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    David Riazanov

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    Mensaje por Disidente_del_Capitalismo Lun Nov 01, 2010 5:54 pm

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    Sobre David Riazanov [Давид Рязанов] (10 de marzo de 1870 - 21 de enero de 1938), nacido en Odessa, Ucrania Rusa con el nombre de David Borisovich Goldendach (Давид Борисович Гольдендах). En general hay bastante poco y es que ni siquiera es muy conocido por muchos marxistas así que dejo algunos artículos sobre el hombre que se dedicó a editar las obras de Marx y Engels, editor del MEGA (Marx-Engels Gesamtausgabe), opositor a Stalin, bolchevique no-leninista (pero que apreciaba bastante a Lenin), fundador de la Academia Comunista y Fundador y Director del Instituto Marx-Engels. Al igual que Lenin y Luxemburgo participó en la Conferencia de Zimmerwald.


    Última edición por Disidente_del_Capitalismo el Lun Nov 01, 2010 6:01 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por Disidente_del_Capitalismo Lun Nov 01, 2010 5:56 pm

    Artículo de León Trotski

    El caso del camarada Riazanov[1]

    8 de marzo de 1931

    En el momento de escribir estas líneas no sabemos nada acerca de la expulsión de Riazanov del partido, exceptuando los informes de los despachos oficiales de TASS [la agencia de prensa soviética]. Riazanov fue expulsado del partido, no por tener divergencias con la llamada línea general, sino por "traición" al mismo. Riazanov es acusado -nada más y nada menos- de haber conspirado con los mencheviques y social-revolu­cionarios que estaban aliados a los conspiradores de la burguesía industrial. Esta es la versión del comunicado oficial. Lo que no resulta claro a primera vista es que a Riazanov el asunto no le haya acarreado más que una expulsión del partido. ¿Por qué no fue arrestado y denunciado ante el Tribunal Supremo por conspirar contra la dictadura del proletariado? Tal pregunta debe planteársela toda persona que piense, incluso aquellas personas que no conocen al implicado. Los últimos co­municados informan que Krilenko lo menciona en su acusación. ¿Será para que lo acusen mañana?

    Los mencheviques y social-revolucionarios repre­sentan a partidos que se proponen el restablecimiento del capitalismo. Se diferencian de otros partidos que están en pro de la restauración capitalista por el hecho de que espetan darle al régimen burgués ruso formas "democráticas". En estos partidos existen fuertes co­rrientes que consideran que en Rusia, cualquier régi­men, independientemente de la forma política que revista, seria más progresivo que el régimen bolchevique. La posición de los mencheviques y social-revoluciona­rios es contrarrevolucionaria en el sentido más preciso y objetivo de la palabra, esto es, en un sentido de clase. Esta posición sólo puede conducir a intentos de aprove­char el descontento de las masas para un levantamiento social. La actividad de mencheviques y social-revolu­cionarios se reduce a preparar tal levantamiento. ¿Se excluye la existencia de frentes de mencheviques y social-revolucionarios con la burguesía industrial? De ninguna manera. La política de la socialdemocracia a nivel mundial se basa en la idea de una coalición con la burguesía contra la "reacción" y el proletariado revolu­cionario. En 1917 la política de los mencheviques y so­cial-revolucionarios se basaba totalmente en el princi­pio de la coalición con la burguesía liberal, tanto repu­blicana como monárquica. Los partidos que consideran que la única salida posible para Rusia es un retorno al régimen burgués no pueden menos que formar un blo­que con la burguesía. Esta última no puede rechazar ayuda, incluyendo la financiera, por parte de sus cola­boradores democráticos. Dentro de estos marcos todo resulta claro, puesto que emana de la naturaleza misma de las cosas.

    Pero, ¿cómo pudo Riazanov participar en la conspi­ración menchevique? Aquí nos vemos confrontados con un enigma obvio.

    Cuando Sirtsov fue acusado de "jugar doble", todos los obreros conscientes debieron preguntarse: ¿Cómo pudo un viejo bolchevique, quien, no hace mucho, fue nombrado por el Comité Central en el cargo de presi­dente del Consejo de Comisarios del Pueblo, convertirse repentinamente en el defensor ilegal de opiniones que él rechazó y condenó oficialmente? De este hecho sólo podemos establecer la extrema duplicidad del régi­men stalinista, en el cual las verdaderas opiniones de los miembros del gobierno son establecidas únicamente por la intervención de la GPU.

    Pero en el caso Sirtsov, sólo se trataba de un conflic­to entre los centristas y el ala derecha del partido, y nada más. El "caso" Riazanov, es incomparablemente más significativo e impresionante. Toda la actividad de Riazanov se manifestaba en el terreno de las ideas, de los libros, de las publicaciones, y por ese solo hecho estaba bajo el constante escrutinio de cientos de miles de lectores a través de todo el mundo. Finalmente, y lo que es más importante, Riazanov es acusado, no de simpatizar con la desviación del ala derechista del par­tido, sino de participar en la conspiración contrarrevolucionaria.

    No dudamos por un instante de que numerosos miembros del Partido Comunista de la Unión Soviética, teóricos y prácticos de la línea general, son menchevi­ques sin saberlo; que numerosos ex mencheviques, que han cambiado sus nombres pero no su esencia, ocupan con éxito los cargos más responsables (comisarios del pueblo, embajadores, etcétera); y que dentro de los marcos del PCUS los agentes directos de los menchevi­ques, junto a los Bessedovskis, Agabekovs y otros ele­mentos corrompidos y desmoralizados, no ocupan un lugar secundario. El régimen stalinista es el criadero de todo tipo de gérmenes y de la descomposición dentro del partido. Pero no podemos incluir al "caso" Riaza­nov en estos marcos. Riazanov no es un advenedizo, un aventurero, un Bessedovski, o cualquier tipo de agente de los mencheviques. Su línea de desarrollo puede trazarse año tras año, de acuerdo a hechos y documen­tos, artículos y libros. En él tenemos a un hombre que ha participado en el movimiento revolucionario durante más de 40 años; y todas las etapas de su actividad han entrado en una forma u otra en la historia del partido proletario. Riazanov tuvo serias divergencias con el partido en distintos períodos, incluyendo los tiempos de Lenin, o mejor, especialmente en aquellos tiempos, cuando participaba activamente en la formulación cotidiana de la política partidista. En uno de sus discursos, Lenin habló directamente del lado fuerte de Riazanov, así como de su lado débil. Lenin no consideraba a Ria­zanov como un político. Cuando hablaba de su lado fuerte, tenía en cuenta su idealismo, su profunda devo­ción por la doctrina marxista, su erudición excepcional, su honestidad de principios, su intransigencia para defender la herencia de Marx y Engels. Es precisamente por eso que el partido colocó a Riazanov a la cabeza del Instituto Marx-Engels que él mismo había creado. Su trabajo tenía importancia internacional, no sólo desde una perspectiva histórico-científica, sino también desde un punto de vista revolucionario y político. El marxismo es inconcebible si no se acepta la dictadura revolucio­naria del proletariado. El menchevismo es la refutación democrático-burguesa de esta dictadura. Al defender al marxismo contra el revisionismo, Riazanov condujo, a través de toda su actividad, una lucha contra la socialdemocracia y, consecuentemente, contra los menchevi­ques rusos. ¿Cómo puede entonces, reconciliarse la posición principista de Riazanov con su participación en la conspiración menchevique? No hay una respuesta para esta pregunta. Y pensamos que no puede haberla.

    Estamos totalmente seguros de que Riazanov no participó en conspiración alguna. Pero, en ese caso, ¿de dónde surge la acusación? Si fue inventada, entonces, ¿por quién y con qué fin?

    A esto sólo podemos dar explicaciones hipotéticas, basadas, sin embargo, en un conocimiento suficientemente adecuado de la gente y las circunstancias. Nos valdremos además de la lógica política y de la psicología revolucionaria, las cuales no pueden ser abolidas por los despachos de la TASS.

