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    Relación entre las revoluciones democrática y socialista en los países coloniales y semicoloniales - Jose Maria Sison

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    Relación entre las revoluciones democrática y socialista en los países coloniales y semicoloniales - Jose Maria Sison Empty Relación entre las revoluciones democrática y socialista en los países coloniales y semicoloniales - Jose Maria Sison

    Mensaje por RDC Jue Ago 04, 2011 10:09 pm

    Relación entre las revoluciones democrática y socialista en los países coloniales y semicoloniales

    por Jose Maria Sison
    Presidente fundador del Partido Comunista de Filipinas

    Mi presentación abarca las enseñanzas de Lenin sobre las dos etapas de la revolución rusa, la aplicación de esas enseñazas por Lenin y Stalin, la extensión y profundización de las mismas en colonias y semicolonias, la violación de éstas por los revisionistas modernos, la vigencia de la teoría marxista-leninista y la práctica de las dos etapas.

    I. Introducción

    Los países coloniales y semicoloniales tienen muchos vestigios del feudalismo. Por lo tanto, son susceptibles a la dominación imperialista. En países donde reina el feudalismo o el semifeudalismo, una revolución burgués-democrática es categóricamente necesaria antes que una revolución socialista sea posible. Esto se debe a que es necesario considerar principalmente las condiciones socioeconómicas en el proceso revolucionario, y, naturalmente, el carácter antidemocrático del Estado contrarrevolucionario.

    Donde hay un cierto nivel de desarrollo industrial capitalista, como en el caso de Alemania durante la época de Marx, en 1856, o de Rusia durante el tiempo de Lenin, en 1917, o de las colonias y semicolonias debido a la dominación imperialista, el proletariado industrial debe forjar una alianza con el campesinado para llevar a cabo una revolución ininterrumpida para pasar de la etapa de la revolución burgués-democrática a la etapa de la revolución socialista.

    A fines de la década de 1840, Marx adelantó la tesis de tal revolución ininterrumpida en el Discurso a la Liga Comunista, señalando subsecuentemente, en una carta a Engels en 1856, la necesidad de combinar el movimiento revolucionario campesino con la revolución proletaria. Marx escribía entonces: " (...) en Alemania, todo dependerá de la posibilidad de respaldar la revolución proletaria con alguna reedición de la Guerra Campesina".

    Estas ideas de Marx no fueron desarrolladas en los trabajos subsecuentes de Marx y Engels, como tampoco lo hicieron los teóricos de la Segunda Internacional y los partidos socialdemócratas de Europa Occidental, quienes hicieron lo posible para enterrar las ideas de Marx, que ligaba la revolución burgués-democrática con la revolución socialista. Estos teóricos estaban obsesionados por la visión eurocentrista de esperar que el proletariado industrial se convirtiese en la mayor parte de la población, como precondición para la revolución socialista en cualquier parte. También daban por hecho que después de la revolución burguesa, las masas campesinas traicionarían la revolución, y un largo "reflujo" de cincuenta o cien años seguiría, durante el cual el proletariado podría ser "pacíficamente" y "legalmente" explotado por la burguesía, hasta el arribo de la revolución socialista.

    Lenin sacó a la luz las ideas olvidadas de Marx. No se limitó a repetirlas automáticamente, sino que las desarrolló y profundizó. Él las moldeó en una teoría harmoniosa de la revolución socialista, considerando la alianza del proletariado con el campesinado y con otros elementos semiproletarios de la ciudad y del campo como factor indispensable de la revolución socialista y como una condición para la victoria de la revolución proletaria.

    En abril de 1905, Lenin orientó el Tercer Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso en Londres para diferenciar los bolcheviques de los mencheviques en cuanto a las tácticas básicas y a la línea que preconiza la dirección de clase del proletariado en las etapas burgués-democrática y socialista de la revolución rusa, y la necesidad de la alianza obrero-campesina. En su propio congreso fraccionario, los mencheviques concedieron a la burguesía la dirección de clase en la revolución burgués-democrática, y querían que el proletariado fuera meramente un apéndice de la burguesía liberal y un mendigo de las reformas economicistas en el transcurso de la revolución burgués-democrática.

    Subsecuentemente, en junio y julio de 1905, Lenin escribió Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, para clarificar de forma exhaustiva, profunda y minuciosa las etapas burgués-democrática y socialista de la revolución, y adelantó las tácticas de la dirección de clase continua del proletariado por medio de su partido revolucionario, la alianza del proletariado y del campesinado, la insurrección armada para la toma del poder político, el gobierno revolucionario provisorio, la dictadura democrática de los obreros y campesinos, la confiscación de la tierra de los terratenientes, la realización de la jornada de 8 horas y otras reivindicaciones inmediatas de la clase obrera.

    Stalin siguió, de manera inmediata y coherente, la teoría y las tácticas leninistas de la revolución con trabajos como Insurrección armada y nuestras tácticas, El gobierno revolucionario provisional y la socialdemocracia (1905), Dos choques, La situación presente y el Congreso de Unidad del Partido de los Trabajadores (1906), el Prefacio de la edición georgiana del folleto de Karl Kautsky "Fuerzas motrices y prospectos de la revolución rusa" (febrero de 1907).

    II. La precisión de la obra de Lenin

    En Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Lenin aplicó con precisión el marxismo a las condiciones concretas de Rusia. Sirvió de guía programática de los bolcheviques y el proletariado para todo el período de 1905 hasta la victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre, en 1917.

    Rusia, durante este período, podía describirse correctamente en varios aspectos. Era una potencia militar-feudal imperialista, sobre todo por oprimir y explotar a numerosas nacionalidades. Tenía unos pocos enclaves industriales, rodeados por un océano de feudalismo y medievalismo. Era capaz de producir combustibles industriales, metales básicos y productos químicos, pero no máquinas herramientas y, por lo tanto, era un país capitalista débil. Era una semicolonia de los imperialismos británico, francés y belga, que proveían el capital financiero y los bienes de producción para la explotación del proletariado y el pueblo.

    El proletariado industrial era una minoría de la población, y no podía hacer ningún tipo de revolución sin la alianza con el pequeño campesinado y otras masas semiproletarias, quienes componían la inmensa mayoría del pueblo. No podrían lograr la revolución socialista sin pasar por la revolución burgués-democrática y sin arrebatarle la iniciativa y la dirección a la burguesía liberal, que actuaba como agente de la gran burguesía e intentaba conquistar el apoyo del campesinado. La sabiduría de Lenin consistió en declarar sin vueltas que el proletariado debía tomar la dirección de la revolución burgués-democrática para que ésta pudiera pasar a la revolución socialista.

