La nueva propaganda anticomunista
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La historia-ficción, o peor aun, la historia manipulada vuelve a estar de moda en las grandes pantallas en estos últimos 4 años, con un aluvión de propaganda anticomunista sin parangón desde los peores años de la caza de brujas y de la mal llamada guerra fría.
Una historia ficción, al servicio de Hollywood y aliados en todo el mundo, con el único y simple objetivo de esconder, manipular y reescribir la historia con el objetivo de crear la peor imagen posible del que parece, vuelve a ser el enemigo común de occidente; el comunismo.
Un revisionismo vergonzoso que no duda en manipular todo lo que puede y silenciar aquellos aspectos de la historia actual de la lucha de clases que, desde luego, no les son interesantes ni cómodos para revisar todos los aspectos posibles, tal y como hacen sus aliados ideológicos del espectro neonazi.
La primera en iniciar esta nueva saga de revisionismo anticomunista fue la película "Katyn" en el año 2007, que narra de una forma totalmente sobredimensionada y manipulada los hechos históricos ocurridos en el bosque de Katyn (Rusia) en la primavera de 1940, en la que numerosos oficiales y soldados del recién derrotado ejercito polaco fueron ejecutados, achacándose tal acción al ejercito rojo, a pesar de que las evidencias apuntaban y apuntan hoy en día a los nazis.
A lo largo de toda la película, de hecho, dos son las constantes que marcan la acción; el fortísimo revisionismo anti-comunista y una clara apología ultraconservadora, reaccionaria y fanática católica, que marca toda la película.
De hecho, en la película los civiles polacos se refieren constantemente al ejercito rojo y en general a los “soviéticos” (sin mas) simple y globalmente como asesinos, criminales y genocidas, sin mas mención y sin que queda otra alternativa posible. De hecho no existe ni un solo personaje que contradiga esa imagen y hasta los propios miembros del ejército rojo o los polacos en teoría comunistas, son presentados como afines a la contrarrevolución católica polaca en el fondo.
Es normal de hecho que, como espectador, te quedes al final de la película con la idea automática, de que los soviéticos, en general, eran una cuadrilla de criminales, sin más.
No obstante, esto no debe extrañarnos viniendo de donde viene, Polonia, uno de los estados que desde la caída del bloque socialista en 1991, no ha dejado, a través de sus elites dirigentes de representar la imagen más agresiva del anticomunismo y la contrarrevolución. Es, de hecho, cuanto menos curioso que la propia película este apoyada y producida por la practica totalidad de medios de comunicación de masas del país (Telewizja Polska, Telekomunikacji Polskiej, Polski Instytut Sztuki Filmowej) evidenciando el enorme interés que, casi 70 años después sigue teniendo para el estado polaco continuar ensuciando la imagen de la URSS y del comunismo en general, generalizando una imagen de criminal a esta ideología.
Tras este exitazo mediático de la ultraderecha hollywoodiense, le sigue, tan solo un año después (no hay tregua como decía Barricada), en 2008 otra aberración, aun mas lamentable si cabe, de esta fabrica de mentiras que es el cine burgués actual, llamada "El almirante".
Sin duda, esta película es aun mas infame, pues trata de recuperar para el panteón de los santones anticomunistas, nada menos que al mayor asesino, criminal y dictador de la historia de Rusia, el dictador y dirigente contrarrevolucionario Aleksandr Kolchak, soberano absoluto del bando blanco durante la guerra civil rusa.
En esta película, que arranca durante el final del zarismo, se narra la extraordinaria placidez (al mas puro estilo franquista de Mayor Oreja) en la que se vivía en el reinado zarista de Nicolás II. Nada de pobreza, nada de miseria, nada de desigualdades, nada de sufrimiento se ve reflejado en este periodo, solo soldados contentos que iban a la guerra a morir por su patria y su religión con la mayor alegría del mundo, como el que va a recibir una paga extra de navidad o cobrar un billete premiado de la lotería.