    El camarada Riazanov dirigió una vasta institución científica. Necesitó la colaboración de un personal calificado gente iniciada en el marxismo, en la historia del movimiento revolucionario, en los problemas de la lu­cha de clases, y gente que conociera lenguas extranje­ras. Los bolcheviques que tienen estas cualidades ocu­pan, casi siempre, cargos administrativos de responsabilidad y no están disponibles para una institución cien­tífica. Por otra parte, existen entre los mencheviques numerosos políticos ociosos que se han retirado de la lucha, o que, por lo menos, pretenden haberlo hecho. En el dominio de la investigación histórica, del comen­tario, de las anotaciones, de la traducción y las correcciones importantes, etcétera, el camarada Riazanov se apoyaba hasta cierto punto en este tipo de menchevi­ques retirados. Ellos jugaron en el instituto casi el mis­mo papel que desempeñaron los ingenieros burgueses en la Comisión de Planeación Estatal, y en otros cuer­pos económicos. Como regla general, un comunista que dirige cualquier institución defiende a "sus" especialistas y, a veces, incluso a aquellos que lo llevan de las narices. El ejemplo que mejor ilustra esto es el del ex­ presidente de la Comisión de Planeación Estatal y miembro del Comité Central, Krshishanovski, quien durante muchos años, echando espuma por la boca, de­fendió los programas mínimos y los planes de sus subordinados saboteadores, en contra de la Oposición.

    El director del Instituto Marx-Engels se sintió obligado a asumir la defensa de sus colaboradores mencheviques cuando éstos se vieron amenazados con el arresto y la deportación. Este papel de defensor, que no siempre culminaba con éxito, lo comenzó a practicar ayer. Todo el mundo, incluido Lenin, lo sabía; algunos se reían de esto, comprendiendo perfectamente bien los intereses "administrativos" que guiaban a Riazanov.

    Indudablemente, algunos colaboradores menchevi­ques, la mayoría quizá, utilizaron el instituto para encu­brir su trabajo conspirativo (ocultando archivos y docu­mentos; manteniendo correspondencia y contactos en el extranjero; etcétera). Podría pensarse que Riazanov nunca estuvo muy atento a las admoniciones del parti­do, y que demostró excesiva benevolencia hacía sus pérfidos colaboradores. Pero creemos que esta es la máxima acusación que puede hacerse contra el cama­rada. Los libros editados por Riazanov están ante los ojos de todo el mundo: no hay ni menchevismo ni sabo­taje en ellos, a diferencia de los planes económicos de Stalin-Krshishanovski.

    Pero si uno acepta el hecho de que el error de Riaza­nov no va más allá de la protección crédula de los espe­cialistas mencheviques, ¿de dónde surge entonces la acusación? Sabemos por la experiencia reciente, que la GPU stalinista es capaz de enviar a un oficial de Wran­gel a las filas de los revolucionarios irreprochables. Menshinski y Iagoda no vacilarían un instante en atri­buir algún crimen a Riazanov tan pronto como se lo ordenaran. Pero, ¿quién lo ordenó? ¿A quién le conven­dría? ¿Quién procuró este escándalo internacional en torno al nombre de Riazanov?

    Precisamente en este sentido podemos dar expli­caciones determinadas por todas las circunstancias. En los últimos años, Riazanov se había retirado de la políti­ca. En esta forma, él compartió el destino de muchos antiguos miembros del partido, quienes, desmoraliza­dos, abandonaron la vida interna de aquel y se encerra­ron en el trabajo económico o cultural. Sólo esta resig­nación permitió a Riazanov proteger a su instituto con­tra la devastación de todo el período posleninista. Pero en el último año, se hizo imposible mantener esta posi­ción. La vida del partido, y especialmente a partir del Decimosexto Congreso, se convirtió en un constante examen de lealtad al único jefe. En toda unidad hay ahora agentes nuevos del plebiscito que en cada ocasión preguntan al vacilante e indeciso: ¿Consideran a Stalin como jefe infalible, como gran teórico, como un clásico del marxismo? ¿Están dispuestos a jurar su leal­tad al jefe del partido, Stalin, en el Año Nuevo? Cuanto menos demuestre el partido su capacidad para controlarse a través de la lucha ideológica, mayor necesidad tendrá la burocracia de controlar al partido con la ayu­da de los agentes provocadores.

    Durante muchos años, Riazanov pudo mantener un silencio muy prudente -demasiado- en toda una serie de cuestiones candentes. Pero Riazanov era orgánicamente incapaz de ser cobarde, de decir perogrulladas. Cualquier demostración ostentosa de sentimiento de lealtad le repugnaba. Uno puede imaginarse que en las reuniones del instituto, frecuentemente se apasionaba contra los jóvenes corrompidos, esa invulnerable promoción de jóvenes profesores que generalmente com­prenden muy poco de marxismo pero que se desbordan en falsedad e información. Indudablemente, este tipo de camarilla interna, tuvo por mucho tiempo su candi­dato para el cargo de director del instituto y, lo que es aún más importante, sus conexiones con la GPU y el secretariado del Comité Central. Si Riazanov hubiese aludido de alguna manera, aunque sólo fuese de pala­bra, al hecho de que Marx y Engels no eran más que los exploradores de Stalin, entonces todas las estratage­mas de estos jóvenes inescrupulosos se habrían de­rrumbado y ningún Krilenko se habría atrevido a que­jarse contra Riazanov por su benevolencia hacia los tra­ductores mencheviques. Pero Riazanov no aceptó esto. En cuanto al secretariado general, no podía hacer ma­yores concesiones.

    Habiendo adquirido el poder del aparato, Stalin se siente internamente más débil que nunca. Se conoce muy bien a sí mismo y es por eso que teme a su propia posición. Necesita que confirmen diariamente su papel ele dictador. El régimen plebiscitario es despiadado: no acepta las dudas, exige un reconocimiento entusiasta y perpetuo. Es por eso que le llegó el turno a Riazanov. Si Bujarin y Rikov fueron víctimas de su "plataforma", y es cierto que renunciaron dos o tres veces, Riazanov fue víctima de su honestidad personal. El viejo revolucio­nario se dijo a sí mismo: servir mientras uno mantiene la boca cerrada con los dientes apretados, está bien; ser un entusiasta lacayo, imposible. Es por eso que Riaza­nov cayó bajo la justicia del partido de los Iaroslavskis. Luego Iagoda proporcionó los elementos de la acusación. En conclusión, Riazanov fue declarado traidor del partido y agente de la contrarrevolución.

    En el Partido Comunista de la Unión Soviética y en los partidos orientales de la Comintern, hay muchos que observan consternados las actividades de la buro­cracia stalinista. Pero justifican su pasividad diciendo:

    "¿Que puede hacerse? Hay que callarse la boca para no sacudir los fundamentos de la dictadura". Este posi­bilismo no es sólo cobarde sino ciego. El aparato del partido oficial, en lugar de ser el fundamento de la dic­tadura, se convierte cada vez más en un instrumento para su desintegración. Este proceso no puede detener­se con el silencio. Las explosiones internas se suceden cada vez con mayor frecuencia y en forma más amena­zante. La lucha contra el régimen stalinista, es la lucha por los fundamentos marxistas de una política proleta­ria y no puede lograrse si no existe la democracia par­tidaria. El régimen plebiscitario de Stalin no puede, por su naturaleza misma, ser duradero. Por lo tanto, para que no sea eliminado por los enemigos de clase, es in­dispensable liquidarlo mediante los esfuerzos de los elementos avanzados de la Internacional Comunista. ¡Esta es la lección del "caso" Riazanov!

    [1] El caso del camarada Riazanov, The Militant, 1º de mayo de 1931.
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    Mensaje por Disidente_del_Capitalismo Lun Nov 01, 2010 5:58 pm

    Artícuo de Nicolás González Varela.
    Marx, ese desconocido
    David Riazanov, editor de Marx, disidente rojo

    Nicolás González Varela
    Rebelión


    Un gran biógrafo de Marx, Boris Nicolaïevski, reconocía en 1937 que, de cada mil socialistas, tal vez sólo uno haya leído una obra de Marx; y de cada mil antimarxistas, ni uno. Cuarenta años antes, en 1897 un gran teórico y militante, hablo del italiano Antonio Labriola, se preguntaba si los escritos de Marx habían sido leídos enteramente por algún lector ajeno al grupo íntimo de sus amigos, colaboradores y albaceas. Concluía proféticamente si "este ambiente literario", esta situación hermenéutica adversa, no era uno de los culpables de la mala asimilación, de la aparente decadencia y crisis del pensamiento de Marx. Con pesimismo recapitulaba en sentencia inspirada: ¿no sería el acceso adecuado a sus escritos un privilegio de "iniciados"? Nikolaïevski y Labriola –no sólo ellos– estaban convencidos que a Marx le esperaría siempre un destino de malas lecturas, infinidad de equívocos, pésimas exégesis, máscaras extrañas e invenciones gratuitas. Pero creían que a la obra marxiana le aguardaba un sino peor: encarnarse como ortodoxias en partidos o futuros estados que proclamarían retóricamente ser, sin más, su "obra viva".

