Un familiar, un compañero de trabajo, una vecina, una antigua novia, un noviofuturo, el delantero centro del equipo del barrio, la que pasea al perro en el parque de enfrente, el que nos vende el cupón, la que nos pone la multa, el que siempre va delante en la cola del súper, el que nos vende la prensa, la que nos pone la caña en el bar..., todos conocemos al menos a un@ de ell@s. Son personas normales y corrientes, pero no lo saben. Llevan una vida completamente normal y corriente, pero no lo saben. Ellos creen que son de derechas, pero no lo son y no lo saben. Aquí presento algunos indicadores para identificar y ayudar a estas personas a que conozcan su verdadera tendencia política:
No son millonarios, solo tienen sus humildes ahorros (el que los tiene).
Tienen un trabajo normal y ganan un salario normal.
No tienen más propiedades que la casa donde viven y aún es un poquito (o un muchito) del banco.
Cuando descubren a un compañero corrupto, lo denuncian.
No están de acuerdo con que los ricos paguen menos impuestos.
No justifican la reforma laboral que sólo interesa a su jefe. Saben muy bien que algún día les puede tocar a ellos.
No arremeten contra la gente humilde y trabajadora solo porque quiera conservar sus ya mínimos derechos.
No disfrutan desacreditando la voz y silenciando las protestas de los menos privilegiados.
No tienen un puesto de trabajo desde donde estudiar la forma más rentable de estafar a cientos de inversores.
No se dedican a medrar y especular para separar a la gente de su dinero de forma poco honesta.
No son “grandes economistas” de Wall Street, pero estudian economía todos los días para llegar a final de mes antes de que éste les coja por sorpresa el día 15.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios que, si por ellos fuera, explotarían a sus empleados más aún de lo que ya lo hacen.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios incapaces de ver al empleado como un ser humano.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios que no entiende que el empleado forma parte de uno de los mayores capitales de la empresa.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios que aumentan el fraude fiscal y pagan tarde, mal y nunca las nóminas.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios de “pelotazo y tente tieso” que hacen pasillo por las áreas de urbanismo.
Llevan en la muñeca un reloj que marca las horas extras que nunca aparecen en nómina.
Son personas que entienden que el futuro solo pasa por el bien del conjunto.
Son personas que creen que la actual distribución de la riqueza es tremendamente injusta.
Son personas que saben que la culpa de la crisis la tiene la ambición capitalista de unos pocos.
Son personas que tienen más que ganar que perder.
Son personas que condenan el franquismo, aunque sea en lo más hondo de su ser.
Son personas que, a diferencia de Hitler, no sienten asco o miedo hacia la gente que no es de su misma raza.
Si conocéis a alguna persona de vuestro entorno que reúna alguna de estas características, le haréis un gran favor a esa persona y le ahorraréis grandes sufrimientos a la sociedad si le abrís los ojos y le hacéis ver su error. Sin temor a equivocaciones podéis decirle tranquilamente: “¡Tú qué vas a ser de derechas!”
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No son millonarios, solo tienen sus humildes ahorros (el que los tiene).
Tienen un trabajo normal y ganan un salario normal.
No tienen más propiedades que la casa donde viven y aún es un poquito (o un muchito) del banco.
Cuando descubren a un compañero corrupto, lo denuncian.
No están de acuerdo con que los ricos paguen menos impuestos.
No justifican la reforma laboral que sólo interesa a su jefe. Saben muy bien que algún día les puede tocar a ellos.
No arremeten contra la gente humilde y trabajadora solo porque quiera conservar sus ya mínimos derechos.
No disfrutan desacreditando la voz y silenciando las protestas de los menos privilegiados.
No tienen un puesto de trabajo desde donde estudiar la forma más rentable de estafar a cientos de inversores.
No se dedican a medrar y especular para separar a la gente de su dinero de forma poco honesta.
No son “grandes economistas” de Wall Street, pero estudian economía todos los días para llegar a final de mes antes de que éste les coja por sorpresa el día 15.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios que, si por ellos fuera, explotarían a sus empleados más aún de lo que ya lo hacen.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios incapaces de ver al empleado como un ser humano.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios que no entiende que el empleado forma parte de uno de los mayores capitales de la empresa.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios que aumentan el fraude fiscal y pagan tarde, mal y nunca las nóminas.
No tienen más remedio que trabajar para uno de esos empresarios de “pelotazo y tente tieso” que hacen pasillo por las áreas de urbanismo.
Llevan en la muñeca un reloj que marca las horas extras que nunca aparecen en nómina.
Son personas que entienden que el futuro solo pasa por el bien del conjunto.
Son personas que creen que la actual distribución de la riqueza es tremendamente injusta.
Son personas que saben que la culpa de la crisis la tiene la ambición capitalista de unos pocos.
Son personas que tienen más que ganar que perder.
Son personas que condenan el franquismo, aunque sea en lo más hondo de su ser.
Son personas que, a diferencia de Hitler, no sienten asco o miedo hacia la gente que no es de su misma raza.
Si conocéis a alguna persona de vuestro entorno que reúna alguna de estas características, le haréis un gran favor a esa persona y le ahorraréis grandes sufrimientos a la sociedad si le abrís los ojos y le hacéis ver su error. Sin temor a equivocaciones podéis decirle tranquilamente: “¡Tú qué vas a ser de derechas!”
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