¡Viva el leninismo! - artículo de Harpal Brar - mayo 2020
publicado en la página web del Partido Comunista de Gran Bretaña / Marxista-Leninista y en el número de mayo-junio de 2020 del periódico LALKAR
traducido y publicado por la Asociación de Amistad Hispano Soviética (AAHS) en octubre 2020
—2 mensajes—
El 22 de abril de este año marcó el 150 aniversario del nacimiento de VI Lenin, el inspirador de la gran revolución socialista proletaria en Rusia, el líder del proletariado ruso y mundial. A modo de homenaje a su trascendental contribución a la causa de la revolución proletaria mundial y la lucha por el derrocamiento del imperialismo mundial, publicamos este artículo.
Lenin luchó toda su vida contra el oportunismo en el movimiento obrero, tanto en Rusia como en Occidente. Expuso y luchó contra la degeneración kautskiana en oportunismo, haciendo un análisis concreto de las cuestiones en liza, trazando líneas claras y definidas de demarcación entre marxismo y kautskismo, entre la posición marxista y las tendencias conciliadoras con el oportunismo, incluido el kautskismo. Profundizó en las causas fundamentales del surgimiento del kautskismo y su degeneración, sacándolas a la luz del día, sin permitir que ninguna consideración de diplomacia, táctica o conveniencia inhibiera su exposición completa del kautskismo, porque sabía muy bien que cualquier ganancia obtenida mediante maniobras «tácticas» no vale ni un centavo si el trato acarrea pérdidas estratégicas e incluso la negación de principios básicos.
Si no hubiera sido por la exposición del oportunismo de Lenin, la gigantesca oposición proletaria a la socialdemocracia unos años más tarde habría estado fuera de discusión. El resultado habría sido una confusión generalizada en el movimiento obrero con el acompañamiento del estancamiento organizativo.
Después de la muerte de Lenin, Stalin sostuvo que debido a los servicios de Lenin en la defensa del marxismo contra el oportunismo socialdemócrata, debido a su desarrollo del marxismo en cuestiones tales como la revolución proletaria, la dictadura del proletariado, la organización del partido, etc., la ciencia del marxismo debería llamarse marxismo-leninismo; y en esto Stalin tenía toda la razón, porque tal era la contribución de Lenin al marxismo, a su tesoro general. El leninismo, lejos de ser un mero fenómeno ruso, se convirtió en un fenómeno internacional arraigado en todo el desarrollo internacional.
Lenin aplicó el marxismo a las condiciones rusas de manera magistral. Ayudó a restaurar el contenido revolucionario del marxismo, que durante mucho tiempo había sido reprimido por los oportunistas de la Segunda Internacional. Sobre todo, dio un gran paso adelante, desarrollando aún más el marxismo bajo las nuevas condiciones del capitalismo y la lucha de clases proletaria.
Así definió Stalin al leninismo: «El leninismo es el marxismo de la era del imperialismo y la revolución proletaria. Para ser más exactos, el leninismo es una teoría de la revolución proletaria en general, la teoría y táctica de la dictadura del proletariado en particular» (Fundamentos del leninismo).
El leninismo se caracteriza por su espíritu excepcionalmente militante y revolucionario, que puede explicarse por dos causas: primero, porque el leninismo nació de la revolución proletaria, cuya impronta no pudo dejar de llevar; segundo, porque creció y cobró fuerza en la lucha contra el oportunismo de la Segunda Internacional.
La Segunda Internacional siguió la línea del oportunismo en la práctica, mientras defendía al marxismo de boquilla. Como dijo Stalin: » Los oportunistas se adaptaron a la burguesía debido a su naturaleza adaptativa, pequeñoburguesa; los «ortodoxos», a su vez, se adaptaron a los oportunistas para «preservar» la unidad con ellos, en aras de la «paz dentro del Partido». Así se cerró el vínculo entre la política de la burguesía y la política de los ‘ortodoxos’ y, como resultado, reinó supremo el oportunismo» (ibid.).
En lugar de una teoría revolucionaria integral, prevalecieron proposiciones eclécticas, contradictorias y fragmentos de teoría; en lugar de una política revolucionaria, un filisteísmo flácido y una diplomacia y una intriga parlamentaria despreciable; en lugar de una corrección de errores y corrección de tácticas sobre la base de los propios errores del Partido, continuos intentos de evasión estudiada de cuestiones difíciles y de pasarlas por alto.
A medida que se acercaba una nueva era de guerras imperialistas y de batallas revolucionarias proletarias, los viejos métodos, parlamentarios y sindicales, eran evidentemente inútiles e impotentes «frente a la omnipotencia del capital financiero» (ibid.).
Se convirtió así en un asunto de suma importancia «revisar toda la actividad de la Segunda Internacional, todo su método de trabajo» (ibid.) Y expulsar todo filisteísmo, renegado, social-pacifismo y socialchovinismo; tirar todo lo oxidado y anticuado del arsenal de la Segunda Internacional y forjar nuevas armas. Sin el cumplimiento de esta tarea, el proletariado habría estado completamente desarmado en su lucha contra el imperialismo. Stalin agregó:
«El honor de llevar a cabo esta reforma general y limpieza general de los establos de Augias de la Segunda Internacional recayó en el leninismo» (ibid.).
El leninismo insistió en restaurar la unidad rota entre teoría y práctica, poniendo a prueba los dogmas teóricos de la Segunda Internacional en el crisol de la práctica viva. Insistió en que la política de los partidos de la Segunda Internacional fuera probada, no por sus consignas y resoluciones, sino por sus acciones. E insistió en la reorganización de todo el trabajo del partido en torno a nuevas líneas revolucionarias, con el fin de formar y preparar a las masas para la lucha revolucionaria. Finalmente, insistió en la necesidad de la autocrítica dentro de los partidos proletarios, para que aprendan de sus propios errores.
