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    Lolita. Relato de la fuga de la Cárcel Pública de Santiago de Chile - Eduardo Asenjo - año 2016 - texto relacionado en los mensajes

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    Mensaje por lolagallego Sáb Ene 30, 2021 10:15 am

    “LOLITA”. Relato de la fuga de la Cárcel Pública de Santiago de Chile

    Eduardo Asenjo
    - enero de 2016

    Publicado por El Sudamericano - enero de 2021


    Fuimos 50 los Presos Políticos trasladados desde la “Peni” a la “Pública”, lo hizo Gendarmería, por orden de las fiscalías militares en Julio de 1988, días antes que realizáramos una gran actividad política en la “Peni” por el evento cultural “Chile Crea”.

    La Cárcel Pública era completamente diferente a la que conocíamos, aquí sólo encontramos cemento, rejas, latas y un sistema represivo muy grande hacia los Presos Políticos.

    Sin poder movernos por las diferentes galerías, sin ver a los otros P.P. cuando lo necesitábamos, con horas de encierro desde las 17 hrs. hasta las 8 hrs. del día siguiente un grupo de P.P. empezó a imaginar, planificar y desarrollar la construcción de un túnel en la galería 5-6.

    No fue fácil para ese pequeño grupo llegar a una idea operativa completa y que fuera posible de desarrollar. A pesar de que todos llevábamos varios años prisioneros de la dictadura y conocíamos las rutinas carcelarias, estábamos en un medio del que no conocíamos nada.

    Una buena parte del plan de la fuga y su éxito pasó por una lucha en la cual logramos modificar completamente el medio. Con mucha dificultad, paciencia, disciplina y osadía logramos ese objetivo. Empezamos ganando una hora de desencierro y terminamos encerrándonos solos a las 2 ó 3 de la mañana; de la imposibilidad de trasladarnos de galerías logramos un tránsito expedito entre las 4 galerías de P.P. durante todas las horas de desencierro y con un tránsito “controlado” en las otras horas; prolongamos el horario de visita de 6 horas a la semana hasta 17 horas a la semana, pudimos realizar gimnasia en los patios sin que nos castigaran, nuestros hijos nos pudieron visitar en forma especial una vez al mes y construimos las carpas que los días de visita nos protegían del sol o la lluvia, las que no sólo entregaron cobertura para el amor sino que fueron de gran ayuda en nuestra fuga.

    En Agosto del ‘88 se inició la construcción de un túnel en una celda del primer piso de la galería 5-6. A principio de Diciembre, cuando la primera parte ya estaba casi completa y en el mismo momento que gendarmería trasladó a la “Pública” a casi todos los P.P. que habían quedado en la “Peni”, los oficiales a cargo del penal nos comunicaron a los habitantes de la galería 5-6 que debíamos cambiarnos a la galería 7-8 o a la galería 11-12. Entre peleas, discusiones y explicaciones pudimos prolongar la medida un par de días, tiempo suficiente para cubrir toda huella y prepararnos para empezar de nuevo.

    El mes de Diciembre, en este nuevo lugar, fue de preparación y mucha actividad, especialmente en lo político y por las fiestas de fin de año.

    De Enero a Marzo del ’89 se construyeron Manzana, Pepino y Pera, así llamábamos a cada una de las tapas que ocultaban la entrada al túnel, la comunicación entre las celdas del primer y segundo piso y la entrada al techo.

    Entre los meses de Abril y Julio excavamos un foso de 6 metros bajo la celda 4 del primer piso.

    Por dificultades originadas en la comunicación con el equipo externo responsable de ayudarnos y por la indecisión del desarrollo de la siguiente fase de la operación sólo en el mes de Setiembre comenzamos el avance horizontal del túnel. Desde Setiembre del ’89 al 29 de Enero del ’90 se cavaron los casi 70 metros longitudinales que completaron el túnel.

    El ingenio popular lo pusimos a prueba en esta operación, creamos muchas cosas y situaciones, desarrollamos un lenguaje codificado y nos preocupábamos de nuestra actitud para que no nos delate la felicidad de saber que pronto saldríamos en libertad. Todo el día nos pasábamos pensando en nuestro túnel y el qué hacer para que no lo pillaran.

