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    El objetivo de la educación - artículo de Anton Semiónovich Makárenko - agosto de 1937

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    Mensaje por lolagallego Sáb Abr 24, 2021 8:07 pm


    El objetivo de la educación

    artículo de Anton Semiónovich Makárenko

    publicado en el periódico "Izvestia" el 28 de agosto de 1937

    publicado en stalinline.ru en abril de 2021 - Traducción de Néstor Guadaño y Marina Svetlova para la web de la Asociación de Amistad Hispano Soviética - AAHS

    ▬ 2 mensajes


    En la teoría pedagógica, curiosamente, el objetivo del trabajo educativo se ha convertido en una categoría casi olvidada. En la última reunión científica de toda Rusia sobre ciencias pedagógicas, no se mencionó el objetivo de la educación. Hasta se podría pensar que la pedagogía científica no tiene nada que ver con este tema.

    En los contextos pedagógicos especiales, es inadmisible hablar solo del ideal de la educación, cuando se quiere realizarlo solamente con enunciados filosóficos. Se requiere que el maestro teórico no tenga la intención de resolver el problema con un ideal, sino que resuelva el problema por caminos que lleven hacia ese ideal. Esto significa que la pedagogía debe resolver la cuestiones más complejas, con el objetivo de la educación y un método para abordarlo.

    Del mismo modo, no podemos hablar solamente de la formación profesional de la nueva generación. También debemos pensar, en fomentar este tipo de comportamientos a nuestros jóvenes paladines, para que logren obtener esas cualidades personales, que son necesarias para el estado soviético en la era de la dictadura de la clase obrera, en el momento de la formación de una sociedad sin clases.

    Entonces, ¿cómo abordamos este problema?

    Al comienzo de la revolución, nuestros escritores y oradores pedagógicos, habían acelerado sobre los trampolines pedagógicos de Europa occidental, saltaron muy alto, y fácilmente “aceptaron” ideales tales como la “personalidad armoniosa”. Luego reemplazaron la personalidad armoniosa por el "hombre comunista", aquietando en el fondo de sus corazones, con un razonamiento empresarial "todo es lo mismo". Un año después, ampliaron ese ideal y proclamaron que hay que formar "un luchador lleno de iniciativa".

    Desde el principio, estuvo igualmente claro que para estos predicadores, los alumnos y los espectadores externos, recibían una formulación tan abstracta, de esa concepto "ideal", que nunca nadie podría controlar ese trabajo pedagógico y, por lo tanto, esa predicación de esos ideales como absolutamente seguros.

    La arena pedagógica se fue convirtiendo cada vez más, en propiedad de la pedología (Ciencia que se ocupa de todo lo relacionado con la educación de la infancia. N.T), y en 1936 los profesores se iban constriñendo a las "áreas" más insignificantes, que no iban más allá de los límites de sus métodos particulares.

    La pedología casi no ocultó su indiferencia hacia nuestros objetivos. ¿Y qué objetivos podrían derivarse del "medio ambiente y la herencia", salvo la fatal adhesión del profesor a los caprichos biológicos y genéticos?

    Los pedólogos lograron preservar una expresión cuanto más sacerdotal, durante tales manipulaciones, y nosotros, azuzando los oídos, escuchábamos e incluso nos sorprendimos un poco: ¿de dónde obtuvieron estas personas un aprendizaje tan profundo?

    Por ejemplo, enseñaban que "el sistema de ordenación del material pedológico, está sujeto no a "metas", "temas", "preguntas" tomados de manera abstracta, sino para el desarrollo y la educación de los niños de cierta edad".

    Si la edad era el único principio rector de la pedagogía, entonces, por supuesto, la palabra meta puede tomarse entre comillas irónicas. Pero entonces tenemos el derecho a interesarnos: ¿por qué de repente, en nuestro país, la enseñanza de la generación joven se ha convertido en un juguete de la edad, de las simpatías biológicas, psicológicas y de otro tipo? ¿Por qué este desprecio por la idea misma de la determinación?