Santos, curas, vírgenes, cristos y zares inundan la película. Ya se sabe, la imagen de la buena Rusia. Todos felices y contentos, viviendo en armonía hasta que los malvados comunistas (llamados "rojos" siempre, a lo largo de la película, para deshumanizarles) deciden romper esa sociedad perfecta e instaurar el comunismo. El almirante zarista y luego dictador Kolchak, por supuesto, encabeza a esos hombres y mujeres buenos, conservadores, monárquicos y cristianos que lideran la legítima resistencia de los "buenos" frente al caos de los "malos" comunistas.
Por supuesto, a lo largo de la película no se ven los "pecadillos" que nuestro buen amigo Kolchak cometió durante su mandato absoluto al frente del bando blanco. Veremos en la película las ejecuciones y las supuestas atrocidades que cometen "los rojos", pero no veremos la mano dura que durante la guerra civil empleo Kolchak. No veremos como es lógico, la política de persecución masiva de comunistas y oponentes políticos en general que llevo a cabo de forma histérica y fanática el bueno de Kolchak durante la guerra civil.
No veremos reflejado el decreto kolchakiano del 3 de diciembre de 1918 en el cual nuestro buen amigo decretaba la pena de muerte contra aquellos que se revelaran contra las autoridades prozaristas blancas, la condena a prisión a quienes escribieran contra el régimen prozarista y la pena de a 20 años de cárcel a los saboteadores. Desde luego, actitudes y medidas bastante cuestionables en un supuesto defensor de la libertad y de la democracia en Rusia, tal y como nos lo pintan hoy en día.
Tampoco veremos en la película su decreto del 11 de abril de 1919, en el cual decretaba 5 años de prisión para los simpatizantes "de la revuelta bolchevique". Tampoco se refleja con todo su esplendor las medidas que Kolchak y su camarilla de monárquicos emplearon para restaurar las leyes zaristas, reestableciendo no solo la propiedad privada a gran escala, si no los grandes privilegios de los terratenientes en el campo, que por aquel entonces, seguía siendo el foco económico principal del país.
Para finalizar, mientras nos ahogamos con la sangre de los mártires cristianos en la gran pantalla, sin embargo pasa curiosa y misteriosamente desapercibida la masacre por parte del ejercito zarista de 25.000 personas a sangre fría en la ciudad de Ekaterinburgo en el año 1919, así como el sadismo y la crueldad prozarista del ejercito de Kolchak durante la guerra, arrasando pueblos enteros de los "rebeldes comunistas" con fuego de artillería, obviamente usado contra la población civil.
Tampoco oiremos a los trabajadores usados como mano de obra esclava, forzados por Kolchak a trabajar para su ejercito en las fabricas, ni los mas de 4.000 campesinos que relataron ser victimas de operaciones de castigo, castigados físicamente y cuyas viviendas fueron arrasadas, dejándoles en la mas absoluta miseria.
Pero desde luego, y al igual que en la película anterior, cuando salimos del cine, nos cae una lagrimita de pena por el bueno de Kolchak, traicionado por todos, el justo, el misericordioso, la pobre victima de la crueldad comunista.
Y debido a ello podemos legitimar entonces que el gobierno ruso capitalista llene el país con calles y monumentos en su honor, al igual que en el caso de su ex-jefe, el zar Nicolás, responsable no solo de la miseria de millones de campesinos, si no de ejecuciones masivas. Ya se sabe, eran héroes, eso es indiscutible, porque lucharon contra los malvados comunistas que trajeron pan, modernización e igualdad al país.
Por ultimo la saga de la infamia la cerraría (hasta el momento) la gran cumbre de la difamación, la película "Camino a la libertad" en el año 2010, otra lacrimosa producción anticomunista hollywoodiense, realizada con el objetivo de convencernos, por si no lo estábamos ya, de que los comunistas no son mas que una pandilla de asesinos desalmados, sin mas.
