La izquierda, la idea de España y el papel del marxismo en la cuestión nacional - Francisco Comino - noviembre 2020
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Debemos emprender la construcción de un marxismo netamente español si de verdad queremos que el socialismo avance en nuestro país.
Marx –y en menor medida Engels- escribió de forma bastante extensa sobre España, su historia y sus períodos revolucionarios. A la hora de analizar dicha historia, el padre del socialismo científico se centró en dos hechos específicos. La Constitución de 1812 y la victoria veinteañista, que, junto a la Milicia Nacional, frenaron la sublevación absolutista de 1822, en el período conocido como Trienio Liberal (1820-1823). Para Marx estos dos hechos marcan el inicio de la nación española moderna. Marcan el inicio de España como nación política. Una España que luchará contra liquidadores nacionales y extranjeros en los próximos siglos venideros -y que sigue luchando hoy.
Se podría decir que la creación de España como nación política es obra de la izquierda. Entendiendo derecha, y más en este período de cercanía temporal con el origen etimológico de “a izquierda” y “a derecha” -de Luis XVI- como aquella posición ideológica conservadora, que defiende el privilegio de una minoría, ya sea en el ámbito territorial, económico etc. frente a una izquierda que apoya el progreso y sobre todo y más importante, la eliminación de todo privilegio; siendo por ello curioso que la izquierda oficial, parlamentaria, de hoy, defienda los conciertos económicos de ciertas regiones basadas en relatos que se remontan a la prehistoria de los tiempos o de opresiones culturales-regionales que en realidad nunca fueron.
Por tanto, atendiendo a estas definiciones, se podría decir que la Constitución de 1812 – influenciada enormemente por la Constitución francesa de 1791-era profundamente de izquierdas, un primer gran paso del liberalismo español, marcando así el inicio de una nación política de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes, transformando la nación histórica conformada bajo formas feudales y absolutistas siglos antes, en algo nuevo. Algo nuevo que no se dejaba atrás a ninguna colonia ya que como el propio Marx dijo: “El principio casi más importante de aquella Constitución era no abandonar ninguna colonia perteneciente a España”.1
De igual forma, la proclamación del Trienio Liberal (1820-1823) iniciado por el pronunciamiento de Riego, cuyo mayor hito fue la ya mencionada antes victoria de veinteañistas y republicanos, es de izquierdas. Ya que, no solo “constitucionalizaron” al déspota Fernando VII y volvió la “La Pepa”; sino que, además, prendieron de nuevo la llama revolucionaria con la que el resto de burguesías nacionales volverían -1830 y 1848- a tomar las calles frente al poder absolutista, contra esa reacción antiliberal encabezada -como por desgracia sufrió Rafael de Riego- por los ejércitos de la Santa Alianza.
De estos grandes hitos progresistas, patrióticos y revolucionarios sacamos dos conclusiones bastantes obvias: el “amor por la patria” pasaba de ser una coartada del absolutismo para mantener el poder regio, a entender que no había más patria que el pueblo español, que de él emanaban todos los poderes del Estado; en definitiva, una nueva nación política para y por los españoles, que a la vez miraba a Iberoamérica, aunque ya sepamos que los ingleses también la miraban desde hacía tiempo con peores propósitos.
¿Qué ha hecho (y entramos en la clave del artículo) que la izquierda actual, no solo reniegue de España -como veremos más adelante- sino que tampoco mire hacia Iberoamérica en cuestión de alianzas?
La respuesta es clara. La ausencia de un marxismo netamente español, que pudiera haber abordado bien la cuestión nacional.
Con ausencia me refiero a que no ha habido nunca un cuerpo de doctrina en España, que siendo marxista haya destacado por su originalidad doctrinal y conexión con las corrientes filosóficas de la Historia española. Como si pasó en Alemania con Marx y Hegel, en Rusia donde se entronca con tradiciones filosóficas rusas que se desarrollaron, al mismo tiempo que Hegel y Marx entraban en el país con Plejanov, o en China donde la filosofía oficial del PCCh no puede desconectarse del confucianismo y su idea de armonía con el Cosmos.
De hecho, dicha ausencia se ve claramente en que no hay ningún marxista patrio de renombre internacional. Ojo, no estoy diciendo que no haya grandes marxistas españoles, digo que a nivel teórico no hay un Mao, un Lenin, una Rosa Luxemburgo o un Gramsci español.
¿Qué es lo que ha impedido pues, el desarrollo de un marxismo netamente español?
Esta pregunta daría para libros enteros, por lo que en este artículo nos centraremos en tres factores que han originado, como decía antes, que hoy haya una izquierda que reniegue de España y que asocia que esta es imperialismo, oscurantismo, fascismo etc. Estos tres factores (que están completamente relacionados) son: la Leyenda Negra, el krausismo y cómo llega el marxismo a España.
