Copio este interesante artículo sobre la cuestión nacional:
Espacio Rojo 19: Revolución y Cuestión Nacional
Lejos de ser pancastellanos,negacionistas o reaccionarios asumimos la posición que debe asumir todo aquel que se tenga por marxista y es la subordinación de la cuestión nacional a la cuestión obrera
Introducción
En abril del año pasado publicábamos el Espacio Rojo nº 17 acerca de la cuestión del campo en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Sobre esta problemática presentamos, igualmente, una ponencia en las II Jornadas Anticapitalistas de Zamora. Pero las críticas que se vertieron sobre nosotros, nada tuvieron que ver con el campesinado de nuestra tierra, sino que iban encaminadas a temas nacionales, pues según un grupo de nacionalistas cometíamos enormes sacrilegios al utilizar un guión entre la palabra Castilla y la palabra León y al no diferenciar claramente el campo castellano del campo leonés. Como si las problemáticas del pequeño productor agrario o ganadero en los Estados Imperialista de la UE no fuesen, en esencia, los mismos.
"Pancastellanos", "casteztales", "reaccionarios", "negacionistas"... fueron muchos los epítetos que nos dedicaron representantes virtuales del leonesismo. En la Juventud Comunista no somos de la opinión de que todas las opciones políticas sean respetables, eso se lo dejamos a los burgueses y su hipocresía. No obstante si respetamos a todos aquellos que desde una militancia antifascista y de izquierdas sienten apego por su tierra ya sean, en este caso, del País Leonés o de Castilla. Porque en nuestra ciudad hemos trabajado con ellos en numerosos movimientos sociales y porque seguramente seguiremos trabajando con ellos a pesar de las grandes diferencias que nos separan.
Pero esto no significa que los comunistas vayamos a rehusar el debate. Y menos cuando nacionalistas disfrazados de rojo se atreven a llamarnos reaccionarios con una triste argumentación que no pasa del ataque a un guión entre Castilla y entre León. Un guión que para los que ven la actualidad con anteojos de anticuario parece haberse transformado en la temible espada del mercenario Rodrigo Díaz de Vivar que vuelve por tierras zamoranas a someter al noble Reino de León. Y es que ante este tipo de provocaciones y para no evitar posicionarnos sobre este problema candente dentro del movimiento comunista, los nacionalistas merecen una respuesta. Pues el problema nacional amenaza desde hace un gran lapso de tiempo nuestra coherencia ideológica como marxistas-leninistas, convirtiendo a muchas de las organizaciones en vulgares materialistas estáticos, que le otorgan a la nación una posición preexistente a su base material, a lo que le sustenta y le da forma, el movimiento nacional.
Nuestro trabajo pretende arrojar un poco de luz sobre el actual estado en que se encuentra el debate sobre el problema de las nacionalidades en el Estado español desde una óptica revolucionaria y de clase, intransigente con todo aquello que pase por encima del internacionalismo proletario que a nuestro juicio debe ser la posición de los comunistas en torno a la cuestión nacional. Por estas razones hemos querido centrar nuestro ER nº 19 en la cuestión nacional.
(Los comentarios críticos respecto de nuestro colectivo se encuentran al final de este artículo)
Juventud Comunista de Zamora,
Enero de 2011.
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Revolución y Cuestión Nacional
Hay a quienes les rechina eso de ser anticapitalista antes que zamoranista o leonesista. Para este tipo de elementos el sistema capitalista no es en sí mismo un problema. No diremos que nos sorprende, pues para estas gentes las clases sociales y sus luchas no son más que una anécdota que rodea al verdadero motor de la historia: la lucha entre feudos y reinos que sobrepasan la historia de los distintos modos de producción que ha conocido la humanidad y que perduran por los siglos de los siglos.
Es del todo normal que ante los ojos de estos nostálgicos del medievo metidos en política el enemigo sea el "centralismo y el capitalismo castellanopucelano". Pues pudiera parecer que estos términos son equivocados sin más y que no tienen un trasfondo político, pero precisamente son este tipo de términos el sustento ideológico de los nacionalismos del Estado español, ya que hasta los nacionalistas españoles de todo pelaje tiran del capitalismo norteamericano para explicar los males de la patria, siempre que el argumento antiyanki sirva para eximir de culpabilidad clasista a la burguesía imperialista patria.
De la argumentación "anti-pucelana" se desprende que en el Reino de León o Región, o País, o Nación o como lo quieran llamar (quizás deberían ponerse de acuerdo las distintas fracciones del leonesismo antes de darnos órdenes lingüísticas al estilo de la RAE), no existiesen clases sociales. El opresor está fuera, en Valladolid, y es el conjunto del "pueblo leonés" el que sufre esta opresión nacional independientemente de su posición respecto de los medios de producción. Pues la opresión castellana lleva al patrón de Toro, al de Villablino y al de Guijuelo a una posición de subordinación respecto del capital foráneo que le impide alcanzar sus aspiraciones como clase nacional dentro del marco del Estado español, y más en concreto de la Comunidad Autónoma Castellana y Leonesa. Así la lucha política se reduce al marco nacional o regional, pero no como lucha interna entre proletarios y burgueses, sino principalmente como lucha común hacia fuera en cuanto a que todo el "pueblo leonés" representa una comunidad de intereses contrapuesta al "centralismo pucelano" que deben combatir por igual las clases proletarias y burguesas que unidas forman este pueblo al oeste de la península ibérica.
Con esta premisa ya tenemos la base ideológica del leonesismo y de todo nacionalismo: nuestra nación está siendo saqueada y las principales contradicciones a solucionar son nacionales y no clasistas por lo que la lucha principal debe ser León contra Castilla y no Trabajo contra Capital.
Las burguesías nacionales en el Estado español
La nación es una categoría histórica de una determinada época, la del capitalismo ascensional. Esto quiere decir que las naciones surgen en el momento histórico en que empiezan a crecer y se desarrollan las relaciones económicas capitalistas que ven despertar a las naciones a la par que la burguesía logra instaurar su dictadura de clase en las distintas partes del mundo, desplazando al viejo Estado feudal. Esto ocurre principalmente en Europa puesto que aquí se inician las revoluciones burguesas. La Revolución democrático-burguesa asienta su programa sobre dos pilares fundamentales: En primer lugar la centralización del poder político, como oposición a la forma poliárquica medieval que repartía en varias manos la autoridad, con el fin de conformar un único mercado nacional que permita el librecambio (libre circulación de dinero) y la libre circulación de mercancías por un territorio determinado. Y en segundo término está la perentoria necesidad de una superestructura que se encargue de blindar ese nuevo orden económico y político y las fronteras creadas por la nueva unidad mercantil, desde la que se fomentan las estructuras militares y todo el aparato coercitivo que se encargará de defender los intereses de esa nueva clase dominante. Es aquí donde se conforman los primeros Estados burgueses.
A medida que el capitalismo se desarrolla, este alcanza su fase imperialista y las naciones como marcos económicos generados por las relaciones de producción capitalistas son rebasadas por ese mismo capitalismo. El capital pasa entonces de ser el "creador" de las naciones a ser el que genera las condiciones para su extinción, pues tiende a su unidad internacional generando relaciones de todo tipo entre las distintas naciones, que en su primera etapa revestían una aparente independencia entre sí, pero que constantemente y a medida que se desarrolla el capital tienden a su unión económica, de la que se derivan posteriormente todas las uniones superestructurales: las alianzas militares como la OTAN, las políticas como la UE, las de legitimación del sistema imperialista mundial como la ONU...
"La propiedad privada fundada en el trabajo del pequeño patrono, la libre competencia, la democracia, todas esas consignas por medio de las cuales los capitalistas y su prensa engañan a los obreros y a los campesinos, pertenecen a un pasado lejano. El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países "avanzados". Este "botín" se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón), que, por el reparto de su botín, arrastran a su guerra a todo el mundo."
Lenin "El imperialismo fase superior del Capitalismo." Prologo a la edición francesa y alemana.
El paradigma de la revolución burguesa plantea que todas las naciones se erigen en Estado-nación. Que todas las naciones necesitan para existir como tales un Estado hecho a su medida. Pero eso es tan solo teoría burguesa acerca del Estado. Teoría que observa el Estado como la organización de la sociedad civil y como organismo al servicio de toda la ciudadanía. Sin embargo el estado es ante todo el instrumento para la opresión de una clase sobre otra.
El Estado es expresión de la represión entre expropiadores y productores, de los intereses de las clases dominantes, de la división social del trabajo... y también de las correlaciones de fuerza y de las contradicciones existentes entre todas las clases sociales. Esto permite que en la práctica no todas las naciones tengan que seguir esa forma estatal teórica y abstracta planteada por los académicos burgueses del Estado-nación. Pues las naciones han despertado cuando lo ha hecho su burguesía, que cuando ha podido se ha constituido en Estado. Pero sucede que el desarrollo de la burguesía está ligado a la ley del desigual desarrollo de las fuerzas productivas y cuando algunas burguesías "han despertado" era ya "tarde" y su país o nación ya estaba bajo la tutela de otro Estado "nacional". Siempre que ha podido la burguesía ha reunido un movimiento nacional para liberarse del yugo de otra burguesía. A veces lo ha conseguido. Y otras, tras muchas batallas ha desistido y ha acabado por integrarse en el Estado "nacional" convirtiéndolo en un Estado "plurinacional".
