5. RÁPIDO, BUENO Y BARATO: ¿CÓMO COMPRENDERLO?
Que estos tres principios deberían regir la construcción; era aceptado, desde hace mucho, por la gente. Pero no siempre se aplicaban y menos al mismo tiempo. Veamos que sucedía, hasta 1917, en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, actualmente Gorki. Los palacetes construidos uno tras otro, en una elevada ladera sobre el Volga, hace más de un siglo, embellecen el paisaje hasta nuestros días. Al verlos se comprende que quienes los mandaron construir, derrochaban el dinero. En efecto, los mercaderes de Nizhni Nóvgorod eran de los más ricos en Rusia. Cuando construían para ellos, de los tres principios mencionados, prevalecía el segundo. Pero cuando lo hacían para los pobres: barracas y espantosas casas de vecindad, entregaban de hogar. Era rápido y barato. La calidad no importaba. Esta observación no pretende ser original. Bien conocido es el hecho de que, en la Rusia zarista, siempre se construyeron —además de los suntuosos palacios, mansiones e iglesias— casas malas y baratas, que no podían complacer a sus moradores ni a cualquier observador ajeno. Este era el fondo de viviendas que tuvimos que barrer de la faz de la tierra para reemplazarlo con otro nuevo.
En vísperas de la segunda guerra mundial, el fondo inmobiliario urbano constituía en la Unión Soviética 421 millones de metros cuadrados. Más de la mitad se había construido después de la Revolución de Octubre de 1917. Es decir, en sólo 23 años, incluidos los de la guerra civil y de la intervención extranjera (1918-1920), se hizo más que en muchos siglos. Hubo en aquel período tanto búsquedas innovadoras de arquitectos, como hallazgos interesantes, pero en general el ritmo de la edificación era moderado, por las reducidas posibilidades económicas y técnicas de que disponía el Estado. Aunque la construcción de viviendas se realizó en proporciones inusitadas, en la historia del país, no fue posible abastecer de apartamentos confortables a la población urbana que, debido a la industrialización, crecía con rapidez. En aquellas circunstancias sería un fracaso lanzar la consigna de "un apartamento confortable, a cada familia". En la práctica, significaría que unos disfrutarían del confort moderno y otros habrían de cobijarse, durante largos años, en casas destartaladas. Por eso, el Estado soviético eligió otro camino: alojar en casas nuevas, en un mismo apartamento, a dos o tres familias. Fue una medida provisional, pero necesaria, que disminuyó, hasta cierto punto, la crisis de la vivienda.
Durante la guerra contra la Alemania nazi (1941-1945), quedaron sin viviendas 25 millones de soviéticos: las incendiaron y destruyeron los invasores. Muchos centenares de miles de ciudadanos, junto con las fábricas evacuadas de las zonas próximas al frente, se trasladaron a la región del Volga, a los Urales, a Siberia y al Extremo Oriente. Era vigente darles vivienda. Las autoridades locales y los constructores disponían a veces sólo de semanas o días contados: tenían que alojar a los evacuados antes del invierno. En vista de ello, nadie se ponía a pensar en la estética o en búsquedas arquitectónicas. Se construía contra el tiempo. Así, por enésima vez, circunstancias concretas obligaban al Estado soviético a postergar la solución cardinal del problema de la vivienda, con tal de satisfacer las necesidades inmediatas de la población.
La guerra terminó hace tres décadas y media. Ahora los arquitectos y las entidades estatales, responsables de la edificación, enfrentan la necesidad de enfocar integralmente el desarrollo de las ciudades y poblados.
No hace mucho conversé con Alexéi Bujtiárov, presidente del Comité Ejecutivo del Soviet, de la ciudad de Omsk (Siberia). Me parece de interés para el rector, conocer el contenido de aquella entrevista.
—¿Qué significa enfocar integralmente el desarrollo de la ciudad, en el caso de Omsk?
—En cualquier caso el desarrollo de una ciudad es multifacético: crece la industria y, por lo tanto, aumenta la población y con ella, la ,necesidad de viviendas, de servicios, comunicaciones y otras muchas cosas. Cuando hablamos de la solución integral del problema, tenemos en cuenta sus diversos aspectos tomados en su conjunto y, además, en vinculación orgánica. Buscamos la variante óptima para satisfacer los intereses de la población que crece con rapidez y para cubrir, a la vez, las necesidades de la economía del país, de la región y de la ciudad, haciéndolo con vistas al presente y al futuro. En todo ello, nos basamos en nuestras posibilidades y nuestros recursos existentes.
— Estas son verdades obvias. Pero es muy difícil aplicarlas en la práctica, analizando científicamente todos los factores en su concatenación. El ejemplo de Omsk es en este sentido muy elocuente. Imagínese una ciudad con más de un millón de habitantes, uno de los emporios industriales y culturales más importantes no sólo de Siberia, sino del país, una ciudad que se fundó hace dos siglos y medio, y que lleva en su semblanza el sello de las más diversas épocas.
— ¿Qué se requiere para el desarrollo integral —en la concepción moderna de este vocablo— de una ciudad como Omsk? Suficientes medios y recursos, así como la posibilidad de evadirse, aunque no sea más que temporalmente, de los problemas actuales, siempre "candentes", para poder pensar en serio en perspectivas más o menos lejanas. En el pasado nos era imposible hacerlo.
— En los primeros quinquenios (1928-1940) y, sobre todo, durante la segunda guerra mundial y después de ésta, la nación construía en Omsk, igual que en otras ciudades, grandes plantas industriales. ¿Dónde alojar a los miles de constructores y, luego, a los obreros de las fábricas? Las temperaturas del invierno suelen llegar, en Omsk, a 50 grados bajo cero. Las viviendas se necesitaban al instante, no se podía demorar en construirlas uno o dos años, ni pensar en meses. Ante esos imperativos, todo lo demás pasaba a segundo plano. Es la razón por la cual gran parte de las viviendas de aquel difícil período, no nos pueden satisfacer hoy en día.
— Al incrementarse el potencial económico del Estado, el cuadro fue cambiando, y desde mediados de los años 60, en Omsk se edifica de otra manera. Lo que se construye ahora, no sólo cubre las necesidades perentorias, sino servirá a largo plazo. Hace algunos años aprobamos el Plan Rector de desarrollo de nuestra ciudad, en vigor hasta fines del presente siglo. Una vez cumplido, veremos a Omsk como la ciudad que deseamos: aún más hermosa y urbanizada, con anchas avenidas que permitan el tráfico rápido, con aire puro y una belleza arquitectónica incomparable, cómoda para la vida y el trabajo, y que satisfaga las más elevadas exigencias en la cultura y los servicios.
