Cinco tesis sobre el comunismo hoy
Jorge Veraza Urtuzuástegui
A 200 años del nacimiento de Marx
“Religación”, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades - septiembre 2018 - Quito, Ecuador
publicado por El Sudamericano en febrero de 2021
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Introducción
La respuesta a la pregunta por el comunismo hoy, supone distinguir lo que éste es y lo que no es, así como dar cuenta de cómo es que puedes distinguirlo y, finalmente, qué urge a su construcción y qué lo posibilita. De ahí nuestras cinco tesis. Pues la primera es sobre el capitalismo en general (lo que no es el comunismo); la segunda, sobre el Manifiesto del Partido Comunista y el pensamiento de Marx (nuestro instrumento para poder discernir hoy lo que es y lo que no es el comunismo); la tercera es sobre ese hoy: el capitalismo contemporáneo; mientras que la cuarta tesis alude a la negatividad de dicho capitalismo, que urge por la construcción de la sociedad comunista alternativa; y la quinta a lo positivo de éste, que es el medio para construirla. Vayamos, pues, a nuestras cinco tesis:
1. Primera tesis.
El error de fondo de los balances sobre lo que es actual y lo que es obsoleto del Manifiesto hasta hoy –de Eric Hobsbawm (Hobsbawm, Historia del siglo XX: 1914–1991, 2014) a Marshal Berman (Berman, 2011), etc.–, sin dejar de ser brillantes y aportar, consiste en que se han levantado sobre una premisa que históricamente ha demostrado ser falsa aunque cuando fuera recién formulada era políticamente pertinente y durante décadas su argumentación económica pareció esclarecedora, por lo que desafortunadamente fue, luego, dogmatizada contra toda evidencia empírica y contra todo cuestionamiento teórico e histórico de fondo. Me refiero a la teoría del imperialismo de Lenin (Lenin, 1977) Promovida a dogma dualmente; por un lado, por el Estado stalinista pero, también, por el gran prestigio que alcanzó la Revolución Rusa en todo el mundo y sus dirigentes principales. Por lo que el ejemplo resaltante de dichos balances, es el de León Trotsky a los noventa años del MPC (Trotsky, 1984), casi a la mitad del camino entre nosotros y el Manifiesto.
He aquí el auténtico “The time is out of joints” hamletiano, “El tiempo está fuera de sus junturas”, que tan ingeniosamente deconstruyera Derrida (Derrida, 1995) en sus Espectros de Marx. Pues, ciertamente, no puede evaluarse adecuadamente el MPC desde una perspectiva que piensa que el capitalismo vivía a partir de 1914–18 su “última fase” (Lenin, 1977); cuando la historia niega rotundamente esta tesis década con década desde 1916; y más bien, testificamos el derrumbe del así llamado Bloque Socialista; y cuando la historia, más bien, demostró en 1991, cómo dicho derrumbe, inauguró el establecimiento del mercado mundial capitalista en toda su potencia. Cual era la previsión del Manifiesto acerca del desarrollo histórico capitalista industrial (Engels, 1977). Algo que sólo podríamos comprender si asumimos que prevalece el dominio del capital industrial hasta la fecha y que el imperialismo no es una fase del capitalismo sino factor inherente al modo de producción capitalista específico o maquinístico gran industrial (Veraza, 1987), cual es la teoría del desarrollo capitalista expuesta por Marx en El Capital. Misma que sería dogmático seguir usando si realmente viviéramos la época del dominio del capital financiero, como sostuvo Lenin.
Pero la prueba empírica masiva de la vigencia de El Capital es que el capitalismo sigue sufriendo crisis de sobreproducción –señal indeleble del dominio del capital industrial. De hecho, las dos crisis auténticamente mundiales– la de 1971/1982 y la de 2008 aun en curso– han sido crisis de sobreproducción perfectamente explicables y predichas con base en la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, ley del desarrollo y del dominio del capital industrial formulada por Marx hace 152 años. Con tales demostraciones y pruebas mediante, lo que resulta dogmático es seguir hablando del imperialismo como fase superior del capitalismo. El resultado de este doblete teórico e histórico a 200 años del nacimiento de Marx es su mejor homenaje: que El Capital. Crítica de la economía política, está a nuestra disposición para ser utilizado a fondo para analizar el capitalismo contemporáneo y para, sólo así por este camino no inhibido, desarrollar sus tesis.
