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    Qué es el Vaticano;;;;

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    Gran camarada
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    Mensaje por stefano Lun Jul 26, 2010 9:54 pm

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    ¿Qué es el Vaticano?

    Por: Javier Sánchez

    l Vaticano no es un Estado. No tiene ninguno de los atributos ni
    características clásicas de un Estado: Carece de territorio propio (es parte
    de Italia), no hay ciudadanos vaticanos (cada cuál tiene pasaporte de alguna
    otra nación. Hasta el propio papa viaja con pasaporte Italiano), su ejercito
    es de guardias Suizos, no se le reconoce como nación en el seno de las
    Naciones Unidas. No pertenece ni al "primer mundo", ni al "segundo" ni al
    "tercero".

    ¿Que es entonces? ¡Muy sencillo! Es una empresa transnacional que comercia
    con intangibles a futuro. Ahora que se viene señalando con índice de fuego
    el papel tenebroso que juegan las empresas transnacionales en el
    sostenimiento de gobiernos gorilescos y en el derrocamiento de los regímenes
    democráticos, es oportuno enfocar la atención sobre esta empresa
    transnacional que es el Vaticano, que no solamente es la más antigua del
    mundo, sino la mejor organizada. Al igual que la ITT, la Shell, la United
    Fruit, la Standard Oil, la Coca-Cola y todas las demás empresas
    transnacionales, tiene sucursales en muchos países del mundo y una pirámide
    de funcionarios y empleados, de diferentes nacionalidades, que le juran
    lealtad exclusiva. Un ejemplo de lo que significa para cualquier compañía
    transnacional el patriotismo lo vimos en el conflicto de Medio Oriente, en
    1974, cuando la Standard Oil, supuestamente norteamericana, se rehusó a
    proporcionar combustible a la flota norteamericana del Mediterráneo, sí no
    se le compraba al precio que ella exigía.

    Las transnacionales no tienen patria, únicamente intereses. Puesto que no
    tienen tampoco "pueblo", están liberadas de cualquiera preocupación
    democrática o de co-gobierno. La organización es monolítica, con líneas
    verticales de mando que se inician en el vértice de la pirámide, con un
    presidente y una Mesa Directiva, electos por la asamblea de accionistas y
    desciende, a través de órganos consultivos y ejecutivos, hasta los gerentes
    nacionales y los simples expendedores del producto. En la empresa vaticana,
    el "papa" es el electo por la asamblea de accionistas (el colegio de
    cardenales), los gerentes nacionales son los arzobispos, los regionales son
    los obispos y los concesionarios para la venta de la mercancía son los
    curas. Pero, hablemos un poco sobre esta mercancía, porque de ahí se derivan
    muchas de las peculiaridades de la empresa vaticana.

    El artículo que viene exportando al mundo durante los últimos dieciocho
    siglos es, ya lo dijimos, un "intangible a futuros". Esto no es muy raro que
    digamos. Los bancos, las financieras y las compañías de seguros manejan
    intangibles. Las acciones de la bolsa de valores, los certificados de
    crédito, las cédulas hipotecarias, los billetes, los seguros de vida, todos
    estos son valores intangibles. Se llaman así porque no podemos ver, ni
    palpar, ni usar el bien material que se supone está por el papel que tenemos
    en la mano. Por ejemplo, un seguro de vida, por el cuál estamos pagando una
    prima anual ¿Qué es? Una simple promesa de la compañía de seguros de que,
    cuando muramos, le entregarán a nuestros seres queridos una cierta cantidad
    de dinero. Esta promesa es valiosa para nosotros y por eso pagamos la prima;
    pero no podemos tocar en este momento el dinero, ni usarlo, ni palpar los
    objetos materiales que pueden comprarse con él... el artículo que estamos
    adquiriendo es una simple promesa... es un "intangible a futuros".

