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    Espacio y Paisaje

    Nestor Estebenz Nogal
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    Mensaje por Nestor Estebenz Nogal Miér Nov 03, 2010 7:10 pm

    Espacio y paisaje.de JesRICART Notas de Campos de discusión s.XXI


    Aunque el toro de Osborne, en su imponente figura que se ve a lo lejos en muchas carreteras de la geografía española, es uno de los iconos hispanos; también representa una forma de entender la españolidad: una cultura bruta en que la fiesta nacional consiste en atormentar y dar muerte a este animal. No en vano es el signo que se junta por doquier junto a la bandera del país que se toma por única y unitaria. A menudo la bandera lleva sobreimpresa el toro o la silueta de un torno la bandera bicolor. Hay otra forma de habitar España sin pasar por las bravatas.


    La antropomorfización de los valores de los animales ha poblado el panorama icónico de los comercios, leyendas y literaturas de la cultura humana. De la mitología se desprendieron híbridos entre animales y humanos simbolizando la sinergia que se quería entre los unos y los otros. Como humanos, seguimos acudiendo a ese iconorama y no solo a sus imágenes sino que no se para de usar un lenguaje que cita sus virtudes o no virtudes. Es así que se admira la astucia del zorro, la velocidad del galgo, la elegancia del puma, la sigilidad de la serpiente, la simpatía del pingüino, la insistencia del asno, la vista del águila o la bravura del toro. Es perfectamente lícito valerse de imágenes para extender mensajes creativos cuidando de que su poli significación no sea confusionista, claro que de eso también hay que advertirlo con la polisemia de las palabras en las conversaciones y comentarios, mucho más si son breves.