En este contexto, Lenin escribió en su folleto La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo:
» La actitud de un partido político hacia sus propios errores es una de las formas más importantes y seguras de juzgar cuán serio es el partido y cómo cumple en la práctica sus obligaciones hacia su clase y las masas trabajadoras. Admitir francamente un error, averiguar sus causas, analizar las circunstancias que lo originaron y discutir a fondo los medios para corregirlo: esa es la característica de un partido serio; así debe desempeñar sus funciones, así debe educar y formar a la clase, y luego a las masas«.
Según el leninismo, un partido no debe ser juzgado por sus pomposas consignas y declaraciones, sino por su práctica. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, en su conferencia en Basilea, la Segunda Internacional, sabiendo muy bien que la guerra era inminente, aprobó una Resolución declarando la «guerra a la guerra«. Un poco más tarde, cuando comenzó la guerra, los partidos de la Segunda Internacional dieron a los trabajadores una nueva consigna: matarse unos a otros en el altar de la gloria de sus patrias imperialistas. El contraste entre la política de la Segunda Internacional y la política leninista de transformar la guerra imperialista en una guerra civil para el derrocamiento de la propia burguesía, deja en claro no solo la bajeza del oportunismo de los líderes de la Segunda Internacional, sino también la magnífica grandeza del método del leninismo.
Los bolcheviques en general, Lenin en particular, fueron acusados a menudo por sus opositores oportunistas en Rusia, así como en la Segunda Internacional, de estar condicionados por sus luchas entre facciones y de poner siempre en primer plano los problemas fundamentales de la revolución rusa. Sin duda, los bolcheviques pusieron en primer plano los problemas fundamentales de la revolución rusa. Estos, sin embargo, fueron los problemas fundamentales de la revolución en todas partes, no solo en Rusia. Problemas como la cuestión de la teoría, la actitud del partido marxista hacia la revolución democrático-burguesa, la alianza entre la clase obrera y el campesinado, la hegemonía del proletariado, el significado de las luchas parlamentarias y extraparlamentarias, de la huelga general, del paso de la revolución democrático-burguesa a la revolución socialista, de la dictadura del proletariado, del imperialismo, de la autodeterminación de las naciones, de los movimientos de liberación de los pueblos coloniales y oprimidos y de la necesidad de que el proletariado apoye a estos movimientos. Los bolcheviques plantearon estos problemas como piedra de toque sobre la que juzgar la coherencia revolucionaria de los partidos de la Segunda Internacional.
Tenían razón al hacerlo. Es más, tenían el deber de hacerlo porque todos estos problemas eran también los problemas fundamentales de la revolución proletaria mundial, a la que los bolcheviques subordinaban su política. La revolución rusa no fue un asunto privado de los bolcheviques o del proletariado ruso. Lenin se había dado cuenta muy pronto de que el centro revolucionario estaba comenzando a desplazarse de Occidente a Rusia y que el resultado de la revolución rusa tendría un significado histórico mundial.
Ya en 1902, en su folleto ¿Qué hacer?, Lenin escribió:
«… La historia nos ha enfrentado ahora con una tarea inmediata que es la más revolucionaria de todas las tareas inmediatas que enfrenta el proletariado de cualquier país», que «el cumplimiento de esta tarea, la destrucción del baluarte más poderoso de la reacción no solo europea sino también asiática convertiría al proletariado ruso en la vanguardia del proletariado internacional«.
Han pasado casi 120 años desde que se escribieron estas palabras y la historia ha confirmado elocuentemente las palabras de Lenin. Sin embargo, de esto se sigue que la revolución rusa fue «… el punto nodal de la revolución mundial; que los problemas fundamentales de la revolución rusa eran… también los problemas fundamentales de la revolución mundial» (Stalin, Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo).
Veamos ahora brevemente algunos de estos problemas fundamentales del leninismo.
Teoría
Lenin insistió constantemente en que el proletariado reconociera el papel de la teoría revolucionaria. «Sin una teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario«, escribió (¿Qué hacer?). Comprendió mejor que nadie la importancia de la teoría, porque solo la teoría puede dar al movimiento confianza, propósito y dirección. Ya en 1902 señaló:
» El papel de luchador de vanguardia sólo lo puede cumplir un partido que se guíe por la teoría más avanzada» (¿Qué hacer?).
Esto no significa que la teoría deba separarse de la práctica, porque «la teoría se vuelve sin propósito si no está conectada con la práctica revolucionaria, así como la práctica anda a tientas en la oscuridad si su camino no está iluminado por la teoría revolucionaria» (Stalin, Fundamentos del leninismo).
Lenin libró una lucha despiadada contra la ‘teoría’ de la espontaneidad, la ‘teoría’ del culto a la espontaneidad del movimiento obrero, como teoría oportunista que repudiaba el papel dirigente del partido del proletariado, una ‘teoría’ que arrastraba al partido del proletariado a ponerse a la cola del movimiento obrero espontáneo.
Los principales defensores de esta «teoría», los economistas, llegaron al extremo de negar la necesidad de un partido independiente del proletariado. El ¿Qué hacer? de Lenin demolió esta «teoría» y proporcionó las bases teóricas para un movimiento genuinamente revolucionario del proletariado ruso.