El caso de la conformación del Estado español, en tanto que Estado-nación presenta una gran problemática política a la hora de afrontar la centralización del poder político que comienza con la unificación de los reinos existentes en la Península Ibérica en los siglos XV y XVI. Tras el final de la Reconquista y el aplastamiento militar del Reino de Navarra, se da comienzo al proyecto de creación de una nueva superestructura política y militar. La Monarquía Hispánica, que exceptuando el caso navarro había procedido a la asimilación de los reinos preexistentes, a la hora de unificar los mercados nacionales se encontrará con la oposición de la vieja nobleza de los territorios conformadores del nuevo Estado frente a las leyes dictadas por la corona que lesionarían gravemente los intereses económicos de la clases dominantes de aquella época.
La llamada España de los cinco reinos había sido enterrada para dar paso a un nuevo ciclo político en el cual comienzan a aparecer los elementos constitutivos de un Nuevo Estado, como la fundación del primer cuerpo policial de la modernidad creado para proteger la propiedad privada en el campo, la llamada Santa Hermandad, que no será disuelta hasta 1834 para dar paso a la creación de la Guardia Civil; o la unificación de la lengua castellana, gracias a los trabajos del intelectual andaluz Elio Antonio de Nebrija
A pesar de estos impulsos desde el punto de vista político, en el plano económico y social la Monarquía Hispánica, aun habiendo tomado a sangre y fuego muchos de los territorios peninsulares, mantendrá el régimen foral en las entidades de los antiguos reinos con los que se encontraba en conflicto, presentando así una extraña dualidad en la cual comienzan a desarrollarse las primeras formas de acumulación capitalista sin desterrar los restos del feudalismo que se seguirán manifestando hasta bien entrado el siglo XX. Es en esta extraña situación en la que el intento de centralización del poder político y de unificación del mercado nacional coexiste con la añeja foralidad de los territorios leoneses, vascongados o aragoneses y los privilegios de determinados estamentos como el Concejo de la Mesta, que a posteriori se convertirán en elementos desestabilizadores del orden político español.
El problema de la eliminación de los privilegios de los territorios se materializará en la Guerra de las Comunidades en Castilla (1520-1522) , la Guerra de Sucesión en los Paíssos Catalans (1701-1715) o las Guerras Carlistas en Hego Euskal Herria (1833-1840); (1846-1849);(1872-1876). Será a partir del final de la última derrota del movimiento carlista en 1874 y de la pérdida del Impero colonial cuando se reformulará la forma estatal intentando, a pesar de mantener la estructura centralista, una democratización de facto que le otorgue un papel determinante en la política estatal a esa nueva clase burguesa periférica emergente heredera de la cultura foralista, y que ocupará durante los siglos XIX y XX, escenificándose de manera franca durante la II República (1931-1936) y la Guerra Civil (1936-1939).
El caso español es la mejor demostración que en un mismo Estado pueden convivir distintas naciones sin que por ello tengan que estar enfrentadas, siempre que se mantenga intacta la capacidad para la extracción de plusvalía y la acumulación de capital por parte de la clase dominante de las nación opresora y de las naciones oprimidas. Así, las burguesías nacionales pueden generar fuertes vínculos internacionales dentro de un mismo marco político-estatal sin perder su condición de clases nacionales. Y así de común acuerdo estas burguesías explotan al proletariado de todas esas naciones que forman el Estado y se coaligan para explotar al resto de los pueblos del mundo dividiéndolo en países oprimidos y países opresores.
En el Estado español conviven distintas naciones a cuya cabeza están sus burguesías nacionales. Todas ellas se encuentran cómodamente situadas en el marco político, social y económico que les brinda el Estado español. Esto no significa que estas burguesías se conviertan en "españolas". La burguesía representada por PNV-EAJ es vasca, pero participa del imperialismo español defendiendo en y desde ese marco estatal los intereses de la burguesía vasca que junto a la burguesía catalana, la española... ejercen su dictadura de clase contra todos los proletarios que vivimos bajo este Estado. Y lo que vale para los nacionalistas ultrarreacionarios del PNV, vale igualmente para esos descarados elementos neofascistas del Partido Popular vasco, del catalán o del de León: ¿Acaso la ultra María San Gil no es vasca? ¿Acaso la burguesía representada por el PP vasco no es una fracción más de la burguesía vasca integrada en el Estado plurinacional español?
El Estado español es un Estado plurinacional, una alianza internacional de burgueses cuyo objetivo como fracciones de un mismo imperialismo es someter a los pueblos del mundo y a la clase obrera. El marco estatal español permite a todas estas burguesías nacionales cumplir sus objetivos como clase nacional y por ello no necesitan un Estado-nación que defienda sus intereses porque no están oprimidos, son ellos los opresores. Y León no es la excepción. ¿Es que bajo el "capitalismo pucelano" la burguesía leonesa no puede alcanzar su desarrollo pleno como clase? ¿No comparte la burguesía leonesa su cuota de poder con la burguesía castellana en nuestra Comunidad Autónoma y con la gallega o la catalana en el conjunto del Estado español?
Evidentemente sí. Los burgueses de la CEOE de León, de Zamora o de Albacete son capitalistas que se reparten su cuota de poder junto a todos los burgueses del Estado español. Pero es mucho más sencillo y beneficioso para el nacionalismo ocultar la lucha de clases en nuestro territorio bajo una bandera nacional y común a todas las clases reflejando todos los males de esta tierra en el "centralismo castellanopucelano", como si de un señor feudal que viniese a cobrar los diezmos a los campesinos de León se tratase, que hablar de la contradicción principal que se da bajo el imperialismo burgués: la contradicción entre el trabajo asalariado y el capital, entre el proletariado y la burguesía.
Revolucionarios y Reaccionarios
"[...]la tarea de la gran reforma socialista del futuro no será la nacionalización, es decir, separar a las masas según fronteras nacionales, sino por el contrario desbrozar el camino para una única cultura internacional y universal donde desaparezcan las distintas nacionalidades."
Rosa Luxemburgo. "La cuestión nacional y la autonomía."
Los nacionalistas que nos han acusado de reaccionarios han tenido la ocurrencia de citar al mismísimo Lenin para hacernos ver que desde la Juventud Comunista de Zamora defendemos el centralismo opresor. Nos sorprende para bien que estos nacionalistas hayan utilizado una cita de Lenin en vez de una de Sancho I o alguno de esos héroes que en el siglo X luchaban por la patria leonesa. Aunque lo más destacable de la cita leniniana es que para acusarnos de centralistas, acusación contra la JCZ para la cual nuestros particulares fiscales no han aportado más prueba que el guión entre Castilla y entre León, ellos se han tenido que destapar como nacionalistas burgueses, algo que dicho sea de paso está en consonancia con la posición subjetiva que han adoptado (reformismo) consecuente con los intereses sociales que representan, los de la pequeña burguesía leonesa:
"El error de la izquierda centralista reside en el hecho que por temor a hacer el juego al nacionalismo burgués de las naciones oprimidas ha beneficiado no solamente al nacionalismo burgués, sino también al nacionalismo ultrarreaccionario de la nación opresora" (Cita de V. I. Lenin que utilizó "Zurriellu" en la crítica a la Juventud Comunista)
Porque ¿quiénes son los reaccionarios? Los comunistas trabajamos por y para la Revolución Socialista. La Revolución Socialista tiene como punto cardinal la cuestión del Poder, es decir, la toma violenta del poder por parte del Proletariado Revolucionario para establecer su dictadura de clase, la Dictadura Proletaria, que es la única forma política que puede revestir el Socialismo como ha demostrado la práctica, ese criterio de la verdad. Las tareas de los comunistas por tanto pasan por organizarse en base a la destrucción de los organismos generados por la burguesía para mantener su dictadura de clase. En nuestro caso debemos organizarnos por y para la destrucción del Estado burgués español que es el marco político creado por la burguesía para oprimir a la clase obrera, generando para ello nuestros propios instrumentos de clase siendo indispensable la constitución del Partido Comunista, así como de todos aquellos que demande la marcha del movimiento revolucionario del proletariado . La base material de la Revolución Socialista en el estado español es el proletariado, indistintamente de su nacionalidad ya que el instrumento clasista que lo oprime es el mismo, el Estado burgués español y su posición objetiva en la sociedad también es la misma, ya sea proletario en Zamora, en Ponferrada o en Barakaldo. La destrucción de este Estado no consiste en crear nuevos estados burgueses como dice pretender, por ejemplo, Esquerra Republicana de Catalunya o el actual pacto firmado por la Izquierda Abertzale y Eusko Alkartasuna para la formación del Estado vasco, pues eso solo reproduciría el modelo social de la producción capitalista, que en el fondo es lo que pretenden todos los socialchovinistas que a pesar de su palabrería no ponen en cuestión al "Estado burgués" sino al "Estado español". La destrucción de este Estado consiste en crear Nuevo Poder, en generar un poder de Nuevo Tipo basado en la "sustitución" de la dictadura burguesa por la dictadura del proletariado.
A nuestro modo de entender la creación de un único Frente Nacional interclasista en el cual converjan los intereses de la Pequeña burguesía radical antimonopolista y de la clase obrera es un debate que quedó zanjado ya y que se manifiesta en la actitud intransigente de los comunistas respecto a la preservación intacta de la independencia política del proletariado que con la flexibilidad táctica necesaria debe pelear solamente por llevar a cabo su programa político, es decir, el Socialismo.