    Labriola señalaba otro obstáculo, aún más profundo y riesgoso: la misma rareza de los escritos de Marx y su imposibilidad de contar con ediciones confiables. El lector intrépido debía pasar, según Labriola, por condiciones más extremas que la de cualquier filólogo o historiador para estudiar documentos de la Antigüedad. Por experiencia propia, se preguntaba: "¿Hay mucha gente en el mundo que tenga la paciencia suficiente para andar durante años… a la busca de un ejemplar de la Misère de la Philosophie… o de aquel libro singular que es la Heilige Familie; gente que esté dispuesta a soportar, por disponer de un ejemplar de la Neue reinische Zeitung, más fatigas que las que tiene que pasar en condiciones ordinarias de hoy día cualquier filólogo o historiador para leer y estudiar todos los documentos del antiguo Egipto?" (Discorrendo di socialismo e di filosofia, carta II). Pero señalaba un peligro mayúsculo, de más largo aliento y densidad: el daemon de la vulgarización: "¿cómo podemos asombrarnos que muchos y muchos escritores, sobre todo publicistas, hayan tenido la tentación de tomar críticas de adversarios, o de citas incidentales, o de arriesgadas inferencias basadas en pasos sueltos, o de recuerdos vagos, los elementos necesarios para construirse un Marxismo de su invención y a su manera?" Aquí sólo constataba una dificultad fáctica que nació con el marxismo mismo y que lo llevó como un estigma hasta nuestros días: las enormes dificultades por establecer y editar, con criterios científicos actualizados, sus obras completas. Labriola reclamaba al SPD, en posesión de los manuscritos (Nachlass), que "sería un deber del partido alemán el dar una edición completa y crítica de todos los escritos de Marx y Engels; quiero decir, una edición acompañada en cada caso de prólogos descriptivos y declarativos, índices de referencia, notas y remisiones… Habrá que añadir a los escritos ya aparecidos en forma de libros o de opúsculos, los artículos de periódicos, los manifiestos, las circulares, los programas y todas las cartas que, por ser de interés público y general, tengan una importancia política o científica". Terminante concluía: "No hay elección que hacer: hay que poner al alcance de los lectores toda la obra científica y política, toda la producción literaria de los dos fundadores… incluso la ocasional. Y no se trata tampoco de reunir un Corpus iuris, ni de redactar un Testamentum juxta canonem receptum, sino de recoger los escritos con cuidado y para que ellos mismos hablen directamente a quien tenga ganas de leerlos". Simplemente que Marx pueda hablar directamente… Además reconocía que la propia vida le había impedido escribir sus obras según los cánones del arte de faire le livre, por lo que su literatura eran fragmentos de una ciencia y de una política en devenir constante. El marxismo, si existe algo que pueda llamarse así, era eminentemente un sistema abierto. Labriola ya había marcado con suficiente claridad no sólo los criterios de una política editorial, sino los problemas materiales objetivos que conllevaban los Nachlass de Marx (y Engels). La posta de su desafío editorial la tomaría no el partido-guía de Occidente, sino un joven estado en plena guerra civil: la Rusia de los Soviets.

    Un editor opositor de Lenin, enemigo de Stalin:

    La Primera Guerra Mundial de 1914-1918 –sumada a la revolución triunfante en Rusia en octubre de 1917– provocó un paréntesis forzoso y prolongado en la inicial difusión, aunque lenta, tímida y manipulada, del Marx secreto. Pero ya en el trabajo editorial realizado por el SPD se comenzó a ver, de forma a veces grosera, la manipulación y tergiversación que podían sufrir los manuscritos marxianos cuando sus contenidos se cruzaran con los estrechos intereses de la "razón de partido". Y cómo en la alquimia final perdía, no sólo el mismo pensamiento de Marx, sino sus potenciales lectores y militantes. Lo cierto es que hacia 1910 en el ámbito cultural del austromarxismo se había empezado a discutir el proyecto de unas obras completas de M&E (los socialdemócratas austriacos ya habían empezado a publicar una revista de marxología de enorme importancia, la Marx-Studien, aparecida entre 1904 y 1923 en Viena). Max Adler, Otto Bauer, Adolf Braun, Rudolf Hilferding y Karl Renner, las luminarias marxistas del austromarxismo, se reúnen en Viena durante la famosa Konferenz de enero de 1911 con Riazanov, un socialdemócrata ruso, entonces colaborando con el archivo de Berlín del SPD. La carta-intención del plan aparece firmada en Viena, el 1º de enero de 1911 por Adler, Bauer, Braun, Hilferding, Renner, todos austromarxistas y N. Rjasanoff. Allí se establecen por primera vez las primitivas líneas editoriales de una edición científica de Marx y también los primeros problemas: ¿quién financiará semejante empresa editorial? El SPD no estaba interesado en absoluto. En el horizonte aparecía la necesidad técnico-financiera de ediciones populares, al estilo de la futura Werke. Los preparativos fueron interrumpidos por el estallido de la Gran Guerra. Pero se comenzaba a percibir cierta sensibilidad nacida de la necesidad de tener una edición completa y confiable de los escritos de Marx. Luego del triunfo y consolidación de la revolución bolchevique, la suerte de los escritos de Marx parecería que sería tocada, por primera vez, por la diosa Fortuna. Todo el potencial de un estado se identifica con su obra y pone a disposición de su difusión todos los recursos a su alcance. ¿Habría de poner el nuevo estado un punto final al derrotero caprichoso de los manuscritos de Marx y publicar su obra póstuma en una edición completa, científica, objetiva, crítica y con precios populares? El hombre que podía asumir con seriedad profesional, honestidad intelectual y eficacia esta tarea dentro del partido socialdemócrata ruso, ya que sus trabajos anteriores y su pasado intelectual lo calificaban de manera indudable para ser el cerebro editorial de semejante empresa, era sin duda un ucraniano-judío, David B. Goldendach, nome de guerre: Riazanov, Ryazanoff o Bukoved.

    Rusia, 1921: la pre-historia de un marxismo abierto:

    Con Lenin en vida y la guerra civil finalizada, y con el dominio del sistema de partido único desde 1918, durante el IX Congreso del VKP (b), del Partido Comunista Pansoviético (bolchevique), un hombre de la vieja guardia declara: "El Parlamento inglés lo puede todo, excepto cambiar a un hombre en mujer. Nuestro Comité Central es mucho más poderoso: ya ha cambiado a más de un hombre revolucionario en buena mujer, y el número de buenas mujeres se multiplica de un modo increíble". En 1922 el mismo hombre se opone públicamente a la pena de muerte en el caso de la ejecución sumaria de militantes socialrevolucionarios o de militantes socialistas. ¿Quién era este loco audaz? Odessa, esa gran ciudad autónoma y cosmopolita en Ucrania, en la que en palabras de Pushkin "se puede oler Europa, se puede hablar francés y encontrar prensa europea", vio nacer a David Zimkhe Zelman Berov Goldendach en el seno de una familia judía acomodada un 10 de marzo de 1870. La ciudad era hogar de una numerosa comunidad judía (en el censo de 1897 comprendía el 37% de la población). Ciudad de tristes pogroms zaristas (1821, 1859, 1871, 1881, 1905). Ciudad de soporte económico-cultural del Sionismo. David dit Riazanov fue una de las figuras más capacitadas, comprometidas y relevantes de los primeros tensos años de la historia soviética. Excéntrico, con una excepcional memoria, una personalidad volátil y romántica e imbuido de una capacidad de trabajo ilimitada. Un viejo amigo, Steklov, lo recuerda "leyendo siempre y en todo lugar: cuando caminaba, en compañía de otros, cenando". Trotsky lo definía como "orgánicamente incapaz de cobardía, o de Perogrullo", añadiendo que "toda ostentación vistosa de lealtad le repugnaba". Opositor frecuente de las posiciones de Lenin (él se consideraba un bolchevique no-leninista) o del poderoso Stalin (a quien en plena campaña contra Trotsky interrumpió en un congreso con un "¡Déjalo, Koba! No te pongas en ridículo. Todo el mundo sabe muy bien que la teoría no es tu fuerte"). Lunacharsky llama a Riazanov "indiscutiblemente el hombre más culto en nuestro partido", pero tan independiente y autónomo que John Silas Reed lo describe como un hombre-fracción, "as a bitterly objecting minority of one". David fue revolucionario desde su misma adolescencia, viviendo gran parte de su juventud en prisión, deportado o en el exilio. A los 14 años era "correo secreto" de los populistas; a los 16 fue excluido del Liceo por insuficiencia en griego antiguo. Es arrestado por primera vez en 1887. En las duras condiciones de las prisiones zaristas organiza la vida de los prisioneros políticos alrededor de tres cosas: gimnasia (mañana y tarde), prohibición de fumar y turnos fijos de estudio (durante los cuales estaba prohibido hacer ruido). En prisión prepara lecturas de Marx y traduce los escritos del economista David Ricardo. En 1890, ya en el exilio europeo, con veinte años, participa como representante ruso en el Congreso de Bruselas de la Segunda Internacional y establece relaciones personales y políticas con las luminarias del socialismo europeo: August Bebel, Karl Kautsky, Eduard Bernstein, Rudolf Hilferding, Charles Rapoport, incluso con la hija de Marx, Laura y su marido, Paul Lafargue. La necesidad le obliga a hablar varias lenguas (alemán, francés, inglés; respetablemente se hace entender en polaco e italiano). En el famoso congreso del POSDR de 1903 en Bélgica, que produce la escisión entre bolcheviques y mencheviques, Riazanov critica el nuevo sectarismo de Lenin, el fetiche antidemocrático del "centralismo democrático" y las tendencias antidemocráticas organizativas. Fuera de las dos tendencias, organiza un grupo propio y autónomo de las finanzas de la Segunda Internacional y lucha por construir un partido socialista copiado del modelo alemán. Retorna a Rusia en 1905, entrando a militar en las organizaciones de los trabajadores metalúrgicos de San Petersburgo. En 1907 es arrestado, en el flujo de la revolución de 1905, y retoma, una vez más, el camino del exilio europeo. Los siguientes diez años vivirá en Occidente y se dedicará, en el intersticio de su vida militante, a investigar y escribir sobre la historia del anarquismo, el socialismo y el movimiento obrero europeo. Escribe en el diario teórico del SPD dirigido por Kautsky, "Die Neue Zeit"; escribe en el diario teórico de la socialdemocracia austriaca dirigido por Bauer, Renner y Braun, "Der Kampf" (donde traducían a nuestro trágico Julián Besteiro). Una importante conexión de afecto y militancia que hizo en estos tiempos duros fue la del padre del austromarxismo Carl Grünberg, fundador del injustamente olvidado Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung, conocido simplemente como el "Grünberg Archiv". Grünberg (1861-1940) austro-rumano, era el primer marxista en acceder a una cátedra en una universidad del Imperio Alemán. El Archiv se editó entre 1910 y 1930, saliendo quince números, finalizó paradójicamente con la aparición de la Zeitschrift für Sozialforschung de Horkheimer, cuya orientación cambió por completo para aggiornarse al nacionalsocialismo. En la revista editada por el Institut für Sozialforschung (la luego famosa "Escuela de Frankfurt" fundada en 1923 por el mismo Grünberg) escribieron notables teóricos de la naciente sociología, como Robert Michels o Franz Oppenheimer, economistas como Henryk Grossmann, filósofos marxistas como Rodolfo Mondolfo, eminentes juristas como Hans Kelsen, hasta Kautsky, Mehring y el mismo Riazanov (como Rjasanoff: por ejemplo en 1916 presentando una carta inédita de Jacoby a Marx). Korsch, Lukács, Max y Friedrich Adler, biógrafos e historiadores como Max Nettlau, Gustav Mayer y Boris Nicolaiievski contribuyeron en sus páginas, indicando numerosos puntos de contacto con el origen del "Marxismo Occidental" o no-leninista y el trabajo de difusión de los escritos de Marx. Riazanov adquiere la merecida reputación de ser una de las más autorizadas voces sobre Marx, Engels y la historia del marxismo. Sus principales trabajos de esta época son sobre Marx y la Rusia zarista, Marx y el trabajo periodístico, Engels y la cuestión polaca, la mayoría publicados en alemán y luego en ruso en el diario teórico de Lenin "Prosveshchenie" o en el diario del ala izquierda "Sovremennii Mir". En 1909 consigue una comisión como Benützer (usuario) de la Anton Menger Stiftung, que poseía una biblioteca invaluable de los clásicos anarquistas y socialistas (alrededor de 16.000 volúmenes), para editar documentos de la Iº Internacional. Este trabajo le permite ingresar en importantes bibliotecas y archivos de toda Europa. Además su amistad con Bebel y Kautsky le permite libre acceso a la vasta biblioteca del SPD y al depósito de los Nachlass (manuscritos) de Marx y Engels. Su amistad con la hija de Marx, Laura Lafargue, le da la posibilidad de investigar los archivos familiares. Por ejemplo, en 1911 mientras ordenaba este archivo encontró varios borradores de cartas in-octavo inéditas: eran las respuestas polémicas de Marx a Vera Zasulich (las pudo publicar recién en 1923). Llegado a este punto un contemporáneo podía decir que Riazanov "conocía hasta los puntos y comas de los escritos de Marx y Engels". Y no se equivocaba. El SPD lo urge a continuar el irregular trabajo de divulgación de Mehring de trabajos olvidados o inéditos. Hacia el filo de 1917 Riazanov pudo publicar dos volúmenes escritos de la década de 1850 de Marx y Engels, incluyendo alrededor de 250 artículos desconocidos para el gran público de diarios como "The New York Tribune", "The People's Paper" y "Neue Oder Zeitung". Por supuesto no dejó la militancia: tuvo destacada participación en las escuelas pertenecientes a las divisiones internas del POSDR: en 1909 con Aleksandr Bogdanov, el líder bolchevique no-leninista, y su escuela de cuadros en Capri (financiada por Maxim Gorky); en 1911 en la escuela de Longjumeau (París), dirigida por Lenin. Por ese tiempo fue aliado de Trotsky, enfrentándose al tándem Plekhanov-Lenin y colaborando en el diario menchevique "Golos". Estallada la guerra en 1914, participó en la Conferencia de Zimmerwald, organizada por socialistas críticos del socialchauvinismo y el imperialismo. La revolución de febrero de 1917 lo encuentra exiliado en Suiza. Retorna a Rusia en mayo, atravesando Alemania y Polonia igual que lo había hecho Lenin un mes antes, junto con 280 camaradas de todo color y pelaje (desde los líderes del menchevismo Martov y Axelrod, a socialrevolucionarios y anarquistas). Militará en el "Mezhraiontsy", un grupo interdistrital de Petersburgo fundado en 1913, de bolcheviques no-leninistas, mencheviques de izquierda e internacionalistas (entre otros: Trotsky, Lunacharsky, Sukhanov, Joffe, Uritsky, etc.). El objetivo de la plataforma era unificar las dos fracciones del POSDR. En julio-agosto se funden con los bolcheviques leninistas después del intento de golpe de estado. Riazanov se transforma en uno de los más prominentes oradores y activistas sindicales antes de octubre del '17. Es elegido para la presidencia del IIº Congreso de todos los Soviets y miembro ejecutivo del Consejo Central Sindical de Rusia. En octubre se opone al "putsch" y la insurrección armada propuesta por Lenin. Después de la toma del poder, trabaja como miembro ejecutivo del Comisariado de Educación (Narkompros) bajo la dirección de Lunacharsky. Se opone a las posiciones del partido en muchas cuestiones cruciales: sostiene la existencia de un sistema soviético pluripartidista, y no deja de llamar a mencheviques y socialrevolucionarios "camaradas". Se opone a la dictadura del Comité central, a las cooptaciones a dedo, al uso de la fuerza y a la represión contra partidos obreros, a la dispersión de la recientemente electa Asamblea Constituyente (dominada por mencheviques y S-R's), a la represión contra los socialrevolucionarios, al Tratado de Brest-Litovsk. En el debate sobre la cuestión sindical se enfrenta a Trotsky y a Lenin, defendiendo la independencia y la autonomía de los sindicatos. Lucha denodadamente por la libre expresión dentro del partido, la legalidad fraccional, la genuina democracia. Una quijotesca cruzada contra la burocracia. Su prestigio, intelectual y militante, hace que nadie tenga autoridad para callarlo o intentar expulsarlo (ni siquiera Lenin). Pero poco a poco fue neutralizada su influencia, primero en el ámbito sindical. Riazanov no se amedrenta: ya muerto Lenin y durante el Congreso del partido en 1924 declara: "sin derecho y responsabilidad a expresar nuestras opiniones esto no puede llamarse Partido Comunista". En un discurso en la Kommunistischeskoi Akademii (la Academia de los profesores rojos creada en 1918) declara el mismo año: "No soy bolchevique, no soy menchevique; y no soy leninista. Sólo soy un marxista, y como marxista soy comunista". Sabía que estaba condenado.

