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    Cinco tesis sobre el comunismo hoy - Jorge Veraza Urtuzuástegui - septiembre 2018 - publicado por El Sudamericano en febrero de 2021

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    Mensaje por lolagallego Vie Feb 26, 2021 11:06 am


    Cinco tesis sobre el comunismo hoy

    Jorge Veraza Urtuzuástegui


    A 200 años del nacimiento de Marx

    “Religación”, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades - septiembre 2018 - Quito, Ecuador

    publicado por El Sudamericano en febrero de 2021

    ▬ 2 mensajes


    Introducción

    La respuesta a la pregunta por el comunismo hoy, supone distinguir lo que éste es y lo que no es, así como dar cuenta de cómo es que puedes distinguirlo y, finalmente, qué urge a su construcción y qué lo posibilita. De ahí nuestras cinco tesis. Pues la primera es sobre el capitalismo en general (lo que no es el comunismo); la segunda, sobre el Manifiesto del Partido Comunista y el pensamiento de Marx (nuestro instrumento para poder discernir hoy lo que es y lo que no es el comunismo); la tercera es sobre ese hoy: el capitalismo contemporáneo; mientras que la cuarta tesis alude a la negatividad de dicho capitalismo, que urge por la construcción de la sociedad comunista alternativa; y la quinta a lo positivo de éste, que es el medio para construirla. Vayamos, pues, a nuestras cinco tesis:

    1. Primera tesis.

    El error de fondo de los balances sobre lo que es actual y lo que es obsoleto del Manifiesto hasta hoy –de Eric Hobsbawm (Hobsbawm, Historia del siglo XX: 1914–1991, 2014) a Marshal Berman (Berman, 2011), etc.–, sin dejar de ser brillantes y aportar, consiste en que se han levantado sobre una premisa que históricamente ha demostrado ser falsa aunque cuando fuera recién formulada era políticamente pertinente y durante décadas su argumentación económica pareció esclarecedora, por lo que desafortunadamente fue, luego, dogmatizada contra toda evidencia empírica y contra todo cuestionamiento teórico e histórico de fondo. Me refiero a la teoría del imperialismo de Lenin (Lenin, 1977) Promovida a dogma dualmente; por un lado, por el Estado stalinista pero, también, por el gran prestigio que alcanzó la Revolución Rusa en todo el mundo y sus dirigentes principales. Por lo que el ejemplo resaltante de dichos balances, es el de León Trotsky a los noventa años del MPC (Trotsky, 1984), casi a la mitad del camino entre nosotros y el Manifiesto.

    He aquí el auténtico “The time is out of joints” hamletiano, “El tiempo está fuera de sus junturas”, que tan ingeniosamente deconstruyera Derrida (Derrida, 1995) en sus Espectros de Marx. Pues, ciertamente, no puede evaluarse adecuadamente el MPC desde una perspectiva que piensa que el capitalismo vivía a partir de 1914–18 su “última fase” (Lenin, 1977); cuando la historia niega rotundamente esta tesis década con década desde 1916; y más bien, testificamos el derrumbe del así llamado Bloque Socialista; y cuando la historia, más bien, demostró en 1991, cómo dicho derrumbe, inauguró el establecimiento del mercado mundial capitalista en toda su potencia. Cual era la previsión del Manifiesto acerca del desarrollo histórico capitalista industrial (Engels, 1977). Algo que sólo podríamos comprender si asumimos que prevalece el dominio del capital industrial hasta la fecha y que el imperialismo no es una fase del capitalismo sino factor inherente al modo de producción capitalista específico o maquinístico gran industrial (Veraza, 1987), cual es la teoría del desarrollo capitalista expuesta por Marx en El Capital. Misma que sería dogmático seguir usando si realmente viviéramos la época del dominio del capital financiero, como sostuvo Lenin.

    Pero la prueba empírica masiva de la vigencia de El Capital es que el capitalismo sigue sufriendo crisis de sobreproducción –señal indeleble del dominio del capital industrial. De hecho, las dos crisis auténticamente mundiales– la de 1971/1982 y la de 2008 aun en curso– han sido crisis de sobreproducción perfectamente explicables y predichas con base en la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, ley del desarrollo y del dominio del capital industrial formulada por Marx hace 152 años. Con tales demostraciones y pruebas mediante, lo que resulta dogmático es seguir hablando del imperialismo como fase superior del capitalismo. El resultado de este doblete teórico e histórico a 200 años del nacimiento de Marx es su mejor homenaje: que El Capital. Crítica de la economía política, está a nuestra disposición para ser utilizado a fondo para analizar el capitalismo contemporáneo y para, sólo así por este camino no inhibido, desarrollar sus tesis.

