Este trabajo pertenece al dominio público
"Así trabaja la policía antidisturbios" se redactó para How Stuff Works, una página educativa estadounidense. Aunque las tácticas de represión policial son en su mayor parte idénticas, se han modificado algunos fragmentos para adaptarlo al contexto del Estado español. El resto se ha mantenido según el original. (De ahi se entiende los comentarios subjetivos sobre los disturbios, el comportamiento "pacifico" y "neutro" de la policia.auna si hay uestiones interesantes)
Modernas tácticas antidisturbios
Las tácticas empleadas por la policía para el control de disturbios en el pasado eran muy simples: se basaban en el hecho de que la policía estaba casi siempre mejor armada que los manifestantes. Básicamente consistían en formar una línea y cargar contra la multitud. Hoy la policía sigue estando bien armada y pertrechada, pero las tácticas han avanzado significativamente.
Cuando se produce un altercado, la policía se despliega en una formación en cuadrado con un equipo de mando en el centro. El equipo de mando está protegido por los cuatro costados por líneas de agentes desplegados en grupos de 10 ó 12 agentes. También hay un equipo destinado a efectuar arrestos en el centro de ese cuadrado.
Esta unidad táctica es muy móvil y capaz de adaptarse sobre la marcha a los cambios de la situación. Si una amenaza de repente aparece detrás o a un lado de la unidad, entonces la línea de ese lado se convierte en el frente de la unidad. Todo el equipo antidisturbios puede entonces cambiar la dirección a la que se enfrenta sin necesidad de maniobrar excesivamente. También las líneas pueden cubrirse unas a las otras cuando el equipo se desplaza para tomar una posición avanzada. Si la unidad está siendo atacada, el equipo no se mueve al unísono: una línea de agentes carga mientras las otras proporcionan una cobertura o una pantalla física (con los escudos antidisturbios). Entonces otra línea se desplaza a la siguiente posición para emprender de nuevo una carga, y así sucesivamente.
No se pretende que esta formación sea una muralla impenetrable de policías. De hecho, las unidades antidisturbios dejan por lo común vías de escape a los alborotadores para que corran a través suyo. Los agentes pueden adoptar una posición “pasiva”, en la cual se despliegan dejando varios metros entre uno y otro agente. Así, la multitud puede entonces fácilmente pasar a través de “la red” formada. Si un grupo particularmente activo se desplaza hacia los agentes o éstos detectan a algún sospechoso en concreto que quieran arrestar, rápidamente pueden cerrar los huecos y formar una línea cerrada.
A medida que los agentes se desplacen hacia una multitud, goleparán y empujarán a cualquiera que no responda a sus exigencias de irse del lugar en el momento en que la línea frontal llegue a ellos. Si aún así rechazan moverse, la primera línea se abre paso y sigue cargando; cuando el resto de manifestantes están dentro del cuadrado, la unidad se detiene, la primera línea de agente vuelve a formar y los agentes encargados de arrestar a los manifestantes llevan a cabo su tarea. Una vez han terminado, la unidad puede seguir adelante.
Tecnología antidisturbios
Cuando los agentes antidisturbios se pertrechan para entrar en acción, lo primero que hacen es proteger su cuerpo. El equipo completo, conocido como hard tac, consiste en:
* Casco con visera protectora
* Coraza protectora
* Protecciones en el resto del cuerpo (antebrazos, piernas, etcétera)
La protección corporal está fabricada con Lexan. Lexan puede ser a prueba de balas si es lo suficientemente grueso, pero para este uso sólo protege contra los objetos arrojados y la metralla de los artefactos incendiarios caseros.
El arma ofensiva más básica de que dispone el agente antidisturbios es la porra. Normalmente tienen entre 24 y 42 pulgadas (60-107 cm.) de longitud y están hechas de madera noble.