    Riazanov es nombrado director de los servicios de archivo de la joven república en guerra civil e intervención internacional encubierta. Estará trabajando con destreza y enorme energía entre 1918 y 1920. Rescatando bibliotecas, documentos y materiales de los archivos de los diferentes estados y administraciones se gana el respeto y la lealtad de muchísimos especialistas y académicos no-bolcheviques, en especial en la Universidad de Moscú. A fines de 1920 el Comité Central promueve la idea de fundar un "Museo del Marxismo", idea que Riazanov transforma en otra cosa: un Instituto, un laboratorio en el cual historiadores y militantes puedan estudiar, en las más favorables condiciones, el nacimiento, desarrollo y maduración de la teoría y la práctica del socialismo científico y que, al mismo tiempo, se transformara en un centro de difusión ("propaganda científica", en palabras de Riazanov) del propio marxismo. El C.C. aprueba en enero de 1921 la fundación del Instituto Marx-Engels (IME), que funcionará desde diciembre de 1921 en el palacio expropiado un año antes a los príncipes Dolgorukov, situado en el barrio Znamenka, antiguamente el sector Malo-Znamenky, durante la Unión Soviética calle Marx-Engels (hoy de nuevo Znamenka). Riazanov creía que el marxismo (si es que existe algo así) no podía ser entendido aislado del contexto histórico. El instituto pretenderá estudiar a los clásicos relacionándolos con la amplia historia del anarquismo, socialismo y del movimiento obrero europeo. El IME incluirá una biblioteca, un archivo, y un museo, dividido en cinco departamentos (Kabinetts): Marx y Engels, historia del socialismo y el anarquismo, economía política, filosofía e historia de Inglaterra, Francia y Alemania. A lo largo de los años se le sumaron otros: Iº y IIª Internacionales, historia de la ciencia, historia de la sociología, historia del derecho, la política y el estado, relaciones internacionales, historia del marxismo en el movimiento obrero, etc. Seis meses después el IME, bajo jurisdicción de la Academia Socialista, es transferido a la jurisdicción del Comité Ejecutivo del Congreso de los Soviets (del cual Riazanov era miembro). ¿El objetivo? Sacar al instituto de todo control directo del Partido Comunista. Riazanov no sucumbe al espíritu autoritario del Partiinost (mentalidad de partido). El IME empieza a ser observado como un formador de disidentes (de un staff de 109 miembros, sólo 39 tenían el carné del partido).

    El corazón del instituto era su biblioteca. Incluía no sólo trabajos escolares sobre la historia del anarquismo, socialismo, comunismo y el movimiento obrero, sino libros raros, incunables, diarios, pasquines, manuscritos, primeras ediciones de clásicos (desde Moro, Harrington hasta el "Manifiesto Comunista"). Riazanov construyó esta colección de diversas formas. Al comienzo, el Instituto se proveyó exclusivamente de las bibliotecas nacionalizadas en la propia Rusia después de 1917, como por ejemplo la de Taniéev, que contenía una excelente colección de autores socialistas y una rara colección de impresos de la Revolución Francesa. Por supuesto, estas fuentes restringidas fueron insuficientes debido a la propia política de censura del zarismo que impidió el ingreso de autores prohibidos, incluyendo no sólo a socialistas o anarquistas sino incluso a autores liberales, como el orientalista Renán, o historiadores sociales de la Revolución Francesa, como Michelet. Riazanov buscó otras opciones. Una era la posibilidad legal de apropiarse, en otras bibliotecas de la URSS, de libros que el IME considerara necesarios o únicos. Otra, que el IME fuera designado el depósito oficial de toda nueva edición de un libro (una ley igual a la del British Museum). La tercera es que se le otorgó un importante presupuesto para viajar o designar "scouts" que compraran materiales para el instituto por todo el mundo. Riazanov creó una red internacional de corresponsales autorizados para buscar y adquirir libros raros y manuscritos en todas las capitales europeas. Un de ellos, del cual ya escribimos, fue Boris Souvarine en París; otro importante fue Boris Nicolaïevski en Berlín. Además intentó desarrollar contactos permanentes con Japón (instituto Ohara), España (a través del traductor Wenceslao Roces) e Inglaterra. Apuntando a su pasado por la Menger Bibliothek, Riazanov adquirió en Viena dos colecciones muy especiales sobre socialismo, anarquismo y movimiento obrero. Fueron las bibliotecas de Theodore Mautner y Wilhelm Pappenheim (20.000 ejemplares más un sustancial archivo de documentos, manuscritos y papeles personales de Lasalle). También la de Carl Grünberg, donada con generosidad, más de 10.000 ejemplares de raros libros, brochures, pamphlets y diarios del movimiento obrero. En 1921 compra la biblioteca del filósofo neokantiano Wilhelm Windelband. En 1925 adquiere la biblioteca más completa dedicada al filósofo anarquista Max Stirner, propiedad del poeta, novelista e historiador escocés John Henry Mackay, son trescientos manuscritos y 1.200 libros únicos. Según un balance fechado el 1º de enero de 1925, la librería del Instituto poseía 15.628 volúmenes escogidos, además de numerosos manuscritos de Marx&Engels y miríadas de otros documentos importantísimos de la historia y los integrantes de la Iº Internacional, el Saint-Simonismo, el Fourierismo, todo Babeuf, Blanqui y el movimiento obrero revolucionario y reformista europeo (incluido un periódico obrero editado por Lasalle en su juventud). Entre las joyas halladas por los equipos de Riazanov se encontraban los periódicos originales en los cuales habían colaborado Marx y Engels, incluyendo el Vorwärts publicado por Marx en París en 1844, y el Rheinische Zeitung de 1842-43. Ya en 1930 la biblioteca incluía 450.000 volúmenes, la mayoría raros o incunables. El trabajo de Riazanov, y el soporte financiero en una época de guerra civil, cerco internacional, represión, revueltas (Kronstadt, Mackhno, Tambov) es increíble y nos habla no sólo de su habilidad sino del extraordinario apoyo en las altas esferas del gobierno bolchevique. En esos años, además de Lenin, Riazanov contaba con el apoyo incondicional de Kamenev, Bukharin y Kalinin.

