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    La naturalización de la violación sexual. La otra cara de Pablo Neruda - publicado en el blog del viejo topo en octubre de 2015

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    Mensaje por lolagallego Lun Feb 15, 2021 12:07 pm

    La naturalización de la violación sexual. La otra cara de Pablo Neruda

    publicado en el blog del viejo topo en octubre de 2015 - firmado por @VigneVT


    Hablamos de explotación, opresión, dominación... Pero a menudo los hombres, tienden a olvidar el plus de explotación, opresión y dominación que sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres.

    El Pablo Neruda mítico

    Pablo Neruda está considerado como uno de los grandes poetas del siglo XX. En 1965 recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Oxford. Desde 1969 se convirtió en miembro honorario de la Academia Chilena de la Lengua y en 1971 recibía el reconocimiento internacional al resultar merecedor del Premio Nobel de Literatura. Apenas son algunos de los galardones y distinciones recibidos por Neruda.

    Para la izquierda política, tanto chilena como internacional, la figura de Pablo Neruda ha estado revestida de una aureola muy especial. Defensor de la causa de la República Española, Neruda fue un antifascista y un comunista declarado y destacado, miembro del Partido Comunista de Chile a cuyo Comité Central perteneció. Para las elecciones presidenciales chilenas de 1969, el Partido Comunista lo designó como candidato, aunque posteriormente renunció para que Salvador Allende encabezase la candidatura unitaria de la Unidad Popular.

    El recuerdo de Pablo Neruda habita sobre el pedestal que tanto la Literatura como la izquierda política ha levantado en su honor. Personalmente destaco mi predilección por su Canto General, poemario también muy conocido por la versión musical del griego Mikis Theodorakis (¿quién no recuerda la excepcional voz de Maria Farantouri en la versión musicada?).

    Para la izquierda política, si hay un tipo de personajes que nos gusta elevar especialmente a lo más alto, quizás sean los poetas comunistas. Vemos y escuchamos en ellos la voz del Pueblo, de la revolución, el anhelo de la nueva sociedad que deseamos construir, sin explotadores ni explotados, sin dominantes ni dominados, de hombres y mujeres libres. Pablo Neruda ocupa, sin duda, un lugar destacado en ese parnaso rojo.

    Una de las obras más conocidas de Neruda es su autobiografía, publicada en 1974 con el título Confieso que he vivido.  Son las memorias del poeta chileno. Nunca he llegado a leer la obra, salvo algunos fragmentos. Es el clásico libro que a lo largo de nuestra vida siempre ha figurado en esa lista de lecturas pendientes, y que van pasando los años y siguen estando pendientes.

    El Pablo Neruda violador

    Hoy, a través de una compañera de Twitter, tuve conocimiento del contenido de un capítulo de estas memorias de Neruda, cuyo efecto fue el de provocarme una tremenda decepción, un rechazo visceral por alguien a quien había colocado sobre un pedestal. He leído con atención ese pasaje que es de carácter sexual, pero también otros en los que el poeta chileno da rienda suelta a un insoportable machismo al alardear como un gallito de corral de las mujeres que pasaban por su cama. Lo que llamamos un baboso.

    En 1927, Neruda es nombrado cónsul de Chile en Ceilán (el actual Sri Lanka). Cuando al final de su vida publica Confieso que he vivido (1974), el poeta chileno describe con toda naturalidad cómo durante su estancia en Ceilán violó a una joven sirviente, a la que previamente había intentado seducir con regalos sin conseguirlo. El hecho está recogido en el capítulo que dedica a su vida en Ceilán (páginas 40 a 46). En la página 44 escribe Neruda:

    Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa. Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo. El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido.

    Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba. Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes.

    Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa.

    Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado.

    Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.

    Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.