— Diré algunas palabras sobre las obras a realizar; el fondo inmobiliario urbano aumentará en un 50 por ciento y será plenamente confortable, se construirán 300 mil apartamentos. La mitad de los edificios residenciales que se construyen tendrán 9, 12, 16 o más pisos. Se abrirán nuevas avenidas para transporte rápido y se modernizarán las viejas; casi se triplicará el número de establecimientos de servicios públicos; las áreas verdes ascenderán a 24 metros cuadrados por habitante.
— ¿Qué opina usted del estado de cosas en la hacienda municipal?
— Esto es relativo. En comparación con el pasado, incluso un pasado reciente, la situación ha mejorado mucho en todo sentido. Tampoco van mal las cosas, si comparamos a Omsk con otras grandes ciudades, soviéticas o extranjeras. Por ejemplo, el 90 por ciento de nuestros apartamentos tienen calefacción central y gas.
— Unos 12 mil apartamentos confortables, en altos edificios se distribuyen cada año entre los habitantes de Omsk. Esto significa, que en un quinquenio recibe apartamento nuevo una de cada cinco familias. Podríamos presumir de estos resultados, pero consideramos que eso no es suficiente y que tenemos aún mucho por hacer; tanto en lo que se refiere a la vivienda, como al desarrollo del transporte y de los servicios que han de ampliarse y mejorar. Por ejemplo, en Omsk hay ahora cerca de 700 cafeterías, restaurantes, comedores y otros establecimientos de alimentación pública. Debe de haber más.
La entrevista citada se refiere a una ciudad siberiana, que como tal tiene muchos problemas específicos.
A escala de un país tan grande como es la Unión Soviética, en cuyo territorio hay las más variadas zonas climático-naturales, las peculiaridades locales son esenciales.
Trasladémonos ahora de Siberia hacia el Oeste, a orillas del río Kama, afluente principal del Volga.
Cuando se trata de la industrialización de nuevos territorios en la URSS, suelen aludir a Siberia, al Extremo Oriente, o a la parte norte. Pero uno de los ejemplos más importantes está a una hora y media de vuelo de Moscú, en el curso bajo del Kama. Allí, en la República Autónoma de Tartaria, en las inmediaciones de importantes núcleos industriales, existió hasta hace no mucho algo así como un "vacío industrial", con una superficie de 2.500 kilómetros cuadrados.
Ahora en un territorio semejante a un triángulo, cuyos vértices son las ciudades Náberezhnie Chelní, Nizhnekamsk y Zaínsk, se construyeron más de 40 complejos industriales. Se trata de la mayor concentración de producción en la URSS. Además, las empresas son tan grand9s como el KAMAZ, conjunto de fábricas de camiones de gran capacidad de carga, construido en Náberezhnie Chelní. Henry Ford, "rey automovilístico" de los EE. UU., al visitar esta planta, dijo que ni su país ni Europa Occidental hubieran sido capaces de realizar algo parecido.
Son comparables al KAMAZ sus vecinos: las industrias petroquímicas y de neumáticos de Nizhnekamsk, la hidroeléctrica (recién construida en el Kama), la termoeléctrica de Zaínsk, etc.
Donde ahora se encuentra la ciudad de Nizhnekamsk (150 mil habitantes), en diciembre de 1960, en medio de la estepa nevada, metieron la primera cuña y en abril del año siguiente colocaron los cimientos de la primera casa...
Es preciso imaginar aquel panorama. En el mapa, el lugar, donde habían de realizarse las obras, parecía insignificante pero, visto de cerca, representaba una estepa extensa, un bosque sórdido, barrancos, caminos llenos de intransitable barro. Incluso uno se resistía a creer que no estaba en el fin del mundo, sino en el mismo centro del país.
La primera escuela empezó a funcionar, cuando la ciudad aún no existía. La primera vivienda de varios pisos se construyó después. Así lo decidieron los propios ciudadanos. Cuando todo se crea a partir de cero y las entidades de construcción no pueden llevar a cabo simultáneamente todos los trabajos, es necesario darle prioridad a lo más importante: ¿Una casa de vivienda confortable o una escuela? La gente se conformó con vivir hasta muy entrado el otoño en vagoncitos (vivienda típica de los primeros constructores de aquel período) con tal de que sus hijos fuesen a tiempo a la escuela.
"Desde luego, los más difíciles fueron los primeros pasos — relata Farit Bagautdínov, ex presidente del Comité Ejecutivo del Soviet urbano de Nizhnekamsk, hoy ministro del Comercio de la RSSA de Tartaria—. Poco a poco las cosas fueron desenvolviéndose de manera favorable. De las aldeas adyacentes y de otros lugares, más lejanos, llegaban nuevos contingentes de constructores. Rusos, tártaros, bashkiros, tadzhikos... Treinta nacionalidades en total. Pero Nizhnekamsk no se convirtió en una nueva Babilonia: todos sus habitantes se comprendían perfectamente y no percibían barreras nacionales de ninguna clase. Maquinaria y materiales de construcción llegaban de distintas regiones del país. Las obras fueron desplegándose, lo cual implicaba problemas cada vez complicados.
"El más apremiante fue el de vivienda. Necesitaban viviendas cuantos llegaban. Pues, antes de•hacerse constructores, todos los que llegaban a Nizhnekamsk se hacían ciudadanos de esta futura ciudad.
"Por eso tuvimos que decidir cómo construir. No exigiendo mucho de la calidad, pero más rápido, o de una calidad mejor, pero más lento. No es un problema fácil ni nuevo.
"Naturalmente, la situación no era la misma que a raíz de la segunda guerra mundial. A las obras de Nizhnekamsk acudían hombres que tenían viviendas en los lugares de donde procedían. La primera conclusión era evidente: regular conforme a nuestras posibilidades el número de los que llegaban para garantizarles vivienda segura. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. No todos llegaban habiéndose contratado previamente ni siquiera habiendo averiguado los detalles. Muchos lo hacían nada más enterados de que se trataba de unas obras grandiosas, y acudían a ellas, seguros de poder obtener el trabajo y la vivienda.
"Rechazamos la idea de construir viviendas provisionales, a manera de barracas y que más tarde se podrían derrumbar. Construimos sólo lo que podría servir mucho tiempo. Pero en un principio, utilizamos como albergues las viviendas comunes: en los apartamentos de una pieza alojábamos a una familia, o a dos o tres trabajadores solteros; en los de dos piezas, el número doble, etc. Claro está que también construimos albergues confortables según los proyectos tipo especiales. Ello nos permitía contrarrestar, con una rapidez relativa, la escasez de viviendas y alojar sin mayor dificultad a cuantos llegaban. Con el tiempo los inquilinos de los albergues improvisados se mudaban a los edificios construidos con este fin, y los apartamentos que dejaban eran utilizados en forma adecuada.