    Fue de importancia decisiva el definir las tácticas básicas de los bolcheviques y el proletariado porque la situación rusa y la revolución rusa eran complejas y porque estaban confrontados a varios tipos de oponentes: la autocracia zarista, la gran burguesía, la burguesía liberal y los oportunistas en el Partido Socialdemócrata Ruso, y los "socialistas revolucionarios", descendientes de los narodniks.

    La autocracia zarista, junto con la aristocracia rural, hacía lo imposible para oponerse a la revolución, ora pretendiendo hacer reformas, ora escalando abiertamente la brutal reacción. La gran burguesía utilizo a la burguesía liberal, los demócratas constitucionalistas, para intentar ser más listos que los bolcheviques y engañar al pueblo con la propuesta de una monarquía constitucional y reformas burgués-democráticas.

    Al mismo tiempo estaban los oportunistas, los mencheviques, que afirmaban querer derribar el zarismo pero que estaban abiertos a dar concesiones a la burguesía liberal, y que se hacían pasar por marxistas pero que querían que la burguesía liberal dirigiese la revolución burgués-democrática e hiciera del proletariado su subalterno. Estaban también los socialistas revolucionarios pequeño-burgueses que proponían un socialismo de tipo populista sin clase y que eran profundamente hostiles a los bolcheviques y al proletariado.

    Mientras por un lado luchaba ideológica y políticamente contra los mencheviques, por el otro, Lenin combatía resueltamente a los oportunistas y revisionistas de otros partidos miembros de la Segunda Internacional sobre una serie muy amplia de cuestiones relacionadas con el imperialismo y la revolución proletaria. Atacaba la teoría del "ultraimperialismo" de Kautsky y las posiciones socialimperialistas, socialchauvinistas y socialpacifistas de los partidos socialdemócratas, que colaboraban con los partidos claramente burgueses, apoyando al imperialismo, y aumentando los presupuestos de guerra y medidas semejantes.

    El inicio de la Primera Guerra Mundial reveló el fracaso de los partidos socialdemócratas. La descripción dada por Lenin del imperialismo como la víspera de la revolución socialista, y su llamado a transformar la guerra imperialista en una guerra civil revolucionaria estalló fuerte y clara. En 1916, escribió El imperialismo, fase superior del capitalismo para consolidar su teoría sobre el imperialismo y la revolución proletaria. Este texto reforzaba las tesis de su otro libro Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. Elaborando la teoría del desarrollo desigual del capitalismo, demostró que Rusia estaba madura para una revolución armada que llevaría a cabo las etapas sucesivas de la revolución burgués-democrática y de la revolución socialista, ambas bajo la dirección del proletariado.

    En el proceso de la realización de la revolución burgués-democrática de febrero de 1917, existía básicamente una alianza objetiva de diferentes fuerzas políticas determinadas a derrocar al zarismo, especialmente después que se mostró culpable de la catastrófica participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial. La situación se tornó a todas luces madura para la revolución armada. Al mismo tiempo se daba una lucha de vida o muerte entre el proletariado y la burguesía por la hegemonía en la revolución. Ésta tenía la iniciativa de formar un gobierno revolucionario provisorio bajo Kerensky. Pero Lenin reconoció ya la existencia de una dualidad de poder en Rusia: por un lado el poder en las manos del régimen de Kerensky y por el otro el poder en las manos de los soviets de diputados obreros, soldados y campesinos.

    Defendió la tesis de la independencia del partido revolucionario del proletariado y lanzó un llamado para ganar la mayoría de los soviets con el fin de pasar de la revolución burgués-democrática a la revolución socialista de octubre. El vínculo de los soviets de diputados obreros con aquéllos de los diputados soldados bajo la dirección de los bolcheviques significaba la alianza del proletariado y el campesinado, porque la mayoría de los soldados eran campesinos. Y cuando los bolcheviques lograron el apoyo de la mayoría en los soviets de diputados campesinos, estaban ya preparados para insurrecciones armadas. El fin del régimen Kerensky había llegado.

    Con la consigna de "Pan y paz", los bolcheviques fueron capaces de tomar la iniciativa y galvanizar a las masas cuando el régimen de Kerensky cometió graves errores debidos a su naturaleza de clase burguesa y a su rol de títere de las potencias imperialistas occidentales, que dictaban la continuación de la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial. Dirigieron de manera resuelta y combativa al proletariado y al pueblo contra una implicación mas profunda en la guerra imperialista y contra las amenazas que constituían las fuerzas zaristas más arraigadas y los imperialistas. Ganaron el poder político tomando los centros urbanos de poder político burgués.

    Al instaurar el poder de la dictadura del proletariado a través de los soviets, Lenin emitió inmediatamente un decreto de nacionalización de la tierra comprendiendo la confiscación de la tierra de los terratenientes en beneficio de las masas campesinas. Esto tenía como objetivo completar la revolución burgués-democrática, satisfaciendo la reivindicación campesina muy antigua de tener tierras, y mantener la alianza de la clase obrera con el campesinado. Esto también preparó el terreno para las victorias subsecuentes de una lucha armada más intensa y extensa de los bolcheviques.

    Los bolcheviques estaban determinados a sacar a Rusia de la guerra interimperialista y procedieron a forjar el tratado de paz de Brest-Litovsk con Alemania para ganar un respiro y consolidar la victoria de la revolución. Pero los imperialistas y los reaccionarios locales estaban empecinados en recobrar su poder perdido en Rusia, y lanzaron la guerra de intervención militar extranjera y la guerra civil de 1918 a 1920.

    La lucha armada fue impulsada principalmente en el campo. Los bolcheviques pudieron ganar gracias a la táctica básica de la alianza obrero-campesina. El vigoroso apoyo del campesinado permitió al partido bolchevique y al Ejército Rojo aplastar a los imperialistas y a los reaccionarios locales. Al analizar la revolución rusa es incorrecto separar y aislar las insurrecciones armadas urbanas de la entonces subsecuente lucha armada en el campo.

    Después de la guerra, los bolcheviques tenían que restaurar la economía lo más pronto posible. Hubiera sido insostenible e intolerable mantener el "comunismo de guerra", especialmente para el campesinado, a quien se le había requisado tremendas cantidades de provisiones para el esfuerzo de guerra. Para esto Lenin adelantó la Nueva Política Económica (NEP) como una medida transitoria, dando concesiones incluso a los campesinos ricos, pequeños comerciantes y empresarios, de 1921 en adelante. Al mismo tiempo, los bolcheviques continuaron controlando los niveles más elevados de comando de la economía, la industria, los medios de transporte y comunicaciones, los bancos y otros importantes bienes confiscados al enemigo.