    En fin, que el planeta lo domina el capital industrial tecnológica y consuntivamente nocivo; y en forma imperialista y con gigantescos y ya cancerígenos medios de consumo, producción, militares, financieros, comerciales, mediáticos, ideológicos y psicosociales, hegemonizando el mundo Estados Unidos.

    Ahora sí, sin teoría del imperialismo de Lenin que distorsione la captación de la realidad actual, brota por sí misma nuestra

    2. Segunda tesis.

    El Manifiesto, también, está plenamente a nuestra disposición, así que el homenaje es por lo menos doble. Pues a los 170 años de escrito el Manifiesto del Partido Comunista y a 200 del nacimiento de Marx, es constatable la plena vigencia de sus tesis. No sólo de sus tesis acerca del desarrollo capitalista y de la realización del mercado mundial y de las crisis capitalistas, así como de la emergencia de la revolución proletario-comunista; sino, sobre todo, aquellas que conforman su visión democrática del comunismo. Una perspectiva en la que la lucha por la democracia en todas sus formas y fases constituye tanto el camino como la meta a lograr (Veraza, 2015). En el entendido de que existen formas de lucha que impone el capitalismo y otras que son propuestas por los oprimidos. La lucha sindical y la parlamentaria tanto como la guerrillera y otras, son formas de lucha impuestas por el capitalismo a las clases oprimidas; y es obligado desplegarlas según las coyunturas en que nos son impuestas; mientras que la democracia realizada es la meta genuina de los oprimidos, lo mismo que de ellos depende forjar el camino democrático para lograrla. Como abundaremos más abajo en nuestra Quinta Tesis.

    Ahora bien, la premisa para entender cabalmente la afirmación acerca de la plena vigencia del MPC, consiste en considerar el Proyecto Crítico Comunista de Karl Marx como un desarrollo orgánico que se amplia y enriquece pero que ocurre sin rupturas –al revés de lo que imaginara Althusser (Althusser, 2004) (Althusser, 2004)– entre un joven y un Marx maduro; y sin escisiones –como las imaginadas por José Arico (Arico, 1980)– entre un Marx sistemático y uno circunstancial en funciones de corresponsal periodístico; pero así mismo sin virajes –como los que imagina Enrique Dussel (Dussel, 1990)– de eurocentrista a periférico por ejemplo. Perspectivas equivocadas todas estas que se generan a partir de la problemática abierta por la teoría del imperialismo de Lenin, con su ruptura imaginaria de la historia del capitalismo. Cuya superación redunda –para decirlo resumidamente– en ya no soslayar sino tenerla ante nuestros ojos en su perfecta patencia, la profunda unidad y consistencia entre el Manifiesto (1848), El Capital (1867–1872) y la Carta a Vera Zasúlich (1881) y de todas estas obras con nosotros.

    Ahora bien, con la crítica de la economía política y el materialismo histórico así puestos de nuevo a disposición como saber y proyecto teórico integral, se hace posible dar cuenta de la especificidad del capitalismo contemporáneo. Es lo que formula nuestra

    3. Tercera tesis.

    ¿Qué debemos añadir hoy? El mundo de hoy y su punto de crisis revolucionaria es plenamente comprensible sobre la base del Manifiesto del Partido Comunista y de El capital; y las nuevas realidades singulares que el nuevo capitalismo ofrece –inexistentes en la época de Marx– son plenamente explicables desarrollando consecuentemente los conceptos del materialismo histórico y de la crítica de la economía política contenidos en esas obras. Aludo a cuatro singularidades actuales: La subsunción real del consumo bajo el capital (SRC/K) desarrollo complejo y aun patológicamente complicado de la subsunción real del proceso de trabajo bajo el capital que es, demuestra ser rasgo característico del capitalismo contemporáneo (Veraza, 2008). La cual para comprenderse a cabalidad, requiere que reconceptualicemos el proceso de despojo imbricado en la acumulación de capital actual. Me refiero a: La acumulación originaria residual terminal (AORT), cuyo objeto de despojo son todos los residuos que el capitalismo todavía no le había arrebatado a los productores directos, incluidas las recientes conquistas políticas y sociales de estos, del seguro social y la vivienda a la educación gratuita etc.; pero es el caso que algunos de estos residuos son de tal naturaleza –como, por ejemplo, el agua o la biodiversidad etc.– que al privatizárselos se pone en peligro de manera terminal la existencia de la humanidad sobre el planeta (Veraza, 2007).