    Estas preguntas se pueden responder de diferentes formas. ¿Quizás estos razonamientos, partan de una simple indiferencia hacia nuestras vidas y nuestros objetivos? Pues bien, si se trata de una intencionalidad para desmoronar nuestra labor educativa, de convertirla en un entrenamiento indiferente y vacío para el desarrollo de la personalidad, dentro de los límites de las posibilidades que se abren por su capacidad: una persona es capaz de aprender a leer bien, pues déjelo que prosiga su inclinación; muestra un gusto por los deportes, tampoco está mal; no muestra ningún apego por ninguna materia, ya esta situación debería ser el trabajo de un pedólogo, pues para ellos es una persona "difícil", y puede experimentar a su antojo.

    Es difícil contar las heridas que inflige la pedología a la causa de la construcción socialista en su sector más importante: la educación de los jóvenes.

    Se trata de una enfermedad de la teoría, y ni siquiera de la teoría, sino de los teóricos, tan cegados por la pedología que han perdido la capacidad de ver, las verdaderas fuentes de esa teoría. En este sentido, la enfermedad parece bastante poco comprensiva. La esencia de esta enfermedad, no está solo en la cantidad de posiciones pedológicas que han sobrevivido hasta el día de hoy, no solo en algún vacío que se ha formado en el sitio del Olimpo pedológico, la esencia está en el envenenamiento de nuestro propio pensamiento. El pensamiento científico, incluso en su crítica sincera de los enunciados pedológicos, todavía contiene vestigios pedológicos.

    La infección es bastante profunda. La infección comenzó incluso antes de la revolución en los nidos de la pedagogía experimental [2], que se caracterizó por una brecha entre el estudio del niño y su crianza. La pedagogía burguesa de principios del siglo XX, desgarrada por numerosas escuelas e "innovadores", sufrió fluctuaciones interminables, desde el individualismo extremo al biologismo informe y no creativo, podría parecer que era una ciencia revolucionaria, porque actuó bajo la bandera de la lucha contra los ejercicios de las escuelas estatales y oficiales, en sus hipócratas manuales. Pero para un oído sensible, incluso entonces había motivos para sospechar que muchos de sus postulados al someter a crítica a esta "ciencia", primordialmente carecían de una base científica real. Incluso entonces, se pudo ver en ella una propensión muy dudosa por las excursiones biológicas, que en esencia representaban un claro intento de revisar el concepto marxista del ser humano.

    Las tendencias biológicas de la pedagogía experimental y luego de la pedología, repelen a todo maestro marxista. Y es un vano intento pensar, que nuestros profesores se confunden con la pedología. Si alguien está confundido, no está enseñando.

    Somos capaces de cumplir con el llamado del partido a "restaurar la pedagogía y los maestros en todos sus derechos", solamente con una condición: rompiendo decisivamente con la indiferencia hacia nuestros objetivos políticos, estatales y públicos.

    En la conferencia de toda Rusia sobre ciencias pedagógicas en abril de 1937, se entregó un informe especial: "Principios metodológicos del trabajo educativo". ¿Qué dice este informe sobre los objetivos de la educación, y cómo se aplica un método concreto para lograr estos objetivos?

    En el informe, parece que los objetivos de la educación son bien conocidos por el autor y los oyentes desde hace mucho tiempo, solamente es necesario hablar sobre los métodos, sobre los medios para lograrlos. Solo para el final solemnemente, separado del resto de la presentación por un guión, el orador proclama:

    "Sus (principios) se basan en el objetivo de la orientación comunista, que es el principio dialéctico rector general de la educación, ya que determina el contenido, los métodos y la organización de todo el trabajo educativo".

    Y al final:

    “Este principio requiere del docente, una actitud partidista en el trabajo, la vigilancia política, un profundo conocimiento de los fines, medios y condiciones de la educación”.

    Tales finales se han observado antes en bastantes escritos pedagógicos. Siempre se requirió de una gran perfección del profesor, a nuestro teórico siempre le gusta decir dos palabras: “un maestro debe”. ¿Y cuál es el deber del propio teórico, tener el "conocimiento más profundo de los fines, medios y condiciones"? Quizás sí, pero ¿por qué, en este caso, el teórico mantiene en secreto sus riquezas, por qué no revela a la audiencia la profundidad de sus conocimientos? ¿Por qué sólo "bajo una cortina" a veces se permite proclamar algo sobre sus metas y condiciones, por qué no puede verse y sentirse en la realización misma de esas metas? Y, finalmente, ¿hasta cuándo nuestro teórico reiterará machaconamente la afirmación, de que nuestra educación debería ser comunista?

