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    El feminismo y la Segunda Guerra Mundial - artículo del blog Communia - publicado en mayo 2021

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    Mensaje por lolagallego Lun Mayo 03, 2021 9:07 pm


    El feminismo y la Segunda Guerra Mundial

    publicado por el blog Communia de la organización Emancipación - mayo 2021

    ▬ 3 mensajes


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    «Rosie la remachadora». Cartel de reclutamiento femenino para la producción de guerra estadounidense durante
    la segunda guerra imperialista mundial, reivindicado como símbolo de afirmación de las mujeres por el feminismo.
     
     
    No es casualidad que uno de los símbolos más perdurables del feminismo sea un cartel de reclutamiento femenino para la producción de guerra. Reproducido hoy hasta la nausea por todo tipo de grupos feministas, Rosie la Remachadora tiene incluso un tema musical. Es la encarnación femenina de un esfuerzo de guerra cuya propaganda incluyó mujeres como nunca antes porque nunca antes la incorporación femenina a la matanza había tenido una dimensión similar. En la reorganización de la sociedad entera para maximizar el número de soldados disponibles para la matanza, las mujeres de la pequeña burguesía vieron pronto una posibilidad única de ascenso social.

    En los años cuarenta hubo que pensar en otra guerra mundial… Las mujeres tuvieron trabajos sustanciales por primera vez en varias décadas. Verdaderamente necesitadas por la sociedad en toda su capacidad, se les concedió temporalmente la condición de seres humanos, condición opuesta a la femenina. De hecho, las feministas se ven obligadas a acoger las guerras como su única oportunidad. - SHULAMITH FIRESTONE, FUNDADORA DEL FEMINISMO RADICAL

    En este artículo:

    El papel de las mujeres en el esfuerzo de guerra de EEUU
    La pequeña burguesía femenina y la movilización para la guerra
    La posguerra y la evolución del papel de la mujer pequeñoburguesa
    El feminismo como parte del argumentario ideológico de la Guerra Fría
    La revolución sexual y la destrucción de la familia pequeñoburguesa tradicional
    El feminismo y la guerra
       
     
    El papel de las mujeres en el esfuerzo de guerra de EEUU

    La segunda guerra mundial imperialista fue la guerra más destructiva de la historia. Exigió un suministro mucho mayor de carne de cañón. La producción de guerra superó con creces la de la guerra anterior.

    La burguesía estadounidense no solo necesitó colocar un uniforme y mandar al matadero a buena parte de la clase trabajadora -al final de la guerra el ejército de EEUU tenía bajo su mando a 12 millones de personas– sino también una nueva masa de mano de obra con la que suplir la sangría sufrida por los trabajadores y desarrollar la producción de guerra.

    Para lograrlo, el gobierno decidió hacer dos cosas sin precedentes hasta entonces:

    Eliminar la prohibición de alistarse en el ejército de las mujeres.
    Una campaña masiva de reclutamiento de mujeres para industrias militarizadas, de modo que los varones que normalmente trabajaban en esas industrias estuvieran disponibles como carne de cañón. Las protecciones laborales, incluidas aquellas que eran aplicables sólo a mujeres, también se suspendieron durante la guerra.
    Las mujeres ganaron el derecho a trabajar para el ejército y a obtener un estatus militar. El papel de estas mujeres del ejército consistía en realizar los trabajos militares no relacionados con el combate directo. De este modo, los varones que antes hacían estos trabajos podían pasar a convertirse en soldados de combate.

    En 1942 se formó el Cuerpo Auxiliar del Ejército Femenino (WAAC), la Armada estableció Las Mujeres Aceptadas para el Servicio de Emergencia Voluntario (WAVES), y la Guardia Costera formó el Sempter Paratus, Always Ready (SPAR). Un año después, se crearon las Mujeres Pilotos de Servicio de la Fuerza Aérea (WASP) y un cuerpo femenino de la infantería de marina. Aunque en un principio el WAAC no tenía un estatus militar, lo adquirió en 1943 y pasó a llamarse Cuerpo Femenino del Ejército (WAC). Ese era el principal objetivo y mérito de las divisiones militares femeninas.