La policía tiene una variedad de balas no letales que puede disparar a la multitud, aunque éstas por lo general son consideradas como “menos letales”, porque cualquier cosa disparada desde una pistola puede ser potencialmente mortal. Sin embargo, los agentes antidisturbios están entrenados para utilizar estas armas de modo que se minimice el riesgo de muerte o heridas graves.
Prevención y conflicto
Las actuales unidades antidisturbios reciben nombres como unidades de gestión de la multitud (EE.UU.), unidades de intervención policial – UIP (España) o Brigada Móbil (Catalunya). En vez de “derrotar” a los manifestantes en la batalla, el cometido de esta policía es sólo el de intentar apaciguarlos, atemorizarlos y hacer que regresen a sus hogares. El uso de la fuerza, incluso de la fuerza no letal, es su último recurso.
El primer paso en la “gestión de la multitud” es asegurarse de que no ha lugar un altercado. Aunque a veces los disturbios estallan por sorpresa, están por lo común vinculados a protestas planificadas y huelgas organizadas. Cuando la policía cree que existe el potencial para que una situación así escape a su control, contactan a los organizadores y líderes de la protesta con tiempo, pactan las reglas que los manifestantes habrán de seguir y designan una zona específica para que la protesta tenga lugar. La policía asigna agentes formados especialmente en esta tarea. El objetivo es que la policía haga notar su presencia y trabaje para que todo el mundo esté a salvo.
Incluso cuando los agentes no están de acuerdo con las opiniones de los manifestantes, están entrenados para mantener una actitud objetiva. Los agentes tratan de no ver a los manifestantes como enemigos. Aunque están entrenados para ser educados con las personas de la multitud, se cuidan de aparentar flaqueza alguna. La policía tiene que ser vista como al cargo de la situación en todo momento, incluso cuando están en actitud pasiva y permiten que la multitud opere con las normas que se pactaron de antemano.
A veces, no obstante, estas medidas preventivas no funcionan, y estalla un disturbio a pesar de los esfuerzos de la policía por mantener a todo el mundo tranquilo.
Si no pueden dominar a la multitud y ésta empieza a emprender acciones consideradas como violentas, entonces la policía cambiará a una actitud más agresiva. Sus acciones aquí reflejan el hecho de que casi todos los disturbios están encabezados por unos pocos individuos que creen que tienen algo que ganar con la confrontación violenta. La mayoría de la gente que acude a ellos sólo lo hace porque está sucediendo algo excitante o son transeúntes que son arrastrados por la mentalidad de grupo. Enfrentados a la posibilidad de arresto o enfrentamiento con la policía, la mayoría simplemente escaparán de vuelta a sus hogares.
El primer paso es simplemente la intimidación. Los agentes antidisturbios permanecen en formaciones cerradas y actúan con precisión militar. Cuando forman líneas de agentes que funcionan efectivamente como barreras, los agentes golpean sus porras contra los escudos, gritan, marchan al paso, conectan las sirenas. El resultado puede atemorizar a algunos de los asistentes, pues parece y suena como si un grupo de agentes armados estuviese a punto de aplastarlos inmisericordemente blandiendo sus porras. La verdad es que este espectáculo está diseñado para espantar a tantos manifestantes como se pueda sin que los agentes tengan siquiera que moverse de su sitio, y ello porque la policía no trata de arrestar a todos los manifestantes, que por lo común les superan en número [por lo que no disponen de la logística necesaria para detenciones en masa]. Sus primeros objetivos son quienes encabezan la manifestación, porque con toda probabilidad la multitud se dispersará cuando quienes la encabezan dejan de animarles o son arrestados.
Cuando se llega al punto en que los agentes se enfrentan a los manifestantes, el objetivo sigue siendo dispersar a la multitud. Una combinación de cargas de agentes con, llegada la situación, el uso de gases lacrimógenos, se emplea para dirigir a la multitud en ciertas direcciones o mantenerlas alejadas de una zona concreta. La multitud por lo general nunca es atrapada en un callejón sin salida: siempre se le deja una ruta de escape, pues el objetivo de la policía es, siempre, poner fin a la manifestación.
