EDITORIAL
Unir, fortalecer, organizar y extender el Partido de la Liberación
Basta echar una ojeada a la situación argentina para darse cuenta que es más que promisoria. Hay una fuerte puja política y de clase para inclinar la balanza en una u otra dirección:
-Está la derecha reaccionaria buscando instalar la inseguridad, defendiendo a Clarín y los monopolios, poniendo obstáculos a los juicios de derechos humanos, demorando la ley de medios, etc.
En el plano internacional esa derecha quiere romper la relación existente entre nuestro país y la Unasur, sobre todo afectar el vínculo con Venezuela.
Lo bueno es que esos planes reaccionarios no van sobre rieles aceitados. Descarrilan. Se bifurcan debido a las divisiones que existen en las clases dominantes, que se amplifican entre los partidos políticos que defienden esas divisas (divisas, en todo el sentido de la palabra).
Hay desencuentros al interior del Peronismo Federal, que aíslan a Duhalde; vuelan chispas en la UCR, dejando muy solo a Cobos. Y está el accionar revulsivo de la Carrió, que parece la “trosca Carrió”. Todo eso deja a la oposición peleada entre sí. La Nación y Clarín, en innumerables editoriales los llamaron a formar un frente unido anti K. Este plan, hasta hoy, es un fracaso absoluto.
-Está el gobierno de Cristina Fernández, que ha salido fortalecido con el apoyo popular luego de la muerte de Néstor Kirchner. Este proyecto político incluye aspectos negativos como la continuidad de los recursos naturales y servicios públicos en manos de las privatizadas, la negociación para pagar más deuda externa al Club de París, la conciliación para que el FMI “colabore” técnicamente con el Indec, la propuesta de un Acuerdo Económico y Social a las grandes patronales de la UIA y la burocracia de la CGT, etc.
Ciertos gobernadores afines al kirchnerismo, como Gildo Insfrán, de Formosa, reprimen policialmente a los hermanos originarios y provocan dos muertes, sin que la presidenta repudie los hechos y al gobernador.
Aunque se trató de un desalojo a vecinos por parte del gobierno de Macri, el gobierno nacional resulta cómplice de la masacre de Villa Soldati, donde actuó su Policía Federal.
Por supuesto, el gobierno nacional también ha tomado medidas positivas, como algunos paliativos para jubilados que ganan la mínima, ley de salud mental, continuidad de obras públicas con fondos federales, denuncia política y penal contra Clarín y La Nación por el despojo de Papel Prensa, estímulo a la continuidad de los juicios por derechos humanos, participación en Unasur defendiendo la democracia en Ecuador y varias cosas más.
Pero Cristina Fernández está girando en dirección a sellar acuerdos con las cámaras de la gran burguesía y los bancos. Eso se advierte en los beneficios a las automotrices, el pacto con los petroleros, la oferta de acuerdo social a la UIA y la inclusión de la Construcción en el Fondo del Bicentenario.
Esa conciliación se extiende al imperialismo yanqui, a quien durante la Cumbre de Mar del Plata no se le hizo ninguna crítica por el grosero espionaje.
Una política de ese tipo, a la corta o a la larga, perjudica los intereses de la clase obrera, los inmediatos, y los más estratégicos, nacionales.
-Hay necesidad de una tercera fuerza en esta situación política, que sea antiimperialista, obrera, popular, democrática, de izquierda y centroizquierda. Su blanco debe ser la derecha reaccionaria, oligárquica y proimperialista. Pero no debe ser dependiente del kirchnerismo, sino independiente de éste. En todo caso puede coincidir en casos puntuales; como decía Lenin: “golpeamos juntos, marchamos por separado”.
El espionaje filtrado por WikiLeaks, por una parte, y la colosal crisis imperialista que vuelve a la superficie en Europa y EE UU, exige que esta tercera fuerza tenga una clara política antiimperialista. ¡Fuera la embajadora Vilma Martínez, espía de la CIA! ¡No pago de la deuda al Club de París, que esa plata sirva al desarrollo nacional y la justicia social! ¡Fuera el FMI, acá no lo queremos para nada, el Indec lo debemos arreglar los argentinos!
La batalla por la vigencia de la ley de medios demuestra que Hebe de Bonafini tenía razón: una marcha por mes y si no nos llevan el apunte, tomar Tribunales. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que Carbone y jueces de Clarín tengan secuestrada esa ley?
La redistribución del ingreso es una materia pendiente. Se ha mejorado bastante respecto a lo peor de la crisis pero resta una enormidad en materia de salarios, jubilaciones, empleo formal, etc, y lamentablemente el proyecto Recalde parece haber sido cajoneado.