"La realidad confirmó que nuestra solución fue acertada. Hoy día en la semblanza arquitectónica de nuestra ciudad hay edificios de distintas generaciones. Claro está, las casas y barrios más recientes se ven mejor y son más confortables. Es inevitable y no ha podido ser de otra manera. Pero los viejos edificios no afean el panorama y no tuvimos que demoler ninguno de ellos."
En la URSS los Soviets urbanos son, básicamente, los propietarios del territorio que tienen bajo su jurisdicción, y ninguna resolución, que concierne a los intereses de la ciudad y de los ciudadanos, puede adoptarse sin que ellos lo autoricen.
Sin la autorización del Soviet, no se puede construir en la ciudad ni un solo edificio, y los apartamentos nuevos se distribuyen entre los ciudadanos por las listas que se aprueban en el Comité Ejecutivo del mismo.
Para que las cosas vayan normalmente, es preciso coordinar permanentemente lo que hacen las empresas poseedoras de recursos para la construcción de viviendas, puesto que de otra manera no surgiría un conjunto arquitectónico armonioso, sino un conglomerado de elementos sueltos que sólo formalmente podría llamarse ciudad.
En Nizhnekamsk lo comprendieron muy pronto. El Plan Rector de esta ciudad, trazado por arquitectos moscovitas (hasta el año 1990), es un asunto que preocupa —no sólo de palabra, sino de hecho— a cuantos viven y trabajan en la misma.
En una ciudad nueva, donde no hay todavía población local nacida en ella, donde todos los trabajadores han llegado de otros lugares, el problema de la migración de cuadros es especialmente agudo. Hacer que los trabajadores echen raíces en el sitio nuevo siempre es más difícil que retener al originario del lugar. En este caso no ayuda el apego al terruño ni la fuerza de costumbre. La solución es una sola: crearle a la gente condiciones de trabajo y de vida, que superen las que había tenido anteriormente. Esto quiere decir que una ciudad nueva, como Nizhnekamsk, por ejemplo, debe desarrollarse en el plano social con mayor rapidez que los núcleos industriales y culturales ya formados.
En los últimos diez años se construyeron en Nizhnekamsk 26 mil apartamentos. El volumen actual de las obras —cuatro mil apartamentos por año— supera cinco veces el del año 1967: calculado proporcionalmente al número de habitantes, cuadruplica el nivel medio registrado en el país. Con este fin, se invierten cada año 50 millones de rublos: 400 rublos por habitante de la ciudad, comprendidos los niños recién nacidos, o 1.600 rublos (más de 2.000 dólares) por una familia de cuatro personas.
La justa distribución de los apartamentos, está a cargo de un departamento especial del Comité Ejecutivo del Soviet urbano, el cual registra a todos los que necesitan vivienda y, junto con los sindicatos y otras organizaciones sociales de las empresas e instituciones, establece el turno. Sólo los técnicos contratados, por invitación personal para trabajar en la ciudad, reciben apartamentos sin esperar turno. Estos apartamentos son de un fondo especial, de reserva. Los que llegan por iniciativa propia se alojan en un albergue confortable y se registran en el Comité Ejecutivo del Soviet urbano. Se les dan apartamentos a medida que se construyen nuevos edificios.
Desde luego, a veces ocurre que a algunos la espera les parece muy larga. Entonces elevan quejas al Comité Ejecutivo, donde éstas se estudian cuidadosamente, y, por lo general, los ciudadanos reciben respuestas que les satisfacen, comprendiendo que todo se hace con justicia y que ellos tienen los mismos derechos que los demás. Llegará su turno, y recibirán apartamento nuevo. En cierto sentido, quienes esperan incluso salen ganando: el estandard de vivienda se mejora continuamente, y el apartamento que se construirá mañana será, sin duda, mejor que el construido hoy.
6. VARIEDAD INEVITABLE
En el transcurso de mis numerosos viajes por la Unión Soviética he observado algunos cuadros como los siguientes:
Turkmenia, república federada situada en el Sur del Asia Central. Unos bulldozers allanan el terreno para levantar un poblado a orillas del Canal de Kara-Kum, de 1.000 kilómetros de longitud, que lleva sus aguas a los arenales de uno de los desiertos más grandes del mundo. Las máquinas deben pararse muy a menudo, por empezar a hervir en ellas el líquido refrigerador. El aire se calienta hasta 50 grados centígrados y la arena, hasta 70.
Yakutia, república autónoma localizada en Siberia Oriental. Las piezas metálicas de las máquinas se vuelven frágiles como vidrio, a la temperatura de 60 grados bajo cero. En este lugar se encuentra la zona más fría del Hemisferio Boreal. Es el reino de los enigmáticos y tierras de congelación perpetua, que han de tenerse en cuenta si se quiere que cualquier edificación se mantenga largo tiempo.
En cierta ocasión llegué a Dushanbé, capital de la RSS de Tadzhikia. Estando en la sala de recepción del hotel, se escuchó un fuerte ruido, se balanceó la lámpara sobre mi cabeza, y el suelo empezó a moverse. No tuve tiempo ni de asustarme cuando ya había pasado todo. La joven administradora dijo con serenidad: "Fue un temblor". Para ella son lo más natural los temblores de tierra, bastante frecuentes allí.
En la URSS hay muchas zonas de actividad sísmica: casi todo el Asia Central, algunas regiones del Cáucaso y Ucrania Occidental, parte del trayecto del ferrocarril que se tiende entre el Baikal y el Amur, el Extremo Oriente soviético...
A Norilsk, ciudad situada en las regiones hiperbóreas, es necesario protegerla de las frías y fuertes ventiscas; a Nebit-Dag, la ciudad de los petroleros turkmenos, de los tórridos y arenosos vientos del desierto. En unos lugares las casas deben conservar bien el calor; en otros, mantener el fresco. En el centro del país no es ningún problema caminar algo por la calle o esperar a la intemperie un autobús o un tranvía. Pero en Norilsk es un problema: durante las fuertes heladas sólo se puede ir, a una panadería o a una lavandería, por una galería cubierta; en las horas punta los autobuses deben circular, y circulan, sin interrupción uno tras uno.
En Vladivostok, en la costa del Océano Pacífico, soplan vientos tan fuertes que, las gotas de lluvia que arrastran, "atraviesan" literalmente los vidrios de las ventanas de las casas comunes. Mientras que en Transcaucasia, los arquitectos y constructores tienen que pensar en cómo asegurar la libre circulación del aire en los apartamentos, sin lo cual es difícil respirar en las temporadas de calor y humedad.
Como se puede concluir, las condiciones naturales de la URSS son muy variadas.
