El viejo Estado terrateniente burocrático atravesó en el periodo 2000-2005 por una fuerte crisis. Ésta viene siendo superada a través de un proceso de reestructuración por el administrador de turno Evo Morales y su partido el Movimiento al Socialismo en una gestión pomposamente llamada “revolución democrático cultural”. Morales implementó políticas de conciliación con el imperialismo a través de una renegociación de contratos con las empresas de hidrocarburos, a ésta política la llamó nacionalización.
El gobierno ha dicho muchas veces que está construyendo un estado soberano, pero no hay soberanía cuando hay sometimiento al imperialismo. El gasolinazo lanzado por Evo Morales al pueblo boliviano en medio de sus fiestas de fin de año son la evidencia más concreta de este sometimiento, así lo hemos venido señalando; es también la reafirmación de que Bolivia es una semicolonia y el capitalismo burocrático que se desarrolla en el país se hace al amparo de la dominación imperialista.
El 26 de diciembre, el gobierno de Evo Morales anunció de la manera más artera, a través del vicepresidente de la República, Álvaro García Linera, el aumento del precio de la gasolina y el diesel en más de un 80% dando un verdadero golpe a la economía popular.
Esta medida ha sido justificada como necesaria, por los funcionarios del gobierno masista, debido al contrabando de carburantes a los países vecinos que está “sangrando la economía nacional”. Si bien el problema del contrabando es real y el gobierno es incapaz de resolverlo por su complicidad en él, el problema principal es otro. Evo Morales lo ha reconocido con cierta timidez, tiene que ver con la baja producción de gasolina por la poca “inversión” de las empresas transnacionales. El problema es que “no ha habido incentivo a las empresas inversionistas”, este lenguaje eufemístico significa en términos sencillos que las transnacionales no tenían los precios que querían y por eso no invertían. Ahora con el gasolinazo las empresas imperialistas duplicarán sus ingresos (de 27 dólares a 59 dólares por barril), este es el verdadero motivo del gasolinazo.
La propagandizada “nacionalización” no tiene ningún impacto en la producción de carburantes, la industrialización es pura demagogia. El viejo Estado boliviano simplemente tiene que agachar la cabeza frente a los requerimientos del imperialismo y Evo Morales como buen lacayo está cumpliendo esta función.
Morales y sus ministros tienen la desfachatez de negar que se trata de un gasolinazo, una medida fondomonetarista, sin embargo la realidad los desmiente. El peso de este paquetazo recaerá sobre las espaldas de los sectores más empobrecidos. Las medidas compensatorias al gasolinazo que anunció Morales en su mensaje al país el 29 de diciembre son de protección a la producción agroindustrial (pequeños, medianos y grandes), es decir, al agronegocio, que está destinada a la exportación; para los pequeños campesinos sólo promesas, proyectos de riego inciertos, seguro agrícola inaplicable para su economía y una promesa de “tractorización”. El campesino boliviano ya vivió la introducción de tractores venezolanos el 2006-2007, fue más una propaganda y beneficio para dirigentes masistas. El campesinado pequeño y pobre sólo tiene promesas demagógicas de que algo se verá, en el mejor de los casos, finalizando el 2011.
Para el sector urbano, Morales anunció 20% de incremento de sueldos para salud y educación, y como no podía ser de otra manera para las asesinas Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales. Éstas serán las más beneficiadas, en particular la oficialidad que cuenta con una serie de “incentivos” del gobierno de Evo. Qué hará el resto de la Población Económicamente Activa, que no es asalariada y representa más del 70% de la población, la promesa es crear empleos, cómo, cuándo, no se dice nada al respecto. Otra vez, los más empobrecidos soportarán el gasolinazo. ¡Y dicen que no es una medida neoliberal!