    Después de la muerte de Lenin en 1924, Stalin asumió la dirección del Partido, el Estado y la revolución. Stalin sintetizó exhaustivamente y defendió el leninismo en su Fundamentos del leninismo, el cual fue publicado en el mismo año para combatir los elementos antileninistas que querían aprovecharse de la enfermedad y muerte de Lenin. Este trabajo definía al marxismo-leninismo en la era del imperialismo y la revolución proletaria.

    Stalin continuó implementando la NEP. Combatió y derrotó a Trotsky y gente por el estilo, quienes deseaban terminarla prematuramente. El objetivo de esos bribones oportunistas de "izquierda" era romper con la alianza obrero-campesina, someter al campesinado a una explotación intolerable y cumplir su profecía de que el socialismo en la Unión Soviética era imposible.

    De 1926 en adelante, Stalin impulsó vigorosamente la línea de la industrialización socialista, y de 1930 en adelante, la colectivización de la agricultura en conjunción con la industria socialista. Combatió y derrotó a Bujarin y sus pares oportunistas de derecha, quienes querían prolongar indefinidamente las concesiones temporarias dadas a la burguesía rural y urbana bajo la NEP. Los bolcheviques despertaron, organizaron y movilizaron las masas de pequeños campesinos contra los campesinos ricos, quienes cometían sabotajes y otras formas de resistencia violenta.

    Bajo la dirección de Stalin, la Alianza obrero-campesina entre las muchas nacionalidades de la Unión Soviética fue mantenida a través de variadas fases y en variadas condiciones. Los trabajadores de la industria socialista necesitaban alimentos y materias primas, y a cambio, los campesinos en los colectivos recibían de aquéllos maquinaria agrícola, productos agroquímicos y de consumo. Había una interacción dialéctica creciente entre las dos clases trabajadoras en una serie de planes quinquenales que crearon la base y la superestructura de una poderosa economía socialista.

    III. Las dos etapas en las colonias y las semicolonias del Oriente

    En 1913, investigando el destino histórico de la doctrina de Carlos Marx, Lenin marcó tres períodos: el primero, de la revolución de 1848 hasta la Comuna de París en 1871; el segundo, de la Comuna de París hasta la revolución rusa de 1905; y el tercero, a partir de la revolución rusa.

    En el primer período, la doctrina de Marx fue proclamada en el Manifiesto Comunista. Surgió como una de las numerosas tendencias del socialismo. Las tormentas revolucionarias revelaron las diferentes clases en acción y establecieron el hecho de que el proletariado sólo podía liderar la revolución socialista. La sociedad burguesa tomó forma. El liberalismo fue denunciado como una herramienta de la reacción. Las tendencias utópicas premarxistas del socialismo desaparecieron. Surgieron los partidos independientes proletarios: la Primera Internacional (1864-72) y el Partido Socialdemócrata Alemán.

    En el segundo período (1872-1904), no hubo generalmente tormentas revolucionarias en Occidente, ya que éste había terminado con la mayor parte de las revoluciones burguesas. Los partidos socialistas, básicamente proletarios, estaban organizados en gran escala. La propagación de la doctrina marxista era tan predominante en el movimiento de la clase obrera que el liberalismo trató de revitalizarse en la forma del oportunismo socialista.

    En el tercer período, el Oriente se reveló claramente como la fuente de grandes tormentas revolucionarias. Las revoluciones democrático-burguesas en Rusia, Turquía, Persia y China irrumpieron una detrás de la otra. Y permítaseme señalar que la pionera de las revoluciones burgués-democráticas en Asia fue la revolución filipina de 1896.

    Lenin criticó a los oportunistas por alabar sin cesar "la paz social" y la inutilidad de tormentas bajo la "democracia" ante las tormentas revolucionarias en Asia. Percibió las revoluciones en Asia como reveladoras de la debilidad e ilegitimidad del liberalismo, y al mismo tiempo la definida demarcación entre el proletariado y la burguesía.

    Al mismo tiempo, observaba que el alto costo de la vida y la opresión perpetrada por los trusts intensificaban la lucha de clases en Europa. Señalaba que el febril armamentismo y la política del imperialismo estaban transformando la llamada paz social de Europa en un barril de pólvora más que otra cosa.

    Reconoció la creciente importancia de Oriente como campo de batalla entre el proletariado y la burguesía. Señaló la interacción dialéctica potencial entre el movimiento revolucionario en el Oriente y en Occidente. Estaba en vías de extender y profundizar el marxismo, propio a la era del capitalismo de libre competencia del siglo XIX, en el leninismo, propio de la era del imperialismo moderno y la revolución proletaria.

    Los revisionistas y los oportunistas de la Segunda Internacional actuaban como el séquito socialchauvinista y socialpacifista de los agentes directos de la burguesía monopolista en el parlamento, explotando al proletariado en Europa, aumentando los presupuestos de guerra y estimulando los proyectos y la política imperialista. La teoría de Kautsky del "ultraimperialismo" llegó a presumir que el imperialismo es benigno y progresista porque se supone que derriba las formaciones precapitalistas y abre el camino al desarrollo capitalista y al crecimiento del proletariado en las colonias y semicolonias.

    Lenin dio una descripción categórica del imperialismo como el capitalismo moribundo de la víspera de la revolución socialista. Expuso la teoría del desarrollo desigual del capitalismo, demostrando que el imperialismo acarrea la espasmódica y desigual expansión del capital, y simultanea y principalmente, la destrucción de las fuerzas productivas en su tendencia a obtener superganancias de las colonias, semicolonias y países dependientes; demostró también que donde hay explotación y opresión, se desarrolla una resistencia revolucionaria más intensa y en gran escala. Así, además de la consigna "¡Proletarios de todos los países, uníos!", emitió para las naciones y pueblos oprimidos la consigna de unirse contra el imperialismo y la reacción local.

    Según la teoría del desarrollo desigual, Rusia era el eslabón más débil en la cadena de los países imperialistas, y era donde más probablemente la revolución proletaria ganaría, siempre que las fuerzas subjetivas se desarrollasen para aprovechar la madurez de la situación revolucionaria. Los países imperialistas más fuertes tienen condiciones económicas y tecnológicas que los hacen más aptos para el socialismo que en los países menos desarrollados. Pero los imperialistas, con el poder social y militar que imponen en sus propios países y las superganancias que arrancan de las colonias y semicolonias, tienen más recursos para poder evitar, aplastar o hacer abortar la revolución proletaria.

    Lenin estimaba que las insurrecciones de los trabajadores en Occidente, especialmente en Alemania, serían beneficiosas para la revolución rusa, pero cuando aquéllas fallaron, él se volvió aún más determinado para estimular las revoluciones burgués-democráticas en el Oriente y las colocó dentro del marco de la revolución mundial proletaria. Así, poco después de la victoria de la Revolución de Octubre, procedió a formar la Tercera Internacional en 1919 para promover la construcción de partidos proletarios revolucionarios tanto en los países imperialistas como en los dominados.