Lo cierto es que no solo este tipo de leones iluminados han caído en este error sino que dirigentes de la talla de Rosa Luxemburgo creían de alguna forma que era posible la conciliación de la lucha por la liberación social de Polonia con los intereses de la burguesía no germanizada. Por 1908 la revolucionaria espartaquista escribía: "La autonomía nacional persigue los mismos objetivos que se encuentran en el programa político del proletariado polaco: acabar con el absolutismo y alcanzar una amplia libertad política en todo el país; pero esto es sólo una parte del programa que emana de las tendencias progresivas del desarrollo capitalista y de los intereses de clase del proletariado". En su obra "La cuestión nacional y la autonomía" reproducía este razonamiento como una fase intermedia provechosa para los intereses del proletariado polaco valiéndose de un velado oportunismo respecto a la cuestión nacional, viendo de un modo práctico la conformación de un Estado polaco que pondría las bases necesarias para la preparación de la Revolución Socialista, el necesario paso previo para la liberación social de Polonia. Pero no sólo la camarada Luxemburgo incurría en este error, en el cual se subordinan los intereses del proletariado a los de la burguesía, sino que más adelante en el tiempo el dirigente etarra Txabi Etxebarrieta redactaba con motivo del Aberri Eguna de 1968 el siguiente documento respecto al Frente Nacional Vasco: "ETA ha desarrollado su estrategia revolucionaria a través de la idea del BATASUN (Batasun Eguna, Batzar del Pueblo, etc.) como paso primero cara a la formación de un Frente Vasco de Liberación Nacional. Este Frente Nacional lo ve ETA como la reunión, bajo un programa mínimo, de todas las capas populares vascas cara a la obtención de la liberación nacional. Ahora bien, como sólo interesa a las capas populares la liberación nacional desde el momento en que la alta burguesía vasca esté totalmente integrada con el capitalismo español e internacional el paso que demos hacia la liberación nacional es al mismo tiempo un paso hacia los intereses populares vascos, un paso, por tanto, hacia el socialismo vasco. De esta manera, la Liberación Nacional de Euskadi no es sino un paso previo y necesario para el establecimiento del socialismo vasco." En este caso la vanguardia política y armada del Movimiento Nacional de Liberación Vasco, a la que en aquel momento se situaba ETA, incurría no solo en el error de subordinar los intereses del proletariado a los de la burguesía sino que le otorgaba el papel a la clase obrera vasca de constituirse en clase nacional, asumiendo la independencia de Euskadi como el paso necesario para la liberación social haciendo gala de un mecanicismo descabellado y que se ha erigido en el Estado español en un auténtico dogma de fe para las izquierdas periféricas bajo la consigna de "Independencia y Socialismo". Es decir acumulación de fuerzas en torno a la cuestión independentista para decidir luego si el socialismo llega en forma de regalo revolucionario. Esta característica de la fase intermedia no es exclusiva de las llamadas izquierdas independentistas pues Partidos y organizaciones de izquierda de implantación estatal o de carácter español, salvo honrosas excepciones, la reproducen en torno al modelo republicano que vendría a resolver precisamente el problema nacional mediante una democratización de los mecanismo jurídico-institucionales del Estado e incluso sobre la independencia nacional española por la cual se da a entender que la patria se ve sometida a la dominación militar y económica del capital norteamericano.
Desde la óptica de un militante comunista la postura respecto a la cuestión que nos ocupa es esta: "(...) la clase obrera es la que menos puede hacer un fetiche del problema nacional, porque el desarrollo del capitalismo no despierta necesariamente a todas las naciones a una vida independiente. Pero, una vez surgidos los movimientos nacionales de masas, desentenderse de ellos, negarse a apoyar lo que en ellos hay de progresivo significa caer, en realidad, bajo la influencia de prejuicios nacionalistas, es decir: considerar a "su propia" nación como "nación ejemplar" (o, añadiremos nosotros, como nación dotada del privilegio exclusivo de organizarse en Estado)" Lenin, "El derecho de las naciones a la autodeterminación". Así el dirigente bolchevique sintetizaba el pensamiento de Marx, legándonos lo que en sí significa el internacionalismo proletario uno de los principios irrenunciables e intocables del marxismo-leninismo. Nuestra organización lejos de ser pancastellana, negacionista o reaccionaria asume la posición que debe asumir todo aquel que se tenga por marxista y es la subordinación de la cuestión nacional a la cuestión obrera, aun reconociendo la importancia estratégica que tiene para nuestro movimiento en el Estado español.
Reconocemos sin ambages el sufrimiento que desde hace mucho tiempo está provocando en Euskal Herria la guerra de exterminio que el Estado burgués español ha desarrollado contra el MLNV. Sufrimiento del cual nunca nos hemos olvidado mostrando interna y públicamente nuestra solidaridad con el MLNV. Pero no por ello creemos que debamos asumir una posición política que como comunistas no nos corresponde, pues la solidaridad no puede en ningún momento chocar con los principios.
Nuestra ideología asume la cuestión democrática del derecho de Autodeterminación de las naciones que viven bajo el marco estatal, pero no nos cansaremos de señalar las desviaciones que muchos honestos y abnegados militantes de la izquierda radical (a los que desde estas páginas llamamos compañeros) y a las que están prestando sus fuerzas.
Y todo esto es lo que Lenin y el bolchevismo, con el que se suelen llenar la boca los socialchovinistas centrales y periféricos para justificar la reforma bajo el Estado burgués, supo comprender y lo que se realizó en Rusia durante la Gran Revolución Socialista de Octubre. Primero el proletariado y el campesinado de las distintas naciones que formaban el Estado ruso, destruyó el Estado burgués y luego las distintas naciones ejercieron su derecho a la autodeterminación, haciendo certera la premisa marxista de que en la era de la revolución proletaria todas las reivindicaciones democráticas deben estar subordinadas al derrocamiento del poder burgués.
No quiere decir esto que el derecho a la autodeterminación sea un derecho que solo pueda resolverse en el socialismo, error en el que cayó el "internacionalismo trotskista" puesto que el Socialismo no es la solución del problema nacional, sino su superación. Precisamente por ser este un derecho democrático-burgués, se presenta aquí para los comunistas una contradicción (internacionalismo-independentismo) que los bolcheviques solventaron acertadamente: El proletariado es, objetivamente, una clase internacional puesto que sus intereses son los mismos y no chocan entre sí por ser de distintas naciones algo que si les ocurre al resto de clases sociales por muy internacionalistas que se declaren. Esto significa que la clase obrera debe aspirar a su unidad política internacional en la medida en que es un ente económico y social universal que se reproduce en todas las naciones, que parte de unas condiciones objetivas comunes, la explotación asalariada, y que tiene unas aspiraciones comunes, la emancipación del trabajo. El internacionalismo no es entonces una unidad de diversas naciones que desde el voluntarismo deciden cooperar. El internacionalismo proletario es la superación dialéctica del agregado plurinacional al que lo relega la burguesía y parte de condiciones objetivas ligadas íntimamente a la condición universal del proletariado como clase social. Sin embargo ante la Revolución Proletaria se alzan los problemas de la vieja sociedad burguesa entre ellos el problema nacional. Y como el proletariado revolucionario basa su práctica en el materialismo dialéctico e histórico debe solucionar todos estos problemas. Los bolcheviques resolvieron la cuestión nacional conforme al internacionalismo proletario: unieron a los obreros de todas las naciones bajo el socialismo científico para destruir el Estado burgués y reconocieron a las naciones su derecho a la autodeterminación.
La táctica Revolucionaria para el Estado español ha de ser la misma, pues la incapacidad de la burguesía para solventar el problema nacional ha dejado esta cuestión en el aire en el período histórico de la Revolución Socialista la cual debe liquidar todos los problemas que la revolución democrático-burguesa dejó pendientes sin que, en el caso del Estado español, sea necesaria una etapa intermedia. En el Estado español los revolucionarios deben trabajar por unir a los proletarios de las distintas naciones para destruir al enemigo común, el Estado burgués.
Frente a esta línea revolucionaria está la línea socialchovinista, una línea reaccionaria. Rara vez se plantea la Revolución Socialista desde el ámbito nacional aunque ya no queda casi ningún "ala izquierda" de los movimientos nacionalistas que no haya introducido la palabra "socialismo" en su programa. Pero este "socialismo" poco tiene que ver con el marxismo y la dictadura del proletariado, es decir, un Socialismo que destruya lo viejo y construya lo nuevo. Es por el contrario un "socialismo" reaccionario que oculta la lucha de clases y habla constantemente del "conjunto del pueblo" o del "pueblo trabajador" para presentarse como redentor y único garante de las aspiraciones nacionales en vez de como liberador de la clase proletaria y solo así de toda la humanidad.
Se vuelve otra vez sobre la premisa de partida del movimiento nacional vista en la expresión "capitalismo pucelano", reproducida y adaptada a los intereses de cada movimiento nacional y a través de la cual se da entender que el problema cardinal de la nación viene del exterior, de la opresión española o como en nuestro caso de la opresión "castellano-pucelana" y no de la reproducción de la explotación capitalista en su seno como una nación más dentro del sistema imperialista mundial, que además en este caso ocupa una posición de privilegio en dicho sistema. Se obvia que la burguesía nacional forma parte de la "alianza estatal española" y se le caracteriza como sujeto válido para la revolución nacional en alianza con la clase obrera nacional. Así el proletariado leonés (en el ejemplo) no es aliado del proletario castellano para acabar con el Estado burgués, sino que primero debe ser aliado del resto del pueblo leonés (léase burguesía) para acabar con la opresión "castellana" o "española". Esta táctica de alianza de la clase obrera con la burguesía nacional para posteriormente luchar contra ella y hacer la Revolución social trae consigo sus errores. Uno de ellos es creer que porque las burguesías nacionales se separen (disgregación, que no destrucción, del Estado español) estas estarán más debilitadas y el proletariado "tendrá más fácil" hacer la revolución. Parece olvidar quien defiende esta postura que su burguesía nacional está más que preparada para dirigir su Estado-nación (la leonesa, la castellana, la vasca, la catalana...) y si no lo hace es porque la alianza "española" le permite una cuota de ganancia y de poder en el sistema imperialista internacional que no tiene asegurada por sí sola. Y el mejor ejemplo de lo que planteamos nosotros frente a este abstracto nacionalista e idealista del "divide y vencerás" lo tenemos en Catalunya.