    De suerte que la crisis mundial salutífera y ecológica desencadenadas por la SRC/K y la AORT obligan a que el comunismo hoy tenga un carácter consciente y explícitamente salutífero y ecológico o no será (Veraza, 2012).

    Pero la SRC/K además de completarse con la AORT del lado de los procesos objetivos e, incluso, de conformación del capital constante, se completa del lado del sujeto y, por así decirlo, del capital variable, con una formación sociológica y cultural que rebasa la forma familia patriarcal monogámica, aunque la incluye. Se trata de la Comunidad Doméstica Capitalista (CDK) regida por el mercado (Veraza, 2008), núcleo de la reproducción de la población– inclusiva de familias nucleares, singles, swingers, comunas, colectivos y matrimonios gay etc. y, en particular, de la reproducción de la clase obrera mundial para que siga sucediendo la acumulación de capital. Hecho masivo que vuelve objetivamente imposible concebir un comunismo familiarista patriarcal y autoritario; y que refuerza la noción de un comunismo comunitario para combatir eficazmente dicha CDK desde aquí y ahora, no sólo para después de la toma del poder político por el proletariado. Comunismo comunitario –así que simplemente consecuente, no redundante– al interior del cual se desarrollen ambos sexos libremente, así como la paternidad y la maternidad solidarias y el respeto por todas las formas de elección sexual; y en el que el desarrollo omnilateral de los individuos asociados constituye la prioridad de la sociedad.

    Finalmente, la SRC/K neoliberal no sólo ha tenido efecto devastador en la naturaleza, en el consumo y la salud de la humanidad, también lo tiene en el carácter de la clase dominante. Pues la burguesía de ser un sujeto histórico progresista –según lo retrata el Manifiesto (Engels, 1977)– ha devenido en ser un sujeto antihistórico (Veraza, 2012) perfectamente decadente y sifilítico (Veraza, 2004) en su actuación económica, política y cultural, militar y medioambiental, así como en su actitud ante la vida; como lo demuestran literalmente ad nauseam Baby Bush Hitler y, bien recargado –well reloaded– Trump, y Berlusconi, Temer, Fox, Calderón y Peña Nieto, Tony Blair y Rajoy por mencionar sólo algunos de los recientes y novísimos servidores del capital sin agotar la veta negra, denunciada melódicamente por Sting de The Police y de la que brotan. Por lo que se perfila como antídoto la conformación no sólo de una ética revolucionaria sino la de un comunismo ético y psicosexualmente libertario. (Reich, 1980, 1985) La génesis de una personalidad humana vitalmente arraigada e histórico trascendente: revolucionaria. La génesis de un nuevo sentido común tendría en esta personalidad multiplicada por miles y millones su inicio.

    En síntesis, la crisis de la salud física y mental mundial, la crisis ambiental hasta convertirse en catastrófico calentamiento global, la crisis axiológica y cultural, así como la crisis política y de socialización perfilan una situación de degradación civilizatoria mundial (Veraza, 2011) –sinónimo coloquial del aludido concepto de SRC/K– que nos obliga a una contestación omnilateral correspondiente.

    Así que el homenaje a Marx es triple por lo menos, pues desde su centro sus Manuscritos del 44 nos refrescan esperanzadores y sabios con aquel su más concentrado y alto mensaje, a saber, que “La autoemancipación hace el mismo camino que la autoenajenación”. Pues, según vemos, la determinación precisa del capitalismo contemporáneo como SRC/K en sus diversos aspectos, permite establecer la específica negatividad del mismo que impulsa a que a esta sociedad sea revolucionada. Objeto de nuestra