Estos ofrecimientos no pueden cubrir siquiera los aumentos en precios de productos básicos que ya se han registrado. El pasaje subió más del 50% (el gobierno autorizó 30%), algunos alimentos casi llegan al 100%, el gobierno ha subido los precios en su empresa comercializadora en un 15%. Falta ver los efectos en otros rubros debido a los nuevos fletes. El gobierno tampoco garantiza que las empresas no despidan trabajadores con el pretexto de no poder incrementar sueldos.
Más de cinco años de gobierno de Evo Morales no ha cambiado significativamente la realidad económica del país, el sueldo básico está alrededor de 95 dólares, es decir, se vive con algo de 3 dólares al día, pero un gran porcentaje de la población no gana este sueldo. Trabajos por cuenta propia, terciarizados, con rasgos de servidumbre, sin ningún tipo de beneficios y en las peores condiciones son la realidad de la mayoría de la población boliviana. Los índices de pobreza casi no han mejorado desde hace 30 años, la producción agrícola, en particular en las zonas de minifundio, sigue entregada a su suerte, mientras el gobierno fomenta la mendicidad a través de sus bonos financiados por el Banco Mundial. El sector que más se ha beneficiado con Morales ha sido el financiero, los bancos cuentan con mucho dinero que han ofrecido invertir en el gobierno. Las transnacionales también siguen teniendo buenas ganancias, en particular las transnacionales mineras que siguen trabajando con un código minero aprobado en el régimen de Sánchez de Lozada.
Nada nuevo ha anunciado el demagogo Morales el 29 de diciembre, sólo viejas promesas. Si para algo ha servido el gasolinazo es para desenmascarar la etiqueta de socialismo y revolución que el autodenominado “proceso de cambio” se endilga a cada rato con millonaria propaganda. También ha servido para desenmascarar a toda esa clientela política que oficia de dirigentes sindicales, en el entorno gubernamental a cambio de prebendas y dinero; dirigentes que trafican con los deseos del pueblo, que no dudan en engañar a sus bases y engancharlas en el proyecto gubernamental; dirigentes eternos que se han especializado en satisfacer sus apetitos personales de verdaderos gamonalillos que traicionan día a día las esperanzas del pueblo más pobre y explotado.
El gobierno del Movimiento al Socialismo profundiza el capitalismo burocrático en el país y profundiza su política de alianza con el imperialismo satisfaciendo los intereses de las empresas imperialistas. Ya no se trata de lo que el gobierno decía “queremos socios y no patrones”, esta vez Evo Morales, su partido y toda la recua de administradores que lo acompañan han mostrado la actitud más servil y proimperialista en desmedro de la población más empobrecida. También reafirma su compromiso con la gran burguesía y los terratenientes a través de su apoyo al agronegocio.
La indignación del pueblo es grande y se ha manifestado, aunque sin dirección política, de manera contundente en diferentes acciones de protesta donde llaman traidor a Evo y piden su renuncia. La lucha en contra de las medidas proimperialistas de este gobierno está al orden del día, la lucha por un mejor salario, que ahora ha sido golpeado duramente, es una necesidad urgente. Pero no debemos olvidar que la lucha económica debe estar ligada a la lucha política. Es necesario construir una línea de clase en el movimiento popular, expulsar de las filas del movimiento popular a los dirigentes traidores vendidos al gobierno, desenmascarar a los oportunistas y revisionistas que son sostén de este gobierno encargados y se encargan de justificar ideológicamente la defensa del inservible “proceso de cambio”.
El pueblo boliviano necesita construir su vanguardia para soñar con algo mucho mejor que la demagogia masista, una verdadera revolución que libere al pueblo boliviano, cree una nueva sociedad y entierre la vieja.
¡Abajo el gasolinazo proimperialista de Evo Morales!
¡Abajo los dirigentes sindicales traidores vendidos al gobierno de Evo!
¡Luchar por una verdadera línea de clase en el movimiento popular!
¡Construir el Partido para hacer la revolución!
Frente Revolucionario del Pueblo
Bolivia, diciembre de 2010