La teoría de Lenin de la revolución proletaria
Según Lenin, el imperialismo (capitalismo monopolista) intensifica todas las contradicciones al extremo. En el corazón del capitalismo, el capital financiero hace insoportable el yugo de los monopolios, sirviendo así para exacerbar el resentimiento de la clase trabajadora contra los cimientos del capitalismo y llevando a las masas a la revolución proletaria como su única salvación.
En segundo lugar, la exportación de capital, que es un rasgo tan característico del capital monopolista (capital financiero), conduce a la transformación del capitalismo en un sistema mundial de esclavitud financiera y opresión colonial de la inmensa mayoría de la población del mundo por un puñado de países «avanzados», dividiendo así a la población mundial en dos campos: el puñado de países que explotan y oprimen a las vastas masas de países dependientes y coloniales, y la inmensa mayoría que habita estos últimos países. Todo esto conduce a la intensificación de la contradicción entre el imperialismo y los países oprimidos, resultando en el crecimiento de los movimientos de rebelión contra el imperialismo en el frente externo.
En tercer lugar, el desarrollo desigual de los países capitalistas y la resultante lucha frenética por la redivisión del mundo entre los países que ya poseen territorios y los que reclaman una ‘participación justa’, conduce a las guerras imperialistas como único medio para restaurar el perturbado ‘equilibrio’: la intensificación de la lucha en el tercer frente, el frente interimperialista. De ahí la conclusión de Lenin: que las guerras no se pueden evitar bajo el imperialismo. De ahí también la inevitabilidad de una coalición entre la revolución proletaria en los países imperialistas y los movimientos antiimperialistas en los países oprimidos en un frente revolucionario unido contra el frente mundial del imperialismo. Combinando todas estas conclusiones en una conclusión general, Lenin observa que: «El imperialismo es la víspera de la revolución socialista» (Prefacio a El imperialismo, fase superior del capitalismo ).
Según la teoría de Lenin, con el surgimiento del imperialismo, las economías nacionales individuales han dejado de ser unidades autosuficientes; se han convertido en eslabones de una sola cadena de la economía mundial; el imperialismo es un sistema global de esclavitud financiera y opresión de la gran mayoría de la población mundial por un puñado de países imperialistas. Esto crea las condiciones objetivas para que estalle la revolución en países que no están avanzados en términos de desarrollo industrial porque el sistema en su totalidad está listo para la revolución. Como resultado, la cadena del frente imperialista mundial puede romperse en un país u otro dependiendo de dónde tenga la cadena su eslabón más débil. Por tanto, la victoria de la revolución es posible en un solo país, incluso en un país atrasado (como, por ejemplo, Rusia en 1917).
Dictadura del proletariado
» La cuestión fundamental de toda revolución es la cuestión del poder«, dijo Lenin. El objetivo de la dictadura del proletariado es: derrocar a la burguesía y quebrar su resistencia; organizar la construcción; y para armar la revolución, organizar el ejército contra enemigos extranjeros, para la lucha contra el imperialismo.
La dictadura del proletariado abarca toda una época histórica. No puede resultar en una democracia completa para todos: instituye la democracia para la mayoría y la dictadura sobre la minoría. La dictadura del proletariado no puede resultar del desarrollo pacífico de la sociedad burguesa y la democracia burguesa; sólo puede surgir como resultado del aplastamiento de la máquina estatal burguesa.
Con la aparición del poder soviético, la era del parlamentarismo democrático burgués llega a su fin y se inicia un nuevo capítulo en la historia mundial, la era de la dictadura proletaria.
La República de los Soviets es, pues, la forma política tan buscada y finalmente descubierta, en cuyo marco debe realizarse la emancipación económica del proletariado, la victoria total del socialismo (ver Tesis sobre la asamblea constituyente, diciembre de 1917). .
La cuestión campesina
El leninismo tiene tres consignas sobre la cuestión campesina, cada una correspondiente a la etapa de la revolución que se ha alcanzado: (a) el campesinado durante la revolución democrático-burguesa; (b) el campesinado durante la revolución proletaria; y c) el campesinado tras la consolidación del poder soviético.
Los que marchan y se preparan para asumir el poder no pueden dejar de estar interesados en la cuestión de quiénes son sus verdaderos aliados. En este sentido, la cuestión campesina forma parte de la cuestión general de la dictadura del proletariado y, como tal, es uno de los problemas más importantes del leninismo. Algunas personas sostienen que lo especial del leninismo es su posición sobre el campesinado. Esto no es verdad. «La cuestión fundamental del leninismo, su punto de partida, [es] la dictadura del proletariado, las condiciones en las que se va a lograr, las condiciones en las que se puede consolidar» (Stalin, Fundamentos del leninismo).
La cuestión campesina, como cuestión de los aliados del proletariado en su lucha por el poder, es una cuestión derivada.
Durante la revolución democrático-burguesa, la lucha fue entre los cadetes (la burguesía liberal) y los bolcheviques (el proletariado) por la influencia sobre el campesinado. Los cadetes intentaban ganarse al campesinado y reconciliarlo con el zarismo. Entonces, durante esta etapa de la revolución, los bolcheviques concentraron su fuego en los cadetes.
Durante la revolución proletaria, la lucha fue entre los socialrevolucionarios (democracia pequeñoburguesa) y los bolcheviques por el campesinado, para conquistar a la mayoría mediante la liquidación de la guerra, para lo cual era necesario derrocar al Gobierno Provisional, derrocar el poder de la burguesía, para derrocar el poder de los socialrevolucionarios y mencheviques.