    El producto que vende la empresa vaticana se llama SALVACION EN LA OTRA
    VIDA. Cae dentro el ramo de los seguros de vida, con la modalidad de que no
    ofrece pagar a los deudos sino directamente al asegurado; pero en la otra
    vida. El artículo no es nuevo. Fue inventado hace más de 10.000 años; pero
    la novedad de la patente; la marca comercial, los membretes y símbolos,
    registrados hace 2,000 años, le dan su fisonomía actual. El pobre inventor
    de estas modificaciones, como siempre sucede, murió en la desgracia. Otros
    se han encargado de explotarla. La venta se hace a plazos semanales, libres
    de impuestos, empezando desde el primer día que el niño (sin siquiera
    saberlo) va al centro de propaganda, que es la iglesia de su barrio, y allí
    deposita una monedita. Como el monto de la retribución en la otra vida es
    proporcional a las aportaciones (menos las deducciones por mala conducta),
    se deja a cada quien la libertad de decidir cuánto invierte: ¡Allá él!

    El comercio de intangibles depende fuertemente de factores psicológicos. Por
    principio de cuentas, el cliente necesita estar convencido de que el
    artículo existe en realidad, aunque no pueda verlo, ni tocarlo para
    comprobar objetivamente este aserto. Para esto se necesita fe. Fe en la
    calidad del artículo, fe en que le será entregado, fe en la solvencia moral
    de la empresa, fe en su personal. Mientras más irracional, absurdo y raro
    sea lo que se promete al consumidor, más fe necesita para desear adquirirlo
    y la empresa vaticana, para vender su producto, ha tenido que llegar al
    extremo de pedir a sus clientes que tengan fe ciega; que se pongan tapa en
    ojos y orejas para no ver ni escuchar a la razón ni al sentido común. Que
    sean mansos corderitos y no discutan... que sólo compren, compren y compren.

    En realidad, el mayor peligro para el prestigio del producto y su consumo
    masivo ya no proviene de otros competidores. Ciertamente, en el pasado, la
    empresa vaticana sostuvo guerras sangrientas contra otras negociaciones
    transnacionales que pretendían arrebatarle el mercado; pero es justo
    reconocer que, a pesar de todo, logro imponerse en Europa y establecer
    agencias permanentes en América. A la fuerza, desde luego. Si comparamos el
    artículo romano con el árabe, veremos que este último está más vistosamente
    envuelto con huríes, ríos de miel y leche, finas viandas y eterna
    borrachera. Responde a los gustos y preferencias de pueblos libidinosos y
    sibaritas, de temperamento ardiente.

    En Asia, el producto indostano se popularizó, gracias al acierto de ofrecer
    el pago de dividendos en otra vida, pero aquí mismo en la Tierra, no en una
    utopía celeste vaga y misteriosa. El inconveniente es que, desgraciadamente,
    la vida en nuestro planeta no es siempre agradable, aunque se encarne en un
    maharajá; pero a cambio de ello, la clientela de las empresas indostanas se
    enfrasca en una competencia desesperada por quedarse con los premios
    mejores, como jauría hambrienta que se pelea por un flaco hueso. A los que
    pierden se les ofrece la alternativa de salirse del juego y no volver más a
    esta Tierra. Muchos optan por esta solución. Mientras más feas se ponen las
    cosas en el mundo, son más los que quieren irse y no volver. La Buda &
    Nirvana International Corp. garantiza a sus clientes que les puede enseñar
    dónde está la puerta. En cuatro mil años de estar operando, nadie ha
    regresado para reclamarle.

    La empresa vaticana se ha cuidado de no exagerar sus promesas para no perder
    credibilidad. Aunque sus artistas publicitarios llenaron las paredes de sus
    casas comerciales con perspectivas celestes, pobladas de angelitos retozando
    entre las nubes, ahora la empresa se ha quedado prudentemente callada sobre
    la localización exacta del paraíso en que ofrece cumplir a sus clientes la
    promesa de una vida eterna de felicidad. Ya no puede sugerir que esa mansión
    celeste flota en la estratosfera, ni tampoco la puede situar en otro planeta
    o sistema solar. Niega que esté dentro de cada uno de nosotros y no se
    atreve a postular una cuarta o quinta dimensión; por el temor de que algún
    día las matemáticas lleguen hasta ahí. Simplemente calla, en espera de que
    los telescopios descubran una barrera infranqueable para entonces decir que
    el paraíso está detrás de ella y que la única agencia de pasajes, es el
    Vaticano.

