[ A continuación se adjunta un valioso fragmento del célebre libro «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS», redactado por el Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS en 1939. En tal fragmento se desglosan, a partir del libro de Lenin titulado «Un paso adelante, dos pasos atrás» (1904), las principales características que un partido marxista-leninista debe reunir para poder llevar a cabo satisfactoriamente su papel de vanguardia en la Revolución [1]] .
1) El Partido marxista es una parte de la clase obrera, un destacamento de ella. Pero destacamentos de la clase obrera hay muchos, y no todos podemos considerarlos como Partidos de la clase obrera. El Partido se distingue de otros destacamentos de la clase obrera, ante todo, en el hecho de que no es un destacamento puro y simple, sino un destacamento de vanguardia, un destacamento consciente, un destacamento marxista de la clase obrera, provisto con el conocimiento de la vida social, con el conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la vida social, con el conocimiento de las leyes de la lucha de clases, lo que lo capacita para conducir a la clase obrera y dirigir su lucha. Por eso no se debe confundir al Partido con la clase obrera, así como no se debe confundir la parte con el todo, ni pretender que cualquier huelguista pueda considerarse miembro del Partido, ya que confundir al Partido con la clase equivale a rebajar el nivel de cualquier huelguista, equivale a destruir el Partido como destacamento consciente de vanguardia de la clase obrera. La misión del Partido no es rebajar su nivel hasta el de cualquier huelguista, sino elevar a las masas obreras, elevar a cualquier huelguista al nivel del Partido.
«Nosotros somos un Partido de clase, por lo que casi toda la clase (y en tiempo de guerra, en épocas de guerra civil, la clase en su integridad) debe actuar bajo la dirección de nuestro Partido, debe estar ligada lo más estrechamente posible a nuestro Partido, pero sería nocivo creer que casi toda o toda la clase pueda estar algún día, en el capitalismo, en condiciones de elevarse al grado de conciencia y de actividad de su destacamento de vanguardia, de su Partido [revolucionario]. Ningún socialdemócrata juicioso ha dudado de que, en el capitalismo, ni aún la organización sindical (más primitiva y más asequible al grado de conciencia de las capas menos desarrolladas) está en condiciones de incluir a toda o a casi toda la clase obrera. Olvidar la diferencia que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que va detrás de él, olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez más amplias a su propio nivel avanzado, no significa más que engañarse a sí mismo, cerrar los ojos a la inmensidad de nuestras tareas y empequeñecerse» (Lenin, Tomo VI, pág. 205-206, edición rusa).
2) El Partido no es solamente el destacamento de vanguardia, el destacamento consciente de la clase obrera, sino que es, además, su destacamento organizado, con su disciplina propia, obligatoria para todos sus miembros. Por ello, los afiliados al Partido están obligados a estar afiliados también a una de sus organizaciones. Si el Partido no fuera un destacamento organizado de la clase obrera, un sistema de organizaciones, sino una simple suma de individuos que se consideran para sí mismos miembros del Partido pero que no forman parte de ninguna de sus organizaciones y que, por tanto, no están organizados y, al no estarlo, no se encuentran sujetos a los acuerdos del Partido, éste no tendría nunca una voluntad única, no podría alcanzar nunca la unidad de acción de sus miembros y, por consiguiente, no estaría en condiciones de dirigir la lucha de la clase obrera. Para que el Partido pueda dirigir prácticamente la lucha de la clase obrera y encauzarla hacia una meta única, es indispensable que todos sus miembros estén organizados en un gran destacamento único; soldados por una voluntad única, por la unidad de acción y la unidad de disciplina.
La objeción que a ello ponen los mencheviques cuando dicen que en este caso quedarán fuera del Partido muchos intelectuales, profesores, estudiantes, etc., que no quieren entrar en esta o en aquella organización del Partido, bien porque no soportan la disciplina de este o bien porque, como se expresaba Plejánov en el II Congreso, consideran «depresivo para ellos entrar en esta o en la otra organización de base»; esta objeción se vuelve contra los propios mencheviques, ya que al Partido no le hacen falta afiliados de este género que no soportan la disciplina del Partido. Los obreros no tienen miedo a la disciplina ni a la organización y entran de buen grado a las organizaciones del Partido. Y eso está bien, porque el Partido se liberará de la afluencia de elementos inseguros que acuden a él, sobre todo en este período en que comienza el movimiento ascendente de la revolución democrática-burguesa.
