Bueno creo todos sabemos que se conmemora este día en Chile. Les dejo esta carta con la que dí hace algún tiempo y que refleja la diferencia sustancial entre las motivaciones de la juventud que hizo frente a la dictadura, cuya memoria se evoca el día de hoy, y las expresiones de degeneración lumpenezca que lamentablemente se toma las calles este día y que nada tienen que ver con una lucha contra la explotación y opresión capitalista y que sólo contribuyen a hacerle el juego, justificar y robustecer el aparato de la represión policial y hacer mala fama a los Jóvenes Combatientes originales, espantar a sectores de la propia clase trabajadora y promover el hipócrita baboseo pacifista burgués de condena a la "violencia venga de donde venga" que equivale ni más ni menos a decir: todos los arsenales en poder de la burguesía y la renuncia del proletariado siquiera a luchar por liberarse de sus cadenas. La carta del camarada para mí en muchos aspectos conserva todo su vigor a pesar de ser escrita cuando yo tenía apenas un par de meses de nacido.
Salu2 4All
Carta de joven miliciano Mauricio Maigret Becerra, héroe del MIR y de los pueblos de
Chile, caído el 29 de Marzo de 1984 a la edad de 17 años.
Carta de un combatiente al pueblo y la juventud
Cuando yo era más chico y veía a algunos viejos y cabros chicos escarbando la
basura para encontrar algo que comer, cuando veía a niñas de mi edad que partían
al centro a prostituirse por unos pesos, al ver tanto cesante, tanto niño desnutrido, al
mirar la tele y ver niños rubiecitos viviendo en un mundo maravilloso al otro lado de
Santiago, yo sentía mucha rabia y pena, sólo veía lo que me rodeaba pero no sabía
por qué pasaba (y por supuesto sigue pasando en este país) toda esa miseria y
desesperación. Pensé que con la limosna y la caridad se podría solucionar algo, pero
luego me di cuenta que es un camino falso que sólo sirve a los que tienen el poder. Vi
que todo lo que ocurre en este país es motivado por el interés que tiene un grupo
muy chico de personas de estrujar al máximo al pueblo para sacar toda la plata
posible, que este grupo de financistas y banqueros se apoyan en la violencia y el
terror institucionalizado para seguir chupándonos la sangre.
Cuando por primera vez fui a una marcha vi aterrorizado como los pacos se lanzaban
salvaje y cruelmente contra mujeres y jóvenes, con rabia en los ojos nos pateaban,
por pedir un poco de justicia el gobierno mandaba a sus perros a masacrarnos. Vi y
sentí el miedo, nadie se defendía, todos corrían, parecíamos ratones, esos bestias se
sentían muy valientes y hacían lo que querían con nosotros. Ha sido un camino largo
el superar el terror, pero ya no es como antes, ahora sabemos que podemos luchar
hasta la muerte y los que hemos tenido la oportunidad de pelear contra la represión
en igualdad de condiciones hemos comprobado lo cobarde y arrastrados que son los
mercenarios de la dictadura.
Solo, nada podía hacer y vi que había que organizarse, entré a un comité juvenil,
donde se hacía todo lo posible para denunciar la miseria , crear conciencia en más
gente, agitar la lucha popular. Pero lo que hacíamos era poco y nuestros esfuerzos no
muy grandes, sabíamos que podíamos y teníamos que dar y hacer más, por eso
cuando un compañero me propuso incorporarme a la Resistencia no tuve dudas y
acepté con mucha alegría. Han pasado dos años de trabajo y esfuerzo en la lucha
contra estos asesinos, no ha sido fácil y permanentemente dentro de cada uno de
nosotros se ha librado una lucha contra el individualismo, el egoísmo, la cobardía y
todos los otros valores y lacras que el sistema deja en nosotros, con mucho sacrificio
hemos podido transformar algunos aspectos de nuestro ser para ser personas más
integras dentro de lo que es posible en un sistema tan asqueroso como este.
Ahora que ya tengo 17 años me siento orgulloso de haber recorrido todo este camino,
ha sido muy difícil, he retrocedido muchas veces, he dudado de lo que pienso, he
vacilado y he sentido miedo, pero sobre todo esto ha primado la conciencia de que
este sistema brutal y sanguinario, de que lo único que realmente vale en la vida es
luchar por un orden más justo y que cualquiera otra alternativa que uno elija que
este dentro del sistema lo convierte en cómplice de la miseria y el terror.
Otra verdad que he asumido es que la lucha del pueblo es una guerra a muerte
contra la dominación capitalista, y es a muerte no porque nos guste la violencia ni
porque seamos despiadados terroristas como dicen en la dictadura, sino porque la
brutalidad del sistema no nos deja otra salida, es decir ellos ya nos declararon la
guerra y solo nos queda responder a la violencia opresora y explotadora con la
legitima violencia que ocupa el pueblo para liberarse. Los revolucionarios y
especialmente nosotros más jóvenes valoramos infinitamente la vida, amamos a
nuestro pueblo y luchamos por un futuro mejor para nuestros hermanos y nosotros
mismos. Por ese amor es que estamos dispuestos ha entregar lo mejor de nuestras
vidas a la causa , por eso no tememos a morir en el combate, por eso empuñamos las
armas y disparamos a los verdugos del pueblo, siempre evitamos la violencia
innecesaria y sólo matamos porque el enemigo no nos deja otra alternativa. La sangre
de hoy derramada por este pueblo es la paz y la felicidad del futuro, por eso estamos
aquí, por eso superamos nuestro egoísmo y nuestro miedo, por eso combatimos y por
eso nuestro pueblo marcha a la victoria. ¿Qué esperas para unirte la guerra popular
contra la dictadura? En la resistencia popular hay un lugar que debes ocupar.