    En seguida lanzó su plan de obras completas de M&E (incluso de autores premarxistas) y reclutó entre 1923 y 1925 especialistas en lenguas extranjeras (francés, inglés, alemán) sin considerar sus viejas alineaciones pre-1917. Desde 1924 se lanza con un extraordinario ímpetu a la búsqueda y salvataje de todos los materiales documentales para apoyar el lanzamiento del primer MEGA ("Marx-Engels Gesammtausgabe"). Su sueño era una edición científica en ruso y alemán. En 1925 Riazanov firmó un convenio entre la dirección del SPD y el Institut für…, constituyendo una sociedad editora que publicaría, en forma coordinada con el IME de Moscú, un volumen de estudios marxistas de aparición regular, el Archiv Marx-Engels, equivalente en alemán de su versión en ruso. Durante cuatro o cinco años y por todos los países de Europa, los equipos del IME adquieren numerosas bibliotecas privadas que incluían libros, revistas, diarios y colecciones rarísimas de panfletos, folletos, proclamas y programas, que en algunos casos se remontaban a los orígenes del movimiento obrero moderno y del socialismo y el anarquismo. Pero, en especial, se trató de adquirir todas las primeras ediciones existentes de las obras de Engels y Marx. Así, junto con los archivos heredados del viejo POSDR y los narodniki, se constituyó en el Instituto, único en el mundo en su género, un capital de información cualitativo de información sobre Marx y Engels y su época ideal para iniciar la monumental edición completa diseñada por Riazanov.

    La obra estaba planificada en cuarenta y dos volúmenes in-octavo (22,5 cm.), distribuidos en cuatro secciones: I) Obras filosóficas, económicas, históricas y políticas, a excepción de "Das Kapital" (17 volúmenes); II) "Das Kapital", seguido de un plan completamente nuevo con todos los borradores y manuscritos inéditos (13 volúmenes); III) Toda la correspondencia de Marx y de Engels reproducida in extenso y literalmente (10 volúmenes); IV) Índice general (2 volúmenes).

    El albacea que detentaba los derechos testaméntales y de autor sobre la herencia literaria de Engels y Marx (incluida la biblioteca personal de ambos) continuaba siendo, en 1921, el SPD, por lo que fue, naturalmente, el principal proveedor del Instituto. Abrió sus celosos archivos a los equipos de Riazanov, autorizándolos a realizar fotocopias sin ninguna restricción, permitiendo en los hechos una transferencia virtual, hacia Moscú, del conjunto de preciosos manuscritos. Las mismas facilidades le fueron acordadas por otras instituciones, fundaciones, archivos personales y bibliotecas públicas: fotocopiaron en el British Museum, en la New York Library, en la biblioteca del antiguo Estado de Prusia, en los archivos históricos de Colonia, etc. todas las cartas, artículos y manuscritos de y sobre Engels y Marx, junto con documentos sobre la historia del movimiento obrero y popular europeo. Incluso reacios mortales al bolchevismo, como el líder del revisionismo, Eduard Bernstein, en cuyas manos Engels había depositado importantes manuscritos (tenía en su poder, entre otros, los manuscritos de la Deutsche Ideologie de 1845-1846) renunció a un proyecto personal de edición donando el material inédito .

    En un "pamphlet" publicado en 1929, el Katalog Izdanij, Riazanov informaba de cómo el viejo proyecto de un "Museo del Marxismo" se había transformado en un verdadero laboratorio para investigadores, académicos, activistas, cuadros y militantes en general. Remarcaba también la decisiva importancia de la institución como amplificadora y divulgadora del pensamiento auténtico de Engels y Marx en Rusia y Alemania. Paralelamente, se inició una política amplia de publicaciones accesorias que acompañaran el proyecto de los MEGA: se planearon dos publicaciones básicas: una anual, el Archiv K. Marksa I F. Engel'sa y la revista semestral Letopisi Marksizma (Anales del Marxismo) aparecieron trece números entre 1926 y 1930. En cuanto a Letopisi Marksizma, muchos de sus artículos se publicaron en la versión alemana de Pod Znamenem Marksizma, Unter dem Banner des Marxismus, que se empezó a editar en alemán en 1925. Aunque ambas se iniciaron en ruso, inmediatamente se intentó traducirlas al alemán, en un enorme esfuerzo político-ideológico como Archiv Marx-Engels. El Archiv tuvo dos ciclos, marcados por la derrota de la revolución alemana y la purga de Riazanov. La primera etapa duró de 1924 hasta 1930, editándose cinco números en ruso, apareciendo como editor D. B. Rjazanov; el segundo ciclo se inició recién en 1933 con el Nº 7, editor: V. Adoratskij; se mantuvo la continuidad de la numeración en los tres primeros números (6, 7 y 8 ), para finalmente ser renumerados como nueva serie. El último número, Nº 18, se editó en 1982. Mientras Riazanov intentaba mantener un ritmo anual, el stalinismo llegó a demorar diez años entre volumen y volumen. La organización "interna" del Instituto fue proporcionada en un detallado folleto de cuarenta y cuatro páginas, escrito por A. Udalcov, actualmente un incunable, publicado en Moscú en 1926: Bjulletin' Instituta K. Marksa I F. Engel'sa. Indudablemente la empresa editorial apuntaba políticamente a un combate ideológico contra el revisionismo, la vulgarización y banalización de Marx.

    El esfuerzo no concluía aquí: se había diseñado una "Biblioteca del Materialismo", con ediciones críticas de Holbach, Hobbes, Diderot, La Mettrie, etc.; las obras completas de figuras claves del movimiento socialista mundial, como G. V. Plekhanov (el padre del marxismo ruso y líder del ¡menchevismo!), Karl Kautsky (¡el renegado en 21 volúmenes in-octavo!), Antonio Labriola, Karl Liebknecht, Rosa Luxemburg o Paul Lafargue. Además una "Biblioteca Marxista", incluyendo ediciones anotadas de los clásicos del marxismo, entre ellas la versión al cuidado de Riazanov del Manifiesto Comunista, una "Biblioteca de Clásicos de la Economía Política" con Adam Smith, Ricardo, Quesnay. Por supuesto, ediciones anotadas de Hegel y Feuerbach. Otra meta de Riazanov era publicar una amplia e insuperable biografía intelectual sobre Marx. Nunca pudo completar este trabajo, como le pasó a Engels. Sus dos mayores trabajos de los años '20 se aproximan a este deseo: un informe popular sobre la vida y pensamiento de Marx&Engels (1923), basado en lecturas en la Academia Socialista (la versión en español es de la editorial Claridad de Buenos Aires, sin fecha, la cueva del "Grupo Boedo") y una colección de ensayos, Ocherki po istorii Marksizma (1923), en dos tomos, una re-impresión de sus escritos pre-revolucionarios (en español hay que rastrearlos en su dispersión). Riazanov no era un pensador original, ni un creador vanguardista: en esas obras expone a Marx en sus textos, los documentos hablan por sí solos. Su relación con los Nachlass de Marx y Engels puede ser llamada de "piedad positivista": el documento es el elemento esencial en la investigación histórica. En 1927 recibe el Premio Lenin. En 1928 es uno de los pocos marxistas miembros de la Academia de la Ciencia. En 1930 Riazanov llega al cenit de su carrera. Es reconocido internacionalmente y su posición en la URSS, ya de Stalin, es aparentemente segura. En diez años ha elevado al instituto en el centro mundial de estudios sobre Marx o de la historia social europea. Es una Mecca para investigadores de todo el mundo: allí llega en 1929 un joven y brillante filósofo yanqui Sydney Hook a trabajar en su biblioteca. Lo visitan personalidades como Kautsky, Clara Zetkin, Bela Kun, Emile Vandervelde, Albert Thomas, Charles Rappoport, Henri Barbusse, Maxim Gorky. Colaboradores internacionales incluyendo a Georg Lúkacs (quién leyó por primera vez los "Manuscritos de 1844" decisivos para su evolución), Friedrich Pollock (de la "Escuela de Frankfurt"), etc. Riazanov se ha hecho construir una pequeña residencia anexa al palacio, donde maneja el instituto como un Grand Seigneur. Se lo puede ver en el jardín removiendo la nieve, ayudando al personal de limpieza o reforzando su prohibición estricta de fumar.