La Leyenda Negra, la cual trae como consecuencia lógica la hispanofobia, es decir, el miedo u odio hacia lo hispano, se remonta mucho antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492.
Ya en los estados medievales que ocuparon la actual Italia la asociación de España -entonces la Corona de Aragón- con lo perverso se produjo debido a que estas conquistas las hacían soldados que se habían mezclado con árabes y judíos, lo que originó que los europeos medievales vieran a aragoneses y castellanos como pueblos impuros, y por tanto era algo “malo” que un pueblo impuro conquistara a uno puro (sin mezclas de razas). Con la Reforma Protestante, se asoció la idea de impureza al catolicismo y si a esto le sumamos el descubrimiento de América y que los protestaron eran los dueños absolutos de las primeras imprentas sale, como conclusión lógica, que se hiciera una alta campaña propagandística contra el catolicismo, y por ende contra España, mientras que se silenciaban las políticas coloniales británicas, holandesas o alemanas en el resto de continentes. Una política imperial española que, si bien es cierto que tuvo sus sombras, supuso mestizaje, diplomacia, establecimiento de leyes, universidades, trasvase cultural de ida y vuelta. La conquista de América por parte de España se distingue del resto en tanto que no se llevó a cabo ningún genocidio -en prácticamente todos los países iberoamericanos el porcentaje de población india no baja del 50%, y siendo en muchos de estos la mayoría demográfica- y se establecieron instituciones propias de la metrópoli en las tierras conquistadas. En este artículo no se defiende una Leyenda Rosa, pero sí el rigor histórico de lo que verdaderamente pasó.
Esta Leyenda Negra presente actualmente en la superestructura ideológica no solo de España sino de países latinoamericanos, hace que, a día de hoy, muchos, ya no solo izquierdistas sino autodenominados marxistas sigan viendo a España como un país imperial que somete a su yugo a los pueblos, en este caso ya no los latinoamericanos, sino al pueblo catalán, vasco y gallego, defendiendo así su derecho a la autodeterminación. Reniegan de su país, lo que hace ya no solo que sea inviable un movimiento revolucionario encabezado por esta “izquierda”, sino que piensen que vivimos en un estado prácticamente fascista.
Continuando con el esquema planteado, pasemos a ver el krausismo y cómo este taponó la entrada de Hegel y por ende el desarrollo del marxismo.
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Debemos emprender la construcción de un marxismo netamente español si de verdad queremos que el socialismo avance en nuestro país.
Marx –y en menor medida Engels- escribió de forma bastante extensa sobre España, su historia y sus períodos revolucionarios. A la hora de analizar dicha historia, el padre del socialismo científico se centró en dos hechos específicos. La Constitución de 1812 y la victoria veinteañista, que, junto a la Milicia Nacional, frenaron la sublevación absolutista de 1822, en el período conocido como Trienio Liberal (1820-1823). Para Marx estos dos hechos marcan el inicio de la nación española moderna. Marcan el inicio de España como nación política. Una España que luchará contra liquidadores nacionales y extranjeros en los próximos siglos venideros -y que sigue luchando hoy.
Se podría decir que la creación de España como nación política es obra de la izquierda. Entendiendo derecha, y más en este período de cercanía temporal con el origen etimológico de “a izquierda” y “a derecha” -de Luis XVI- como aquella posición ideológica conservadora, que defiende el privilegio de una minoría, ya sea en el ámbito territorial, económico etc. frente a una izquierda que apoya el progreso y sobre todo y más importante, la eliminación de todo privilegio; siendo por ello curioso que la izquierda oficial, parlamentaria, de hoy, defienda los conciertos económicos de ciertas regiones basadas en relatos que se remontan a la prehistoria de los tiempos o de opresiones culturales-regionales que en realidad nunca fueron.
Por tanto, atendiendo a estas definiciones, se podría decir que la Constitución de 1812 – influenciada enormemente por la Constitución francesa de 1791-era profundamente de izquierdas, un primer gran paso del liberalismo español, marcando así el inicio de una nación política de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes, transformando la nación histórica conformada bajo formas feudales y absolutistas siglos antes, en algo nuevo. Algo nuevo que no se dejaba atrás a ninguna colonia ya que como el propio Marx dijo: “El principio casi más importante de aquella Constitución era no abandonar ninguna colonia perteneciente a España”.1
De igual forma, la proclamación del Trienio Liberal (1820-1823) iniciado por el pronunciamiento de Riego, cuyo mayor hito fue la ya mencionada antes victoria de veinteañistas y republicanos, es de izquierdas. Ya que, no solo “constitucionalizaron” al déspota Fernando VII y volvió la “La Pepa”; sino que, además, prendieron de nuevo la llama revolucionaria con la que el resto de burguesías nacionales volverían -1830 y 1848- a tomar las calles frente al poder absolutista, contra esa reacción antiliberal encabezada -como por desgracia sufrió Rafael de Riego- por los ejércitos de la Santa Alianza.