    La joven a la que se refiere Neruda era de etnia tamil. El pueblo tamil habita en su mayor parte en el estado indio de Tamil Nadu, pero otra parte está asentado en el N. y NE. de Sri Lanka. Los tamiles cingaleses, opuestos al sistema de castas, mantuvieron una guerra durante 26 años  (de 1983 a 2009) contra el gobierno de Sri Lanka, para tratar de conseguir su independencia. Salvo en las zonas liberadas donde durante los años de guerra existió un gobierno tamil, los tamiles siempre han sido una especie de lumpen en Sri Lanka, ocupando los peldaños más bajos de la sociedad, los trabajos más duros y peor pagados y a menudo trabajando para los cingaleses como "criados", recibiendo un trato inhumano y despótico y siendo víctimas de abusos de todo tipo. En la época a la que se refiere Neruda, la situación de los tamiles era todavía mucho más marginal, en especial la situación de las mujeres que trabajaban como "criadas".

    Neruda se nos revela, a través de este pasaje de sus memorias, como un vulgar y cabrón señorito que ejerce el derecho de pernada sobre una sirviente tamil, lo mismo que -por ejemplo- los señoritos españoles hacían con sus "criadas" antiguamente en muchas partes de España. Lo que Neruda llevó a cabo fue una violación sexual, aprovechándose de la superioridad de su status. Una violación que, además, dado el contexto social, estaba llamada a permanecer impune. El silencio de la joven estaba garantizado, pero aunque ella no hubiese guardado silencio Neruda habría salido impune y hasta es más que posible que ella hubiese sido víctimas de represalias.

    Naturalizar una violación es lo mismo que su normalización social. La ética y el compromiso del artista

    Si la violación sexual es un hecho abominable sin paliativos posibles, la naturalización de la misma viene a legitimar y justificar socialmente la lacra. ¿Qué debemos entender por naturalización de la violencia sexual?

    Naturalizamos una conducta cuando la presentamos como algo "natural", valga la redundancia. En el contexto de la dicotomía antropológica Naturaleza/Cultura, supone que tal conducta es presentada como algo inherentemente humano e inevitable, y por tanto comprensible, asumible, objeto de justificación. En otras palabras, naturalizar la violencia sexual supone normalizarla, dotarla de aceptabilidad social. El discurso machista sobre la violencia sexual está cargado de componentes que naturalizan/normalizan la lacra; cuando escuchamos tópicos nauseabundos como "ella lo buscó", "estaba provocando", "decía no, pero en el fondo quería decir sí", etc., se está normalizando este tipo de hechos (por tanto, se están naturalizando).

    Neruda naturaliza en sus memorias la violación sexual que llevó a cabo. Al hacerlo, el crimen pasa a ser doble: crimen por el hecho en sí, y crimen por su normalización. El artista, el poeta... debe ser un ejemplo ético para la sociedad. En este sentido, Neruda se nos muestra como un miserable machista, como un señorito que ejerce de violador. Nada más repugnante. La víctima es sometida a una doble violación: la que tiene lugar durante el acto sexual, y la que violación social que supone tener que vivir en silencio su impotencia y renunciar a cualquier forma de justicia.

    Más allá del hecho en sí, también resulta especialmente grave que se trate de un episodio que casi nadie ha considerado relevante mencionar. Un silencio que viene a reforzar esa naturalización/normalización de la violencia sexual ejercida sobre la mujer, su aceptación social o al menos la aplicación de atenuantes para favorecer al verdugo y machacar a la víctima.

    Este episodio está recogido también por la artista Carla Moreno en su blog carlabms.wordpress.com En él aparece un comentario masculino que me parece muy sintomático, al pretender justificar y quitar importancia al tema. Reproduzco algunos fragmentos especialmente miserables:

