El objetivo de la educación
artículo de Anton Semiónovich Makárenko
publicado en el periódico "Izvestia" el 28 de agosto de 1937
publicado en stalinline.ru en abril de 2021 - Traducción de Néstor Guadaño y Marina Svetlova para la web de la Asociación de Amistad Hispano Soviética - AAHS
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En la teoría pedagógica, curiosamente, el objetivo del trabajo educativo se ha convertido en una categoría casi olvidada. En la última reunión científica de toda Rusia sobre ciencias pedagógicas, no se mencionó el objetivo de la educación. Hasta se podría pensar que la pedagogía científica no tiene nada que ver con este tema.
En los contextos pedagógicos especiales, es inadmisible hablar solo del ideal de la educación, cuando se quiere realizarlo solamente con enunciados filosóficos. Se requiere que el maestro teórico no tenga la intención de resolver el problema con un ideal, sino que resuelva el problema por caminos que lleven hacia ese ideal. Esto significa que la pedagogía debe resolver la cuestiones más complejas, con el objetivo de la educación y un método para abordarlo.
Del mismo modo, no podemos hablar solamente de la formación profesional de la nueva generación. También debemos pensar, en fomentar este tipo de comportamientos a nuestros jóvenes paladines, para que logren obtener esas cualidades personales, que son necesarias para el estado soviético en la era de la dictadura de la clase obrera, en el momento de la formación de una sociedad sin clases.
Entonces, ¿cómo abordamos este problema?
Al comienzo de la revolución, nuestros escritores y oradores pedagógicos, habían acelerado sobre los trampolines pedagógicos de Europa occidental, saltaron muy alto, y fácilmente “aceptaron” ideales tales como la “personalidad armoniosa”. Luego reemplazaron la personalidad armoniosa por el "hombre comunista", aquietando en el fondo de sus corazones, con un razonamiento empresarial "todo es lo mismo". Un año después, ampliaron ese ideal y proclamaron que hay que formar "un luchador lleno de iniciativa".
Desde el principio, estuvo igualmente claro que para estos predicadores, los alumnos y los espectadores externos, recibían una formulación tan abstracta, de esa concepto "ideal", que nunca nadie podría controlar ese trabajo pedagógico y, por lo tanto, esa predicación de esos ideales como absolutamente seguros.
La arena pedagógica se fue convirtiendo cada vez más, en propiedad de la pedología (Ciencia que se ocupa de todo lo relacionado con la educación de la infancia. N.T), y en 1936 los profesores se iban constriñendo a las "áreas" más insignificantes, que no iban más allá de los límites de sus métodos particulares.
La pedología casi no ocultó su indiferencia hacia nuestros objetivos. ¿Y qué objetivos podrían derivarse del "medio ambiente y la herencia", salvo la fatal adhesión del profesor a los caprichos biológicos y genéticos?
Los pedólogos lograron preservar una expresión cuanto más sacerdotal, durante tales manipulaciones, y nosotros, azuzando los oídos, escuchábamos e incluso nos sorprendimos un poco: ¿de dónde obtuvieron estas personas un aprendizaje tan profundo?
Por ejemplo, enseñaban que "el sistema de ordenación del material pedológico, está sujeto no a "metas", "temas", "preguntas" tomados de manera abstracta, sino para el desarrollo y la educación de los niños de cierta edad".
Si la edad era el único principio rector de la pedagogía, entonces, por supuesto, la palabra meta puede tomarse entre comillas irónicas. Pero entonces tenemos el derecho a interesarnos: ¿por qué de repente, en nuestro país, la enseñanza de la generación joven se ha convertido en un juguete de la edad, de las simpatías biológicas, psicológicas y de otro tipo? ¿Por qué este desprecio por la idea misma de la determinación?
Estas preguntas se pueden responder de diferentes formas. ¿Quizás estos razonamientos, partan de una simple indiferencia hacia nuestras vidas y nuestros objetivos? Pues bien, si se trata de una intencionalidad para desmoronar nuestra labor educativa, de convertirla en un entrenamiento indiferente y vacío para el desarrollo de la personalidad, dentro de los límites de las posibilidades que se abren por su capacidad: una persona es capaz de aprender a leer bien, pues déjelo que prosiga su inclinación; muestra un gusto por los deportes, tampoco está mal; no muestra ningún apego por ninguna materia, ya esta situación debería ser el trabajo de un pedólogo, pues para ellos es una persona "difícil", y puede experimentar a su antojo.
Es difícil contar las heridas que inflige la pedología a la causa de la construcción socialista en su sector más importante: la educación de los jóvenes.