No menos lo son las tradiciones nacionales y la composición numérica y profesional de las familias. En Uzbekistán abundan las familias que tienen de 8 a 10 hijos, mientras que en Estonia, por ejemplo, prefieren tener pocos hijos. En Trascarpatia, región de Ucrania, las ventanas de las casas rurales dan a la calle; en Turkmenia, al patio interior. En Moldavia, hay en cada casa una sala especial que no se puede comparar a un recibidor corriente....
Todo ello no puede dejar de considerarse en las construcciones que se llevan a cabo. Por eso actualmente en la URSS se emplean decenas de series de proyectos estandard de viviendas.
La diversidad, originada por las condiciones del clima y de la naturaleza, así como por las peculiaridades nacionales, es un aspecto de la cuestión. Otro es el rápido aumento general de las demandas concernientes a las dimensiones y la calidad de la vivienda, al planeamiento y la estética del apartamento, de la casa, el microdistrito y la ciudad.
Pero dondequiera que viva el ciudadano —en la zona central de Rusia o en el Artico, en el desierto o en las montañas— , el Partido Comunista y el Estadó hacen todo lo posible para crearle las mejores condiciones de trabajo, vida, estudio y descanso. Hacerlo así exige gastos y esfuerzos. Pero esta línea se sigue invariablemente.
El Norte del país. Las regiones de hielos perpetuos. No se trata de pequeños "islotes" que se podrían hacer a un lado sin grandes dificultades, sino de casi la mitad del territorio de la URSS. En esta superficie cabrían el resto de países de Europa. En el Norte se construyen plantas industriales y viviendas, ferrocarriles y carreteras, cines y demás obras necesarias para la vida y el trabajo normal de la gente. Esto sale muy caro y es técnicamente complicado.
Las tierras de congelación perpetua encierran toda una serie de enigmas peligrosos. Unas veces se mantiene inmóvil, otras de súbito hincha la tierra, o empuja a la superficie pantanosa enormes cantos rodados, o de pronto comienza a inundarse todo en pleno invierno, amenazando a la gente y a los animales. Incluso muy lejos del litoral del Océano Glacial Artico, allí por donde se tiende el nuevo ferrocarril Baikal-Amur, hay sectores donde las capas de hielo tienen seis metros de espesor. Pueden resistir cargas muy pesadas, si no se altera la capa de musgos que estabiliza la temperatura. Ahora bien, ¿cómo construir sin afectar los musgos? En unos casos no se puede tocar los musgos del subsuelo helado, en otros hay que arrancarlos. Pero con las manos desnudas no se puede: se requieren potentes máquinas y mucha habilidad.
Pero en el Norte, los constructores tienen que luchar no sólo contra el subsuelo helado. Aquí son tan fuertes las heladas que no cualquiera ni cualquier máquina las resisten. A temperaturas de 20-35 grados centígrados bajo cero, el rendimiento de la mayor parte de la maquinaria utilizada por los constructores disminuye a la mitad; a temperaturas aún más bajas, que son frecuentes en el Artico, estas máquinas se paran.
En el Norte salen más caros tanto los trabajos de construcción y montaje, como el tendido de carreteras y ferrocarriles, etc. Además de ser una de las zonas del planeta más vulnerables en el aspecto ecológico.
No puede dejarse de tomar en cuenta cada uno de estos aspectos y todos ellos en su conjunto.
Vladímir Andréev, administrador de "Arktikstroi", del Ministerio del Transporte Marítimo de la URSS, nos dijo:
— Debemos empezar por constituir poderosas bases y maquinaria especial, válida para trabajar en las condiciones del Norte; por elaborar métodos avanzados de construcción; por fabricar estructuras estándar, etc. Todo ello exige buscar nuevas soluciones y experimentarlas en la práctica.
— Muchas innovaciones técnicas ya se aplican en la producción. Ha comenzado la construcción de casas de viviendas, a base de grandes paneles con estructuras protectoras de tres capas, de hormigón armado y plástico como material termoaislante. Incluso en comparación con los bloques de hormigón de keramzita, que hasta ahora se consideraban insuperables, dichas estructuras tienen la mitad de peso y espesor. Ello permite economizar materiales, elevar el grado de elaboración industrial de las piezas y aligerar notablemente los trabajos de montaje.
— En Anadir, la capital de la Comarca Autónoma de los Chukchis, 'y en el poblado Cherski, Norte de Yakutia, se han construido las primeras casas de cuatro pisos, a base de paneles de aluminio, con estructuras murales y vigas transversales. Se utiliza algodón mineral como material termoaislante. En comparación con los bloques de hormigón armado, los paneles de aluminio son mucho más ligeros y resistentes a los vientos, y conservan bien el calor.
— Se ha comenzado la construcción de edificios, a base de un nuevo material denominado estiroporohormigón (hormigón con relleno de gránulos de poliestireno fermentado). Los bloques de este material tienen buenas características térmicas y son muy prácticos: se fabrican en instalaciones de moldes.
— En el Norte se construye durante todo el año. Ello ha sido posible gracias a la máxima industrialización de las obras. La mayor parte de las piezas se prefabrican en locales cubiertos y luego se montan en las obras. Para hacer los cimientos del edificio se requiere bastante menos trabajo. Antes se ahondaba en el subsuelo helado por medio de explosiones. Ahora se emplean máquinas perforadoras que colocan pilotes a 9-10 metros de profundidad.
— La tendencia general, para la construcción en el Norte, es el montaje de estructuras prefabricadas en regiones vecinas. Los cálculos han demostrado que el transporte —por vía aérea— de estructuras de construcción para el montaje, desde la base en Bratsk a Yakutia Occidental, se justifica económicamente.
— En las zonas árticas no sólo construye la URSS, también lo hacen los EE.UU., Canadá y los países del Norte de Europa. La colaboración en este terreno, como demuestran los primeros pasos dados, ofrece buenas perspectivas.
Unas palabras acerca de las zonas de peligrosidad sísmica.
Todos recuerdan bien el terremoto de Ashjabad en 1948, una de las mayores catástrofes sísmicas del siglo XX. La fuerza del sismo alcanzó nueve grados y en algunos lugares de la ciudad hasta más. Los trágicos acontecimientos de 1948, llevaron a desarrollar con más intensidad la sismología y la edificación sismorresistente.
Muchos edificios de viviendas, públicos, y plantas industriales fueron destruidos por el terremoto.
