Arnaldo Otegi afirma que el avance del proceso democrático "depende de nosotros"
Arnaldo Otegi reitera desde la cárcel los fundamentos de la resolución "Zutik Euskal Herria" aprobada por las bases de la izquierda abertzale y da por "absolutamente superado" el esquema de avanzar en el proceso democrático dependiendo de compromisos previos o de "la confianza en determinado gobierno". Sostiene que sólo se logrará avanzar "si somos capaces de generar las condiciones necesarias desde la movilización de la sociedad, la complicidad de la comunidad internacional y la materialización de gestos y acciones de carácter unilateral".
Justo un año después de haber sido encarcelado junto a otros cuatro dirigentes independentistas y de que una enorme y plural manifestación recorriera las calles de Donostia exigiendo su libertad, "El País" publica una extensa entrevista con Arnaldo Otegi firmada por el periodista John Carlin y realizada a través de un cuestionario porque el Ministerio de Interior prohibió el encuentro físico.
La entrevista se centra en la cuestión de la violencia, y Otegi asegura que "la estrategia independentista es incompatible con la violencia armada". Apuesta por la desaparición de todas las violencias, por eso pide al Estado que también acepte que "la utilización de la coacción, tortura, ilegalización de partidos, cierre de medios de comunicación... no pueden ni deben formar parte de su estrategia para tratar de impedir el proyecto independentista".
Cuando se le pregunta qué le diría a la dirección de ETA responde que le pediría "que decrete una tregua unilateral, permanente y verificable por la comunidad internacional, siendo coherente con la caracterización unilateral de esta fase del proceso, y haciéndose eco tanto de la petición expresada por la declaración de Bruselas como la expresada y suscrita por el conjunto de organizaciones de la izquierda abertzale con otras fuerzas políticas, sociales y sindicales".
Sostiene al mismo tiempo que el Gobierno español debería explorar la disposición mostrada por ETA en su última entrevista a abordar la cuestión de los presos "con urgencia y sin condicionarlo a la existencia o no de acuerdos políticos de carácter resolutivo".
Otegi destaca que para la legalización de un partido político a la izquierda abertzale se le debería exigir lo mismo que a cualquier otra formación, puesto que otra cosa sería antidemocrático. Pero rechaza que la apuesta del independentismo sea para poder presentarse a las elecciones. Cuando se le pregunta que si no consiguen la legalización no estarán condenados a desaparecer, Arnaldo Otegi afirma: "Rotundamente no, y la prueba más evidente es que tras largos años de persecución, detenciones e ilegalizaciones hoy seguimos estando no sólo presentes sino que además estamos marcando, en buena medida, la agenda política de nuestro país".
En su entrevista, Arlando Otegi deja claro que "nuestra posición con respecto a una solución pacífica y democrática del conflicto es irreversible y no contemplamos ningún horizonte ni hipotéticas circunstancias que vayan a hacer variar esta posición".
GARA
John Carlin, escritor británico y autor de “El Factor Humano” entrevista de manera escrita a Arnaldo Otegi en la cárcel de Navalcarnero. Parte de esa entrevista ha sido recogida por El Pais. Aquí publicamos el texto íntegro de la entrevista.
Pregunta. ¿Habla en su nombre o como dirigente de la llamada izquierda abertzale?
Respuesta. Respondo a sus preguntas desde una cárcel española, como miembro de la dirección de la izquierda abertzale y, por tanto, le traslado mi posición en el marco y en consonancia con las conclusiones de nuestro debate interno y de los compromisos adquiridos tanto con la comunidad internacional como con diferentes agentes políticos, sociales y sindicales de Euskal Herria.
P. ¿Por qué siempre ha justificado la violencia terrorista de ETA?
R. Mi posición y la del conjunto de la izquierda abertzale ha sido la consecuencia lógica de entender que la existencia y persistencia de la violencia política en nuestro país obedece a razones de estricta naturaleza política. Sin querer de ningún modo trazar paralelismos en términos absolutos, nuestra posición ha sido similar a la mantenida durante décadas por el Sinn Féin en Irlanda o por el propio Nelson Mandela en Sudáfrica. Lo que ha caracterizado a nuestra posición en este tema ha sido la insistencia en la necesidad de superación definitiva de la violencia y el conflicto político a través del diálogo y la negociación. Nuestro compromiso ha sido y es sincero: las armas, todas las armas, deben desaparecer definitivamente de la ecuación política vasca.
P. ¿Rechaza usted las extorsiones a empresarios, el denominado impuesto revolucionario?
R. Son hechos que deben desaparecer. Toda amenaza y persecución por motivaciones políticas, toda vulneración de derechos tiene que desaparecer. Y en ese objetivo nadie puede ser indiferente ni no sentirse interpelado. Yo tampoco.
P. ¿Cree que matar a un guardia civil o a un concejal es el camino para lograr la independencia de Euskal Herria?
R. No existe más camino hacia la independencia que el que se desarrolle por vías pacíficas y democráticas. No contemplamos compatible con la estrategia independentista el recurso a la violencia armada. Esa es una de las conclusiones a las que hemos llegado y la expresamos sin ambigüedades. Dicho esto, espero y deseo que el pueblo español, sus poderes públicos, sus agentes sociales, políticos, su Gobierno acepten con la misma rotundidad que la utilización de la coacción, tortura, ilegalización de partidos, cierre de medios de comunicación… no pueden ni deben formar parte de su estrategia para tratar de impedir el proyecto independentista.
P. ¿Si ETA matara mañana, lo condenaría? ¿Y el resto de Batasuna?
R. Usted me plantea una hipótesis para mí imposible, o altamente improbable por cuanto ETA ha anunciado el cese de sus acciones armadas; pero no quiero eludir la pregunta. Si tales hechos sucedieran, la izquierda abertzale, en virtud de su propia reflexión y de los compromisos adquiridos con la comunidad internacional y en aplicación de los Principios Mitchell se opondría a tales hechos. El desmarque realizado por la izquierda abertzale ante supuestos hechos de kale borroka determina con claridad ese compromiso por las vías políticas y democráticas.
P. ¿Por qué no se pudo llegar a ese punto hace tres, cuatro, cinco años?
R. Mantener una posición autocrítica permanente en torno a la estrategia es una de nuestras señas de identidad como organización política. Nuestras actuales posiciones son fruto de un largo proceso de maduración que no ha estado ni está exento de complicaciones. El cambio demuestra la madurez de nuestra amplia base social, que ha sabido hacerlo en condiciones extremas y sin renuncia alguna a lo que hemos sido y somos, a nuestros principios y a nuestros objetivos. Si este cambio pudo haber sido posible o no hace cuatro o cinco años puede ser objeto de interpretaciones diversas, lo importante es que se ha producido a pesar de que poderosos agentes en el Estado han tratado de impedirlo a través de la represión; nuestro encarcelamiento no tenía otro objetivo. Pues bien, no lo han conseguido.
P. ¿No cree que la forma más sencilla de terminar con lo que ustedes denominan el “conflicto vasco” es que ETA deje de matar y abandone las armas?
R. Lo que usted denomina como conflicto vasco es muy anterior al nacimiento de ETA. Que desaparezca la violencia armada de ETA no supone la desaparición del conflicto entre el País Vasco y el Estado. El cese definitivo de la lucha armada iniciada por ETA hace 51 años daría por finalizada la vertiente armada del conflicto, pero no lo resolvería. Nosotros proponemos una sencilla fórmula de aritmética democrática para la solución definitiva del conflicto político: reconocer la identidad nacional del pueblo vasco y el derecho y el respeto a que la ciudadanía vasca decida libre, pacífica y democráticamente su futuro sin más límite que la propia voluntad popular. Esta fórmula permitiría cerrar definitivamente el conflicto político y, además, es una fórmula cada vez más extendida, incluso, en la Unión Europea. Los ejemplos de Irlanda, Escocia, Flandes, Montenegro, Groenlandia, Islas Faroe… demuestran la fortaleza y virtualidad democrática de las reivindicaciones de la izquierda abertzale.
P. ¿Por qué se ha de confiar en ustedes o en ETA después de lo ocurrido en la T-4 y después de tantas treguas fallidas?
R. Quiero manifestarle en primer lugar que somos receptivos y respetuosos con los sectores que se manifiestan “escépticos” sobre la sinceridad de nuestras posiciones y lo hacen desde la buena fe, pero somos especialmente críticos con otros sectores, especialmente de la clase política, que utilizan el escepticismo como supuesto argumento para mantenerse en posiciones absolutamente “inmovilistas”, porque se encuentran cómodos en la actual situación de bloqueo. Bien, todos tenemos razones para desconfiar de nuestros adversarios, para desconfiar de sus intenciones presentes o futuras. Pero necesitamos avanzar. Frente a esta realidad de desconfianza multidireccional hemos adoptado una posición de principio que nos permite avanzar: el adoptar decisiones y desarrollarlas de forma unilateral, depositando en nuestro pueblo y en la comunidad internacional la confianza y garantía única de la evolución del proceso democrático. El proceso democrático en esta fase no depende, pues, de la existencia de compromisos previos, ni de la confianza en determinado Gobierno. Hemos dado por absolutamente superado ese esquema. Es evidente que en fases más avanzadas el proceso exigirá de dinámicas, acuerdos y compromisos de carácter multilateral, pero solo alcanzaremos esa fase si somos capaces de generar las condiciones necesarias desde la movilización de la sociedad, la complicidad de la comunidad internacional por una solución democrática y la materialización de gestos y acciones de carácter unilateral.