Después de la consolidación del poder soviético, la tarea consistía en conquistar a la mayoría del campesinado para la construcción socialista. Lenin tenía razón en la opinión de que un campesinado que había recibido la paz y la tierra de manos del proletariado podía movilizarse para construir el socialismo a través de las cooperativas.
Esto es lo que Lenin tenía que decir al respecto:
» El poder estatal sobre todos los medios de producción a gran escala, el poder estatal en manos del proletariado, la alianza de este proletariado con muchos millones de pequeños y muy pequeños campesinos, la dirección asegurada del campesinado por el proletariado, etc. ¿no es esto todo lo que se necesita para la construcción de la sociedad socialista completa desde las cooperativas, solo desde las cooperativas, que antes despreciábamos como cosa de charlatanes y que desde cierto aspecto tenemos derecho a despreciar como tal ahora bajo el NEP? ¿No es esto todo lo necesario para construir una sociedad socialista? Esto todavía no es la construcción de una sociedad socialista, pero es todo lo que es necesario y suficiente para esta construcción» (Sobre la cooperación, enero de 1923).
La cuestión nacional
En el período de la Segunda Internacional, la cuestión nacional se limitó a unos pocos países, es decir, Polonia, Hungría, Irlanda, etc. La gran mayoría de los pueblos subyugados, asiáticos y africanos, quedó fuera del ámbito de la Segunda Internacional. El leninismo derribó el muro entre blancos y negros, europeos y asiáticos y africanos; entre los esclavos «civilizados» e «incivilizados» del imperialismo. Con esto, la cuestión nacional pasó de ser un problema interno del Estado a un problema internacional general, un problema de liberación de los pueblos oprimidos en los países coloniales y dependientes del yugo del imperialismo mediante la autodeterminación y la secesión completa. Con esta consigna de autodeterminación, el leninismo educó a las masas en el espíritu del internacionalismo. Llevó la cuestión nacional de las declaraciones altisonantes a la base sólida de la utilización de las potencialidades revolucionarias de los movimientos nacionales para impulsar el movimiento del proletariado para el derrocamiento del imperialismo. Así transformó los movimientos revolucionarios de liberación nacional en una reserva del proletariado revolucionario.
El carácter revolucionario de los movimientos nacionales no presupone la existencia de elementos proletarios en el movimiento o un programa republicano.
Así, según el leninismo, el mundo está dividido en dos campos: (1) el campo de un puñado de naciones imperialistas explotadoras y opresoras, que poseen capital financiero y explotan a la mayoría de la población del globo; (2) el campo de los oprimidos y explotados cientos de millones en todo el mundo.
Los intereses del movimiento proletario en los países desarrollados y el movimiento de liberación nacional exigen una unión de estas dos formas de movimiento revolucionario en un frente común contra el imperialismo, contra el enemigo común. Sin tal frente, la victoria de cualquiera de ellos es imposible. «Ninguna nación puede ser libre si oprime a otras naciones» (Engels). La unión entre el movimiento proletario revolucionario y los movimientos de liberación nacional sólo puede ser voluntaria, sobre la base de la confianza mutua y las relaciones fraternales entre los pueblos.
«Si un socialdemócrata [es decir, en el momento en que Lenin estaba escribiendo, un marxista] perteneciente a una gran nación opresora y anexionista, mientras aboga por la amalgama de naciones en general, olvidara incluso por un momento que ‘su’ Nicolás II, ‘su’ Wilhelm, George, Poincaré, etc., también representan la fusión con naciones pequeñas (por medio de anexiones)… tal socialdemócrata sería un doctrinario ridículo en teoría y un cómplice del imperialismo en la práctica.
«El peso del énfasis en la educación internacionalista de los trabajadores en los países opresores debe consistir necesariamente en apoyar y defender la libertad de secesión para los países oprimidos. Sin esto no puede haber internacionalismo. Es nuestro derecho y deber tratar a cada socialdemócrata de una nación opresora que no lleve a cabo tal propaganda como un canalla imperialista» (Resumen de la discusión sobre la autodeterminación).
Las guerras de liberación nacional contra la dominación imperialista son guerras justas y es deber de todo revolucionario proletario en los países imperialistas apoyar tales guerras y trabajar por la derrota de su propia clase dominante. Cualquier otra postura sería una total traición a los principios e ideales del socialismo, pues el «… movimiento revolucionario en los países avanzados sería en realidad un puro fraude si, en su lucha contra el capital, los trabajadores de Europa y América no estuvieran a favor de y completamente unidos a cientos y cientos de millones de esclavos ‘coloniales’ oprimidos por el capital» (Lenin, Discurso en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista).
Estrategia y táctica
El período de dominación de la Segunda Internacional se caracterizó por formas de lucha parlamentarias, cuya importancia fue sobreestimada. Sólo en el período de la revolución se pudo encontrar una estrategia integral y tácticas elaboradas para la lucha del proletariado. Fue en este período cuando Lenin sacó a la luz las brillantes ideas de Marx y Engels sobre estrategia y táctica que habían sido ocultadas por los oportunistas de la Segunda Internacional. Las desarrolló aún más y las complementó con nuevas previsiones, y las convirtió en un sistema de reglas y principios rectores para la dirección de la lucha de clases del proletariado.
