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Entrevista a David M. Glantz
Es una entrevista entre un editor brasileño y Glantz.
JL: ¿Cuándo comenzó a escribir sobre la Segunda Guerra Mundial y por qué escogió el Frente Oriental?
Glantz: Comencé a investigar sobre la Segunda Guerra Mundial cuando trabajaba como Director de Investigación en el US Army's Combat Studies Institute (Command and General Staff College de Fort Leavenworth, Kansas) en 1979. Irónicamente, mi primer proyecto trató sobre la Campaña de Lorraine del Tercer Ejército del general Patton en el otoño de 1944. No obstante, una vez terminado el proyecto, participé en un intercambio de historia militar con las Fuerzas de Autodefensa Japonesas. A petición suya, investigué la ofensiva soviética en Manchuria de agosto de 1945 y las operaciones anfibias y aerotransportadas soviéticas de la guerra, trabajo que finalmente dio como resultado un tomo doble sobre Manchuria para un Leavenworth Paper y un tomo para un Research Survey sobre las operaciones aerotransportadas soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial. Estudiar la operación de Manchuria fue como leer el capítulo final de un voluminoso libro. Años antes había leído el primer capítulo del libro, de las memorias publicadas de Guderian, Manstein y Mellenthin. Naturalmente, me pregunté entonces, “¿Cómo se transformó el Ejército Rojo desde la fuerza aparentemente torpe descrita por esos generales alemanes hasta el fino instrumento de combate que encontré en Manchuria en agosto de 1945? Todo lo que he publicado desde entonces está relacionado con esa pregunta. Luego también mis motivaciones para escribir incluyeron el conmemorar a los millones de soldados del Ejército Rojo que perecieron en la guerra, en especial a quienes murieron como “desconocidos” simplemente porque, por varias razones, su gobierno decidió ocultar esas operaciones que ahora yo llamo “batallas olvidadas” y que una vez llegaron a comprender hasta el 40 por ciento de la guerra.
JL: En mi opinión, durante las primeras décadas tras el final de la Segunda Guerra Mundial, la historiografía occidental de la guerra germano-soviética estuvo basada fundamentalmente en fuentes alemanas primarias y secundarias y, en general, en los prejuicios ideológicos de la Guerra Fría. Luego, en la década de 1980, con la glasnost de Gorbachev y tras el final del régimen comunista, nuevas obras basadas en fuentes primarias rusas añadieron una nueva perspectiva a la guerra en el Frente Oriental (y a otros aspectos de la Segunda Guerra Mundial). Desde su punto de vista, ¿qué cambios fundamentales se han producido entre la “vieja” y “nueva” historiografía con respecto a la historia militar del Frente Oriental? En otras palabras, ¿qué ha cambiado en nuestra visión clásica de la guerra germano-soviética?
Glantz: En realidad hubo dos períodos de glasnost en la historiografía soviética de la guerra. El primero tuvo lugar bajo Khrushchev (1960-1964), cuando su programa de “des-stalinización” produjo muchos estudios de guerra muy francos y detallados. El segundo, por supuesto, fue producto de la glasnost de Gorbachev, y perdura desde 1991, aunque hay algunos indicadores recientes que parecen señalar el final de esta transparencia. El cambio más importante responde a una cuestión que he preguntado a muchos rusos en la época soviética y en tiempos más recientes, esto es, ¿No es mejor revelar su propia historia que dejar que alguien de fuera de Rusia lo haga por ustedes? La respuesta de Gorbachev a este pregunta fue, “Sí”. E incluso hoy una nueva generación de historiadores rusos “no-oficiales” están narrando fielmente su historia militar (con Aleksei Isaev, Lev Lopukhovsky y varios otros entre los mejores). La característica principal de este nuevo trabajo muestra que la Wehrmacht no fue tan eficiente y exitosa en 1941 y 1942 como han indicado los trabajos de fuentes alemanas, y que el Ejército Rojo no fue tan ineficiente como han indicado esos trabajos. Más que ganar la guerra a causa de su gran población, extenso terreno y varias condiciones climáticas, el Ejército Rojo ganó la guerra porque aprendió a luchar de forma eficaz y, incluso antes de aprender, porque muchos de sus soldados lucharon extremadamente con gran bravura y sacrificios. Todo este nuevo trabajo también demuestra que el Ejército Rojo ganó la guerra terrestre con la Alemania nazi, aunque a un alto precio en vidas, mientras que los aliados occidentales ganaron la guerra logística y aérea.
JL: Hay muchas razones para explicar por qué los alemanes perdieron la guerra contra la Unión Soviética (o por qué los soviéticos ganaron la guerra contra Alemania). Incluso, en retrospectiva, parece obvio que Alemania no tenía ninguna oportunidad de derrotar a la Unión Soviética en una guerra relámpago como la planeada en la Campaña de Barbarroja. En este sentido, ¿cuáles fueron las principales razones del fracaso alemán en Rusia, especialmente en 1941-42?
Glantz: Los alemanes fracasaron, primero y por encima de todo, porque Hitler subestimó la potencia del Ejército Rojo, la determinación de la población de la Unión Soviética para evitar la rendición, y la “resistencia” del régimen de Stalin. No cabe duda que las teorías nazis de la superioridad aria y la inferioridad eslava contribuyeron a la derrota alemana al alienar a aquellas partes de la población que se oponían al régimen comunista (Ucrania y quizás Bielorrusia). Alemania también comenzó la guerra con varias suposiciones mayores que se demostraron erradas, siendo la más importantes de todas que la Unión Soviética colapsaría si la Wehrmacht podía destruir el grueso del Ejército Rojo al oeste de los ríos Dvina y Dnepr. En realidad, la Wehrmacht así lo hizo, pero fue poco decisivo ya que aparecieron nuevas oleadas de ejércitos a lo largo del Dnepr y cada cien kilómetros en adelante a medida que los alemanes avanzaban. Como consecuencia, tras la primera semana de julio de 1941 todas las operaciones alemanas fueron operaciones ad hoc y estuvieron basadas en la situación siempre cambiante. Empeorando los adversos efectos de esas erróneas suposiciones, los alemanes carecieron de visión estratégica, en esencia fueron incapaces de definir sus objetivos estratégicos en 1941, en 1942 y en 1943. Como resultado, cada uno de esos objetivos anuales de Hitler excedía el alcance de la Wehrmacht, en esencia, Hitler quiso conseguir demasiado con demasiadas pocas fuerzas, producto una vez más de la arrogancia ideológica. Finalmente, Alemania estaba intentando combatir una guerra en el frente oriental con técnicas aprendidas en y adecuadas al teatro occidental. Claramente, las técnicas no funcionaron.
JL: La guerra alemana contra la Unión Soviética fue una guerra de un concepto ideológico de aniquilación (genocidios y crímenes de guerra). Pero este aspecto de la guerra, que para mí está indisolublemente unido al aspecto militar, está casi ausente en la mayor parte de los libros de los historiadores militares que tratan esta guerra. Creo que el papel de la ideología nazi (y su visión de los eslavos como sub-humanos) es crucial para explicar el fracaso nazi y la exitosa resistencia soviética durante 1941-42. Considero que la historia militar de la guerra germano-soviética debe integrar este doble aspecto de la guerra, la ideología criminal nazi y las operaciones militares. ¿Qué opina al respecto?
Glantz: Como he subrayado arriba, la ideología afectó a cómo los alemanes planearon y condujeron la guerra y, como resultado, fue un gran contribuidor para la derrota de Alemania. Fue este componente ideológico (en realidad, en ambas partes) el que hizo la guerra especialmente única (mucho más violenta e implacable) comparada con otros teatros militares. Al final fue una genuina “Kulturkampf” (guerra de culturas).
Pregunta (Editorial brasileña): ¿Hay en particular algún estudioso de la Segunda Guerra Mundial que haya ejercido una importante influencia en usted como historiador?
Glantz: Sin duda, nadie me ha influenciado más que el profesor John Erickson, un buen amigo y antiguo director de la Escuela de Estudios Eslavos de la Universidad de Edinburgh. Armado con una aguda perspicacia y obstinada determinación, John explotó las oportunidades sin precedentes ofrecidas por el programa de glasnost [transparencia] del Primer Secretario Khrushchev del Partido Comunista soviético durante los inicios de la década de 1960, visitando la Unión Soviética, entrevistando a antiguos líderes militares de los tiempos de la guerra y discutiendo con ellos aspectos de la guerra hasta entonces considerados “terreno prohibido”. John preparó luego su fundamental y todavía no superada trilogía de libros sobre el Ejército Rojo: The Soviet High Command, The Road to Stalingrad y The Road to Berlin. Al hacerlo así, estableció sin ayuda de nadie los asuntos militares y la historia militar soviéticos como campos de estudio creíbles en el Oeste. A medida que escribió y publicó, comprendió que alcanzar la “verdad” y la “objetividad” en la historia militar soviética era un proceso muy largo que probablemente requería años, si no décadas, para completar. Inspirado por John, traté de aumentar y quizás completar su trabajo. Además de servir como modelo y definir el “arte de lo posible” con respecto a esos estudios, John también apoyó de manera constante y desinteresada mi trabajo y el trabajo de muchos otros aspirantes historiadores militares soviéticos.
Malcolm MacIntosh, el experto autor de Juggernaut: A History of the Soviet Armed Forces y otros libros sobre el Ejército soviético y la historia militar soviética, también me inspiró y me ofreció constante apoyo. Mi decisión de preparar un estudio general sobre la guerra germano-soviética, When Titans Clashed, fue un modesto intento de reproducir y, al mismo tiempo, actualizar el fundamental estudio de Malcolm sobre el Ejército Rojo en paz y en guerra.
Pregunta (Editorial brasileña): Si se le pidiera que recomendara cinco libros que deberían estar en la biblioteca de cualquiera interesado en la guerra germano-soviética, ¿qué obras escogería y por qué motivos?
Glantz: Trágicamente, a pesar de las recientes y extensas aperturas de la Federación Rusa de material de archivo sobre la guerra germano-soviética, pocos historiadores occidentales han explotado esos frescos pero a menudo materiales altamente selectivos. Salvo recientes incursiones de un número de historiadores en los aspectos “sociales” de la guerra y la dimensión humana de la lucha y la publicación de memorias por un número cada vez mayor de antiguos soldados y oficiales del Ejército Rojo, muy pocos historiadores occidentales están trabajando actualmente en el campo de la historia militar operacional soviética. Agravando esta tragedia, este vacío en los estudios militares existe en un momento en que las nuevas aperturas de archivos y la reciente investigación en el material de archivo alemán existente van a producir probablemente evaluaciones fundamentales de, virtualmente, todo aspecto de la guerra, desde los campos estratégico, operacional y táctico hasta el Ejército Rojo como una institución y las vidas y fortunas de los soldados y oficiales que sirvieron en él.
Esta escasez de estudios operacionales recientes obliga a los lectores a depender de lo que pueden acuñarse como obras “clásicas” sobre los aspectos operacionales de la guerra. Aunque publicados hace décadas, entre los más importantes de esos libros, libros que han superado en gran medida el examen del tiempo, están los dos libros de la guerra “Road to” de John Erickson, las obras de Earl Ziemke, Moscow to Stalingrad y Stalingrad to Berlin, y The Soviet-German War de Albert Seaton. Aunque publicados hace décadas e incompletos por los archivos recientes, los materiales y juicios que contienen esos libros siguen siendo esencialmente sólidos.
Entre las mejores de las nuevas historias “sociales” de la guerra están los dos excelentes estudios de batalla de Anthony Beevor, Stalingrad y Berlin, Ivan's War: Life and Death in the Red Army, 1939-1945 de Catherine Merridale, y Stalin's Reluctant Soldiers: A Social History of the Red Army, 1925-1941 y Red Commanders: A Social History of the Soviet Army Officer Corps, 1918-1991 de Roger Reese. Las obras de Beevor explotan extensos materiales de memorias y entrevistas con veteranos del Ejército Rojo y la Wehrmacht para presentar a los lectores vívidos mosaicos de testigos presenciales de las batallas de Stalingrado y Berlín, pero lamentablemente contra el telón de fondo de la historia típica de la década de 1970. La obra de Merridale explota los mismos tipos de materiales para proporcionar una detallada perspectiva sobre las vidas y actitudes de los soldados del Ejército Rojo. Aunque no estoy de acuerdo con todos los juicios de Reese, sus dos estudios sobre los soldados y oficiales del Ejército Rojo ofrecen frescas perspectivas y juicios que probablemente fomentarán la salida de una nueva investigación y debate.
Entre las mejores de las muchas nuevas memorias de guerra de militares del Ejército Rojo están Commanding the Red Army's Sherman Tanks, Fighting for the Soviet Motherland y Attack of the Airacobras de Dmitri Loza, From Leningrad to Hungary de Evgenii Moniushko, y Tank Rider de Evgeni Bessonov. Aquellos con acceso a Internet pueden leer una impresionante recopilación de memorias cortas reunidas por Artem Drabkin en el sitio web The Russian Battlefield. Drabkin, que ha dedicado su vida a recopilar esas memorias, está trabajando actualmente con editoriales occidentales para publicar muchas de esas memorias. Complementando este trabajo sobre la dimensión humana de la guerra, Reina Pennington y Kazimiera J. Cottam han revelado las muchas contribuciones que las mujeres hicieron al esfuerzo de guerra soviético, la primera en su estudio Wings, Women & War, y la última en numerosos libros, incluyendo Women in Air War y Women in War and Resistance, publicados en Canadá. Finalmente, además de su formidable estudio de dos volúmenes sobre la historiografía de la guerra, The U.S.S.R. in World War II: An Annotated Bibliography of Books Published in the Soviet Union, 1945-1975, que ahora pide una actualización, el fundamental estudio de Michael Parrish sobre los órganos de inteligencia soviéticos, The Lesser Terror, ha abierto un nuevo terreno en este antiguamente oscuro y “prohibido” campo.
JL: Además de su actual trabajo (Barbarossa Derailed y el volumen 3 de la trilogía de Stalingrado), ¿cuál es su próximo proyecto?
Glantz: Actualmente estoy trabajando en cuatro importantes proyectos, estando todos ellos en varias fases de terminación. El primero es una detallada trilogía de la campaña de Stalingrado. Aunque ya están completos dos volúmenes de esta trilogía, espero comenzar a escribir el tercer y último volumen en febrero de 2010 y completarlo a finales de otoño de 2010. En segundo lugar, estoy casi a punto de terminar un estudio mayor sobre las batallas por Smolensk, titulado Barbarossa Derailed, que tuvieron lugar desde principios de julio a principios de septiembre de 1941. Este proyecto, que probablemente incluirá una gran narración (de 700 páginas) sobre las batallas, más uno o dos volúmenes conteniendo muchos documentos y mapas diarios de ambas partes, debería estar completo en febrero de este año. En tercer lugar, debo revisar y corregir un detallado estudio de dos volúmenes sobre la Operación Barbarroja alemana que preparé en borrador hace dos años pero que no conseguí terminar. En cuarto lugar, y para mí la tarea más importante, espero completar los volúmenes séptimo y octavo de un planeado estudio de ocho volúmenes que yo mismo publiqué sobre las llamadas “batallas olvidadas”. He terminado los primeros seis volúmenes, cada uno de los cuales cubre una de las ocho campañas de guerra. Sin embargo, como siempre, el problema es encontrar tiempo suficiente para hacer todo lo que debe hacerse. Ahora mismo mi esperanza es terminar el volumen 3 de Stalingrado el próximo otoño, y luego cambiar a uno de los otros proyectos. Finalmente, después de terminar este fascinante estudio sobre Smolensk, en algún momento espero preparar un estudio igual de detallado sobre las Batallas por Kiev, desde principios de julio a mediados de septiembre de 1941. Como no soy “Moisés”, obviamente no todo este trabajo será hecho.