    Cuando protesté en mi libro "Poema pedagógico" (4) contra la debilidad de nuestra ciencia pedagógica, fui acusado en todas las instancias, de falta de respeto por la teoría, de artesanía, de la negación de la ciencia y del desprecio por la herencia cultural. Pero aquí tengo ante mí un informe especial sobre los métodos de educación, propuesto en una reunión científica especial. El informe no menciona ningún nombre científico, no hay referencia a ninguna posición científica, no se intenta aplicar ninguna lógica científica. El informe, en esencia, es un razonamiento familiar ordinario, una ganancia promedio de sabiduría mundana y buenos deseos. Sólo en algunos lugares se ven rastros del famoso maestro alemán Herbart, quien, por cierto, fue venerado por la pedagogía oficial zarista como el autor de la llamada "educación para la crianza" [3].

    Al comienzo del informe anterior, se dice que aunque hemos mejorado, también tenemos evidentes desventajas. Las desventajas son las siguientes:

    a) No existe un sistema confiable y coherente en la organización de la labor educativa del docente.

    b) El trabajo educativo difiere de un caso a otro, principalmente en relación con la mala conducta individual de los estudiantes.

    c) Existe un vacío en la formación, de la organización del trabajo educativo.

    d) Existe una brecha entre la educación con la enseñanza y orientación de los niños, llegando a abordarlo desde una perspectiva indefendible.  

    Estas carencias, modestamente hablando, adquieren una forma muy expresiva si les añadimos una más: la ambigüedad de la pregunta, hacía que objetivo, débilmente a que dirección "caminamos" nuestra obra educativa, que no tienen un sistema y unas secuencias prácticas, que van desarrollándose de vez en cuando, decorado con diferentes “Paradas” y “no situando enfoques insensibles”.

    El autor admite que “la labor educativa tiene esencialmente un efecto protector, y se reduce a combatir las manifestaciones negativas en el comportamiento de los estudiantes, es decir, una de las tesis de la teoría pequeñoburguesa de la “educación gratuita” se implementa en la práctica: “La influencia educativa de los maestros comienza en tales casos, solo cuando después de que los discípulos obraron mal".

    Por tanto, solo podemos actuar cuando los niños han cometido una infracción. Entonces, los estamos malcriando. El autor no parece dudar de que están siendo educados correctamente. Me gustaría saber pues, para que se forman, cuáles son los objetivos de esta educación. En cuanto a los niños que no tienen mala conducta, su educación "procede" de nadie sabe dónde. Después de haber dedicado las tres cuartas partes del informe, a las deficiencias, el orador continúa con su credo positivo. Parece un credo muy virtuoso:  

    "Criar a los hijos significa inculcarles cualidades positivas (honestidad, veracidad, escrupulosidad, responsabilidad, disciplina, amor por el aprendizaje, actitud socialista hacia el trabajo, patriotismo soviético, etc.) y sobre esta base corregir sus defectos".

    En este dulce listado "científico", indica que está encantado, con todo, todo le gusta "etc." Dado que esta "cualidad positiva" está precedida por "patriotismo soviético", se puede esperar que siga con ese  "etc.", que tampoco está mal. Y qué sutileza en los conceptos: por un lado, la honestidad, por el otro, la conciencia, y entre ellos, rodeados de virtudes, como el algodón, está la veracidad. ¡La vista es extraordinariamente agradable! Qué lector no llora cuando escucha que el amor no se olvida, por primera vez, claro, para estudiar. ¡Y mira con qué diligencia está escrita la palabra "disciplina"! Y esto es grave, porque se enfrenta a una "responsabilidad".

    Pero la declaración es una cosa y el trabajo diario es otra. Aquí está el departamento de "consulta" Nº 3 de la "Educación comunista" durante el último año. La respuesta al camarada Nemchenko:

    “Cuando tienes que tener una conversación con un niño o adolescente sobre su violación de las normas internas de la escuela, sobre su comisión en un acto que es inaceptable para un estudiante, necesitas conducir esta conversación en un tono tranquilo y uniforme. El niño debe sentir que el maestro, incluso cuando aplica medidas de influencia, no lo hace por enojo, no lo considera como un acto de venganza, sino únicamente como un deber que el maestro realiza en interés del niño".