Sus obras como ¿Qué hacer?, Dos tácticas, El imperialismo, El estado y la revolución, La revolución proletaria y el renegado Kautsky, La enfermedad infantil del «izquierdismo», constituyen sin duda contribuciones inestimables al tesoro general del marxismo, a su arsenal. La estrategia y táctica del leninismo constituyen la ciencia de la dirección en la lucha revolucionaria del proletariado.
publicado en la página web del Partido Comunista de Gran Bretaña / Marxista-Leninista y en el número de mayo-junio de 2020 del periódico LALKAR
traducido y publicado por la Asociación de Amistad Hispano Soviética (AAHS) en octubre 2020
—2 mensajes—
El 22 de abril de este año marcó el 150 aniversario del nacimiento de VI Lenin, el inspirador de la gran revolución socialista proletaria en Rusia, el líder del proletariado ruso y mundial. A modo de homenaje a su trascendental contribución a la causa de la revolución proletaria mundial y la lucha por el derrocamiento del imperialismo mundial, publicamos este artículo.
Lenin luchó toda su vida contra el oportunismo en el movimiento obrero, tanto en Rusia como en Occidente. Expuso y luchó contra la degeneración kautskiana en oportunismo, haciendo un análisis concreto de las cuestiones en liza, trazando líneas claras y definidas de demarcación entre marxismo y kautskismo, entre la posición marxista y las tendencias conciliadoras con el oportunismo, incluido el kautskismo. Profundizó en las causas fundamentales del surgimiento del kautskismo y su degeneración, sacándolas a la luz del día, sin permitir que ninguna consideración de diplomacia, táctica o conveniencia inhibiera su exposición completa del kautskismo, porque sabía muy bien que cualquier ganancia obtenida mediante maniobras «tácticas» no vale ni un centavo si el trato acarrea pérdidas estratégicas e incluso la negación de principios básicos.
Si no hubiera sido por la exposición del oportunismo de Lenin, la gigantesca oposición proletaria a la socialdemocracia unos años más tarde habría estado fuera de discusión. El resultado habría sido una confusión generalizada en el movimiento obrero con el acompañamiento del estancamiento organizativo.
Después de la muerte de Lenin, Stalin sostuvo que debido a los servicios de Lenin en la defensa del marxismo contra el oportunismo socialdemócrata, debido a su desarrollo del marxismo en cuestiones tales como la revolución proletaria, la dictadura del proletariado, la organización del partido, etc., la ciencia del marxismo debería llamarse marxismo-leninismo; y en esto Stalin tenía toda la razón, porque tal era la contribución de Lenin al marxismo, a su tesoro general. El leninismo, lejos de ser un mero fenómeno ruso, se convirtió en un fenómeno internacional arraigado en todo el desarrollo internacional.
Lenin aplicó el marxismo a las condiciones rusas de manera magistral. Ayudó a restaurar el contenido revolucionario del marxismo, que durante mucho tiempo había sido reprimido por los oportunistas de la Segunda Internacional. Sobre todo, dio un gran paso adelante, desarrollando aún más el marxismo bajo las nuevas condiciones del capitalismo y la lucha de clases proletaria.
Así definió Stalin al leninismo: «El leninismo es el marxismo de la era del imperialismo y la revolución proletaria. Para ser más exactos, el leninismo es una teoría de la revolución proletaria en general, la teoría y táctica de la dictadura del proletariado en particular» (Fundamentos del leninismo).
El leninismo se caracteriza por su espíritu excepcionalmente militante y revolucionario, que puede explicarse por dos causas: primero, porque el leninismo nació de la revolución proletaria, cuya impronta no pudo dejar de llevar; segundo, porque creció y cobró fuerza en la lucha contra el oportunismo de la Segunda Internacional.
La Segunda Internacional siguió la línea del oportunismo en la práctica, mientras defendía al marxismo de boquilla. Como dijo Stalin: » Los oportunistas se adaptaron a la burguesía debido a su naturaleza adaptativa, pequeñoburguesa; los «ortodoxos», a su vez, se adaptaron a los oportunistas para «preservar» la unidad con ellos, en aras de la «paz dentro del Partido». Así se cerró el vínculo entre la política de la burguesía y la política de los ‘ortodoxos’ y, como resultado, reinó supremo el oportunismo» (ibid.).
En lugar de una teoría revolucionaria integral, prevalecieron proposiciones eclécticas, contradictorias y fragmentos de teoría; en lugar de una política revolucionaria, un filisteísmo flácido y una diplomacia y una intriga parlamentaria despreciable; en lugar de una corrección de errores y corrección de tácticas sobre la base de los propios errores del Partido, continuos intentos de evasión estudiada de cuestiones difíciles y de pasarlas por alto.
A medida que se acercaba una nueva era de guerras imperialistas y de batallas revolucionarias proletarias, los viejos métodos, parlamentarios y sindicales, eran evidentemente inútiles e impotentes «frente a la omnipotencia del capital financiero» (ibid.).
Se convirtió así en un asunto de suma importancia «revisar toda la actividad de la Segunda Internacional, todo su método de trabajo» (ibid.) Y expulsar todo filisteísmo, renegado, social-pacifismo y socialchovinismo; tirar todo lo oxidado y anticuado del arsenal de la Segunda Internacional y forjar nuevas armas. Sin el cumplimiento de esta tarea, el proletariado habría estado completamente desarmado en su lucha contra el imperialismo. Stalin agregó:
«El honor de llevar a cabo esta reforma general y limpieza general de los establos de Augias de la Segunda Internacional recayó en el leninismo» (ibid.).
El leninismo insistió en restaurar la unidad rota entre teoría y práctica, poniendo a prueba los dogmas teóricos de la Segunda Internacional en el crisol de la práctica viva. Insistió en que la política de los partidos de la Segunda Internacional fuera probada, no por sus consignas y resoluciones, sino por sus acciones. E insistió en la reorganización de todo el trabajo del partido en torno a nuevas líneas revolucionarias, con el fin de formar y preparar a las masas para la lucha revolucionaria. Finalmente, insistió en la necesidad de la autocrítica dentro de los partidos proletarios, para que aprendan de sus propios errores.