"Así trabaja la policía antidisturbios" se redactó para How Stuff Works, una página educativa estadounidense. Aunque las tácticas de represión policial son en su mayor parte idénticas, se han modificado algunos fragmentos para adaptarlo al contexto del Estado español. El resto se ha mantenido según el original. (De ahi se entiende los comentarios subjetivos sobre los disturbios, el comportamiento "pacifico" y "neutro" de la policia.auna si hay uestiones interesantes)
Modernas tácticas antidisturbios
Las tácticas empleadas por la policía para el control de disturbios en el pasado eran muy simples: se basaban en el hecho de que la policía estaba casi siempre mejor armada que los manifestantes. Básicamente consistían en formar una línea y cargar contra la multitud. Hoy la policía sigue estando bien armada y pertrechada, pero las tácticas han avanzado significativamente.
Cuando se produce un altercado, la policía se despliega en una formación en cuadrado con un equipo de mando en el centro. El equipo de mando está protegido por los cuatro costados por líneas de agentes desplegados en grupos de 10 ó 12 agentes. También hay un equipo destinado a efectuar arrestos en el centro de ese cuadrado.
Esta unidad táctica es muy móvil y capaz de adaptarse sobre la marcha a los cambios de la situación. Si una amenaza de repente aparece detrás o a un lado de la unidad, entonces la línea de ese lado se convierte en el frente de la unidad. Todo el equipo antidisturbios puede entonces cambiar la dirección a la que se enfrenta sin necesidad de maniobrar excesivamente. También las líneas pueden cubrirse unas a las otras cuando el equipo se desplaza para tomar una posición avanzada. Si la unidad está siendo atacada, el equipo no se mueve al unísono: una línea de agentes carga mientras las otras proporcionan una cobertura o una pantalla física (con los escudos antidisturbios). Entonces otra línea se desplaza a la siguiente posición para emprender de nuevo una carga, y así sucesivamente.
No se pretende que esta formación sea una muralla impenetrable de policías. De hecho, las unidades antidisturbios dejan por lo común vías de escape a los alborotadores para que corran a través suyo. Los agentes pueden adoptar una posición “pasiva”, en la cual se despliegan dejando varios metros entre uno y otro agente. Así, la multitud puede entonces fácilmente pasar a través de “la red” formada. Si un grupo particularmente activo se desplaza hacia los agentes o éstos detectan a algún sospechoso en concreto que quieran arrestar, rápidamente pueden cerrar los huecos y formar una línea cerrada.
A medida que los agentes se desplacen hacia una multitud, goleparán y empujarán a cualquiera que no responda a sus exigencias de irse del lugar en el momento en que la línea frontal llegue a ellos. Si aún así rechazan moverse, la primera línea se abre paso y sigue cargando; cuando el resto de manifestantes están dentro del cuadrado, la unidad se detiene, la primera línea de agente vuelve a formar y los agentes encargados de arrestar a los manifestantes llevan a cabo su tarea. Una vez han terminado, la unidad puede seguir adelante.
Tecnología antidisturbios
Cuando los agentes antidisturbios se pertrechan para entrar en acción, lo primero que hacen es proteger su cuerpo. El equipo completo, conocido como hard tac, consiste en:
* Casco con visera protectora
* Coraza protectora
* Protecciones en el resto del cuerpo (antebrazos, piernas, etcétera)
La protección corporal está fabricada con Lexan. Lexan puede ser a prueba de balas si es lo suficientemente grueso, pero para este uso sólo protege contra los objetos arrojados y la metralla de los artefactos incendiarios caseros.
El arma ofensiva más básica de que dispone el agente antidisturbios es la porra. Normalmente tienen entre 24 y 42 pulgadas (60-107 cm.) de longitud y están hechas de madera noble.
