación socialista inmediata fue profundo entre la clase obrera, el apoyo a reemplazar el voto universal y la democracia parlamentaria por consejos de trabajadores, o por otros órganos de poder dual, siempre fue marginal. Esto era verdad incluso antes de que el ascenso del estalinismo rompiese la atracción popular del modelo de 1917, y no hay razones para pensar que vaya a cambiar en el futuro.
Las y los leninistas pocas veces se han enfrentado con estos hechos ni han dado una explicación convincente de ellos. En otras palabras, han asumido, pero no demostrado realmente, que el modelo insurreccional y de doble poder de la Rusia de 1917 –una revolución que derrocó a un estado autocrático y no capitalista, no a un régimen parlamentario- es relevante para democracias capitalistas. De manera similar, Post no ofrece ninguna evidencia para su aseveración de que solo los consejos obreros, y no un gobierno dirigido por socialistas elegido por el voto universal, son capaces de dirigir una ruptura con el capitalismo.
Dada su incapacidad para ofrecer un caso positivo convincente para una estrategia insurreccional, los leninistas han dirigido sus ataques sobre los peligros y tensiones del intento de usar el estado existente para una transformación socialista. Muchas de estas advertencias son válidas. En efecto, marxistas social-democráticos como Kautsky y Ralph Miliband han escrito algunas de las más mordaces críticas de socialistas en el poder. Los obstáculos identificados por Post ya fueron elocuentemente expuestos hace muchos años en las denuncias de Kautsky sobre el reformismo de los socialistas franceses y en la incisiva evaluación de Miliband del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile.
Post está en lo correcto al señalar que un gobierno de izquierda electo con una orientación de ruptura respecto al estado existente deberá afrontar un sabotaje implacable y cosas peores por parte de las y los capitalistas, el aparato represivo y la burocracia estatal. Sin embargo, en ausencia de una alternativa que sea viable, estas dificultades no son suficientes para rechazar la postura de Kautsky sobre una vía democrática al socialismo. Y al contrario de lo que Post afirma, Kautsky era consciente de los desafíos inherentes a enfrentar de su estrategia, y expuso una perspectiva de cómo podrían superarse de forma plausible.
Última edición por lolagallego el Lun Nov 23, 2020 8:44 pm, editado 1 vez