Por estas y muchas otras luchas pendientes, hace falta un partido revolucionario de la clase obrera y el pueblo. Es necesario unir, fortalecer, organizar y extender el Partido de la Liberación, al servicio de un frente más amplio. ¿Qué otro partido está dispuesto a dar una batalla antiimperialista y antimonopolista desde el ángulo de la clase obrera?
http://www.pl.org.ar/
Unir, fortalecer, organizar y extender el Partido de la Liberación
Basta echar una ojeada a la situación argentina para darse cuenta que es más que promisoria. Hay una fuerte puja política y de clase para inclinar la balanza en una u otra dirección:
-Está la derecha reaccionaria buscando instalar la inseguridad, defendiendo a Clarín y los monopolios, poniendo obstáculos a los juicios de derechos humanos, demorando la ley de medios, etc.
En el plano internacional esa derecha quiere romper la relación existente entre nuestro país y la Unasur, sobre todo afectar el vínculo con Venezuela.
Lo bueno es que esos planes reaccionarios no van sobre rieles aceitados. Descarrilan. Se bifurcan debido a las divisiones que existen en las clases dominantes, que se amplifican entre los partidos políticos que defienden esas divisas (divisas, en todo el sentido de la palabra).
Hay desencuentros al interior del Peronismo Federal, que aíslan a Duhalde; vuelan chispas en la UCR, dejando muy solo a Cobos. Y está el accionar revulsivo de la Carrió, que parece la “trosca Carrió”. Todo eso deja a la oposición peleada entre sí. La Nación y Clarín, en innumerables editoriales los llamaron a formar un frente unido anti K. Este plan, hasta hoy, es un fracaso absoluto.
-Está el gobierno de Cristina Fernández, que ha salido fortalecido con el apoyo popular luego de la muerte de Néstor Kirchner. Este proyecto político incluye aspectos negativos como la continuidad de los recursos naturales y servicios públicos en manos de las privatizadas, la negociación para pagar más deuda externa al Club de París, la conciliación para que el FMI “colabore” técnicamente con el Indec, la propuesta de un Acuerdo Económico y Social a las grandes patronales de la UIA y la burocracia de la CGT, etc.
Ciertos gobernadores afines al kirchnerismo, como Gildo Insfrán, de Formosa, reprimen policialmente a los hermanos originarios y provocan dos muertes, sin que la presidenta repudie los hechos y al gobernador.
Aunque se trató de un desalojo a vecinos por parte del gobierno de Macri, el gobierno nacional resulta cómplice de la masacre de Villa Soldati, donde actuó su Policía Federal.
Por supuesto, el gobierno nacional también ha tomado medidas positivas, como algunos paliativos para jubilados que ganan la mínima, ley de salud mental, continuidad de obras públicas con fondos federales, denuncia política y penal contra Clarín y La Nación por el despojo de Papel Prensa, estímulo a la continuidad de los juicios por derechos humanos, participación en Unasur defendiendo la democracia en Ecuador y varias cosas más.
Pero Cristina Fernández está girando en dirección a sellar acuerdos con las cámaras de la gran burguesía y los bancos. Eso se advierte en los beneficios a las automotrices, el pacto con los petroleros, la oferta de acuerdo social a la UIA y la inclusión de la Construcción en el Fondo del Bicentenario.
Esa conciliación se extiende al imperialismo yanqui, a quien durante la Cumbre de Mar del Plata no se le hizo ninguna crítica por el grosero espionaje.
Una política de ese tipo, a la corta o a la larga, perjudica los intereses de la clase obrera, los inmediatos, y los más estratégicos, nacionales.
-Hay necesidad de una tercera fuerza en esta situación política, que sea antiimperialista, obrera, popular, democrática, de izquierda y centroizquierda. Su blanco debe ser la derecha reaccionaria, oligárquica y proimperialista. Pero no debe ser dependiente del kirchnerismo, sino independiente de éste. En todo caso puede coincidir en casos puntuales; como decía Lenin: “golpeamos juntos, marchamos por separado”.
El espionaje filtrado por WikiLeaks, por una parte, y la colosal crisis imperialista que vuelve a la superficie en Europa y EE UU, exige que esta tercera fuerza tenga una clara política antiimperialista. ¡Fuera la embajadora Vilma Martínez, espía de la CIA! ¡No pago de la deuda al Club de París, que esa plata sirva al desarrollo nacional y la justicia social! ¡Fuera el FMI, acá no lo queremos para nada, el Indec lo debemos arreglar los argentinos!
La batalla por la vigencia de la ley de medios demuestra que Hebe de Bonafini tenía razón: una marcha por mes y si no nos llevan el apunte, tomar Tribunales. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar que Carbone y jueces de Clarín tengan secuestrada esa ley?
La redistribución del ingreso es una materia pendiente. Se ha mejorado bastante respecto a lo peor de la crisis pero resta una enormidad en materia de salarios, jubilaciones, empleo formal, etc, y lamentablemente el proyecto Recalde parece haber sido cajoneado.
Por estas y muchas otras luchas pendientes, hace falta un partido revolucionario de la clase obrera y el pueblo. Es necesario unir, fortalecer, organizar y extender el Partido de la Liberación, al servicio de un frente más amplio. ¿Qué otro partido está dispuesto a dar una batalla antiimperialista y antimonopolista desde el ángulo de la clase obrera?
http://www.pl.org.ar/