«Cuando digo que el Partido debe ser una suma (y no una simple suma aritmética, sino un complejo) de organizaciones... expreso de un modo perfectamente claro y preciso mi deseo, mi exigencia, de que el Partido, como destacamento de vanguardia de la clase, reúna el máximo de organización posible y sólo acoja en él a aquellos elementos que admitan, como mínimo, un grado mínimo de organización» (Lenin, Tomo VI, pág. 203, edición rusa).
«De palabra, la fórmula de Mártov defiende los intereses de las extensas capas del proletariado, pero, de hecho, esta fórmula servirá a los intereses de la intelectualidad burguesa, que rechaza la disciplina y la organización proletarias. Nadie se atreverá a negar que la intelectualidad, como una capa especial dentro de las sociedades capitalistas contemporáneas, se caracteriza, en su conjunto, precisamente por su individualismo y su inadaptabilidad a la disciplina ya la organización» (Lenin, Tomo VI, pág. 212, edición rusa).
«El proletariado no teme a la organización ni a la disciplina... El proletariado no se preocupará de que los señores profesores y estudiantes que quieran entrar en la organización sean considerados como miembros del Partido para que trabajen bajo el control de la organización... No es el proletariado, sino algunos intelectuales encuadrados en nuestro Partido, los que carecen de autoeducación en materia de organización y disciplina» (Lenin, Tomo VI, pág. 307, edición rusa).
3) El Partido no es un destacamento organizado puro y simple, sino «la forma más alta de organización entre todas las de la clase obrera, la llamada a dirigir a todas las demás organizaciones del proletariado. El Partido, como la forma más alta de organización, compuesto por los mejores miembros de la clase obrera, provistos con una teoría de vanguardia, con el conocimiento de las leyes de la lucha de clases y la experiencia del movimiento revolucionario, cuenta con todas las posibilidades para dirigir, como está obligado a hacerlo, a todas las demás organizaciones de la clase obrera. La tendencia de los mencheviques a disminuir y rebajar el papel dirigente del Partido conduce a la debilidad de todas las demás organizaciones del proletariado dirigidas por él, y consecuentemente a debilitar y desarmar al proletariado, ya que éste no dispone, en su lucha por el Poder, de más arma que la organización» (Lenin, Volumen VI, pág. 328, edición rusa).
4) El Partido es la encarnación de los vínculos que unen al destacamento de vanguardia de la clase obrera con las masas de millones de personas del proletariado. Aunque el Partido fuera el mejor destacamento de vanguardia y se encontrara magníficamente organizado, no podría vivir ni desarrollarse sin tener vínculos de unión con las masas sin partido, sin multiplicar y fortalecer estos vínculos. Un Partido cerrado en sí mismo, aislado de las masas, que haya perdido o al menos debilitado los vínculos que le unen a su clase, necesariamente debe perder la confianza y el apoyo de las masas y se encuentra, por tanto, inevitablemente condenado a perecer. Para poder vivir con plenitud y desarrollarse, el Partido debe multiplicar sus vínculos con las masas y conquistar la confianza de las masas de millones de personas de su clase.
«Para ser un Partido [revolucionario] debe conquistarse el apoyo de la clase» (Lenin, Tomo VI, pág. 208, edición rusa).
5) Para funcionar bien y dirigir las masas de acuerdo a un plan, el Partido debe estar organizado sobre la base del centralismo, con estatutos únicos, con una disciplina de partido igual para todos, con un solo órgano de dirección al frente, a saber: el Congreso del Partido y, en los intervalos entre congreso y congreso, el Comité Central, con la sumisión de la minoría a la mayoría, de las diferentes organizaciones a los organismos centrales y de las organizaciones inferiores a las superiores. Sin ajustarse a estas condiciones, el partido de la clase obrera no puede ser un partido efectivo, no puede cumplir con sus deberes de dirección del proletariado.
Claro está que el régimen de ilegalidad en que vivía el Partido bajo la autocracia zarista no permitía a sus organizaciones, en aquellos momentos, estructurarse sobre el principio de la elección desde abajo, por lo que el partido se veía obligado a mantener un carácter estrictamente conspirativo. Pero Lenin entendía que esto era, en la vida de nuestro Partido, una situación pasajera, que desaparecería el día siguiente de ser derribado el zarismo y que, entonces, el Partido comenzaría a actuar abiertamente dentro de la legalidad y sus organizaciones se estructurarían sobre la base de la elección democrática, sobre la base del centralismo democrático.
