El espacio: producto social y valor de uso
Henri Lefebvre
L’espace: produit social et valeur d’usage. “La nouvelle revue socialiste”, n° especial. 1976.
Traducción de Pedro Jiménez Pacheco
Publicado por El Sudamericano - enero de 2021
▬ mensajes
“Cambiar la vida”, “cambiar la sociedad”, estas frases no significan nada si no existe la producción de un espacio apropiado.
“Producir el espacio”, estas palabras son sorprendentes: la producción del espacio, en concepto y en realidad, ha aparecido sólo recientemente, sobre todo, en la explosión de la ciudad histórica, la urbanización general de la sociedad, los problemas de la organización espacial, etc. Hoy en día, el análisis de la producción muestra que hemos pasado de la producción de cosas en el espacio a la producción del espacio mismo.
Este paso de la producción en el espacio a la producción del espacio ocurrió debido al crecimiento de propias fuerzas productivas y por la intervención directa del conocimiento en la producción material. Este conocimiento se convierte eventualmente en conocimiento sobre el espacio, información sobre la totalidad del espacio. La producción en el espacio no está desapareciendo, pero está orientada de una forma diferente. Uno puede hablar de una economía de flujos: el flujo de la energía, el flujo de las materias primas, el flujo del trabajo, el flujo de la información, etc. Las unidades de producción industrial y agrícola ya no son independientes y aisladas.
De esto se desprende una importante consecuencia: La planificación de la economía moderna tiende a convertirse en la planificación del espacio. El urbanismo y el manejo territorial son solo elementos de esta planificación espacial, los efectos de la misma se sienten por todas partes, aunque este ha sido particularmente el caso de Francia.
El espacio es social: se trata de la asignación de lugares más o menos apropiados para las relaciones sociales de reproducción, es decir, las relaciones bio-fisiológicas entre los sexos, las edades, la organización específica de la familia, y para las relaciones de producción, es decir, la división del trabajo y su organización.
El pasado ha dejado sus marcas, sus inscripciones, pero el espacio es siempre un espacio presente, una totalidad actual, con sus enlaces y conexiones para la acción. De hecho, la producción y el producto son lados inseparables de un proceso.
El espacio social no se explica por la naturaleza (el clima y la topología), la historia, o la cultura. Además, las fuerzas productivas no constituyen un espacio o un tiempo. Mediaciones y mediadores se interponen entre ellos: con sus razones derivadas del conocimiento, de la ideología, del sistema de significados.
Es el espacio una relación social? Sí, sin duda, pero es inherente a la relación de propiedad (el propietario de la tierra, en particular), también está vinculado a las fuerzas productivas que dan forma a esta tierra. El espacio está impregnado de relaciones sociales; no sólo es sostenido por las relaciones sociales, sino que también está produciendo y es producido por las relaciones sociales.
El espacio tiene su propia realidad en los actuales modo de producción y sociedad con las mismas demandas y en el mismo proceso global de materias primas, dinero y capital.
El espacio natural se ha ido irreversiblemente. Y aunque permanece, por supuesto, como el origen del proceso social, la naturaleza se reduce ahora a los materiales en los que operan las fuerzas productivas de la sociedad.
Cada sociedad nace en el marco de un modo de producción dado, con las peculiaridades inherentes a este marco, moldeando su espacio. La práctica espacial define su espacio, lo plantea y lo presupone en una interacción dialéctica.
El espacio social, pues, siempre ha sido un producto social, pero esto no fue reconocido. Las sociedades pensaban que recibieron y transmitieron el espacio natural. Todo el espacio social tiene una historia que comienza a partir de esta base natural: en efecto, la naturaleza está siempre y en todo lugar caracterizada por particularidades (climas, topologías, etc.).
Pero si hay una historia del espacio, si hay una especificidad del espacio de acuerdo a los períodos, las sociedades, los modos y relaciones de producción, entonces hay un espacio del capitalismo, es decir, de la sociedad administrada y dominada por la burguesía.