En este contexto, Lenin escribió en su folleto La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo:
» La actitud de un partido político hacia sus propios errores es una de las formas más importantes y seguras de juzgar cuán serio es el partido y cómo cumple en la práctica sus obligaciones hacia su clase y las masas trabajadoras. Admitir francamente un error, averiguar sus causas, analizar las circunstancias que lo originaron y discutir a fondo los medios para corregirlo: esa es la característica de un partido serio; así debe desempeñar sus funciones, así debe educar y formar a la clase, y luego a las masas«.
Según el leninismo, un partido no debe ser juzgado por sus pomposas consignas y declaraciones, sino por su práctica. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, en su conferencia en Basilea, la Segunda Internacional, sabiendo muy bien que la guerra era inminente, aprobó una Resolución declarando la «guerra a la guerra«. Un poco más tarde, cuando comenzó la guerra, los partidos de la Segunda Internacional dieron a los trabajadores una nueva consigna: matarse unos a otros en el altar de la gloria de sus patrias imperialistas. El contraste entre la política de la Segunda Internacional y la política leninista de transformar la guerra imperialista en una guerra civil para el derrocamiento de la propia burguesía, deja en claro no solo la bajeza del oportunismo de los líderes de la Segunda Internacional, sino también la magnífica grandeza del método del leninismo.
Los bolcheviques en general, Lenin en particular, fueron acusados a menudo por sus opositores oportunistas en Rusia, así como en la Segunda Internacional, de estar condicionados por sus luchas entre facciones y de poner siempre en primer plano los problemas fundamentales de la revolución rusa. Sin duda, los bolcheviques pusieron en primer plano los problemas fundamentales de la revolución rusa. Estos, sin embargo, fueron los problemas fundamentales de la revolución en todas partes, no solo en Rusia. Problemas como la cuestión de la teoría, la actitud del partido marxista hacia la revolución democrático-burguesa, la alianza entre la clase obrera y el campesinado, la hegemonía del proletariado, el significado de las luchas parlamentarias y extraparlamentarias, de la huelga general, del paso de la revolución democrático-burguesa a la revolución socialista, de la dictadura del proletariado, del imperialismo, de la autodeterminación de las naciones, de los movimientos de liberación de los pueblos coloniales y oprimidos y de la necesidad de que el proletariado apoye a estos movimientos. Los bolcheviques plantearon estos problemas como piedra de toque sobre la que juzgar la coherencia revolucionaria de los partidos de la Segunda Internacional.
Tenían razón al hacerlo. Es más, tenían el deber de hacerlo porque todos estos problemas eran también los problemas fundamentales de la revolución proletaria mundial, a la que los bolcheviques subordinaban su política. La revolución rusa no fue un asunto privado de los bolcheviques o del proletariado ruso. Lenin se había dado cuenta muy pronto de que el centro revolucionario estaba comenzando a desplazarse de Occidente a Rusia y que el resultado de la revolución rusa tendría un significado histórico mundial.
Ya en 1902, en su folleto ¿Qué hacer?, Lenin escribió:
«… La historia nos ha enfrentado ahora con una tarea inmediata que es la más revolucionaria de todas las tareas inmediatas que enfrenta el proletariado de cualquier país», que «el cumplimiento de esta tarea, la destrucción del baluarte más poderoso de la reacción no solo europea sino también asiática convertiría al proletariado ruso en la vanguardia del proletariado internacional«.
Han pasado casi 120 años desde que se escribieron estas palabras y la historia ha confirmado elocuentemente las palabras de Lenin. Sin embargo, de esto se sigue que la revolución rusa fue «… el punto nodal de la revolución mundial; que los problemas fundamentales de la revolución rusa eran… también los problemas fundamentales de la revolución mundial» (Stalin, Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo).
Veamos ahora brevemente algunos de estos problemas fundamentales del leninismo.
Teoría
Lenin insistió constantemente en que el proletariado reconociera el papel de la teoría revolucionaria. «Sin una teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario«, escribió (¿Qué hacer?). Comprendió mejor que nadie la importancia de la teoría, porque solo la teoría puede dar al movimiento confianza, propósito y dirección. Ya en 1902 señaló:
» El papel de luchador de vanguardia sólo lo puede cumplir un partido que se guíe por la teoría más avanzada» (¿Qué hacer?).
Esto no significa que la teoría deba separarse de la práctica, porque «la teoría se vuelve sin propósito si no está conectada con la práctica revolucionaria, así como la práctica anda a tientas en la oscuridad si su camino no está iluminado por la teoría revolucionaria» (Stalin, Fundamentos del leninismo).
Lenin libró una lucha despiadada contra la ‘teoría’ de la espontaneidad, la ‘teoría’ del culto a la espontaneidad del movimiento obrero, como teoría oportunista que repudiaba el papel dirigente del partido del proletariado, una ‘teoría’ que arrastraba al partido del proletariado a ponerse a la cola del movimiento obrero espontáneo.
Los principales defensores de esta «teoría», los economistas, llegaron al extremo de negar la necesidad de un partido independiente del proletariado. El ¿Qué hacer? de Lenin demolió esta «teoría» y proporcionó las bases teóricas para un movimiento genuinamente revolucionario del proletariado ruso.