    ¿Cuál es el propósito de tal consejo? ¿Por qué un maestro debería actuar como un mentor desapasionado, hablando con una voz "plana"? ¿Quién no sabe que precisamente esos maestros, que no tienen nada detrás de su alma, excepto los "deberes", disgustan a los niños y precisamente su "voz tranquila" causa la impresión más repulsiva? ¿Qué rasgos de personalidad positivos deben nutrir ese desapego recomendado?

    Aún más interesante es la respuesta al camarada Pozdnyakov. Describe con colores bastante suaves, un caso en el que un maestro descubrió a un ladrón que le había robado tres rublos a un compañero. El maestro no le contó a nadie sobre su descubrimiento, pero habló con el que robó, en privado. “Ninguno de los estudiantes de la clase descubrió quién lo había robado, incluida la niña a la que le habían robado el dinero”. Según la "consulta", el alumno que cometió este acto se ha vuelto más diligente en su estudio y con excelente disciplina.

    El consultor está encantado:

    “Te acercaste a él con sensibilidad, no lo deshonraste frente a toda la clase, no le dijiste a su padre, y el niño agradeció esta sensibilidad ... Después de todo, no había necesidad de educar a los alumnos de tu clase sobre el acto de un chico que robaba dinero, ya a este chico le infligirías una herida interna difícil de evaluar".

    Vale la pena detenerse en este caso "Dadivoso", para descubrir cuán grande es su distancia con la educación comunista. En primer lugar, observemos que tal habilidad "sensible" es posible en cualquier escuela burguesa, cuando no tendría que haber nada nuestro, fundamentalmente cercano, a ella. Este es un caso común de moralización emparejada, cuando tanto el maestro como el alumno están en la posición de tete-a-tete. El consultor está seguro de que aquí se ha producido un acto parental positivo. Quizás, pero vuelvo a preguntar ¿bajo qué tipo de educación?
       
     
     
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    El objetivo de la educación - artículo de Anton Semiónovich Makárenko - agosto de 1937 Empty Re: El objetivo de la educación - artículo de Anton Semiónovich Makárenko - agosto de 1937

    Mensaje por lolagallego Sáb Abr 24, 2021 8:09 pm


    Echemos un vistazo más de cerca al niño, quien cuyo acto estaba oculto al colectivo. Según el consejero, es muy importante que el niño "aprecie esta sensibilidad". ¿No lo es? El niño se mantuvo consciente de su independencia de la opinión pública dentro de un colectivo, para él, el perdón cristiano del maestro fue decisivo. No sobrevivió a su responsabilidad con el equipo, su moralidad comienza a tomar forma, como en las granjas koljosianas, como hizo el maestro. Ésta no es nuestra ética. En su vida, el niño se encontrará con muchas personas. ¿Construirá su moral personal en combinación aleatoria con sus puntos de vista? Y si se encuentra con un trotskista, ¿qué métodos de resistencia pudiera desarrollar en tal encuentro? La enseñanza en su individual conciencia es, en el mejor de los casos, la impronta de que es una persona "buena", y en la mayor parte de sus acciones, actuará con un doble rasero social.

    Pero no es sólo el niño. También hay una clase, es decir, un colectivo, uno de cuyos miembros cometió robo. Según el consultor, "no había necesidad de educar a los alumnos de la clase sobre las acciones de un niño". Es extraño. ¿Por qué no es necesario?

    Hubo un robo en la clase, y el educador considera posible prescindir de la movilización de la opinión popular sobre este tema. Deja que la clase piense cualquier cosa, sospeche del robo a cualquiera de los alumnos, en última instancia, fomenta en la clase una total indiferencia ante tales casos. La pregunta al contrario es ¿dónde obtendrá nuestra población la experiencia de luchar contra los enemigos del colectivo, desde dónde les llegará la experiencia por su defensa y vigilancia, cómo aprenderá el colectivo a controlar al individuo?

