La gravedad de la crisis económica que azota al mundo entero ha obligado a todos, del modo más dramático, a recordar que vivimos en una sociedad capitalista. El capitalismo ha vuelto a ponerse sobre la mesa como tema inexcusable: la administración estadounidense defiende la necesidad de intervenir para salvar el capitalismo; varios líderes europeos proponen refundar el capitalismo; casi toda la izquierda radical, tras años de complejos, vuelve a definir sus posiciones como anticapitalistas.
Pero ¿qué es el capitalismo? En principio, todos estamos bastante seguros de saberlo. Vivimos en ese sistema y lo padecemos; algunos incluso se mueven en él con tanta soltura que logran sacarle beneficio con enorme pericia. ¿Cómo no van a saber lo que es? Sin embargo, una vez formulada la pregunta, no podemos dejar de reconocer que no tiene una fácil respuesta. De hecho, suele hacer falta toda una Facultad en la ciudad de la ciencia para hacerse cargo de preguntas de ese tipo. De un modo similar, todos estamos razonablemente seguros de saber lo que es el espacio, el tiempo, la materia, la energía o el movimiento. ¿Para qué hacen falta entonces las facultades de Física? Pues, en primer lugar, para descubrir que no lo sabemos y, por lo tanto, formular las preguntas adecuadas y tratar de encontrar la respuesta.
Ahora bien, ¿se ocupan actualmente en las facultades de Economía de atender a esa pregunta? Evidentemente, todavía hay algunos economistas que sí, pero lo hacen cada vez más arrinconados por la presión que impone la ortodoxia (lo cual hace su trabajo aún más digno de elogio). En las facultades de Ciencias Económicas, que se van transformando progresivamente en escuelas de administración de empresas o de técnicas de mercado, se enseña generalmente a gestionar negocios en el marco de las sociedades capitalistas, a moverse en ellas con desparpajo, a administrar su funcionamiento, a comprar y vender en los momentos adecuados o a localizar nichos de mercado. Prácticamente ha desaparecido el espacio para preguntar qué es eso del capitalismo. Desde el punto de vista de la organización de los saberes, es como si en las facultades de Física se enseñara ahora a desplazar cosas en el espacio y en el tiempo (pongamos, por ejemplo, a tirar piedras o a montar en monopatín), pero hubiera desaparecido la posibilidad de preguntar qué son el espacio y el tiempo.
Por eso, necesitamos más que nunca volver a leer a Marx.