    4. Cuarta tesis.

    La catástrofe civilizatoria actual del capitalismo plantea una inédita situación histórica paradójica cuya negatividad letal hace que el objetivo inmediato de la lucha coincida con el objetivo final, pues la salvación de la especie humana supone la superación del capitalismo; cuyas relaciones sociales han llegado a corporeizarse perversamente en una civilización material de tecnología capitalista nociva y de bienes de consumo nocivos (Veraza, 2012) que ya son letales e, incluso, catastróficos sea por el calentamiento global o por la guerra atómica, así como por los transgénicos y la nanotecnología. De manera que no son ya dos cosas opuestas o siquiera separadas la soberanía del sujeto humano y su mera duración, pues ha adquirido plena concreción no sólo política y militar sino dada la existencia de la referida civilización material, la disyuntiva luxemburguiana de revolución o barbarie, de “socialismo o barbarie”. Así que de un lado la mera salvación física constituye la condición más preciada para hacer posible la meta final revolucionaria; pero, a la inversa hoy es imposible la mera salvación física si los individuos sociales no enarbolamos nuestra fuerza vital enderezándola como fuerza revolucionaria consiente de los peligros y trucos multilaterales que la acechan y de los medios y alianzas necesarios para una lucha consecuente, radical y de largo aliento (Veraza, Crisis y revolución, 2012) en la que la democracia y su profundización son la piedra de toque continua.

    Y ahí tienes ni más ni menos que, la fuerza productiva más poderosa de una sociedad es la clase revolucionaria que guarda en su seno, como señala Marx en su Miseria de la filosofía. Así que el homenaje es por lo menos cuádruple. Pero para aclarar este punto decisivo es necesario añadir una precisión más.

    5. Quinta tesis.

    Y es que, también, en un sentido positivo la construcción de una sociedad alternativa al capitalismo es viable. Esto es, la situación catastrófica actual no sólo urge agresivamente sino, también, ofrece posibilidades concretas para dicha construcción alternativa. Pues si la AORT promueve una síntesis perversa de todo lo capitalista con todo lo precapitalista – como los transgénicos y las formas autoritarias políticas, familiares e interpersonales, celos por tecnología digital incluidos– bajo la égida del capital mundial, ya este mero proceso práctico en curso suscita por contra una síntesis virtuosa que recupera lo mejor del precapitalismo y lo todavía rescatable política y tecnológicamente hablando, del capitalismo (Veraza, Karl Marx y la técnica desde la perspectiva de la vida, 2012). Síntesis que constituye hoy lo que es y significa propiamente revolución comunista, en acuerdo con cómo la perfilara Marx desde sus Manuscritos de 1844 (Marx, 1968) y sus Formen (Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857–1858. Tomo I, 1974) de 1858 hasta su Carta a Vera Zasúlich (Marx, El porvenir de la comuna rural rusa, 1980) de 1881 y sus Notas etnológicas (Marx, 1998) de 1882, año, también, del prólogo a la edición rusa del Manifiesto.

    En este contexto es sugerente la idea de Armando Bartra (Bartra, 2011) de un comunismo aquí y ahora sin esperar al desarrollo civilizatorio del capitalismo; como por ejemplo el comunismo maya de Carrillo Puerto en Yucatán de inicios del siglo XX (1922–1924). Perspectiva que contempla la inclusión de ejemplos como los del comunismo andino, etc. Pero el caso es que algo como eso –y que por supuesto ya está en curso– es explicable y aún posible, no por el mero atraso o el carácter orillero y marginado de los entes comunitarios respecto del capitalismo. Sino por la dialéctica del desarrollo tecnológico y civilizatorio capitalista. (Veraza, Karl Marx y la técnica desde la perspectiva de la vida, 2012) Pues es sólo ahora ante la presencia avasalladora de la tecnología capitalista nociva que –como bien lo viera Jerry Mander (Mander, 1994)– que el precapitalismo no sólo entrega atraso sino unas fuerzas productivas más sabias, saludables y potentes que las del capitalismo, el cual no da sino para encaminarnos al precipicio; pero también es sólo ahora– por efecto de la labor de producción histórica del proletariado– que nos vemos obligados a discernir críticamente no sólo entre las fuerzas productivas de la humanidad y las fuerzas productivas del capital sino, aún, de estas respecto de la tecnología capitalista nociva actualmente predominante, en vista de lograr la coincidencia virtuosa y triunfadora entre la revolución comunista y el desarrollo de las fuerzas productivas (Veraza, 2012).