La reconstrucción de la capital de la RSS de Turkmenia, mejor dicho, la creación —de hecho— de una ciudad nueva en una zona de elevada actividad sísmica, exigió garantías para los edificios que se construían y plena seguridad para la población. Problemas similares esperaban solución también en otras zonas de peligrosidad sísmica. Como primer paso, se fundó en Turkmenia el Instituto de Investigaciones Científicas de Construcción Sismorresistente, el cual ha hecho mucho en los 25 años que viene funcionando, tanto en el aspecto teórico como también práctico. Los estrechos contactos del Instituto con las oficinas de diseño y de construcción reportan resultados muy efectivos.
En los últimos años, se presta especial atención a la obtención de estructuras ligeras de hormigón sismorresistentes, fabricadas a base de materiales locales. La cuestión radica en que hay una dependencia directa, entre la carga sísmica que surge durante los terremotos y el peso de los edificios. Cuanto menor es el peso de la obra, tanto menor es la carga, y, por consiguiente, —si se mantienen las propiedades físicas fundamentales de la obra— tanto mayor es la fiabilidad del edificio en los temblores de tierra, o sea, su resistencia a los sismos. Entre las ventajas que ofrecen las estructuras ligeras de hormigón, está el ahorro de metal y cemento, disminución de los gastos en el transporte, etc.
Se ha conseguido obtener dos nuevos tipos de materiales para estructuras sismorresistentes: rellenos porosos ligeros con utilización de arenas del desierto. Ya están funcionando plantas que producen estos materiales porosos de relleno, los cuales se utilizan ampliamente en la construcción, tanto en las ciudades como en el campo, por ejemplo, en la zona del Canal de Kara-Kum.
En Turkmenia, se construyen diversos tipos de casas de viviendas, en los cuales se emplean estructuras de armazón para montaje integral, con paneles cobertizos de hormigón ligero hechos de argilita fermentada. Se utilizó también hormigón ligero hecho a base de rellenos porosos, en un edificio experimental de nueve pisos con encofrado deslizante. Las casas de este tipo fueron sometidas a diferentes pruebas, mediante potentes máquinas de vibración, simuladoras de terremotos de distinta fuerza. Resistieron bien una carga que supera muchas veces todo lo que tendrían que soportar en caso de terremoto.
La utilización de estructuras industriales es, en las zonas de actividad sísmica, la dirección fundamental de la edificación.
7. LA ARQUITECTURA Y LA ECONOMÍA
Al proyectarse y construirse edificios públicos, así como viviendas, surge siempre el problema de la interrelación arquitectura — economía. ¿Qué es la economía para la arquitectura? ¿Un bien que incita a buscar soluciones armónicas o una jaula que estrecha la inventiva del arquitecto? ¿O lo uno y lo otro al mismo tiempo?
Los criterios al respecto cambiaron repetidas veces. Hubo un tiempo en que se consideraba que "todo lo bello está justificado económicamente"; después, que "todo lo racional es bello por sí mismo". Ya en la antigüedad se decía que "el arquitecto no supo construir bello y lo hizo caro".
"La sencillez es fruto de la economía —señalaba el famoso Le Corbusier— . Concedo mucha importancia a la última palabra, puesto que encierra un profundo sentido. El gran arte es sencillo. Las grandes obras son sencillas... Y si la fuente de la sencillez es una gran complejidad y tiene un significado intrínseco, todo va bien. Pero si la sencillez es fruto de la pobreza de ideas, de nada servirán adornos de ningún género, no se logrará nada ni habrá progreso alguno".
Iván Zholtovski, eminente arquitecto soviético, se expresaba con mayor determinación aún:
"A propósito de las llamadas características técnico-económicas del edificio. Es muy fácil ponerse a fantasear, haciendo caso omiso de ellas. Es una ocupación irresponsable e inútil. La eficacia del proyectista consiste precisamente en que logra resultados estéticos óptimos partiendo sólo de recursos efectivos y condiciones concretas".
La arquitectura soviética rechaza ambos extremos —el menoscabar las tareas artístico-ideológicas o el economismo primitivo— y opta con firmeza por armonizar los dos principios.
La revolución científico-técnica permite que todo proyecto, incluso el más fantástico, sea factible desde el punto de vista técnico. Pero a la sociedad socialista le interesa mucho los gastos que tal proyecto ocasione, y el grado en que éstos se justifiquen por la función y el valor artístico-ideológico de la obra.
La tarea fundamental de la arquitectura —crear el ambiente ideal para la vida de los hombres— no puede cumplirse, sino en el marco de determinadas posibilidades económicas. No se trata de lo óptimo en abstracto, sino de lo óptimo y lo viable a la vez.
8. LA CIUDAD DE HOY Y DE MAÑANA
Hace unos veinte años, los visitantes extranjeros se fijaban en el escaso confort de nuestros apartamentos, barriadas y ciudades. En efecto, era bastante inferior al de las zonas, donde en los países capitalistas desarrollados, residen las familias acomodadas. Incluso en grandes ciudades, no había en todas las viviendas tuberías de agua, la mayoría de los apartamentos carecían de cuarto de baño, las casas se calentaban con leña o carbón y el abastecimiento centralizado de gas y agua caliente, era cosa rara. El teléfono particular se consideraba casi como un lujo.
Hoy día la situación es muy distinta. Es una norma elemental, lo que en aquel entonces era una rareza. Es muy posible que en este cambio no haya nada asombroso, ya que, para nuestra época vertiginosa, 20 años son bastantes. Pero lo interesante es que la Unión Soviética ha logrado hacer en este sentido, mucho más que los países con otro régimen social, y tiene índices medios más elevados que ellos.
Los apartamentos, las casas, que se construyen ahora han de servir a la gente por largo tiempo (un siglo al menos). En vista del imponente progreso social, económico y cultural del país socialista, no es difícil suponer que las exigencias para con la vivienda cambien con rapidez. Un apartamento que entra en servicio hoy, debe responder a las demandas de hoy, de mañana y de muchos días más. ¿Cómo lograrlo?
El criterio que nos guía es el siguiente: un apartamento confortable para cada familia, con un número de habitaciones equivalente al de los componentes de ésta más una complementaria. De 20 a 25 metros cuadrados por persona. El país debe alcanzar esta meta, después de 1985.
Los especialistas soviéticos coinciden en que esta norma puede satisfacer las necesidades racionales del individuo, para una perspectiva bastante larga, y asegurar condiciones necesarias para el desarrollo armónico del individuo.
Ahora bien, ¿En qué se diferencia un apartamento de tres habitaciones de una casa moscovita, construida en nuestros días, de sus predecesores?
Lo explica Ya. Dijter, Candidato a Doctor en Arquitectura: — En primer lugar, es mejor su planificación, tiene más confort. Todas las habitaciones están ahora separadas. Hay más armarios empotrados; cada habitación tiene terraza o balcón cómodos; es mejor el acabado. Los nuevos dispositivos calefactores son más eficientes; en las cocinas de los edificios multifamiliares hay estufas eléctricas, en vez de las de gas.
