Polemica sobre la caracterizacion de los controladores aereos dentro de la categorizacion marxista que se amplia a los retos de las izquierdas marxistas ante los desafios de la nueva configuracion de la fuerza de trabajo en los paises imperialistas
Alarma de Estado: el plante de los controladores y la ficción de la soberanía de John Brown
Golpe de estado social de Samuel
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Controladores, golpe de Estado social y pasividad y/o complicidad de la izquierda de “tradición laborista”[/b] de Salvador Lopez Arnal
"Je lutte de classes" de John Brown
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Desconocimientos, dudas y algunas precisiones de Salvador Lopez Arnal
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El trabajo social difuso y la piscina de chocolate de Santiago Alba Rico
Comunistas sin comunismo. (Respuesta muy parcial a Santiago Alba y otros polemistas amigos) de John Brown
Alarma de Estado: el plante de los controladores y la ficción de la soberanía de John Brown
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]La rabia con que cierta izquierda de tradición laborista (estalinista, eurocomunista o socialdemócrata) está respondiendo al conflicto de los controladores aéreos no sorprende. Su posición es la de la defensa de los intereses residuales de un tipo de trabajador hoy minoritario (el trabajador con contrato indefinido del fordismo), muy en particular de los intereses particulares de sus representantes políticos y sindicales autoproclamados. Estas organizaciones pretenden enfrentar al trabajador modélico del fordismo con lo que hoy es ya la mayoría de los trabajadores: precarios, intermitentes, incluso parados, trabajadores cognitivos, domésticos, afectivos etc. Formas de trabajo todas ellas que desconocen los límites de la jornada laboral y del centro de trabajo, pues corresponden a un trabajo difuso en el tiempo y el espacio. Cuando enfrentan a una auténtica "clase obrera" -en desaparición- con el trabajo social difuso postfordista, algunos de los representantes de la antigua clase obrera se convierten en los más preciados aliados del capital y de sus gobiernos en su lucha contra el proletariado realmente existente.
Golpe de estado social de Samuel
Los controladores aéreos son un perfecto chivo expiatorio. ¿Acaso no son unos egoístas con sueldos elevadísimos a cuenta del erario público, como afirma Aena y el ministro José Blanco? He perdido la cuenta de los insultos que se están llevando por parte de otros trabajadores. Incluso quienes critican las excepcionales medidas que ha adoptado el gobierno se ven obligados a tacharles de "impresentables" y otras lindezas. De modo más suave pero no menos ofensivo, Izquierda Unida considera "un grave e inaceptable precedente declarar el estado de alarma para resolver un conflicto social, aunque no se está de acuerdo con las reivindicaciones y los modos empleados por los controladores”. Salvador López Arnal, en un extraño artículo publicado en Rebelión, habla por esta razón de una posible "huelga de derechas" y se refiere a los controladores como un "movimiento de privilegiados", sin vinculación con los "sindicatos de clase" (¿de todos?), que no han dado señales de "de querer pertenecer al movimiento obrero ibérico" . "No es necesario tomar partido", apostilla. Triste manera de quitarse de encima una incómoda piedra del zapato ideológico y de ponérselo fácil al "populismo de los usuarios" del que hace gala el gobierno.
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Controladores, golpe de Estado social y pasividad y/o complicidad de la izquierda de “tradición laborista”[/b] de Salvador Lopez Arnal
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Además de que el panorama idílico que dibuja de los controladores aéreos en España olvida algunos datos esenciales y, a un tiempo, elementales de su situación, no cita en su argumentación ningún caso ni ninguna reflexión que justifique en lo más mínimo su aseveración sobre la “izquierda de tradición laborista”. Líneas más abajo insiste en el mismo sendero: “Atacando a los controladores aéreos, el gobierno tiene la seguridad de ganarse la simpatía de los usuarios, pero también la de la izquierda laborista y fordista, para la cual el resentimiento contra un colectivo "privilegiado" hace las veces de conciencia de clase; de una muy peculiar conciencia de clase que se traduce en un patriótico llamamiento a arrimar el hombro junto a la patronal y el gobierno para recuperar el crecimiento y el empleo”.
¿De quién está hablando John Brown cuando habla de “la izquierdista laborista y fordista”? ¿Qué organizaciones de la izquierda no entregada a los caballos sin bridas y postrada a sus pies han emitido patrióticos llamamientos para construir frentes patrióticos con patronal y gobierno? ¿A qué izquierda que no haya claudicado se está refiriendo? ¿Está hablando de IU? ¿De organizaciones de la nueva izquierda anticapitalista?
"Je lutte de classes" de John Brown
Ocurre que, si bien este tipo de organizaciones sindicales y políticas pudo obtener conquistas importantes en la doble coyuntura del fordismo/keynesianismo y de la guerra fría, hoy, una vez liquidados los "socialismos reales" y los modos de regulación fordistas y keynesianos, la representación colectiva del trabajo se ha hecho sencillamente imposible. Hoy, con lo que nos encontramos no es con un obrero fabril con un contrato fijo y un marco de derechos negociados colectivamente y reconocidos por un Estado regulador y planificador, un obrero que trabaja con un tiempo de trabajo y un lugar de trabajo definidos, sino con un estallido de las formas de trabajo y contractualidad: del parado, al trabajador de telepizza o de los "call center", al trabajador "flexible" de las ETT, al número creciente de trabajadores "afectivos" que se ocupan de ancianos, enfermos etc, a los trabajadores sociales, los disitntos tipos de trabajo intelectual desde los productores de videojuegos cuyas jornadas de trabajo/juego no tienen límite hasta los investigadores o los profesores de universidad financiados directamente por el capital, o incluso los mismísimos controladores aéreos o los intérpretes de conferencias. Todo esto, sin olvidar esa categoría fundamental de trabajadores que, en una "sociedad del espactáculo" son los artistas y otros trabajadores del espactáculo. El catálogo, como el del Don Giovanni de Mozart es abierto, seguro que escarbando un poco podemos decir que "en España son ya 1003 (mille e tre...)".