    Vivíamos bajo normas impartidas por el fiscal Torre (hoy preso en Punta Peuco) y la CNI, en una “cárcel de alta seguridad” con gendarmes cuidando las galerías las 24 horas del día, con allanamientos frecuentes y sorpresivos por lo que escondrijos y embutidos -que nunca detectaron- debieron construirse.

    Todas las cosas que realizamos habrían sido insuficiente para proteger nuestra operación si nos hubiéramos dedicado sólo al túnel, una gran actividad en lo político, en torno a lucha por reivindicaciones, un permanente contacto con nuestro pueblo fueron entre otras muchas cosas lo que impidió que gendarmería obtuviera información desenmascarante de lo que realmente hacíamos un grupo de 19 P.P.

    En esta resumida historia pareciera que fue simple todo el trabajo realizado para construir “LOLITA” -asi llamábamos al túnel-, fueron miles los detalles que tuvimos que cuidar, desarrollar un gran esfuerzo personal y colectivo, la creatividad en un medio totalmente adverso se puso a prueba con un resultado excelente por parte de quienes participamos en la fuga de la Carcel Publica de Santiago conocida hoy como “Operación Éxito”.

    Producto de la velocidad de avance y de nuestros deseos se pensó que estaríamos listos para Diciembre del ‘89, pero al pasar “Lolita” sobre el tren subterráneo nos retrazamos. Sí en cada jornada de trabajo avanzábamos hasta 70 cm, sobre el metro el avance no era mayor a 20 o 30 cm en 6 u 8 o 9 horas de trabajo diario. Aunque llegamos a trabajar 17 horas al día -en diferentes turnos de mañana, tarde y noche- no logramos salir el 31 de Diciembre de 1989.

    Habiendo pasado el túnel sobre el tren subterráneo y según los planos entregados por el equipo externo, el día miércoles 10 de enero, en una reunión con ellos, se decidió el 21 de enero como fecha de salida.

    Para el día de la fuga había un plan que implicaba activar todo lo que en torno a la salida había preparado el equipo externo: Recepción a la salida, preparación de las casas que nos acogerían y el traslado a ellas. Todo con enlaces, señales de normalidad y peligro para los contactos y una compartimentación bastante estricta. En todo esto eran muchos los compañeros involucrados por lo que determinar un día significaba un compromiso muy grande.

    Se trabajó mucho pero el túnel no se pudo terminar para el domingo 21 de enero. Sólo ese mismo día, en la que debió ser la reunión final con el equipo externo, se les pudo avisar de la situación y se aplazó la salida en 7 días, para el Sábado 27.

    Esa semana fue de gran expectación, todos los que trabajábamos en el túnel sabíamos que esa era la semana final, la excavación se había terminado, el día 24 se realizaron algunas pruebas para verificar donde estábamos saliendo y nos dimos cuenta que nos faltaban como 3 metros de túnel.

    Estábamos saliendo en la vereda, frente a un puesto de vigilancia de la guardia armada de gendarmería y no en medio de las palmeras que estaban al otro lado de la pandereta de la Estación Mapocho; por lo que nuevamente se aplazó la salida, esta vez sería la última, para el Lunes 29 de Enero.

    Continuamos avanzando en la construcción del túnel para sacar los últimos metros de tierra, pero como ya habíamos cerrado la entrada al techo colocamos esa tierra en todos los espacios que no eran absolutamente necesarios dentro del túnel.

    El Lunes 29, después de la visita de nuestros hijos, que de parte nuestra fue una despedida y después de la cuenta vespertina, se dio inicio a la última etapa.

    A las 18 horas ingresaron 3 compañeros para cavar los centímetros finales de “Lolita”.

    A las 20 horas los 21 restantes nos acuartelamos en las 3 celdas, dispuestas para ello en la galería 7-8. El número de P.P. fugados en forma planificada finalmente sería de 24, habíamos incorporados 5 compañeros en la última semana, ellos no conocían el interior del túnel ni sabían donde estaba, por lo que otra preocupación se nos agregaba.

    Con un control muy estricto de nuestro teatro operativo y según las señales convenidas, a las 21 horas empezamos a trasladarnos de los lugares de acuartelamiento a la celda 4.

    En la galería los demás P.P. hacían una vida normal ajena a lo que sucedía.

    Al llegar a la celda donde estaba la entrada a “Lolita” recibíamos dos bolsas preparadas con nuestras ropas, una tenida para la calle y otra para protegernos en nuestro desplazamiento.