Actualmente en Moscú se construyen diez tipos de apartamentos (de 1 a 5 habitaciones). Claro está, no sólo la composición numérica de una familia determina qué clase de apartamento necesita.
Los especialistas consideran que existen unos sesenta tipos de familia que difieren por la edad, la instrucción y profesión de sus integrantes, por los vínculos que los unen, etc. Todos estos factores que, además, cambian con el devenir del tiempo, llevan a que las demandas de vivienda sean distintas, incluso en las familias de una misma composición numérica. Estos problemas los estudia un sector del Instituto Central de Investigación Científica de Proyección Experimental de la Vivienda.
Esta misma entidad también analiza la influencia del progreso científico-técnico en la vivienda. No se trata únicamente del desarrollo técnico de la propia construcción, sino también de los cambios en la ubicación geográfica de la industria y centros científicos, así como de la distancia entre el domicilio de la gente y los lugares donde trabaja.
Adquiere cada vez mayor importancia la interrelación de la vivienda y el medio ambiente: clima, grado en que está asimilado el territorio concreto, etc. Aquí se entrelazan el confort, bajo distintas condiciones, y la protección de la naturaleza.
Para finalizar, hablemos de las perspectivas, puesto que la posibilidad de utilizar largamente los apartamentos de alta calidad, no significa. que se estanque la proyección de la vivienda. Continuará mejorando''el planeamiento del interior del apartamento y de la casa; aumentará la higiene y el número de aparatos domésticos, conforme a las necesidades crecientes...
Se presta mucha atención al empleo del gas, que es un combustible bueno y barato. Cada año el gas se instala en 3 ó 4 millones de apartamentos, o sea a un ritmo que casi duplica el de la construcción de viviendas.
Esto es fácil de comprender. Además de las viviendas nuevas, se dotan de gas y de las demás comodidades, las casas construidas cuando no había bastante gas natural e incluso se consideraban insuficientes sus reservas exploradas. Pero con el tiempo han cambiado muchas cosas, y ahora el país dispone de este combustible en cantidad suficiente.
Por ejemplo, en el balance de combustible de Moscú, la parte alícuota de gas ha ascendido al 70 por ciento. El empleo de gas permite mejorar el medio ambiente. Moscú, ciudad con una gran producción industrial y donde durante el invierno la calefacción funciona en todas las viviendas y todos los edificios públicos (para mantener la temperatura media de 22 grados C sobre cero), desconoce la neblina de la contaminación, formada por los residuos del carbón quemado. Naturalmente, esto no sólo se debe a las características del combustible que se usa, sino también a la calefacción centralizada, gracias a lo cual la gente no tiene que encender calentadores o chimeneas. Además, cuentan mucho las áreas verdes en abundancia y a buena planificación de las barriadas que garantizan la circulación normal de aire; así como el control estricto sobre los escapes de desechos industriales a la atmósfera.
Número de apartamentos con gas (miles)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]La pureza del aire en cada ciudad es una de las preocupaciones fundamentales del Soviet respectivo. En Moscú, por ejemplo, todos los días por la mañana, por la tarde y por la noche el Observatorio Hidrometeorológico Central, comprueba el estado de la atmósfera. Esta institución tiene diez puestos fijos y otros seis. ambulantes (instalados en camionetas). Los trabajadores de cada puesto analizan, varias veces al día, el aire en diferentes zonas de la ciudad: en barrios residenciales, en distritos industriales, en las avenidas de mucho tráfico. Se hace un análisis químico de los elementos que caracterizan la contaminación de la atmósfera; se determina la concentración de gas sulfuroso, de hollín, de óxidos de nitrógeno, carbono y de polvo. Estos datos se envían al Soviet urbano.
He aquí algunos resultados de estas observaciones: los últimos años, en la atmósfera de Moscú, ha disminuido la cantidad de polvo y se ha rebajado tres veces la concentración de gas sulfuroso. Los automóviles siguen siendo el principal contaminante del medio ambiente. Para contrarrestarlo se toman las medidas más enérgicas. Hay en circulación ya varios miles de automóviles sin depósito de gasolina; utilizan como combustible gas licuado. Se ha establecido un rígido control sobre el estado técnico de los automóviles (se sabe que un motor en mal estado aumenta en 10 ó 15 veces las sustancias nocivas de los gases de escape). Se crean autopistas especiales que encauzan el tráfico fuera de las barriadas residenciales.
Pero también el gas produce residuos al quemarse. Por eso, los últimos años en la URSS, se utiliza cada vez más la electricidad para el uso doméstico. En Moscú y otras ciudades; sobre todo en Siberia, donde es muy barata la energía que generan potentes centrales hidroeléctricas, las cocinas eléctricas reemplazan a las de gas. En Moscú, por ejemplo, las cocinas eléctricas se instalan en todas las casas nuevas de diez y más pisos. Sus ventajas son numerosas: no hay necesidad de construir costosos sistemas de conducción de gas, el transporte de electricidad es mucho más sencillo, el tendido de las líneas interiores de electricidad puede realizarse por métodos industriales, el control sobre las cocinas eléctricas es automático, etc.
Todo esto se hace planificadamente, sin apresuramientos innecesarios, después de unos preparativos minuciosos y cuidándose siempre de no ocasionar trastornos al consumidor.
Aumentar las áreas verdes en cada ciudad es otra preocupación de los Soviets urbanos, y casi todos tienen elaborados planes rectores al respecto. A cada moscovita corresponden ahora unos 20 metros cuadrados de áreas verdes.
Pero el Soviet capitalino considera que es insuficiente. En primer término, y por razones históricas en Moscú, como en otras ciudades antiguas, las zonas verdes no están distribuidas equitativamente: los parques más grandes se encuentran en los distritos extremos, mientras que en el centro los árboles son mucho más escasos. En segundo término, la ciudad crece, surgen nuevas barriadas residenciales y hay que decidir dónde deberán situarse nuevos jardines, bulevares, parques.
Moscú está dividida, en el Plan Rector de Desarrollo Urbano, en ocho zonas: una central y siete periféricas. Deslindan estas zonas árboles que comenzarán en la franja de bosques y parques, que protege la ciudad en su circunvalación, y tenderán hacia el centro confluyendo —de los correspondientes distritos— con parques, bulevares y jardines. Por esta especie de caminos verdes, el aire limpio de los bosques y campos de los alrededores llegará al interior de la ciudad. Además, cada zona de planeamiento tendrá amplias áreas verdes y dos o tres parques infantiles.
Para finales del presente siglo, las áreas verdes de Moscú aumentarán en un 50 por ciento. En cualquier distrito de la ciudad, la distancia máxima hasta el parque más próximo no pasará de 1,5 kilómetros.