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Desconocimientos, dudas y algunas precisiones de Salvador Lopez Arnal
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El trabajo social difuso y la piscina de chocolate de Santiago Alba Rico
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Marx no creía, desde luego, que fuese posible la reproducción material de la vida social “sin trabajo”12; y lo que hemos aprendido hoy es quizás que la “superación tecnológica del trabajo” tampoco sería viable en términos ecológicos (todo parece indicar que la alimentación del planeta, en otro mundo posible, dependerá de la recuperación de viejas formas antropológicas de explotación e integración del entorno). Lo que si creía Marx es que era posible trabajar poco, trabajar menos, trabajar en otras condiciones y sobre todo trabajar para todos al mismo tiempo (y por lo tanto para uno mismo). ¿Es eso un proyecto “utópico”? Uno de los límites de los siempre brillantísimos textos de John Brown tiene que ver precisamente con la desproporción entre sus análisis y sus diagnósticos o propuestas. Resulta desconcertante que predique “realismo” a los que consideran que se estaba mejor en arresto domiciliario que en una celda de castigo (o en un Estado del Bienestar fordista que en una ETT generalizada) mientras él detecta con entusiasmo, en la Europa de Sarkozy, Berlusconi y Merkel, en las multitudes de los estadios, las televisiones y los supermercados, “un deseo latente de comunismo”. Como resulta no menos desconcertante que reproche “utopismo” a los que luchan por parchear algunas esclusas y conservar algunos derechos mientras él propone superar “toda clase de propiedad” para establecer el “acceso libre y general a los comunes”. Así planteada, su solución parece tan posible y tan cercana -y del mismo tenor- que las emocionantes anticipaciones del genial socialista utópico Charles Fourier: “Los ríos retornarán de te y chocolate, corderos asados brincarán por la pradera y pescados fritos en mantequilla navegarán por el Sena; espinacas hervidas surgirán de la tierra. Los árboles se llenarán de manzanas cocidas y el grano crecerá en fardos, listo para la cosecha; nevará vino, lloverán pollos, y los patos caerán del cielo ya aderezados”. La necesidad de seguir hablando de “propiedad” a la hora de hacer propuestas concretas para el establecimiento y regulación de una futura sociedad comunista está relacionada con el hecho, dificilmente modificable, de que, por muy comunes que sean los “comunes”, nunca viviremos en un río de chocolate ni bajo una nevada de pollos asados y, si el aire y la luz del sol seguirán siendo absorbidas sin mediaciones, habrá que inventar procedimientos complejos (en un mundo con 7.000 millones de habitantes y una complicada división del trabajo) para “reapropiarse” del resto de los bienes colectivos y generales: el alimento, la energía, la vivienda, la sanidad, el conocimiento. La izquierda lleva siglo y medio discutiendo y hasta ensayando distintos modelos de apropiación (estatal, público, cooperativo, comunitario, etc.) y es muy posible que haya que inventar otros y combinar muchos de ellos, pero no veo ninguna ventaja en fundirlos todos en un cuenco de chocolate caliente. “Superar el trabajo” y “superar la propiedad” suena mucho más radical que “trabajar poco” y “cofundar instituciones”, pero mucho me temo que eso es porque, en una situación tan difícil como la que vivimos y con los escasos medios que tenemos para afrontarla, lo más radical de todo es siempre fantasear. No seré yo -pobre desesperado entregado a ensoñaciones melancólicas- el que se lo reproche a John Brown. Después de todo, antes del salto fantástico en la piscina de chocolate, él al menos nos hace pensar.
Comunistas sin comunismo. (Respuesta muy parcial a Santiago Alba y otros polemistas amigos) de John Brown
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Que no se pretenda que los distintos movimientos de transformación social que están en curso en América Latina -la ya añeja revolución cubana incluida- son retornos a ese añorado modo de regulación. Si lo hubieran sido, cosecharían hoy los mismos éxitos que nuestras izquierdas laboristas europeas. Lo que tiene lugar en América Latina es un proceso de gran complejidad, pues, por un lado -como ocurrió ya en Cuba en el 59- se ha puesto término al Estado colonial racista y semiesclavista sustituyéndolo por formas de democracia que incluyen a toda la masa de los antiguos excluidos, pero por otra parte, en países como Bolivia o Venezuela la actuación misma del Estado no lo explica todo ni mucho menos. Sin la pujanza de los movimientos sociales que apoyan estos procesos, ni Chávez ni Evo Morales estarían gobernando: en cierto modo, estos países son “quilombos” a gran escala donde lo único que está claro es la voluntad de las mayorías sociales indígenas y mestizas de no volver a sumirse en la nada. Afortunadamente, los ropajes jurídicos y constitucionales visten la rebelión pero no la apagan. El futuro está abierto y ciertamente, su horizonte no es el (re)establecimiento del fordismo. En cuanto al uso del término “socialismo”, puede decirse con Fidel Castro que designa aquello “que no sabemos cómo se hace”, esto es el problema político abierto de la salida del capitalismo y del Estado burgués, el único verdadero problema político de nuestro tiempo, el del paso al comunismo.