    Victor Serge, el anarco-comunista que vivió en la URSS, nos ha dejado un vívido portarretrato de Riazanov en sus Memoires d'un révolutionnaire: "Riazanov, uno de los fundadores del movimiento obrero ruso (que dirigía el Instituto Marx-Engels) alcanzaba hacia los sesenta años la cúspide de un destino que podría parecer un éxito excepcional en tiempos tan crueles. Había consagrado una gran parte de su vida al estudio más escrupuloso de la biografía y de los textos de Marx; y la revolución lo colmaba; en el partido bolchevique, su independencia de espíritu era respetada. Era el único que había elevado incesantemente su voz contra la pena de muerte, incluso durante el terror, reclamando sin cesar la estricta limitación de los derechos de la CHEKA y luego la GPU. Los heréticos de todas clases, socialistas, mencheviques, u opositores de derecha e izquierda, encontraban paz y trabajo en su instituto, con tal que tuvieran amor al conocimiento. Seguía siendo el hombre que había dicho en plena conferencia: 'No soy de esos viejos bolcheviques a los que durante veinte años Lenin trató de viejos imbéciles'. Me había encontrado con él varias veces: corpulento, de brazos fuertes, barba y bigote tupidos y blancos, mirada tensa, frente olímpica, temperamento tormentoso, palabra irónica… Naturalmente detenían a menudo a sus colaboradores heréticos y él los defendía con circunspección. Tenía entrada libre en todas partes, los dirigentes temían un poco su hablar franco". ¿Un poco? Stalin visita el IME en 1927 y al ver los retratos de Marx, Engels y Lenin, pregunta a Riazanov: "¿Dónde está mi retrato?". Riazanov replica: "Marx y Engels son mis maestros; Lenin fue mi camarada. ¿Pero qué eres tú para mí?". En 1929, en una conferencia del partido, afirma: "El Politburó ya no necesita ningún marxista". Se niega a participar en los faustos de obsecuencia y culto a la personalidad en el cincuenta aniversario del secretario general Stalin. Elige sus colaboradores por su capacidad: estando exiliado Trotsky en Alma-Ata lo contacta… ¡para que trabaje en la edición crítica de la obra de Marx Herr Vogt! La prensa soviética festeja, durante el 10 y 11 de marzo de 1930, el cumpleaños sesenta como un evento nacional. Aparece un libro de jubileo titulado "En el Puesto de Combate", donde escriben en su honor Bukharin, Kalinin, Rykov y otras figuras de la Nomenklatura. En un comunicado oficial del Comité Central del VKP (b), que firma el mismo Stalin, se le anuncia un futuro promisorio de leal servicio al partido y se lo glorifica como "un infatigable luchador por el triunfo de las ideas de los grandes maestros del proletariado internacional: Marx Engels y Lenin". Como decía Bardamu-Céline: "Cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertirnos en carne de cañón… Es el signo. Es infalible".

    En menos de un año Riazanov es arrestado, puesto en prisión, exiliado y expulsado no sólo del instituto sino del partido comunista. El 15 de febrero de 1931 la GPU lo detiene bajo el inventado motivo de recibir paquetes del extranjero, de un supuesto "Centro Internacional Menchevique". Se le obliga al exilio en aldeas cerca de Saratov, en el Volga. Solamente once volúmenes (de un proyecto de cuarenta y dos) han aparecido y siete están in progress (entre ellos los famosos y desconocidos "Grundrisse…"). Algunos los continuará su sucesor, el apparatchiki Victor Adoratskii (quién luego sería "objeto de represión" en 1940). Bajo su férula fueron publicados entre 1931 y 1935 otros seis volúmenes de la MEGA preparados por el equipo de Riazanov. En 1936 se detiene toda actividad editorial. El último estertor fue la publicación separada (exclusivamente en ruso) en dos volúmenes, en 1940 de los manuscritos de Marx de 1857-58, los "Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie". El método stalinista fue completo: expulsión, prisión y muerte de sus colaboradores, suspensión total del plan editorial, colocar bajo el martillo-pistón a las pruebas impresas; desaparición de todas las bibliotecas públicas rusas y extranjeras; épuration de las obras de Marx y Engels en ediciones "populares", aligeradas de toda erudición. Poco a poco Stalin fue sustituyendo a la empresa editorial de la MEGA por una serie de publicaciones aisladas, diseminadas, sin ningún plan conjunto, ni criterio filológico y doxográfico.

    Un final ignominioso:

    Riazanov vive a orillas del Volga. Condenado a la miseria y al hambre, a la decadencia psíquica y física. Las bibliotecas y las publicaciones reciben la orden de expurgar sus obras y sus ediciones de Marx. No existe más, simplemente. Vive apenas de traducir pequeños textos para la universidad local. Comparte su pobres raciones con decenas de famélicos durante la hambruna de 1932-1933 (cuatro años más tarde esta "militancia" será considerada una pérfida maniobra antisoviética). El 11 de junio de 1937 el mundo se sobresaltó ante la noticia de la decapitación de toda la cúpula del Ejército Soviético. La caída de los generales rojos desató una explosión de terror a escala nacional, dirigida contra los mandos dirigentes de todos los niveles y en todas las esferas. Por primera vez Stalin reprime a grandes cantidades de personas que nunca habían sido opositores abiertos y que siempre se habían alineado junto a él en las disputas internas del partido. La nueva política era destruir a todos los sospechosos de deslealtades pasadas, presentes o imaginarias con respecto al grupo dirigente de Stalin. Terror ciego y de masas. Durante ese año las "troikas" (tribunales ad hoc de tres personas) dictarían 688.000 sentencias, la mayoría condenas a fusilamiento. Stalin liquida a toda la cúpula del partido en Saratov. Riazanov esperaba su detención que se produjo en la noche del 22 de julio de 1937. Tenemos la reconstrucción de su duro interrogatorio por parte de la ahora NKVD de Yezhov: Riazanov se niega a representar el papel de arrepentido, no entra en el juego de la delación. Niega una y otra vez las delirantes acusaciones. A la Nomenklatura no le sirve para el ritual público. El 19 de enero el Procurador general de Saratov le dirige una larga acusación de seis páginas, donde entre otras denuncias señala "la extrema hostilidad personal de Riazanov con respecto al camarada Stalin". El 21 de enero de 1938 es juzgado a puerta cerrada. La sesión se abre a las 19:45 horas y se cierra a las 20:00 horas. El Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS, regional Saratov, lo condena a muerte por pertenecer a una "organización terrorista trotskista" y "la difusión de invenciones calumniosas sobre el partido y el poder soviético". Es ejecutado. La tragedia humana del terror stalinista se extendía a familiares y amigos. Sabemos que Stalin, Molotov y otros miembros del Politburó aprobaban rutinariamente las listas de mujeres (madres, esposas) e hijos de los Ennemis deu Peuple que debían ser reprimidos.

    Al día siguiente son arrestados sus familiares directos.

    Al día siguiente, agentes de la NKVD arribaron a su humilde dacha para cumplir la última parte de la sentencia: confiscación de sus bienes personales y destrucción de lo inútil. Cargaron todos sus libros en la parte trasera de un camión. Los papeles y notas restantes de Riazanov fueron desparramados en el suelo para alimentar el fuego, incluido todo lo que se encontraba sobre su escritorio de estudio. Entre ellos un retrato del joven Engels con una inscripción dedicada de puño y letra por la hija de Marx, Laura. "¿Quién es éste?", preguntó uno de los milicianos con su gorra azul-roja a su nieta. "Es Engels", respondió. "¿Y quién es Engels?", respondió el agente mientras arrojaba el daguerrotipo a las llamas.
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    Mensaje por Camarada Víctor Jue Oct 27, 2011 12:32 am

    Entonces que opináis al respecto?
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    Mensaje por pedrocasca Vie Mar 22, 2013 8:54 pm

    El texto de Nicolás González Varela titulado David Riazanov: Humanista, editor de Marx, disidente rojo, tiene 36 páginas (en formato pdf de muy buena calidad), por lo que el texto tomado de Rebelion.org debe ser un resumen o un artículo del mismo autor un poco más resumido.