P. ¿Es usted de los que consideran que la lucha armada de ETA no tiene futuro? ¿Cuándo llegó a esa conclusión?
R. Quiero plantear mi respuesta en dos ámbitos diferenciados. En primer lugar, si hablamos del futuro en términos estrictamente operativos, creo que ETA podría seguir prolongando su actividad armada, con mayor o menor intensidad, durante muchos años, manteniéndola además con un cierto apoyo social. Esa organización ha demostrado a lo largo de 50 años que es capaz de regenerarse y mantenerse operativa a pesar de la represión que se ejerce sobre ella. No estamos, pues, frente a una organización que haya sido derrotada policialmente.
En el ámbito político, sin embargo, y es un fenómeno que se da a escala internacional, se observa con claridad el tránsito de la gran mayoría de organizaciones de carácter político-militar con identidades y naturalezas socialistas y trasformadoras, desde posiciones insurgentes a posiciones de carácter y estrategias democrático-populares. Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Uruguay son un buen ejemplo de lo que digo. En definitiva, creo que una estrategia eficaz para la consecución de nuestros objetivos debe descansar sobre nuestra capacidad exclusiva de seducción democrática. Por tanto, la izquierda abertzale, considerando variables geopolíticas, económicas y sociales y, fundamentalmente, analizando la situación específica del proceso político vasco, lo ha interiorizado así, y lo ha puesto negro sobre blanco en su documento de conclusiones. No es sustancial el conocer cuándo llegué yo a dicha conclusión, lo relevante para el futuro es que nuestras bases, de manera abrumadora, la han hecho suya en el debate que acabamos de realizar.
P. ¿Comparte la idea de Eguiguren de que para ETA y la izquierda abertzale es más fácil renunciar a la llamada lucha armada por decisión propia que como resultado de una negociación?
R. No conozco con detalle la tesis que usted menciona, por lo que sería un tanto aventurado por mi parte plantear una valoración al respecto.
P. ¿En qué ha cambiado desde su discurso de Anoeta su percepción sobre la posibilidad de superación de la violencia?
R. Mis convicciones son hoy más sólidas de las que eran entonces. Créame si le digo una cosa con absoluta certeza y rotundidad: si el debate que hemos realizado ahora se hubiera realizado con anterioridad a la declaración de Anoeta es muy probable que el proceso de paz anterior no se habría frustrado.
P. ¿Cree que ETA estará alguna vez dispuesta a dejar de matar sin contrapartidas políticas?
R. Desde la declaración de Lizarra-Garazi, y con mayor claridad desde la declaración de Anoeta -que ha vuelto a ser aceptada por ETA en su reciente entrevista-, el ámbito para la negociación y el acuerdo político corresponde en exclusividad a las formaciones políticas. A ETA le corresponde alcanzar acuerdos en el ámbito de las consecuencias del conflicto: presos, víctimas, desmilitarización… La decisión de suspensión temporal o definitiva de su lucha armada no debe ni puede estar sujeta a la existencia de acuerdos de naturaleza política entre fuerzas políticas, aunque es evidente que un clima de dialogo incluyente, junto con medidas perfectamente aplicables desde el respeto a la legalidad (presos enfermos, libertad de los presos que han cumplido sus condenas…), favorecerían indudablemente la toma de decisiones por parte de ETA.
P. ¿Están ustedes presionando a ETA para que declare un fin definitivo y también irreversible a la violencia?
R. Créame si le digo que ETA no es una organización que adopte sus decisiones en función de la mucha o poca presión a la que se le someta. En cualquier caso, puedo confirmarle que llevamos años utilizando nuestro pensamiento político para influir en decisiones que permitan abrir una nueva fase con la desaparición de la violencia política y la consolidación de un escenario de diálogo y negociación hacia soluciones definitivas.
P. Tras el fracaso de ese proceso el actual Gobierno ve imposible reanudar una negociación si no se produce antes un abandono definitivo de la violencia ¿Cree que hay otra alternativa?
R. Me parece que situar el escenario final como punto de partida no nos permite avanzar. Pienso, no obstante, que esa petición puede estar motivada por las frustraciones habidas en procesos anteriores. En este sentido, creo que la garantía para superar los graves errores cometidos -por todos- pudiera encontrarse en el compromiso con los principios Mitchell y en una adecuada monitorización del conjunto del proceso por parte de agentes internacionales que cuenten con la confianza de todas las partes.
P. Los partidos democráticos consideran insuficiente la tregua anunciada por ETA ¿Está de acuerdo? ¿Y por qué?
R. Con el paso del tiempo se puede observar que tal homogeneidad de la que tanto se hace gala no es tal. Eso es todavía mucho más evidente en el País Vasco, en donde cuando se habla de una posición homogénea se refieren a la que mantienen el PSOE y el PP. La posición de estos partidos, con la calculada complicidad del PNV, me hace recordar la táctica del avestruz. Deben negar cualquier cambio en nuestras posiciones, porque no hacerlo les obligaría a cambiar las suyas y eso les produce gran vértigo y refleja su enorme debilidad política. Diría para finalizar que al albur de las reacciones suscitadas por las iniciativas de la izquierda abertzale y el paso dado por ETA podríamos reformular en términos políticos el Principio de Arquímedes: el grado de crispación y escepticismo con respecto al nuevo escenario es directamente proporcional al interés por mantener la actual situación invariable.
P. ¿En qué puede haber cambiado la actual dirección de ETA para que sea diferente a otras que también hablaron de tregua y acabaron matando?
R. Fundamentalmente, en que existe un mandato de las bases de la izquierda abertzale que no admite ambigüedades y que debe ser asentido.
P. En su último comunicado, ETA sugiere que está dispuesta a sentarse a analizar la situación con los firmantes de la declaración de Bruselas, pero ni siquiera hace suyos los contenidos de la declaración ¿No le parece que eso es insuficiente?
R. Corresponde a los firmantes de dicha declaración hacer las valoraciones pertinentes en torno a lo manifestado por ETA, y quiero destacar que han mostrado su disposición a conformar un “Grupo de Contacto Internacional” en relación con un posible proceso de diálogo y negociación. En ese sentido, estoy convencido de que actúan y actuarán con total seriedad, honestidad e imparcialidad.
P. ¿Qué le diría ahora a la dirección de ETA si estuviera frente a ella?
R. Que siendo coherente con la caracterización unilateral de esta fase del proceso, y haciéndose eco tanto de la petición expresada por la declaración de Bruselas como la expresada y suscrita por el conjunto de organizaciones de la izquierda abertzale con otras fuerzas políticas, sociales y sindicales decrete una tregua unilateral, permanente y verificable por la comunidad internacional.
P. ¿Cuál es el calendario concreto que usted augura en estos momentos para ETA? ¿Y para la llamada izquierda abertzale?
R. Estamos al inicio del camino. Para nosotros, los objetivos en esta primera fase, paralelamente a la progresiva articulación del espacio independentista, son los recogidos en la declaración de Gernika, que consistirían en alcanzar un escenario de no violencia con garantías y normalización política progresiva, que permitiría al proceso entrar en una fase de diálogo y negociación hacia acuerdos políticos.
P. ¿Cree posible que los presos de ETA con condena pendiente puedan salir de prisión antes del abandono definitivo de la llamada lucha armada?
R. En primer lugar, manifestar y dejar constancia de que la actual estrategia judicial y penitenciaria está absoluta y totalmente instrumentalizada por el Ejecutivo. Aplicando estrictamente la legalidad, decenas de presos y presas políticos vascos deberían estar en libertad. En la política a la que se nos somete es perfectamente aplicable el dicho de que “el fin justifica los medios”. Quiero volver a reclamar la libertad para todos los compañeros y compañeras gravemente enfermos, así como para quienes han cumplido sus condenas. Dicho esto, entiendo que la liberación del conjunto de presos y presas políticos vascos solo es posible en un escenario de fin definitivo de la lucha armada de ETA y de encauzamiento del conflicto por vías de diálogo y negociación política.
P. ¿Los presos de ETA son considerados parte legítima de ETA, con voz en las decisiones, por los que siguen libres?
R. No soy militante de ETA. No puedo responder a su pregunta.
P. Si ETA anunciara el fin definitivo de la violencia, ¿cuál cree que debiera ser en el futuro la “salida” para los presos de la organización? ¿Establecería diferencias entre aquellos con delitos de sangre y los que no? ¿Cuáles?
R. La salida del conjunto de presas y presos políticos vascos debe encauzarse en el contexto del desarrollo de un proceso de diálogo y negociación. Es prematuro hacer conjeturas o introducir matices al respecto en la actual fase. Sin embargo, y en mi opinión, cualquier acuerdo en torno a la salida escalonada de los presos y las presas debe ser abordado sin más demora por parte de ETA y del Gobierno. En este sentido, me parece reseñable el que ETA en su última entrevista manifieste su disposición a abordar este tema con urgencia y sin condicionarlo a la existencia o no de acuerdos políticos de carácter resolutivo. El Gobierno debería explorar esta disposición exigiendo las garantías que estime oportunas; eso nos acercaría a un escenario de soluciones, sin lugar a dudas.