En fin, que el planeta lo domina el capital industrial tecnológica y consuntivamente nocivo; y en forma imperialista y con gigantescos y ya cancerígenos medios de consumo, producción, militares, financieros, comerciales, mediáticos, ideológicos y psicosociales, hegemonizando el mundo Estados Unidos.
Ahora sí, sin teoría del imperialismo de Lenin que distorsione la captación de la realidad actual, brota por sí misma nuestra
2. Segunda tesis.
El Manifiesto, también, está plenamente a nuestra disposición, así que el homenaje es por lo menos doble. Pues a los 170 años de escrito el Manifiesto del Partido Comunista y a 200 del nacimiento de Marx, es constatable la plena vigencia de sus tesis. No sólo de sus tesis acerca del desarrollo capitalista y de la realización del mercado mundial y de las crisis capitalistas, así como de la emergencia de la revolución proletario-comunista; sino, sobre todo, aquellas que conforman su visión democrática del comunismo. Una perspectiva en la que la lucha por la democracia en todas sus formas y fases constituye tanto el camino como la meta a lograr (Veraza, 2015). En el entendido de que existen formas de lucha que impone el capitalismo y otras que son propuestas por los oprimidos. La lucha sindical y la parlamentaria tanto como la guerrillera y otras, son formas de lucha impuestas por el capitalismo a las clases oprimidas; y es obligado desplegarlas según las coyunturas en que nos son impuestas; mientras que la democracia realizada es la meta genuina de los oprimidos, lo mismo que de ellos depende forjar el camino democrático para lograrla. Como abundaremos más abajo en nuestra Quinta Tesis.
Ahora bien, la premisa para entender cabalmente la afirmación acerca de la plena vigencia del MPC, consiste en considerar el Proyecto Crítico Comunista de Karl Marx como un desarrollo orgánico que se amplia y enriquece pero que ocurre sin rupturas –al revés de lo que imaginara Althusser (Althusser, 2004) (Althusser, 2004)– entre un joven y un Marx maduro; y sin escisiones –como las imaginadas por José Arico (Arico, 1980)– entre un Marx sistemático y uno circunstancial en funciones de corresponsal periodístico; pero así mismo sin virajes –como los que imagina Enrique Dussel (Dussel, 1990)– de eurocentrista a periférico por ejemplo. Perspectivas equivocadas todas estas que se generan a partir de la problemática abierta por la teoría del imperialismo de Lenin, con su ruptura imaginaria de la historia del capitalismo. Cuya superación redunda –para decirlo resumidamente– en ya no soslayar sino tenerla ante nuestros ojos en su perfecta patencia, la profunda unidad y consistencia entre el Manifiesto (1848), El Capital (1867–1872) y la Carta a Vera Zasúlich (1881) y de todas estas obras con nosotros.
Ahora bien, con la crítica de la economía política y el materialismo histórico así puestos de nuevo a disposición como saber y proyecto teórico integral, se hace posible dar cuenta de la especificidad del capitalismo contemporáneo. Es lo que formula nuestra