    Pues bien, precisamente, para que ocurra dicho discernimiento crítico de manera práctica y política, se requiere el establecimiento de formas democráticas de organización del pueblo que establezcan la coordinación o síntesis entre las fuerzas productivas precapitalistas y las fuerzas productivas del capital aún rescatables, sobre la base de la sustitución creciente de la hoy predominante tecnología capitalista nociva por éstas (Veraza, 2012) Todo lo cual constituye un proceso que –bien miradas las cosas– semeja por así decirlo una especie de carta de Karl Marx a Vera Zasúlich invertida y, precisamente, acorde con sus principios inmanentes; una Nueva Carta a Vera Zasúlich (Veraza, 2011).

    Y después de aclarar el contenido histórico civilizatorio de los movimientos sociales de la actualidad, no sobran unas últimas palabras acerca de su forma; ciertamente, el sin número de movimientos rebeldes de la actualidad presentan un carácter grotesco, como bien lo ha observado Armando Bartra (Bartra, Hambre y carnaval, carnaval y hambre, 2013). Es su estética y el modo en que ocurre su actitud crítica de vital mofa y escarnio en contra del capitalismo. Pero hete allí que, si los movimientos rebeldes son hoy grotescos, dejaran de serlo profundizando su veta festiva y satírica más allá de la forma resentida grotesca actual que los caracteriza y en la que los tiene arrinconados la ideología burguesa y el sentido común sometido por esta, en la exacta medida en que profundicen también su lucha y alcancen cada vez mayores triunfos. Es por esta vía que lograrán diferenciarse cada vez menos del precapitalismo y más respecto del capitalismo, cuyo carácter grotesco hasta la repugnancia todavía reflejan al sesgo o escarneciéndolo.

    Ahora bien, si ya se trata de la profundización satírico crítica de la sociedad burguesa por parte de los movimientos populares de la multiforme clase trabajadora mundial, debo decir que de entre la riqueza de dones que nos ofrece el Manifiesto del Partido Comunista, y en medio de su crítica radical a la sociedad burguesa, de su anhelo de una sociedad sin clases, sin explotación de unos hombres por otros, pues en ella estará abolida la propiedad privada, y en medio de su llamado a la unión internacional del proletariado y a la revolución proletario comunista, encontramos una preciosa perla: el vínculo entre el presente y el futuro, esto es, nada menos que el doble puente entre la sociedad burguesa y la sociedad comunista. Una doble continuidad que hace posible el tránsito de una a la otra, que resuelve el enigma de cómo hacerle.

    Uno de los puentes consiste en el –ya aludido– desarrollo de las fuerzas productivas técnicas de la humanidad; mismo que la modernidad capitalista acicatea desenfrenadamente, así que nos empuja a recuperarlas; y, el otro puente es la democracia; muy desarrollada en la actualidad hasta su forma representativa y que la revolución proletaria y la nueva sociedad deberán desarrollar hasta el punto en que directamente el pueblo ejerza su soberanía. Y ¿cómo recuperar dichas fuerzas productivas de la humanidad sino profundizando la democracia por parte del pueblo? Cuestión que abordaré discutiendo una interesante idea de Julio Boltvinik (JB).
     
     
     


    Última edición por lolagallego el Vie Feb 26, 2021 11:09 am, editado 1 vez
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    Mensaje por lolagallego Vie Feb 26, 2021 11:09 am


    Quien hace un aporte fundamental al desarrollo del pensamiento de Marx en el bicentenario del natalicio de este, cuando propone “unificar las teorías de Marx de la génesis y el final de la prehistoria humana” (Boltvinik, 2018). Y, más precisamente la teoría de Marx sobre lo que éste denomina “prehistoria de la sociedad humana” en su célebre prólogo de 1859 a la Contribución de la Crítica de la Economía Política, a saber:

    Las relaciones de producción burguesas son la última forma antagónica del proceso social de la producción [antecedidas por el modo de producción asiático, el antiguo y el feudal, dice Marx poco antes],.. pero las fuerzas productivas en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana (negritas mías). (Marx, 1981)

    De lo dicho se desprende que Marx no habla de la prehistoria humana, ese largo periodo de la historia de la humanidad anterior a la invención de la escritura, al que se ha dado el nombre de historia. Por eso, Marx dice con precisión que habla de la “prehistoria de la sociedad”; es decir, aquella época en que la sociedad humana presenta diversas formas en que esta aún no se para sobre sus propios pies, por así decirlo. Sino que se encuentra apenas formando las premisas como para un logro tal. Se trata de formas imperfectas de la sociedad y aún antagónicas ya desde su base productiva, dice Marx; así que esta es insuficiente para satisfacer todos los requerimientos humanos y, por esto, propicia antagonismos de clase. De suerte que, por un lado, la sociedad no dispone de la riqueza suficiente y los medios para producirla y, por otro lado, se encuentra enzarzada en un antagonismo de clase contra clase en cuyo contexto se agotan todos sus esfuerzos mentales y emocionales sin que pueda establecer un proyecto de vida unitario y pleno.

