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Durante este mes de marzo, se cumplen 75 años de la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Las JSU fueron el máximo exponente de organización y conciencia de la juventud combativa en el Estado Español.
Su nacimiento, en marzo de 1936, fue producto de la unificación de las juventudes comunista y socialista, en un proceso unitario que no sólo abarcaba a la juventud, sino a toda la izquierda. De hecho, eran los tiempos en que PSOE y PCE abrazaban la posibilidad de la unidad orgánica -finalmente, sólo alcanzada en Catalunya, con la fundación del PSUC-, eran tiempos de la unidad sindical y de la creación del Frente Popular.
No fue casualidad ni tampoco era el Estado Español la excepción, sino que el momento histórico y las condiciones de la lucha de clases internacional lo exigían.
La burguesía, acosada por la crisis surgida a partir del crack de la bolsa neoyorkina en 1929, veía con pánico la lucha ascendente y cada vez más organizada del proletariado, inspirado en los éxitos de la construcción socialista en la Unión Soviética. La opción de la clase dominante para salvaguardar su existencia como clase y frenar las aspiraciones obreras fue el fascismo, la más férrea dictadura terrorista del capital que la historia ha conocido.
La Internacional Comunista apostó entonces por una política de alianzas hacia la unidad de la clase obrera y hacia la alianza entre la clase obrera y el resto de sectores democráticos de la sociedad, uniendo todas las fuerzas contra el fascismo. Esta política fue impulsada a través del VI Congreso de la Internacional Juvenil Comunista y del VII Congreso de la Internacional Comunista.
En la juventud, la unidad obrera se tradujo en un proceso de unificación del que se fundan las JSU. Las JSU se basaron en el marxismo-leninismo, en el internacionalismo proletario y en el espíritu de la lucha de clases y se asentaron en barrios, pueblos, escuelas, en el frente y, sobre todo, en fábricas, para defender los intereses de la juventud obrera. En el mismo año en que se fundaron, alcanzaron cientos de miles de miembros.
No se puede entender el papel de las JSU sin atender al momento histórico que se vivía en el Estado Español: la Segunda República.
La Segunda República se conquista en el Estado Español ante la alteración de la correlación de fuerzas, con un pronunciado desgaste del bloque histórico de poder (representado por la alianza entre el caciquismo terrateniente, la burguesía urbana y la monarquía) y por el ascenso de las fuerzas populares. La caída del monarca, la punta del iceberg, pone en cuestión todo el entramado de relaciones de dominación establecidas hasta el momento.
La II República fue un proyecto impulsado por una alianza entre el proletariado, los campesinos pobres, la intelectualidad y determinadas fracciones democráticas de la burguesía y de la pequeña burguesía. Se unieron los esfuerzos por la democratización en sentido amplio (derecho de autodeterminación, alfabetización, reparto de tierras) con las proclamas en clave de clase.
Nunca llegó a ser una república socialista, pero sí fue un marco apropiado en el cual la clase trabajadora pudo hacer avanzar sus intereses de clase y tomar una posición muy superior en la correlación de fuerzas.
La República lleva a cabo programas de alfabetización, que dieron un tremendo poder a la clase trabajadora, desconocido hasta el momento. Las ayudas económicas a sociedades culturales y ateneos, así como la creación de escuelas y bibliotecas, y las misiones pedagógicas, contribuyen a la extensión de la cultura. Al poder de la Iglesia Católica y la burguesía conservadora, a través de los medios de comunicación de masas y la propaganda moderna, la clase trabajadora opone actividades recreativas y culturales, conferencias, obras de teatro, exposiciones, veladas literarias,… etc
La República, en cualquier caso, no es un proceso lineal de conquista de derechos, sino de fuertes luchas de clases. El Octubre del año 1934 supone unas de las principales luchas del proletariado por la emancipación como clase. Una de las claves allá donde triunfa (en Asturies) es, precisamente, la unidad: la Alianza Obrera agrupa a anarquistas, socialistas y comunistas. Los comunistas de CJC reivindicamos en este importante episodio el papel de nuestro camarada Juan Ambou -fundador del Soviet de L’Argañosa y miembro honorífico del Comité Central del PCPE hasta su muerte.
Aunque el Octubre del 34 fracasó, la unidad de acción de la izquierda se mantuvo ante las históricas elecciones del 16 de febrero de 1936 y para la fundación de las JSU. La amnistía de los presos del Octubre del 34 fue uno de los ejes fundamentales de esta unidad.