3. Tercera tesis.
¿Qué debemos añadir hoy? El mundo de hoy y su punto de crisis revolucionaria es plenamente comprensible sobre la base del Manifiesto del Partido Comunista y de El capital; y las nuevas realidades singulares que el nuevo capitalismo ofrece –inexistentes en la época de Marx– son plenamente explicables desarrollando consecuentemente los conceptos del materialismo histórico y de la crítica de la economía política contenidos en esas obras. Aludo a cuatro singularidades actuales: La subsunción real del consumo bajo el capital (SRC/K) desarrollo complejo y aun patológicamente complicado de la subsunción real del proceso de trabajo bajo el capital que es, demuestra ser rasgo característico del capitalismo contemporáneo (Veraza, 2008). La cual para comprenderse a cabalidad, requiere que reconceptualicemos el proceso de despojo imbricado en la acumulación de capital actual. Me refiero a: La acumulación originaria residual terminal (AORT), cuyo objeto de despojo son todos los residuos que el capitalismo todavía no le había arrebatado a los productores directos, incluidas las recientes conquistas políticas y sociales de estos, del seguro social y la vivienda a la educación gratuita etc.; pero es el caso que algunos de estos residuos son de tal naturaleza –como, por ejemplo, el agua o la biodiversidad etc.– que al privatizárselos se pone en peligro de manera terminal la existencia de la humanidad sobre el planeta (Veraza, 2007).
De suerte que la crisis mundial salutífera y ecológica desencadenadas por la SRC/K y la AORT obligan a que el comunismo hoy tenga un carácter consciente y explícitamente salutífero y ecológico o no será (Veraza, 2012).
Pero la SRC/K además de completarse con la AORT del lado de los procesos objetivos e, incluso, de conformación del capital constante, se completa del lado del sujeto y, por así decirlo, del capital variable, con una formación sociológica y cultural que rebasa la forma familia patriarcal monogámica, aunque la incluye. Se trata de la Comunidad Doméstica Capitalista (CDK) regida por el mercado (Veraza, 2008), núcleo de la reproducción de la población– inclusiva de familias nucleares, singles, swingers, comunas, colectivos y matrimonios gay etc. y, en particular, de la reproducción de la clase obrera mundial para que siga sucediendo la acumulación de capital. Hecho masivo que vuelve objetivamente imposible concebir un comunismo familiarista patriarcal y autoritario; y que refuerza la noción de un comunismo comunitario para combatir eficazmente dicha CDK desde aquí y ahora, no sólo para después de la toma del poder político por el proletariado. Comunismo comunitario –así que simplemente consecuente, no redundante– al interior del cual se desarrollen ambos sexos libremente, así como la paternidad y la maternidad solidarias y el respeto por todas las formas de elección sexual; y en el que el desarrollo omnilateral de los individuos asociados constituye la prioridad de la sociedad.
Finalmente, la SRC/K neoliberal no sólo ha tenido efecto devastador en la naturaleza, en el consumo y la salud de la humanidad, también lo tiene en el carácter de la clase dominante. Pues la burguesía de ser un sujeto histórico progresista –según lo retrata el Manifiesto (Engels, 1977)– ha devenido en ser un sujeto antihistórico (Veraza, 2012) perfectamente decadente y sifilítico (Veraza, 2004) en su actuación económica, política y cultural, militar y medioambiental, así como en su actitud ante la vida; como lo demuestran literalmente ad nauseam Baby Bush Hitler y, bien recargado –well reloaded– Trump, y Berlusconi, Temer, Fox, Calderón y Peña Nieto, Tony Blair y Rajoy por mencionar sólo algunos de los recientes y novísimos servidores del capital sin agotar la veta negra, denunciada melódicamente por Sting de The Police y de la que brotan. Por lo que se perfila como antídoto la conformación no sólo de una ética revolucionaria sino la de un comunismo ético y psicosexualmente libertario. (Reich, 1980, 1985) La génesis de una personalidad humana vitalmente arraigada e histórico trascendente: revolucionaria. La génesis de un nuevo sentido común tendría en esta personalidad multiplicada por miles y millones su inicio.
En síntesis, la crisis de la salud física y mental mundial, la crisis ambiental hasta convertirse en catastrófico calentamiento global, la crisis axiológica y cultural, así como la crisis política y de socialización perfilan una situación de degradación civilizatoria mundial (Veraza, 2011) –sinónimo coloquial del aludido concepto de SRC/K– que nos obliga a una contestación omnilateral correspondiente.