Se trata de una enfermedad de la teoría, y ni siquiera de la teoría, sino de los teóricos, tan cegados por la pedología que han perdido la capacidad de ver, las verdaderas fuentes de esa teoría. En este sentido, la enfermedad parece bastante poco comprensiva. La esencia de esta enfermedad, no está solo en la cantidad de posiciones pedológicas que han sobrevivido hasta el día de hoy, no solo en algún vacío que se ha formado en el sitio del Olimpo pedológico, la esencia está en el envenenamiento de nuestro propio pensamiento. El pensamiento científico, incluso en su crítica sincera de los enunciados pedológicos, todavía contiene vestigios pedológicos.
La infección es bastante profunda. La infección comenzó incluso antes de la revolución en los nidos de la pedagogía experimental [2], que se caracterizó por una brecha entre el estudio del niño y su crianza. La pedagogía burguesa de principios del siglo XX, desgarrada por numerosas escuelas e "innovadores", sufrió fluctuaciones interminables, desde el individualismo extremo al biologismo informe y no creativo, podría parecer que era una ciencia revolucionaria, porque actuó bajo la bandera de la lucha contra los ejercicios de las escuelas estatales y oficiales, en sus hipócratas manuales. Pero para un oído sensible, incluso entonces había motivos para sospechar que muchos de sus postulados al someter a crítica a esta "ciencia", primordialmente carecían de una base científica real. Incluso entonces, se pudo ver en ella una propensión muy dudosa por las excursiones biológicas, que en esencia representaban un claro intento de revisar el concepto marxista del ser humano.
Las tendencias biológicas de la pedagogía experimental y luego de la pedología, repelen a todo maestro marxista. Y es un vano intento pensar, que nuestros profesores se confunden con la pedología. Si alguien está confundido, no está enseñando.
Somos capaces de cumplir con el llamado del partido a "restaurar la pedagogía y los maestros en todos sus derechos", solamente con una condición: rompiendo decisivamente con la indiferencia hacia nuestros objetivos políticos, estatales y públicos.
En la conferencia de toda Rusia sobre ciencias pedagógicas en abril de 1937, se entregó un informe especial: "Principios metodológicos del trabajo educativo". ¿Qué dice este informe sobre los objetivos de la educación, y cómo se aplica un método concreto para lograr estos objetivos?
En el informe, parece que los objetivos de la educación son bien conocidos por el autor y los oyentes desde hace mucho tiempo, solamente es necesario hablar sobre los métodos, sobre los medios para lograrlos. Solo para el final solemnemente, separado del resto de la presentación por un guión, el orador proclama:
"Sus (principios) se basan en el objetivo de la orientación comunista, que es el principio dialéctico rector general de la educación, ya que determina el contenido, los métodos y la organización de todo el trabajo educativo".
Y al final:
“Este principio requiere del docente, una actitud partidista en el trabajo, la vigilancia política, un profundo conocimiento de los fines, medios y condiciones de la educación”.
Tales finales se han observado antes en bastantes escritos pedagógicos. Siempre se requirió de una gran perfección del profesor, a nuestro teórico siempre le gusta decir dos palabras: “un maestro debe”. ¿Y cuál es el deber del propio teórico, tener el "conocimiento más profundo de los fines, medios y condiciones"? Quizás sí, pero ¿por qué, en este caso, el teórico mantiene en secreto sus riquezas, por qué no revela a la audiencia la profundidad de sus conocimientos? ¿Por qué sólo "bajo una cortina" a veces se permite proclamar algo sobre sus metas y condiciones, por qué no puede verse y sentirse en la realización misma de esas metas? Y, finalmente, ¿hasta cuándo nuestro teórico reiterará machaconamente la afirmación, de que nuestra educación debería ser comunista?
Cuando protesté en mi libro "Poema pedagógico" (4) contra la debilidad de nuestra ciencia pedagógica, fui acusado en todas las instancias, de falta de respeto por la teoría, de artesanía, de la negación de la ciencia y del desprecio por la herencia cultural. Pero aquí tengo ante mí un informe especial sobre los métodos de educación, propuesto en una reunión científica especial. El informe no menciona ningún nombre científico, no hay referencia a ninguna posición científica, no se intenta aplicar ninguna lógica científica. El informe, en esencia, es un razonamiento familiar ordinario, una ganancia promedio de sabiduría mundana y buenos deseos. Sólo en algunos lugares se ven rastros del famoso maestro alemán Herbart, quien, por cierto, fue venerado por la pedagogía oficial zarista como el autor de la llamada "educación para la crianza" [3].
Al comienzo del informe anterior, se dice que aunque hemos mejorado, también tenemos evidentes desventajas. Las desventajas son las siguientes:
a) No existe un sistema confiable y coherente en la organización de la labor educativa del docente.
b) El trabajo educativo difiere de un caso a otro, principalmente en relación con la mala conducta individual de los estudiantes.
c) Existe un vacío en la formación, de la organización del trabajo educativo.
d) Existe una brecha entre la educación con la enseñanza y orientación de los niños, llegando a abordarlo desde una perspectiva indefendible.
