Estimados Camaradas,
Aunque aún nos encontremos en período estival, y a pesar de que muchos de vosotros aún os encontraréis de vacaciones, no quiero dejar pasar la ocasión de trasladaros la importancia de la coyuntura en la que nos encontramos, momentos de especial trascendencia en los que tenemos que redoblar nuestro trabajo militante.
Por este motivo, quiero empezar por lo que habitualmente es el final de este tipo de documentos, y es resaltando las próximas citas en las que debemos trabajar y cuyo desarrollo se explica en los documentos que acompañan a esta comunicación.
1. En primer lugar el desarrollo de la Convocatoria Social en cada ámbito a lo largo del mes de septiembre. En la primera quincena se celebrarán en Madrid dos encuentros importantes, uno con el mundo académico-universitario y otro con el sindicalismo de clase.
2. La Fiesta del PCE. Momento de gran importancia para los comunistas, no sólo como muestra de nuestra presencia y vitalidad, sino también expresión de nuestra unidad en torno a nuestras ideas y principios.
3. La preparación de la movilización cívica del 15 de Octubre, fecha que debemos convertir en un asalto contra el capitalismo y sus consecuencias devastadoras en Europa. Esta debe ser una fecha para la confluencia con el Movimiento 15M, con los sindicatos de clase y con los movimientos sociales.
4. El desarrollo de nuestro programa y la explicación del mismo de cara a las próximas elecciones generales, en donde la izquierda se juega gran parte de su futuro y donde Izquierda Unida debe hacer confluir en torno suyo la crítica y lucha contra el capitalismo.
Empezamos quizá por el final para no perder de vista las tareas y tenerlas presentes a la hora de recordar que la importante crisis civilizatoria que vivimos se está recrudeciendo en los últimos días, y las constantes agresiones del sector financiero contra la democracia y la soberanía de los pueblos, se pone de manifiesto en la sumisión de los gobiernos europeos ante unos mercados que sólo calmarán su sed cuando retorne un nuevo feudalismo en donde los trabajadores vuelvan a ser siervos sin identidad.
Las medidas adoptadas por diferentes gobiernos, desde EE.UU. hasta Grecia, pasando por Francia o Italia, tienen un denominador común, y es la pérdida de derechos. Esta se manifiesta en el recorte del gasto público, la reducción de la deuda pública o las reformas del mercado de trabajo. Todas estas medidas esconden el hecho de que son los trabajadores quienes verán recortados servicios, salarios y condiciones de trabajo; medidas que abrirán aún más la brecha de las diferencias de renta, medidas que condenarán a una larga crisis a los trabajadores, mientras los privilegiados, las clases dominantes, seguirán jugando en las bolsas con el capital que usurpan a los trabajadores en forma de hipotecas, contenciones salariales o precariedad laboral.
Junto a esta grave crisis económica, nos enfrentamos a una crisis de identidad en la sociedad globalizada, con una fuerte individuación que agudiza la desesperación del ser humano ante un mundo que no puede controlar pero que le hace responsable de sus propias desdichas. Se han roto las relaciones de solidaridad y cooperación entre trabajadores, se han resuelto los conflictos por el decreto del consumo, se han reducido las posibilidades de una transformación colectiva de la sociedad.
Junto a las condiciones externas, la izquierda europea sigue sumida en una profunda crisis, en parte consecuencia de nuestra propia incapacidad por dar respuestas a los problemas. Respuestas que sólo pueden llegar desde una posición crítica con el capitalismo, desde un riguroso análisis de la realidad, desde una visión compleja y marxista del momento actual.
La izquierda europea se debate entre la vuelta a formas y estructuras del pasado y la ruptura completa con el mismo. Sumidos en el derrotismo, en la estrecha visión de patrones antiguos no podremos superar nuestras propias contradicciones, y de esto ya nos advertía Marx. Lanzarnos al abismo de la modernidad, dejarnos embaucar por conceptos bienpensantes, amoldados al reformismo capitalista, solo nos conducirá a la derrota como clase, como el sujeto revolucionario que debemos ser. La contradicción y el conflicto interno es patente, pero sólo desde el convencimiento de que somos la clase trabajadora organizada, de que somos la vanguardia de un sujeto político explotado y con ansias de emancipación, podemos construir una izquierda transformadora, una izquierda que arranque nuevas formas de posesión para los trabajadores, nuevos derechos y nuevas conquistas.
En eso estamos los comunistas desde nuestro último congreso. Y por eso, estamos lanzados a la construcción colectiva de una nueva identidad de la izquierda, que reúna todos los esfuerzos realizados desde diferentes posiciones y transforme las viejas formas de relación y organización en nuevos compromisos, nuevas luchas, nuevas esperanzas para los trabajadores.