    No es fácil, en un mundo que cada día se desatonteja más, vender boletos de
    primera y turismo hacia un encantador fraccionamiento celestial situado en
    el "más allá"; sobre todo porque no conviene describirlo con demasiado
    detalle y correr el peligro de que se descubra el fraude. Ya estamos
    escarmentados de fraccionadores aviesos que nos muestran preciosas maquetas
    y perspectivas con sol, fuentes, casas que siempre parecen más grandes de lo
    que realmente serán y chicas en bikini con incitantes sonrisas. Cuando
    llegamos al lugar, resulta que es un pedregal abandonado, lejos de todo y
    lleno de bichos repugnantes. Por eso, la empresa vaticana deja a cada quien
    que se imagine su lotecito como quiera, al cabo no puede ir a cerciorarse
    por sí mismo. Nadie puede alegar que le tomaron el pelo, porque
    sencillamente esa persona ya estará muerta.

    Pero, para que la demanda del producto no disminuya ante el embate erosivo
    de la razón y de la ciencia, para que siga aumentando la clientela del
    artículo intangible que se llama SALVACION EN LA OTRA VIDA, los aboneros del
    más allá tienen que recurrir a las más variadas estrategias. Como todas las
    transnacionales, el consorcio vaticano tiene metida la mano en muchas
    partes: en la banca internacional, los bienes raíces, la prensa y, sobre
    todo en los gobiernos. Lo hace simplemente para proteger sus propios
    intereses. Es obvio que si la vida en este planeta fuese agradable y feliz,
    desaparecería el anhelo de alcanzar una vida mejor en un paraíso hipotético.

    Para que alguien deseara salvarse, necesita haber algo indeseable de qué
    salvarse. Mientras haya miseria, habrá quien aspire a la riqueza; mientras
    haya dolor, habrá quiénes busquen placer; mientras haya opresión y
    esclavitud, habrá quiénes pidan ser liberados; mientras haya injusticia,
    habrá quiénes clamen por justicia. Si se alcanzan todas estas cosas aquí en
    la Tierra, se habrá matado a la gallina de los huevos de oro. ¿Como hacer,
    pues, para perpetuar la ignorancia, la miseria, la desigualdad, la opresión
    y todas las demás desgracias de la humanidad sin descubrirse como enemigo de
    ella, sino simulando ser su salvador? He aquí el dilema que encaró, hace
    siglos, la empresa vaticana y cuya solución es el cimiento de su estrategia
    internacional. Se funda en tres principios, o pretendidas virtudes
    teologales: FE, ESPERANZA Y CARIDAD.

    Son tres poderosas armas, pintadas de blanco y camufladas con tanto arte que
    a su enunciación todos ustedes vibraron de emoción mística y ahora sentirán
    profunda indignación ante lo que juzgarán como sacrilegio: la demostración
    de que esta trilogía es el atentado más perverso que jamás se ideó contra la
    humanidad. Porque con la FE sea nula a la razón y a la inteligencia; con la
    ESPERANZA se convierte al hombre en esclavo de la casualidad, incapaz de
    planear, prever y calcular el futuro científicamente y con la CARIDAD se
    destruye el equilibrio sinérgico y se perpetúa la humillación, la invalidez
    y la miseria.

    Las tácticas de los mercaderes de la inmortalidad son materia de la
    historia. Hablan de paz y, al mismo tiempo, instigan las guerras, bendicen
    las armas, distribuyen amuletos entre los contendientes de ambos bandos y se
    sientan a esperar para ver quien gana y entonar "te déums" en su nombre.
    Hablan de igualdad y defienden los privilegios de clase en los regímenes
    aristocráticos de explotación. Hablan de iluminación y apagan las luces del
    conocimiento. Los mercachifles del santo disimulo inventaron la confesión y
    la absolución, como medio para invalidar el sentido de responsabilidad
    social. Donde quiera que van les acompaña la distorsión de los valores
    naturales, del sentido común, de la ética y de la confianza de los hombres
    en sí mismos, para substituirlos por escalas de valores sobrenaturales,
    antinaturales, arbitrarios y ficticios, suficientemente impactantes como
    para dejar a los individuos sumidos en la confusión y abatidos por un
    complejo de culpabilidad, inducido arteramente (¡digan Uds!, nomás, ¿qué
    culpa tenemos de que Adán haya cohabitado con Eva?).

