Estoy matriculado en un curso para mayores de cincuenta y cinco años en una Universidad madrileña. Días pasados, en una charla generalizada en clase, surgió una agria discusión acerca de lo que supuso la dictadura franquista con respecto a la mujer. Preocupante: son mayoría los que se creen el actual revisionismo de la historia reciente española y no creen que el franquismo fuera tan malo, sólo “un poco duro y antiguo”. Tras leer por ahí en la red pongo este breve texto por si a alguien le interesa el asunto y quiere ampliar ideas al respecto.
LA MUJER EN EL FRANQUISMOEl franquismo, al igual que otros regímenes totalitarios europeos, intentó inculcar en el conjunto de la sociedad unos parámetros ideológicos por los que la mujer sólo era considerada como una especie de útil apéndice necesario para el hombre (y para el Estado), fundamentalmente por el estricto cumplimiento de su papel tal y como presuponen los valores tradicionales: trabajo doméstico, complaciente esposa y maternidad.
Perdidos los derechos contenidos en la Constitución de la Segunda República, en especial la igualdad legal con el varón y el derecho a voto, la española fue despojada de su individualidad para pasar a ocupar obligatoriamente el papel de esposa y madre con todas sus consecuencias, siempre bajo la jerarquía efectiva del hombre (padre, esposo, hijos, hermanos, suegro, confesor católico), entregada a la causa de la familia, siendo tutelada y supervisada, no sólo ideológicamente sino física y psicológicamente, por los dictados del Movimiento Nacional y la Iglesia católica, el llamado nacionalcatolicismo o conglomerado ideológico fundamentalista (sin parangón en cualquier otro país del occidente europeo) soporte de la dictadura del régimen franquista.
La victoria militar del fascismo supone la pérdida de derechos obtenidos durante la Segunda República, pero sobre todas las cosas, la mujer es expulsada de la actividad laboral y de cualquier espacio público, siendo recluida en el hogar familiar. La presión legal, social y familiar sobre la mujer española (compartida en algunos aspectos por adolescentes y jóvenes de ambos sexos) para que hiciera gala de una moral católica integrista en todos sus comportamientos públicos y privados fue constante, llegándose a niveles enfermizos en el control del sexo femenino (obsesión con la virginidad, la pureza y noviazgos prolongados y castos que debían terminar en santo matrimonio). La definición de una familia tradicional patriarcal con el mayor número posible de hijos, fue una de las políticas más cuidadas por el franquismo (incluyendo proteccionismo con premios a la natalidad y “puntos” como complemento salarial del varón en función del número de hijos) y se convirtió en una de las losas más pesadas soportadas por la mujer española y en particular, por la mujer trabajadora, cuyo dificilísimo acceso al mundo laboral la obligó, en muchos casos, a integrarse en el mercado laboral sin derechos propio de la economía sumergida.
Hasta mediados de los años sesenta y en base a las necesidades de mano de obra generadas por los llamados Planes de Desarrollo - pergeñados por los tecnócratas del Opus Dei intentando aprovechar los efectos económicos beneficiosos propiciados por el creciente turismo, las remesas de divisas de los emigrantes en Europa y América y las grandes facilidades dadas a multinacionales para la instalación de fábricas y cadenas de montaje -, la mujer apenas tuvo acceso al mundo del trabajo salvo en negocios y explotaciones agrícolas familiares y empresas de pequeño tamaño del sector terciario, además del muy extendido trabajo en casa propio de la economía sumergida que la necesidad obligó a desempeñar a un gran número de mujeres.
Hasta mediados de los años sesenta y en base a las necesidades de mano de obra generadas por los llamados Planes de Desarrollo - pergeñados por los tecnócratas del Opus Dei intentando aprovechar los efectos económicos beneficiosos propiciados por el creciente turismo, las remesas de divisas de los emigrantes en Europa y América y las grandes facilidades dadas a multinacionales para la instalación de fábricas y cadenas de montaje -, la mujer apenas tuvo acceso al mundo del trabajo salvo en negocios y explotaciones agrícolas familiares y empresas de pequeño tamaño del sector terciario, además del muy extendido trabajo en casa propio de la economía sumergida que la necesidad obligó a desempeñar a un gran número de mujeres.
¿De qué manera articuló la dictadura franquista el entramado político que fijaba el lugar ocupado por la mujer española en la sociedad?. Por supuesto, mediante el peso agobiante de leyes discriminatorias y la represión general del conjunto de la sociedad, pero también mediante el desarrollo y mantenimiento de una organización que debía encargarse de la puesta en práctica de las directrices políticas: la Sección Femenina del Movimiento o Sección Femenina de Falange Española de las JONS, nombre con el que se creó en 1934.