Por eso, nuestro impulso por hacer confluir en el mismo espacio político al “viejo” sindicalismo de clase y a las nuevas formas de organización social; nuestro esfuerzo por sumar voces en la alianza de las fuerzas de la cultura y el trabajo; nuestro trabajo firme en reconstruir los débiles puentes que den la entrada a quienes realizan un análisis crítico y radical de nuestra realidad actual; nuestro compromiso decidido por una Izquierda Unida que no divida, que nos represente, que nos cobije para crecer en la sociedad y derrotar al capitalismo.
Estas líneas pretenden insuflar ánimo. Pretenden reflejar parte de nuestros sueños y reconstruir nuestros compromisos, pretenden ser el aliciente último para la ingente tarea que tenemos por delante, el aliento para los frenéticos meses que nos esperan.
Corresponde a los comunistas volver a poner nuestra generosidad en el trabajo, sin descuidar ningún frente, priorizando en cada momento nuestras tareas en favor de los intereses de clase.
Tenemos por delante el compromiso de desarrollar la Convocatoria Social de Izquierda Unida, convertirla en el elemento aglutinador de la izquierda madrileña, en el espejo de la participación, de la construcción colectiva de nuevos espacios de entendimiento, de la confluencia en la movilización y en la lucha. Este mes de septiembre debe ser nuestro momento para apostar por esta convocatoria, por lo que debemos debatir en lo interno y confluir en lo externo, debemos no hacer un llamamiento, sino construir la unidad de la izquierda madrileña.
La Convocatoria Social tiene que ser el argumento que nos permita trabajar en el Movimiento 15 de Mayo, en el movimiento de quienes se movilizan contra las privatizaciones, contra los desahucios, contra la pauperización de la democracia.
Y este trabajo debe hacernos preparar las elecciones generales, construir en torno a un programa, nuestra Alternativa Social, construir la unidad de la izquierda que no se resiste a renunciar a su historia ni a los principios que la vieron nacer, pero que tampoco se conforma con repetir viejos esquemas válidos en momentos que poco se parecen a los actuales.
Dependemos sólo de nuestro trabajo para seguir avanzando, así que ánimo en el trabajo.
Recibe un saludo fraternal.
Daniel Morcillo Álvarez
Aunque aún nos encontremos en período estival, y a pesar de que muchos de vosotros aún os encontraréis de vacaciones, no quiero dejar pasar la ocasión de trasladaros la importancia de la coyuntura en la que nos encontramos, momentos de especial trascendencia en los que tenemos que redoblar nuestro trabajo militante.
Por este motivo, quiero empezar por lo que habitualmente es el final de este tipo de documentos, y es resaltando las próximas citas en las que debemos trabajar y cuyo desarrollo se explica en los documentos que acompañan a esta comunicación.
1. En primer lugar el desarrollo de la Convocatoria Social en cada ámbito a lo largo del mes de septiembre. En la primera quincena se celebrarán en Madrid dos encuentros importantes, uno con el mundo académico-universitario y otro con el sindicalismo de clase.
2. La Fiesta del PCE. Momento de gran importancia para los comunistas, no sólo como muestra de nuestra presencia y vitalidad, sino también expresión de nuestra unidad en torno a nuestras ideas y principios.
3. La preparación de la movilización cívica del 15 de Octubre, fecha que debemos convertir en un asalto contra el capitalismo y sus consecuencias devastadoras en Europa. Esta debe ser una fecha para la confluencia con el Movimiento 15M, con los sindicatos de clase y con los movimientos sociales.
4. El desarrollo de nuestro programa y la explicación del mismo de cara a las próximas elecciones generales, en donde la izquierda se juega gran parte de su futuro y donde Izquierda Unida debe hacer confluir en torno suyo la crítica y lucha contra el capitalismo.
Empezamos quizá por el final para no perder de vista las tareas y tenerlas presentes a la hora de recordar que la importante crisis civilizatoria que vivimos se está recrudeciendo en los últimos días, y las constantes agresiones del sector financiero contra la democracia y la soberanía de los pueblos, se pone de manifiesto en la sumisión de los gobiernos europeos ante unos mercados que sólo calmarán su sed cuando retorne un nuevo feudalismo en donde los trabajadores vuelvan a ser siervos sin identidad.