    Ahora bien, si el docente debate el caso del robo a la consideración del colectivo -yo propongo aún más, a la decisión del colectivo- entonces cada alumno se enfrentaría a la necesidad de participar activamente en la lucha social, entonces el docente tendría la oportunidad para desplegar algún tipo de imagen ética frente a la clase, implicar en los niños los rasgos positivos de hacer lo correcto. Y todo estudiante que experimenta la emoción de tal decisión, y su condenación consiguiente, se sentiría atraído por esta vida basada una experiencia ética justa. Solamente dentro de tal ambiente colectivo, es posible una verdadera educación comunista. Solamente en este caso, tanto la clase al completo como en cada estudiante se llega a sentir la fuerza del equipo, la confianza en su corrección, a enorgullecerse de su disciplina y su honestidad. No hace falta decir que para llevar a cabo este tipo de operación requiere un gran tacto, y una gran habilidad por parte del educador.

    Con el análisis superficial de cada paso, podemos estar convencidos de que nuestro movimiento pedagógico en un caso particular, no está en la dirección de edificar una educación comunista, sino en cambio alternativo. Por tanto, en la formación de la personalidad, las pautas personales de conducta de cada ser, debemos estar sumamente atentos, y tener un sensible habilidad ideológica. Tiene que ser esta sensibilidad, el primer sello distintivo de nuestras calificaciones docentes.

    Además, siempre debemos recordar una circunstancia más, que es sumamente importante. No importa cuál integral nos parezca una persona, con una gran proyección. Los miembros siguen siendo un material educativo muy diverso, y el “producto” que consigamos también será diverso. Los rasgos de las personalidades, de forma colectiva e individual de nuestros objetivos educativos, forman un nexo muy anudado.

    El momento más peligroso es el miedo a esta complejidad, y a esta variedad de objetivos. Este miedo se puede manifestar de dos formas: la primera consiste en el deseo de diseñar a todos por el mismo patrón, comprimir a cada persona en una plantilla estándar, encuadrándoles en una serie estrecha de tipos humanos. La segunda forma de miedo, es el seguimiento pasivo de cada miembro, un intento desesperado de hacer frente a los millones de alumnos, con la ayuda del enfoque disperso de "que cada persona es individualmente diferente". Ésta es la hipertrofia del enfoque "individual".

    Ambos miedos no son de origen soviético, y la pedagogía, guiada por estos miedos, no es un nicho para nuestra educación soviética: en el primer caso, se acercará a las antiguas normas estatales de la burguesía, en el segundo caso, a la pedología.

    Una tarea organizativa digna de nuestra era y de nuestra revolución, sólo puede ser la creación de un método que, siendo general y unificado, permita a la vez que cada individuo desarrolle sus propias características, para preservar su individualidad. Tal tarea sería absolutamente insoportable para la pedagogía si no fuera por el marxismo, que hace mucho tiempo resolvió el problema de lo individual y lo colectivo.

    Es bastante obvio que, comenzando a resolver nuestro particular problema pedagógico, no debemos filosofar con picardía. Solo necesitamos comprender bien la posición de la nueva persona en la nueva sociedad. La sociedad socialista se basa en el principio de la colectividad. No tendríamos personalidades solitarias, ahora bastante comunes en forma de granos, pero luego se convertirán en polvo al borde de la carretera, cuando vayan convirtiéndose en miembros del colectivo socialista.

    En la Unión Soviética no puede haber personalidades fuera del colectivo y, por tanto, no puede haber un destino personal aislado, y un camino, una felicidad personales, opuestos al destino y a la felicidad del colectivo.

    Hay muchos colectivos de este tipo en la sociedad socialista: el amplio público soviético está integrado enteramente en tales colectivos, pero esto no significa en absoluto que el maestro esté exento del deber de buscar, y encontrar formas colectivas perfectas en su trabajo. El colectivo escolar, célula de la sociedad infantil soviética, debe convertirse en primer lugar en el objeto del trabajo educativo. Al educar a un individuo, debemos pensar en educar a todo el equipo. En la práctica, estas dos tareas se resolverán solo de manera conjunta, y así crear una impronta primordial. En cada momento que impactemos en la conciencia personal de cada uno, estaremos impactando necesariamente en el colectivo.