EL ESPACIO CAPITALISTA
El capitalismo y neocapitalismo han producido un espacio abstracto, que es el reflejo del mundo de los negocios en los niveles nacional e internacional, así como, del poder del dinero y la política del Estado. Este espacio abstracto depende de vastas redes de bancos, empresas y grandes centros de producción. También existe la intervención espacial de autopistas, aeropuertos y redes de información. En este espacio, la cuna de la acumulación, el lugar de la riqueza, el sujeto de la historia, el centro del espacio histórico, –en otras palabras, la ciudad– ha estallado.
El espacio como un todo entra en el modo modernizado de producción capitalista: se lo utiliza para producir plusvalía. El suelo, el subsuelo, el aire, e incluso la luz son parte de ambos, las fuerzas productivas y los productos. La fábrica urbana, con sus múltiples redes de comunicación e intercambio, es parte de los medios de producción. La ciudad y sus diversas instalaciones (puertos, estaciones de tren, etc.) son parte del capital.
El espacio abstracto revela sus capacidades opresivas y represivas en relación con el tiempo. Rechaza el tiempo como una abstracción (excepto cuando se trata del trabajo, del productor de las cosas y de la plusvalía). El tiempo se reduce a las limitaciones del espacio: horarios, carreras, travesías, cargas.
Las diferentes funciones del espacio capitalista
Medio de producción
El espacio es un medio de producción: la red de intercambios y los flujos de materias primas y energía que conforman el espacio también son determinados por el espacio. Los medios de producción, un producto en si mismos, no se pueden separar de las fuerzas de producción, técnicas y conocimiento, de la división internacional del trabajo, de la naturaleza, o del Estado y otras superestructuras.
La ciudad, el espacio urbano y la realidad urbana no pueden ser concebidos simplemente como la suma de lugares de consumo de bienes (mercancías) y los lugares de producción (empresas).
La disposición espacial de una ciudad, una región, una nación o un continente incrementa las fuerzas productivas, al igual que lo hacen los equipos y máquinas en una fábrica o en una empresa, pero en otro nivel. Uno utiliza el espacio tal y como se utiliza una máquina.
Un objeto de consumo
El espacio como un todo es consumido para la producción del mismo modo que lo son edificios industriales y sitios, máquinas, materias primas y la fuerza de trabajo.
Cuando nosotros vamos a las montañas o a la playa, consumimos un espacio. Cuando los habitantes de la Europa industrializada descienden al Mediterráneo, el cual se ha convertido en su espacio de ocio, ellos pasan del espacio de producción al consumo del espacio.
Un instrumento político
El Estado utiliza el espacio de tal manera que garantice su control de los lugares, su jerarquía estricta, la homogeneidad total y la segregación de las partes. Es por tanto un espacio administrativamente controlado e incluso un espacio vigilado. La jerarquía de los espacios corresponde a la de las clases sociales, y si existen guetos para todas las clases, los de la clase obrera son simplemente más aislados que los de las otras clases.
La intervención de la lucha de clases
La lucha de clases interviene en la producción del espacio, hoy más que nunca. Sólo el conflicto de clases puede evitar que el espacio abstracto se auto-propague por todo el planeta y, por tanto, pueda borrar todas las diferencias espaciales. Sólo la acción de clase puede producir diferencias que se opongan a lo interior del crecimiento económico, a saber, la estrategia, la lógica, y el sistema.
Debido a esto, en el actual modo de producción, el espacio social está considerado entre las fuerzas productivas y los medios de producción, entre las relaciones sociales de producción y su reproducción especialmente.
La historia emerge a nivel mundial, y por tanto produce un espacio en este nivel: La formación de un mercado mundial, una generalización internacional del estado y sus problemas, nuevas relaciones entre sociedad y espacio. El espacio mundial es el campo en el que nuestra época es creada.
Con este espacio mundial, y con las nuevas contradicciones se borran viejas contradicciones, nuevos agravantes aparecerán; por ejemplo, las relaciones internacionales entre los estados y sus estrategias de confrontación.