    La pequeña burguesía femenina y la movilización para la guerra

    La creación de las divisiones militares femeninas ofreció una vía de ascenso social a las mujeres de la pequeña burguesía. En 1942, la directora de la WAAC, en un discurso a las primeras oficiales de las divisiones militares femeninas declara:

    Sois las primeras mujeres del servicio… No lo olvidéis nunca… Habéis renunciado a hogares confortables, a puestos muy remunerados, al ocio. Os habéis quitado la seda y os habéis puesto el caqui. Y todo por la misma razón: tenéis una deuda y una cita. Una deuda con la democracia, una cita con el destino. - OUR MOTHERS’ WAR: AMERICAN WOMEN AT HOME AND AT THE FRONT DURING WORLD WAR II. EMILY YELLIN

    El gobierno también se dio cuenta de que la reorganización de la industria para la guerra implicaba también cubrir los cargos directivos y profesionales. Por eso había que iniciar una campaña masiva para reclutar no sólo a trabajadoras, sino a una cantidad relevante de mujeres pequeñoburguesas.

    La obsesión por multiplicar el número de mujeres ingenieras y despertar vocaciones entre las niñas no es una novedad de ahora, sino producto de las necesidades de la militarización de las fabricas bajo las condiciones de la guerra mundial.

    La movilización puso de manifiesto una tensión material entre las aspiraciones de la pequeña burguesía femenina y la necesidad de la pequeña burguesía en su conjunto de mantener la cohesión de la familia. Esta tensión venía empeorando con propios remedios. Durante la Gran Depresión, la lucha contra los límites legales al trabajo de las mujeres casadas se había hecho en nombre de la preservación de la familia pequeñoburguesa. Sin embargo, la abolición de las prohibiciones amplió las posibilidades de las mujeres pequeñoburguesas para liberarse de las cadenas de la familia tradicional.

    El gobierno, consciente de la resistencia que podía generar este empoderamiento de las mujeres poseedoras en la administración e intendencia de la matanza, argumentó una y otra vez que era una situación temporal con puestos temporales que serían ocupados de nuevo por los varones al regresar del frente. Difundieron todo tipo de propaganda para lograrlo. Y el mensaje era claro en todas y cada una de ellas: Las mujeres que hacen estos trabajos sólo lo hacen para contribuir al esfuerzo bélico. Una vez terminada la guerra, volverán felizmente al hogar.

    El mismo mensaje estaba presente en la propaganda orientada a reclutar mujeres para el ejército. Las propias mujeres en todas las películas de reclutamiento repetían lo mismo una y otra vez para que no quedara duda: se trataba de liberar a los varones de las obligaciones distintas del combate.
     
    Pero no sería tan fácil frenar las aspiraciones de la pequeña burguesía femenina. Al fin y al cabo, las mujeres pequeñoburguesas pudieron avanzar mucho durante la guerra. El número de mujeres que obtuvo cargos en la Universidad se triplicó durante la guerra mundial y, según Margaret Rossiter, constituyó su principal contribución al esfuerzo bélico.

    Además, muchas de ellas entraban en las universidades para cubrir la demanda de personal para los cursos militares que formaban parte del Programa V-12 de la Marina y del Programa de Formación Especializada del Ejército (ASTP).

    Se puede observar ya un cambio cultural con la creación de Wonder Woman en 1941, una superheroína patriótica, cazadora de nazis y miembro del Cuerpo Femenino del Ejército (WAC). Wonder Woman, a diferencia de Rosie la Remachadora, no era una heroína temporal… tenía poderes que superaban los de muchos de los personajes varones de la Liga de la Justicia y era, sobre todo, una patriota que luchaba a tiempo completo y de modo permanente.

    La posguerra y la evolución del papel de la mujer pequeñoburguesa

    El relato típico del período que siguió a la Segunda Guerra Mundial asegura que, al igual que la Primera, generó una riqueza increíble para la nación estadounidense de la que todas las clases se beneficiaron.

    Sin embargo, la versión feminista de la historia de la posguerra contrapone que aunque las mujeres habían demostrado su valía durante el esfuerzo bélico, se vieron obligadas a volver al hogar en el momento en que descubrieron sus propias capacidades.

    Para el feminismo, la posguerra, especialmente los años 50, fue un periodo reaccionario porque obligó a las mujeres pequeñoburguesas a volver a los hogares… no porque fuera el período durante el que el capital nacional disfrutó de los beneficios de la guerra más devastadora de la historia, ni porque la nación defendiera sus logros atacando sin reparo a los trabajadores y a su movimiento.

    No, para el feminismo el problema es que las mujeres pequeñoburguesas no estaban siendo suficientemente apreciadas por la nación a pesar de haber demostrado su dedicación a la misma.

    Pero la verdad es que las prohibiciones laborales para las mujeres casadas no se reinstauraron después de la Segunda Guerra Mundial, y en lugar de despedirlas cuando se casaban, las empresas les ofrecían trabajo a tiempo parcial. Es más, se animaba a las mujeres casadas con posibilidades de inversión a fundar sus propios negocios.