¿Si mañana Catalunya formase un Estado-nación Joan Saura y sus Gossos d´Escuadra o Artur Mas y sus socis perderían las capacidades adquiridas durante siglos por la burguesía catalana para seguir ejerciendo su dictadura de clase contra el proletariado catalán? No, ya que las crisis que se generan por las contradicciones internas de la clase dominante ya sea sin romper su marco estatal, o incluso como podría pasar con la independencia de Catalunya o Euskal Herria, rompiendo el marco estatal español, no generan una situación de crisis general del capitalismo y el estado burgués que los lleve a derrumbarse. Esa crisis solo puede ser generada por el movimiento revolucionario organizado, es decir, por el Partido Comunista de cuya problemática se desentienden todos los nacionalistas, desentendiéndose por ello de la Revolución.
Una Clase, Un Estado, Un Partido
Pues el error más grave del nacionalismo, por cuanto niega la experiencia histórica de la lucha de clases, es la incomprensión total del lugar objetivo que ocupa el proletariado en la sociedad y en la historia y de lo que mediante su práctica subjetiva ha logrado desarrollar: el partido obrero de nuevo tipo, el Partido Comunista, que es el único organismo social capaz de dirigir la Revolución Socialista, la revolución pendiente en el Estado español. Porque el Partido Comunista es el instrumento superior de la clase obrera. Es un órgano que no solo ejerce la labor de Estado Mayor de la clase sino que muestra el movimiento constante de las masas hacia su vanguardia, la unidad dialéctica de la vanguardia y las masas como movimiento organizado en base a los principios del marxismo-leninismo (unión de teoría y práctica) que se plasman en su Programa Revolucionario (Praxis revolucionaria) de destrucción del viejo orden burgués. Organización garante de la independencia política de la clase obrera y por tanto de que el proceso revolucionario se dirige hacia el Comunismo.
Frente al Partido obrero de nuevo tipo, órgano superior de la clase revolucionaria, los nacionalistas presentan un frente común interclasista negando al Partido como tal y reduciéndolo, en el mejor de los casos, a un mero apéndice de tal o cual Movimiento de Liberación Nacional para arrastrar al proletariado bajo las banderas de la burguesía. Pero el proletariado tiene su propia bandera probada en mil y una batallas y no puede ir a la zaga de ningún movimiento nacional. Así pues los revolucionarios luchamos por la reconstitución del Partido Comunista marxista-leninista para todo el Estado español, mientras que el nacionalismo, siempre reaccionario en última instancia, se empeña en difuminar esa tarea fundamental para los trabajadores a los que pretende empantanar en la forja de su nación, poniéndolo bajo sus filas en un movimiento interclasista como una facción nacional más subordinada al interés general de la patria, que es en realidad el interés particular de la burguesía. Y esto no solo ocurre con los distintos MLN del Estado español, sino que es común a todo el nacionalismo incluido el del republicanismo de corte españolista que busca en la República burguesa el Estado redentor de todos los males de las Españas y al que pretenden arrastrar al proletariado alejándolo de su Partido y llevándolo al pantano del interclasismo pequeñoburgués en nombre de la Unidad del pueblo, demostrándose así que todos los nacionalistas, los grandes y los pequeños, acaban dándose la mano en su labor de desviar la atención del proletariado sobre su verdadera liberación que pasa por la destrucción del Estado burgués con independencia de a que burguesía nacional defienda.
Haciendo una recapitulación sobre todo lo expuesto, diremos que los comunistas apoyamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Fraseología huera si no se le da contenido basado en una propaganda a favor del derecho democrático de los pueblos a decidir su futuro y en una denuncia de la represión a que son sometidos los distintos MLN. Pero esto ni mucho menos significa que la clase obrera tenga que postrarse ante los intereses nacionales y pequeñoburgueses o que tenga que adscribirse y dedicarse a engrosar las filas de verdaderos o ficticios movimientos nacionales. El marco de actuación para la revolución no es ni la región, ni el feudo ni la nación. Es el Estado. Aquí la consigna proletaria e internacionalista no es independencia y socialismo, sino Un Estado, Una clase un Partido. La dictadura del proletariado garantiza la libertad y el pleno desarrollo de los pueblos. La independencia nacional no garantiza la dictadura del proletariado.
La clase obrera debe cuidarse ante todo de luchar por sus intereses que solo pueden cristalizar a través de la Revolución Socialista y de la toma del poder político. Hoy esos intereses, esos objetivos, pasan por retomar el marxismo-leninismo y ponerlo al frente del Partido Comunista que sea no solo vanguardia de la clase, sino la suma de organizaciones que desde el marxismo unifiquen a éste con el movimiento obrero. Lo demás es engañar a los trabajadores con el dulce nacional.
Los siguientes comentarios se refieren a nuestro artículo "El campo castellano y la revolución socialista" publicado en el ER nº 17. Los comentarios se pueden ver aquí
Oeste Purpura:
¿Osea que el yugo capitalista no se puede aceptar, pero el yugo pancastallano si?
Vamos a ver, un poco de seriedad. El artículo comienza hablando del campo castellano (que como cualquiera pensaría parece que hablamos de los campos de Ourense, Badajóz, Almeria, o Vitoria). Luego resulta que de lo que se habla es del campo "castellano-leonés". Osea que se ve que el título niega la realidad leonesa. Finalmente, el verdugo y el malo es el capitalismo atróz, pero que nada tiene que ver con el sangrante centralismo pucelano e impulsor de las ideas pancastellanistas.
La izquierda zamorana no tiene porque sentirse leonesa, es más ni incluso castellana. Pero de ahí a negar por un lado la evidencia de un hecho cultural e histórico y por otro lado, una aterradora realidad económica de pobreza y despoblamiento del ámbito rural de la región leonesa.
Tal vez sea errado nuestro comentario, pero tal vez es hora de plantarse frente a este capitalismo pucelano, creador de CyL y manipulador de la historia de los pueblos leonés y castellano, y decir:
BASTA YA DE MENTIRAS
NOSOTROS LUCHAMOS POR ZAMORA Y SU REGION, Y NO PARA VALLADOLID Y SU AUTONOSUYA
El barquero leonés:
Zamora no es Castilla. Habláis de yugos en tono peyorativo, y sois vosotros los primeros que se los poneis a vuestra tierra. Estáis en contra del capitalismo, y os aliais con el capitalismo feroz castellanopucelano, negando la realidad de la Región Leonesa. Antes de reivindicar nada, lo primero que hay que hacer es ser coherente. ¡¡¡Autonomía y libertad para la Región Leonesa!!!
Zurriellu:
Los Pancastellanistas son españolistas disfrazaos, van de "casteztales" pero luego defienden y transigen con las "razones de estado" para contrarrestar los "separatismos periféricos" que pusieron como excusa los franquistas del Búnquer, que llevaron a crear una Comunidad Autónoma sin identidad nacional...
El pancastellanismo chovinista que niega la identidad del Pueblo Leonés es cómplice y artífice del españolismo de la Izquierda Española,como el PCE...
Dijo Lenin:
“El error de la izquierda centralista reside en el hecho que por temor a hacer el juego al nacionalismo burgués de las naciones oprimidas ha beneficiado no solamente al nacionalismo burgués, sino también al nacionalismo ultrarreaccionario de la nación opresora”
-Pues bien, el pancastellanismo al negar la realidad leonesa le hace juego a la burguesía cerealista nacional-catolicista de Valladolid (esos que se expresaron y se expresan por medio de los papeles "El Norte de Castilla"), y al mismo tiempo al Nacionalismo Español de UPD, PP y demás morraya...
Otra cosa que dejan patente los castellanistas es su carencia de identidad, al incluir al País Leonés y otras naciones como Cantabria o Murcia en su Proyecto nacional; usando como argumento la pérdida de autonomía y la aculturación de estos territorios...
Castilla es España y lo demás tierra Castellanizada!!!
Hablan de España como estado opresor y cárcel de pueblos: y lo es. Pero...
¿No sería un Estado Opresor su Ancha Castilla que niega la identidad y el autogobierno a naciones vecina y hermanas?
"Un pueblo que oprime a otro pueblo, jamás será realmente Libre"
AXEBRA AUTODETERMÍN YA SOCIALISMU
Zurriellu:
Respecto a lo del uso del término "Castellano-leonés", a mi juicio un blog que se llama Espacio Rojo no debiera ser más reaccionario y más negacionista que el articulado estatutario; que defiende la birregionalidad desde el preámbulo, y destierra el término Castellanolenés por el de Castellano y Leonés.
En tal caso deberíais de hablar de Campo Castellano y de Campo Leonés... además que los usos y produccionés son bien distintos en cada región e incluso por cada comarca...La problemática es distinta entre los campos cerealistas, que en las devesas o en las brañas ganaderas o las chousas fructícolas...