Estas carencias, modestamente hablando, adquieren una forma muy expresiva si les añadimos una más: la ambigüedad de la pregunta, hacía que objetivo, débilmente a que dirección "caminamos" nuestra obra educativa, que no tienen un sistema y unas secuencias prácticas, que van desarrollándose de vez en cuando, decorado con diferentes “Paradas” y “no situando enfoques insensibles”.
El autor admite que “la labor educativa tiene esencialmente un efecto protector, y se reduce a combatir las manifestaciones negativas en el comportamiento de los estudiantes, es decir, una de las tesis de la teoría pequeñoburguesa de la “educación gratuita” se implementa en la práctica: “La influencia educativa de los maestros comienza en tales casos, solo cuando después de que los discípulos obraron mal".
Por tanto, solo podemos actuar cuando los niños han cometido una infracción. Entonces, los estamos malcriando. El autor no parece dudar de que están siendo educados correctamente. Me gustaría saber pues, para que se forman, cuáles son los objetivos de esta educación. En cuanto a los niños que no tienen mala conducta, su educación "procede" de nadie sabe dónde. Después de haber dedicado las tres cuartas partes del informe, a las deficiencias, el orador continúa con su credo positivo. Parece un credo muy virtuoso:
"Criar a los hijos significa inculcarles cualidades positivas (honestidad, veracidad, escrupulosidad, responsabilidad, disciplina, amor por el aprendizaje, actitud socialista hacia el trabajo, patriotismo soviético, etc.) y sobre esta base corregir sus defectos".
En este dulce listado "científico", indica que está encantado, con todo, todo le gusta "etc." Dado que esta "cualidad positiva" está precedida por "patriotismo soviético", se puede esperar que siga con ese "etc.", que tampoco está mal. Y qué sutileza en los conceptos: por un lado, la honestidad, por el otro, la conciencia, y entre ellos, rodeados de virtudes, como el algodón, está la veracidad. ¡La vista es extraordinariamente agradable! Qué lector no llora cuando escucha que el amor no se olvida, por primera vez, claro, para estudiar. ¡Y mira con qué diligencia está escrita la palabra "disciplina"! Y esto es grave, porque se enfrenta a una "responsabilidad".
Pero la declaración es una cosa y el trabajo diario es otra. Aquí está el departamento de "consulta" Nº 3 de la "Educación comunista" durante el último año. La respuesta al camarada Nemchenko:
“Cuando tienes que tener una conversación con un niño o adolescente sobre su violación de las normas internas de la escuela, sobre su comisión en un acto que es inaceptable para un estudiante, necesitas conducir esta conversación en un tono tranquilo y uniforme. El niño debe sentir que el maestro, incluso cuando aplica medidas de influencia, no lo hace por enojo, no lo considera como un acto de venganza, sino únicamente como un deber que el maestro realiza en interés del niño".
¿Cuál es el propósito de tal consejo? ¿Por qué un maestro debería actuar como un mentor desapasionado, hablando con una voz "plana"? ¿Quién no sabe que precisamente esos maestros, que no tienen nada detrás de su alma, excepto los "deberes", disgustan a los niños y precisamente su "voz tranquila" causa la impresión más repulsiva? ¿Qué rasgos de personalidad positivos deben nutrir ese desapego recomendado?
Aún más interesante es la respuesta al camarada Pozdnyakov. Describe con colores bastante suaves, un caso en el que un maestro descubrió a un ladrón que le había robado tres rublos a un compañero. El maestro no le contó a nadie sobre su descubrimiento, pero habló con el que robó, en privado. “Ninguno de los estudiantes de la clase descubrió quién lo había robado, incluida la niña a la que le habían robado el dinero”. Según la "consulta", el alumno que cometió este acto se ha vuelto más diligente en su estudio y con excelente disciplina.
El consultor está encantado:
“Te acercaste a él con sensibilidad, no lo deshonraste frente a toda la clase, no le dijiste a su padre, y el niño agradeció esta sensibilidad ... Después de todo, no había necesidad de educar a los alumnos de tu clase sobre el acto de un chico que robaba dinero, ya a este chico le infligirías una herida interna difícil de evaluar".
Vale la pena detenerse en este caso "Dadivoso", para descubrir cuán grande es su distancia con la educación comunista. En primer lugar, observemos que tal habilidad "sensible" es posible en cualquier escuela burguesa, cuando no tendría que haber nada nuestro, fundamentalmente cercano, a ella. Este es un caso común de moralización emparejada, cuando tanto el maestro como el alumno están en la posición de tete-a-tete. El consultor está seguro de que aquí se ha producido un acto parental positivo. Quizás, pero vuelvo a preguntar ¿bajo qué tipo de educación?