    A diferencia de lo que las feministas pretenden hacernos creer, la posguerra fue el periodo en el que más progresaron las mujeres pequeñoburguesas de EEUU.

    En 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba llegando a su fin, el gobernador de Nueva York, Thomas Dewey, puso en marcha una ingeniosa estrategia para la recuperación económica y la reconversión de la posguerra. El programa, que se centraba en las pequeñas empresas como la clave de la futura prosperidad del estado, pretendía impulsar nuevas empresas ofreciendo una serie de servicios de formación y asesoramiento a los aspirantes a empresarios.

    Sin embargo, lo que hizo que el esfuerzo del gobernador Dewey fuera especialmente novedoso fue su extensión a las mujeres. En junio de 1945, el gobernador estableció un Programa de Mujeres y un Consejo de Mujeres dentro del Departamento de Comercio, encargados de alentar y ayudar a las mujeres propietarias de negocios a lanzar empresas independientes…

    A través del Programa para Mujeres, el gobernador Dewey esperaba resolver a la vez varios problemas acuciantes de la posguerra. En primer lugar, podría ayudar a las mujeres que sustituían en tiempos de guerra los trabajos de los soldados que ya regresaron, al proporcionar a estas mujeres una salida alternativa para sus nuevos impulsos empresariales.

    En segundo lugar, las pequeñas empresas o los negocios en el hogar podrían abordar las cargas económicas y familiares conjuntas de las mujeres casadas cuyos maridos no regresaron de la guerra o volvieron demasiado dañados para trabajar. En tercer lugar, al tratar de restablecer las 100.000 pequeñas empresas que se perdieron durante la guerra, el Estado buscó la ayuda de las mujeres… Como resultado directo de las clínicas para empresas y los servicios relacionados con el programa, en 1951 más de 11.000 mujeres habían creado nuevos negocios en Nueva York. […]

    Desde 1945 hasta mediados de la década de los cincuenta, la publicidad a escala nacional y la presión de las mujeres hicieron que otros 20 estados adoptaran variaciones del modelo de las clínicas para pequeñas empresas de Nueva York. - TOWARD A NEW HISTORY OF THE POSTWAR ECONOMY: PROSPERITY, PREPAREDNESS, AND WOMEN’S SMALL BUSINESS OWNERSHIP
       
     
     
     


    Última edición por lolagallego el Lun Mayo 03, 2021 9:13 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por lolagallego Lun Mayo 03, 2021 9:11 pm


    Significativamente, estas políticas también ayudaron a las mujeres negras de la pequeña burguesía a ascender socialmente. Es decir, las condiciones que propiciaron tanto la segunda ola del movimiento feminista como el Movimiento por los Derechos Civiles se plantaron en la posguerra.

    El número de mujeres profesionales, especialmente en el ámbito académico, creció de forma significativa. La cultura también se transformó para adaptarse a estos cambios.

    Mientras que en las películas de los años 30, como La profesión de Ann Carver, la mujer profesional y rica acaba dándose cuenta de que su verdadero papel está en el hogar y acaba renunciando a su carrera, las mujeres de las películas de ciencia ficción de los años 50 nunca abandonan sus carreras y se enamoran de los varones que aceptan sus ambiciones profesionales. Es la época en la que la pequeña burguesía estadounidense abandona viejos tabúes sexuales como el que hace vergonzoso a los solteros el sexo antes del matrimonio.

    El feminismo como parte del argumentario ideológico de la Guerra Fría

    Si la Segunda Guerra Mundial no había bastado para que la pequeña burguesía abandonara el culto a la domesticidad de una vez por todas, la Guerra Fría acabó de impulsar el cambio cultural. Una vez más, el feminismo entendió que el camino de la promoción de la mujer pequeñoburguesa pasaba por enmarcar sus aspiraciones en el argumentario ideológico de la guerra imperialista que se oteaba en el horizonte.

    En 1950, cuando Estados Unidos entró en la Guerra de Corea, la BPW (Business and Professional Women’s Foundation) prometió su apoyo inmediatamente y sus dirigentes no tardaron en participar en diversos foros, conferencias y programas para fortalecer el mundo libre contra los peligros del comunismo. En 1953, la junta directiva de la federación adoptó por unanimidad una Declaración de Principios que reconocía los peligros que amenazan a nuestra democracia desde dentro y desde fuera, y pedía a los miembros que organizaran sus programas y esfuerzos para combatir el comunismo y otras formas de propaganda totalitaria. Algunos años más tarde, la BPW publicitó su panfleto, El papel de las mujeres en la lucha contra el comunismo.