Las contradicciones del espacio capitalista
Este espacio producido por el capitalismo y por el Estado tiene sus propias contradicciones.
La contradicción mayor
La mayor contradicción del espacio surge de la pulverización del espacio por la propiedad privada, la demanda de fragmentos intercambiables, y por la capacidad científica y técnica (informacional) de tratar al espacio en aún más vastos niveles. La contradicción “centro/periferia” resulta de la contradicción “global/parcial”, puesto que todas las construcciones globales llevaron a la creación de una centralidad concentrada.
Un espacio orientado hacia lo reproducible
Orientada hacia la reproducción de las relaciones sociales de producción, la producción del espacio promulga una lógica de homogeneidad y una estrategia de lo repetitivo. Pero este espacio burocrático está en conflicto con sus propias condiciones y con sus propio resultados. Cuando el espacio es de esta naturaleza, ocupado, controlado, orientado hacia lo reproducible, pronto se ve a si mismo rodeado de lo no-reproducible: la naturaleza, el sitio, lo local, lo regional, lo nacional, incluso el nivel mundial.
La actividad de la base, discontinua, múltiple, pronto se propone el retorno al espacio pre-capitalista. A veces propone un contra-espacio, que empuja hacia la explosión de todos los espacios organizados por la racionalidad estado-burocrático.
…Y la negación de las diferencias.
Este espacio abstracto formal y cuantificado niega todas las diferencias, las que provienen de la naturaleza y la historia, así como las que vienen desde el cuerpo, edades, sexos y etnias. La importancia de estos factores disimula y estalla el propio funcionamiento del capitalismo. El espacio dominante, de los centros de riqueza y poder, se ve obligado a moldear los espacios dominados, los de la periferia.
En el espacio del neo-capitalismo, la economía y la política tienden a converger, sin que, sin embargo, lo político domine lo económico. Por tanto, los conflictos se manifiestan entre el estado hegemónico –que aún no es dueño de las cosas– y los dueños de estas cosas.
La explosión generalizada del espacio
Debido a estas contradicciones, nos encontramos ante un extraordinario, pero poco conocido fenómeno: la explosión de espacios. Ni el capitalismo, ni el Estado pueden mantener el espacio caótico y contradictorio que han producido. Podemos ser testigos, en todos los niveles, de esta explosión del espacio:
En el nivel de lo inmediato y lo vivido, el espacio está explotando por todos lados, ya sea el espacio habitable, el espacio personal, el espacio escolar, el espacio de la prisión, el espacio del ejército, o el espacio hospitalario. En todas partes, las personas se están dando cuenta de que las relaciones espaciales son también las relaciones sociales.
Al nivel de las ciudades, no sólo vemos la explosión de la ciudad histórica sino también la de todos los marcos administrativos en los que hubieran querido encerrar el fenómeno urbano.
Al nivel de las regiones, las periferias están luchando por su autonomía o cierto grado de independencia. Comprometen acciones que desafían su subordinación a la centralización estatal, económica y política.
Finalmente, en el nivel internacional, no sólo las acciones de las denominadas empresas supranacionales, sino también las de las grandes estrategias mundiales, se preparan y hacen inevitable la nueva explosión del espacio. El Mediterráneo es un excelente ejemplo, porque si se ha convertido en un espacio estratégico, es sólo después de la acumulación de muchos factores. Esta red, que contenía las relaciones comerciales más antiguas del mundo, lo cual nos dio nuestras grandes ciudades y puertos, recientemente ha sido transformada por completo en un espacio de ocio para la Europa industrial. Y más recientemente, este espacio ha sido atravesado por el flujo de energía y materias primas. Por último, ha sido un espacio casi sobre-industrializado con enormes complejos instalados en su periferia, no sólo en Fos, sino también en Sagunto y en Taranto (Francia, Italia y España). Estos fenómenos representan alteraciones extraordinarias del espacio y nos permiten estudiar los problemas ya planteados por las transformaciones del espacio contemporáneo.
