por lolagallego Miér Ene 20, 2021 10:05 pm
De la Introducción:
Vivimos una época de dominio absoluto de la filosofía idealista y de la lógica tradicional. Pareciera ser que la ciencia, que ha alcanzado metas superlativas, se la pudiera pasar muy bien sin el método dialéctico y la ontología hegelianas. Pero esto es completamente erróneo. Si echamos una mirada, aunque sea muy superficial, sobre las producciones científicas modernas, nos encontramos con una deslumbrante apariencia tras la cual se oculta la ignorancia más aterradora. La física y la cosmología actuales, que han producido resultados muy brillantes, están sin embargo gravadas por el pesado lastre de teorías absurdas, como la de la relatividad, la del big bang y la de la metafísica cuántica. Esto ha impedido que, en la época de la revolución tecnológica más profunda de la historia, se logre formular una visión científica del universo, y en lugar de ello se hayan generado concepciones metafísicas, en última instancia teístas, envueltas en cualquier enredada fórmula matemática, esencialmente falsa, como la ecuación de campo de Einstein, los “teoremas” de Stephen Hawking y Penrose, etcétera, que llevan indefectiblemente a la fabricación de universos absurdos, inverosímiles, tanto o más que los de las cosmologías de las diversas religiones y de las más antiguas filosofías.
La lógica objetiva de Hegel es la ontología más completa que el pensamiento humano haya producido, pero en la forma invertida de una sustancia espiritual. Vuelta sobre los pies, conforme a la prescripción marxista, obtenemos la ontología materialista-dialéctica que es el fundamento de la teoría científica del universo. La reivindicación de la filosofía de Hegel, principalmente de su lógica objetiva, es un prerrequisito para que la teoría marxista pueda dar cima a la tarea de discurrir una concepción verdaderamente científica del universo. Después de la caída del socialismo real, la alborozada burguesía internacional decretó el fin de la historia. Los afanes de la historia universal se habían visto recompensados con la eliminación de la faz de la tierra del régimen inhumano del socialismo y la instauración de la forma superior del capitalismo, que a los ojos de la clase dominante era el régimen que correspondía a la naturaleza humana del individuo, en donde ésta podría desenvolverse plenamente y el cual debería extenderse por toda la eternidad.