La plantación de árboles es un elemento imprescindible en los planes rectores de desarrollo urbano de la URSS.
En muchas ciudades tiene ritmos especialmente altos. Así, en Omsk (Siberia), donde en otros tiempos los árboles eran muy escasos y prácticamente no había flores, ahora son comunes grandes zonas de arbolado y arbustos.
Insistimos, los programas de plantación de áreas verdes forman parte de los planes integrales de urbanización.
Algunos extranjeros, cuando ven, un sábado o domingo, a obreros, estudiantes y amas de casa ocupados en la urbanización de patios y parques, sacan la conclusión apresurada de que en la Unión Soviética se trata de una iniciativa desde abajo, y que el Estado esquiva la solución de este importante asunto. Pero no es así. Cierto es que la participación voluntaria de millones de ciudadanos acelera mucho el cumplimiento de los programas en cuestión. Pero los programas de por sí son estatales, los trazan entidades estatales especiales y son ellas que se ocupan de su realización cotidiana, disponiendo para ello de recursos y maquinaria necesarios. Los ciudadanos les ayudan, pero no las reemplazan. Esta colaboración tiene una explicación sencilla: todos los habitantes de la ciudad están interesados en la plantación de áreas verdes. Y por experiencia saben que su participación permitirá alcanzar resultados prácticos más rápido.
9. LA NUEVA SEMBLANZA DE LA ALDEA SOVIÉTICA
La construcción de viviendas en las zonas rurales es fundamental en todo programa de desarrollo económico, trátese de los poblados que se levantan a lo largo del ferrocarril Baikal-Amur o en la bahía Wrangel (Extremo Oriente soviético), o del desarrollo integral de la agricultura en la Zona de tierras no negras de Rusia. Hablemos un poco de este último programa.
Es una zona densamente poblada que comprende 29 regiones y repúblicas autónomas de la Federación Rusa. De sus 59 millones de habitantes, 15 son población rural. El programa abarca hasta 1990.
¿En qué está el quid del asunto? Casi la mitad de la población rural de dicha zona vive ahora en aldeas que no tienen más de 200 habitantes. Esa dispersión es uno de los principales obstáculos para el progreso científico-técnico en la agricultura, y para el mejoramiento de las condiciones de vida y culturales de los campesinos.
Para 1990 el número total de los poblados rurales de la zona disminuirá en casi cinco veces. Se ampliarán más de 29 mil poblados "con perspectivas" (grandes, compactos, situados en lugares desarrollados o por desarrollarse).
El Estado, cuando tomó dicha decisión, tuvo en cuenta tanto la perspectiva general del desarrollo socio-económico de la zona, como la red de poblados ya existente. Se conservarán las aldeas situadas cerca del ferrocarril o la carretera, vitales en el aspecto económico, con acceso ininterrumpido a los centros de servicios y cuyo número de habitantes no disminuye. Serán modernizadas, en lo cual invertirán recursos tanto el Estado como los koljoses. Asimismo, se conservarán aldeas de valor histórico, arquitectónico y etnográfico. Están elaborados los proyectos de acuerdo con las perspectivas de la organización y especialización racionales de la producción. Los tiene cada uno de los 641 distritos administrativos de la zona. De la edificación se ocuparán entidades estatales e interkoljosianas. Se fundarán nuevas empresas de casas prefabricadas.
Dmitri Basílov, presidente del Comité Estatal para la Construcción, adjunto al Consejo de Ministros de la Federación Rusa, dijo sobre el particular:
— Como es lógico, se presta mucha atención á los problemas socio-sicológicos que implica el traslado de la población. Los campesinos, sobre todo los de edad avanzada, están muy arraigados al terruño. Los grandes cambios alteran mucho el modo de vida, al que están acostumbrados, y obligan a adaptarse al nuevo ambiente. Investigaciones sociológicas, sobre la materia, ayudan a conocer las demandas de los campesinos para con el nuevo lugar de residencia. Los resultados de las mismas, se consideran al máximo en la proyección y edificación.
No hace mucho se realizó en Moscú una exposición de proyectos de viviendas y de edificios de uso cultural y comunal, diseñados especialmente para las aldeas de la zona a que nos referimos. Se exhibieron proyectos y maquetas de nuevas casas campesinas. Al objeto de verificarlas en la práctica, se construyen poblados experimentales modelo, uno o dos en cada región o república autónoma de la zona.
Los campesinos que trasladan a un poblado ampliado reciben apartamentos del Estado, en casas construidas de paneles prefabricados y que por su confort, aspecto exterior y demás elementos no se diferencian de las urbanas.
El planeamiento de los nuevos poblados incluye un centro público: edificios administrativos, Casa de Cultura, hotel, escuela, jardines de la infancia, casa-cuna, establecimiento de asistencia médica, comercios y otros servicios. Alrededor de dicho centro, se sitúan barriadas de casas de vivienda construidas en armonía con las condiciones- naturales y las tradiciones del lugar. Por eso, los poblados no serán parecidos ni monótonos.
Las viviendas tampoco serán de un mismo tipo. Además de diversas variantes, que ofrece el Estado, los campesinos —por su cuenta— podrán construir casas particulares o cooperativas.
Para la construcción individual en el campo, el Estado concede un préstamo, a amortizarse en 15 años (con una tasa de interés del 0,5 por ciento anual), y cubre de su presupuesto el 35 por ciento del costo de las obras.
Grandes koljoses también dan préstamos a sus miembros, en condiciones que establecen ellos mismos. Por ejemplo, en la Federación Rusa algunos koljoses lo hacen por un plazo de hasta 25 años.
Los que desean construir en cooperativa, pagan la cuota de ingreso que equivale al 30 por ciento del costo de la casa o el apartamento. El resto lo aportan el Banco Nacional (o el de la Construcción) de la URSS o los koljoses que también pueden facilitar a la cooperativa un crédito, por lo general, sin intereses y a amortizar en un plazo de hasta 20 años.
Cada familia que se traslada a un poblado nuevo puede recibir una parcela anexa a su vivienda, de hasta 800 metros cuadrados, o una parcela de área mayor, pero fuera del poblado.
Construyen los poblados rurales entidades estatales o interkoljosianas. Además, goza de popularidad el método de edificación particular, con brigadas especiales que forma para ello el sovjós o koljós de que se trate. Así se hace, por ejemplo, en el sovjós Lenin de la RSS de Letonia.
Allí construyen casas de uno a cinco pisos. Todas tienen gas, calefacción central, agua caliente y teléfono. En el poblado funciona un nuevo comedor público, un supermercado, un jardín de la infancia y un centro de servicios. Se han edificado, como experimento, casas de 4 ó 5 habitaciones destinadas a una familia.