El campo Castellano-leonés no existe!!
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Espacio Rojo 19: Revolución y Cuestión Nacional
Lejos de ser pancastellanos,negacionistas o reaccionarios asumimos la posición que debe asumir todo aquel que se tenga por marxista y es la subordinación de la cuestión nacional a la cuestión obrera
Introducción
En abril del año pasado publicábamos el Espacio Rojo nº 17 acerca de la cuestión del campo en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Sobre esta problemática presentamos, igualmente, una ponencia en las II Jornadas Anticapitalistas de Zamora. Pero las críticas que se vertieron sobre nosotros, nada tuvieron que ver con el campesinado de nuestra tierra, sino que iban encaminadas a temas nacionales, pues según un grupo de nacionalistas cometíamos enormes sacrilegios al utilizar un guión entre la palabra Castilla y la palabra León y al no diferenciar claramente el campo castellano del campo leonés. Como si las problemáticas del pequeño productor agrario o ganadero en los Estados Imperialista de la UE no fuesen, en esencia, los mismos.
"Pancastellanos", "casteztales", "reaccionarios", "negacionistas"... fueron muchos los epítetos que nos dedicaron representantes virtuales del leonesismo. En la Juventud Comunista no somos de la opinión de que todas las opciones políticas sean respetables, eso se lo dejamos a los burgueses y su hipocresía. No obstante si respetamos a todos aquellos que desde una militancia antifascista y de izquierdas sienten apego por su tierra ya sean, en este caso, del País Leonés o de Castilla. Porque en nuestra ciudad hemos trabajado con ellos en numerosos movimientos sociales y porque seguramente seguiremos trabajando con ellos a pesar de las grandes diferencias que nos separan.
Pero esto no significa que los comunistas vayamos a rehusar el debate. Y menos cuando nacionalistas disfrazados de rojo se atreven a llamarnos reaccionarios con una triste argumentación que no pasa del ataque a un guión entre Castilla y entre León. Un guión que para los que ven la actualidad con anteojos de anticuario parece haberse transformado en la temible espada del mercenario Rodrigo Díaz de Vivar que vuelve por tierras zamoranas a someter al noble Reino de León. Y es que ante este tipo de provocaciones y para no evitar posicionarnos sobre este problema candente dentro del movimiento comunista, los nacionalistas merecen una respuesta. Pues el problema nacional amenaza desde hace un gran lapso de tiempo nuestra coherencia ideológica como marxistas-leninistas, convirtiendo a muchas de las organizaciones en vulgares materialistas estáticos, que le otorgan a la nación una posición preexistente a su base material, a lo que le sustenta y le da forma, el movimiento nacional.
Nuestro trabajo pretende arrojar un poco de luz sobre el actual estado en que se encuentra el debate sobre el problema de las nacionalidades en el Estado español desde una óptica revolucionaria y de clase, intransigente con todo aquello que pase por encima del internacionalismo proletario que a nuestro juicio debe ser la posición de los comunistas en torno a la cuestión nacional. Por estas razones hemos querido centrar nuestro ER nº 19 en la cuestión nacional.
(Los comentarios críticos respecto de nuestro colectivo se encuentran al final de este artículo)
Juventud Comunista de Zamora,
Enero de 2011.
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Revolución y Cuestión Nacional
Hay a quienes les rechina eso de ser anticapitalista antes que zamoranista o leonesista. Para este tipo de elementos el sistema capitalista no es en sí mismo un problema. No diremos que nos sorprende, pues para estas gentes las clases sociales y sus luchas no son más que una anécdota que rodea al verdadero motor de la historia: la lucha entre feudos y reinos que sobrepasan la historia de los distintos modos de producción que ha conocido la humanidad y que perduran por los siglos de los siglos.
Es del todo normal que ante los ojos de estos nostálgicos del medievo metidos en política el enemigo sea el "centralismo y el capitalismo castellanopucelano". Pues pudiera parecer que estos términos son equivocados sin más y que no tienen un trasfondo político, pero precisamente son este tipo de términos el sustento ideológico de los nacionalismos del Estado español, ya que hasta los nacionalistas españoles de todo pelaje tiran del capitalismo norteamericano para explicar los males de la patria, siempre que el argumento antiyanki sirva para eximir de culpabilidad clasista a la burguesía imperialista patria.
De la argumentación "anti-pucelana" se desprende que en el Reino de León o Región, o País, o Nación o como lo quieran llamar (quizás deberían ponerse de acuerdo las distintas fracciones del leonesismo antes de darnos órdenes lingüísticas al estilo de la RAE), no existiesen clases sociales. El opresor está fuera, en Valladolid, y es el conjunto del "pueblo leonés" el que sufre esta opresión nacional independientemente de su posición respecto de los medios de producción. Pues la opresión castellana lleva al patrón de Toro, al de Villablino y al de Guijuelo a una posición de subordinación respecto del capital foráneo que le impide alcanzar sus aspiraciones como clase nacional dentro del marco del Estado español, y más en concreto de la Comunidad Autónoma Castellana y Leonesa. Así la lucha política se reduce al marco nacional o regional, pero no como lucha interna entre proletarios y burgueses, sino principalmente como lucha común hacia fuera en cuanto a que todo el "pueblo leonés" representa una comunidad de intereses contrapuesta al "centralismo pucelano" que deben combatir por igual las clases proletarias y burguesas que unidas forman este pueblo al oeste de la península ibérica.
Con esta premisa ya tenemos la base ideológica del leonesismo y de todo nacionalismo: nuestra nación está siendo saqueada y las principales contradicciones a solucionar son nacionales y no clasistas por lo que la lucha principal debe ser León contra Castilla y no Trabajo contra Capital.
Las burguesías nacionales en el Estado español
La nación es una categoría histórica de una determinada época, la del capitalismo ascensional. Esto quiere decir que las naciones surgen en el momento histórico en que empiezan a crecer y se desarrollan las relaciones económicas capitalistas que ven despertar a las naciones a la par que la burguesía logra instaurar su dictadura de clase en las distintas partes del mundo, desplazando al viejo Estado feudal. Esto ocurre principalmente en Europa puesto que aquí se inician las revoluciones burguesas. La Revolución democrático-burguesa asienta su programa sobre dos pilares fundamentales: En primer lugar la centralización del poder político, como oposición a la forma poliárquica medieval que repartía en varias manos la autoridad, con el fin de conformar un único mercado nacional que permita el librecambio (libre circulación de dinero) y la libre circulación de mercancías por un territorio determinado. Y en segundo término está la perentoria necesidad de una superestructura que se encargue de blindar ese nuevo orden económico y político y las fronteras creadas por la nueva unidad mercantil, desde la que se fomentan las estructuras militares y todo el aparato coercitivo que se encargará de defender los intereses de esa nueva clase dominante. Es aquí donde se conforman los primeros Estados burgueses.
A medida que el capitalismo se desarrolla, este alcanza su fase imperialista y las naciones como marcos económicos generados por las relaciones de producción capitalistas son rebasadas por ese mismo capitalismo. El capital pasa entonces de ser el "creador" de las naciones a ser el que genera las condiciones para su extinción, pues tiende a su unidad internacional generando relaciones de todo tipo entre las distintas naciones, que en su primera etapa revestían una aparente independencia entre sí, pero que constantemente y a medida que se desarrolla el capital tienden a su unión económica, de la que se derivan posteriormente todas las uniones superestructurales: las alianzas militares como la OTAN, las políticas como la UE, las de legitimación del sistema imperialista mundial como la ONU...
"La propiedad privada fundada en el trabajo del pequeño patrono, la libre competencia, la democracia, todas esas consignas por medio de las cuales los capitalistas y su prensa engañan a los obreros y a los campesinos, pertenecen a un pasado lejano. El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países "avanzados". Este "botín" se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón), que, por el reparto de su botín, arrastran a su guerra a todo el mundo."
Lenin "El imperialismo fase superior del Capitalismo." Prologo a la edición francesa y alemana.
El paradigma de la revolución burguesa plantea que todas las naciones se erigen en Estado-nación. Que todas las naciones necesitan para existir como tales un Estado hecho a su medida. Pero eso es tan solo teoría burguesa acerca del Estado. Teoría que observa el Estado como la organización de la sociedad civil y como organismo al servicio de toda la ciudadanía. Sin embargo el estado es ante todo el instrumento para la opresión de una clase sobre otra.
El Estado es expresión de la represión entre expropiadores y productores, de los intereses de las clases dominantes, de la división social del trabajo... y también de las correlaciones de fuerza y de las contradicciones existentes entre todas las clases sociales. Esto permite que en la práctica no todas las naciones tengan que seguir esa forma estatal teórica y abstracta planteada por los académicos burgueses del Estado-nación. Pues las naciones han despertado cuando lo ha hecho su burguesía, que cuando ha podido se ha constituido en Estado. Pero sucede que el desarrollo de la burguesía está ligado a la ley del desigual desarrollo de las fuerzas productivas y cuando algunas burguesías "han despertado" era ya "tarde" y su país o nación ya estaba bajo la tutela de otro Estado "nacional". Siempre que ha podido la burguesía ha reunido un movimiento nacional para liberarse del yugo de otra burguesía. A veces lo ha conseguido. Y otras, tras muchas batallas ha desistido y ha acabado por integrarse en el Estado "nacional" convirtiéndolo en un Estado "plurinacional".