    Se puede descargar el texto David Riazanov: Humanista, editor de Marx, disidente rojo en la edición publicada por Marxismo crítico desde el link:

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    El texto comienza de la siguiente manera:

    Yo no soy un bolchevique, no soy un menchevique, no soy un leninista. Soy solamente marxista, y, como marxista, soy un comunista” - David Riazanov, año 1924

    “Corremos el riesgo de conocer a Luxemburg o Lenin de la A a la Z, e ignorar los escritos del propio Marx.” - David Riazanov, año 1924

    Un gran biógrafo de Marx, Boris Nicolaïevski,1 reconocía en 1937 que de cada mil socialistas, tal vez sólo uno haya leído una obra completa de Marx; y de cada mil antimarxistas, ni uno. Y lo peor, concluía, es que Marx ya no estaba de moda. Cuarenta años antes, un gran teórico y militante, Labriola, al participar en el publicitado debate sobre la valencia científica de la obra de Marx en 1897 (la llamada “primera crisis del Marxismo”, y cuyos principales interlocutores eran nada menos que intelectuales de la talla de George Sorel, Eduard Bernstein y Benedetto Croce),2 se preguntaba con inocencia: “los escritos de Marx y Engels… ¿fueron leídos enteramente por algún externo al grupo de amigos y adeptos próximos, esto es, de los seguidores e intérpretes directos de los autores mismos?… Añádese a eso la rareza de muchos de los escritos aludidos, y hasta la imposibilidad de dar con algunos de ellos.” Y concluía proféticamente si “este ambiente literario”, esta situación hermenéutica adversa, no era uno de los culpables de la mala asimilación, de la aparente decadencia y crisis del pensamiento de Marx. Con pesimismo recapitulaba en una sentencia profética: “Leer todos los escritos de los fundadores del socialismo científico ha resultado hasta ahora un privilegio de iniciados.”

    Ya el fundador del anarcosindicalismo Georges Sorel, con quien precisamente intercambia opiniones Labriola, había llegado a conclusiones similares en su balance parcial del arraigo del Marxismo en las condiciones materiales de Europa a inicios del siglo XX. Según Sorel y por el mismo motivo: “les thèses marxistes n’ont point été, généralement, bien comprises en France et en Angleterre par les écrivains qui s’occupent des questions sociales”.4 Parafraseando a Frossard, podría decirse que la mayoría de los marxistas no conocen los escritos de Marx mejor de lo que los católicos conocen la Summa de Santo Tomás de Aquino. Labriola se preguntaba a propósito de la “crisis” o decadencia de Marx, “cómo nos puede asombrar… que muchos y muchos escritores, sobre todo publicistas, hayan tenido la tentación de tomar críticas de adversarios, o de citas incidentales, o de arriesgadas inferencias basadas en pasos sueltos, o de recuerdos vagos, los elementos necesarios para construirse un Marxisme de su invención y a su manera? …El Materialismo Histórico –que en cierto sentido es todo el Marxismo– ha pasado… por una infinidad de equívocos, malas interpretaciones, alteraciones grotescas, disfraces extraños e invenciones gratuitas… que tenían por fuerza que ser un obstáculo para las personas que quisieran hacerse con una cultura socialista.” Nikolaïevski y Labriola (aunque no sólo ellos) estaban convencidos que a Marx le esperaría siempre un sino de mala recepción, que empezaba por la misma difusión e irradiación de sus textos. Labriola señalaba otro obstáculo, aún más profundo y riesgoso, que es el que aquí nos ocupa: la misma rareza de los escritos de Marx y la imposibilidad de contar con ediciones confiables de ellos. Incluso no tanto de ediciones fiables, sino de ediciones sin más. El lector responsable de la obra marxianne debía pasar, según Labriola, por condiciones ordinarias más extremas que la de cualquier filólogo o historiador para estudiar los documentos de la Antigüedad. Por experiencia propia, se preguntaba: “¿Hay mucha gente en el mundo que tenga la paciencia suficiente para andar durante años… a la busca de un ejemplar de la Misère de la Philosophie… o de aquel libro singular que es la Heilige Familie; gente que esté dispuesta a soportar, por disponer de un ejemplar de la Neue reinische Zeitung, más fatigas que las que tiene que pasar en condiciones ordinarias de hoy día cualquier filólogo o historiador para leer y estudiar todos los documentos del antiguo Egipto?”

    Labriola sólo constataba una dificultad fáctica que nació con el marxismo mismo y que lo llevó como un estigma hasta nuestros días: las enormes dificultades por establecer y editar, con criterios científicos actualizados, sus obras completas. Labriola reclamaba al SPD, en posesión de los manuscritos (Nachlass), que “sería un deber del partido alemán el dar una edición completa y crítica de todos los escritos de Marx y Engels; quiero decir, una edición acompañada en cada caso de prólogos descriptivos y declarativos, índices de referencia, notas y remisiones… Habrá que añadir a los escritos ya aparecidos en forma de libros o de opúsculos, los artículos de periódicos, los manifiestos, las circulares, los programas y todas las cartas que, por ser de interés público y general, tengan una importancia política o científica”. Terminante concluía: “No hay elección que hacer: hay que poner al alcance de los lectores toda la obra científica y política, toda la producción literaria de los dos fundadores… incluso la ocasional. Y no se trata tampoco de reunir un Corpus iuris, ni de redactar un Testamentum juxta canonem receptum, sino de recoger los escritos con cuidado y para que ellos mismos hablen directamente a quien tenga ganas de leerlos”. Simplemente que Marx pueda hablar directamente… Además reconocía que la propia vida le había impedido escribir sus obras según los cánones del arte de faire le livre, por lo que su literatura era fragmentos de una ciencia y de una política en devenir constante. El Marxismo, si existe algo que pueda llamarse así, era eminentemente un sistema abierto. Labriola ya había marcado con suficiente claridad no sólo los criterios de una política editorial, sino los problemas materiales objetivos que conllevaban los Nachlass de Marx (y Engels). La posta de su desafío editorial la tomaría no el partido-guía de Occidente, sino un joven estado en plena guerra civil interna y externa: la Rusia de los Soviets (...)

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    En el Foro también se encuentra el tema:

    Marx y Engels de David Riazanov

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    Se puede en él acceder a la descarga del breve libro del mismo nombre que resulta verdaderamente interesante para la formación, dado que al mismo tiempo que va contando la vida de Marx y Engels enmarcada en el tiempo histórico en el que vivieron, da una visión rápida, sencilla y fácil de leer del materialismo histórico. Recomendable.
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    Mensaje por granados Sáb Mar 23, 2013 1:22 pm

    mientras que el actual gobierno capitalista ruso,no desclasifica la documentación y las investigaciones del Nkvd, todo lo que podemos hacer es elucubrar con opiniones y argumentos de segunda ó tercera mano, como hace nuestro amigo "disidente" y el sr.Varela.

    seamos un pco rigurosos.
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    Mensaje por pedrocasca Sáb Mar 23, 2013 3:12 pm

    granados escribió:mientras que el actual gobierno capitalista ruso,no desclasifica la documentación y las investigaciones del Nkvd, todo lo que podemos hacer es elucubrar con opiniones y argumentos de segunda ó tercera mano, como hace nuestro amigo "disidente" y el sr.Varela.

    seamos un pco rigurosos.

    Es evidente que el caso Riazanov sigue siendo un arma en manos de los antisoviéticos, habitualmente amparados por un aura democratero que lo único que busca es hacer anticomunismo.


    Última edición por pedrocasca el Sáb Mar 23, 2013 7:24 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por granados Sáb Mar 23, 2013 7:06 pm

    ¡ en efecto Pedro1, mientras este material no esté disponible,todo se reduce a literatura pseudofilósófica engorrosa como los artículos de gonzález Varela en Rebelión.lo mismo se puede decir de otrosa autores como victor Serge y otros "comunistas" de izquierdas que son alabados en la prensa burguesa cómo hoy hace el abc cultural sin que sufran el menor escrutinio crítico de lo que dicen, algo muy habitual por cierto en la literatura trotskista.
    Con despachar al crítico calificándoled de estalinista, se cierra el caso y no se investiga el asunto y asi se siguen propalando las"ideas" de los pobres disidentes y de los "viejos y honestos bolcheviques".

    ¡bonita manera de aproximarse a la verdad de lo acontecido!.

    Me da la sensación que la gente del NKVD y el propio stalin, tenía más interés en conocer el fondo de los asuntos que esta gente y su mitología.

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