    En ocasión del primer aniversario de la Tercera Internacional, en una reunión del soviet de Moscú en 1920, Lenin dijo:

    "En el período inicial de la revolución, muchos mantuvieron la esperanza de que la revolución socialista comenzaría en Europa Occidental inmediatamente después del fin de la guerra imperialista; en aquel momento, en que las masas estaban armadas, también podría haber habido una revolución triunfante en algunos de los países occidentales. Hubiera podido suceder si la escisión al interior del proletariado de Europa Occidental no hubiese sido tan profunda, ni la traición de los ex líderes socialistas tan grande como se había imaginado."

    Lenin escribió el borrador preliminar de las tesis sobre las cuestiones nacional y colonial y sobre la cuestión agraria para el Segundo Congreso de la Internacional Comunista en 1920. Presentó ante el Congreso el informe sobre las cuestiones nacional y colonial, donde propuso los importantes puntos siguientes:

    1. No cabe duda que cualquier movimiento nacional sólo puede ser burgués-democrático, ya que la abrumadora mayoría de la población de los países atrasados está integrada por campesinos, que representan relaciones burgués-capitalistas. Sería utópico creer que los partidos proletarios en esos países atrasados, si tales partidos realmente pudiesen surgir de éstos, puedan seguir tácticas comunistas y una política comunista, sin establecer relaciones definidas con el movimiento campesino y sin darle un efectivo apoyo.

    2. Es comprensible que los campesinos, que viven en condiciones de dependencia semifeudal, puedan asimilar con facilidad y poner en práctica la idea de organización soviética. Está también claro que las masas oprimidas, las que son explotadas no sólo por el capitalismo mercantil sino también por los feudales y por un Estado basado en el feudalismo, puedan aplicar esta arma, este tipo de organización también a sus condiciones. La idea de la organización en soviets es simple y aplicable no solamente a las relaciones proletarias sino también a las relaciones campesinas feudales y semifeudales.

    3. La cuestión fue presentada así: "¿Vamos a considerar como correcta la afirmación que la fase capitalista de desarrollo económico es inevitable en las naciones atrasadas que están ahora en vía de emancipación y que lograron cierto avance hacia el progreso desde la guerra?" Decimos no. Si el proletariado revolucionario victorioso realiza una propaganda sistemática entre estas naciones, y si el gobierno soviético acude en su ayuda con todos los medios de que dispone, en tal caso sería erróneo asumir que los pueblos atrasados deben pasar inevitablemente por la fase capitalista de desarrollo.

    Trotsky traicionó la revolución bolchevique al esforzarse obstinadamente por presentarla como dependiente de las insurrecciones en Alemania y en otros países imperialistas, por desdeñar las naciones y los pueblos oprimidos, especialmente el campesinado de Rusia y otros países atrasados, por no comprender y por atacar la teoría y la practica de la revolución en dos etapas.

    Fiel al legado de Lenin, Stalin defendió decididamente el socialismo en un país, utilizando cada apoyo posible, no sólo del proletariado en los países imperialistas sino también de las naciones y pueblos oprimidos de países ajenos a los países imperialistas. Y puso mucha atención al trabajo de la Tercera Internacional.

    La propagación de la revolución en dos etapas de Lenin y Stalin aportaría abundantes frutos bajo la forma del surgimiento de las democracias populares en Asia y Europa Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Las colonias y las semicolonias probaron ser un terreno más fértil que los países imperialistas para la victoria de la revolución armada dirigida por el proletariado.

    La democracia popular en China fue la más importante de las cosechas revolucionarias por su enorme población y dimensión territorial, y sobre todo porque aquí iba a verse la transición de la revolución burgués-democrática hacia el socialismo, y el heroico esfuerzo para consolidar el socialismo contra el revisionismo y el peligro de la restauración capitalista. La revolución china, bajo la dirección de Mao Zedong, creció en importancia mientras el revisionismo moderno tomó el control de la Unión Soviética a partir de 1956.

    IV. Evolución subsecuente de la revolución en dos etapas

    Las salvas de la Revolución de Octubre y el trabajo de la Tercera Internacional inspiraron y causaron el establecimiento del Partido Comunista de China (PCC) en 1921. Conduciendo el PCC y la revolución china, Mao Zedong sacó lecciones de la teoría y práctica de Lenin sobre la revolución en dos etapas bajo la dictadura del proletariado, y las desarrolló más tarde, haciendo sus propias y exclusivas contribuciones.

    Hizo el análisis concreto de la situación concreta de la China semicolonial y semifeudal. Caracterizó la primera etapa de la revolución china como burgués-democrática de nuevo tipo, o sea la revolución de nueva democracia contra el capitalismo monopolista extranjero, el feudalismo doméstico y el capitalismo burocrático.

    Identificó a la gran burguesía compradora y a los terratenientes como la clase enemiga al seno de la sociedad china y, entre las fuerzas motrices de la revolución, el proletariado como la clase dirigente, el campesinado como la fuerza principal y la alianza obrero-campesina como la base del frente unido revolucionario.

    Para llegar a la segunda etapa de la revolución china, que es la socialista, la revolución de nueva democracia debe ser básicamente completada a través del derrocamiento armado, en todo el país, de la dictadura conjunta de dos clases, la gran burguesia compradora y la clase de los terratenientes, y del establecimiento de la dictadura democrática de la clase obrera y del campesinado, que constituye el núcleo y la esencia de la dictadura del proletariado.

    Mao veía la revolución de nueva democracia a través de la guerra popular prolongada como la preparación para la revolución socialista. Señaló que la revolución de nueva democracia era diferente de la revolución socialista pero que debe continuarse por esta última porque ambas etapas eran conducidas por el proletariado revolucionario y estaban dentro del marco de la revolución proletario-socialista mundial. Como lo afirmó Lenin, no había necesidad de pasar por la etapa del desarrollo capitalista.

    Repudió la visión trotskista, expresada más prominentemente por Chen Duxiu, secretario fundador del PCC, que había una separación entre las etapas burgués-democrática y socialista de la revolución, y que el proletariado chino sólo podía ser un apéndice del Guomindang (GMD) porque el proletariado era supuestamente incapaz de dirigir la revolución burgués-democrática. En realidad, Chen Duxiu fusionó el PCC con el GMD y lo subordinó a aquél en el período 1924-27.

    Mao señaló que el proletariado podía dirigir la revolución burgués-democrática y mantener su independencia e iniciativa robusteciéndose a sí misma ideológica, política y organizativamente como destacamento adelantado del proletariado, teniendo al campesinado como su principal aliado y satisfaciendo la reivindicación campesina de tierra como el contenido principal de la revolución democrática. A él se debe el establecimiento de las bases rurales, primeros soviets de obreros y campesinos, que fueron de gran utilidad para el PCC antes de la traición de Chiang Kai-chek.