Cuando en 1936 se forma el gobierno del Frente Popular, la correlación de fuerzas ha cambiado. La II República ya no es el proyecto idealista de la democracia y los valores que imaginaban los intelectuales, ni la España del Parlamento y los Ateneos de Azaña. Es un proyecto que la clase obrera siente como propio; lo entiende como un instrumento útil para materializar sus aspiraciones como clase y como preludio hacia el socialismo. Este proyecto, a partir del 18 de julio de 1936, decidirá su futuro en los campos de batalla, contra el fascismo, proyecto de la Iglesia Católica, los terratenientes y la gran burguesía.
Es en este contexto en el que debemos situar la fundación de las JSU.
Las JSU fueron sinónimo de juventud. Fueron un elemento clave para que la juventud del Estado Español tomase un fuerte compromiso con la realidad del momento, para movilizar y organizar a las y los jóvenes y que tomasen un protagonismo inusitado en la vida política y cotidiana.
Las JSU se conviertieron en la organización de la juventud, la que interpretaba sus aspiraciones, la que encauzaba sus ilusiones, la que movilizaba y organizaba casi cualquier tarea. Era una organización que desarrollaba a sus militantes en todos los aspectos que nos caracterizan como jóvenes. Desarrollaban una intensa actividad cultural, llevando la alfabetización a miles de jóvenes. Organizaba miles de actividades deportivas, culturales y de tiempo libre. Desde el apoyo al Gobierno del Frente Popular, desarrollaba una labor constante de defensa de los derechos de la juventud, exigiendo mejoras en la vida de las y los jóvenes.
Las JSU eran sinónimo también de combate. Organizaba a la juventud en el combate contra el fascismo y aseguraba el funcionamiento de la retaguardia. Preparaban la instrucción militar en cientos de campos de reclutamiento y desarrollaban en ellos, además, una instrucción política y cultural, con el fin de formar combatientes conscientes.
Fueron muchas las mujeres y hombres que recibieron su bautismo de fuego en la lucha contra el fascismo en el Estado Español y quedaron comprometidos con la causa del antifascismo y el socialismo de por vida. Las JSU identifican a una generación de jóvenes, que continuaron su lucha en el “maquis”, o en la clandestinidad, o en la lucha contra el nazi-fascismo en todos los rincones del planeta, especialmente bajo la bandera roja de la Unión Soviética.
Muchos cayeron ante los pelotones de fusilamiento, otros pasaron por las oscuras cárceles, otros continuaron simplemente la lucha, con el miedo de aquel con quien la represión se ensaña, pero con el orgullo del luchador por una causa noble y justa.
Hoy y siempre, los CJC reivindicamos a estos hombres y mujeres que lucharon toda su vida y los tenemos como ejemplo. En la lucha contra el fascismo y por el socialismo, muchos jóvenes y de muchos países se destacaron como héroes y heroínas. Los comunistas del Estado Español tenemos en las JSU a nuestros referentes.
Entre todos y todas queremos destacar a Trifón Medrano, dirigente de la JSU y Secretario General de la UJCE antes de la unificación, ejemplo de cuadro comunista comprometido, que murió en el frente de Madrid. En su honor, todas nuestras escuelas centrales de formación llevan su nombre.
Hoy día, el referente de la JSU tiene una enorme importancia.
Es tan necesario como hace 75 años una organización que sea capaz de ser sinónimo de juventud y de combate. Además, el mismo mundo viejo y podrido del capitalismo es hoy una realidad, como lo era hace tres cuartos de siglo. La alternativa sigue siendo el socialismo.
Sin embargo, si entonces el momento histórico creó las premisas de la unidad, hoy es justamente al revés: necesitamos la unidad para abrir luchas y organizar la respuesta de la juventud obrera y estudiantil a la crisis capitalista.
La juventud fue un actor principal de la lucha de clases bajo la Segunda República, al igual que toma parte de las luchas que recientemente se están dando en países como Túnez o Egipto. ¿Y aquí y ahora? ¿Nos vamos a quedar quietos y callados?
Los CJC tenemos la convicción de que no será así y pondremos todo nuestro compromiso por impulsarlo. Ahora bien, la unidad es una de las claves para ello, como señalábamos, por lo que desde aquí hacemos un llamamiento al resto de destacamentos juveniles comunistas a que juntos recuperemos la senda que comenzaron las JSU hace 75 años.