    [De Kenneth Ledger]. En su “relectura” de un fragmento de “Confieso que he vivido”, la artista Carla Moreno ha querido denunciar de modo satírico a Neruda, poeta-cónsul, como violador de una sirviente paria tamil en Colombo, Ceylán, hace más de 80 años (...). Es sabido que por esa época, un abrumado Neruda había roto con su difícil amante birmana Jossie Bliss, que lo celaba y amenazaba (...). También reconocía, a la sazón, estar agobiado por deudas, aislado y hastiado del clima, aficionarse al alcohol y al opio, inclusive. Desencantado de sus lejanas amadas chilenas era, entonces, promiscuo con las locales (...). Pero, no saquemos conclusiones apresuradas. Neruda asevera al inicio de sus remembranzas: ”Tal vez no viví en mí mismo; tal vez viví la vida de los otros”. David Schidlowsky ha opinado: ”Las memorias del poeta escritas cerca de treinta años más tarde, parecen mezclar los hechos reales con la ficción literaria (“Neruda y su tiempo 1904 – 1949”)”. Y aunque se creyese el relato como fidedigno sin atisbo de invención, no se aprecia allí, por ejemplo, voluntad de la víctima plenamente forzada, ausencia de discernimiento o resistencia ante el ataque. Faltan los “sucios” detalles, los testimonios, denuncias y documentos que permitan certezas.

    ¡Pobre Neruda!, viene a decirnos este señor llamado Kenneth Ledger. El pobre Neruda andaba deprimido y agobiado... ¡y claro!, ya se sabe, en tales circunstancias violar a una mujer es una cosilla que debemos entender y no darle importancia. Además ya pasaron 80 años y a quién le importa lo que sucedió hace tanto tiempo. ¿Y además, cómo sabemos que fue verdad? Encima no se aprecia "resistencia ante el ataque. Y los sucios detalles, testimonios, denuncias, documentos... ¿dónde están?, no existen, no hay pruebas... Es lo que viene a decirnos el autor del post.

    Personalmente considero que hay que ser un miserable machista para escribir semejante comentario, que viene a justificar la violación sexual contra una mujer. En el colmo de su cínico machismo, Kenneth Ledger utiliza como argumento exculpatorio final el hecho de que Neruda de adolescente había "sufrido abuso sexual por parte de una mujer casada". Sin duda vomitivo argumentario, ya que esta relación a la que se refiere el comentarista sí fue una relación consentida y deseada, y equiparar la lógica timidez inicial del muchacho que se inicia en el sexo con el "abuso" es todo un ejercicio de cinismo y manipulación, sobre todo porque ese falso abuso lo utiliza como motivo exculpatorio de la violación sexual que Neruda comete años más tarde, ya de adulto.

    La bipolaridad axiológica en la izquierda

    No hace muchos años (en 2010), todos nos rasgamos las vestiduras cuando el facha y machista de Sánchez Dragó presumió de haber tenido sexo con dos niñas japonesas de 13 años. En la página 164 del libro que Sánchez Dragó escribió con Albert Boadella, Dios los cría...: y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción, confesaba Dragó:

    "En Tokio, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rímel, tacones, minifalda... Tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba".

    Ante el escándalo que se originó, Sánchez Dragó salió por la tangente, intentando rectificar, apelando a que la narración estaba "literaturizada" y otras pamplinas que no le colaron. El caso es que toda la izquierda en aquel momento se le echó encima y con toda la razón.

    Me pregunto hasta qué punto la parte más farisea de esa izquierda (mayoritariamente hombres), está dispuesta a aplicarle a Neruda el mismo juicio sumario. ¿O será que Pablo Neruda, por haber sido comunista y haber sido quien fue, merece un trato especial? ¿Debemos mirar para otro lado simplemente porque fue uno de los nuestros? Reconozcamos que entre el izquierdismo abunda la bipolaridad axiológica y, en función de quién se trate, aplicamos un trato diferente.

    La violencia de todo tipo que sufre la mujer en el mundo en el que vivimos, que viene a incrementar la violencia sufrida en función de la clase social y raza, (Angela Davis, Mujeres, raza y clase), otorga actualidad a este tenebroso pasaje de la vida de Neruda. La violación de la joven tamil en 1927 adquiere una significación actual, un valor de presente. Como actual y presente es el machismo desde el cual se relativiza y naturaliza la violencia sexual. Si justificas o defiendes a un violador, te conviertes en cómplice. Luchar por la emancipación de la clase obrera y no luchar al mismo tiempo por la emancipación de la mujer, supone raquitismo político y moral, y a menudo un ejercicio de hipocresía masculina.

