La confluencia en la VIII Convención de Medio Ambiente y Desarrollo, de ministros de América Latina, África y Asia, de directivos principales de convenciones y organismos internacionales, y de expertos de primer nivel en el tema, ha convertido a La Habana por estos días en la capital mundial del medio ambiente.
Como preludio de la reunión Río+20, a celebrarse el próximo año en Brasil, los casi mil delegados de más de una treintena de países se han pronunciado por la urgencia y deber de las presentes generaciones de evitar el colapso ambiental del planeta.
No es una especulación. Será inevitable si se continúa con las políticas y tendencias actuales de la humanidad, tanto industriales como de consumo, en especial en los países primermundistas. Hoy, por ejemplo, la presión del hombre sobre el planeta es el doble de la que se ejercía medio siglo atrás, por lo que su capacidad de regeneración de vida se ha reducido en un 50 por ciento.
Es consenso que son los países industrializados los que han generado la mayor parte de la contaminación del medio ambiente global, como la emisión de gases de efecto invernadero y su resultado, el calentamiento global.
«En el caso de las emisiones de CO2, les corresponde alrededor del 58 por ciento, y solo EE.UU. emite cerca de la cuarta parte de este», recordaba la doctora Gisela Alonso, líder de la Agencia de Medio Ambiente de Cuba.
Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2010 se ha alcanzado en el mundo un récord de emisiones de gases de efecto invernadero, con 30,6 gigatoneladas, que constituye un cinco por ciento más de lo reportado en 2008, agregó la experta.
Ahmed Djoghlaf, secretario ejecutivo de la Convención de Diversidad Biológica de la ONU, indicó que la biodiversidad se está perdiendo a una velocidad vertiginosa. Y ningún país ha detenido o reducido esta tendencia. «La pérdida de la biodiversidad no solo no se detiene, se acelera», alertó.
El principal ejecutivo institucional a nivel mundial en estos asuntos agregó que dos tercios de todos los ecosistemas del planeta muestran un estado avanzado de deterioro.
«Los daños serán irreparables e irreversibles si las cosas siguen como van», dijo. «El estado del planeta está determinado por lo que los seres humanos —solo una de los millones de especies conocidas y desconocidas que habitan la Tierra— hagan», alertó.
Djoghlaf indicó también que la generación contemporánea ha generado la situación actual. Y solo ella es la que puede resolver la crisis. O acabar de destruir nuestro universo tal como hoy se conoce. Es necesario —abundó— que la humanidad cambie de paradigma, reconectar al hombre con la naturaleza.
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Como preludio de la reunión Río+20, a celebrarse el próximo año en Brasil, los casi mil delegados de más de una treintena de países se han pronunciado por la urgencia y deber de las presentes generaciones de evitar el colapso ambiental del planeta.
No es una especulación. Será inevitable si se continúa con las políticas y tendencias actuales de la humanidad, tanto industriales como de consumo, en especial en los países primermundistas. Hoy, por ejemplo, la presión del hombre sobre el planeta es el doble de la que se ejercía medio siglo atrás, por lo que su capacidad de regeneración de vida se ha reducido en un 50 por ciento.
Es consenso que son los países industrializados los que han generado la mayor parte de la contaminación del medio ambiente global, como la emisión de gases de efecto invernadero y su resultado, el calentamiento global.
«En el caso de las emisiones de CO2, les corresponde alrededor del 58 por ciento, y solo EE.UU. emite cerca de la cuarta parte de este», recordaba la doctora Gisela Alonso, líder de la Agencia de Medio Ambiente de Cuba.
Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2010 se ha alcanzado en el mundo un récord de emisiones de gases de efecto invernadero, con 30,6 gigatoneladas, que constituye un cinco por ciento más de lo reportado en 2008, agregó la experta.
Ahmed Djoghlaf, secretario ejecutivo de la Convención de Diversidad Biológica de la ONU, indicó que la biodiversidad se está perdiendo a una velocidad vertiginosa. Y ningún país ha detenido o reducido esta tendencia. «La pérdida de la biodiversidad no solo no se detiene, se acelera», alertó.
El principal ejecutivo institucional a nivel mundial en estos asuntos agregó que dos tercios de todos los ecosistemas del planeta muestran un estado avanzado de deterioro.
«Los daños serán irreparables e irreversibles si las cosas siguen como van», dijo. «El estado del planeta está determinado por lo que los seres humanos —solo una de los millones de especies conocidas y desconocidas que habitan la Tierra— hagan», alertó.
Djoghlaf indicó también que la generación contemporánea ha generado la situación actual. Y solo ella es la que puede resolver la crisis. O acabar de destruir nuestro universo tal como hoy se conoce. Es necesario —abundó— que la humanidad cambie de paradigma, reconectar al hombre con la naturaleza.
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