El caso de la conformación del Estado español, en tanto que Estado-nación presenta una gran problemática política a la hora de afrontar la centralización del poder político que comienza con la unificación de los reinos existentes en la Península Ibérica en los siglos XV y XVI. Tras el final de la Reconquista y el aplastamiento militar del Reino de Navarra, se da comienzo al proyecto de creación de una nueva superestructura política y militar. La Monarquía Hispánica, que exceptuando el caso navarro había procedido a la asimilación de los reinos preexistentes, a la hora de unificar los mercados nacionales se encontrará con la oposición de la vieja nobleza de los territorios conformadores del nuevo Estado frente a las leyes dictadas por la corona que lesionarían gravemente los intereses económicos de la clases dominantes de aquella época.
La llamada España de los cinco reinos había sido enterrada para dar paso a un nuevo ciclo político en el cual comienzan a aparecer los elementos constitutivos de un Nuevo Estado, como la fundación del primer cuerpo policial de la modernidad creado para proteger la propiedad privada en el campo, la llamada Santa Hermandad, que no será disuelta hasta 1834 para dar paso a la creación de la Guardia Civil; o la unificación de la lengua castellana, gracias a los trabajos del intelectual andaluz Elio Antonio de Nebrija
A pesar de estos impulsos desde el punto de vista político, en el plano económico y social la Monarquía Hispánica, aun habiendo tomado a sangre y fuego muchos de los territorios peninsulares, mantendrá el régimen foral en las entidades de los antiguos reinos con los que se encontraba en conflicto, presentando así una extraña dualidad en la cual comienzan a desarrollarse las primeras formas de acumulación capitalista sin desterrar los restos del feudalismo que se seguirán manifestando hasta bien entrado el siglo XX. Es en esta extraña situación en la que el intento de centralización del poder político y de unificación del mercado nacional coexiste con la añeja foralidad de los territorios leoneses, vascongados o aragoneses y los privilegios de determinados estamentos como el Concejo de la Mesta, que a posteriori se convertirán en elementos desestabilizadores del orden político español.
El problema de la eliminación de los privilegios de los territorios se materializará en la Guerra de las Comunidades en Castilla (1520-1522) , la Guerra de Sucesión en los Paíssos Catalans (1701-1715) o las Guerras Carlistas en Hego Euskal Herria (1833-1840); (1846-1849);(1872-1876). Será a partir del final de la última derrota del movimiento carlista en 1874 y de la pérdida del Impero colonial cuando se reformulará la forma estatal intentando, a pesar de mantener la estructura centralista, una democratización de facto que le otorgue un papel determinante en la política estatal a esa nueva clase burguesa periférica emergente heredera de la cultura foralista, y que ocupará durante los siglos XIX y XX, escenificándose de manera franca durante la II República (1931-1936) y la Guerra Civil (1936-1939).
El caso español es la mejor demostración que en un mismo Estado pueden convivir distintas naciones sin que por ello tengan que estar enfrentadas, siempre que se mantenga intacta la capacidad para la extracción de plusvalía y la acumulación de capital por parte de la clase dominante de las nación opresora y de las naciones oprimidas. Así, las burguesías nacionales pueden generar fuertes vínculos internacionales dentro de un mismo marco político-estatal sin perder su condición de clases nacionales. Y así de común acuerdo estas burguesías explotan al proletariado de todas esas naciones que forman el Estado y se coaligan para explotar al resto de los pueblos del mundo dividiéndolo en países oprimidos y países opresores.
En el Estado español conviven distintas naciones a cuya cabeza están sus burguesías nacionales. Todas ellas se encuentran cómodamente situadas en el marco político, social y económico que les brinda el Estado español. Esto no significa que estas burguesías se conviertan en "españolas". La burguesía representada por PNV-EAJ es vasca, pero participa del imperialismo español defendiendo en y desde ese marco estatal los intereses de la burguesía vasca que junto a la burguesía catalana, la española... ejercen su dictadura de clase contra todos los proletarios que vivimos bajo este Estado. Y lo que vale para los nacionalistas ultrarreacionarios del PNV, vale igualmente para esos descarados elementos neofascistas del Partido Popular vasco, del catalán o del de León: ¿Acaso la ultra María San Gil no es vasca? ¿Acaso la burguesía representada por el PP vasco no es una fracción más de la burguesía vasca integrada en el Estado plurinacional español?
El Estado español es un Estado plurinacional, una alianza internacional de burgueses cuyo objetivo como fracciones de un mismo imperialismo es someter a los pueblos del mundo y a la clase obrera. El marco estatal español permite a todas estas burguesías nacionales cumplir sus objetivos como clase nacional y por ello no necesitan un Estado-nación que defienda sus intereses porque no están oprimidos, son ellos los opresores. Y León no es la excepción. ¿Es que bajo el "capitalismo pucelano" la burguesía leonesa no puede alcanzar su desarrollo pleno como clase? ¿No comparte la burguesía leonesa su cuota de poder con la burguesía castellana en nuestra Comunidad Autónoma y con la gallega o la catalana en el conjunto del Estado español?
Evidentemente sí. Los burgueses de la CEOE de León, de Zamora o de Albacete son capitalistas que se reparten su cuota de poder junto a todos los burgueses del Estado español. Pero es mucho más sencillo y beneficioso para el nacionalismo ocultar la lucha de clases en nuestro territorio bajo una bandera nacional y común a todas las clases reflejando todos los males de esta tierra en el "centralismo castellanopucelano", como si de un señor feudal que viniese a cobrar los diezmos a los campesinos de León se tratase, que hablar de la contradicción principal que se da bajo el imperialismo burgués: la contradicción entre el trabajo asalariado y el capital, entre el proletariado y la burguesía.
Revolucionarios y Reaccionarios
"[...]la tarea de la gran reforma socialista del futuro no será la nacionalización, es decir, separar a las masas según fronteras nacionales, sino por el contrario desbrozar el camino para una única cultura internacional y universal donde desaparezcan las distintas nacionalidades."
Rosa Luxemburgo. "La cuestión nacional y la autonomía."
Los nacionalistas que nos han acusado de reaccionarios han tenido la ocurrencia de citar al mismísimo Lenin para hacernos ver que desde la Juventud Comunista de Zamora defendemos el centralismo opresor. Nos sorprende para bien que estos nacionalistas hayan utilizado una cita de Lenin en vez de una de Sancho I o alguno de esos héroes que en el siglo X luchaban por la patria leonesa. Aunque lo más destacable de la cita leniniana es que para acusarnos de centralistas, acusación contra la JCZ para la cual nuestros particulares fiscales no han aportado más prueba que el guión entre Castilla y entre León, ellos se han tenido que destapar como nacionalistas burgueses, algo que dicho sea de paso está en consonancia con la posición subjetiva que han adoptado (reformismo) consecuente con los intereses sociales que representan, los de la pequeña burguesía leonesa:
"El error de la izquierda centralista reside en el hecho que por temor a hacer el juego al nacionalismo burgués de las naciones oprimidas ha beneficiado no solamente al nacionalismo burgués, sino también al nacionalismo ultrarreaccionario de la nación opresora" (Cita de V. I. Lenin que utilizó "Zurriellu" en la crítica a la Juventud Comunista)
Porque ¿quiénes son los reaccionarios? Los comunistas trabajamos por y para la Revolución Socialista. La Revolución Socialista tiene como punto cardinal la cuestión del Poder, es decir, la toma violenta del poder por parte del Proletariado Revolucionario para establecer su dictadura de clase, la Dictadura Proletaria, que es la única forma política que puede revestir el Socialismo como ha demostrado la práctica, ese criterio de la verdad. Las tareas de los comunistas por tanto pasan por organizarse en base a la destrucción de los organismos generados por la burguesía para mantener su dictadura de clase. En nuestro caso debemos organizarnos por y para la destrucción del Estado burgués español que es el marco político creado por la burguesía para oprimir a la clase obrera, generando para ello nuestros propios instrumentos de clase siendo indispensable la constitución del Partido Comunista, así como de todos aquellos que demande la marcha del movimiento revolucionario del proletariado . La base material de la Revolución Socialista en el estado español es el proletariado, indistintamente de su nacionalidad ya que el instrumento clasista que lo oprime es el mismo, el Estado burgués español y su posición objetiva en la sociedad también es la misma, ya sea proletario en Zamora, en Ponferrada o en Barakaldo. La destrucción de este Estado no consiste en crear nuevos estados burgueses como dice pretender, por ejemplo, Esquerra Republicana de Catalunya o el actual pacto firmado por la Izquierda Abertzale y Eusko Alkartasuna para la formación del Estado vasco, pues eso solo reproduciría el modelo social de la producción capitalista, que en el fondo es lo que pretenden todos los socialchovinistas que a pesar de su palabrería no ponen en cuestión al "Estado burgués" sino al "Estado español". La destrucción de este Estado consiste en crear Nuevo Poder, en generar un poder de Nuevo Tipo basado en la "sustitución" de la dictadura burguesa por la dictadura del proletariado.
A nuestro modo de entender la creación de un único Frente Nacional interclasista en el cual converjan los intereses de la Pequeña burguesía radical antimonopolista y de la clase obrera es un debate que quedó zanjado ya y que se manifiesta en la actitud intransigente de los comunistas respecto a la preservación intacta de la independencia política del proletariado que con la flexibilidad táctica necesaria debe pelear solamente por llevar a cabo su programa político, es decir, el Socialismo.