    Pues bien, JB propone vincular lo que denomina la antropología filosófica marxiana (AFM), expuesta sobre todo “pero no sólo” en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 de Marx, con la teoría de Marx acerca del límite objetivo del capitalismo (LOC) –esa sociedad con la que se cierra “la prehistoria de la sociedad humana”– que Marx expone en un luminoso pasaje de los Grundrisse (páginas [592] a [599]), escrito a inicios de 1858. Es una propuesta certera la de JB y cabe enaltecerla en primer lugar, ya por su intención –que implica una sabia toma de posición respecto de las maneras en que se ha discutido la obra de Marx– de concebir al pensamiento y la obra de Marx de una manera integral en vez de, apropósito de periodizarla, escindirla en épocas que entre una y otra suponen ruptura, como criticamos más arriba. Y si vemos, así las cosas, captamos de inmediato el significado no sólo político de la democracia sino, también, el profundo significado antropológico de la misma.

    Cabe, en segundo lugar, señalar una corrección de detalle al modo en que JB formula su propuesta: “vista en su conjunto, la génesis humana, el comienzo de la prehistoria humana [así que lo que corresponde a la AFM], y la teoría del final de la prehistoria humana [dicho con más precisión: de “la prehistoria de la sociedad humana”], constituirían la teoría de la prehistoria humana de Marx” (negritas mías). Cuando, en verdad, la AFM nos ofrece no sólo el comienzo de la prehistoria de la sociedad humana sino de la historia de la humanidad en su conjunto; por lo que sus planteamientos tienen una trascendencia que supera con mucho el momento en que la sociedad burguesa termina y con ella la prehistoria de la sociedad humana. Es este un asunto que por ahora no desarrollaré; para ocuparme solamente de la crítica a una confusión en la idea que Boltvinik se hace acerca del contenido mismo del fin de dicha prehistoria.

    El LOC lo reconoce Marx en las páginas citadas de sus Grundrisse, con la emergencia de la automatización completa de la producción; pues un evento tecnológico así imposibilitaría y volvería inútil la explotación de plusvalor a la clase obrera que el capitalista lleva acabo en ocasión de consumir la fuerza de trabajo de esta. El plusvalor –medula de las ganancias– formado por valor sería imposible, pues el tiempo de trabajo necesario que lo objetiva sería mínimo frente a la inmensa riqueza que un aparato de producción completamente automatizado produciría. Aparato que, por todo ello, sería la condición de posibilidad absoluta –esto es, la condición última y objetiva– como para que algo así como capitalismo resultara imposible; pues la condición absoluta de posibilidad de este es la explotación de la fuerza de trabajo del obrero.

    La cuestión es que, según esto, de ninguna manera hay coincidencia –como asume JB– entre la emergencia del LOC y el fin de la prehistoria de la sociedad humana; aunque, ciertamente, son asuntos correlativos y más o menos cercanos en el tiempo histórico de su ocurrencia. Más aún, en el peor de los casos –aunque todavía muy positivo para la humanidad– la prehistoria de la sociedad humana no podrá cerrarse sin antes tener lugar la automatización completa del proceso de producción, haciendo ya imposible la existencia del capitalismo; debido a que hasta entonces no la habrían podido volver imposible los seres humanos mediante una acción consiente y concertada, política y revolucionaria, en especial el proletariado mundial; identificado prácticamente, para ese entonces futuro, con la humanidad toda exceptuando algunos grandes capitalistas que la habrían seguido explotando hasta ese momento.

    Sí, esta es la cuestión. Marx asume la existencia de un límite subjetivo del capitalismo y no sólo la de un límite objetivo del mismo, debido a la automatización completa de la producción. Dicho límite subjetivo son los sujetos humanos y, en especial, el sujeto clasista revolucionario el que lo establece. El “¡Proletarios de todos los países uníos!”, con el que termina el Manifiesto del Partido Comunista alude a este límite; lo mismo que el “suena la hora postrera de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores deberán ser expropiados” (Marx, 1975) presente al final del tomo I de El Capital.

