La progresiva desigualdad en la distribución de la renta en Estados Unidos ha alcanzado proporciones alarmantes. Para la mayoría el sueño norteamericano es una verdadera pesadilla. Los pobres son cada vez más pobres y los ricos, cada vez más ricos.
En los años 80 el número de estadounidenses pobres empezó a aumentar considerablemente. En 2004 las cifras de la pobreza se elevaron a 35'9 millones, de una población total de 142 millones, 1'3 millones más que el año anterior, de los cuales 13'4 millones rozan la mendicidad. La tasa de pobreza subió al 12'5 por ciento en 2003.
Ascienden a 80 millones las personas que viven con un ingreso inferior al ingreso considerado adecuado según el Ministerio de Trabajo. La definición oficial de pobreza se basa en los ingresos que percibe en un año una familia de cuatro miembros. Los límites son 18.810 dólares y en el caso de una sola persona 9.393 dólares. En 1999, por ejemplo, una familia de tres personas con un ingreso por hogar de 13.880 dólares o menos era calificada como viviendo en pobreza. Entonces sumaban sólo 32 millones. De ellos, un 72 por ciento estaban integrados en familias.
De los 36 millones de norteamericanos por debajo del nivel de pobreza, 3'4 millones son ancianos. Más de un millón de persones mayores viven en albergues en los que un número importante de ellas sufren negligencias graves y malos tratos en esas instituciones, cuyo objetivo principal es obtener beneficios a costa de los ancianos. Los pobres menores de 18 años ascienden a 11'7 millones. Uno de cada cinco niños estadounidenses son pobres porque carecen de suficiente comida, refugio y acceso a otras condiciones elementales de vida en cualquier sociedad moderna.
Antes de 1979 el gobierno subvencionaba viviendas para gente de bajos salarios. A comienzos de los años 80, al transferir todo al libre mercado, las subvenciones para viviendas fueron reducidas en un 92 por ciento. Esa es la razón central por la cual, de repente, apareció una clase mendicante permanente y familias viviendo en la calle. Por primera vez desde la gran depresión, hacia mediados de los años 80 aparecieron los sin techo, familias sin hogar viviendo en las calles. Los sin techo era un fenómeno social generalmente asociado a países como Bangladesh, pero a partir de entonces son un elemento urbano visible en Estados Unidos.
Los sin techo no son sólo alcohólicos, drogadictos o enfermos mentales. En Estados Unidos siempre hubo drogadictos, alcohólicos y enfermos mentales sin tener miles de familias viviendo en la calle. Un indicio de lo que ha cambiado es que los sin techo -una minoría de la totalidad de los pobres- lo son a pesar de que el 64 por ciento de ellos tiene trabajo, algunos incluso dos, pero según los estándares gubernamentales continúan siendo pobres. Desde 1985 hasta 1993 el mercado privado para viviendas accesibles cayó un 20 por ciento, y sólo el 33 por ciento de los americanos calificados legalmente para acceder a viviendas federales pueden encontrar casa realmente.
En 1995 había 1'3 millones de viviendas de bajos costos disponibles para 2'6 millones de inquilinos de bajos ingresos. En el mismo periodo el precio medio para un casa de una familia aumentó en un 45 por ciento.
Los trabajadores han estado pagando, paulatinamente, porcentajes más altos de sus salarios en alquileres -más del 50 por ciento de su ingreso disponible. Con la mitad, o menos, restante deben cubrirse otras necesidades básicas, como ser comida, vestimenta y pagos de su injusta carga de más impuestos regresivos.
Existen otras fuerzas que contribuyen al problema persistente de la falta de vivienda. Hace algún tiempo se había encontrado que la mayoría de los enfermos mentales institucionalizados mejoraban si eran liberados a centros locales de tratamientos en sus ciudades y recibían apoyo en dichos centros. Así que los hospitales mentales fueron efectivamente vaciados, ahorrando millones de dólares de impuestos. Pero todavía más impuestos fueron ahorrados al incumplirse la promesa de destinar el dinero ahorrado a los centros locales de tratamiento. La mayoría de los pobres no son mentalmente enfermos. Son mentalmente sanos, individuos y familias sin adicciones. Pero se mantienen pobres.
Las estadísticas oficiales están basadas en datos del censo y subestiman a estas personas itinerantes, los sintecho, y los que viven en zonas de difícil acceso o barrios superpoblados. Por ejemplo, las personas que no tienen domicilio y viven en la calle suman dos millones. Por eso ciertos economistas consideran que son 46 millones las personas que viven en condiciones económicas realmente míseras.
En 1970 el salario mínimo valía un 29 por ciento más en términos reales que en 2000. En 1970 los trabajadores que cobraban el salario mínimo vivían por encima del nivel de pobreza; en 1998 eso sólo lo logran el 19 por ciento.
En las primeras 500 empresas estadounidenses, la relación entre los salarios anuales de los gerentes, por un lado, y los de los obreros, por otro, era en 1970 de uno a 40; en la actualidad es de uno a 1.250.
La sanidad pública de Estados Unidos en los años 90 también está muy por debajo de los niveles anteriores. Tres indicadores han llegado a su nivel más bajo desde 1970: el seguro social, la cobertura de los cupones de comida y la brecha entre ricos y pobres. 45 millones de personas, el 15'6 por ciento de la población, no tienen seguro médico, y esa cifra crece cada año.
Anualmente en Estados Unidos hay 13 millones de víctimas de diversos delitos, entre asaltos, violaciones, robos a mano armada, atracos e incendios. Además, se suicidan 27.000 personas, 23.000 son asesinadas, 85.000 resultan heridas de bala y 38.000 mueren a causa de ello, entre los que hay que contar 2.600 niños.
La situación de la infancia es deplorable. Unos 900.000 niños, algunos de 7 años de edad, trabajan como obreros agrícolas, lavaplatos, en lavanderías o de criados en mansiones de millonarios, a veces hasta 10 horas por día, violando las leyes sobre trabajo infantil. En la agricultura, las condiciones de trabajo de los jóvenes son muy peligrosas ya que están expuestos a los efectos de los pesticidas. Además, las niñas son víctimas de acoso sexual.
La tasa de mortalidad infantil es más elevada que en otros 13 países; 135.000 niños llevan armas a la escuela. Otros 126.000 niños nacen con dolencias importantes, debidas principalmente a cuidados insuficientes antes del nacimiento, carencias alimenticias, un entorno tóxico o toxicomanía de la madre.
Los incidentes de malos tratos por parte de padres sin empleo aumentan dramáticamente y 30.000 niños sufren incapacidades físicas permanentes debidas a malos tratos; 150.000 niños son declarados desaparecidos. Un millón de niños residen en orfelinatos, reformatorios o cárceles para adultos. Más de 4.500.000 niños padecen malnutrición.
Anualmente 700.000 mujeres son violadas, o sea, una cada 45 segundos.
50.000 mujeres al año son introducidas en Estados Unidos para hacer trabajos forzosos.
En los años 80 el número de estadounidenses pobres empezó a aumentar considerablemente. En 2004 las cifras de la pobreza se elevaron a 35'9 millones, de una población total de 142 millones, 1'3 millones más que el año anterior, de los cuales 13'4 millones rozan la mendicidad. La tasa de pobreza subió al 12'5 por ciento en 2003.
Ascienden a 80 millones las personas que viven con un ingreso inferior al ingreso considerado adecuado según el Ministerio de Trabajo. La definición oficial de pobreza se basa en los ingresos que percibe en un año una familia de cuatro miembros. Los límites son 18.810 dólares y en el caso de una sola persona 9.393 dólares. En 1999, por ejemplo, una familia de tres personas con un ingreso por hogar de 13.880 dólares o menos era calificada como viviendo en pobreza. Entonces sumaban sólo 32 millones. De ellos, un 72 por ciento estaban integrados en familias.
De los 36 millones de norteamericanos por debajo del nivel de pobreza, 3'4 millones son ancianos. Más de un millón de persones mayores viven en albergues en los que un número importante de ellas sufren negligencias graves y malos tratos en esas instituciones, cuyo objetivo principal es obtener beneficios a costa de los ancianos. Los pobres menores de 18 años ascienden a 11'7 millones. Uno de cada cinco niños estadounidenses son pobres porque carecen de suficiente comida, refugio y acceso a otras condiciones elementales de vida en cualquier sociedad moderna.
Antes de 1979 el gobierno subvencionaba viviendas para gente de bajos salarios. A comienzos de los años 80, al transferir todo al libre mercado, las subvenciones para viviendas fueron reducidas en un 92 por ciento. Esa es la razón central por la cual, de repente, apareció una clase mendicante permanente y familias viviendo en la calle. Por primera vez desde la gran depresión, hacia mediados de los años 80 aparecieron los sin techo, familias sin hogar viviendo en las calles. Los sin techo era un fenómeno social generalmente asociado a países como Bangladesh, pero a partir de entonces son un elemento urbano visible en Estados Unidos.
Los sin techo no son sólo alcohólicos, drogadictos o enfermos mentales. En Estados Unidos siempre hubo drogadictos, alcohólicos y enfermos mentales sin tener miles de familias viviendo en la calle. Un indicio de lo que ha cambiado es que los sin techo -una minoría de la totalidad de los pobres- lo son a pesar de que el 64 por ciento de ellos tiene trabajo, algunos incluso dos, pero según los estándares gubernamentales continúan siendo pobres. Desde 1985 hasta 1993 el mercado privado para viviendas accesibles cayó un 20 por ciento, y sólo el 33 por ciento de los americanos calificados legalmente para acceder a viviendas federales pueden encontrar casa realmente.
En 1995 había 1'3 millones de viviendas de bajos costos disponibles para 2'6 millones de inquilinos de bajos ingresos. En el mismo periodo el precio medio para un casa de una familia aumentó en un 45 por ciento.
Los trabajadores han estado pagando, paulatinamente, porcentajes más altos de sus salarios en alquileres -más del 50 por ciento de su ingreso disponible. Con la mitad, o menos, restante deben cubrirse otras necesidades básicas, como ser comida, vestimenta y pagos de su injusta carga de más impuestos regresivos.
Existen otras fuerzas que contribuyen al problema persistente de la falta de vivienda. Hace algún tiempo se había encontrado que la mayoría de los enfermos mentales institucionalizados mejoraban si eran liberados a centros locales de tratamientos en sus ciudades y recibían apoyo en dichos centros. Así que los hospitales mentales fueron efectivamente vaciados, ahorrando millones de dólares de impuestos. Pero todavía más impuestos fueron ahorrados al incumplirse la promesa de destinar el dinero ahorrado a los centros locales de tratamiento. La mayoría de los pobres no son mentalmente enfermos. Son mentalmente sanos, individuos y familias sin adicciones. Pero se mantienen pobres.
Las estadísticas oficiales están basadas en datos del censo y subestiman a estas personas itinerantes, los sintecho, y los que viven en zonas de difícil acceso o barrios superpoblados. Por ejemplo, las personas que no tienen domicilio y viven en la calle suman dos millones. Por eso ciertos economistas consideran que son 46 millones las personas que viven en condiciones económicas realmente míseras.
En 1970 el salario mínimo valía un 29 por ciento más en términos reales que en 2000. En 1970 los trabajadores que cobraban el salario mínimo vivían por encima del nivel de pobreza; en 1998 eso sólo lo logran el 19 por ciento.
En las primeras 500 empresas estadounidenses, la relación entre los salarios anuales de los gerentes, por un lado, y los de los obreros, por otro, era en 1970 de uno a 40; en la actualidad es de uno a 1.250.
La sanidad pública de Estados Unidos en los años 90 también está muy por debajo de los niveles anteriores. Tres indicadores han llegado a su nivel más bajo desde 1970: el seguro social, la cobertura de los cupones de comida y la brecha entre ricos y pobres. 45 millones de personas, el 15'6 por ciento de la población, no tienen seguro médico, y esa cifra crece cada año.
Anualmente en Estados Unidos hay 13 millones de víctimas de diversos delitos, entre asaltos, violaciones, robos a mano armada, atracos e incendios. Además, se suicidan 27.000 personas, 23.000 son asesinadas, 85.000 resultan heridas de bala y 38.000 mueren a causa de ello, entre los que hay que contar 2.600 niños.
La situación de la infancia es deplorable. Unos 900.000 niños, algunos de 7 años de edad, trabajan como obreros agrícolas, lavaplatos, en lavanderías o de criados en mansiones de millonarios, a veces hasta 10 horas por día, violando las leyes sobre trabajo infantil. En la agricultura, las condiciones de trabajo de los jóvenes son muy peligrosas ya que están expuestos a los efectos de los pesticidas. Además, las niñas son víctimas de acoso sexual.
La tasa de mortalidad infantil es más elevada que en otros 13 países; 135.000 niños llevan armas a la escuela. Otros 126.000 niños nacen con dolencias importantes, debidas principalmente a cuidados insuficientes antes del nacimiento, carencias alimenticias, un entorno tóxico o toxicomanía de la madre.
Los incidentes de malos tratos por parte de padres sin empleo aumentan dramáticamente y 30.000 niños sufren incapacidades físicas permanentes debidas a malos tratos; 150.000 niños son declarados desaparecidos. Un millón de niños residen en orfelinatos, reformatorios o cárceles para adultos. Más de 4.500.000 niños padecen malnutrición.
Anualmente 700.000 mujeres son violadas, o sea, una cada 45 segundos.
50.000 mujeres al año son introducidas en Estados Unidos para hacer trabajos forzosos.