P. ¿Por qué habrían de aceptar las víctimas de ETA la salida de la cárcel de los asesinos de sus familiares?
R. Siempre hemos manifestado nuestro respeto por las opiniones de las víctimas, que, queremos volver a reseñar, existen en todas las partes. Sus opiniones, sus preocupaciones, sus miedos… deben ser escuchados, atendidos y resarcidos en la medida de nuestras posibilidades. Desde el mutuo reconocimiento y el respeto, debemos ser capaces, sin que quepa el olvido, de construir un futuro mejor para las siguientes generaciones tanto de Euskal Herria como del conjunto del Estado español.
P. ¿Qué les diría a las víctimas de los atentados que usted no ha condenado para que confiasen en sus palabras?
R. Creo que, en este momento, el que yo me propusiera ganarme la confianza de esas personas con palabras y gestos no sería un objetivo plausible. Me limitaré a señalarles que en el acuerdo suscrito en Gernika se recoge “la necesidad del reconocimiento, reconciliación y reparación de todas las víctimas”. En esa dirección estamos dispuestos a recorrer el camino que sea necesario.
P. ¿Qué es ETA hoy para usted? ¿Cómo la definiría?
R. Hoy en día, ETA es la organización que ha suspendido sus acciones armadas, que está dispuesta a declarar un alto el fuego permanente y verificable, que expresa su voluntad de superación definitiva de la violencia y renuncia a cualquier injerencia en el desarrollo de las conversaciones que desarrollen los agentes políticos, y que se compromete a respetar los acuerdos que se alcancen.
P. Las sentencias judiciales se refieren al conglomerado de ETA que incluye a Batasuna. ¿Qué diferencias ve usted entre los grupos, organizaciones o movimientos dentro de ese conglomerado?
R. Ni yo, ni Batasuna, ni ninguna organización de la izquierda abertzale formamos parte de ningún “conglomerado”. La teoría del “entorno” no es más que una invención jurídico-policial para justificar nuestras detenciones, ilegalizaciones y encarcelamientos. Así que vuelvo a aprovechar la ocasión para responder a la pregunta que el señor Rubalcaba nos hace permanentemente sobre nuestra elección entre votos y bombas. Nuestra elección son los votos y la movilización, y la organización popular. ¿Cuál es la suya? Porque resulta curioso observar que junto al PP sus máximos desvelos son impedir por lo civil o por lo criminal que podamos presentarnos a las elecciones y podamos así recabar los votos de la ciudadanía.
P. ¿Cuál es el vínculo de la izquierda abertzale con ETA?
R. No existen vínculos de carácter orgánico, si es a eso a lo que se refiere.
P. Dirigentes de la izquierda abertzale aseguran que ya no hay interlocución directa, que no hay conexión directa entre ETA y la izquierda abertzale ¿Es cierto? ¿Cuándo y por qué se produjo ese distanciamiento, esa separación?
R. La izquierda independentista contemporánea surge durante el franquismo de la mano del nacimiento de ETA como organización antifascista y abertzale. Nuestra coincidencia con ETA se limita exclusivamente a compartir objetivos estratégicos: la independencia y el socialismo para Euskal Herria.
P. ¿Qué opina de la kale borroka? ¿Tienen los dirigentes de la izquierda abertzale capacidad y autoridad para controlarla?
R. En una altísima proporción los hechos que se han atribuido a la kale borroka en los últimos meses tienen un origen desconocido cuando no directamente muy sospechoso. Estos hechos han sido instrumentalizados política y mediáticamente para intentar deteriorar nuestra credibilidad política y poner en duda la sinceridad de nuestra apuesta. Además, estos “actos” oxigenan políticamente a las posiciones del llamado “constitucionalismo”, que, a falta de argumentos sólidos para oponerse a la apertura de un nuevo ciclo, se agarra a estos hechos como a un clavo ardiendo.
Independientemente de estas consideraciones sobre hechos que han acaecido recientemente, y en respuesta a su pregunta, la posición de la izquierda abertzale es coherente con la estrategia política que ha adoptado, y así, ese tipo de actos no solo se sitúan fuera de la estrategia y la reflexión que han decidido las bases de la izquierda abertzale, sino que van directamente en su contra y, por tanto, merecen el rechazo en términos políticos.
P. ¿Cree factible una ruptura definitiva entre ETA y la llamada izquierda abertzale? ¿Se puede convertir ETA en una especie de Real IRA, disidente, marginada y condenada por el resto de la izquierda abertzale?
R. Tengo la impresión y constancia de que existen en el Estado sectores poderosos que apuestan decididamente por un escenario de mantenimiento de la violencia armada -lo más residual posible- acompañado de nuestro distanciamiento definitivo de la misma, por encima de un escenario de superación integral de la misma. Esto es, la versión española de los “securocratas” británicos. La hipótesis de una “ETA-Auténtica” es altamente improbable, por no decir imposible. No contemplamos ese escenario y nuestro esfuerzo está encaminado hacia una superación justa, estable y democrática del conflicto en términos globales.
P. La nueva postura de la izquierda abertzale es vista como un simple movimiento táctico para conseguir la legalización y presentarse a las elecciones. ¿Por qué se ha de pensar lo contrario?
R. Le agradezco en primer lugar que encabece su pregunta hablando de nuestra nueva postura, algo que todavía algunos se niegan a aceptar. Mire, quienes están realmente obsesionados con las próximas elecciones son fundamentalmente -también hay otros- el PSOE y el PP, que consideran nuestra presencia o no en las mismas, los unos como la prueba del algodón de la existencia o no de negociaciones; y los otros, como el ejercicio que hacen de exhibir “músculo” frente al PP. Permítame reseñarle que la única y verdadera razón para intentar no legalizarnos e impedir nuestra presencia en las elecciones es sencillamente porque nuestra sola presencia en los comicios provocaría el derrumbe y caída como un castillo de naipes de toda la realidad virtual que se ha construido en torno al “cambio” en la CAV. Simplemente, porque volvería a quedar en evidencia una vez más la existencia de un bloque popular mayoritario en claves nacionales vascas y autodeterministas. Además, nuestra fortaleza electoral volvería a demostrar la absoluta falsedad de las soflamas en torno a una supuesta debilidad o incluso derrota política. Así que el avestruz prefiere seguir con su cabeza bajo tierra. La izquierda abertzale no ha renovado su apuesta pensando en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones.
P. ¿Si no consiguen la legalización no están condenados a desaparecer?
R. Rotundamente no, y la prueba más evidente es que tras largos años de persecución, detenciones e ilegalizaciones hoy seguimos estando no solo presentes, sino que además estamos marcando, en buena medida, la agenda política de nuestro país.
P. ¿No deberían incorporar en sus estatutos una condena expresa a la violencia terrorista de ETA para ser creíbles si quieren concurrir a las elecciones?
R. En primer lugar, señalar que nuestra apuesta busca un escenario donde tal condena o similar no sea necesaria por la desaparición de la violencia política. Y dicho eso, a la izquierda abertzale se le deben exigir exactamente las mismas garantías y condiciones que a cualquier otra formación política a la hora de registrarnos como partido o movimiento político. Si no es así, seguiremos siendo víctimas de la aplicación arbitraria y antidemocrática de auténticas leyes de excepción. En este sentido, y como anécdota, le citaré como Eduardo Punset en su libro El poder de la mente manifiesta su asombro con ciertos sectores políticos en España que van exigiendo a otros el carné de demócrata cuando ellos jamás lo han sido.
P. Con la perspectiva actual, ¿cuál es su valoración de la Ley de Partidos y la sentencia de Estrasburgo?
R. La Ley de Partidos es un instrumento diseñado y elaborado ad hoc para intentar neutralizar a la izquierda abertzale y que permite al Estado manipular la voluntad democrática de la ciudadanía vasca. Los vascos y vascas ocupamos el único espacio geográfico de la Unión Europea en donde sus instituciones no son representativas de la voluntad popular. La sentencia del Tribunal de Estrasburgo –en cuya elaboración, por cierto, participó un jurista español- está ahora siendo esgrimida por Turquía para ilegalizar partidos kurdos, mientras la UE exige pruebas de democratización efectiva del régimen turco para integrarse en la Unión; o por ultraortodoxos, como el ministro israelí Lieberman, para ilegalizar a los palestinos en Israel, hecho que es denunciado por la comunidad internacional.
P. ¿Sigue pensando que fue el PNV y no ETA quien se equivocó en 1977 al optar por participar en las elecciones? ¿No tiene que hacer ninguna autocrítica la izquierda abertzale por seguir negando durante años el carácter democrático del sistema político actual?
R. Ha sido el propio PNV y, más recientemente, CiU, a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional, quienes nos han dado la razón a quienes planteamos la ruptura democrática con el franquismo. La tesis central que defendimos entonces fue que el modelo que se pactó en el 77 no podría en ningún caso evolucionar hacia el reconocimiento plurinacional del Estado y el respeto al derecho de autodeterminación de las diferentes naciones del Estado español. Hoy, esta tesis es incuestionable, de tal manera que organizaciones políticas y sindicales que avalaron la transición en Euskal Herria, hoy comparten plenamente la tesis que nosotros defendimos en el 77 y que la izquierda abertzale ha mantenido en estos más de 30 años con coherencia en su actividad institucional y de masas.