    Debíamos ir completamente vestidos pues por lo estrecho el túnel no podíamos llevar nada en nuestras manos.

    A las 21,30 hrs. habíamos ingresado 22 compañeros al túnel, en la celda 4 aún estaban dos compañeros para vigilancia. El calor era insoportable y aumentaba por lo reducido del espacio “Lolita” sólo tenia 60 cm. de diámetro, los cuerpos y las ampolletas que estaban todas prendidas y los ventiladores casi no daban abasto y faltaba aire para respirar. (Los 4 compañeros que esa noche conocieron el túnel no se imaginaban como habíamos podido construirlo).

    Fueron 30 minutos de desesperante espera, por los intercomunicadores, que habíamos construido para hablar con la celda 4 sabíamos que no habían “problemas” en la galería 7-8 y que todo el penal estaba normal, y, por la radio que tenían quienes estaban en la punta del túnel sabíamos que ya habían llegado los que nos esperaban a la salida.

    A las 22 horas se sacaron los últimos puñados de tierra y el túnel que con tanto sacrificio y esfuerzo habíamos construido estaba terminado.

    A la salida nos recibió Hugo Nenculeo Montupil y los demás compañeros y compañeras, que corriendo tanto o más riesgo que nosotros, se habían preparado para ese momento. Los abrazos de alegría se debieron postergar, la operación aún no estaba completa.

    En 15 minutos salimos los 24 que participamos de la preparación y ejecución de “Lolita”, nos sacamos las ropas protectoras y con mucha precaución, guiados por quienes nos habían esperado, abandonamos el lugar.

    Nos separamos en pequeños grupos y fuimos trasladados esa misma noche, por diferentes medios, a distintos lugares de Chile y Santiago.

    Una nueva vida comenzaba para nosotros.

    Un par de horas después que salimos, 26 P.P. que se dieron cuenta de nuestra fuga y se atrevieron a correr el riesgo, también lograron fugarse de la Cárcel Pública, a 7 de ellos los recapturaron esa misma noche.

    Hoy todavía son muchos los P.P. que aun debemos mantenernos clandestinos, ya sea en nuestro país o en el extranjero, pero nada impide que mantengamos una inmensa alegría de vivir en esta libertad conquistada con nuestras manos.

    Un abrazo y un saludo a quienes construimos “Lolita”, un homenaje a los que ya nos están con nosotros y un agradecimiento a quienes nos ayudaron y nos protegieron para que “Lolita” se transforme en una acción completamente exitosa de chilenos encarcelados por terminar con la dictadura militar.

    Dedico estas palabras a quienes confiaron y se esforzaron con decisión, osadía y organización.
       
     
     
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    Mensaje por lolagallego Sáb Ene 30, 2021 12:39 pm

    Los que salieron del túnel

    texto de Macarena Figueroa de la Fuente (estudiante de Periodismo, escribió este reportaje para el curso Taller de Prensa.)

    publicado en kmcero, Chile


    El 23 de enero se estrena la película Pacto de Fuga, la cual busca retratar la historia de un grupo de ex presos políticos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y su escape de la cárcel de máxima seguridad de Santiago en 1990. A 30 años del escape escuchamos la historia de los protagonistas reales.

    Despertaban a las siete de la mañana todos los días, les pedían a los gendarmes que les abrieran las celdas y salían a trotar para no perder su entrenamiento militar, que algunos de ellos habían adquirido en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) o en las Tropas Especiales de Cuba. Luego del trote tomaban desayuno y caminaban por el patio, aparentando observar los improvisados partidos de fútbol de los demás reos. Pero eso era solo una distracción o como ellos dicen, puro teatro: porque su verdadero objetivo se gestaba, pacientemente, en la galería 7–8, o más bien, bajo ella.

    “Masiva fuga de reos por el atentado a Pinochet y la internación de armas”, fue el titular de la portada del diario La Segunda, del martes 30 de enero de 1990, el día después de la fuga de los 49 presos políticos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) que se encontraban privados de libertad en la ex cárcel pública de Santiago. Hasta ese momento se desconocía la magnitud del escape y sólo se conocían las primeras declaraciones de Gendarmería: “Aparentemente luego de salir del túnel, se lanzaron (los reos) al lecho del río Mapocho y por allí huyeron caminando hacia donde los esperaban otras personas”.