Comité Central de los CJC
Descarga el panfleto del 75 aniversario de la JSU
Durante este mes de marzo, se cumplen 75 años de la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Las JSU fueron el máximo exponente de organización y conciencia de la juventud combativa en el Estado Español.
Su nacimiento, en marzo de 1936, fue producto de la unificación de las juventudes comunista y socialista, en un proceso unitario que no sólo abarcaba a la juventud, sino a toda la izquierda. De hecho, eran los tiempos en que PSOE y PCE abrazaban la posibilidad de la unidad orgánica -finalmente, sólo alcanzada en Catalunya, con la fundación del PSUC-, eran tiempos de la unidad sindical y de la creación del Frente Popular.
No fue casualidad ni tampoco era el Estado Español la excepción, sino que el momento histórico y las condiciones de la lucha de clases internacional lo exigían.
La burguesía, acosada por la crisis surgida a partir del crack de la bolsa neoyorkina en 1929, veía con pánico la lucha ascendente y cada vez más organizada del proletariado, inspirado en los éxitos de la construcción socialista en la Unión Soviética. La opción de la clase dominante para salvaguardar su existencia como clase y frenar las aspiraciones obreras fue el fascismo, la más férrea dictadura terrorista del capital que la historia ha conocido.
La Internacional Comunista apostó entonces por una política de alianzas hacia la unidad de la clase obrera y hacia la alianza entre la clase obrera y el resto de sectores democráticos de la sociedad, uniendo todas las fuerzas contra el fascismo. Esta política fue impulsada a través del VI Congreso de la Internacional Juvenil Comunista y del VII Congreso de la Internacional Comunista.
En la juventud, la unidad obrera se tradujo en un proceso de unificación del que se fundan las JSU. Las JSU se basaron en el marxismo-leninismo, en el internacionalismo proletario y en el espíritu de la lucha de clases y se asentaron en barrios, pueblos, escuelas, en el frente y, sobre todo, en fábricas, para defender los intereses de la juventud obrera. En el mismo año en que se fundaron, alcanzaron cientos de miles de miembros.
No se puede entender el papel de las JSU sin atender al momento histórico que se vivía en el Estado Español: la Segunda República.
La Segunda República se conquista en el Estado Español ante la alteración de la correlación de fuerzas, con un pronunciado desgaste del bloque histórico de poder (representado por la alianza entre el caciquismo terrateniente, la burguesía urbana y la monarquía) y por el ascenso de las fuerzas populares. La caída del monarca, la punta del iceberg, pone en cuestión todo el entramado de relaciones de dominación establecidas hasta el momento.
La II República fue un proyecto impulsado por una alianza entre el proletariado, los campesinos pobres, la intelectualidad y determinadas fracciones democráticas de la burguesía y de la pequeña burguesía. Se unieron los esfuerzos por la democratización en sentido amplio (derecho de autodeterminación, alfabetización, reparto de tierras) con las proclamas en clave de clase.
Nunca llegó a ser una república socialista, pero sí fue un marco apropiado en el cual la clase trabajadora pudo hacer avanzar sus intereses de clase y tomar una posición muy superior en la correlación de fuerzas.
La República lleva a cabo programas de alfabetización, que dieron un tremendo poder a la clase trabajadora, desconocido hasta el momento. Las ayudas económicas a sociedades culturales y ateneos, así como la creación de escuelas y bibliotecas, y las misiones pedagógicas, contribuyen a la extensión de la cultura. Al poder de la Iglesia Católica y la burguesía conservadora, a través de los medios de comunicación de masas y la propaganda moderna, la clase trabajadora opone actividades recreativas y culturales, conferencias, obras de teatro, exposiciones, veladas literarias,… etc
La República, en cualquier caso, no es un proceso lineal de conquista de derechos, sino de fuertes luchas de clases. El Octubre del año 1934 supone unas de las principales luchas del proletariado por la emancipación como clase. Una de las claves allá donde triunfa (en Asturies) es, precisamente, la unidad: la Alianza Obrera agrupa a anarquistas, socialistas y comunistas. Los comunistas de CJC reivindicamos en este importante episodio el papel de nuestro camarada Juan Ambou -fundador del Soviet de L’Argañosa y miembro honorífico del Comité Central del PCPE hasta su muerte.
Aunque el Octubre del 34 fracasó, la unidad de acción de la izquierda se mantuvo ante las históricas elecciones del 16 de febrero de 1936 y para la fundación de las JSU. La amnistía de los presos del Octubre del 34 fue uno de los ejes fundamentales de esta unidad.
Cuando en 1936 se forma el gobierno del Frente Popular, la correlación de fuerzas ha cambiado. La II República ya no es el proyecto idealista de la democracia y los valores que imaginaban los intelectuales, ni la España del Parlamento y los Ateneos de Azaña. Es un proyecto que la clase obrera siente como propio; lo entiende como un instrumento útil para materializar sus aspiraciones como clase y como preludio hacia el socialismo. Este proyecto, a partir del 18 de julio de 1936, decidirá su futuro en los campos de batalla, contra el fascismo, proyecto de la Iglesia Católica, los terratenientes y la gran burguesía.
Es en este contexto en el que debemos situar la fundación de las JSU.
Las JSU fueron sinónimo de juventud. Fueron un elemento clave para que la juventud del Estado Español tomase un fuerte compromiso con la realidad del momento, para movilizar y organizar a las y los jóvenes y que tomasen un protagonismo inusitado en la vida política y cotidiana.
Las JSU se conviertieron en la organización de la juventud, la que interpretaba sus aspiraciones, la que encauzaba sus ilusiones, la que movilizaba y organizaba casi cualquier tarea. Era una organización que desarrollaba a sus militantes en todos los aspectos que nos caracterizan como jóvenes. Desarrollaban una intensa actividad cultural, llevando la alfabetización a miles de jóvenes. Organizaba miles de actividades deportivas, culturales y de tiempo libre. Desde el apoyo al Gobierno del Frente Popular, desarrollaba una labor constante de defensa de los derechos de la juventud, exigiendo mejoras en la vida de las y los jóvenes.
Las JSU eran sinónimo también de combate. Organizaba a la juventud en el combate contra el fascismo y aseguraba el funcionamiento de la retaguardia. Preparaban la instrucción militar en cientos de campos de reclutamiento y desarrollaban en ellos, además, una instrucción política y cultural, con el fin de formar combatientes conscientes.
Fueron muchas las mujeres y hombres que recibieron su bautismo de fuego en la lucha contra el fascismo en el Estado Español y quedaron comprometidos con la causa del antifascismo y el socialismo de por vida. Las JSU identifican a una generación de jóvenes, que continuaron su lucha en el “maquis”, o en la clandestinidad, o en la lucha contra el nazi-fascismo en todos los rincones del planeta, especialmente bajo la bandera roja de la Unión Soviética.
Muchos cayeron ante los pelotones de fusilamiento, otros pasaron por las oscuras cárceles, otros continuaron simplemente la lucha, con el miedo de aquel con quien la represión se ensaña, pero con el orgullo del luchador por una causa noble y justa.
Hoy y siempre, los CJC reivindicamos a estos hombres y mujeres que lucharon toda su vida y los tenemos como ejemplo. En la lucha contra el fascismo y por el socialismo, muchos jóvenes y de muchos países se destacaron como héroes y heroínas. Los comunistas del Estado Español tenemos en las JSU a nuestros referentes.
Entre todos y todas queremos destacar a Trifón Medrano, dirigente de la JSU y Secretario General de la UJCE antes de la unificación, ejemplo de cuadro comunista comprometido, que murió en el frente de Madrid. En su honor, todas nuestras escuelas centrales de formación llevan su nombre.
Hoy día, el referente de la JSU tiene una enorme importancia.
Es tan necesario como hace 75 años una organización que sea capaz de ser sinónimo de juventud y de combate. Además, el mismo mundo viejo y podrido del capitalismo es hoy una realidad, como lo era hace tres cuartos de siglo. La alternativa sigue siendo el socialismo.
Sin embargo, si entonces el momento histórico creó las premisas de la unidad, hoy es justamente al revés: necesitamos la unidad para abrir luchas y organizar la respuesta de la juventud obrera y estudiantil a la crisis capitalista.
La juventud fue un actor principal de la lucha de clases bajo la Segunda República, al igual que toma parte de las luchas que recientemente se están dando en países como Túnez o Egipto. ¿Y aquí y ahora? ¿Nos vamos a quedar quietos y callados?
Los CJC tenemos la convicción de que no será así y pondremos todo nuestro compromiso por impulsarlo. Ahora bien, la unidad es una de las claves para ello, como señalábamos, por lo que desde aquí hacemos un llamamiento al resto de destacamentos juveniles comunistas a que juntos recuperemos la senda que comenzaron las JSU hace 75 años.
Comité Central de los CJC
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