Sobre el carácter “democrático” del sistema político español habría mucho que debatir y discutir. Empiezo haciéndole una “concesión”; el sistema político español está reconocido y es considerado como democrático por el conjunto de la comunidad internacional; es pues, un sistema que ha sido homologado por las democracias occidentales; esto no admite discusión.
Pero, no es menos cierto que posee enormes déficits, fruto de la forma en que se gestó. ¿Cree, por ejemplo, que la democracia española superaría el test de Montesquieu sobre la división de poderes? ¿Cree realmente que un país que aparece todos los años en los informes de, por ejemplo, el relator oficial de la ONU para la prevención de la tortura es realmente democrático? ¿Cree que un sistema que permite que las élites financieras dispongan de nuestras vidas y haciendas sin ningún tipo de control democrático es un sistema democrático? ¿Cree que un sistema que mantiene todavía decenas de miles de cuerpos asesinados por el fascismo franquista en las cunetas con miedo o incapacidad para resituar su memoria histórica es un sistema democrático?
Repito, nuestra posición a este respecto como militantes socialistas es extremadamente crítica. Creo no obstante que la segunda Transición es ya inevitable en el Estado español. Se podrá retrasar, pero es imposible de evitar. Nosotros ya estamos preparados para encabezarla con ánimo constructivo y exclusivamente por vías pacíficas y democráticas.
P. En mayo de 2006 reconoció tres errores de la izquierda abertzale: el planteamiento sobre Navarra, transmitir la impresión de querer imponer su ideario y dar a entender que el sufrimiento ajeno les era indiferente. ¿Cree que cuatro años después esos errores siguen cometiéndose?
R. Creo que hemos consolidado las bases políticas suficientes para superar esos errores y para garantizar que no se vuelvan a repetir y, con ello, dotar de eficacia y profundidad a nuestra estrategia política.
P. ¿Sus palabras en busca de una solución política pacifica al problema vasco son irreversibles? ¿O existen hipotéticas circunstancias en las cuales volvería usted a apoyar la violencia como instrumento político?
R. Nuestra posición con respecto a una solución pacífica y democrática del conflicto es irreversible y no contemplamos ningún horizonte, ni hipotéticas circunstancias que vayan a hacer variar esta posición.
P. ¿Qué pensó y que hizo al conocer el atentado de la T-4? ¿Llamó a sus interlocutores de Loiola? ¿Qué les dijo?
R. Lo primero que hice es interesarme por conocer si se habían producido daños de carácter personal como consecuencia del atentado, cosa que desgraciadamente se confirmó. A continuación pensé que años de esfuerzo por abrir vías de solución dialogadas al conflicto habían sido desaprovechadas otra vez. Compartí, creo, con el conjunto de la sociedad vasca y española un sentimiento de angustia y decepción. Aquella misma mañana me reuní con Jesús Eguiguren, ambos estábamos realmente impactados con la noticia. Intenté convencerle -creo que en vano- de que debíamos hacer algo para intentar salvar el proceso de diálogo. Le insistí en que no debíamos tirar la toalla y me comprometí a hacer algún gesto por nuestra parte.
Al día siguiente, en rueda de prensa, exigimos a ETA que volviera a la situación de tregua permanente. ETA lo aceptó, pero a esas alturas el nivel de confianza mutuo que tanto esfuerzo nos había costado alcanzar estaba roto.
P. ¿Cuál fue su papel en la anterior negociación?
R. Fui yo el que, a nivel personal, inició los contactos informales con diferentes personas cercanas al PSOE, en un momento en el que ni siquiera podíamos atisbar que podríamos alcanzar algún día un escenario de diálogo y negociación a nivel oficial y público. Aquellos contactos, que duraron años, nos permitieron estar preparados para cuando la oportunidad se produjese. En las conversaciones y negociaciones de Loiola o Ginebra fui el responsable de la delegación por parte la izquierda abertzale.
P. Tras el tiempo transcurrido, ¿cuál cree que fue la clave de la ruptura del proceso?
R. Existen diferentes claves para entender el fracaso (relativo, en cualquier caso, puesto que, por ejemplo, nuestra posición actual no puede entenderse sin tener en cuenta la profunda autocrítica que hemos hecho en torno a nuestra posición y actitud en el proceso de dialogo), como el deterioro de las confianzas, los incumplimientos de los acuerdos -incluido mi encarcelamiento, por ejemplo-, o la prohibición de manifestaciones de la mano de la Audiencia Nacional, hecho que no es casual. Y que se ha vuelto a repetir ahora.
Sin embargo, la clave fundamental es que el Gobierno, y en buena medida ETA, se manejaban frente a las dificultades inherentes a todo proceso de diálogo y negociación con un esquema que pivotaba en la creencia de que la amenaza de la represión o de la reanulación de los atentados eran una fórmula eficaz para hacer variar las posiciones de la otra parte y desbloquear los atascos que se producían a la hora de llegar a acuerdos. Este esquema ha demostrado que, lejos de solucionar los bloqueos, no hace sino provocar bloqueos mayores, enquistando las diferencias en lugar de superarlas. Este esquema no sirve para avanzar, y desde nuestro punto de vista, es un esquema superado y que no debe ser utilizado por ninguna de las partes.
P. ¿Qué procesos judiciales tiene pendientes?
R. Antes hablábamos de la instrumentalización de la judicatura al servicio de estrategias políticas que se diseñan en Ferraz o en Génova. Tanto yo como mis compañeros y compañeras somos fichas para demostrar la “firmeza” del Gobierno, por un lado; o para sabotear el nuevo escenario (objetivo también del PP, que tiene gran influencia en la judicatura). Pronto seré juzgado en la Audiencia Nacional, junto a dos compañeros, por presentar una propuesta de paz en Anoeta, acusados de apología del terrorismo. Y seremos juzgados, entre otros, por el ilustrísimo magistrado Enrique López (vocal y portavoz del CGPJ y candidato al Constitucional a propuesta del PP), así que nos sabemos condenados de antemano. No existen causas “judiciales” contra nosotros, solo persecución política envuelta en literatura jurídica.
P. ¿Se ha entrevistado en la cárcel con dirigentes socialistas o del Gobierno central o autonómico? ¿En caso afirmativo, quiénes, cuándo y con qué fin?
R. No he mantenido ningún encuentro o comunicación de esa naturaleza. En cualquier caso, puedo mostrarle mi disposición absoluta al diálogo y al encuentro. En este momento, tengo una solicitud de una delegación de Eusko Alkartasuna para entrevistarse conmigo, para lo que ya he solicitado la pertinente autorización.
P. ¿Cómo vive en la cárcel? ¿Cómo es su vida?
R. Mi vida en la cárcel no es sustancialmente diferente de la de cualquier otro preso o presa políticos vascos. El deporte, la lectura y el estudio ocupan buena parte de mi actividad. Procuro “aprovechar” mi estancia forzosa para, siguiendo las recomendaciones de Nelson Mandela, intentar prepararme y formarme aún más en la perspectiva de seguir aportando mi grano de arena en la tarea de forjar una alternativa socialista e independentista para nuestro pueblo.
P. Está usted en la cárcel y una mayoría le considera un extremista incapaz de apostar por la paz y condenar a los violentos ¿No ha pensado en abandonar la política, la vida pública?
R. No me considero una persona “extremista”, esta etiqueta ha sido fabricada por determinados medios de comunicación que beben de fuentes muy próximas a los servicios policiales y de la inteligencia españoles. Le aseguro que quienes han compartido conmigo tareas políticas de diversa índole a nivel nacional o internacional no comparten de ningún modo esa afirmación. Por otro lado, le aseguro que nunca he pensado abandonar mi compromiso militante, que me acompañará hasta el final de mis días.
P. ¿Cree que volverá a la política democrática, a sentarse en el Parlamento vasco alguna vez?
R. Sin lugar a dudas, y déjeme hacerle una predicción: me sentaré en la bancada del grupo mayoritario en la Cámara, el de los independentistas de izquierda. Esto sucederá probablemente más tarde de lo que nosotros desearíamos, pero mucho antes de lo que desearían nuestros adversarios.
P. ¿Qué piensa de Patxi López?
R. Patxi López es el lehendakari de la CAV y sabe que no representa a la mayoría social en esa comunidad. Es rehén del PP y, en parte, del cargo institucional que ocupa. Quiero trasmitirle un mensaje: además de calificar de “insuficientes” nuestros pasos, que sea valiente y dé alguno, por muy insuficiente que sea; por ejemplo: que diga como su compañero Montilla que Euskal Herria es una nación y tiene derecho a decidir su futuro libre y democráticamente.
P. ¿Y de Eguiguren?
R. Jesús es una persona muy comprometida con la búsqueda de una solución justa y democrática al conflicto. Por encima de muchas diferencias, después de la larga e intensa relación que hemos mantenido, siento aprecio por él. Cuando se alcance un escenario de solución, los que ahora le critican en su propio partido y mantienen una posición de “campeones de la firmeza”, y quienes apostamos por una salida democrática, nos sentaremos a charlar alrededor de un buen café.