    Aquella joven tamil, cuyo nombre tan siquiera se preocupó en conocer Neruda (sin nombre, equiparada a la condición de no-persona) es un símbolo atemporal de la mujer oprimida, explotada y violentada en cualquier rincón del mundo. Oprimida, explotada y violentada por su clase, por su raza... y por su género.

    Pablo Neruda: yo te acuso y te condeno a mi desprecio. Confieso sentirme decepcionado.
     
     
     
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    Mensaje por lolagallego Lun Feb 15, 2021 12:11 pm

    En el Foro está publicado:

    "Confieso que he vivido" - libro de Memorias de Pablo Neruda - año 1974

    en donde además de varios links de descarga del libro, hay un breve hilo de tres mensajes en donde se expone este hecho de la violación cometida por Pablo Neruda en Ceilán.
     
     
     
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    Mensaje por lolagallego Lun Feb 15, 2021 12:33 pm

    En la web chilena The Clinic, a modo de encuesta, se publicaron distintos comentarios de artistas chilenos opinando acerca de si ¿Cometió Neruda una flagrante violación o está siendo víctima de una lectura equivocada? Entre ellos:

    Claudia Donoso, escritora: “No le cae encima como macaco” “A Neruda lo considero un hombre de su tiempo nada más. Lo que veo por su texto es que se le disparó una calentura exótica, muy a lo Rimbaud. No veo ahí una violación porque el tipo corteja a la ceilandesa, o sea no le cae encima como macaco. Y cuando ve que ella no está ni ahí, que obedece como la paria que es y que responde como una estatua, Neftalí se siente despreciable y fuera de tiesto. Por lo tanto, no veo ahí una violación sino un gazapo de la sensibilidad, un guantazo antropológico”.

    Tal Pinto, crítico literario: “La primera violación es a su conciencia de izquierdas” “ ‘Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado’. ¿Le preocupa que sea bella y pobre? ¿Le preocupa la belleza en general? ¿Preocupa a Neruda tener a su disposición una mujer quebradiza y sumisa, aplastada por la cultura cengalí? No, nada de eso le importa. La primera violación del poeta es hacia su propio sentido del decoro y la justicia, a su conciencia de izquierdas. La segunda, difícil de probar, es hacia la callada limpiadora de caca. ¡Qué me puede importar cómo se llame el aeropuerto! A mí lo único que me importa es que haya un gran cartel en aduanas que diga ‘Bienvenido al horroroso Chile. Claro que tenemos té de Ceylán. Pase nomás’”

    Romina Reyes, escritora: “Era un conchasumadre, pero es literatura” “No me sorprende, Neruda era un conchesumadre. Pero me pasa que es literatura, y la literatura hay que leerla como tal. La vida de los artistas casi siempre es polémica, y el juicio final pasa por si te gusta la obra o no. Y a mí me gusta. Aprovecho el espacio para invitar a cuestionar otros nombres de calles, colegios, políticos, figuras televisivas y etcétera que tengan nombre de hombre chileno o colonizador español. La conclusión será que todos son machistas y abusadores, revelando al fin la verdadera naturaleza de Chile”.

    Vicente Undurraga, editor: “Al aeropuerto le pondría Residencia en la Tierra” “Nadie va a defender una violación ni mucho menos, pero cómo tanta literalidad: es ridículo creer que todo lo que Neruda cuenta en esas memorias es cierto y está referido fielmente en sus detalles (véase, por ejemplo, cuán equívoca es la descripción que hace de la muerte de Allende). Es ridículo el dictamen de la artista, no hay que ser abogado para saber que no basta la confesión de un crimen para establecer la culpabilidad. Más allá de este episodio (que si se comprobara que fue una violación por supuesto es execrable), es ridículo creer que Neruda era un santón; era un poeta inmenso, ni más ni menos. Y por último, es también medio ridículo siempre todo homenaje: sería mejor homenajear la obra que a la persona, por lo que a Pudahuel yo le pondría Aeropuerto Internacional Residencia en la Tierra”.