Así que el homenaje a Marx es triple por lo menos, pues desde su centro sus Manuscritos del 44 nos refrescan esperanzadores y sabios con aquel su más concentrado y alto mensaje, a saber, que “La autoemancipación hace el mismo camino que la autoenajenación”. Pues, según vemos, la determinación precisa del capitalismo contemporáneo como SRC/K en sus diversos aspectos, permite establecer la específica negatividad del mismo que impulsa a que a esta sociedad sea revolucionada. Objeto de nuestra
4. Cuarta tesis.
La catástrofe civilizatoria actual del capitalismo plantea una inédita situación histórica paradójica cuya negatividad letal hace que el objetivo inmediato de la lucha coincida con el objetivo final, pues la salvación de la especie humana supone la superación del capitalismo; cuyas relaciones sociales han llegado a corporeizarse perversamente en una civilización material de tecnología capitalista nociva y de bienes de consumo nocivos (Veraza, 2012) que ya son letales e, incluso, catastróficos sea por el calentamiento global o por la guerra atómica, así como por los transgénicos y la nanotecnología. De manera que no son ya dos cosas opuestas o siquiera separadas la soberanía del sujeto humano y su mera duración, pues ha adquirido plena concreción no sólo política y militar sino dada la existencia de la referida civilización material, la disyuntiva luxemburguiana de revolución o barbarie, de “socialismo o barbarie”. Así que de un lado la mera salvación física constituye la condición más preciada para hacer posible la meta final revolucionaria; pero, a la inversa hoy es imposible la mera salvación física si los individuos sociales no enarbolamos nuestra fuerza vital enderezándola como fuerza revolucionaria consiente de los peligros y trucos multilaterales que la acechan y de los medios y alianzas necesarios para una lucha consecuente, radical y de largo aliento (Veraza, Crisis y revolución, 2012) en la que la democracia y su profundización son la piedra de toque continua.
Y ahí tienes ni más ni menos que, la fuerza productiva más poderosa de una sociedad es la clase revolucionaria que guarda en su seno, como señala Marx en su Miseria de la filosofía. Así que el homenaje es por lo menos cuádruple. Pero para aclarar este punto decisivo es necesario añadir una precisión más.
5. Quinta tesis.
Y es que, también, en un sentido positivo la construcción de una sociedad alternativa al capitalismo es viable. Esto es, la situación catastrófica actual no sólo urge agresivamente sino, también, ofrece posibilidades concretas para dicha construcción alternativa. Pues si la AORT promueve una síntesis perversa de todo lo capitalista con todo lo precapitalista – como los transgénicos y las formas autoritarias políticas, familiares e interpersonales, celos por tecnología digital incluidos– bajo la égida del capital mundial, ya este mero proceso práctico en curso suscita por contra una síntesis virtuosa que recupera lo mejor del precapitalismo y lo todavía rescatable política y tecnológicamente hablando, del capitalismo (Veraza, Karl Marx y la técnica desde la perspectiva de la vida, 2012). Síntesis que constituye hoy lo que es y significa propiamente revolución comunista, en acuerdo con cómo la perfilara Marx desde sus Manuscritos de 1844 (Marx, 1968) y sus Formen (Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857–1858. Tomo I, 1974) de 1858 hasta su Carta a Vera Zasúlich (Marx, El porvenir de la comuna rural rusa, 1980) de 1881 y sus Notas etnológicas (Marx, 1998) de 1882, año, también, del prólogo a la edición rusa del Manifiesto.