Henri Lefebvre
L’espace: produit social et valeur d’usage. “La nouvelle revue socialiste”, n° especial. 1976.
Traducción de Pedro Jiménez Pacheco
Publicado por El Sudamericano - enero de 2021
▬ mensajes
“Cambiar la vida”, “cambiar la sociedad”, estas frases no significan nada si no existe la producción de un espacio apropiado.
“Producir el espacio”, estas palabras son sorprendentes: la producción del espacio, en concepto y en realidad, ha aparecido sólo recientemente, sobre todo, en la explosión de la ciudad histórica, la urbanización general de la sociedad, los problemas de la organización espacial, etc. Hoy en día, el análisis de la producción muestra que hemos pasado de la producción de cosas en el espacio a la producción del espacio mismo.
Este paso de la producción en el espacio a la producción del espacio ocurrió debido al crecimiento de propias fuerzas productivas y por la intervención directa del conocimiento en la producción material. Este conocimiento se convierte eventualmente en conocimiento sobre el espacio, información sobre la totalidad del espacio. La producción en el espacio no está desapareciendo, pero está orientada de una forma diferente. Uno puede hablar de una economía de flujos: el flujo de la energía, el flujo de las materias primas, el flujo del trabajo, el flujo de la información, etc. Las unidades de producción industrial y agrícola ya no son independientes y aisladas.
De esto se desprende una importante consecuencia: La planificación de la economía moderna tiende a convertirse en la planificación del espacio. El urbanismo y el manejo territorial son solo elementos de esta planificación espacial, los efectos de la misma se sienten por todas partes, aunque este ha sido particularmente el caso de Francia.
El espacio es social: se trata de la asignación de lugares más o menos apropiados para las relaciones sociales de reproducción, es decir, las relaciones bio-fisiológicas entre los sexos, las edades, la organización específica de la familia, y para las relaciones de producción, es decir, la división del trabajo y su organización.
El pasado ha dejado sus marcas, sus inscripciones, pero el espacio es siempre un espacio presente, una totalidad actual, con sus enlaces y conexiones para la acción. De hecho, la producción y el producto son lados inseparables de un proceso.
El espacio social no se explica por la naturaleza (el clima y la topología), la historia, o la cultura. Además, las fuerzas productivas no constituyen un espacio o un tiempo. Mediaciones y mediadores se interponen entre ellos: con sus razones derivadas del conocimiento, de la ideología, del sistema de significados.
Es el espacio una relación social? Sí, sin duda, pero es inherente a la relación de propiedad (el propietario de la tierra, en particular), también está vinculado a las fuerzas productivas que dan forma a esta tierra. El espacio está impregnado de relaciones sociales; no sólo es sostenido por las relaciones sociales, sino que también está produciendo y es producido por las relaciones sociales.
El espacio tiene su propia realidad en los actuales modo de producción y sociedad con las mismas demandas y en el mismo proceso global de materias primas, dinero y capital.
El espacio natural se ha ido irreversiblemente. Y aunque permanece, por supuesto, como el origen del proceso social, la naturaleza se reduce ahora a los materiales en los que operan las fuerzas productivas de la sociedad.
Cada sociedad nace en el marco de un modo de producción dado, con las peculiaridades inherentes a este marco, moldeando su espacio. La práctica espacial define su espacio, lo plantea y lo presupone en una interacción dialéctica.
El espacio social, pues, siempre ha sido un producto social, pero esto no fue reconocido. Las sociedades pensaban que recibieron y transmitieron el espacio natural. Todo el espacio social tiene una historia que comienza a partir de esta base natural: en efecto, la naturaleza está siempre y en todo lugar caracterizada por particularidades (climas, topologías, etc.).
Pero si hay una historia del espacio, si hay una especificidad del espacio de acuerdo a los períodos, las sociedades, los modos y relaciones de producción, entonces hay un espacio del capitalismo, es decir, de la sociedad administrada y dominada por la burguesía.
