por pedrocasca Jue Jul 18, 2013 8:46 pm
En la web de Red Roja se hace la siguiente presentación de Antón Semiónovich Makárenko:
Nacido en Ucrania en 1888, hijo de un obrero ferroviario, se destacó rápidamente entre los niños de su clase por su avidez de nuevos conocimientos y la velocidad con que los incorporaba. De esta manera, además de formarse en las diferentes disciplinas, el joven Antón cumplía implícitamente con el pedido paterno de demostrar lo que valía, ya que, en palabras de su padre, “las escuelas de las ciudades no estaban hechas para los obreros”.
Hacia 1904, luego de una trayectoria escolar de excelencia, Makarenko se inscribe en un curso pedagógico para la formación de maestros de niños pequeños, comenzando a trabajar como maestro en la escuela primaria ferroviaria perteneciente al suburbio de Kriukov, de la ciudad de Kremenchug, una de los centros industriales más importantes de Ucrania.
Tras la revolución de Octubre, y debido a su reconocida trayectoria como pedagogo innovador, en 1920 se le ofrece a Makarenko la dirección de una colonia para delincuentes juveniles, quien acepta de inmediato el cargo. El estado de abandono en que se encontraba el lugar y el comportamiento de los primeros colonos, que ignoraban sistemáticamente a los maestros, provocó en Makarenko la necesidad de encontrar fórmulas pedagógicas que comprometieran a los jóvenes con los intereses colectivos y con su propia vida. De esta necesidad surgiría la innovación pedagógica que distinguiría a Makarenko dentro de los pedagogos más importantes de la historia, en un contexto sociohistórico absolutamente diferente ya que tenía como objetivo la construcción de una nueva sociedad fundada en nuevas relaciones sociales.
La matriz básica de esta nueva pedagogía emanó de la interpretación de un suceso violento que involucró al mismo Makarenko y a uno de los jóvenes colonos. Ante la negativa del joven a cumplir con una directiva suya, Makarenko abofeteó fuertemente al joven hasta derribarlo. Esta suerte de salida compulsiva de sus emociones provocó en los jóvenes colonos una reacción inesperada: dejaron de ignorar y de ser indiferentes a sus maestros y a su propia vida.
La clave para Makarenko estaba en hacer que todos los habitantes de la colonia fueran responsables de su mantenimiento y desarrollo, tanto de la colonia como de ellos mismos. Es que en realidad, la colonia para Makarenko no era una suma de personas sino un nuevo complejo social: la colectividad, sostenida en la noción de lo nuestro por encima de lo mío. De ahí que, para el pedagogo ucraniano, “no bastaba corregir a una persona. Era preciso educarla de un nuevo modo, no sólo para hacer de ella un miembro inofensivo y seguro de la sociedad, sino para convertirla en un elemento activo de la nueva época”. Precisamente, la organización de la colectividad impedía que cualquier sujeto, por más capacidad que tuviera, se pusiera por encima de los intereses colectivos.
Para 1925 la Colonia Gorki, como pasó a denominársela en homenaje al gran escritor ruso con quien Makarenko mantenía un intercambio epistolar regular, había alcanzado una próspera situación económica y pedagógica. Estudio y trabajo se combinaban de manera perfecta con el fin de evitar que el principio pedagógico que guiaba la vida colectiva se detuviera: el establecimiento de un objetivo, de una nueva perspectiva, que mantuviera en movimiento constante al colectivo.
Al poco tiempo, los habitantes de la Colonia Gorki se propusieron trasladarse a Kuriazh para hacerse cargo de un establecimiento juvenil con más de 200 niños que vivían en condiciones muy pobres. Que la colectividad se planteara este nuevo objetivo, bastaba por sí solo para demostrar el éxito que había alcanzado el trabajo de Makarenko. Aquellos jóvenes delincuentes con los que él se había topado años atrás, se habían transformado en educadores conscientes de la necesidad de un cambio social y de convertirse en actores del mismo.
La rica experiencia del trabajo de Makarenko junto a sus compañeros y los jóvenes habitantes de la colonia, quedó plasmada en "Poema Pedagógico", publicado 1935. Allí describe con gran minuciosidad la vida en la colonia Gorki, hasta el punto de no dejar de mencionar aquello que para él había sido un fracaso: el suicidio de unos de los jóvenes.
Posteriormente, en 1938 escribe "Banderas en las Torres", donde describe los fundamentos de la educación socialista a partir de los que fue su propia experiencia. Anteriormente, ya había publicado con la ayuda de su esposa Libro para los Padres donde desarrolla una serie de recomendaciones acerca de las características que debería tener la educación de los hijos.
El 1 de Febrero de 1939 el gobierno soviético condecoró a Makarenko con la "Orden de la Bandera Roja del Trabajo".
Se puede
leer y descargar el libro
Banderas en las Torres desde el link:
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