Las medidas adoptadas por diferentes gobiernos, desde EE.UU. hasta Grecia, pasando por Francia o Italia, tienen un denominador común, y es la pérdida de derechos. Esta se manifiesta en el recorte del gasto público, la reducción de la deuda pública o las reformas del mercado de trabajo. Todas estas medidas esconden el hecho de que son los trabajadores quienes verán recortados servicios, salarios y condiciones de trabajo; medidas que abrirán aún más la brecha de las diferencias de renta, medidas que condenarán a una larga crisis a los trabajadores, mientras los privilegiados, las clases dominantes, seguirán jugando en las bolsas con el capital que usurpan a los trabajadores en forma de hipotecas, contenciones salariales o precariedad laboral.
Junto a esta grave crisis económica, nos enfrentamos a una crisis de identidad en la sociedad globalizada, con una fuerte individuación que agudiza la desesperación del ser humano ante un mundo que no puede controlar pero que le hace responsable de sus propias desdichas. Se han roto las relaciones de solidaridad y cooperación entre trabajadores, se han resuelto los conflictos por el decreto del consumo, se han reducido las posibilidades de una transformación colectiva de la sociedad.
Junto a las condiciones externas, la izquierda europea sigue sumida en una profunda crisis, en parte consecuencia de nuestra propia incapacidad por dar respuestas a los problemas. Respuestas que sólo pueden llegar desde una posición crítica con el capitalismo, desde un riguroso análisis de la realidad, desde una visión compleja y marxista del momento actual.
La izquierda europea se debate entre la vuelta a formas y estructuras del pasado y la ruptura completa con el mismo. Sumidos en el derrotismo, en la estrecha visión de patrones antiguos no podremos superar nuestras propias contradicciones, y de esto ya nos advertía Marx. Lanzarnos al abismo de la modernidad, dejarnos embaucar por conceptos bienpensantes, amoldados al reformismo capitalista, solo nos conducirá a la derrota como clase, como el sujeto revolucionario que debemos ser. La contradicción y el conflicto interno es patente, pero sólo desde el convencimiento de que somos la clase trabajadora organizada, de que somos la vanguardia de un sujeto político explotado y con ansias de emancipación, podemos construir una izquierda transformadora, una izquierda que arranque nuevas formas de posesión para los trabajadores, nuevos derechos y nuevas conquistas.
En eso estamos los comunistas desde nuestro último congreso. Y por eso, estamos lanzados a la construcción colectiva de una nueva identidad de la izquierda, que reúna todos los esfuerzos realizados desde diferentes posiciones y transforme las viejas formas de relación y organización en nuevos compromisos, nuevas luchas, nuevas esperanzas para los trabajadores.
Por eso, nuestro impulso por hacer confluir en el mismo espacio político al “viejo” sindicalismo de clase y a las nuevas formas de organización social; nuestro esfuerzo por sumar voces en la alianza de las fuerzas de la cultura y el trabajo; nuestro trabajo firme en reconstruir los débiles puentes que den la entrada a quienes realizan un análisis crítico y radical de nuestra realidad actual; nuestro compromiso decidido por una Izquierda Unida que no divida, que nos represente, que nos cobije para crecer en la sociedad y derrotar al capitalismo.
Estas líneas pretenden insuflar ánimo. Pretenden reflejar parte de nuestros sueños y reconstruir nuestros compromisos, pretenden ser el aliciente último para la ingente tarea que tenemos por delante, el aliento para los frenéticos meses que nos esperan.
Corresponde a los comunistas volver a poner nuestra generosidad en el trabajo, sin descuidar ningún frente, priorizando en cada momento nuestras tareas en favor de los intereses de clase.
Tenemos por delante el compromiso de desarrollar la Convocatoria Social de Izquierda Unida, convertirla en el elemento aglutinador de la izquierda madrileña, en el espejo de la participación, de la construcción colectiva de nuevos espacios de entendimiento, de la confluencia en la movilización y en la lucha. Este mes de septiembre debe ser nuestro momento para apostar por esta convocatoria, por lo que debemos debatir en lo interno y confluir en lo externo, debemos no hacer un llamamiento, sino construir la unidad de la izquierda madrileña.
La Convocatoria Social tiene que ser el argumento que nos permita trabajar en el Movimiento 15 de Mayo, en el movimiento de quienes se movilizan contra las privatizaciones, contra los desahucios, contra la pauperización de la democracia.
Y este trabajo debe hacernos preparar las elecciones generales, construir en torno a un programa, nuestra Alternativa Social, construir la unidad de la izquierda que no se resiste a renunciar a su historia ni a los principios que la vieron nacer, pero que tampoco se conforma con repetir viejos esquemas válidos en momentos que poco se parecen a los actuales.
Dependemos sólo de nuestro trabajo para seguir avanzando, así que ánimo en el trabajo.
Recibe un saludo fraternal.
Daniel Morcillo Álvarez