La teoría de Lenin de la revolución proletaria
Según Lenin, el imperialismo (capitalismo monopolista) intensifica todas las contradicciones al extremo. En el corazón del capitalismo, el capital financiero hace insoportable el yugo de los monopolios, sirviendo así para exacerbar el resentimiento de la clase trabajadora contra los cimientos del capitalismo y llevando a las masas a la revolución proletaria como su única salvación.
En segundo lugar, la exportación de capital, que es un rasgo tan característico del capital monopolista (capital financiero), conduce a la transformación del capitalismo en un sistema mundial de esclavitud financiera y opresión colonial de la inmensa mayoría de la población del mundo por un puñado de países «avanzados», dividiendo así a la población mundial en dos campos: el puñado de países que explotan y oprimen a las vastas masas de países dependientes y coloniales, y la inmensa mayoría que habita estos últimos países. Todo esto conduce a la intensificación de la contradicción entre el imperialismo y los países oprimidos, resultando en el crecimiento de los movimientos de rebelión contra el imperialismo en el frente externo.
En tercer lugar, el desarrollo desigual de los países capitalistas y la resultante lucha frenética por la redivisión del mundo entre los países que ya poseen territorios y los que reclaman una ‘participación justa’, conduce a las guerras imperialistas como único medio para restaurar el perturbado ‘equilibrio’: la intensificación de la lucha en el tercer frente, el frente interimperialista. De ahí la conclusión de Lenin: que las guerras no se pueden evitar bajo el imperialismo. De ahí también la inevitabilidad de una coalición entre la revolución proletaria en los países imperialistas y los movimientos antiimperialistas en los países oprimidos en un frente revolucionario unido contra el frente mundial del imperialismo. Combinando todas estas conclusiones en una conclusión general, Lenin observa que: «El imperialismo es la víspera de la revolución socialista» (Prefacio a El imperialismo, fase superior del capitalismo ).
Según la teoría de Lenin, con el surgimiento del imperialismo, las economías nacionales individuales han dejado de ser unidades autosuficientes; se han convertido en eslabones de una sola cadena de la economía mundial; el imperialismo es un sistema global de esclavitud financiera y opresión de la gran mayoría de la población mundial por un puñado de países imperialistas. Esto crea las condiciones objetivas para que estalle la revolución en países que no están avanzados en términos de desarrollo industrial porque el sistema en su totalidad está listo para la revolución. Como resultado, la cadena del frente imperialista mundial puede romperse en un país u otro dependiendo de dónde tenga la cadena su eslabón más débil. Por tanto, la victoria de la revolución es posible en un solo país, incluso en un país atrasado (como, por ejemplo, Rusia en 1917).
Dictadura del proletariado
» La cuestión fundamental de toda revolución es la cuestión del poder«, dijo Lenin. El objetivo de la dictadura del proletariado es: derrocar a la burguesía y quebrar su resistencia; organizar la construcción; y para armar la revolución, organizar el ejército contra enemigos extranjeros, para la lucha contra el imperialismo.
La dictadura del proletariado abarca toda una época histórica. No puede resultar en una democracia completa para todos: instituye la democracia para la mayoría y la dictadura sobre la minoría. La dictadura del proletariado no puede resultar del desarrollo pacífico de la sociedad burguesa y la democracia burguesa; sólo puede surgir como resultado del aplastamiento de la máquina estatal burguesa.
Con la aparición del poder soviético, la era del parlamentarismo democrático burgués llega a su fin y se inicia un nuevo capítulo en la historia mundial, la era de la dictadura proletaria.
La República de los Soviets es, pues, la forma política tan buscada y finalmente descubierta, en cuyo marco debe realizarse la emancipación económica del proletariado, la victoria total del socialismo (ver Tesis sobre la asamblea constituyente, diciembre de 1917). .
La cuestión campesina
El leninismo tiene tres consignas sobre la cuestión campesina, cada una correspondiente a la etapa de la revolución que se ha alcanzado: (a) el campesinado durante la revolución democrático-burguesa; (b) el campesinado durante la revolución proletaria; y c) el campesinado tras la consolidación del poder soviético.
Los que marchan y se preparan para asumir el poder no pueden dejar de estar interesados en la cuestión de quiénes son sus verdaderos aliados. En este sentido, la cuestión campesina forma parte de la cuestión general de la dictadura del proletariado y, como tal, es uno de los problemas más importantes del leninismo. Algunas personas sostienen que lo especial del leninismo es su posición sobre el campesinado. Esto no es verdad. «La cuestión fundamental del leninismo, su punto de partida, [es] la dictadura del proletariado, las condiciones en las que se va a lograr, las condiciones en las que se puede consolidar» (Stalin, Fundamentos del leninismo).
La cuestión campesina, como cuestión de los aliados del proletariado en su lucha por el poder, es una cuestión derivada.
Durante la revolución democrático-burguesa, la lucha fue entre los cadetes (la burguesía liberal) y los bolcheviques (el proletariado) por la influencia sobre el campesinado. Los cadetes intentaban ganarse al campesinado y reconciliarlo con el zarismo. Entonces, durante esta etapa de la revolución, los bolcheviques concentraron su fuego en los cadetes.
Durante la revolución proletaria, la lucha fue entre los socialrevolucionarios (democracia pequeñoburguesa) y los bolcheviques por el campesinado, para conquistar a la mayoría mediante la liquidación de la guerra, para lo cual era necesario derrocar al Gobierno Provisional, derrocar el poder de la burguesía, para derrocar el poder de los socialrevolucionarios y mencheviques.
Después de la consolidación del poder soviético, la tarea consistía en conquistar a la mayoría del campesinado para la construcción socialista. Lenin tenía razón en la opinión de que un campesinado que había recibido la paz y la tierra de manos del proletariado podía movilizarse para construir el socialismo a través de las cooperativas.