    Y, a la inversa, toda nuestra labor con el colectivo será necesariamente imbuída en la educación de cada miembro que forma parte del colectivo. En general, estas disposiciones se conocen en esencia. Pero en nuestra literatura, no han ido acompañados de textos de estudio precisos, del paso primordial a lo colectivo. Se necesita una investigación especial en este campo.

    El colectivo, que debe ser el primer objetivo de nuestra educación, debe tener cualidades completamente definidas, claramente derivadas de su carácter socialista. En un artículo breve, puede ser que sea muy dificil enumerar todas estas cualidades, así pues señalaré las principales.

    A. El colectivo une a las personas no solo en un objetivo común y en un trabajo común, sino también en la organización colectiva general de cada trabajo. El objetivo general, no es una coincidencia accidental de actos dispersos, como ir en un tranvía o a un teatro, sino precisamente un objetivo de todo el colectivo. La relación entre el objetivo general y el particular, no es una relación de opuestos, sino sólo la relación de lo general (y por lo tanto de lo mío) con lo personal, que, si bien sigue siendo propia, resumirá especialmente la identificación con lo general.

    Cada acción de un estudiante individual, cada uno de sus éxitos o fracasos debe considerarse como aciertos y fracasos dentro del contexto de una causa común, en beneficio de unos objetivos comunes. Esta lógica pedagógica debería impregnar literalmente todos los días escolares, en todas la experiencias del colectivo.

    B. El colectivo es una parte de la sociedad soviética, vinculado orgánicamente con todos los demás colectivos. Él tiene la primera responsabilidad con la sociedad, tiene el primer derecho con todo el país, solo a través del colectivo cada uno de sus miembros aporta a la sociedad. De ahí, se desarrolla la disciplina soviética. Y en este caso específico, cada alumno comprenderá los intereses del colectivo, los conceptos de la lealtad y el honor. Sólo con tales instrumentos, es posible combinar la armonía de los intereses personales y los comunes, nutrir de ese sentido del honor, que de ninguna manera se asemeja a la vieja ambición del arrogante violento.

    C. Lograr las metas del colectivo, el trabajo común, ser leales y defender el equipo, no puede convertirse en un juego de caprichos aleatorios de individuos. El colectivo no es una multitud. El colectivo es un organismo social, por tanto, cuenta con órganos de gobierno y coordinación autorizados, en primer lugar, a representar los intereses del colectivo y de la sociedad.

    La experiencia de la vida colectiva, no es solo la experiencia de estar cerca de otras personas, es una experiencia muy compleja de movimientos colectivos con propósitos determinados, entre los cuales el lugar más destacado lo ocupan los principios de orden, discusión, sumisión a la mayoría, subordinación. de camarada a camarada, responsabilidad y coherencia. Así se abren perspectivas amplias y brillantes para el trabajo docente en las escuelas soviéticas.

    El docente está llamado a crear esta organización ejemplar, preservarla, mejorarla, trasladarla al nuevo profesorado. No instruyendo de una forma moralizante, sino con liderazgo discreto y sabio, por el crecimiento correcto del método colectivo: esta es su vocación.  

    D. La idea colectiva soviética de la vida, es la posición de principio de la unidad mundial de la clase trabajadora. Esta no es solo una asociación corriente entre personas, es parte fundamental del frente de lucha de la humanidad por la revolución mundial. Todas las declaraciones anteriores colectivas no serán oídas, si un seguidismo distante en la lucha histórica que vivimos, no se imbrica en la vida de cada compañero. Por esta idea, todas las demás cualidades del colectivo se unen y se cultivan. El colectivo debe tener siempre, literalmente a cada paso, las imágenes de nuestra lucha, debe sentir siempre las enseñanzas de vanguardia del Partido Comunista, llevándonos a la verdadera felicidad.

    Todos los pequeños detalles del desarrollo de cada carácter personal, derivan de su apoyo al colectivo.