    Jaime Quezada, poeta: “Me parece exagerado” “A la luz o trasluz del párrafo citado me parece exagerado llamar ‘violador’ a un Neruda que cuenta o ‘confiesa’ una experiencia (algo más que sensual y misteriosamente mágica) de su no tan melancólico tiempo residenciario en Ceilán. Y transformada o maravillada para sus memorias en tema de escritura muchos años después. Realidad o mito, quedémonos con ese buen contar que es, a su vez, encantar. No hay razón ni justificación, ni literaria, ni moral (¿qué moral?) ni otra alguna, para evitar que el aeropuerto de Santiago de Chile se llame merecidamente Pablo Neruda”.

    Claudio Bertoni, poeta: “Es peor que inaceptable” “No había leído el libro / es sin duda una violación y por lo tanto inaceptable, peor que inaceptable / nadie tiene el derecho de hacerle algo así a nadie nunca / es cruel y peor”.

    Francisco Ide, poeta: “Es imposible no condenar el acto” “En el texto es evidente para el propio Neruda que está incurriendo en una violación. ‘Hace bien en despreciarme’, dice sobre la estatuaria ‘reina indiferente’, una mujer de clase trabajadora que limpia sus excrementos y debe dejarse violar sin abrir la boca. Como era un hombre ligado al poder, siempre he pensado que Neruda debe haber sido una persona un tanto vil, machista y poco inteligente. Y pasa mucho que personas capaces de crear la más acojonante belleza sean también capaces de las más despreciables acciones. Por lo tanto creo que es imposible no condenar el acto, pero también me gustaría que nos escandalizara la gran cantidad de buenos actos que hay en la vida del poeta, y el aporte de su poesía a la belleza del mundo. Y creo que el aeropuerto debería llamarse Jorge González. Sería bueno que se homenajeara a alguien así de importante en vida”.

    Pía Barros, escritora: “Es violación, no hay otra lectura” “Obviamente, es terrible. Entiendo que estamos en una cultura donde todo eso parece seducción, pero eso es violación. No hay otra lectura. Además cómo termina esto: hice el amor con una esfinge. ¡Nadie hizo el amor ahí! Lo triste y patético es este mundo de viejos de creer en los cuerpos como un territorio. Y es muy patético que no se den cuenta que estos machos recios son un asco. Es siniestro desde el punto de vista machista. Y aberrante y horroroso desde el punto de vista de las mujeres. Neruda es un gran poeta, pero no garantiza que sea un gran hombre. Tiene antecedentes previos: una hija abandonada, su mujer abandonada. No hay que olvidarse de eso. Me encantaría que quienes le bajan el perfil tuvieran la misma apertura con la sexualidad de Gabriela Mistral, pero no existe, y su sexualidad es infinitamente mucho más enriquecedora que la de Neruda. Y si estamos hablando de aeropuertos, sería bueno que al fin se acordaran de las mujeres y le pusieran Gabriela Mistral o Violeta Parra”.

    Rafael Gumucio, escritor: “Es el colmo total del beaterismo iletrado” “He leído completo ‘Confieso que he vivido’, pero nunca había notado esto que están reflotando ahora de Neruda como violador. Es además un hermoso, pudoroso, sensual, valiente momento de prosa. Esto prueba que hay algunos que no saben ni a los que deberían enseñarles a leer. Creo que es el colmo total del beaterismo más ramplón e iletrado, y un reflejo de la imbecilidad que esto conlleva. Es no leer su libro en su contexto ni en su época. Y, por lo demás, Neruda es un gran poeta. Me parece una estupidez peligrosa y deberían arrestar a los tontos que creen esa teoría del violador. No tienen ningún límite”.
     

       
    NOTA: en aquellos momentos se discutía en Chile si el aeropuerto de Santiago de Chile debiera o no llevar el nombre de Pablo Neruda.




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