«Antes, nuestro Partido no era una unidad formalmente organizada, sino simplemente una suma de grupos aislados, por lo que no existía ni podía existir entre ellos más relación que la de la influencia ideológica. Ahora, somos ya un Partido organizado, y esto contrae la creación de una autoridad, la transformación del prestigio de la idea en prestigio de la autoridad, la subordinación de los organismos inferiores a los organismos superiores del Partido» (Lenin, Tomo VI, pág. 291, edición rusa).
Acusando a los mencheviques de nihilismo en materia de organización y de anarquismo señorial, que no admitían sobre sus personas la autoridad del Partido y su disciplina, Lenin decía:
«Este anarquismo señorial es algo muy peculiar del nihilista ruso. La organización del Partido le parece una fábrica monstruosa, la subordinación de la parte al todo, de la minoría a la mayoría le parece un avasallamiento... La división del trabajo bajo la dirección de los organismos centrales suscita en él chillidos tragicómicos contra quienes pretenden convertir a los hombres en ruedas y tornillos de un mecanismo (y entre estas transformaciones, la que juzga más espantosa es la de los redactores en simples periodistas); toda mención de los estatutos de organización del Partido lo mueve a un gesto de desprecio y a la observación desdeñosa (dirigida a los formalistas) que se puede vivir perfectamente sin estatutos» (Lenin, Tomo VI, pág. 310, edición rusa).
6) Si el Partido, en su actuación práctica, quiere conservar la unidad de sus filas, debe mantener una disciplina proletaria única, que obligue por igual a todos los miembros del Partido, tanto a los dirigentes como los militantes de filas. Por ello, en el Partido no se pueden hacer distinciones entre personas selectas, a las que no se obliga a la disciplina del Partido, y personas del montón, obligadas a someterse a ella. Sin esta condición no se podrá mantener la integridad del Partido y la unidad de sus filas.
«La ausencia de argumentos razonables contra la redacción nombrada por el Congreso, por parte de Mártov y cía, la ilustra mejor que nada su frase de: «¡Nosotros no somos siervos!»... En esta frase se trasluce con notable nitidez la psicología del intelectual burgués, que cree estar por encima de la organización y la disciplina de las masas, que se considera un espíritu selecto... Para el individualismo del intelectual... toda organización y disciplina proletarias son idénticas a la servidumbre» (Lenin, Tomo VI, pág. 382, edición rusa).
«A medida que se estructura en nuestro país un verdadero Partido, el obrero consciente debe aprender a distinguir la psicología del combatiente del ejército proletario de la psicología del intelectual burgués que se pavonea con frases anarquistas; debe aprender a exigir que cumplan sus deberes de miembros del Partido no sólo los militantes de filas, sino también los de arriba» (Lenin, Tomo VI, pág. 312, edición rusa).
Resumiendo el análisis de las discrepancias y defendiendo la posición de los mencheviques con oportunismo en las cuestiones de organización, Lenin entendía que uno de los pecados capitales del menchevismo era menospreciar la importancia de la organización del Partido como arma del proletariado en la lucha por su emancipación. Los mencheviques opinaban que la organización del Partido del proletariado no tenía gran importancia por el triunfo de la revolución. Por el contrario, Lenin entendía que la unión ideológica del proletariado por sí sola no bastaba para vencer, sino que para ello era necesario afianzar la unidad ideológica con la unidad material de organización del proletariado. Lenin consideraba que sólo bajo esta condición podía el proletariado convertirse en una fuerza invencible.
«El proletariado no dispone en su lucha por el Poder de ninguna otra arma que la organización. El proletariado, desunido por el imperio de la concurrencia dentro del mundo burgués, aplastado por los trabajos forzados al servicio del capital, lanzado constantemente al abismo de la miseria más completa, del embrutecimiento y de la degeneración, sólo puede hacerse y se hará inevitablemente invencible siempre y cuando su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se fortalezca mediante la unidad material de la organización, que funda a los millones de trabajadores en el ejército de la clase obrera. Ante este ejército no prevalecerán ni el Poder senil de la autocracia ni el Poder caduco del capitalismo internacional» (Lenin, Tomo VI, pág. 328, edición rusa).