EL ESPACIO CAPITALISTA
El capitalismo y neocapitalismo han producido un espacio abstracto, que es el reflejo del mundo de los negocios en los niveles nacional e internacional, así como, del poder del dinero y la política del Estado. Este espacio abstracto depende de vastas redes de bancos, empresas y grandes centros de producción. También existe la intervención espacial de autopistas, aeropuertos y redes de información. En este espacio, la cuna de la acumulación, el lugar de la riqueza, el sujeto de la historia, el centro del espacio histórico, –en otras palabras, la ciudad– ha estallado.
El espacio como un todo entra en el modo modernizado de producción capitalista: se lo utiliza para producir plusvalía. El suelo, el subsuelo, el aire, e incluso la luz son parte de ambos, las fuerzas productivas y los productos. La fábrica urbana, con sus múltiples redes de comunicación e intercambio, es parte de los medios de producción. La ciudad y sus diversas instalaciones (puertos, estaciones de tren, etc.) son parte del capital.
El espacio abstracto revela sus capacidades opresivas y represivas en relación con el tiempo. Rechaza el tiempo como una abstracción (excepto cuando se trata del trabajo, del productor de las cosas y de la plusvalía). El tiempo se reduce a las limitaciones del espacio: horarios, carreras, travesías, cargas.
Las diferentes funciones del espacio capitalista
Medio de producción
El espacio es un medio de producción: la red de intercambios y los flujos de materias primas y energía que conforman el espacio también son determinados por el espacio. Los medios de producción, un producto en si mismos, no se pueden separar de las fuerzas de producción, técnicas y conocimiento, de la división internacional del trabajo, de la naturaleza, o del Estado y otras superestructuras.
La ciudad, el espacio urbano y la realidad urbana no pueden ser concebidos simplemente como la suma de lugares de consumo de bienes (mercancías) y los lugares de producción (empresas).
La disposición espacial de una ciudad, una región, una nación o un continente incrementa las fuerzas productivas, al igual que lo hacen los equipos y máquinas en una fábrica o en una empresa, pero en otro nivel. Uno utiliza el espacio tal y como se utiliza una máquina.
Un objeto de consumo
El espacio como un todo es consumido para la producción del mismo modo que lo son edificios industriales y sitios, máquinas, materias primas y la fuerza de trabajo.
Cuando nosotros vamos a las montañas o a la playa, consumimos un espacio. Cuando los habitantes de la Europa industrializada descienden al Mediterráneo, el cual se ha convertido en su espacio de ocio, ellos pasan del espacio de producción al consumo del espacio.
Un instrumento político
El Estado utiliza el espacio de tal manera que garantice su control de los lugares, su jerarquía estricta, la homogeneidad total y la segregación de las partes. Es por tanto un espacio administrativamente controlado e incluso un espacio vigilado. La jerarquía de los espacios corresponde a la de las clases sociales, y si existen guetos para todas las clases, los de la clase obrera son simplemente más aislados que los de las otras clases.
La intervención de la lucha de clases
La lucha de clases interviene en la producción del espacio, hoy más que nunca. Sólo el conflicto de clases puede evitar que el espacio abstracto se auto-propague por todo el planeta y, por tanto, pueda borrar todas las diferencias espaciales. Sólo la acción de clase puede producir diferencias que se opongan a lo interior del crecimiento económico, a saber, la estrategia, la lógica, y el sistema.
Debido a esto, en el actual modo de producción, el espacio social está considerado entre las fuerzas productivas y los medios de producción, entre las relaciones sociales de producción y su reproducción especialmente.
La historia emerge a nivel mundial, y por tanto produce un espacio en este nivel: La formación de un mercado mundial, una generalización internacional del estado y sus problemas, nuevas relaciones entre sociedad y espacio. El espacio mundial es el campo en el que nuestra época es creada.
Con este espacio mundial, y con las nuevas contradicciones se borran viejas contradicciones, nuevos agravantes aparecerán; por ejemplo, las relaciones internacionales entre los estados y sus estrategias de confrontación.