    Con respecto a la construcción del Partido, Mao introdujo la campaña de rectificación como el principio y el método para confrontar el subjetivismo, el oportunismo y otros errores. Adoptó de manera coherente la línea de confiar en las masas, fiándose en éstas y movilizándolas como la manera de llevar a cabo y elevar el nivel de la lucha revolucionaria a un nivel más alto.

    Privilegió la revolución armada como la forma principal de lucha revolucionaria, porque la tarea central de la revolución es la toma del poder político. Se inspiró en la declaración de Stalin según la cual la lucha armada continua en China era una ventaja de la revolución china.

    Hasta hoy, Mao es reconocido como el maestro estratega y táctico por su teoría y su línea estratégica de la guerra popular, que incluye el cerco de las ciudades desde el campo durante un período prolongado para acumular fuerzas mediante ofensivas tácticas hasta que se tenga suficiente poder para tomar las ciudades en todo el país.

    Esta línea teórica y estratégica integra la lucha armada, la revolución agraria y la construcción del poder político y de la base de masas. Mao demostró que, en el camino de la revolución burgués-democrática de nuevo tipo, era posible satisfacer la reivindicación campesina de tierra y crear el poder político rojo con base en el campo aunque el poder de los reaccionarios siga atrincherado en las ciudades. En la experiencia rusa, un poder político dual surgió sólo en la revolución de febrero.

    Mao hizo un continuo análisis de clase de la sociedad china de acuerdo con el marxismo-leninismo para guiar la construcción del Partido, la lucha armada y el trabajo de frente unido. En la medida en que tenía el apoyo de las masas campesinas y una absoluta dirección sobre el ejército del pueblo, fuese cual fuese el enemigo en un momento dado, el PCC pudo mantener su independencia e iniciativa y al mismo tiempo relacionarse correctamente con sus otros aliados y desarrollar el más amplio frente unido posible para aislar y destruir al enemigo.

    Luego de la victoria de la revolución burgués-democrática a escala nacional bajo su dirección en 1949, el proletariado chino pudo comenzar la revolución socialista. El Estado que se estableció tomó la forma de una república popular democrática. La dictadura del proletariado estaba al centro. El principal componente del poder estatal, el ejército popular, estaba bajo la absoluta dirección del proletariado a través del PCC.

    Básicamente, Mao siguió las enseñanzas y el ejemplo de Lenin y Stalin al nacionalizar la tierra e impulsar la reforma agraria como una medida burgués-democrática para satisfacer la apetencia de tierra de los campesinos pobres y de clase media baja, tomando para el socialismo los mandos superiores de dirección de la economía al confiscar los medios de producción de los imperialistas y la gran burguesía local y adoptando las medidas transitorias para revivir la economía destrozada por la guerra y realizar la transformación básica socialista de toda la economía. Bajo la dirección de Stalin, China fue asistida por la Unión Soviética.

    En 1955, los campesinos comenzaron a cooperativizarse a partir del nivel de los equipos de ayuda mutua. En 1956, fue consumada la transformación básica socialista de la economía china. Los oportunistas de derecha y los revisionistas comenzaron, de manera abierta y encubierta, a oponerse a la línea revolucionaria proletaria de Mao.

    Querían perpetuar las concesiones previamente garantizadas a la burguesía patriótica y los campesinos ricos, y se oponían a las restricciones de los derechos burgueses. Parloteaban sobre la consolidación de la revolución nacional-democrática, y aún contradiciéndose a sí mismos, sobre la desaparición de la lucha de clases. Insistían en que la mayor contradicción era entre las fuerzas atrasadas de producción y las relaciones avanzadas de producción, y que el progreso socialista consistía simplemente en promocionar las fuerzas de producción.

    Mao defendió la línea de construcción y revolución socialistas. Señaló que la principal contradicción en la sociedad socialista es entre el proletariado y la burguesía. Siguió el dictado de Lenin que el socialismo tomaría toda una época histórica y que la burguesía derrotada continuaría resistiendo al socialismo de muchísimas maneras.

    Definió el correcto manejo de las contradicciones entre el pueblo, y aquéllas entre el pueblo y el enemigo. Así, la mediana y pequeña burguesía como también los campesinos ricos pueden ser subordinados a la política socialista del Estado y puede prevenirse una contrarrevolución violenta. También adoptó la política de considerar a las industrias pesada y básica el papel de factor dirigente, a la agricultura el rol de base de la economía, y a la industria ligera un puente entre ambos para acelerar el envío de los bienes de producción y consumo a las masas campesinas y así aliviar sus sacrificios en el proceso de desarrollo económico.

    Privilegió la política del Gran Paso hacia Adelante en el transcurso de la línea general de construcción y revolución socialistas, incluyendo el principio de "caminar con las dos piernas" y construyendo las comunas populares. Esta política venció el bloqueo imperialista, las calamidades naturales y el sabotaje de los renegados revisionistas soviéticos y la oposición oportunista de la derecha bujarinista y la tendencia oportunista de "izquierda" del "viento comunista".

    Siguiendo el suceso resonante del Gran Salto Adelante y los abundantes resultados de las comunas, Mao inició una contraofensiva atacando a los oportunistas de derecha. Insistió que el aspecto clave que se debe entender es la lucha de clases, y dirigió el movimiento de educación socialista en contra de los burócratas del partido que estaban tomando la vía capitalista.

    Hizo una crítica exhaustiva del revisionismo moderno y obligo al partido revisionista soviético a iniciar un debate ideológico. Tomando en cuenta el fenómeno del revisionismo moderno y la lucha de dos líneas entre los revolucionarios proletarios y los renegados burgueses dentro del PCC, planteó subsecuentemente la teoría de la necesidad de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado con el fin de combatir al revisionismo, prevenir la restauración del capitalismo y consolidar el socialismo.

    Puso en práctica la teoría a través de la Gran Revolución Cultural Proletaria (GRCP). Esto significaba revolucionar dialécticamente todos los aspectos del modo de producción y de la superestructura de la sociedad socialista.

    La GRCP superó la noción muy difundida de que la disolución de las clases explotadoras no era más que un asunto de combatirlas económica, legal y administrativamente, y que construir el socialismo era apenas cuestión de desarrollar las fuerzas productivas y la capacidad técnica.

    V. Política antisocialista en la agricultura

    Hasta aquí, en la historia de la revolución proletaria mundial, el socialismo surgió en países donde existían relaciones feudales y semifeudales en la agricultura para una significativa mayoría. Las condiciones atrasadas en la agricultura necesitan la revolución burgués-democrática, incluyendo la realización completa de la reforma agraria y la construcción de la alianza obrero-campesina. La cuestión de las relaciones sociales en la agricultura es de fundamental importancia en la transición de la revolución burgués-democrática hacia la revolución socialista. La interrupción de la reforma agraria y del avance de una etapa de cooperativización hacia otra superior es fatal para la revolución socialista.