    El escape, conocido como Operación Éxito, ocurrió el 29 de enero de 1990. Los 49 ex presos políticos escaparon de la cárcel de máxima seguridad de Santiago por medio de un túnel que construyeron por alrededor de 18 meses.

    “El tema para mí es la libertad conquistada, no la libertad regalada, sino que la libertad planificada para conquistarla”, dice con énfasis Eduardo Asenjo, ex preso político y parte de los 21 militantes que se organizaron para cavar el túnel. El reo, catalogado como el prófugo número 20 por el diario La Segunda, cuenta que para la construcción del túnel se entraba todo lo que se quería a la celda; cables, ampolletas y madera fueron algunos de los materiales que ingresaban con frecuencia, bajo la excusa de arreglar el lugar y hacerle un segundo piso a sus celdas, pero que en realidad utilizaban para excavar y mantener a Lolita.

    “Así le decíamos, se hablaba de Lolita. En el exterior se conoció como Operación Éxito, pero para nosotros siempre fue Lolita”, cuenta Eduardo Rosentreter, quien 30 años atrás fue uno de los que cavó con cucharas, ollas, palos o lo que se encontrara aquel túnel de 60 metros de largo y alrededor de 60 centímetros de diámetro, según las estimaciones de sus mismos creadores.

    Las galerías que conformaban la ex cárcel pública de Santiago se componían de varias celdas, divididas entre un primer y segundo piso. “No soy muy bueno dibujando, pero aquí era donde metíamos la tierra”, explica Marcos Riquelme, ex preso político del FPMR, mientras traza con un lápiz un mapa de la cárcel y sus celdas. Apunta al entretecho, donde se escondieron durante alrededor de un año las 55 toneladas de tierra que en total se sacaron del túnel.
    Fuera de la cárcel, los cabecillas del FPMR se organizaban y daban órdenes a quienes serían los ejecutores de los encargos. Como dice Manuel Acuña, parte del Frente en esa época, “yo era un pelao más que acataba órdenes”.

    La operación que significó esconder toneladas de tierra sin que los presos fueran descubiertos, fue lo que impresionó a la productora de la película del director David Albala para hacer la película Pacto de fuga. El tráiler de la cinta que se estrenará el 23 de enero, tras la postergación de su estreno original en octubre de 2019, fue lanzado por 20th Century Fox Chile y ya se puede ver en los cines.

    “La historia puede ser muy entretenida en el sentido de la aventura y adrenalina, pero más allá de eso es una lucha, una lucha por autogestionar nuestra propia libertad. Me gustaría que en la película se contextualizara bien la fuga en sí, en el momento histórico que se estaba viviendo”, dice Eduardo Rosentreter.

    Luego de meses de trabajo, el 29 de enero de 1990 tomaron la decisión de salir. Con boletas, dinero, llaves, boletos de metro y la ropa de ese mismo día, los 24 militantes del Frente entraron al túnel que los llevaría directo a su libertad. Por medio de un sistema de ventilación diseñado por ellos mismos a base de botellas de plástico, los fugitivos llenaban sus pulmones de aire fresco, un alivio considerando la calurosa temperatura que describen haber sentido dentro del túnel. A la hora del escape, eran 24 los que sabían del túnel; los otros 25 se dieron cuenta al no ver a sus compañeros en sus celdas y decidieron seguirlos también.

    El día antes de la fuga los acuartelaron, los dirigentes del Frente Patriótico les dijeron que tenían que prepararse para algo grande. Nadie preguntó qué. Tenían que escuchar pacientes y acatar las órdenes: sería una operación sin armas y totalmente confidencial. “Un compañero se acerca a mí y me dice: Compañero usted se va a trasladar a La Florida y Puente Alto, porque tiene que encontrarse con un compañero, no nos dicen que son fugados”, dice Manuel Acuña. El encargo era trasladarlos y encontrarles una casa rápidamente: “No se preguntaba nada. Era la orden y punto”.

    “Nosotros no somos pacifistas, somos combatientes, entendemos las causas de fondo que originan las peleas, entonces yo salí armado del túnel, había logrado entrar armamento”, dice Riquelme. Esperándolos afuera estaban miembros del Partido Comunista, más uno de los compañeros que obtuvo la libertad durante el período de construcción de Lolita. “Salimos del túnel y había una micro común y corriente, de un recorrido y con chofer, con las luces prendidas, ni siquiera oscura.