En el campo se construyen ahora, con más frecuencia, casas de dos plantas. Hacen bastante compactos los poblados y su construcción es económica. Tienen apartamentos a dos niveles con salida independiente a las parcelas anexas a la vivienda, por lo cual conservan rasgos fundamentales del modo tradicional de vida rural.
Es lógico que los que desean construir casas particulares o en cooperativa no puedan fantasear sin límites; deben centrarse en los requisitos básicos del plan rector de edificación de cada poblado.
El lector no debe pensar que todos los problemas relacionados con la reestructuración del campo soviético ya se han solucionado de la mejor manera y por completo. Ni siquiera sobre el papel. Lo confirma, por ejemplo, una conferencia convocada hace poco por el Ministerio de Agricultura de la URSS y el Comité Central del Sindicato de Trabajadores de la Agricultura conjuntamente con la redacción de la revista "Sélskaya nov", cuyo tema fue: la modernización arquitectónica de la aldea.
En esa conferencia se plantearon, en forma certera, varias cuestiones de índole económica y social.
Por ejemplo, ¿cómo determinar si una aldea tiene o no perspectivas de desarrollo? Hemos hablado de los criterios básicos al respecto, pero la vida rebasa cualquier esquema, por muy bien pensado y detallado que sea. Cometer errores en estos casos sería imperdonable. Pues una vez clasificados en poblados con perspectiva y no perspectiva de desarrollo en estos últimos cesa la construcción de viviendas, de centros culturales y servicios, concentrándose todos los esfuerzos en los primeros. Cuando se trata de alguna aldehuela, de la cual la mayoría de habitantes se ha trasladado ya a poblados más grandes, no hay ningún problema. Pero, ¿si se ha incluido, sin suficientes fundamentos económicos una aldea donde vive y vivirá gente en las que carecen de perspectiva? Un nuevo poblado no puede construirse en dos días, pero las condiciones de vida en el viejo se congelan artificialmente por todo un período, hasta que se construya uno nuevo o hasta que se enmiende el error cometido.
En la conferencia nadie discutió la idea de que sin la reducción del número de poblados existentes, agrandando los que se escojan, es imposible resolver los problemas económicos y sociales de la agricultura. Los debates fueron en otro plano: cómo cristalizar esto racionalmente, de la mejor manera.
He aquí lo que se sacó en conclusión.
No se puede permitir la liquidación en masa de los poblados con apresuramientos. Esto traería pocas ventajas y muchas pérdidas. Es evidente, que pueden calificarse de carentes de perspectiva, sólo aquellos poblados que desaparezcan durante un lustro.
Es necesario formar muchos especialistas en planeamiento distrital. Los agrimensores y arquitectos no pueden prescindir de éstos, puesto que la migración de poblaciones completas es un problema socio-económico, que exige conocimientos especiales y una sólida base científica.
Hay que mejorar también la estadística de la población rural y evitar que los mismos poblados figuren, en los censos, como autónomos y a la vez formando parte de otros más grandes.
El establecimiento rural es parte de un problema general, y hay que concordarlo con el urbano.
No es conveniente imponer al campo un modelo urbano. El confort urbano sí, pero sin alejar al campesino de la naturaleza y la tierra.
Por ejemplo, los diseñadores ofrecieron al koljós "Mayak", de Moldavia, un magnífico proyecto para un poblado de 13 mil habitantes, de casas de 4 ó 5 pisos. Pero ningún koljosiano manifestó el deseo de vivir en ellas, por lo cual el proyecto fue rechazado. Casos análogos ocurrieron en otras zonas del país.
En la conferencia se analizaron también cuestiones meramente económicas: cómo disminuir el costo y elevar el ritmo de edificación en el campo, qué sistema de vías de comunicación es el indicado, etc. La edificación experimental se torna a veces demasiado cara para realizarse en serie. Pero la solución no consiste en renunciar al programa de modernización del campo ni en recortarlo, sino en mejorar y abaratar los proyectos, en elevar la eficiencia enfocando de modo integral todos los problemas relacionados.
La concepción de "enfoque integral", se encuentra con frecuencia en este folleto y en otros escritos que tratan unos u otros aspectos de la vida soviética. No es de extrañar, puesto que en cualquier cuestión socio-económica están concatenados e interrelacionados numerosos elementos. Todo enfoque simplificado, omisión o subestimación de unos u otros factores, puede traer consecuencias lamentables, independientemente de lo atractivo que sea la misma idea. No es casual que de la modernización del campo soviético, se ocupan economistas y arquitectos, sociólogos y estadísticos, ingenieros y agrimensores, especialistas en planificación y agronomía. Y, naturalmente, los campesinos.
Probablemente, el contenido de este folleto asombre a los lectores que están acostumbrados a ver la realidad soviética con ojos, de corresponsales en Moscú, de algunos diarios de Occidente. Pero la cuestión radica en que un mismo hecho puede ser visto de distinta manera.
Así un hombre de 40 años de edad parece muy viejo si lo comparamos a un colegial y casi jovenzuelo si a un jubilado. Mientras que él mismo no se cree ni viejo ni joven. El hecho es uno, que este hombre tiene cuarenta años, pero todo es cuestión de enfoque.
Del mismo modo puede verse cualquier asunto. Y, claro está, el problema de la vivienda en la URSS. Todo depende con qué se compare y del ángulo de mira.
Si uno posee un palacete o un apartamento de lujo, amortizado ya el crédito, y considera que es un estándar de vivienda existente en el país donde reside, la situación de un moscovita le parecerá lamentable. ¿Trece metros por persona? ¿No todas las familias poseen apartamentos independientes? ¿Cómo vive la gente?
Pero no todos pueden razonar así, ni siquiera en los países más desarrollados. Unos simplemente no tienen donde vivir, a otros les resulta difícil amortizar el crédito, a unos terceros el dueño de casa les volvió a subir el alquiler. Ellos se preguntarán otras cosas. ¿Así que existe un país donde millones de apartamentos distribuyen gratis entre los ciudadanos? ¿Tan sólo nueve dólares por alquilar un apartamento moderno? ¿Las viviendas, no se dan a los más ricos, sino a los más necesitados?
Otra cosa es si nos sentimos satisfechos con el nivel alcanzado.
Claro que no. Queremos vivir mejor y así será. En el XI Quinquenio (1981-1985) entrarán en uso otros 10-11 millones de apartamentos. Esas cantidades no se construyen en ningún otro país del mundo. El ritmo de construcción de viviendas no va a disminuir. Pronto llegará el día en que cada familia soviética disponga de la vivienda que satisfaga todas las necesidades racionales del hombre.