    El debate sobre percepción es conexo al de la autoconcienciación del sujeto observante. Según el tipo de animalidad y encefalización que disponga así serán los datos arrojados de la cosa percibida. El narcisismo humano nos hace creer que somos los únicos en enterarnos de la fenomenología circundante. No es así: otras especies tienen unos sentidos y habilidades mucho más desarrolladas que los nuestros. De hecho el humano se vale de estos para llegar ahí donde no puede llegar por sus limitaciones ( husmear sus presas: los cazadores utilizan perros de caza . los policías o aduaneros perros que rastrean a los fugados presidiarios, se acude al halcón por su vista , a la paloma mensajera por su orientación, al caballo por su fuerza y velocidad,… Bucke.R.M., sostiene que hay una conciencia básica: la de los animales.). Los mecanismos perceptivos no son los mismos en todos los observadores ni tampoco todos los sentidos se ordenan en la misma jerarquía de importancia. La vista no es el sentido más universal de todos ni menos aún el primero con el que el pre y neo nato experimenta. Cada organismo tiene una dotación diferente de sus sentidos aunque se insista en el recordatorio de cuáles son. Fuera de los 5 conocidos no se puede dejar de mencionar la intuición como algo previo a ellos y la percepción extrasensorial como algo independiente. Tampoco se puede dejar de mencionar la relación entre inteligencia y sensorialidad. Cuando Piaget define la inteligencia como capacidad de adaptación ya se está involucrando indirectamente la reunión de datos que un organismo consigue de su entorno proporcionados por los sentidos. En la antigüedad y no solo en la griega una de las primeras discusiones sobre la entidad del mundo (la phisys) fue para trascenderlo a la fenomenología percibida y a los recursos sensoriales para su percepción. La admisión de que todo lo perceptible no engloba todo lo existente supuso el salto del pensamiento mecánico al pensamiento filosófico. El hecho de nacer en desigualdad bioquímica lleva a que unas percepciones sean más lucidas que otras (para Money -1971- la presencia de la sangre irrigadora en el feto con una cantidad superior de hormona andrógena o con efectos andrógenos secundarios puede aumentar la inteligencia de manera significativa). El predominio del positivismo en ciencia vino analizando el tema desde las correlaciones de los órganos intraorganísmicos separando el cuerpo de su conexión con el universo. Posiblemente las capacidades perceptivas por descubrir sean superiores a las descubiertas. La llamada extrasensorialidad, más afinada en unos que en otros, es lo que lleva a la capacidad de acierto y premonición de aquellos sobre estos por lo que hace a acontecimientos que se van a producir y de los que ni el análisis racional ni los sentidos ordinarios dan cuenta. (Arthur Koestler convencido de que la parapsicología produciría una revolución copernicana, en 1983 legó una suma considerable para la fundación de una cátedra de sus campos en la Universidad de Edimburgo después de que tal ofrecimiento fuera rechazado por las de Oxford y Cambridge temerosas de que la reputación de su racionalidad fuera puesta en duda con la aceptación de tal donación). Para el dictamen de salud mental de los sujetos estudiados en unidades de psiquiatría y neurología se sigue acudiendo a pruebas de percepción. La memoria puede reconceptuarse como la facultad de percibir y retener los datos en relación a un tema o relato. Ante las alucinaciones y los delirios clasificados fuera de la cordura queda informar de la interioridad de otras realidades distintas a la comúnmente percibida. Eso ha llevado a teorizar la realidad como una situación consensuada por la mayoría lo cual es un argumento acientífico. Krishnamurti no establece diferencia entre lo observado y el observante situando el sistema perceptivo, también el pensamiento, en trampas de la mente que impiden acceder a las verdades. El mas prodigioso, fino y engrasado, mecanismo perceptivo se equivoca: hay un conjunto de lapsus sensoriales que llevan al observante en confundir elementos completamente distintos de lo observado. La racionalidad dirime entre los datos arrojados por los sentidos y los conseguidos por medio del análisis, siendo este el recurso más fiable (si el análisis es correcto) para alcanzar la verdad oculta por lo percibido.