En este contexto es sugerente la idea de Armando Bartra (Bartra, 2011) de un comunismo aquí y ahora sin esperar al desarrollo civilizatorio del capitalismo; como por ejemplo el comunismo maya de Carrillo Puerto en Yucatán de inicios del siglo XX (1922–1924). Perspectiva que contempla la inclusión de ejemplos como los del comunismo andino, etc. Pero el caso es que algo como eso –y que por supuesto ya está en curso– es explicable y aún posible, no por el mero atraso o el carácter orillero y marginado de los entes comunitarios respecto del capitalismo. Sino por la dialéctica del desarrollo tecnológico y civilizatorio capitalista. (Veraza, Karl Marx y la técnica desde la perspectiva de la vida, 2012) Pues es sólo ahora ante la presencia avasalladora de la tecnología capitalista nociva que –como bien lo viera Jerry Mander (Mander, 1994)– que el precapitalismo no sólo entrega atraso sino unas fuerzas productivas más sabias, saludables y potentes que las del capitalismo, el cual no da sino para encaminarnos al precipicio; pero también es sólo ahora– por efecto de la labor de producción histórica del proletariado– que nos vemos obligados a discernir críticamente no sólo entre las fuerzas productivas de la humanidad y las fuerzas productivas del capital sino, aún, de estas respecto de la tecnología capitalista nociva actualmente predominante, en vista de lograr la coincidencia virtuosa y triunfadora entre la revolución comunista y el desarrollo de las fuerzas productivas (Veraza, 2012).
Pues bien, precisamente, para que ocurra dicho discernimiento crítico de manera práctica y política, se requiere el establecimiento de formas democráticas de organización del pueblo que establezcan la coordinación o síntesis entre las fuerzas productivas precapitalistas y las fuerzas productivas del capital aún rescatables, sobre la base de la sustitución creciente de la hoy predominante tecnología capitalista nociva por éstas (Veraza, 2012) Todo lo cual constituye un proceso que –bien miradas las cosas– semeja por así decirlo una especie de carta de Karl Marx a Vera Zasúlich invertida y, precisamente, acorde con sus principios inmanentes; una Nueva Carta a Vera Zasúlich (Veraza, 2011).
Y después de aclarar el contenido histórico civilizatorio de los movimientos sociales de la actualidad, no sobran unas últimas palabras acerca de su forma; ciertamente, el sin número de movimientos rebeldes de la actualidad presentan un carácter grotesco, como bien lo ha observado Armando Bartra (Bartra, Hambre y carnaval, carnaval y hambre, 2013). Es su estética y el modo en que ocurre su actitud crítica de vital mofa y escarnio en contra del capitalismo. Pero hete allí que, si los movimientos rebeldes son hoy grotescos, dejaran de serlo profundizando su veta festiva y satírica más allá de la forma resentida grotesca actual que los caracteriza y en la que los tiene arrinconados la ideología burguesa y el sentido común sometido por esta, en la exacta medida en que profundicen también su lucha y alcancen cada vez mayores triunfos. Es por esta vía que lograrán diferenciarse cada vez menos del precapitalismo y más respecto del capitalismo, cuyo carácter grotesco hasta la repugnancia todavía reflejan al sesgo o escarneciéndolo.
Ahora bien, si ya se trata de la profundización satírico crítica de la sociedad burguesa por parte de los movimientos populares de la multiforme clase trabajadora mundial, debo decir que de entre la riqueza de dones que nos ofrece el Manifiesto del Partido Comunista, y en medio de su crítica radical a la sociedad burguesa, de su anhelo de una sociedad sin clases, sin explotación de unos hombres por otros, pues en ella estará abolida la propiedad privada, y en medio de su llamado a la unión internacional del proletariado y a la revolución proletario comunista, encontramos una preciosa perla: el vínculo entre el presente y el futuro, esto es, nada menos que el doble puente entre la sociedad burguesa y la sociedad comunista. Una doble continuidad que hace posible el tránsito de una a la otra, que resuelve el enigma de cómo hacerle.
Uno de los puentes consiste en el –ya aludido– desarrollo de las fuerzas productivas técnicas de la humanidad; mismo que la modernidad capitalista acicatea desenfrenadamente, así que nos empuja a recuperarlas; y, el otro puente es la democracia; muy desarrollada en la actualidad hasta su forma representativa y que la revolución proletaria y la nueva sociedad deberán desarrollar hasta el punto en que directamente el pueblo ejerza su soberanía. Y ¿cómo recuperar dichas fuerzas productivas de la humanidad sino profundizando la democracia por parte del pueblo? Cuestión que abordaré discutiendo una interesante idea de Julio Boltvinik (JB).
Última edición por lolagallego el Vie Feb 26, 2021 11:09 am, editado 1 vez