    El límite subjetivo del capitalismo –y he aquí la tesis central del Manifiesto– lo producen los proletarios auto emancipándose de este al lograr constituirse en sujeto revolucionario consiente y organizado que mediante su acción colectiva y concertada logra destruir transformadoramente las relaciones de producción burguesas y, asimismo, logrando sustituir la dictadura ejercida por la burguesía por el dominio de toda la sociedad por el proletariado o dictadura del proletariado; cuyo contenido político Marx y Engels precisan: es nada menos que “la conquista de la democracia”. En el entendido de que en la sociedad burguesa el proletariado se encuentra excluido de la misma; toda vez que la democracia burguesa es parcial y mediante diversos mecanismos está al servicio de la burguesía.

    Es el límite subjetivo proletario revolucionario de la sociedad burguesa el único que permite mediante dicha conquista de la democracia, concluir la prehistoria de la sociedad humana. Pues sólo la democracia completa, la democracia universal o universalización de la democracia de suerte que todo el pueblo la ejerza, sólo este ejercicio político consciente de cada uno de los integrantes del pueblo, cierra la condición de la sociedad que le imposibilita a esta tomar su destino en sus manos y definir plenamente su forma de ser. Solamente la conquista de la democracia por el proletariado y el pueblo en su conjunto permite que la sociedad logre lo que es imposible en su prehistoria: establecer un proyecto de vida unitario y pleno. Pues lo que las distintas clases dominantes –basadas en una u otra forma de propiedad privada– han logrado establecer, son proyectos en los que la mayor parte de la sociedad sufre penuria y es explotada, proyectos que no unifican a la sociedad, sino que la mantienen sometida y muy lejos de la plenitud. De suerte que todo sucede en estas sociedades al revés de lo que debiera ser una sociedad humana (recuérdese a Mandevill); y cada propósito justo y verdadero es revocado por la práctica clasista y soterrado por mil mentiras, etc. El equívoco domina y la sociedad humana no se afirma positivamente, no se para sobre sus pies.

    De tal manera, incluso si como supusimos más arriba, la revolución comunista –que es el evento que establece la cancelación de la prehistoria de la sociedad– tuviera lugar después de la automatización completa de la producción, debido a que los seres humanos no han sabido ni podido organizarse y concordar la transformación revolucionaria de la sociedad burguesa y la consiguiente conquista de la democracia, si incluso las cosas en el futuro resultaran de este modo, el logro del límite objetivo del capitalismo –la automatización completa de la producción– no cancelaría aún la existencia de la sociedad en situación de minoridad, imperfección o insuficiencia para tomar su destino en sus manos; es decir, no cerraría la prehistoria de la sociedad humana. Pues esta hazaña no es una hazaña tecnológica y económica –aunque se base en la economía y la tecnología– sino una hazaña propiamente humana, de los seres humanos en tanto sujetos consientes, solidarios y transformadores no sólo de la naturaleza sino de sus propias relaciones sociales.

    Siendo, entonces, el problema decisivo de la conclusión de la prehistoria de la sociedad humana el de la conquista de la democracia por el proletariado, cabe que particularicemos el contenido político de dicha conquista. Tomemos en cuenta que Marx reconoce la existencia de la democracia representativa como conquista histórica realizada por la sociedad burguesa; así que debemos reconocer, entonces, que esta conquista le resulta insuficiente para la tarea que el proletariado debe llevar a cabo. La democracia representativa es sólo una parte de aquella empresa mayor que sería la conquista de la democracia por el proletariado. Por eso la traducción de conquista de la democracia (por el proletariado) por democracia completa o universal o por generalización o universalización de la democracia, es pertinente. Pues así establecemos con nitidez en qué consiste la dictadura del proletariado, la democracia proletaria. Pero falta aclarar cómo es posible esta.