    Egresaremos de nuestras escuelas, miembros enérgicos e ideológicos por la sociedad socialista, que sean capaces de encontrar el criterio correcto para la acción personal en cada momento de sus vidas sin dudarlo, y capaces al mismo tiempo de exigir un comportamiento correcto a los demás. Nuestro alumno, quienquiera que sea, nunca puede aparecer en la vida como portador de algún tipo de perfección personal, solamente, como un miembro honrado y cumplidor. Actuar siempre, en primer lugar, como miembro de su colectivo, como miembro de nuestra sociedad, responsable de las acciones propias, sino también de sus compañeros.

    Particularmente importante es el área de disciplina, en la que los educadores más hemos errado. Hasta ahora, tenemos una visión de la disciplina como uno de los muchos atributos para un educando, y a veces solo como un método, a veces solo como una forma. En una sociedad socialista, libre de cualquier fundamento moral de otro mundo, la disciplina no se convierte en una categoría técnica, sino necesariamente ética. Por tanto, la disciplina inhibidora es absolutamente ajena a nuestro colectivo, que ahora, por algún malentendido, se ha convertido en el alfa y omega de la sabiduría educativa de muchos maestros. La disciplina, expresada solo en normas prohibitivas, es la peor tipo de educación dirigista en la escuela soviética.

    Nuestra sociedad escolar tiene que aprender la disciplina que hay en nuestro partido, y en toda nuestra sociedad, la disciplina de avanzar y superar los obstáculos, especialmente los que hay en las personas dirigentes. En un sólo artículo de periódico, es bastante difícil presentar la imagen pormenorizada de los contrastes de la educación de cada alumno, pues esto requiere un estudio especial.

    Obviamente, nuestra sociedad y nuestra revolución, proporcionan continuamente los datos más completos para dicha investigación. Nuestra pedagogía llegará necesaria y rápidamente a la formulación de metas, en cuanto abandone la inercia en relación con la influencia adquirida de la pedología.

    Y en nuestra práctica, en el trabajo diario del aprecio de nuestros maestros por el trabajo bien realizado, incluso ahora, a pesar de todos los eructos pedológicos, la idea de publicitar sus hechos ejemplares, se defiende activamente.

    Todo buen pedagogo, todo profesor honesto, ve ante sí mismo un gran objetivo político de educación de clase para cada trabajador, y lucha duro para lograrlo. Esto por sí, explica el éxito verdaderamente mundial de nuestro trabajo social y educativo, que ha creado una generación tan maravillosa: nuestra juventud.

    Tendrá que ser más avanzado el pensamiento ideológico, para que vaya aportando su huella tras estos exitos.

    agosto de 1937




    Notas:

    1. El artículo fue escrito en agosto de 1937, publicado en el periódico "Izvestia" el 28 de agosto de 1937. La cuestión de los objetivos de la educación fue considerada en detalle por A. S. Makarenko también en los materiales del libro "Experiencia de métodos de organización del proceso educativo" (colección de A. S. Makarenko, Obras pedagógicas, publicado por APN RSFSR, 1948.)

    2. Estamos hablando de una de las áreas influyentes de la pedagogía burguesa, que comenzó a desarrollarse en los años 80, del siglo XIX. Los representantes de esta tendencia afirmaron que están fuera de la política y utilizan datos aleatorios (experimentales) estrictamente científicos. De hecho, los líderes de la pedagogía experimental pusieron el método experimental al servicio de la burguesía imperialista. En particular, hicieron pasar por ciencia la teoría difamatoria de que los hijos de la burguesía son más dotados que los hijos de los trabajadores. La pedagogía "experimental" fue la base de la pseudociencia de la pedología.

    3. Herbart Johann Friedrich (1776-1841) desarrolló una teoría de la educación que era marcadamente reaccionaria. Apoyándose en la psicología idealista, Herbart argumentó que la enseñanza resuelve todos los problemas de la educación. La pedagogía soviética combina la educación educativa genuina con otras formas de educación (trabajo social, participación en la vida del colectivo, actividades extracurriculares).  

    4. "Poema Pedagógico" y su continuación "Banderas en las torres", están disponibles en el Foro para su descarga.
       
     
       
       
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    Mensaje por lolagallego Sáb Abr 24, 2021 8:11 pm


    Hay en el Foro algunos textos del pedagogo soviético Anton Semiónovich Makárenko, fácilmente localizables con el Buscador.




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