De estos grandes hitos progresistas, patrióticos y revolucionarios sacamos dos conclusiones bastantes obvias: el “amor por la patria” pasaba de ser una coartada del absolutismo para mantener el poder regio, a entender que no había más patria que el pueblo español, que de él emanaban todos los poderes del Estado; en definitiva, una nueva nación política para y por los españoles, que a la vez miraba a Iberoamérica, aunque ya sepamos que los ingleses también la miraban desde hacía tiempo con peores propósitos.
¿Qué ha hecho (y entramos en la clave del artículo) que la izquierda actual, no solo reniegue de España -como veremos más adelante- sino que tampoco mire hacia Iberoamérica en cuestión de alianzas?
La respuesta es clara. La ausencia de un marxismo netamente español, que pudiera haber abordado bien la cuestión nacional.
Con ausencia me refiero a que no ha habido nunca un cuerpo de doctrina en España, que siendo marxista haya destacado por su originalidad doctrinal y conexión con las corrientes filosóficas de la Historia española. Como si pasó en Alemania con Marx y Hegel, en Rusia donde se entronca con tradiciones filosóficas rusas que se desarrollaron, al mismo tiempo que Hegel y Marx entraban en el país con Plejanov, o en China donde la filosofía oficial del PCCh no puede desconectarse del confucianismo y su idea de armonía con el Cosmos.
De hecho, dicha ausencia se ve claramente en que no hay ningún marxista patrio de renombre internacional. Ojo, no estoy diciendo que no haya grandes marxistas españoles, digo que a nivel teórico no hay un Mao, un Lenin, una Rosa Luxemburgo o un Gramsci español.
¿Qué es lo que ha impedido pues, el desarrollo de un marxismo netamente español?
Esta pregunta daría para libros enteros, por lo que en este artículo nos centraremos en tres factores que han originado, como decía antes, que hoy haya una izquierda que reniegue de España y que asocia que esta es imperialismo, oscurantismo, fascismo etc. Estos tres factores (que están completamente relacionados) son: la Leyenda Negra, el krausismo y cómo llega el marxismo a España.
La Leyenda Negra, la cual trae como consecuencia lógica la hispanofobia, es decir, el miedo u odio hacia lo hispano, se remonta mucho antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492.
Ya en los estados medievales que ocuparon la actual Italia la asociación de España -entonces la Corona de Aragón- con lo perverso se produjo debido a que estas conquistas las hacían soldados que se habían mezclado con árabes y judíos, lo que originó que los europeos medievales vieran a aragoneses y castellanos como pueblos impuros, y por tanto era algo “malo” que un pueblo impuro conquistara a uno puro (sin mezclas de razas). Con la Reforma Protestante, se asoció la idea de impureza al catolicismo y si a esto le sumamos el descubrimiento de América y que los protestaron eran los dueños absolutos de las primeras imprentas sale, como conclusión lógica, que se hiciera una alta campaña propagandística contra el catolicismo, y por ende contra España, mientras que se silenciaban las políticas coloniales británicas, holandesas o alemanas en el resto de continentes. Una política imperial española que, si bien es cierto que tuvo sus sombras, supuso mestizaje, diplomacia, establecimiento de leyes, universidades, trasvase cultural de ida y vuelta. La conquista de América por parte de España se distingue del resto en tanto que no se llevó a cabo ningún genocidio -en prácticamente todos los países iberoamericanos el porcentaje de población india no baja del 50%, y siendo en muchos de estos la mayoría demográfica- y se establecieron instituciones propias de la metrópoli en las tierras conquistadas. En este artículo no se defiende una Leyenda Rosa, pero sí el rigor histórico de lo que verdaderamente pasó.
Esta Leyenda Negra presente actualmente en la superestructura ideológica no solo de España sino de países latinoamericanos, hace que, a día de hoy, muchos, ya no solo izquierdistas sino autodenominados marxistas sigan viendo a España como un país imperial que somete a su yugo a los pueblos, en este caso ya no los latinoamericanos, sino al pueblo catalán, vasco y gallego, defendiendo así su derecho a la autodeterminación. Reniegan de su país, lo que hace ya no solo que sea inviable un movimiento revolucionario encabezado por esta “izquierda”, sino que piensen que vivimos en un estado prácticamente fascista.
Continuando con el esquema planteado, pasemos a ver el krausismo y cómo este taponó la entrada de Hegel y por ende el desarrollo del marxismo.
Última edición por lolagallego el Vie Nov 27, 2020 10:02 am, editado 1 vez