“El comunismo en su forma antigua ha quedado desacreditado y no regresará como un movimiento poderoso; pero ahora que el capitalismo globalizado ha entrado en crisis, es un momento ideal para revisar sus esfuerzos por crear un sistema alternativo y las razones por las que fracasó”. Estas palabras de David Priestlan conectan directamente con las voces que, en España y en el mundo, claman por una actualización de la izquierda, por encontrar un camino adecuado para que planteamientos progresistas venzan los esfuerzos neoconservadores y neocapitalistas por resistir en el poder, pese a su evidente fracaso, tanto social como económico.
Cuando el socialismo ha radicalizado su papel de administrador del capitalismo, abandonando el papel educador que en otro tiempo dictaminó para evolucionar socialmente, y suavizando sus mejoras sociales a favor de un entendimiento con los poderes reales de la sociedad: el dinero y la Iglesia. Si por una parte es imprescindible para esa reformulación de la izquierda comprender y asumir el papel de administrador “humano” del capitalismo que cumple el socialismo, del mismo modo es indispensable para el mismo proyecto mirar el comunismo sin prejuicios, sin miedos, sin dogmas, entendiendo lo que ha representado para la Historia el “socialismo real”, que ha convertido el comunismo en una base ideológica para el totalitarismo en muchos países. Y en este sentido, el libro de David Priestland, Bandera Roja, es una aportación muy valiosa para ver con distancia lo que ha sido el movimiento intelectual y político más poderoso del siglo XX.
Como también señala Priestlan, parece que la democracia, no la lucha de clases, se ha convertido en “la única forma de resolver los conflictos sociales”, y el capitalismo en “el único sistema económico que funciona realmente”. Pero dado que el orden económico posterior a la caída del muro de Berlín y, por tanto, del derrumbe de los países del Este en 1989, no ha conseguido crear una prosperidad estable, sostenible y duradera, la necesidad de encontrar un modelo alternativo para el futuro se hace acuciante, muy especialmente para las clases desfavorecidas.
Tal vez la salida pueda venir, en las conclusiones que el autor saca del Prometeo de Esquilo: la síntesis entre liberación, modernidad e igualdad.
En fin, un libro verdaderamente valioso, se busque o no señas para un camino futuro. Pero teniendo en cuenta lo dicho, que para ver el futuro hay que aprender del pasado. Y esta es una visión distante, de la que se puede aprender a comprender, a ver sin pasión lo sucedido en el siglo XX, a repasar los gravísimos errores cometidos por una ideología caracterizada teóricamente por la lucha por la igualdad, la justicia y la solidaridad.
Bandera Roja de David Priestlan, y él lo indica en su introducción, recorre la historia del comunismo en sus cuatro etapas principales, a medida que su influencia se desplazaba desde Occidente hacia Oriente y el Sur: de Francia y Alemania a Rusia, luego más al este a China y el sureste asiático tras la segunda guerra mundial, y por último, durante las décadas de 1960 y 1970, al “Sur” global, esto es, a Latinoamérica, África, Oriente Medio y el sur y el centro de Asia. Finalmente el libro regresa a Europa para contar la historia de la perestroika y el colapso del comunismo. Sus páginas fluyen armonizando la cronología con la atención a una región determinada.
David Priestlan es profesor de Historia Moderna en la Universidad de Oxford y Felow del St. Edmund Hall, ha estudiado durante años el comunismo en todas sus formas, apasionándole ya desde sus diecinueve años. Es autor de Stalinism and the Politics of Mobilization (2007).