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[1]. Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS», pág. 23-27, Obras de Stalin, Volumen XIV; Edición Lenguas Extranjeras, Moscú, 1953.
La organización, la forma y las tareas del Partido
1) El Partido marxista es una parte de la clase obrera, un destacamento de ella. Pero destacamentos de la clase obrera hay muchos, y no todos podemos considerarlos como Partidos de la clase obrera. El Partido se distingue de otros destacamentos de la clase obrera, ante todo, en el hecho de que no es un destacamento puro y simple, sino un destacamento de vanguardia, un destacamento consciente, un destacamento marxista de la clase obrera, provisto con el conocimiento de la vida social, con el conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la vida social, con el conocimiento de las leyes de la lucha de clases, lo que lo capacita para conducir a la clase obrera y dirigir su lucha. Por eso no se debe confundir al Partido con la clase obrera, así como no se debe confundir la parte con el todo, ni pretender que cualquier huelguista pueda considerarse miembro del Partido, ya que confundir al Partido con la clase equivale a rebajar el nivel de cualquier huelguista, equivale a destruir el Partido como destacamento consciente de vanguardia de la clase obrera. La misión del Partido no es rebajar su nivel hasta el de cualquier huelguista, sino elevar a las masas obreras, elevar a cualquier huelguista al nivel del Partido.
«Nosotros somos un Partido de clase, por lo que casi toda la clase (y en tiempo de guerra, en épocas de guerra civil, la clase en su integridad) debe actuar bajo la dirección de nuestro Partido, debe estar ligada lo más estrechamente posible a nuestro Partido, pero sería nocivo creer que casi toda o toda la clase pueda estar algún día, en el capitalismo, en condiciones de elevarse al grado de conciencia y de actividad de su destacamento de vanguardia, de su Partido [revolucionario]. Ningún socialdemócrata juicioso ha dudado de que, en el capitalismo, ni aún la organización sindical (más primitiva y más asequible al grado de conciencia de las capas menos desarrolladas) está en condiciones de incluir a toda o a casi toda la clase obrera. Olvidar la diferencia que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que va detrás de él, olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez más amplias a su propio nivel avanzado, no significa más que engañarse a sí mismo, cerrar los ojos a la inmensidad de nuestras tareas y empequeñecerse» (Lenin, Tomo VI, pág. 205-206, edición rusa).
2) El Partido no es solamente el destacamento de vanguardia, el destacamento consciente de la clase obrera, sino que es, además, su destacamento organizado, con su disciplina propia, obligatoria para todos sus miembros. Por ello, los afiliados al Partido están obligados a estar afiliados también a una de sus organizaciones. Si el Partido no fuera un destacamento organizado de la clase obrera, un sistema de organizaciones, sino una simple suma de individuos que se consideran para sí mismos miembros del Partido pero que no forman parte de ninguna de sus organizaciones y que, por tanto, no están organizados y, al no estarlo, no se encuentran sujetos a los acuerdos del Partido, éste no tendría nunca una voluntad única, no podría alcanzar nunca la unidad de acción de sus miembros y, por consiguiente, no estaría en condiciones de dirigir la lucha de la clase obrera. Para que el Partido pueda dirigir prácticamente la lucha de la clase obrera y encauzarla hacia una meta única, es indispensable que todos sus miembros estén organizados en un gran destacamento único; soldados por una voluntad única, por la unidad de acción y la unidad de disciplina.
La objeción que a ello ponen los mencheviques cuando dicen que en este caso quedarán fuera del Partido muchos intelectuales, profesores, estudiantes, etc., que no quieren entrar en esta o en aquella organización del Partido, bien porque no soportan la disciplina de este o bien porque, como se expresaba Plejánov en el II Congreso, consideran «depresivo para ellos entrar en esta o en la otra organización de base»; esta objeción se vuelve contra los propios mencheviques, ya que al Partido no le hacen falta afiliados de este género que no soportan la disciplina del Partido. Los obreros no tienen miedo a la disciplina ni a la organización y entran de buen grado a las organizaciones del Partido. Y eso está bien, porque el Partido se liberará de la afluencia de elementos inseguros que acuden a él, sobre todo en este período en que comienza el movimiento ascendente de la revolución democrática-burguesa.