Esto es lo que Lenin tenía que decir al respecto:
» El poder estatal sobre todos los medios de producción a gran escala, el poder estatal en manos del proletariado, la alianza de este proletariado con muchos millones de pequeños y muy pequeños campesinos, la dirección asegurada del campesinado por el proletariado, etc. ¿no es esto todo lo que se necesita para la construcción de la sociedad socialista completa desde las cooperativas, solo desde las cooperativas, que antes despreciábamos como cosa de charlatanes y que desde cierto aspecto tenemos derecho a despreciar como tal ahora bajo el NEP? ¿No es esto todo lo necesario para construir una sociedad socialista? Esto todavía no es la construcción de una sociedad socialista, pero es todo lo que es necesario y suficiente para esta construcción» (Sobre la cooperación, enero de 1923).
La cuestión nacional
En el período de la Segunda Internacional, la cuestión nacional se limitó a unos pocos países, es decir, Polonia, Hungría, Irlanda, etc. La gran mayoría de los pueblos subyugados, asiáticos y africanos, quedó fuera del ámbito de la Segunda Internacional. El leninismo derribó el muro entre blancos y negros, europeos y asiáticos y africanos; entre los esclavos «civilizados» e «incivilizados» del imperialismo. Con esto, la cuestión nacional pasó de ser un problema interno del Estado a un problema internacional general, un problema de liberación de los pueblos oprimidos en los países coloniales y dependientes del yugo del imperialismo mediante la autodeterminación y la secesión completa. Con esta consigna de autodeterminación, el leninismo educó a las masas en el espíritu del internacionalismo. Llevó la cuestión nacional de las declaraciones altisonantes a la base sólida de la utilización de las potencialidades revolucionarias de los movimientos nacionales para impulsar el movimiento del proletariado para el derrocamiento del imperialismo. Así transformó los movimientos revolucionarios de liberación nacional en una reserva del proletariado revolucionario.
El carácter revolucionario de los movimientos nacionales no presupone la existencia de elementos proletarios en el movimiento o un programa republicano.
Así, según el leninismo, el mundo está dividido en dos campos: (1) el campo de un puñado de naciones imperialistas explotadoras y opresoras, que poseen capital financiero y explotan a la mayoría de la población del globo; (2) el campo de los oprimidos y explotados cientos de millones en todo el mundo.
Los intereses del movimiento proletario en los países desarrollados y el movimiento de liberación nacional exigen una unión de estas dos formas de movimiento revolucionario en un frente común contra el imperialismo, contra el enemigo común. Sin tal frente, la victoria de cualquiera de ellos es imposible. «Ninguna nación puede ser libre si oprime a otras naciones» (Engels). La unión entre el movimiento proletario revolucionario y los movimientos de liberación nacional sólo puede ser voluntaria, sobre la base de la confianza mutua y las relaciones fraternales entre los pueblos.
«Si un socialdemócrata [es decir, en el momento en que Lenin estaba escribiendo, un marxista] perteneciente a una gran nación opresora y anexionista, mientras aboga por la amalgama de naciones en general, olvidara incluso por un momento que ‘su’ Nicolás II, ‘su’ Wilhelm, George, Poincaré, etc., también representan la fusión con naciones pequeñas (por medio de anexiones)… tal socialdemócrata sería un doctrinario ridículo en teoría y un cómplice del imperialismo en la práctica.
«El peso del énfasis en la educación internacionalista de los trabajadores en los países opresores debe consistir necesariamente en apoyar y defender la libertad de secesión para los países oprimidos. Sin esto no puede haber internacionalismo. Es nuestro derecho y deber tratar a cada socialdemócrata de una nación opresora que no lleve a cabo tal propaganda como un canalla imperialista» (Resumen de la discusión sobre la autodeterminación).
Las guerras de liberación nacional contra la dominación imperialista son guerras justas y es deber de todo revolucionario proletario en los países imperialistas apoyar tales guerras y trabajar por la derrota de su propia clase dominante. Cualquier otra postura sería una total traición a los principios e ideales del socialismo, pues el «… movimiento revolucionario en los países avanzados sería en realidad un puro fraude si, en su lucha contra el capital, los trabajadores de Europa y América no estuvieran a favor de y completamente unidos a cientos y cientos de millones de esclavos ‘coloniales’ oprimidos por el capital» (Lenin, Discurso en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista).
Estrategia y táctica
El período de dominación de la Segunda Internacional se caracterizó por formas de lucha parlamentarias, cuya importancia fue sobreestimada. Sólo en el período de la revolución se pudo encontrar una estrategia integral y tácticas elaboradas para la lucha del proletariado. Fue en este período cuando Lenin sacó a la luz las brillantes ideas de Marx y Engels sobre estrategia y táctica que habían sido ocultadas por los oportunistas de la Segunda Internacional. Las desarrolló aún más y las complementó con nuevas previsiones, y las convirtió en un sistema de reglas y principios rectores para la dirección de la lucha de clases del proletariado.
Sus obras como ¿Qué hacer?, Dos tácticas, El imperialismo, El estado y la revolución, La revolución proletaria y el renegado Kautsky, La enfermedad infantil del «izquierdismo», constituyen sin duda contribuciones inestimables al tesoro general del marxismo, a su arsenal. La estrategia y táctica del leninismo constituyen la ciencia de la dirección en la lucha revolucionaria del proletariado.
Última edición por lolagallego el Vie Nov 27, 2020 6:41 pm, editado 1 vez