    Para las líderes de la BPW, el apoyo a la Guerra Fría no implicaba la contención de las mujeres dentro del hogar. Por el contrario, la BPW utilizó explícitamente la Guerra Fría para promover la participación de las mujeres en el ámbito público. Utilizando los argumentos articulados durante la Segunda Guerra Mundial, la federación vinculó la mejora de la seguridad nacional con una mayor participación de las mujeres en el gobierno y los negocios…

    La Guerra Fría también resultó útil en los esfuerzos de la BPW en favor de la Enmienda de Igualdad de Derechos. Así como los líderes de los derechos civiles de los afroamericanos señalaron el racismo que socavaba la democracia estadounidense y avergonzaba a los Estados Unidos en el ámbito internacional, los líderes de la BPW señalaron las desigualdades legales basadas en el género que desmentían las afirmaciones de los Estados Unidos sobre la igualdad de derechos para todos… En 1956 Hazel Palmer, la presidenta nacional de la BPW expresó el argumento sin rodeos:

    El prestigio de los Estados Unidos es atacado por Rusia con el argumento de que no concede a sus mujeres la igualdad de derechos legales. Si nuestra Constitución contuviera la Enmienda de Igualdad de Derechos, los Estados Unidos no se verían en la situación de respaldar este principio en teoría pero ser incapaces de ponerlo en práctica.

    En esta línea de argumentación, la victoria de la Guerra Fría no dependía de mantener el papel doméstico de las mujeres, sino de promover la igualdad de derechos. - RETHINKING COLD WAR CULTURE

    Y no fue sólo la BPW, muchos otros grupos feministas acabaron vinculando los objetivos feministas al argumentario de la Guerra Fría. Treinta y ocho organizaciones se unieron en una conferencia de mujeres en 1950 para formar una organización paraguas para movilizar y utilizar la fuerza de las mujeres para las necesidades de seguridad nacional.

    Si la Enmienda de Igualdad de Derechos se hubiera aprobado en ese momento, habría eliminado todas las protecciones laborales y legislación específicas para las mujeres que se aplicaban a las industrias no cubiertas por la Ley de Normas Laborales Justas de 1938. Las mujeres obreras hubieran sufrido inmediatamente las condiciones endurecidas de explotación que se aplicarían en la década siguiente. Pero eso no iba a conmover a un feminismo que veía prosperar una capa femenina en la pequeña burguesía corporativa.

    En 1957, el Comité Presidencial de Científicos e Ingenieros recomendó romper las barreras de empleo para las mujeres en la ciencia, la ingeniería y los campos técnicos. - RETHINKING COLD WAR CULTURE

    Todo ello culminaría con la creación de comisión presidencial creada por el Presidente Kennedy en 1961. Como hemos comentado en un artículo anterior, esta misma comisión, que tenía como objetivo la incorporación de las mujeres a la Guerra Fría, dio lugar a la creación de una organización que iba a desempeñar un papel crucial en la segunda ola del feminismo, la National Organization for Women (NOW)… es decir, la segunda ola del feminismo es un resultado directo de la Guerra Fría. El ascenso del feminismo siempre ha estado ligado a la implantación social de las exigencias bélicas del imperialismo.

    La revolución sexual y la destrucción de la familia pequeñoburguesa tradicional

    Como ya hemos discutido, el feminismo de la llamada segunda ola tampoco se puede separar de la llamada revolución sexual de los sesenta que marcó un cambio significativo y doloroso para las familias de la pequeña burguesía estadounidense.

    Las viejas prácticas de contratación estaban pensadas para mantener la estructura tradicional de las familias pequeñoburguesas. Por eso, establecer la igualdad de derechos de ambos sexos a tener una carrera, a poseer un negocio, sin importar su estado civil, supuso el socavamiento de la familia tradicional. El derecho a abortar, reivindicado por el feminismo de NOW, fue el último clavo en el ataúd.

    Uno podría llegar a pensar que la lucha del feminismo debería haber terminado aquí. Pero no. La mujer pequeñoburguesa tuvo que establecerse en un mundo al que había llegado tarde. La revolución sexual, además, no fue liberadora en el sentido real. Destruyó la intimidad en cualquier sentido de la palabra, como se puede ver en la cultura de la Nueva Izquierda de los años 60.