Un resistente y miliciano de este pueblo.
Santiago, 28 de Febrero de 1985
Salu2 4All
Carta de joven miliciano Mauricio Maigret Becerra, héroe del MIR y de los pueblos de
Chile, caído el 29 de Marzo de 1984 a la edad de 17 años.
Carta de un combatiente al pueblo y la juventud
Cuando yo era más chico y veía a algunos viejos y cabros chicos escarbando la
basura para encontrar algo que comer, cuando veía a niñas de mi edad que partían
al centro a prostituirse por unos pesos, al ver tanto cesante, tanto niño desnutrido, al
mirar la tele y ver niños rubiecitos viviendo en un mundo maravilloso al otro lado de
Santiago, yo sentía mucha rabia y pena, sólo veía lo que me rodeaba pero no sabía
por qué pasaba (y por supuesto sigue pasando en este país) toda esa miseria y
desesperación. Pensé que con la limosna y la caridad se podría solucionar algo, pero
luego me di cuenta que es un camino falso que sólo sirve a los que tienen el poder. Vi
que todo lo que ocurre en este país es motivado por el interés que tiene un grupo
muy chico de personas de estrujar al máximo al pueblo para sacar toda la plata
posible, que este grupo de financistas y banqueros se apoyan en la violencia y el
terror institucionalizado para seguir chupándonos la sangre.
Cuando por primera vez fui a una marcha vi aterrorizado como los pacos se lanzaban
salvaje y cruelmente contra mujeres y jóvenes, con rabia en los ojos nos pateaban,
por pedir un poco de justicia el gobierno mandaba a sus perros a masacrarnos. Vi y
sentí el miedo, nadie se defendía, todos corrían, parecíamos ratones, esos bestias se
sentían muy valientes y hacían lo que querían con nosotros. Ha sido un camino largo
el superar el terror, pero ya no es como antes, ahora sabemos que podemos luchar
hasta la muerte y los que hemos tenido la oportunidad de pelear contra la represión
en igualdad de condiciones hemos comprobado lo cobarde y arrastrados que son los
mercenarios de la dictadura.
Solo, nada podía hacer y vi que había que organizarse, entré a un comité juvenil,
donde se hacía todo lo posible para denunciar la miseria , crear conciencia en más
gente, agitar la lucha popular. Pero lo que hacíamos era poco y nuestros esfuerzos no
muy grandes, sabíamos que podíamos y teníamos que dar y hacer más, por eso
cuando un compañero me propuso incorporarme a la Resistencia no tuve dudas y
acepté con mucha alegría. Han pasado dos años de trabajo y esfuerzo en la lucha
contra estos asesinos, no ha sido fácil y permanentemente dentro de cada uno de
nosotros se ha librado una lucha contra el individualismo, el egoísmo, la cobardía y
todos los otros valores y lacras que el sistema deja en nosotros, con mucho sacrificio
hemos podido transformar algunos aspectos de nuestro ser para ser personas más
integras dentro de lo que es posible en un sistema tan asqueroso como este.
Ahora que ya tengo 17 años me siento orgulloso de haber recorrido todo este camino,
ha sido muy difícil, he retrocedido muchas veces, he dudado de lo que pienso, he
vacilado y he sentido miedo, pero sobre todo esto ha primado la conciencia de que
este sistema brutal y sanguinario, de que lo único que realmente vale en la vida es
luchar por un orden más justo y que cualquiera otra alternativa que uno elija que
este dentro del sistema lo convierte en cómplice de la miseria y el terror.
Otra verdad que he asumido es que la lucha del pueblo es una guerra a muerte
contra la dominación capitalista, y es a muerte no porque nos guste la violencia ni
porque seamos despiadados terroristas como dicen en la dictadura, sino porque la
brutalidad del sistema no nos deja otra salida, es decir ellos ya nos declararon la
guerra y solo nos queda responder a la violencia opresora y explotadora con la
legitima violencia que ocupa el pueblo para liberarse. Los revolucionarios y
especialmente nosotros más jóvenes valoramos infinitamente la vida, amamos a
nuestro pueblo y luchamos por un futuro mejor para nuestros hermanos y nosotros
mismos. Por ese amor es que estamos dispuestos ha entregar lo mejor de nuestras
vidas a la causa , por eso no tememos a morir en el combate, por eso empuñamos las
armas y disparamos a los verdugos del pueblo, siempre evitamos la violencia
innecesaria y sólo matamos porque el enemigo no nos deja otra alternativa. La sangre
de hoy derramada por este pueblo es la paz y la felicidad del futuro, por eso estamos
aquí, por eso superamos nuestro egoísmo y nuestro miedo, por eso combatimos y por
eso nuestro pueblo marcha a la victoria. ¿Qué esperas para unirte la guerra popular
contra la dictadura? En la resistencia popular hay un lugar que debes ocupar.
Un resistente y miliciano de este pueblo.
Santiago, 28 de Febrero de 1985