    En el paisaje humano, el de la humanidad conocida y contable no existe un punto de vista mundano, es decir un solo punto de vista en el que concuerde la mayoría o la aplastante totalidad, lo que existe es esa denominación de referirlo como presunto, del mismo modo que en determinados medios, en particular algunos locutores radiofónicos, están muy dados a hablar de la opinión del “hombre de la calle”. Cada vez que oigo semejante expresión me dan ganas de decir pero ¡ bueno!,¿ es que hay alguien que no pise la calle? Sabemos el significado de esas expresiones, la de creer que existe una generalidad opinativa no docta y por ende propia de las clases menos privilegiadas y una docta y por ende detentada por quienes tienen los cargos doctorales o especialistas. Para saber cuáles son las opiniones mayoritarias (mayoritarias sí, por masivas que sean, puesto que las unitarias y absolutamente consensuadas no existen, ya que siempre queda una parte de la población marginada y excluida de la opinión: niños, seniles, presidiarios, reclusos psiquiátricos, freaks, protestatarios,…)hay que acudir a rigurosos estudios de sondeo (el CIS periódicamente nos informa de lo que opinan “los españoles” sobre tal o cual tema) para saber las inclinaciones de consumo con respecto a todo: adquisición de ideas y de objetos mercantiles. Y aún con estos hay un indicativo de fiabilidad con un error que aunque se aproxima a cero nunca es cero. Pero vale supongamos por un momento que el universo de las opiniones se dividen en una “mundano-mayoritaria y las distintas fragmentarias y subjetivistas, lo cual –insisto- es un error de planteamiento porque no hay dos opiniones integrales exactamente idénticas, si se deja hablar a cada hablante y diseñar libremente su respuesta, ¿Dónde queda entonces la objetividad de la ciencia? ¿acaso se nos ha estado engañando por siglos al hacerse pasar por leyes incontestables lo que fueron meras opiniones? Por supuesto que sí hay una objetividad incontestable pero que no es la proporcionalidad precisamente por la sensorialidad sino por el análisis. Galileo no discutió a sus jueces que estaban en un error al juzgar su teoría y no la defendió por tanto, sino que basó su autodefensa personal y la de su cabeza, que lo que él decía no contravenía las sagradas escrituras, por aquel momento, representativas de esa opinión no sé si mundano pero sí la dominante, la de la fuerza del poder. Seguimos haciendo como Galileo ante otras percepciones que no son las nuestras, la de darle la razón para salvar el rol dentro de una situación (el cuerdo es el que no insiste ante el loco pero eso no significa que este tenga la razón por ser el que más enérgica vérbica dedique). La dificultad en aceptar la pluralidad de versiones sensorio-per5ceptivas es que esto complica más la producción de un discurso monolítico, que por añadidura tiene aspiraciones de ser el dominante si no el único en el concurso de las ideas. La realidad es que la pluralidad de sensaciones es de tal magnitud que se hace inmedible la cuota especifica de sensorialidad de cada cual. Como se sabe la experiencia subjetiva con el dolor es distinta (en un equipo médico de Lahore/Paquistán se detectó el caso de un niño faquir que no experimentaba dolor clavándose cosas, a través de él se averiguó que varios componentes de su familia tenían esa misma característica atravesando objetos punzantes el cuerpo, lo cual les producía graves trastornos por no ser conscientes de los estados traumáticos de sus cuerpos) también con la impresión ante un cuadro o ante un día de lluvia. La discusión sobre percepción sigue teniendo sentido y en todo caso es reconocible el hecho de que la mayoría de temas conversacionales discurren sobre lo que se siente, lo que se intuye o lo que se percibe, más que sobre lo que se piensa o sobre lo que se sabe. El acceso a la realidad es a través de la escenografía que cada cual se monta o a la que toca adaptarse montada por los demás. La realidad ultima es(sería) inaccesible para la conciencia si la participación actora no mira tras los bastidores. La hipótesis de la inaccesibilidad total a la verdad es demasiado desesperanzadora como para aceptarla sin lucha. Hay, eso sí, un desajuste entre la inferencia de lo real subjetivo y de la realidad dada por la externalidad. Dicho de otra manera: la realidad es la manera de concebirla en el día a día aunque las leyes exploradas por la ciencia nos sometan a todos los habitantes aunque de maneras desiguales. La aportación de Lacan de la tesis del significante superando la de Saussure nos permite aprender a vivir la existencialidad desde un triple registro permanentizado librándonos de ser las victimas dependientes de una sola manera de entender la realidad.