    Se excluye de la discusión a los movimientos de liberación nacional. Útiles para el movimiento antiimperialista a escala global, fueron esencialmente anticoloniales, antirracistas o antidéspotas; llegaron al poder a través de un compromiso neocolonial o de la insurrección (por ejemplo, muchos frentes de liberación en África y el FSLN en Nicaragua), pero quedaron confinados dentro de la estructura de una revolución del viejo tipo burgués-democrático incompleta. Algunos ni siquiera trataron de llevar adelante una genuina y completa reforma agraria. Otros trataron pero fracasaron por no tener una dirección de clase genuinamente proletaria y por no complementarla con una industrialización básica.

    En todas las democracias populares establecidas después de la Segunda Guerra Mundial, hubo un debate entre los revolucionarios proletarios y los oportunistas de derecha sobre las condiciones y las relaciones sociales, y sobre la vía socialista a seguir en la agricultura. Las enseñanzas de Lenin y Stalin sobre las medidas de transición de la revolución burgués-democrática a la socialista en la agricultura, y la colectivización de la agricultura en conexión con la industrialización socialista, guiaron a los revolucionarios proletarios.

    Tito, de Yugoslavia, como pionero del revisionismo moderno, abandonó la reforma agraria y la colectivización en 1948, permitiendo la persistencia de los campesinos ricos. La cuestión de la agricultura era para él un punto central en su posición fundamentalmente antisocialista de negar la necesidad de una planificación económica central, atomizando la economía bajo el pretexto de la autogestión obrera y levantando la bandera del nacionalismo burgués contra el Cominform.

    En la mayor parte de las democracias populares de Europa del Este, la reforma agraria y la colectivización fueron combatidas o retardadas, reflejando el poder de la corriente oportunista de derecha en los partidos dirigentes, que eran generalmente una fusión de comunistas y de socialdemócratas que de la noche a la mañana se volvían comunistas. Cuando a partir de 1956 el revisionismo moderno se impuso en la Unión Soviética y se extendió en Europa del Este, la reforma agraria y la colectivización fueron completamente desechadas, o transformadas en meros símbolos y liquidadas por la persistencia de los campesinos ricos, capitalistas agrarios o mercaderes.

    Los revisionistas en Europa del Este subestimaron la cuestión campesina, considerándola como algo que se resuelve automáticamente por la expansión de la industria y la mecanización agrícola socialistas. Suponen que el campesinado es disuelto por el empleo generado por la industria socialista y que sólo un número reducido de trabajadores rurales es necesario para operar las granjas.

    Pero mucho antes del cumplimiento de su promesa, los revisionistas también se sirven de las condiciones de atraso en la agricultura como prueba para sus argumentos, exigiendo el mantenimiento o el resurgimiento de la ley del valor capitalista, de la libertad burguesa de tratar con el poder laboral, de los medios de producción como mercancías, y de todas las nociones y prácticas relacionadas con el llamado mercado socialista.

    En la Unión Soviética, los esfuerzos de Kruschev para destruir el trabajo socialista de Lenin y Stalin incluían el sabotaje y la desacreditación de la agricultura socialista en una serie de jugadas sagaces. Como primer secretario del Partido, hizo que el principal ministro Malenkov plantase cosechas inapropiadas en vastas áreas para desacreditarlo junto con la agricultura socialista. Luego de tomar todo el poder en sus manos, rompió la alianza de la clase obrera y el campesinado. Disolvió los puestos de máquinas y tractores controlados por el proletariado, permitió a los colectivos poseer individualmente, comprar y vender maquinaria y repuestos agrícolas, expandió las parcelas privadas y los mercados libres, y estimuló el resurgimiento de los campesinos ricos.

    La agricultura soviética quedó en ruinas antes que Kruschev cayese del poder. Ésta fue una de las principales razones de su destitución. Pero sus sucesores no revirtieron su política agrícola sino que continuaron elogiando la supuestamente alta productividad en las parcelas privadas con respecto a las granjas colectivas, de las que los campesinos ricos y comerciantes de libre mercado robaban productos.

    Con su "nuevo sistema económico", Brezhnev y Kosygin expandieron y agravaron las políticas antisocialistas iniciadas por Kruschev en la industria y la agricultura. La razón principal por la que los kremlinólogos llamaron neostalinista al régimen de Brezhnev era que éste hizo una rehabilitación ficticia de Stalin y recentralizó ciertas industrias estratégicas para obtener ganancias para la burocracia de toda la unión y para la carrera armamentista.

    Y cuando Gorbachov llegó al poder, la economía sovietica estaba en tal estado de depresión y bancarrota que él la pudo desorganizar y desacreditar completamente con facilidad. Continuó presentando falsamente al capitalismo monopolista burocrático como socialismo, y puso en práctica su objetivo final de privatización abierta de los bienes de producción públicos. Finalmente, lanzó un llamado a "la reforma agraria", que significaba el retroceso a la explotación agrícola privada y la disolución de las granjas estatales y colectivas.

    De cierta manera, el auge del revisionismo moderno en la Unión Soviética en 1956 se abatió sobre la revolución china. Los oportunistas de derecha del PCC fueron fuertemente influenciados por las ideas revisionistas soviéticas, incluyendo las últimas ideas económicas de Nicolai Voznesensky y E. Lieberman, a causa de las entonces continuas y estrechas relaciones sino-sovieticas, y el flujo de estudiantes y aprendices chinos.

    Mao tuvo el mérito de oponerse victoriosamente a los revisionistas de la Unión Soviética y de China, quienes trataron de derrocarlo, pero fracasaron de 1956 a 1976. Fue capaz de llevar adelante la revolución y construcción socialistas, construir la industria socialista y las comunas populares, hacer una crítica y un repudio exhaustivos del revisionismo moderno y llevar adelante la Gran Revolución Cultural Proletaria.

    Pero no es sorprendente que luego de su muerte su línea revolucionaria proletaria pudiese ser derrotada. Él mismo estaba consciente de los tremendos riesgos en torno a las condiciones objetivas y a los factores subjetivos. Para poder ir de una victoria a otra, tuvo que vencer la poderosa oposición de los defensores de la línea capitalista.

    En la agricultura china, Mao impulsó la línea según la cual la cooperación agrícola podría ser realizada con la introducción progresiva de la mecanización en la medida que la industria socialista pudiese proveerla. La cuestión era evitar un mayor crecimiento de la burguesía rural, que había sido tolerada en el período de transición. Pero Liu Xiaoji impulsó la línea bujarinista de los campesinos ricos, de acuerdo a la cual la cooperativización debería estar siempre precedida por la mecanización o no debería ser emprendida de ninguna manera.