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Arnaldo Otegi reitera desde la cárcel los fundamentos de la resolución "Zutik Euskal Herria" aprobada por las bases de la izquierda abertzale y da por "absolutamente superado" el esquema de avanzar en el proceso democrático dependiendo de compromisos previos o de "la confianza en determinado gobierno". Sostiene que sólo se logrará avanzar "si somos capaces de generar las condiciones necesarias desde la movilización de la sociedad, la complicidad de la comunidad internacional y la materialización de gestos y acciones de carácter unilateral".
Justo un año después de haber sido encarcelado junto a otros cuatro dirigentes independentistas y de que una enorme y plural manifestación recorriera las calles de Donostia exigiendo su libertad, "El País" publica una extensa entrevista con Arnaldo Otegi firmada por el periodista John Carlin y realizada a través de un cuestionario porque el Ministerio de Interior prohibió el encuentro físico.
La entrevista se centra en la cuestión de la violencia, y Otegi asegura que "la estrategia independentista es incompatible con la violencia armada". Apuesta por la desaparición de todas las violencias, por eso pide al Estado que también acepte que "la utilización de la coacción, tortura, ilegalización de partidos, cierre de medios de comunicación... no pueden ni deben formar parte de su estrategia para tratar de impedir el proyecto independentista".
Cuando se le pregunta qué le diría a la dirección de ETA responde que le pediría "que decrete una tregua unilateral, permanente y verificable por la comunidad internacional, siendo coherente con la caracterización unilateral de esta fase del proceso, y haciéndose eco tanto de la petición expresada por la declaración de Bruselas como la expresada y suscrita por el conjunto de organizaciones de la izquierda abertzale con otras fuerzas políticas, sociales y sindicales".
Sostiene al mismo tiempo que el Gobierno español debería explorar la disposición mostrada por ETA en su última entrevista a abordar la cuestión de los presos "con urgencia y sin condicionarlo a la existencia o no de acuerdos políticos de carácter resolutivo".
Otegi destaca que para la legalización de un partido político a la izquierda abertzale se le debería exigir lo mismo que a cualquier otra formación, puesto que otra cosa sería antidemocrático. Pero rechaza que la apuesta del independentismo sea para poder presentarse a las elecciones. Cuando se le pregunta que si no consiguen la legalización no estarán condenados a desaparecer, Arnaldo Otegi afirma: "Rotundamente no, y la prueba más evidente es que tras largos años de persecución, detenciones e ilegalizaciones hoy seguimos estando no sólo presentes sino que además estamos marcando, en buena medida, la agenda política de nuestro país".
En su entrevista, Arlando Otegi deja claro que "nuestra posición con respecto a una solución pacífica y democrática del conflicto es irreversible y no contemplamos ningún horizonte ni hipotéticas circunstancias que vayan a hacer variar esta posición".
GARA
John Carlin, escritor británico y autor de “El Factor Humano” entrevista de manera escrita a Arnaldo Otegi en la cárcel de Navalcarnero. Parte de esa entrevista ha sido recogida por El Pais. Aquí publicamos el texto íntegro de la entrevista.
Pregunta. ¿Habla en su nombre o como dirigente de la llamada izquierda abertzale?
Respuesta. Respondo a sus preguntas desde una cárcel española, como miembro de la dirección de la izquierda abertzale y, por tanto, le traslado mi posición en el marco y en consonancia con las conclusiones de nuestro debate interno y de los compromisos adquiridos tanto con la comunidad internacional como con diferentes agentes políticos, sociales y sindicales de Euskal Herria.
P. ¿Por qué siempre ha justificado la violencia terrorista de ETA?
R. Mi posición y la del conjunto de la izquierda abertzale ha sido la consecuencia lógica de entender que la existencia y persistencia de la violencia política en nuestro país obedece a razones de estricta naturaleza política. Sin querer de ningún modo trazar paralelismos en términos absolutos, nuestra posición ha sido similar a la mantenida durante décadas por el Sinn Féin en Irlanda o por el propio Nelson Mandela en Sudáfrica. Lo que ha caracterizado a nuestra posición en este tema ha sido la insistencia en la necesidad de superación definitiva de la violencia y el conflicto político a través del diálogo y la negociación. Nuestro compromiso ha sido y es sincero: las armas, todas las armas, deben desaparecer definitivamente de la ecuación política vasca.
P. ¿Rechaza usted las extorsiones a empresarios, el denominado impuesto revolucionario?
R. Son hechos que deben desaparecer. Toda amenaza y persecución por motivaciones políticas, toda vulneración de derechos tiene que desaparecer. Y en ese objetivo nadie puede ser indiferente ni no sentirse interpelado. Yo tampoco.
P. ¿Cree que matar a un guardia civil o a un concejal es el camino para lograr la independencia de Euskal Herria?
R. No existe más camino hacia la independencia que el que se desarrolle por vías pacíficas y democráticas. No contemplamos compatible con la estrategia independentista el recurso a la violencia armada. Esa es una de las conclusiones a las que hemos llegado y la expresamos sin ambigüedades. Dicho esto, espero y deseo que el pueblo español, sus poderes públicos, sus agentes sociales, políticos, su Gobierno acepten con la misma rotundidad que la utilización de la coacción, tortura, ilegalización de partidos, cierre de medios de comunicación… no pueden ni deben formar parte de su estrategia para tratar de impedir el proyecto independentista.
P. ¿Si ETA matara mañana, lo condenaría? ¿Y el resto de Batasuna?
R. Usted me plantea una hipótesis para mí imposible, o altamente improbable por cuanto ETA ha anunciado el cese de sus acciones armadas; pero no quiero eludir la pregunta. Si tales hechos sucedieran, la izquierda abertzale, en virtud de su propia reflexión y de los compromisos adquiridos con la comunidad internacional y en aplicación de los Principios Mitchell se opondría a tales hechos. El desmarque realizado por la izquierda abertzale ante supuestos hechos de kale borroka determina con claridad ese compromiso por las vías políticas y democráticas.
P. ¿Por qué no se pudo llegar a ese punto hace tres, cuatro, cinco años?
R. Mantener una posición autocrítica permanente en torno a la estrategia es una de nuestras señas de identidad como organización política. Nuestras actuales posiciones son fruto de un largo proceso de maduración que no ha estado ni está exento de complicaciones. El cambio demuestra la madurez de nuestra amplia base social, que ha sabido hacerlo en condiciones extremas y sin renuncia alguna a lo que hemos sido y somos, a nuestros principios y a nuestros objetivos. Si este cambio pudo haber sido posible o no hace cuatro o cinco años puede ser objeto de interpretaciones diversas, lo importante es que se ha producido a pesar de que poderosos agentes en el Estado han tratado de impedirlo a través de la represión; nuestro encarcelamiento no tenía otro objetivo. Pues bien, no lo han conseguido.
P. ¿No cree que la forma más sencilla de terminar con lo que ustedes denominan el “conflicto vasco” es que ETA deje de matar y abandone las armas?
R. Lo que usted denomina como conflicto vasco es muy anterior al nacimiento de ETA. Que desaparezca la violencia armada de ETA no supone la desaparición del conflicto entre el País Vasco y el Estado. El cese definitivo de la lucha armada iniciada por ETA hace 51 años daría por finalizada la vertiente armada del conflicto, pero no lo resolvería. Nosotros proponemos una sencilla fórmula de aritmética democrática para la solución definitiva del conflicto político: reconocer la identidad nacional del pueblo vasco y el derecho y el respeto a que la ciudadanía vasca decida libre, pacífica y democráticamente su futuro sin más límite que la propia voluntad popular. Esta fórmula permitiría cerrar definitivamente el conflicto político y, además, es una fórmula cada vez más extendida, incluso, en la Unión Europea. Los ejemplos de Irlanda, Escocia, Flandes, Montenegro, Groenlandia, Islas Faroe… demuestran la fortaleza y virtualidad democrática de las reivindicaciones de la izquierda abertzale.
P. ¿Por qué se ha de confiar en ustedes o en ETA después de lo ocurrido en la T-4 y después de tantas treguas fallidas?
R. Quiero manifestarle en primer lugar que somos receptivos y respetuosos con los sectores que se manifiestan “escépticos” sobre la sinceridad de nuestras posiciones y lo hacen desde la buena fe, pero somos especialmente críticos con otros sectores, especialmente de la clase política, que utilizan el escepticismo como supuesto argumento para mantenerse en posiciones absolutamente “inmovilistas”, porque se encuentran cómodos en la actual situación de bloqueo. Bien, todos tenemos razones para desconfiar de nuestros adversarios, para desconfiar de sus intenciones presentes o futuras. Pero necesitamos avanzar. Frente a esta realidad de desconfianza multidireccional hemos adoptado una posición de principio que nos permite avanzar: el adoptar decisiones y desarrollarlas de forma unilateral, depositando en nuestro pueblo y en la comunidad internacional la confianza y garantía única de la evolución del proceso democrático. El proceso democrático en esta fase no depende, pues, de la existencia de compromisos previos, ni de la confianza en determinado Gobierno. Hemos dado por absolutamente superado ese esquema. Es evidente que en fases más avanzadas el proceso exigirá de dinámicas, acuerdos y compromisos de carácter multilateral, pero solo alcanzaremos esa fase si somos capaces de generar las condiciones necesarias desde la movilización de la sociedad, la complicidad de la comunidad internacional por una solución democrática y la materialización de gestos y acciones de carácter unilateral.