    No hay rincón de la vida privada de los hombres donde los vendedores
    ambulantes de exorcismos y fetiches no se metan. Una vez acorralado su
    ganado, le sacan el mayor provecho posible: explotan la inseguridad que en
    ellos han cultivado cuidadosamente y que hace crisis en cada una de las
    decisiones trascendentales de la vida y ante cada evento de consecuencias
    imprevisibles; el nacimiento, el matrimonio, muerte, iniciación de un nuevo
    negocio, la enfermedad. Todo se presta para cobrar sobornos en nombre del
    ente que ellos colocaron en el centro del Universo para interferir
    caprichosamente con las leyes cósmicas naturales.

    En fin. Eso es el Vaticano y su gran negociación transnacional. Podemos
    esperar que, si no logran derrotar a la ciencia, diseñarán nuevas tácticas
    para seguir gozando del monopolio mundial de intangibles sobrenaturales. Ya
    se ostentan como caudillos de la izquierda santificada y paladines de los
    pueblos desarrapados del Tercer Mundo; pero no nos equivoquemos: su único
    propósito es conducir a los tres mundos hacia el otro mundo, mientras ellos,
    gracias a Dios, se quedan en éste, disfrutando las ganancias de la operación
    "POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMEN".

    La alianza de los asesinos malvados

    Ud. debe reconocerlos. Ellos están en el gobierno de Colombia, en el parlamento Chileno, gobiernan en Arabia Saudita, son una fuerza importante en España, representan a la oposición en Venezuela, están en el poder en Alemania, en Francia, en Inglaterra, en Corea del Sur, en Perú tienen una representación en el poder con Alan García a la cabeza, también esos perros sarnosos son dueños de periódicos, televisoras y empresas transnacionales. Entre todos conforman una jauría rabiosa, violenta y criminal. Pero como en toda manada, siempre hay un jefe y su cachorro preferido que hace de segundón; ese jefe sanguinario controla en poder en USA y su Cachorro perverso es el que controla el estado forajido e ilegal de Israel.

    Esa jauría de perros asesinos, andan siempre al acecho de cualquier cosa que les interese. Si no lo obtienen por las buenas, entonces atacan con saña, destruyendo todo aquello que se encuentre a su paso. Así se confabulan para invadir países. Pero hay que tener cuidado, dentro de la manada hay unos perros que aunque son feroces, rapaces. Se valen de mañas y artificios truculentos con los cuales penetran las esferas de poder de los países que no estando prevenidos, les facilitan su acción internamente; esa variedad canina se llama iglesia católica y otras religiones. Se caracterizan por el veneno en forma de droga dogmatica que desparraman contra los pueblos, para dominarlos en base a mitos y leyendas convertidas en verdades mediáticas irracionales.

    ¿Quiere Ud. reconocerlos? Solo tiene que leer la prensa capitalista, ver sus programas de televisión o películas de cine. Allí manifiestan su solidaridad contra todo hecho que atente contra la justicia social, los derechos de los pueblos, la libertad y la democracia real.

    Como en toda jauría, hay unos perros mas serviles, lambiscones, mala fe y sanguinarios. Esos los vemos delante de las cámaras de televisión de CNN, GLOBO VISION, TELEVEN, VENEVISION y otros medios regionales con mayor grado de contaminación y que a la vez se conforman con menos ración de limosnas, en sus escritos políticos y fantasiosos, redactan noticias distorsionadas en la prensa escrita y desahogan parte del veneno que los satura en su pequeña mente. Esos son los perros mas desgraciados, pues después de cometer sus acciones hostiles y sus agresiones, casi siempre salen con el rabo entre las piernas, como el caso del perro Alberto F Ravell, domingo Blanco, Martha Colomina, Napoleón Bravo (Ovidio Pérez) y un laaaaaargo etc.

    Estos errores de la naturaleza, son los que van por el mundo hoy, plantando guerra a todo aquel que reclame libertad y busque independencia tecnológica, militar, territorial, salud, alimentación, educativa y de conciencia. Por donde pasan dejan estelas de sangre, cadáveres y ruinas, amen de inmensos focos de contaminación que va desde lo radiactivo, hasta las de basura militar inservible y por supuesto lo peor: sus cachorros sanguinarios ¿quieren ejemplo? volteen hacia Honduras, Perú, Colombia, Costa rica, Panamá.

    Javier Monagas Maita [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Cortesía de:

    TEODORO GUERRERO SALAS



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