    Reunieron equipos de "trabajo" expertos en encontrarle defectos a todo para disolver las cooperativas iniciadas por las masas campesinas en 1955 como respuesta al llamado de Mao, las que debían ser establecidas donde fuese posible y basarse en los equipos de ayuda mutua. Oponiéndose a la construcción de las comunas populares durante el Gran Paso Adelante, aquéllos alternaron sus tácticas entre el oportunismo de derecha y el fomento del "viento comunista". Hasta el comienzo de los años 60, defendieron las cuatro grandes libertades de los campesinos ricos: las de contratar trabajadores, comerciar, prestar dinero y alquilar sus tierras.

    Después de la muerte de Mao, los principales revisionistas o defensores de la línea capitalista chinos, encabezados por Deng Xiaoping, impulsaron su plan de "modernización" de grandes capitalistas compradores y fomentaron su línea de reformas capitalistas, abriendo el país al capitalismo monopolista extranjero. Tenían, como base social inicial, por un lado los capitalistas nacionales, a quienes les devolvieron capital por medio de títulos gubernamentales previamente dados a cambio de los bienes expropiados, y por otro lado las secciones pequeño-aburguesadas del Partido y de la burocracia estatal, que se morían por vengarse de Mao por la Revolución Cultural.

    Comenzaron quebrando las comunas populares, de las que se mofaban insinuando que constituían un sistema de irresponsabilidad colectiva, para así revivir el sistema de fincas individuales, vigente antes de la revolución, al que describieron como un sistema basado en la responsabilidad individual de una casa u hogar. Los dirigentes locales del Partido que siguieron la nueva línea recompensaron a sus propias familias y amigos con lotes selectos de tierra. Los ricos campesinos se vieron resucitados de la noche a la mañana y se convirtieron en la base más grande de la contrarrevolución.

    Las industrias rurales, construidas en gran escala durante la Revolución Cultural, fueron privatizadas bajo la ficción legal del contrato de gestión. La burguesía reapareció rápidamente a nivel municipal, provincial y nacional. Como en los viejos tiempos del GMD, los mayores burgueses chinos son los burócratas capitalistas, con la diferencia que se disfrazan de comunistas para legitimizar su poder. Mantienen las empresas estatales como vacas lecheras, y al mismo tiempo, en combinación con los monopolios extranjeros, dirigen las empresas privadas más rentables.

    La tesis de Mao, según la cual tan pronto como los revisionistas llegan al poder, restauran el capitalismo y se vuelven socialfascistas, probó ser correcta. Éstos negaron a los trabajadores el derecho de huelga y otros derechos democráticos, y los sometieron a una explotación y a una opresión severas bajo el pretexto de la "disciplina de trabajo socialista".

    Un mito se extiende: por causa de las reformas capitalistas y la apertura al monopolio de capitalismo extranjero, China está desarrollándose rápidamente, y esto es bueno para el socialismo, pues el proletariado chino se incrementó. La verdad es que el proletariado, anteriormente generado por una industria socialista que contaba con sus propias fuerzas, fue erosionado y reemplazado por mano de obra sin contrato en talleres donde es duramente explotada. Como una venganza, volvió el trabajo de culí de antes de la revolución.

    Hay una polarización explosiva en China, con menos del 10 % de la población ganando un sueldo elevado y más del 90 % reducido a un nivel miserable de subsistencia y sometidos a la inseguridad de trabajo y con creciente desempleo. Mientras los enclaves de fabricación orientada hacia la exportación de los imperialistas y burgueses compradores brillan en las provincias costeras, el oeste y las regiones centrales de China están hundiéndose en niveles cada vez más bajos de estancamiento, depresión y refeudalización.

    VI. La vigencia de los dos niveles

    El hecho más importante que se le debe reconocer hoy al capitalismo monopolista es el de ser destructivo para las fuerzas productivas y dañino para el bienestar del proletariado y el pueblo hasta un punto y de una manera nunca vista en toda la historia del capitalismo. Al entrar en el siglo XXI bajo la sombra de la "globalización" imperialista y el neocolonialismo, la abrumadora mayoría de los pueblos del mundo, que representa más del 80 %, sufre las condiciones semicoloniales y semifeudales. Más que nunca, estamos aún en la era del imperialismo y la revolución proletaria, como lo describió Lenin.

    1. En los propios centros mundiales del capitalismo, Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, hay un crecimiento rápido de la composición orgánica del capital. Las firmas monopolistas que encabezan la competencia están concentrando y centralizando rápidamente el capital, invirtiendo más capital en reequipamiento y modernización de sus herramientas, reduciendo el paquete salarial por la reducción de la mano de obra y el uso de trabajadores contratados a tiempo parcial y por períodos limitados para extraer superganancias.

    El resultado es la tendencia al estancamiento y a la recesión de la productividad nacional y de las tasas de ganancia. Entre las potencias capitalistas monopolistas, Estados Unidos es la más fuerte económicamente porque está utilizando su tecnología de punta para fabricar productos de exportación e imponer su afán de exportación a expensas de las otras potencias capitalistas monopolistas. La tasa de desempleo es presentada de manera que aparezca relativamente baja, siendo los trabajos a tiempo parcial y por períodos limitados generados en el sector servicios contados como empleos regulares.

    El puñado de las autodenominadas "nuevas economías industriales" como Corea del Sur y Taiwán están tambaleando a causa de las crecientes dificultades económicas, pues la crisis capitalista de sobreproducción se extendió a las manufacturas orientadas hacia la exportación, concedida a esos países en los años 70. El capitalismo monopolista de Estados Unidos quiere explotar su propio mercado de consumo doméstico, e impulsa la exportación de sus propios productos hacia esas economías bajo la consigna de liberalizar el comercio y las inversiones.

    2) En el pasado, a pesar del Comecon, los capitalismos monopolistas burocráticos en los países del ex bloque soviético pusieron sus economías dentro del sistema capitalista mundial, compitieron y coludieron por un momento con los países capitalistas industriales tradicionales, y últimamente sus regímenes revisionistas no pudieron sobrevivir bajo el peso de la rapacidad de la nueva burguesía, la carrera armamentista y la brutal deuda de los acreedores occidentales.

    Ahora, los países del ex bloque soviético están generalmente en un estado de "compradorización" y devastación económica que empeora sin cesar. El sistema industrial y agrícola de la ex Unión Soviética se destruyó, y su producción se ha ido a pique continuamente. Vende baratos sus recursos naturales para pagar la inundación de manufacturas de consumo que Occidente fábrica a bajo precio. La mayoría de las repúblicas de Rusia y de los países de Europa del Este que fueron satélites soviéticos están flagrantemente en condiciones económicas y sociales similares a las del Tercer Mundo.