P. ¿Es usted de los que consideran que la lucha armada de ETA no tiene futuro? ¿Cuándo llegó a esa conclusión?
R. Quiero plantear mi respuesta en dos ámbitos diferenciados. En primer lugar, si hablamos del futuro en términos estrictamente operativos, creo que ETA podría seguir prolongando su actividad armada, con mayor o menor intensidad, durante muchos años, manteniéndola además con un cierto apoyo social. Esa organización ha demostrado a lo largo de 50 años que es capaz de regenerarse y mantenerse operativa a pesar de la represión que se ejerce sobre ella. No estamos, pues, frente a una organización que haya sido derrotada policialmente.
En el ámbito político, sin embargo, y es un fenómeno que se da a escala internacional, se observa con claridad el tránsito de la gran mayoría de organizaciones de carácter político-militar con identidades y naturalezas socialistas y trasformadoras, desde posiciones insurgentes a posiciones de carácter y estrategias democrático-populares. Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Uruguay son un buen ejemplo de lo que digo. En definitiva, creo que una estrategia eficaz para la consecución de nuestros objetivos debe descansar sobre nuestra capacidad exclusiva de seducción democrática. Por tanto, la izquierda abertzale, considerando variables geopolíticas, económicas y sociales y, fundamentalmente, analizando la situación específica del proceso político vasco, lo ha interiorizado así, y lo ha puesto negro sobre blanco en su documento de conclusiones. No es sustancial el conocer cuándo llegué yo a dicha conclusión, lo relevante para el futuro es que nuestras bases, de manera abrumadora, la han hecho suya en el debate que acabamos de realizar.
P. ¿Comparte la idea de Eguiguren de que para ETA y la izquierda abertzale es más fácil renunciar a la llamada lucha armada por decisión propia que como resultado de una negociación?
R. No conozco con detalle la tesis que usted menciona, por lo que sería un tanto aventurado por mi parte plantear una valoración al respecto.
P. ¿En qué ha cambiado desde su discurso de Anoeta su percepción sobre la posibilidad de superación de la violencia?
R. Mis convicciones son hoy más sólidas de las que eran entonces. Créame si le digo una cosa con absoluta certeza y rotundidad: si el debate que hemos realizado ahora se hubiera realizado con anterioridad a la declaración de Anoeta es muy probable que el proceso de paz anterior no se habría frustrado.
P. ¿Cree que ETA estará alguna vez dispuesta a dejar de matar sin contrapartidas políticas?
R. Desde la declaración de Lizarra-Garazi, y con mayor claridad desde la declaración de Anoeta -que ha vuelto a ser aceptada por ETA en su reciente entrevista-, el ámbito para la negociación y el acuerdo político corresponde en exclusividad a las formaciones políticas. A ETA le corresponde alcanzar acuerdos en el ámbito de las consecuencias del conflicto: presos, víctimas, desmilitarización… La decisión de suspensión temporal o definitiva de su lucha armada no debe ni puede estar sujeta a la existencia de acuerdos de naturaleza política entre fuerzas políticas, aunque es evidente que un clima de dialogo incluyente, junto con medidas perfectamente aplicables desde el respeto a la legalidad (presos enfermos, libertad de los presos que han cumplido sus condenas…), favorecerían indudablemente la toma de decisiones por parte de ETA.
P. ¿Están ustedes presionando a ETA para que declare un fin definitivo y también irreversible a la violencia?
R. Créame si le digo que ETA no es una organización que adopte sus decisiones en función de la mucha o poca presión a la que se le someta. En cualquier caso, puedo confirmarle que llevamos años utilizando nuestro pensamiento político para influir en decisiones que permitan abrir una nueva fase con la desaparición de la violencia política y la consolidación de un escenario de diálogo y negociación hacia soluciones definitivas.
P. Tras el fracaso de ese proceso el actual Gobierno ve imposible reanudar una negociación si no se produce antes un abandono definitivo de la violencia ¿Cree que hay otra alternativa?
R. Me parece que situar el escenario final como punto de partida no nos permite avanzar. Pienso, no obstante, que esa petición puede estar motivada por las frustraciones habidas en procesos anteriores. En este sentido, creo que la garantía para superar los graves errores cometidos -por todos- pudiera encontrarse en el compromiso con los principios Mitchell y en una adecuada monitorización del conjunto del proceso por parte de agentes internacionales que cuenten con la confianza de todas las partes.
P. Los partidos democráticos consideran insuficiente la tregua anunciada por ETA ¿Está de acuerdo? ¿Y por qué?
R. Con el paso del tiempo se puede observar que tal homogeneidad de la que tanto se hace gala no es tal. Eso es todavía mucho más evidente en el País Vasco, en donde cuando se habla de una posición homogénea se refieren a la que mantienen el PSOE y el PP. La posición de estos partidos, con la calculada complicidad del PNV, me hace recordar la táctica del avestruz. Deben negar cualquier cambio en nuestras posiciones, porque no hacerlo les obligaría a cambiar las suyas y eso les produce gran vértigo y refleja su enorme debilidad política. Diría para finalizar que al albur de las reacciones suscitadas por las iniciativas de la izquierda abertzale y el paso dado por ETA podríamos reformular en términos políticos el Principio de Arquímedes: el grado de crispación y escepticismo con respecto al nuevo escenario es directamente proporcional al interés por mantener la actual situación invariable.
P. ¿En qué puede haber cambiado la actual dirección de ETA para que sea diferente a otras que también hablaron de tregua y acabaron matando?
R. Fundamentalmente, en que existe un mandato de las bases de la izquierda abertzale que no admite ambigüedades y que debe ser asentido.
P. En su último comunicado, ETA sugiere que está dispuesta a sentarse a analizar la situación con los firmantes de la declaración de Bruselas, pero ni siquiera hace suyos los contenidos de la declaración ¿No le parece que eso es insuficiente?
R. Corresponde a los firmantes de dicha declaración hacer las valoraciones pertinentes en torno a lo manifestado por ETA, y quiero destacar que han mostrado su disposición a conformar un “Grupo de Contacto Internacional” en relación con un posible proceso de diálogo y negociación. En ese sentido, estoy convencido de que actúan y actuarán con total seriedad, honestidad e imparcialidad.
P. ¿Qué le diría ahora a la dirección de ETA si estuviera frente a ella?
R. Que siendo coherente con la caracterización unilateral de esta fase del proceso, y haciéndose eco tanto de la petición expresada por la declaración de Bruselas como la expresada y suscrita por el conjunto de organizaciones de la izquierda abertzale con otras fuerzas políticas, sociales y sindicales decrete una tregua unilateral, permanente y verificable por la comunidad internacional.
P. ¿Cuál es el calendario concreto que usted augura en estos momentos para ETA? ¿Y para la llamada izquierda abertzale?
R. Estamos al inicio del camino. Para nosotros, los objetivos en esta primera fase, paralelamente a la progresiva articulación del espacio independentista, son los recogidos en la declaración de Gernika, que consistirían en alcanzar un escenario de no violencia con garantías y normalización política progresiva, que permitiría al proceso entrar en una fase de diálogo y negociación hacia acuerdos políticos.
P. ¿Cree posible que los presos de ETA con condena pendiente puedan salir de prisión antes del abandono definitivo de la llamada lucha armada?
R. En primer lugar, manifestar y dejar constancia de que la actual estrategia judicial y penitenciaria está absoluta y totalmente instrumentalizada por el Ejecutivo. Aplicando estrictamente la legalidad, decenas de presos y presas políticos vascos deberían estar en libertad. En la política a la que se nos somete es perfectamente aplicable el dicho de que “el fin justifica los medios”. Quiero volver a reclamar la libertad para todos los compañeros y compañeras gravemente enfermos, así como para quienes han cumplido sus condenas. Dicho esto, entiendo que la liberación del conjunto de presos y presas políticos vascos solo es posible en un escenario de fin definitivo de la lucha armada de ETA y de encauzamiento del conflicto por vías de diálogo y negociación política.
P. ¿Los presos de ETA son considerados parte legítima de ETA, con voz en las decisiones, por los que siguen libres?
R. No soy militante de ETA. No puedo responder a su pregunta.
P. Si ETA anunciara el fin definitivo de la violencia, ¿cuál cree que debiera ser en el futuro la “salida” para los presos de la organización? ¿Establecería diferencias entre aquellos con delitos de sangre y los que no? ¿Cuáles?
R. La salida del conjunto de presas y presos políticos vascos debe encauzarse en el contexto del desarrollo de un proceso de diálogo y negociación. Es prematuro hacer conjeturas o introducir matices al respecto en la actual fase. Sin embargo, y en mi opinión, cualquier acuerdo en torno a la salida escalonada de los presos y las presas debe ser abordado sin más demora por parte de ETA y del Gobierno. En este sentido, me parece reseñable el que ETA en su última entrevista manifieste su disposición a abordar este tema con urgencia y sin condicionarlo a la existencia o no de acuerdos políticos de carácter resolutivo. El Gobierno debería explorar esta disposición exigiendo las garantías que estime oportunas; eso nos acercaría a un escenario de soluciones, sin lugar a dudas.