    No puede ser sólo la democracia representativa proletaria la respuesta, pues en esta sólo los representantes de la clase obrera ejercerían la democracia y no la clase misma; es decir, no cada uno de los integrantes del proletariado. Por lo que sólo la democracia directa permitiría este ejercicio colectivo multitudinario y de afirmación política de cada uno de los seres humanos que de otra manera proseguirían sometidos. Pero la democracia directa por si misma o aislada no puede ser sino local o, si se quiere, atenida a la gestión de las necesidades, capacidades y libertades de los que depende directamente la existencia social de los individuos; pero de ninguna manera tiene la capacidad de coordinar las distintas gestiones políticas locales. Coordinación que solamente la democracia representativa puede llevar acabo. Así que la primera respuesta acerca del contenido político de la auténtica “conquista de la democracia” o universalización de la democracia, es que no puede ser sino la unidad de la democracia representativa y de la democracia directa; no la una o la otra sino la dos.

    Pero las dos unidas ¿cómo? Y caben tres posibilidades. La primera sería que convivieran unidas en paralelo: por un lado, la democracia directa y, por otro, la representativa sin coordinación reciproca de ambas. Lo que muy fácilmente terminaría en que la representativa dominara a la directa, dada la vocación global de aquella y local de esta. Así que pasemos a la segunda posibilidad; que la democracia directa estuviera sometida a la democracia representativa; condición que no superaría las formas políticas de la sociedad burguesa. Pues hasta el dominio del Soviet Supremo o consejo democrático supremo de la ex URSS por sobre el conjunto de consejos de fábrica y municipales, etc., no pudo sino reproducir una variante de las formas políticas propias de la sociedad burguesa en las que un grupo social detenta el poder político y lo hace efectivo contra el resto de la sociedad en vista de garantizar la apropiación del excedente económico por parte de dicho grupo. Caso de la Nomenklatura en el caso de la ex URSS y las distintas burguesías, si nos atenemos a las repúblicas burguesas reconocidas en el resto del orbe.

    Sólo la tercera forma política nos entrega la solución. Se trata de que la democracia representativa quede sometida al poder del pueblo, quede sometida a la democracia directa. Que los representantes del pueblo que sesionan democráticamente (ámbito de la democracia representativa) se encuentren sometidos a los señalamientos y en general a la soberanía ejercida directamente por cada uno de los integrantes del pueblo en sus organizaciones locales de democracia directa, dándole así el poder a esta de coordinar las cuestiones globales de la sociedad. Sería esta la democracia directa que se sirve de la democracia representativa para sacar adelante sus propuestas y ejercer su soberanía completa, esa es la cuestión.

    Y para decirlo sintéticamente, se trataría de establecer la democracia directa mediante la democracia representativa. Y, precisamente, envés de la democracia representativa mediante la democracia directa (forma que no puede superar al capitalismo ni la prehistoria de la sociedad humana). He aquí a la sociedad parada sobre sus propios pies en la exacta medida en que los productores de la riqueza han logrado su autoemancipación y logran elegir la forma social y política de su vida. Ya que la democracia directa que se promueve mediante el ejercicio de la representativa puesta bajo su dominio, sería la auténtica conquista de la democracia por el proletariado y, consiguientemente, la cancelación de la prehistoria de la sociedad humana; o en otros términos, la cancelación de las formas de sociedad en las que la humanidad no logra –como efectivamente quisiera– unificación liberadora y diseño consiente de sus relaciones económicas, sociales, políticas y culturales y, con ello, de su devenir.

    En otra latitud y, seguramente, en otro diapasón que en el que habla JB, hemos testificado por millones recientemente, el 5 de mayo, el discurso en homenaje a Marx de Xi Ji Ping; en el que no de modo implícito como en Bolvitnik, sino explícita y tematizadamente, se lleva a cabo una confusión entre el límite objetivo del capitalismo –la automatización y la IA– y el límite subjetivo del mismo, la revolución comunista de generalización de la democracia. Y esta confusión apunta a dar por obvias las tareas sociales y políticas de la democracia proletaria en la superación de la prehistoria de la sociedad humana a favor de enaltecer la tecnología inteligente, que parece obsequiarnos –por lo menos en la representación que nos propone de ella el alto mandatario chino– parece obsequiarnos, mágicamente la sociedad comunista de riqueza a chorros llenos. Por eso tanto más vale la pena haber puntualizado en resumidas cinco tesis qué es el comunismo hoy en acuerdo a Marx, precisamente, en su bicentenario.

    En definitiva, el homenaje es, en verdad, sólo uno, pero muy reconcentrado.



    •Referencias Bibliográficas

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    Mensaje por lolagallego Vie Feb 26, 2021 11:18 am

    En el Foro hay cerca de una veintena de temas con textos del mexicano Jorge Veraza Urtuzuástegui.




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