    La percepción es un proceso graduado y no un acto único. El percepto (el acto perceptual) se destila después de una aproximación sensorial de la preatencionalidad a la atencionalidad en firme. Pepa Fernández -en su programa radiofónico de fin de semana -insiste en lo de escuchantes, palabra alternativa a las clásicas de oyentes y radiooyentes. Parece que cambiaron el vocablo a partir de una amonestación precisamente de un radioescuchante., Y es que hay un salto cualitativo importante del oir al escuchar, como lo hay del mirar al ver, del tocar al sentir, del caminar al pasear, del comer al degustar, o del respirar a la conexión con el prana. Una investigación de campo elemental que todoas pueden hacer es el de observar con atención ,en una avenida concurrida (mejor, un pasillo de enlace entre líneas de metro), a todas las demás figuras andantes con las que te cruzas. Basta hacer un test y unos cuantos retest de este tipo en distintas horas y ciudades para demostrar lo siguiente: nadie ve a nadie aunque todo el mundo mira bultos humanos para sortearlos. Conclusión: la percepción está severamente disminuida. El embotamiento de los sentidos es tal que el sistema nervioso periférico padece saturación de los inputs que llegan a sus aferentes. Si el conocimiento dependiera de estos sentidos cuanto más se complica la vida en un mundo de estrés y prisas más se reduce la capacidad humana para sentir algo. El llamado sentido común por su lado ya ha sido puesto al descubierto como el menos común de los sentidos. Si cada sujeto (observante activo o casual) percibe de manera distinta su entorno (eso incluye la valoración de un espacio de palabra) ¿cómo es posible tratar de capturar verdades vinculantes para todos los vivientes? Cualquiera que sea la sensación poética de volar cualquiera que se lance al precipicio sin ala delta, paracaídas o parapente, o (la convicción del don Juan al lado referido por Carlos Castaneda) tiene la seguridad de estrellarse contra el suelo y no poder contarlo, la ley de la gravedad decidirá su suerte por mucho que el experimentador se crea ser una pluma más que uno peso pluma, o un ángel espíritu más que un humano. La ciencia se vale de instrumentos (objetos independientes de la voluntad y la sensibilidad humanas) para medir aquello que la percepción subjetiva no se atreve. Dependiendo de la psicomotricidad de cada cual mientras uno detecta distintos grosores de cristal percibiéndolos con un índice y un pulgar otro necesitará acudir al pie de rey para confirmar que así es. Lo mismo pasa con la interdistancia de punzamientos en la espalda. La auto percepción somática no es la misma en cada individuo por la misma razón que la percepción de la externalidad tampoco lo es, pero ante toda la gama de subjetividades el ser humano a través de sus hallazgos e instrumentaciones técnicas se vale de toda una aparatología que le demuestra hechos con respecto a distancias, calor o tamaño. La técnica es una historia de la aparatología. La era digital -masificándose desde 1990- sigue en la línea de depender de unas máquinas de acumulación y ordenación de la información para garantizar una fiabilidad. Esa es la diferencia entre opinar y argumentar. Sin instrumentos de objetivación no hay objetividad posible. En cuanto a esos instrumentos concretan en sí mismos pactos convencionales con los que medir las cosas. La misma lógica que ha decidido lo que es un metro lineal es lo que define un año-luz, por lo que hace a distancia, y un metro cubico o un gigabite por l oque hace a volumen y capacidad de almacenaje. Sin datos no hay objetividad posibles, más exactamente sin la numerología matémata no hay objeto consensuado. Mientras el instrumento no existe dos o más percepciones bailan un mismo baile con las pasos cambiados. La defensa del derecho al individualismo creativa y a la prerrogativa individuada a reinventar el mundo según sus deseos (¿tal vez a su imagen y semejanza?)no está en oposición a dar los datos que da el termómetro o que da el telescopio o la cinta métrica de sastre y no defraudarlos dando los que uno quiera inventarse. No todo el mundo está dispuesto a hacer la lectura exacta de las cosas prefiriendo la ensoñación peliculera porque le resulta más atractiva. Chapman (en 1967) presentó una investigación sobre errores de carácter sistemático y su frecuencia en psicodiagnóstico clínico, tratándolo de fenómeno cognitivo no exento de fallas en las unidades perceptivas. Pero de lo percibido no es de lo que más se nutre un individuo. La mayor parte de sus opiniones y actividades son respuestas aprendidas y condicionadas sin que estén sustentadas por su observación directa de aquello de lo que escapan porque temen o de aquello a lo que se abren porque quieren. Lippman. Public opinion (1922) demostró que cada persona tiene más opiniones de lo que haya podido observar en directo a la que aquellas compete. Son las influidas por otros, incluyendo la cultura que cumple una función economizadora. También las hay aportadas por la imaginación no verificadas por una indagación de campo. Aceptada esa voluptuosidad extensiva en el opinar también se corresponde con lo contrario: la reducción de no querer tener contacto con estímulos disgustantes. La anosognosia es la postura de no querer saber lo malo para no sufrir y esa conducta un tanto inconsciente camuflada de instintual se refiere tanto a lo que le pasa al propio cuerpo como a las vidas ajenas. Por lo que hace a la auto percepción (Harrison Ford parece que ha quitado los espejos de su casa para no verse a cada dos pasos en como avanza su deterioro físico) La opinión es tan subjetiva y manipulable (y una opinión de un hecho o fenómeno a voz de pronto se sostiene en un precepto y en el criterio pre condicionante de su lectura). Carlsmith (en un experimento con Fenichel) ya demostró que el incentivo económico reforzaba la opinión concordante,(1959). El problema no es tanto pues que la percepción subjetiva sea individuada y hasta induplicable sino que oscile en función de factores externos al sujeto de los que ni siquiera es consciente que lo agregan a puntos de vista y maneras de percibir que en realidad no son las suyas.



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