Las contradicciones del espacio capitalista
Este espacio producido por el capitalismo y por el Estado tiene sus propias contradicciones.
La contradicción mayor
La mayor contradicción del espacio surge de la pulverización del espacio por la propiedad privada, la demanda de fragmentos intercambiables, y por la capacidad científica y técnica (informacional) de tratar al espacio en aún más vastos niveles. La contradicción “centro/periferia” resulta de la contradicción “global/parcial”, puesto que todas las construcciones globales llevaron a la creación de una centralidad concentrada.
Un espacio orientado hacia lo reproducible
Orientada hacia la reproducción de las relaciones sociales de producción, la producción del espacio promulga una lógica de homogeneidad y una estrategia de lo repetitivo. Pero este espacio burocrático está en conflicto con sus propias condiciones y con sus propio resultados. Cuando el espacio es de esta naturaleza, ocupado, controlado, orientado hacia lo reproducible, pronto se ve a si mismo rodeado de lo no-reproducible: la naturaleza, el sitio, lo local, lo regional, lo nacional, incluso el nivel mundial.
La actividad de la base, discontinua, múltiple, pronto se propone el retorno al espacio pre-capitalista. A veces propone un contra-espacio, que empuja hacia la explosión de todos los espacios organizados por la racionalidad estado-burocrático.
…Y la negación de las diferencias.
Este espacio abstracto formal y cuantificado niega todas las diferencias, las que provienen de la naturaleza y la historia, así como las que vienen desde el cuerpo, edades, sexos y etnias. La importancia de estos factores disimula y estalla el propio funcionamiento del capitalismo. El espacio dominante, de los centros de riqueza y poder, se ve obligado a moldear los espacios dominados, los de la periferia.
En el espacio del neo-capitalismo, la economía y la política tienden a converger, sin que, sin embargo, lo político domine lo económico. Por tanto, los conflictos se manifiestan entre el estado hegemónico –que aún no es dueño de las cosas– y los dueños de estas cosas.
La explosión generalizada del espacio
Debido a estas contradicciones, nos encontramos ante un extraordinario, pero poco conocido fenómeno: la explosión de espacios. Ni el capitalismo, ni el Estado pueden mantener el espacio caótico y contradictorio que han producido. Podemos ser testigos, en todos los niveles, de esta explosión del espacio:
En el nivel de lo inmediato y lo vivido, el espacio está explotando por todos lados, ya sea el espacio habitable, el espacio personal, el espacio escolar, el espacio de la prisión, el espacio del ejército, o el espacio hospitalario. En todas partes, las personas se están dando cuenta de que las relaciones espaciales son también las relaciones sociales.
Al nivel de las ciudades, no sólo vemos la explosión de la ciudad histórica sino también la de todos los marcos administrativos en los que hubieran querido encerrar el fenómeno urbano.
Al nivel de las regiones, las periferias están luchando por su autonomía o cierto grado de independencia. Comprometen acciones que desafían su subordinación a la centralización estatal, económica y política.
Finalmente, en el nivel internacional, no sólo las acciones de las denominadas empresas supranacionales, sino también las de las grandes estrategias mundiales, se preparan y hacen inevitable la nueva explosión del espacio. El Mediterráneo es un excelente ejemplo, porque si se ha convertido en un espacio estratégico, es sólo después de la acumulación de muchos factores. Esta red, que contenía las relaciones comerciales más antiguas del mundo, lo cual nos dio nuestras grandes ciudades y puertos, recientemente ha sido transformada por completo en un espacio de ocio para la Europa industrial. Y más recientemente, este espacio ha sido atravesado por el flujo de energía y materias primas. Por último, ha sido un espacio casi sobre-industrializado con enormes complejos instalados en su periferia, no sólo en Fos, sino también en Sagunto y en Taranto (Francia, Italia y España). Estos fenómenos representan alteraciones extraordinarias del espacio y nos permiten estudiar los problemas ya planteados por las transformaciones del espacio contemporáneo.