    Yo creo que la normalidad es la más bella de las formas de hacer algo ilegal”, dice Asenjo. Al subir a la micro, a los fugados se les fue indicando el lugar donde tenían que bajar y las palabras mundanas, pero claves que tenían que intercambiar con un compañero del Frente que los esperaba una vez afuera y los llevaría a una casa de seguridad.

    Eran alrededor de las doce de la noche cuando un Chevrolet Chevette apareció en una de las oscuras calles de La Florida. Los autos que utilizaban eran recuperados, en palabras simples: robados. Dentro del auto iba Acuña, esperando encontrarse con quien intercambiaría la frase conocida por ambos. El fugado subió al auto y Manuel lo llevó a la casa que se le había destinado, donde permaneció por dos años oculto a cargo del frentista. Eventualmente los caminos de los dos hombres se separaron, pero Acuña recuerda con cariño su tiempo a cargo del fugado.

    Marcos Riquelme reconoce algunos momentos en el tráiler que efectivamente ocurrieron, y espera que se lleven a cabo de la manera más cercana a la realidad: “Un episodio de tensión en el que nos podrían haber pillado a todos y que sale en el tráiler de la película fue cuando nos llegaron a allanar y había compañeros dejando la tierra del túnel en el entretecho de la celda. Para evitar que los vieran no dejamos pasar a los gendarmes y tuvimos que hacer tiempo”. El ex preso, además, agrega que mientras la libertad esté puesta como tema principal en la película, estará satisfecho, pues la conquista de la libertad era lo único en lo que ellos pensaban durante su escape.

    Otra es la opinión de Eduardo Asenjo, quien asegura: “Desde la película no quieren que sea una reivindicación de una acción que hizo una organización político-militar armada que se llama Frente Patriótico Manuel Rodríguez, no quieren que eso se reivindique, lo que se va a mostrar es el hecho de unos presos que se coordinan para fugarse”. Aún así, Asenjo añade que con otros compañeros ya se organizaron para ir juntos a ver la cinta.

    “A veces pienso en lo que pasó y no creo que lo haya hecho o que haya estado ahí, como que pienso: ¿Habré sido yo realmente? Me queda ese sentimiento de duda. Sé que lo hice, pero me resulta complejo creer que yo realmente estuve ahí por lo difícil que fue la situación”, dice Eduardo Rosentreter, quien luego de salir del túnel decidió dejar Chile para irse a Argentina y posteriormente a Cuba, donde estudió Medicina Veterinaria. En ese momento tenía 24 años. “En 2009 volví a Chile egresado de médico veterinario y con un magíster en Epidemiología, revalidé mi título en la Universidad de Chile y después de eso empecé a trabajar en la Municipalidad de Recoleta”, cuenta.

    Marcos Riquelme y Eduardo Asenjo siguieron caminos distintos. Fueron recapturados tras la fuga, obligados a pasar unos meses dentro de la cárcel hasta posteriormente volver a quedar en libertad.

    Riquelme, el prófugo número 49 según la lista del diario La Segunda del día después de la fuga, sigue dedicándose al movimiento hasta el día de hoy. Desde una sala ubicada en la Casa Bolívar, trabaja como coordinador del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, que actualmente participa en temas políticos y sociales, relacionados a la solidaridad latinoamericana.

    Por su parte, Eduardo Asenjo fue recapturado en 2004, 14 años después de fugarse. “Me quedé en Chile, aproveché de estudiar Economía en la universidad, con mi nombre, sin ningún problema, fui a sacar mi carnet, hice iniciaciones en impuestos internos y todo. La burocracia es muy rara, es especial en este país, las cosas van por carriles diferentes”, cuenta Asenjo, quien se retiró del Partido Comunista para rehacer su vida, encargándose de una fábrica de ropa y otra de muebles. “Me alejé de la militancia, porque en realidad necesitaba poder ordenar mi vida como persona. Estuvimos luchando por un cambio de gobierno que no se dio como nosotros quisimos, eso me dejó entre frustrado y traicionado, por eso eso me obligué a tener una etapa de introspección”, dice Asenjo.

    Los tres ex presos políticos de la dictadura mantienen contacto directo hasta el día de hoy. Asenjo asegura que algunos de ellos se juntan los 29 de enero en la Casa Bolívar como una especie de conmemoración de ese día: “Yo tengo dos cumpleaños, el mío y el día en que salimos del túnel”.
     
     
     

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