Lo cierto es que no solo este tipo de leones iluminados han caído en este error sino que dirigentes de la talla de Rosa Luxemburgo creían de alguna forma que era posible la conciliación de la lucha por la liberación social de Polonia con los intereses de la burguesía no germanizada. Por 1908 la revolucionaria espartaquista escribía: "La autonomía nacional persigue los mismos objetivos que se encuentran en el programa político del proletariado polaco: acabar con el absolutismo y alcanzar una amplia libertad política en todo el país; pero esto es sólo una parte del programa que emana de las tendencias progresivas del desarrollo capitalista y de los intereses de clase del proletariado". En su obra "La cuestión nacional y la autonomía" reproducía este razonamiento como una fase intermedia provechosa para los intereses del proletariado polaco valiéndose de un velado oportunismo respecto a la cuestión nacional, viendo de un modo práctico la conformación de un Estado polaco que pondría las bases necesarias para la preparación de la Revolución Socialista, el necesario paso previo para la liberación social de Polonia. Pero no sólo la camarada Luxemburgo incurría en este error, en el cual se subordinan los intereses del proletariado a los de la burguesía, sino que más adelante en el tiempo el dirigente etarra Txabi Etxebarrieta redactaba con motivo del Aberri Eguna de 1968 el siguiente documento respecto al Frente Nacional Vasco: "ETA ha desarrollado su estrategia revolucionaria a través de la idea del BATASUN (Batasun Eguna, Batzar del Pueblo, etc.) como paso primero cara a la formación de un Frente Vasco de Liberación Nacional. Este Frente Nacional lo ve ETA como la reunión, bajo un programa mínimo, de todas las capas populares vascas cara a la obtención de la liberación nacional. Ahora bien, como sólo interesa a las capas populares la liberación nacional desde el momento en que la alta burguesía vasca esté totalmente integrada con el capitalismo español e internacional el paso que demos hacia la liberación nacional es al mismo tiempo un paso hacia los intereses populares vascos, un paso, por tanto, hacia el socialismo vasco. De esta manera, la Liberación Nacional de Euskadi no es sino un paso previo y necesario para el establecimiento del socialismo vasco." En este caso la vanguardia política y armada del Movimiento Nacional de Liberación Vasco, a la que en aquel momento se situaba ETA, incurría no solo en el error de subordinar los intereses del proletariado a los de la burguesía sino que le otorgaba el papel a la clase obrera vasca de constituirse en clase nacional, asumiendo la independencia de Euskadi como el paso necesario para la liberación social haciendo gala de un mecanicismo descabellado y que se ha erigido en el Estado español en un auténtico dogma de fe para las izquierdas periféricas bajo la consigna de "Independencia y Socialismo". Es decir acumulación de fuerzas en torno a la cuestión independentista para decidir luego si el socialismo llega en forma de regalo revolucionario. Esta característica de la fase intermedia no es exclusiva de las llamadas izquierdas independentistas pues Partidos y organizaciones de izquierda de implantación estatal o de carácter español, salvo honrosas excepciones, la reproducen en torno al modelo republicano que vendría a resolver precisamente el problema nacional mediante una democratización de los mecanismo jurídico-institucionales del Estado e incluso sobre la independencia nacional española por la cual se da a entender que la patria se ve sometida a la dominación militar y económica del capital norteamericano.
Desde la óptica de un militante comunista la postura respecto a la cuestión que nos ocupa es esta: "(...) la clase obrera es la que menos puede hacer un fetiche del problema nacional, porque el desarrollo del capitalismo no despierta necesariamente a todas las naciones a una vida independiente. Pero, una vez surgidos los movimientos nacionales de masas, desentenderse de ellos, negarse a apoyar lo que en ellos hay de progresivo significa caer, en realidad, bajo la influencia de prejuicios nacionalistas, es decir: considerar a "su propia" nación como "nación ejemplar" (o, añadiremos nosotros, como nación dotada del privilegio exclusivo de organizarse en Estado)" Lenin, "El derecho de las naciones a la autodeterminación". Así el dirigente bolchevique sintetizaba el pensamiento de Marx, legándonos lo que en sí significa el internacionalismo proletario uno de los principios irrenunciables e intocables del marxismo-leninismo. Nuestra organización lejos de ser pancastellana, negacionista o reaccionaria asume la posición que debe asumir todo aquel que se tenga por marxista y es la subordinación de la cuestión nacional a la cuestión obrera, aun reconociendo la importancia estratégica que tiene para nuestro movimiento en el Estado español.
Reconocemos sin ambages el sufrimiento que desde hace mucho tiempo está provocando en Euskal Herria la guerra de exterminio que el Estado burgués español ha desarrollado contra el MLNV. Sufrimiento del cual nunca nos hemos olvidado mostrando interna y públicamente nuestra solidaridad con el MLNV. Pero no por ello creemos que debamos asumir una posición política que como comunistas no nos corresponde, pues la solidaridad no puede en ningún momento chocar con los principios.
Nuestra ideología asume la cuestión democrática del derecho de Autodeterminación de las naciones que viven bajo el marco estatal, pero no nos cansaremos de señalar las desviaciones que muchos honestos y abnegados militantes de la izquierda radical (a los que desde estas páginas llamamos compañeros) y a las que están prestando sus fuerzas.
Y todo esto es lo que Lenin y el bolchevismo, con el que se suelen llenar la boca los socialchovinistas centrales y periféricos para justificar la reforma bajo el Estado burgués, supo comprender y lo que se realizó en Rusia durante la Gran Revolución Socialista de Octubre. Primero el proletariado y el campesinado de las distintas naciones que formaban el Estado ruso, destruyó el Estado burgués y luego las distintas naciones ejercieron su derecho a la autodeterminación, haciendo certera la premisa marxista de que en la era de la revolución proletaria todas las reivindicaciones democráticas deben estar subordinadas al derrocamiento del poder burgués.
No quiere decir esto que el derecho a la autodeterminación sea un derecho que solo pueda resolverse en el socialismo, error en el que cayó el "internacionalismo trotskista" puesto que el Socialismo no es la solución del problema nacional, sino su superación. Precisamente por ser este un derecho democrático-burgués, se presenta aquí para los comunistas una contradicción (internacionalismo-independentismo) que los bolcheviques solventaron acertadamente: El proletariado es, objetivamente, una clase internacional puesto que sus intereses son los mismos y no chocan entre sí por ser de distintas naciones algo que si les ocurre al resto de clases sociales por muy internacionalistas que se declaren. Esto significa que la clase obrera debe aspirar a su unidad política internacional en la medida en que es un ente económico y social universal que se reproduce en todas las naciones, que parte de unas condiciones objetivas comunes, la explotación asalariada, y que tiene unas aspiraciones comunes, la emancipación del trabajo. El internacionalismo no es entonces una unidad de diversas naciones que desde el voluntarismo deciden cooperar. El internacionalismo proletario es la superación dialéctica del agregado plurinacional al que lo relega la burguesía y parte de condiciones objetivas ligadas íntimamente a la condición universal del proletariado como clase social. Sin embargo ante la Revolución Proletaria se alzan los problemas de la vieja sociedad burguesa entre ellos el problema nacional. Y como el proletariado revolucionario basa su práctica en el materialismo dialéctico e histórico debe solucionar todos estos problemas. Los bolcheviques resolvieron la cuestión nacional conforme al internacionalismo proletario: unieron a los obreros de todas las naciones bajo el socialismo científico para destruir el Estado burgués y reconocieron a las naciones su derecho a la autodeterminación.
La táctica Revolucionaria para el Estado español ha de ser la misma, pues la incapacidad de la burguesía para solventar el problema nacional ha dejado esta cuestión en el aire en el período histórico de la Revolución Socialista la cual debe liquidar todos los problemas que la revolución democrático-burguesa dejó pendientes sin que, en el caso del Estado español, sea necesaria una etapa intermedia. En el Estado español los revolucionarios deben trabajar por unir a los proletarios de las distintas naciones para destruir al enemigo común, el Estado burgués.
Frente a esta línea revolucionaria está la línea socialchovinista, una línea reaccionaria. Rara vez se plantea la Revolución Socialista desde el ámbito nacional aunque ya no queda casi ningún "ala izquierda" de los movimientos nacionalistas que no haya introducido la palabra "socialismo" en su programa. Pero este "socialismo" poco tiene que ver con el marxismo y la dictadura del proletariado, es decir, un Socialismo que destruya lo viejo y construya lo nuevo. Es por el contrario un "socialismo" reaccionario que oculta la lucha de clases y habla constantemente del "conjunto del pueblo" o del "pueblo trabajador" para presentarse como redentor y único garante de las aspiraciones nacionales en vez de como liberador de la clase proletaria y solo así de toda la humanidad.
Se vuelve otra vez sobre la premisa de partida del movimiento nacional vista en la expresión "capitalismo pucelano", reproducida y adaptada a los intereses de cada movimiento nacional y a través de la cual se da entender que el problema cardinal de la nación viene del exterior, de la opresión española o como en nuestro caso de la opresión "castellano-pucelana" y no de la reproducción de la explotación capitalista en su seno como una nación más dentro del sistema imperialista mundial, que además en este caso ocupa una posición de privilegio en dicho sistema. Se obvia que la burguesía nacional forma parte de la "alianza estatal española" y se le caracteriza como sujeto válido para la revolución nacional en alianza con la clase obrera nacional. Así el proletariado leonés (en el ejemplo) no es aliado del proletario castellano para acabar con el Estado burgués, sino que primero debe ser aliado del resto del pueblo leonés (léase burguesía) para acabar con la opresión "castellana" o "española". Esta táctica de alianza de la clase obrera con la burguesía nacional para posteriormente luchar contra ella y hacer la Revolución social trae consigo sus errores. Uno de ellos es creer que porque las burguesías nacionales se separen (disgregación, que no destrucción, del Estado español) estas estarán más debilitadas y el proletariado "tendrá más fácil" hacer la revolución. Parece olvidar quien defiende esta postura que su burguesía nacional está más que preparada para dirigir su Estado-nación (la leonesa, la castellana, la vasca, la catalana...) y si no lo hace es porque la alianza "española" le permite una cuota de ganancia y de poder en el sistema imperialista internacional que no tiene asegurada por sí sola. Y el mejor ejemplo de lo que planteamos nosotros frente a este abstracto nacionalista e idealista del "divide y vencerás" lo tenemos en Catalunya.
