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Última edición por trozko el Mar Sep 28, 2010 4:31 am, editado 1 vez
(de hecho fue casi todo lo que leí jajaja)Lenin, continuador del materialismo dialéctico de Marx y Engels (cuyas dos personalidades trabajaron profundamente unidas en la teoría y la práctica), señalaba: “Una acertada teoría revolucionaria sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario”(3), y por otra, sin anular esta primera que “no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria”(4). Ambas afirmaciones se refieren a dos procesos relativamente simultáneos de la relación entre ser y consciencia, entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva, entre la teoría y la realidad, ligados y puestos en unidad contradictoria mediante la práctica concreta. Se trata de una clase revolucionaria, su teoría revolucionaria y su práctica sobre la realidad realmente existente. Consideramos que si coincidimos en que toda teoría es resultado de un proceso material, dialéctico, un momento de múltiples determinaciones, y que si el Materialismo Dialéctico a pasado la prueba de la realidad por triunfos o por derrotas que ha podido explicar desde si mismo en relación con la práctica de la clase obrera, coincidiremos en que éste debe ser estudiado en esta relación.
Hoy siguen circulando impulsados por la academia, en los planes oficiales de las universidades al servicio del sistema capitalista y la burguesía, los “espectros de Marx”, escuálidos, exorcizados de todo filo proletario y revolucionario. Hace tan solo unos días Ernesto Laclau [*] dio una cátedra magistral en donde se reivindicaba “postmarxista”, esto no es ninguna novedad entre la academia que habla junto a un Marx amarrado de pies y manos cada vez que lo nombran, vigilándolos con temor a que suelte sus cadenas. Laclau hizo una de las falsificaciones más corrientes y potentes sobre Marx, la de que en Marx habría una dialéctica de la oposición real (objetivista y mecanicista)(5) y otra dialéctica de la contradicción (no objetivista, ni mecanicista, sino que “subjetiva”)(6). Una en Prefacio a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, la otra en el Manifiesto Comunista(7). Cuando en realidad en ambos se trata el problema de la lucha de clases como un proceso producido por la realidad concreta (objetiva) de la relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción.