Junto con el libro del embajador Davies “Misión en Moscú” es quizás la obra más sincera y letal, escrita por no comunistas, para desenmascar a los embaucadores al servicio de la burguesía.
Espero le dediquen tiempo.
Saludos
aitortxu83 escribió:Hay un enlace con el libro.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Un saludo.
Dzerjinskii escribió:Los camaradas vascos se han tomado el trabajo de digitalizar el escaneo que hice de este libro. No es una tarea facil porque el escaneo es de muy mala calidad ya que el original en papel es del año 1946. Ya estan hechos los capitulos 1 a 7 ¿quien se puede sumar para colaborar?
Saludos
aitortxu83 escribió:Dzerjinskii escribió:Los camaradas vascos se han tomado el trabajo de digitalizar el escaneo que hice de este libro. No es una tarea facil porque el escaneo es de muy mala calidad ya que el original en papel es del año 1946. Ya estan hechos los capitulos 1 a 7 ¿quien se puede sumar para colaborar?
Saludos
Entiendo que te refieres a esto.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Un saludo.
NG escribió:Aquí se puede leer perfectamente en inglés, lo digo por si el camarada Dzerjinskii prefiere traducirlo en vez de escanearlo...
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
De nada mi estimable amigo y camarada Echospace, por cierto, si os fijasteis en la página número uno, colgué el capítulo del libro LA GRAN CONSPIRACIÓN CONTRA RUSIA llamado:Echospace escribió:NG escribió:Aquí se puede leer perfectamente en inglés, lo digo por si el camarada Dzerjinskii prefiere traducirlo en vez de escanearlo...
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Muchas gracias camarada.
Michael Sayer (Dublin 1911– Nueva York 2010) nacido en una familia de origen judío-lituano de buen pasar, tuvo una educación privilegiada para la época. Siempre ligado al ambiente literario, público poesía, fue crítico teatral, guionista y corrector de novelas. En 1935 su trabajo como crítico teatral lo llevó a Londres, donde compartió por un tiempo, un departamento con un colega de la revista que lo había contratado. Ese colega era George Orwell, para el que luego Sayer trabajaría corrigiendo dos de sus novelas.
Quizás la mejor forma de conocer la personalidad de Sayer es compararlo con Orwell. Los dos son hijos de la misma época. Testigos de la miseria provocada por la crisis de 1930, del ascenso del fascismo y la segunda guerra mundial. Hechos que mostraban claramente las tragedias del capitalismo. Ambos de familias acomodadas y con buena educación. Ambos dedicados a la literatura. Pero en un momento estas similitudes dan resultados distintos. Mientras Orwell, luego de su experiencia en España, se convierte en una usina de pesimismo y adopta el típico “apartidismo” que caracteriza a la mayoría de los artistas; Sayer, con madures y responsabilidad, entiende rápidamente la gravedad de la amenaza nazi fascista. Si Orwell, en su lucha por una utopia, -muy propia e individualista como toda utopia- cae en el idealismo, Sayers se aferra a los hechos. Así, todo lo que es idealismo en Orwell es realismo en Sayers. Realismo que lo suma a un heterogéneo movimiento de intelectuales antifascistas que está en sintonía con la historia y el progreso. Ninguno de los dos puede escapar a los determinantes de su época. Pero solo uno es conciente de lo que pasa a su alrededor y de cual es su lugar en ese contexto. El mismo Orwell, ante una Inglaterra en ruinas e incendiada por las bombas nazis, acepta trabajar para el servicio de propaganda ingles, escribiendo artículos para agitar y sumar a los birmanos a la lucha contra el avance japonés. Se podría pensar que lo que Orwell no entendió al ver los niños masacrados por la bombas fascistas en Madrid, lo comprendió viendo Londres en llamas. Pero no. Su paso por el servicio de propaganda ingles es un capítulo que Orwell desea olvidar y toda una vergüenza para los seguidores del autor de “Días Birmanos”… Por el contrario, Sayer, con rapidez, astucia y sin moralinas idealistas, ya en EEUU, se convierte en uno de los principales voceros del antifascismo y no duda en poner sus escritos de investigación periodística al servicio del Departamento de Guerra, el Departamento de Justicia y la Oficina de Información de Guerra del gobierno estadounidense, que los usa para contrarrestar la propaganda nazi.
Luego de la guerra, Michael Sayer, estigmatizado por estar en la lista negra del macartismo, sin posibilidad de conseguir trabajo, volvería a Inglaterra y solo luego desde Francia y con un seudónimo, podría trabajar como guionista de la BBC para ganarse la vida austeramente. Sayer puede regresa a los EEUU mucho tiempo después y solo al precio de aceptar trabajar en el guión de una película de James Bond.
Puede parecer paradigmático que él intransigente y principista Orwell se haya convertido en objeto de culto del ambiente literario y las editoriales, mientras el “funcional” Sayers haya sido victima de la persecución, la censura y el olvido. Más aun, cuando uno terminó en una lista negra y otro como informante de esas listas negras. Pero no hay misterios paradigmáticos en esto. La reacción sabe bien que el idealismo es el mejor aliado que puede tener dentro del movimiento progresista, para sembrar primero la discordia y luego el pesimismo. Mientras el realismo lejos de frustrarse buscando utopías no se escapa a los problemas de su época y se lanza a la lucha con audacia.
Albert Eugene Kahn (Londres 1912 - California 1979) nació en una familia judía conservadora de muy buen pasar. Formado en elitistas academias de EEUU llevaba una vida típica de joven adinerado interesado en el deporte. Su padre Moritz Kahn, era ingeniero en la prestigiosa constructora de su hermano el famoso arquitecto Albert Kahn, que diseñó grandes plantas industriales acordes con el fordismo en EEUU. El futuro de Eugene estaba asegurado en esta compañía. Pero como declararía posteriormente, la literatura despertó en él sentido de la injusticia. Así es que incursiona como escritor, periodista e intenta escribir guiones cinematográficos. Su pasar tranquilo y asegurado bien podía permitirle dedicarse a esta vocación. Pero la época histórica que le toco vivir, lejos estaba de permitirle una pluma ligera.
Ya en 1936 se suma a los grupos demócratas y progresiítas que se movilizan en apoyo al gobierno republicano español. Recorre todo EUUU como orador en mítines obreros denunciando el alzamiento franquista, pero también, en reuniones con acaudaladas familias para obtener fondos para la ayuda medica que necesitaba la Republica Española amenazada por el fascismo.
Lo que en principio es una misión humanitaria se va convirtiendo en conciencia política de las profundas causas del problema, sobretodo, al ser testigo de la miseria que la crisis capitalista de 1930 ocasionó a los trabajadores norteamericanos y que él pudo conocer bien en sus viajes. Al igual que ocurre con el heroico Normand Bethune en Canadá, las consignas del Frente Popular Antifascista lanzadas por la Tercera Internacional y los hechos concretos que mostraban a la URSS como el verdadero faro del progreso, la democracia y el antifascismo, hacen eco en el joven Kahn. Orador talentoso, comenzó a dar discursos antifascistas más decididos lo que rápidamente provocó una ruptura familiar. Lo que implicaba también un problema laboral para él. Kahn trabajaba en el Albert Kahn Inc. y como si fuera poco, además de su activismo, tenía el mismo nombre que su prominente tío, lo que causaba consternación en la empresa. Y no era para menos, debido a que Henry Ford era el mayor cliente de la compañía, y Ford se dedicaba a hacer negocios en la Alemania nazi. Así las cosas, en un encuentro con su tío y su padre, le dieron a elegir: o dejaba de hablar en público o renunciaba. Él escogió renunciar.
La ocupación alemana de Francia y la Inglaterra destruida por las bombas nazis, permitiría a Albert salir del ostracismo ante la necesidad del gobierno norteamericano de prepararse para la intervención en Europa, lo que requería romper el aislacionismo cómplice del fascismo, que habían inoculado en el pueblo norteamericano. Así es que le ofrecen a Kahn un puesto como Director Ejecutivo del recién formado Consejo Estadounidense contra la Propaganda Nazi. Desde este lugar se involucró en el periodismo de investigación para denunciar las operaciones nazis de espionaje, sabotaje y propaganda en los Estados Unidos. Su trabajo fue muy utilizado por la prensa escrita y radial.
De este periodo es el primer libro, éxito de ventas, de Kahn, “¡Sabotage!: La guerra secreta contra Estados Unidos” de 1942, realizado junto Michael Sayers.
El informe sobre los planes de la masiva publicación “Reader’s Digest” para imprimir extractos de este libro, dieron lugar a las primeras anotaciones del director del FBI J. Edgar Hoover en el expediente de Kahn: “¿No se puede hacer algo para detener esto?”. No había terminado la guerra pero la reacción ya tenía claro que permitir la circulación de las obras de Khan era un problema. Luego se publicarían “El complot contra la Paz” de 1945 y “La Gran Conspiración: La guerra secreta contra la Unión Soviética” de 1946, un best-seller internacional. Poco tiempo después Albert sería incluido en la lista negra y echado de todas las editoriales. Tampoco faltó la clásica audiencia ante el Subcomité de Seguridad Interna del Senado estadounidense y las acusaciones de espionaje.
Sin posibilidad de seguir publicando, junto con otro integrante de la lista negra, Angus Cameron, inician una editorial propia, que se haría conocida por el intento de publicar en 1955 el libro “Falso Testigo”, que aborda la confesión de Harvey Matusow infiltrado como agente del FBI en el Partido Comunista de EEUU y pagado por el gobierno para declarar en las audiencias según lo dictado por Mc. Carthy. Este intento lo llevaría de nuevo a una audiencia en el Subcomité del Senado de Seguridad Interior, presidido por el senador segregacionista de Mississippi, James Eastland. El propósito de la audiencia era determinar si la publicación de “El falso testigo” era el resultado de una conspiración comunista, en lugar de evaluar el origen y las consecuencias del perjurio que admitió Matusow. El libro solo saldría a la venta mucho tiempo después.
Como tantos otros intelectuales que abrazaron la causa del progreso y la verdadera democracia Albert Kahn murió sin claudicar luchando contra las políticas guerreristas de los EEUU.
Chapaev escribió:una duda, Dzer.
acaso “La Gran Conspiración: La guerra secreta contra la Unión Soviética” de 1946 que citas en la reseña de Albert Eugene Kahn, es el mismo libro que nos ocupa: La gran conspiración contra Rusia?