¿Si mañana Catalunya formase un Estado-nación Joan Saura y sus Gossos d´Escuadra o Artur Mas y sus socis perderían las capacidades adquiridas durante siglos por la burguesía catalana para seguir ejerciendo su dictadura de clase contra el proletariado catalán? No, ya que las crisis que se generan por las contradicciones internas de la clase dominante ya sea sin romper su marco estatal, o incluso como podría pasar con la independencia de Catalunya o Euskal Herria, rompiendo el marco estatal español, no generan una situación de crisis general del capitalismo y el estado burgués que los lleve a derrumbarse. Esa crisis solo puede ser generada por el movimiento revolucionario organizado, es decir, por el Partido Comunista de cuya problemática se desentienden todos los nacionalistas, desentendiéndose por ello de la Revolución.
Una Clase, Un Estado, Un Partido
Pues el error más grave del nacionalismo, por cuanto niega la experiencia histórica de la lucha de clases, es la incomprensión total del lugar objetivo que ocupa el proletariado en la sociedad y en la historia y de lo que mediante su práctica subjetiva ha logrado desarrollar: el partido obrero de nuevo tipo, el Partido Comunista, que es el único organismo social capaz de dirigir la Revolución Socialista, la revolución pendiente en el Estado español. Porque el Partido Comunista es el instrumento superior de la clase obrera. Es un órgano que no solo ejerce la labor de Estado Mayor de la clase sino que muestra el movimiento constante de las masas hacia su vanguardia, la unidad dialéctica de la vanguardia y las masas como movimiento organizado en base a los principios del marxismo-leninismo (unión de teoría y práctica) que se plasman en su Programa Revolucionario (Praxis revolucionaria) de destrucción del viejo orden burgués. Organización garante de la independencia política de la clase obrera y por tanto de que el proceso revolucionario se dirige hacia el Comunismo.
Frente al Partido obrero de nuevo tipo, órgano superior de la clase revolucionaria, los nacionalistas presentan un frente común interclasista negando al Partido como tal y reduciéndolo, en el mejor de los casos, a un mero apéndice de tal o cual Movimiento de Liberación Nacional para arrastrar al proletariado bajo las banderas de la burguesía. Pero el proletariado tiene su propia bandera probada en mil y una batallas y no puede ir a la zaga de ningún movimiento nacional. Así pues los revolucionarios luchamos por la reconstitución del Partido Comunista marxista-leninista para todo el Estado español, mientras que el nacionalismo, siempre reaccionario en última instancia, se empeña en difuminar esa tarea fundamental para los trabajadores a los que pretende empantanar en la forja de su nación, poniéndolo bajo sus filas en un movimiento interclasista como una facción nacional más subordinada al interés general de la patria, que es en realidad el interés particular de la burguesía. Y esto no solo ocurre con los distintos MLN del Estado español, sino que es común a todo el nacionalismo incluido el del republicanismo de corte españolista que busca en la República burguesa el Estado redentor de todos los males de las Españas y al que pretenden arrastrar al proletariado alejándolo de su Partido y llevándolo al pantano del interclasismo pequeñoburgués en nombre de la Unidad del pueblo, demostrándose así que todos los nacionalistas, los grandes y los pequeños, acaban dándose la mano en su labor de desviar la atención del proletariado sobre su verdadera liberación que pasa por la destrucción del Estado burgués con independencia de a que burguesía nacional defienda.
Haciendo una recapitulación sobre todo lo expuesto, diremos que los comunistas apoyamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Fraseología huera si no se le da contenido basado en una propaganda a favor del derecho democrático de los pueblos a decidir su futuro y en una denuncia de la represión a que son sometidos los distintos MLN. Pero esto ni mucho menos significa que la clase obrera tenga que postrarse ante los intereses nacionales y pequeñoburgueses o que tenga que adscribirse y dedicarse a engrosar las filas de verdaderos o ficticios movimientos nacionales. El marco de actuación para la revolución no es ni la región, ni el feudo ni la nación. Es el Estado. Aquí la consigna proletaria e internacionalista no es independencia y socialismo, sino Un Estado, Una clase un Partido. La dictadura del proletariado garantiza la libertad y el pleno desarrollo de los pueblos. La independencia nacional no garantiza la dictadura del proletariado.
La clase obrera debe cuidarse ante todo de luchar por sus intereses que solo pueden cristalizar a través de la Revolución Socialista y de la toma del poder político. Hoy esos intereses, esos objetivos, pasan por retomar el marxismo-leninismo y ponerlo al frente del Partido Comunista que sea no solo vanguardia de la clase, sino la suma de organizaciones que desde el marxismo unifiquen a éste con el movimiento obrero. Lo demás es engañar a los trabajadores con el dulce nacional.
Los siguientes comentarios se refieren a nuestro artículo "El campo castellano y la revolución socialista" publicado en el ER nº 17. Los comentarios se pueden ver aquí
Oeste Purpura:
¿Osea que el yugo capitalista no se puede aceptar, pero el yugo pancastallano si?
Vamos a ver, un poco de seriedad. El artículo comienza hablando del campo castellano (que como cualquiera pensaría parece que hablamos de los campos de Ourense, Badajóz, Almeria, o Vitoria). Luego resulta que de lo que se habla es del campo "castellano-leonés". Osea que se ve que el título niega la realidad leonesa. Finalmente, el verdugo y el malo es el capitalismo atróz, pero que nada tiene que ver con el sangrante centralismo pucelano e impulsor de las ideas pancastellanistas.
La izquierda zamorana no tiene porque sentirse leonesa, es más ni incluso castellana. Pero de ahí a negar por un lado la evidencia de un hecho cultural e histórico y por otro lado, una aterradora realidad económica de pobreza y despoblamiento del ámbito rural de la región leonesa.
Tal vez sea errado nuestro comentario, pero tal vez es hora de plantarse frente a este capitalismo pucelano, creador de CyL y manipulador de la historia de los pueblos leonés y castellano, y decir:
BASTA YA DE MENTIRAS
NOSOTROS LUCHAMOS POR ZAMORA Y SU REGION, Y NO PARA VALLADOLID Y SU AUTONOSUYA
El barquero leonés:
Zamora no es Castilla. Habláis de yugos en tono peyorativo, y sois vosotros los primeros que se los poneis a vuestra tierra. Estáis en contra del capitalismo, y os aliais con el capitalismo feroz castellanopucelano, negando la realidad de la Región Leonesa. Antes de reivindicar nada, lo primero que hay que hacer es ser coherente. ¡¡¡Autonomía y libertad para la Región Leonesa!!!
Zurriellu:
Los Pancastellanistas son españolistas disfrazaos, van de "casteztales" pero luego defienden y transigen con las "razones de estado" para contrarrestar los "separatismos periféricos" que pusieron como excusa los franquistas del Búnquer, que llevaron a crear una Comunidad Autónoma sin identidad nacional...
El pancastellanismo chovinista que niega la identidad del Pueblo Leonés es cómplice y artífice del españolismo de la Izquierda Española,como el PCE...
Dijo Lenin:
“El error de la izquierda centralista reside en el hecho que por temor a hacer el juego al nacionalismo burgués de las naciones oprimidas ha beneficiado no solamente al nacionalismo burgués, sino también al nacionalismo ultrarreaccionario de la nación opresora”
-Pues bien, el pancastellanismo al negar la realidad leonesa le hace juego a la burguesía cerealista nacional-catolicista de Valladolid (esos que se expresaron y se expresan por medio de los papeles "El Norte de Castilla"), y al mismo tiempo al Nacionalismo Español de UPD, PP y demás morraya...
Otra cosa que dejan patente los castellanistas es su carencia de identidad, al incluir al País Leonés y otras naciones como Cantabria o Murcia en su Proyecto nacional; usando como argumento la pérdida de autonomía y la aculturación de estos territorios...
Castilla es España y lo demás tierra Castellanizada!!!
Hablan de España como estado opresor y cárcel de pueblos: y lo es. Pero...
¿No sería un Estado Opresor su Ancha Castilla que niega la identidad y el autogobierno a naciones vecina y hermanas?
"Un pueblo que oprime a otro pueblo, jamás será realmente Libre"
AXEBRA AUTODETERMÍN YA SOCIALISMU
Zurriellu:
Respecto a lo del uso del término "Castellano-leonés", a mi juicio un blog que se llama Espacio Rojo no debiera ser más reaccionario y más negacionista que el articulado estatutario; que defiende la birregionalidad desde el preámbulo, y destierra el término Castellanolenés por el de Castellano y Leonés.
En tal caso deberíais de hablar de Campo Castellano y de Campo Leonés... además que los usos y produccionés son bien distintos en cada región e incluso por cada comarca...La problemática es distinta entre los campos cerealistas, que en las devesas o en las brañas ganaderas o las chousas fructícolas...
El campo Castellano-leonés no existe!!
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