    Todos los países del ex bloque soviético dependen de préstamos y provisiones manufacturadas de los monopolios occidentales, y están atrapados en la telaraña de dichas agencias multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) la 0rganización Mundial del Comercio (0MC) y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). Están siendo reducidos al status de países semicoloniales y semifeudales dirigidos por la gran burguesía compradora y la clase terrateniente.

    3) Desde la sobreproducción de materias primas en los años 70, los países del Tercer Mundo se fueron continuamente a pique de un nivel de degradación económica a otro más bajo. Sin excepción, todos se han vuelto vasallos neocoloniales de los países imperialistas a causa de la deuda, dependientes de las importaciones manufacturadas. África presenta hoy la más desoladora escena de miseria y turbulencia. Pero muchos países en Asia y América Latina están básicamente en la misma lamentable situación.

    En el notable caso de China, las bases industriales autosuficientes previamente establecidas bajo el socialismo, han sido socavadas. La fabricación orientada hacia la exportación y el alto consumo de la nueva burguesía están provocando la compradorización y refeudalización de China. La deuda externa y la deuda pública local, que crecen descomunalmente, manifiestan la lamentable orientación neocolonial de China. Estados Unidos presiona para que la liberalización burguesa de la economía se extienda al sistema político, es decir abandonar las insignias del PCC y el socialismo, como en la Unión Soviética.

    Las industrias básicas establecidas en el pasado en algunos de los países del Tercer Mundo como India y Brasil fueron eliminadas progresivamente o quebraron debido a la liberalización del comercio y las inversiones, de la que gozaron las corporaciones multinacionales. Los imperialistas extendieron la inversión directa y los préstamos hasta cierto punto donde la compradorización, así como la refeudalización de la economía pueden ser generadas.

    Debido al masivo retroceso de las economías sociales en el Tercer Mundo y en los países del ex bloque soviético como resultado de las depredaciones del capitalismo monopolista, la teoría y la práctica de las dos etapas de la revolución mantienen su vigencia y siguen aplicables en casi todos los países del mundo.

    Ahora, y por algún buen tiempo, la revolución burgués-democrática de nuevo tipo, bajo la dirección del proletariado, es necesaria para enfrentar y derrotar al imperialismo y las clases explotadoras locales, para erradicar las condiciones semicoloniales y semifeudales que afectan a más países que nunca, y para preparar la vía para la etapa socialista de la revolución.

    Es absolutamente falso que la humanidad ya haya superado la era del imperialismo y la revolución proletaria, que las revoluciones burgués-democráticas de nuevo tipo hayan pasado de moda y sean inútiles, que se deba aplicar en todas partes inmediatamente la línea politica socialista, y que continuar la revolución socialista consiste solamente en exigir reivindicaciones económicas similares en todas partes, tales como salario igual para trabajo igual, y la jornada de trabajo de seis horas sin reducción de salario.

    Las reivindicaciones económicas apropiadas, que son internacional y nacionalmente aplicables, deben ser hechas por los partidos revolucionarios del proletariado. Y deben de ser mencionadas en el orden apropiado en cada país, porque un comunista parecería un estúpido en Filipinas si olvidara los problemas inmediatos del desempleo masivo y los bajos niveles de salario, y si demandara antes que nada que el trabajador filipino recibiera el mismo salario que los trabajadores de los países capitalistas industrializados.

    Más importante que hacer reivindicaciones económicas, como si los capitalistas tuviesen buen corazón, es organizar huelgas de obreros y acciones masivas de protesta, basándose en las condiciones concretas de los diferentes países para denunciar las políticas imperialistas que oprimen y explotan al proletariado y a las amplias masas del pueblo.

    En los países imperialistas, las tareas más importantes consisten en construir, expandir y consolidar los partidos revolucionarios del proletariado, suscitar huelgas de trabajadores y acciones de protesta de masas, avanzar reivindicaciones, pero no limitarse a ellas, sino prepararse para derrocar la burguesía monopolista. En realidad, las reivindicaciones socialistas son hechas para elevar el nivel de conciencia y el militantismo del proletariado y el pueblo, y no porque esperamos piedad de la burguesía monopolista.

    En el Tercer Mundo y en los países del antiguo bloque soviético, que sufren por causa de condiciones básicamente semicoloniales y semifeudales, es posible y necesario construir partidos revolucionarios del proletariado que puedan llevar las grandes masas del pueblo por la etapa de nueva democracia y por la etapa socialista de la revolución. Los pueblos de estos países están ahora mucho más dispuestos que aquéllos de los países imperialistas a hacer la revolución armada. El resurgimiento del movimiento revolucionario armado en estos países puede estimular las fuerzas de la revolución proletaria en los países imperialistas.

    El nuevo desorden mundial que surgió tras el fin de la Guerra Fría trae condiciones para el renacer del movimiento revolucionario dirigido por el proletariado en los países imperialistas y en los países dominados. Los conflictos violentos existentes en muchas partes del mundo debidos a las amargas rivalidades de las facciones reaccionarias en un contexto de deterioración de las condiciones socioeconómicas, de las crecientes intervenciones militares de las potencias imperialistas y de agudización de la competencia entre las mismas, resultado de la crisis de sobreproducción, están preparando las condiciones para una guerra interimperialista y para guerras revolucionarias, en una escala de magnitud sin precedente, para el próximo siglo. La "Pax Americana" no es eterna.

    Si algo más grande, como la Revolución de Octubre de 1917, vino después de la Comuna de Paris de 1871, si algo mayor pasó como el surgimiento del socialismo en muchos países y una gran ola de movimientos de liberación nacional vino después de la Revolución de Octubre, entonces algo mucho mayor vendrá en el siglo XXI. La época histórica de la lucha entre el proletariado y la burguesía está lejos de haberse terminado. Miremos con esperanza la próxima cumbre de la revolución proletaria mundial.

    Nota de los traductores:

    (1) La expresión "burguesía compradora" está definida en el articulo Análisis de las clases de la sociedad china de Mao Zedong (Obras escogidas, tomo I) de la siguiente manera:

    "Después de la invasión del imperialismo a China, los capitalistas extranjeros empleaban agentes chinos para llevar a cabo su agresión económica. A estos agentes se los llamaba "compradores". La burguesía compradora, integrada por estos elementos, era mantenida por los capitalistas de los países imperialistas, servía directamente a sus intereses y estaba unida por mil vínculos a las fuerzas feudales del país."

    (2) La "compradorización" y la refeudalización son tendencias en la economía actual.

      Fecha y hora actual: Lun Nov 18, 2024 3:28 pm