Despojada la mujer de casi todos los derechos legales, sin apenas posibilidades de incorporarse al mundo del trabajo, cercenada la capacidad de estudio y formación, la familia conservadora tradicional se convertía en el fundamento de la nación y la Sección Femenina, con todos los medios a su alcance, se puso a la faena de educar a la mujer en los más rancios valores defendidos por Falange Española, la Iglesia Católica y el Movimiento Nacional, con el objetivo de convertir a las mujeres en buenas esposas y madres. La constante exaltación de la familia, la maternidad y la feminidad entendida como sumisión, fragilidad y espíritu de sacrificio, es la definición de mujer que el Régimen quiere dar a sus ciudadanas, que de facto quedan convertidas en personas de segunda clase. A partir de 1940 queda conformado el Servicio Social como obligatorio durante un mínimo de seis meses para todas las mujeres solteras de entre diecisiete y treinta y cinco años, convirtiéndose en un vehículo perfecto para el adoctrinamiento de la mujer española, además de ser una vía de obtención de mano de obra gratuita en colegios, hospitales, comedores de caridad, hospicios, talleres de confección de ropa militar, administración del Auxilio Social y la Sección Femenina, etc. Tampoco hay que dejar de lado el importante papel jugado por los medios de comunicación (periódicos y emisoras de radio) en su función propagandística, adoctrinadora y de adocenamiento.
La Segunda República española legisló para lograr la igualdad de la mujer con el hombre en los terrenos social, laboral, económico y político. Esta situación fue de inmediato aprovechada por las mujeres para intentar ser protagonistas de su propia historia, algo que el franquismo les haría pagar muy caro, convirtiéndolas en blanco preferente de la represión. Aquel protagonismo iba en contra de la “nueva España” que las quería anular y relegar al cuidado de los hijos y el marido, además de mantenerlas totalmente sometidas al Estado, la Iglesia y al hombre. La mujer tenía reservado el papel de transmisora de la ideología franquista y de los "valores" del nacionalcatolicismo a través de la familia. Para conseguir estos fines había que domesticar como fuera a aquella generación de mujeres que ya habían conocido las sensaciones de la libertad y la igualdad, por lo que se les aplicó una represión específica, en grado máximo de crueldad y perversidad, aboliendo primero todas las leyes que las equiparaban con el hombre y, dado que los fascistas habían conocido en sus propias carnes la fuerza revolucionaria que significó la incorporación de la mujer a la vida política española y en la defensa de los valores democráticos, las leyes dictadas las situaron y mantuvieron en el mismo plano que a los menores de edad y a los discapacitados mentales. El desprecio del franquismo hacia las mujeres era tal (y el miedo a su gran capacidad revolucionaria) que no aceptaba su papel como trabajadoras y luchadoras políticas y a pesar de la constante demagogia respecto de que la mujer y la infancia necesitaban de especial protección, no impidió que las mujeres fueran maltratadas, torturadas, violadas, encarceladas y asesinadas a mansalva durante la guerra en la España que iba cayendo en manos del bando nacional, durante la larguísima postguerra y durante todos los malditos cuarenta años de dictadura franquista.
Algunos ejemplos de leyes y normas relacionadas con la mujer:Las normas laborales se copian casi de manera literal de la legislación fascista italiana al respecto y desde el año 1942 la mujer tiene que dejar su puesto de trabajo a cambio de una pequeña dote matrimonial al casarse. Ni en las Administraciones públicas, ni en empresas estatales o detentadoras de monopolios (Tabacalera, Telefónica) pueden trabajar mujeres casadas. Las mujeres solteras firman su finiquito y la salida de la empresa en el momento de casarse, también en las entidades bancarias. Se premia mediante subsidios familiares pagados al marido a las mujeres que dejan de trabajar para ocuparse de su hogar familiar.