«Cuando digo que el Partido debe ser una suma (y no una simple suma aritmética, sino un complejo) de organizaciones... expreso de un modo perfectamente claro y preciso mi deseo, mi exigencia, de que el Partido, como destacamento de vanguardia de la clase, reúna el máximo de organización posible y sólo acoja en él a aquellos elementos que admitan, como mínimo, un grado mínimo de organización» (Lenin, Tomo VI, pág. 203, edición rusa).
«De palabra, la fórmula de Mártov defiende los intereses de las extensas capas del proletariado, pero, de hecho, esta fórmula servirá a los intereses de la intelectualidad burguesa, que rechaza la disciplina y la organización proletarias. Nadie se atreverá a negar que la intelectualidad, como una capa especial dentro de las sociedades capitalistas contemporáneas, se caracteriza, en su conjunto, precisamente por su individualismo y su inadaptabilidad a la disciplina ya la organización» (Lenin, Tomo VI, pág. 212, edición rusa).
«El proletariado no teme a la organización ni a la disciplina... El proletariado no se preocupará de que los señores profesores y estudiantes que quieran entrar en la organización sean considerados como miembros del Partido para que trabajen bajo el control de la organización... No es el proletariado, sino algunos intelectuales encuadrados en nuestro Partido, los que carecen de autoeducación en materia de organización y disciplina» (Lenin, Tomo VI, pág. 307, edición rusa).
3) El Partido no es un destacamento organizado puro y simple, sino «la forma más alta de organización entre todas las de la clase obrera, la llamada a dirigir a todas las demás organizaciones del proletariado. El Partido, como la forma más alta de organización, compuesto por los mejores miembros de la clase obrera, provistos con una teoría de vanguardia, con el conocimiento de las leyes de la lucha de clases y la experiencia del movimiento revolucionario, cuenta con todas las posibilidades para dirigir, como está obligado a hacerlo, a todas las demás organizaciones de la clase obrera. La tendencia de los mencheviques a disminuir y rebajar el papel dirigente del Partido conduce a la debilidad de todas las demás organizaciones del proletariado dirigidas por él, y consecuentemente a debilitar y desarmar al proletariado, ya que éste no dispone, en su lucha por el Poder, de más arma que la organización» (Lenin, Volumen VI, pág. 328, edición rusa).
4) El Partido es la encarnación de los vínculos que unen al destacamento de vanguardia de la clase obrera con las masas de millones de personas del proletariado. Aunque el Partido fuera el mejor destacamento de vanguardia y se encontrara magníficamente organizado, no podría vivir ni desarrollarse sin tener vínculos de unión con las masas sin partido, sin multiplicar y fortalecer estos vínculos. Un Partido cerrado en sí mismo, aislado de las masas, que haya perdido o al menos debilitado los vínculos que le unen a su clase, necesariamente debe perder la confianza y el apoyo de las masas y se encuentra, por tanto, inevitablemente condenado a perecer. Para poder vivir con plenitud y desarrollarse, el Partido debe multiplicar sus vínculos con las masas y conquistar la confianza de las masas de millones de personas de su clase.
«Para ser un Partido [revolucionario] debe conquistarse el apoyo de la clase» (Lenin, Tomo VI, pág. 208, edición rusa).
5) Para funcionar bien y dirigir las masas de acuerdo a un plan, el Partido debe estar organizado sobre la base del centralismo, con estatutos únicos, con una disciplina de partido igual para todos, con un solo órgano de dirección al frente, a saber: el Congreso del Partido y, en los intervalos entre congreso y congreso, el Comité Central, con la sumisión de la minoría a la mayoría, de las diferentes organizaciones a los organismos centrales y de las organizaciones inferiores a las superiores. Sin ajustarse a estas condiciones, el partido de la clase obrera no puede ser un partido efectivo, no puede cumplir con sus deberes de dirección del proletariado.
Claro está que el régimen de ilegalidad en que vivía el Partido bajo la autocracia zarista no permitía a sus organizaciones, en aquellos momentos, estructurarse sobre el principio de la elección desde abajo, por lo que el partido se veía obligado a mantener un carácter estrictamente conspirativo. Pero Lenin entendía que esto era, en la vida de nuestro Partido, una situación pasajera, que desaparecería el día siguiente de ser derribado el zarismo y que, entonces, el Partido comenzaría a actuar abiertamente dentro de la legalidad y sus organizaciones se estructurarían sobre la base de la elección democrática, sobre la base del centralismo democrático.