La policía tiene una variedad de balas no letales que puede disparar a la multitud, aunque éstas por lo general son consideradas como “menos letales”, porque cualquier cosa disparada desde una pistola puede ser potencialmente mortal. Sin embargo, los agentes antidisturbios están entrenados para utilizar estas armas de modo que se minimice el riesgo de muerte o heridas graves.
Prevención y conflicto
Las actuales unidades antidisturbios reciben nombres como unidades de gestión de la multitud (EE.UU.), unidades de intervención policial – UIP (España) o Brigada Móbil (Catalunya). En vez de “derrotar” a los manifestantes en la batalla, el cometido de esta policía es sólo el de intentar apaciguarlos, atemorizarlos y hacer que regresen a sus hogares. El uso de la fuerza, incluso de la fuerza no letal, es su último recurso.
El primer paso en la “gestión de la multitud” es asegurarse de que no ha lugar un altercado. Aunque a veces los disturbios estallan por sorpresa, están por lo común vinculados a protestas planificadas y huelgas organizadas. Cuando la policía cree que existe el potencial para que una situación así escape a su control, contactan a los organizadores y líderes de la protesta con tiempo, pactan las reglas que los manifestantes habrán de seguir y designan una zona específica para que la protesta tenga lugar. La policía asigna agentes formados especialmente en esta tarea. El objetivo es que la policía haga notar su presencia y trabaje para que todo el mundo esté a salvo.
Incluso cuando los agentes no están de acuerdo con las opiniones de los manifestantes, están entrenados para mantener una actitud objetiva. Los agentes tratan de no ver a los manifestantes como enemigos. Aunque están entrenados para ser educados con las personas de la multitud, se cuidan de aparentar flaqueza alguna. La policía tiene que ser vista como al cargo de la situación en todo momento, incluso cuando están en actitud pasiva y permiten que la multitud opere con las normas que se pactaron de antemano.
A veces, no obstante, estas medidas preventivas no funcionan, y estalla un disturbio a pesar de los esfuerzos de la policía por mantener a todo el mundo tranquilo.
Si no pueden dominar a la multitud y ésta empieza a emprender acciones consideradas como violentas, entonces la policía cambiará a una actitud más agresiva. Sus acciones aquí reflejan el hecho de que casi todos los disturbios están encabezados por unos pocos individuos que creen que tienen algo que ganar con la confrontación violenta. La mayoría de la gente que acude a ellos sólo lo hace porque está sucediendo algo excitante o son transeúntes que son arrastrados por la mentalidad de grupo. Enfrentados a la posibilidad de arresto o enfrentamiento con la policía, la mayoría simplemente escaparán de vuelta a sus hogares.
El primer paso es simplemente la intimidación. Los agentes antidisturbios permanecen en formaciones cerradas y actúan con precisión militar. Cuando forman líneas de agentes que funcionan efectivamente como barreras, los agentes golpean sus porras contra los escudos, gritan, marchan al paso, conectan las sirenas. El resultado puede atemorizar a algunos de los asistentes, pues parece y suena como si un grupo de agentes armados estuviese a punto de aplastarlos inmisericordemente blandiendo sus porras. La verdad es que este espectáculo está diseñado para espantar a tantos manifestantes como se pueda sin que los agentes tengan siquiera que moverse de su sitio, y ello porque la policía no trata de arrestar a todos los manifestantes, que por lo común les superan en número [por lo que no disponen de la logística necesaria para detenciones en masa]. Sus primeros objetivos son quienes encabezan la manifestación, porque con toda probabilidad la multitud se dispersará cuando quienes la encabezan dejan de animarles o son arrestados.
Cuando se llega al punto en que los agentes se enfrentan a los manifestantes, el objetivo sigue siendo dispersar a la multitud. Una combinación de cargas de agentes con, llegada la situación, el uso de gases lacrimógenos, se emplea para dirigir a la multitud en ciertas direcciones o mantenerlas alejadas de una zona concreta. La multitud por lo general nunca es atrapada en un callejón sin salida: siempre se le deja una ruta de escape, pues el objetivo de la policía es, siempre, poner fin a la manifestación.