Quedan derogados (con efecto retroactivo) el matrimonio civil como vínculo de unión (es obligatorio el matrimonio eclesiástico) y el divorcio. Se establecen diferentes derechos para hijos legítimos e ilegítimos (se quedan sin derechos). La patria potestad es siempre del padre y la tutela de los hijos, en caso de viudedad, la tendrá otro familiar varón. Se penan con gran dureza las prácticas abortivas y el uso y divulgación de medios anticonceptivos. La venta de preservativos es ilegal. El adulterio tiene pena de cárcel. El amancebamiento queda recogido en el Código civil y puede llevar a la cárcel. Salvo por matrimonio, la mujer no puede abandonar el domicilio familiar sin permiso del padre o varón que ejerza la tutela hasta los veinticinco años (a pesar de que la mayoría de edad se fija en veintitrés años). La educación mixta queda prohibida en la educación salvo en determinados estudios universitarios. Sólo el marido puede disponer de los bienes económicos familiares y para cualquier actividad relacionada con negocios, bancos, compra-venta, alquileres, cesión a familiares, viajes (en realidad está prohibido cualquier desplazamiento sin permiso de la autoridad gubernativa), es necesario aportar la firma del esposo. La nacionalidad y el lugar de residencia de la mujer son siempre, obligatoriamente, los del marido.
Quedan derogados (con efecto retroactivo) el matrimonio civil como vínculo de unión (es obligatorio el matrimonio eclesiástico) y el divorcio. Se establecen diferentes derechos para hijos legítimos e ilegítimos (se quedan sin derechos). La patria potestad es siempre del padre y la tutela de los hijos, en caso de viudedad, la tendrá otro familiar varón. Se penan con gran dureza las prácticas abortivas y el uso y divulgación de medios anticonceptivos. La venta de preservativos es ilegal. El adulterio tiene pena de cárcel. El amancebamiento queda recogido en el Código civil y puede llevar a la cárcel. Salvo por matrimonio, la mujer no puede abandonar el domicilio familiar sin permiso del padre o varón que ejerza la tutela hasta los veinticinco años (a pesar de que la mayoría de edad se fija en veintitrés años). La educación mixta queda prohibida en la educación salvo en determinados estudios universitarios. Sólo el marido puede disponer de los bienes económicos familiares y para cualquier actividad relacionada con negocios, bancos, compra-venta, alquileres, cesión a familiares, viajes (en realidad está prohibido cualquier desplazamiento sin permiso de la autoridad gubernativa), es necesario aportar la firma del esposo. La nacionalidad y el lugar de residencia de la mujer son siempre, obligatoriamente, los del marido.
La labor del fascismo durante cuarenta años ha dejado una huella importante y ha condicionado a varias generaciones de españolas, aunque la tozudez de la realidad cotidiana no ha conseguido ni eliminar la memoria histórica ni la conciencia de clase, al menos a los niveles propiciados por la dictadura, a pesar de que la mujer queda tras la guerra separada del proceso de producción y del mundo del trabajo.
El franquismo sometió a la historia de España a una vasta operación de cirugía cerebral primitiva y traumática, eliminando físicamente y exiliando a centenares de miles de hombres y mujeres, vaciando de todo tipo de referencias con contenido histórico-social, cultural y político a dos generaciones al menos y a muchos de sus descendientes, haciendo especial hincapié en la mujer española, parte fundamental y destacada del soplo de aire fresco que para todos supuso la Segunda República.
Que las nuevas generaciones no olviden jamás lo que el franquismo ha supuesto. Probablemente es la única garantía de no repetir la historia pasada.
Algunos textos que se pueden leer y descargar de la red relacionados con este tema:
La mujer en el franquismo – Doctrina y Acción de la Sección femenina
Tiempo de Historia nº 83 año XIII – 01/10/1981
Se puede descargar en formato .zip de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] y también página a página desde Tiempo de Historia digital (Universidad de Salamanca): [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
La mujer bajo el franquismo - Adela Soto Marco y Rosa Monlleó Peris
Universitat Jaume I - Programa "Universitat per a majors"
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Mujer y Dictadura franquista - Manuel Ortiz Heras
Universidad de Castilla La Mancha – Aposta (revista de Ciencias sociales)
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La mujer en el camino de su emancipación – Carmen Jiménez Castro
Capítulos números 5 y 6 - Editorial Contracanto – año 1987
El libro está completo en:
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La mujer en el franquismo – Foro los Genoveses
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La mujer durante el franquismo – ValleNajerilla.com
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La mujer durante el franquismo. Detalles - blog No me quieras tanto
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No los he encontrado disponibles en Internet para su descarga gratuita, pero son altamente recomendables:
La República, la era de Franco - Ramón Tamames
Alianza editorial (colección de Historia coordinada por Miguel Artola – volumen VIII) Madrid, año 1988
La España del siglo XX – Manuel Tuñón de Lara
3 tomos – Editorial Akal – año 2000 (colección básica de bolsillo)
Última edición por pedrocasca el Dom Feb 10, 2013 12:43 pm, editado 6 veces