«Antes, nuestro Partido no era una unidad formalmente organizada, sino simplemente una suma de grupos aislados, por lo que no existía ni podía existir entre ellos más relación que la de la influencia ideológica. Ahora, somos ya un Partido organizado, y esto contrae la creación de una autoridad, la transformación del prestigio de la idea en prestigio de la autoridad, la subordinación de los organismos inferiores a los organismos superiores del Partido» (Lenin, Tomo VI, pág. 291, edición rusa).
Acusando a los mencheviques de nihilismo en materia de organización y de anarquismo señorial, que no admitían sobre sus personas la autoridad del Partido y su disciplina, Lenin decía:
«Este anarquismo señorial es algo muy peculiar del nihilista ruso. La organización del Partido le parece una fábrica monstruosa, la subordinación de la parte al todo, de la minoría a la mayoría le parece un avasallamiento... La división del trabajo bajo la dirección de los organismos centrales suscita en él chillidos tragicómicos contra quienes pretenden convertir a los hombres en ruedas y tornillos de un mecanismo (y entre estas transformaciones, la que juzga más espantosa es la de los redactores en simples periodistas); toda mención de los estatutos de organización del Partido lo mueve a un gesto de desprecio y a la observación desdeñosa (dirigida a los formalistas) que se puede vivir perfectamente sin estatutos» (Lenin, Tomo VI, pág. 310, edición rusa).
6) Si el Partido, en su actuación práctica, quiere conservar la unidad de sus filas, debe mantener una disciplina proletaria única, que obligue por igual a todos los miembros del Partido, tanto a los dirigentes como los militantes de filas. Por ello, en el Partido no se pueden hacer distinciones entre personas selectas, a las que no se obliga a la disciplina del Partido, y personas del montón, obligadas a someterse a ella. Sin esta condición no se podrá mantener la integridad del Partido y la unidad de sus filas.
«La ausencia de argumentos razonables contra la redacción nombrada por el Congreso, por parte de Mártov y cía, la ilustra mejor que nada su frase de: «¡Nosotros no somos siervos!»... En esta frase se trasluce con notable nitidez la psicología del intelectual burgués, que cree estar por encima de la organización y la disciplina de las masas, que se considera un espíritu selecto... Para el individualismo del intelectual... toda organización y disciplina proletarias son idénticas a la servidumbre» (Lenin, Tomo VI, pág. 382, edición rusa).
«A medida que se estructura en nuestro país un verdadero Partido, el obrero consciente debe aprender a distinguir la psicología del combatiente del ejército proletario de la psicología del intelectual burgués que se pavonea con frases anarquistas; debe aprender a exigir que cumplan sus deberes de miembros del Partido no sólo los militantes de filas, sino también los de arriba» (Lenin, Tomo VI, pág. 312, edición rusa).
Resumiendo el análisis de las discrepancias y defendiendo la posición de los mencheviques con oportunismo en las cuestiones de organización, Lenin entendía que uno de los pecados capitales del menchevismo era menospreciar la importancia de la organización del Partido como arma del proletariado en la lucha por su emancipación. Los mencheviques opinaban que la organización del Partido del proletariado no tenía gran importancia por el triunfo de la revolución. Por el contrario, Lenin entendía que la unión ideológica del proletariado por sí sola no bastaba para vencer, sino que para ello era necesario afianzar la unidad ideológica con la unidad material de organización del proletariado. Lenin consideraba que sólo bajo esta condición podía el proletariado convertirse en una fuerza invencible.
«El proletariado no dispone en su lucha por el Poder de ninguna otra arma que la organización. El proletariado, desunido por el imperio de la concurrencia dentro del mundo burgués, aplastado por los trabajos forzados al servicio del capital, lanzado constantemente al abismo de la miseria más completa, del embrutecimiento y de la degeneración, sólo puede hacerse y se hará inevitablemente invencible siempre y cuando su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se fortalezca mediante la unidad material de la organización, que funda a los millones de trabajadores en el ejército de la clase obrera. Ante este ejército no prevalecerán ni el Poder senil de la autocracia ni el Poder caduco del capitalismo internacional» (Lenin, Tomo VI, pág. 328, edición rusa).
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[1]. Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, «Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS», pág. 23-27, Obras de Stalin, Volumen XIV; Edición Lenguas Extranjeras, Moscú, 1953.
Última edición por marxismo_futuro el Sáb Feb 08, 2014 6:58 pm, editado 1 vez