    Para los activistas de la Nueva Izquierda, acostarse con otros militantes era una forma más de establecer vínculos políticos. El sexo formaba parte de la política… y viceversa. Por eso ninguna mujer ambiciosa de la Nueva Izquierda quería que la llamaran mojigata… no era sólo una ofensa personal, sino que significaba que iba a quedarse fuera de los pequeños círculos del poder político en la universidad o los entornos militantes.

    El resultado: una cultura perversa en la que las mujeres solían acostarse con los líderes de los grupos izquierdistas para conseguir puestos de liderazgo. Era la costumbre, por ejemplo, en el SDS (Students for a Democratic Society), el grupo más emblemático del momento. Por eso el feminismo radical -producto de la Nueva Izquierda- no podía hacer otra cosa que afirmar que lo personal es político.

    Para el feminismo surgido de la eclosión pequeñoburguesa de los sesenta, negar el sexo, hacerse lesbiana-política (tener sexo solo con otras mujeres aunque no entrara en las preferencias personales) o incluso descuidar la apariencia personal representaban actos políticos. Es decir, la forma en que las feministas se resistieron a ser tratadas como objetos sexuales por los varones activistas no podía sino reforzar la destrucción de la línea entre lo íntimo (personal) y lo político. La revolución sexual no implicó la fraternidad ni la igualdad entre los sexos de la pequeña burguesía… sino que, por el contrario, fomentó la desconfianza y la competencia.

    Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con el feminismo y la guerra? ¿No están todos esos grupos vinculados de una manera u otra a las protestas contra la guerra en Vietnam? ¿No fue el feminismo fundamental para sacar a EEUU del conflicto?

    En realidad, EEUU movilizó relativamente pocos soldados en la guerra de Vietnam. En el conjunto del conflicto no llegó a medio millón. No necesitó modificar la estructura productiva, el orden fabril ni movilizar en masa a la población. Durante ese periodo solo 11.500 mujeres de las más de 265.000 con las que contaba el ejército estadounidense pasaron por Vietnam. La movilización de mujeres, en su gran mayoría estudiantes, contra la guerra nunca representó una forma mínimamente subversiva de enfrentar la movilización militar ni la producción de guerra.

    Así que no se puede decir que la oposición de los grupos feministas representara una ruptura entre el feminismo y el estado a ningún nivel relevante. Tampoco políticamente. El rechazo de la guerra por la juventud pequeñoburguesa del momento no la acercó ni por un momento a la clase trabajadora ni a dotarse de un programa de lucha real contra el capitalismo.

    Muy simbólicamente, uno de los primeros gestos feministas del gobierno Clinton -que representó la llegada a la dirección demócrata de aquella generación de cuadros universitarios formada en la nueva izquierda y el feminismo de la segunda ola- fue inaugurar en Washington el monumento oficial a las mujeres que formaron parte del ejército estadounidense en Vietnam.
       
     
     
     
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    Mensaje por lolagallego Lun Mayo 03, 2021 9:12 pm


    El feminismo y la guerra

    Las guerras imperialistas han impulsado el feminismo al mismo tiempo que lo han hecho más totalitario y destructivo. A medida que el feminismo crece en influencia y fuerza, sus garras alcanzan cada vez más aspectos de nuestras vidas en los que busca afirmarse para garantizar un papel dentro del capitalismo y un trozo del capital nacional a las mujeres de la pequeña burguesía.

    Todo está supeditado a este objetivo: dentro de las clases dirigentes afirmar nuevos espacios de poder y eliminar competencia; hacia los trabajadores, dividirnos en dos para afirmar liderazgos feministas y presentar como liberador el ascenso al poder corporativo de una nueva generación de explotadoras.

    Como vemos con herramientas feministas inmediatamente adoptas por el estado como la brecha de género, lejos de promover la igualdad real entre varones y mujeres en el puesto de trabajo, utiliza la desigualdad entre clases para vendernos el ascenso a nuevas cotas de poder para la facción femenina de las clases burguesas… El feminismo solo deja de establecer lindes y divisorias… para mandar a los trabajadores de ambos sexos al matadero. Por eso vemos ahora cómo el feminismo habla de lo estupendo que sería que la conscripción en el ejército incluyera a las mujeres.

    Luchar contra el militarismo y luchar contra la división artificial por sexos y su utilización para dividir nuestra capacidad de respuesta como clase pasa hoy por enfrentar al feminismo. Es una lucha que sólo podemos ganar si hacemos precisamente lo que el feminismo no quiere que hagamos: luchar juntos como trabajadores superando todas las falsas divisiones con las que la clase dominante intenta dividirnos, desde el sexo a la nacionalidad. Sólo así podremos parar las guerras a las que nos quieren llevar.
     
     
     
     

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