P. ¿Por qué habrían de aceptar las víctimas de ETA la salida de la cárcel de los asesinos de sus familiares?
R. Siempre hemos manifestado nuestro respeto por las opiniones de las víctimas, que, queremos volver a reseñar, existen en todas las partes. Sus opiniones, sus preocupaciones, sus miedos… deben ser escuchados, atendidos y resarcidos en la medida de nuestras posibilidades. Desde el mutuo reconocimiento y el respeto, debemos ser capaces, sin que quepa el olvido, de construir un futuro mejor para las siguientes generaciones tanto de Euskal Herria como del conjunto del Estado español.
P. ¿Qué les diría a las víctimas de los atentados que usted no ha condenado para que confiasen en sus palabras?
R. Creo que, en este momento, el que yo me propusiera ganarme la confianza de esas personas con palabras y gestos no sería un objetivo plausible. Me limitaré a señalarles que en el acuerdo suscrito en Gernika se recoge “la necesidad del reconocimiento, reconciliación y reparación de todas las víctimas”. En esa dirección estamos dispuestos a recorrer el camino que sea necesario.
P. ¿Qué es ETA hoy para usted? ¿Cómo la definiría?
R. Hoy en día, ETA es la organización que ha suspendido sus acciones armadas, que está dispuesta a declarar un alto el fuego permanente y verificable, que expresa su voluntad de superación definitiva de la violencia y renuncia a cualquier injerencia en el desarrollo de las conversaciones que desarrollen los agentes políticos, y que se compromete a respetar los acuerdos que se alcancen.
P. Las sentencias judiciales se refieren al conglomerado de ETA que incluye a Batasuna. ¿Qué diferencias ve usted entre los grupos, organizaciones o movimientos dentro de ese conglomerado?
R. Ni yo, ni Batasuna, ni ninguna organización de la izquierda abertzale formamos parte de ningún “conglomerado”. La teoría del “entorno” no es más que una invención jurídico-policial para justificar nuestras detenciones, ilegalizaciones y encarcelamientos. Así que vuelvo a aprovechar la ocasión para responder a la pregunta que el señor Rubalcaba nos hace permanentemente sobre nuestra elección entre votos y bombas. Nuestra elección son los votos y la movilización, y la organización popular. ¿Cuál es la suya? Porque resulta curioso observar que junto al PP sus máximos desvelos son impedir por lo civil o por lo criminal que podamos presentarnos a las elecciones y podamos así recabar los votos de la ciudadanía.
P. ¿Cuál es el vínculo de la izquierda abertzale con ETA?
R. No existen vínculos de carácter orgánico, si es a eso a lo que se refiere.
P. Dirigentes de la izquierda abertzale aseguran que ya no hay interlocución directa, que no hay conexión directa entre ETA y la izquierda abertzale ¿Es cierto? ¿Cuándo y por qué se produjo ese distanciamiento, esa separación?
R. La izquierda independentista contemporánea surge durante el franquismo de la mano del nacimiento de ETA como organización antifascista y abertzale. Nuestra coincidencia con ETA se limita exclusivamente a compartir objetivos estratégicos: la independencia y el socialismo para Euskal Herria.
P. ¿Qué opina de la kale borroka? ¿Tienen los dirigentes de la izquierda abertzale capacidad y autoridad para controlarla?
R. En una altísima proporción los hechos que se han atribuido a la kale borroka en los últimos meses tienen un origen desconocido cuando no directamente muy sospechoso. Estos hechos han sido instrumentalizados política y mediáticamente para intentar deteriorar nuestra credibilidad política y poner en duda la sinceridad de nuestra apuesta. Además, estos “actos” oxigenan políticamente a las posiciones del llamado “constitucionalismo”, que, a falta de argumentos sólidos para oponerse a la apertura de un nuevo ciclo, se agarra a estos hechos como a un clavo ardiendo.
Independientemente de estas consideraciones sobre hechos que han acaecido recientemente, y en respuesta a su pregunta, la posición de la izquierda abertzale es coherente con la estrategia política que ha adoptado, y así, ese tipo de actos no solo se sitúan fuera de la estrategia y la reflexión que han decidido las bases de la izquierda abertzale, sino que van directamente en su contra y, por tanto, merecen el rechazo en términos políticos.
P. ¿Cree factible una ruptura definitiva entre ETA y la llamada izquierda abertzale? ¿Se puede convertir ETA en una especie de Real IRA, disidente, marginada y condenada por el resto de la izquierda abertzale?
R. Tengo la impresión y constancia de que existen en el Estado sectores poderosos que apuestan decididamente por un escenario de mantenimiento de la violencia armada -lo más residual posible- acompañado de nuestro distanciamiento definitivo de la misma, por encima de un escenario de superación integral de la misma. Esto es, la versión española de los “securocratas” británicos. La hipótesis de una “ETA-Auténtica” es altamente improbable, por no decir imposible. No contemplamos ese escenario y nuestro esfuerzo está encaminado hacia una superación justa, estable y democrática del conflicto en términos globales.
P. La nueva postura de la izquierda abertzale es vista como un simple movimiento táctico para conseguir la legalización y presentarse a las elecciones. ¿Por qué se ha de pensar lo contrario?
R. Le agradezco en primer lugar que encabece su pregunta hablando de nuestra nueva postura, algo que todavía algunos se niegan a aceptar. Mire, quienes están realmente obsesionados con las próximas elecciones son fundamentalmente -también hay otros- el PSOE y el PP, que consideran nuestra presencia o no en las mismas, los unos como la prueba del algodón de la existencia o no de negociaciones; y los otros, como el ejercicio que hacen de exhibir “músculo” frente al PP. Permítame reseñarle que la única y verdadera razón para intentar no legalizarnos e impedir nuestra presencia en las elecciones es sencillamente porque nuestra sola presencia en los comicios provocaría el derrumbe y caída como un castillo de naipes de toda la realidad virtual que se ha construido en torno al “cambio” en la CAV. Simplemente, porque volvería a quedar en evidencia una vez más la existencia de un bloque popular mayoritario en claves nacionales vascas y autodeterministas. Además, nuestra fortaleza electoral volvería a demostrar la absoluta falsedad de las soflamas en torno a una supuesta debilidad o incluso derrota política. Así que el avestruz prefiere seguir con su cabeza bajo tierra. La izquierda abertzale no ha renovado su apuesta pensando en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones.
P. ¿Si no consiguen la legalización no están condenados a desaparecer?
R. Rotundamente no, y la prueba más evidente es que tras largos años de persecución, detenciones e ilegalizaciones hoy seguimos estando no solo presentes, sino que además estamos marcando, en buena medida, la agenda política de nuestro país.
P. ¿No deberían incorporar en sus estatutos una condena expresa a la violencia terrorista de ETA para ser creíbles si quieren concurrir a las elecciones?
R. En primer lugar, señalar que nuestra apuesta busca un escenario donde tal condena o similar no sea necesaria por la desaparición de la violencia política. Y dicho eso, a la izquierda abertzale se le deben exigir exactamente las mismas garantías y condiciones que a cualquier otra formación política a la hora de registrarnos como partido o movimiento político. Si no es así, seguiremos siendo víctimas de la aplicación arbitraria y antidemocrática de auténticas leyes de excepción. En este sentido, y como anécdota, le citaré como Eduardo Punset en su libro El poder de la mente manifiesta su asombro con ciertos sectores políticos en España que van exigiendo a otros el carné de demócrata cuando ellos jamás lo han sido.
P. Con la perspectiva actual, ¿cuál es su valoración de la Ley de Partidos y la sentencia de Estrasburgo?
R. La Ley de Partidos es un instrumento diseñado y elaborado ad hoc para intentar neutralizar a la izquierda abertzale y que permite al Estado manipular la voluntad democrática de la ciudadanía vasca. Los vascos y vascas ocupamos el único espacio geográfico de la Unión Europea en donde sus instituciones no son representativas de la voluntad popular. La sentencia del Tribunal de Estrasburgo –en cuya elaboración, por cierto, participó un jurista español- está ahora siendo esgrimida por Turquía para ilegalizar partidos kurdos, mientras la UE exige pruebas de democratización efectiva del régimen turco para integrarse en la Unión; o por ultraortodoxos, como el ministro israelí Lieberman, para ilegalizar a los palestinos en Israel, hecho que es denunciado por la comunidad internacional.
P. ¿Sigue pensando que fue el PNV y no ETA quien se equivocó en 1977 al optar por participar en las elecciones? ¿No tiene que hacer ninguna autocrítica la izquierda abertzale por seguir negando durante años el carácter democrático del sistema político actual?
R. Ha sido el propio PNV y, más recientemente, CiU, a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional, quienes nos han dado la razón a quienes planteamos la ruptura democrática con el franquismo. La tesis central que defendimos entonces fue que el modelo que se pactó en el 77 no podría en ningún caso evolucionar hacia el reconocimiento plurinacional del Estado y el respeto al derecho de autodeterminación de las diferentes naciones del Estado español. Hoy, esta tesis es incuestionable, de tal manera que organizaciones políticas y sindicales que avalaron la transición en Euskal Herria, hoy comparten plenamente la tesis que nosotros defendimos en el 77 y que la izquierda abertzale ha mantenido en estos más de 30 años con coherencia en su actividad institucional y de masas.
