Perón, ¿el fascismo a la argentina?
Equipo de Bitácora (M-L) - año 2020
El estudio del peronismo es casi una asignatura obligada para todos los revolucionarios, pues este constituyó la quintaesencia del populismo, el falso antiimperialismo y el anticomunismo. Tarea verdaderamente hercúlea en Argentina, dado que se trata de una cuestión todavía muy arraigada entre la sociedad, aún dividida en peronistas y antiperonistas, una tarea que todavía está pendiente gracias a las ilusiones y conciliaciones que los pretendidos «revolucionarios» argentinos tuvieron hasta sus últimos coletazos –véase el caso de Montoneros, FAR, PRT y otros– con su seguidismo hacia algunos sectores del peronismo en diferentes etapas. Por supuesto, el problema del peronismo también ha arraigado a causa de la ineficacia de los revolucionarios antiperonistas a la hora enfrentarse al mismo, siendo incapaces de explicar metódicamente su carácter de una forma comprensible para los trabajadores. Todo esto fueron consecuencias «normales» –hablando objetivamente– dada la ausencia de figuras y organizaciones marxista-leninistas de peso, como pasó –y pasa actualmente– en otros tantos países que siguen afligidos por mitos de una índole similar.
Tengamos en cuenta que el peronismo tuvo y sigue irradiando una influencia directa en los movimientos latinoamericanos del siglo XXI. Hemos sido testigos de cómo diversos líderes mundiales se dicen discípulos de esta corriente: desde Cristina y Néstor Kirchner, Menem, Fidel Castro, Hugo Chávez hasta Macri; todos ellos se han presentado como «peronistas» o simpatizantes, recogiendo de él aspectos interesantes para su política reaccionaria. La base ecléctica y demagógica del peronismo puede ser vista como una suerte de maoísmo: la «izquierda» y «derecha» burguesa de Argentina –y otros tantos países– pueden articular y emplear su discurso indistintamente. [...]
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El estudio del peronismo es casi una asignatura obligada para todos los revolucionarios, pues este constituyó la quintaesencia del populismo, el falso antiimperialismo y el anticomunismo. Tarea verdaderamente hercúlea en Argentina, dado que se trata de una cuestión todavía muy arraigada entre la sociedad, aún dividida en peronistas y antiperonistas, una tarea que todavía está pendiente gracias a las ilusiones y conciliaciones que los pretendidos «revolucionarios» argentinos tuvieron hasta sus últimos coletazos –véase el caso de Montoneros, FAR, PRT y otros– con su seguidismo hacia algunos sectores del peronismo en diferentes etapas. Por supuesto, el problema del peronismo también ha arraigado a causa de la ineficacia de los revolucionarios antiperonistas a la hora enfrentarse al mismo, siendo incapaces de explicar metódicamente su carácter de una forma comprensible para los trabajadores. Todo esto fueron consecuencias «normales» –hablando objetivamente– dada la ausencia de figuras y organizaciones marxista-leninistas de peso, como pasó –y pasa actualmente– en otros tantos países que siguen afligidos por mitos de una índole similar.
Tengamos en cuenta que el peronismo tuvo y sigue irradiando una influencia directa en los movimientos latinoamericanos del siglo XXI. Hemos sido testigos de cómo diversos líderes mundiales se dicen discípulos de esta corriente: desde Cristina y Néstor Kirchner, Menem, Fidel Castro, Hugo Chávez hasta Macri; todos ellos se han presentado como «peronistas» o simpatizantes, recogiendo de él aspectos interesantes para su política reaccionaria. La base ecléctica y demagógica del peronismo puede ser vista como una suerte de maoísmo: la «izquierda» y «derecha» burguesa de Argentina –y otros tantos países– pueden articular y emplear su discurso indistintamente. [...]
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