Sobre el carácter “democrático” del sistema político español habría mucho que debatir y discutir. Empiezo haciéndole una “concesión”; el sistema político español está reconocido y es considerado como democrático por el conjunto de la comunidad internacional; es pues, un sistema que ha sido homologado por las democracias occidentales; esto no admite discusión.
Pero, no es menos cierto que posee enormes déficits, fruto de la forma en que se gestó. ¿Cree, por ejemplo, que la democracia española superaría el test de Montesquieu sobre la división de poderes? ¿Cree realmente que un país que aparece todos los años en los informes de, por ejemplo, el relator oficial de la ONU para la prevención de la tortura es realmente democrático? ¿Cree que un sistema que permite que las élites financieras dispongan de nuestras vidas y haciendas sin ningún tipo de control democrático es un sistema democrático? ¿Cree que un sistema que mantiene todavía decenas de miles de cuerpos asesinados por el fascismo franquista en las cunetas con miedo o incapacidad para resituar su memoria histórica es un sistema democrático?
Repito, nuestra posición a este respecto como militantes socialistas es extremadamente crítica. Creo no obstante que la segunda Transición es ya inevitable en el Estado español. Se podrá retrasar, pero es imposible de evitar. Nosotros ya estamos preparados para encabezarla con ánimo constructivo y exclusivamente por vías pacíficas y democráticas.
P. En mayo de 2006 reconoció tres errores de la izquierda abertzale: el planteamiento sobre Navarra, transmitir la impresión de querer imponer su ideario y dar a entender que el sufrimiento ajeno les era indiferente. ¿Cree que cuatro años después esos errores siguen cometiéndose?
R. Creo que hemos consolidado las bases políticas suficientes para superar esos errores y para garantizar que no se vuelvan a repetir y, con ello, dotar de eficacia y profundidad a nuestra estrategia política.
P. ¿Sus palabras en busca de una solución política pacifica al problema vasco son irreversibles? ¿O existen hipotéticas circunstancias en las cuales volvería usted a apoyar la violencia como instrumento político?
R. Nuestra posición con respecto a una solución pacífica y democrática del conflicto es irreversible y no contemplamos ningún horizonte, ni hipotéticas circunstancias que vayan a hacer variar esta posición.
P. ¿Qué pensó y que hizo al conocer el atentado de la T-4? ¿Llamó a sus interlocutores de Loiola? ¿Qué les dijo?
R. Lo primero que hice es interesarme por conocer si se habían producido daños de carácter personal como consecuencia del atentado, cosa que desgraciadamente se confirmó. A continuación pensé que años de esfuerzo por abrir vías de solución dialogadas al conflicto habían sido desaprovechadas otra vez. Compartí, creo, con el conjunto de la sociedad vasca y española un sentimiento de angustia y decepción. Aquella misma mañana me reuní con Jesús Eguiguren, ambos estábamos realmente impactados con la noticia. Intenté convencerle -creo que en vano- de que debíamos hacer algo para intentar salvar el proceso de diálogo. Le insistí en que no debíamos tirar la toalla y me comprometí a hacer algún gesto por nuestra parte.
Al día siguiente, en rueda de prensa, exigimos a ETA que volviera a la situación de tregua permanente. ETA lo aceptó, pero a esas alturas el nivel de confianza mutuo que tanto esfuerzo nos había costado alcanzar estaba roto.
P. ¿Cuál fue su papel en la anterior negociación?
R. Fui yo el que, a nivel personal, inició los contactos informales con diferentes personas cercanas al PSOE, en un momento en el que ni siquiera podíamos atisbar que podríamos alcanzar algún día un escenario de diálogo y negociación a nivel oficial y público. Aquellos contactos, que duraron años, nos permitieron estar preparados para cuando la oportunidad se produjese. En las conversaciones y negociaciones de Loiola o Ginebra fui el responsable de la delegación por parte la izquierda abertzale.
P. Tras el tiempo transcurrido, ¿cuál cree que fue la clave de la ruptura del proceso?
R. Existen diferentes claves para entender el fracaso (relativo, en cualquier caso, puesto que, por ejemplo, nuestra posición actual no puede entenderse sin tener en cuenta la profunda autocrítica que hemos hecho en torno a nuestra posición y actitud en el proceso de dialogo), como el deterioro de las confianzas, los incumplimientos de los acuerdos -incluido mi encarcelamiento, por ejemplo-, o la prohibición de manifestaciones de la mano de la Audiencia Nacional, hecho que no es casual. Y que se ha vuelto a repetir ahora.
Sin embargo, la clave fundamental es que el Gobierno, y en buena medida ETA, se manejaban frente a las dificultades inherentes a todo proceso de diálogo y negociación con un esquema que pivotaba en la creencia de que la amenaza de la represión o de la reanulación de los atentados eran una fórmula eficaz para hacer variar las posiciones de la otra parte y desbloquear los atascos que se producían a la hora de llegar a acuerdos. Este esquema ha demostrado que, lejos de solucionar los bloqueos, no hace sino provocar bloqueos mayores, enquistando las diferencias en lugar de superarlas. Este esquema no sirve para avanzar, y desde nuestro punto de vista, es un esquema superado y que no debe ser utilizado por ninguna de las partes.
P. ¿Qué procesos judiciales tiene pendientes?
R. Antes hablábamos de la instrumentalización de la judicatura al servicio de estrategias políticas que se diseñan en Ferraz o en Génova. Tanto yo como mis compañeros y compañeras somos fichas para demostrar la “firmeza” del Gobierno, por un lado; o para sabotear el nuevo escenario (objetivo también del PP, que tiene gran influencia en la judicatura). Pronto seré juzgado en la Audiencia Nacional, junto a dos compañeros, por presentar una propuesta de paz en Anoeta, acusados de apología del terrorismo. Y seremos juzgados, entre otros, por el ilustrísimo magistrado Enrique López (vocal y portavoz del CGPJ y candidato al Constitucional a propuesta del PP), así que nos sabemos condenados de antemano. No existen causas “judiciales” contra nosotros, solo persecución política envuelta en literatura jurídica.
P. ¿Se ha entrevistado en la cárcel con dirigentes socialistas o del Gobierno central o autonómico? ¿En caso afirmativo, quiénes, cuándo y con qué fin?
R. No he mantenido ningún encuentro o comunicación de esa naturaleza. En cualquier caso, puedo mostrarle mi disposición absoluta al diálogo y al encuentro. En este momento, tengo una solicitud de una delegación de Eusko Alkartasuna para entrevistarse conmigo, para lo que ya he solicitado la pertinente autorización.
P. ¿Cómo vive en la cárcel? ¿Cómo es su vida?
R. Mi vida en la cárcel no es sustancialmente diferente de la de cualquier otro preso o presa políticos vascos. El deporte, la lectura y el estudio ocupan buena parte de mi actividad. Procuro “aprovechar” mi estancia forzosa para, siguiendo las recomendaciones de Nelson Mandela, intentar prepararme y formarme aún más en la perspectiva de seguir aportando mi grano de arena en la tarea de forjar una alternativa socialista e independentista para nuestro pueblo.
P. Está usted en la cárcel y una mayoría le considera un extremista incapaz de apostar por la paz y condenar a los violentos ¿No ha pensado en abandonar la política, la vida pública?
R. No me considero una persona “extremista”, esta etiqueta ha sido fabricada por determinados medios de comunicación que beben de fuentes muy próximas a los servicios policiales y de la inteligencia españoles. Le aseguro que quienes han compartido conmigo tareas políticas de diversa índole a nivel nacional o internacional no comparten de ningún modo esa afirmación. Por otro lado, le aseguro que nunca he pensado abandonar mi compromiso militante, que me acompañará hasta el final de mis días.
P. ¿Cree que volverá a la política democrática, a sentarse en el Parlamento vasco alguna vez?
R. Sin lugar a dudas, y déjeme hacerle una predicción: me sentaré en la bancada del grupo mayoritario en la Cámara, el de los independentistas de izquierda. Esto sucederá probablemente más tarde de lo que nosotros desearíamos, pero mucho antes de lo que desearían nuestros adversarios.
P. ¿Qué piensa de Patxi López?
R. Patxi López es el lehendakari de la CAV y sabe que no representa a la mayoría social en esa comunidad. Es rehén del PP y, en parte, del cargo institucional que ocupa. Quiero trasmitirle un mensaje: además de calificar de “insuficientes” nuestros pasos, que sea valiente y dé alguno, por muy insuficiente que sea; por ejemplo: que diga como su compañero Montilla que Euskal Herria es una nación y tiene derecho a decidir su futuro libre y democráticamente.
P. ¿Y de Eguiguren?
R. Jesús es una persona muy comprometida con la búsqueda de una solución justa y democrática al conflicto. Por encima de muchas diferencias, después de la larga e intensa relación que hemos mantenido, siento aprecio por él. Cuando se alcance un escenario de solución, los que ahora le critican en su propio partido y mantienen una posición de “campeones de la firmeza”, y quienes apostamos por una salida democrática, nos sentaremos a charlar alrededor de un buen café.
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