Sin embargo, en esta película se superan todos los esquemas de lo imaginable y de lo legítimo, y se opta, directamente, por pasar a la gran pantalla a lo que podríamos llamar comúnmente "un cuento chino".
Para que vamos a esforzarnos en manipular la historia si podemos inventárnosla, debió pensar el autor del libro en el que se basa la película, el anticomunista polaco (que casualidad) Slawomir Rawicz, que narra su supuesto e imaginario viaje, basado en su propia experiencia, junto con otros seis presos políticos (uno de ellos un comunista honrado, para que la historia tenga algo de credibilidad y de tiron) que escapan de un supuesto "gulag" soviético iniciando un viaje de 10.000 kilómetros, sin equipo alguno, recorriendo a pie las heladas tierras de Siberia, las llanuras congeladas de Mongolia (misión complicada hasta para los pueblos mongoles desde la época de los Khanes), el desierto del Gobi, China y lo que es mas alucinante aun, las cumbres mas altas del planeta, el Himalaya, todo eso "con lo puesto" hasta llegar a la India, donde consiguen salvarse por fin (toda trama novelesca tiene que tener un buen final para que enganche al publico).
Así, el señor Rawicz, que piensa que somos imbéciles, pretende que creamos que en 1941, siete presos desarrapados consiguieron cruzar a pie y sin equipo las montañas mas altas del mundo, lo cual le convertiría en un desconocido pionero, ya que no fue hasta 12 años después, en 1953, cuando Edmund Hillary fue el primer ser humano que pudo escalar esas montañas. Pero para el bueno de Rawicz "la fe mueve montañas". Y desiertos, también.
Pero obviamente nuestro distinguido protagonista miente de cabo a rabo en su historia, ya que, como reconoce el propio coguionista de la película Keith Clark, ni fue un inocente preso político (en realidad era un militar polaco arrestado por delitos armados, como muchos militares polacos, fervientes anticomunistas católicos que no dudaron unas décadas antes, durante la guerra civil rusa, invadir la URSS para derrocar por las armas la revolución rusa) ni escapó fantasiosamente del gulag atravesando media Asia a pie, si no que, mas increíblemente aun, fue amnistiado, lo cual nos resulta chocante teniendo en cuenta que la propaganda anticomunista de los Solzhenitsyn y compañía nos decían que de los "gulag" no salía nadie con vida y menos aun amnistiado.
Curioso resulta indagar, pues, en la vida real de este supuesto "héroe" anticomunista, que no solo nos miente contándonos una historia fantasiosa para calumniar al comunismo si no que además se benefició de la política tolerante de la URSS con respecto a personajes armados y contrarrevolucionarios como él. Cabria preguntarse si el bueno de Kolchak o si él mismo durante la época en la que invadieron la URSS hubieran sido tan tolerantes con los "enemigos".
Por lo tanto, ni inocente preso político, ni caminata fantástica, ni esfuerzo heroico sobrehumano, todo, pues, nada mas que mentiras, inventos y engaños con el objetivo, por enésima vez de calumniar al comunismo.
Sin embargo, como vemos, el amigo Rawicz se lleva la palma, es el campeón de la difamación, pues llega a inventarse una historia mentirosa sacada de la nada, para que nuestra lagrimita se derrame una vez mas en las salas de cine mientras pensamos por nuestros adentros lo malvados que son los comunistas y lo agradecidos que tenemos que estar a estos héroes y a la providencia divina de vivir en una maravillosa democracia que, desde que se inventó, no ha dejado de derramar sangre en incontables guerras y matanzas (estas si que son reales y bien acreditadas) en todo el mundo con el único objetivo de expandir sus beneficios y su riqueza hasta limites mucho mas allá de lo aceptable.
Como vemos, todo vale para difundir nuevamente la vieja propaganda anticomunista de siempre; manipulaciones, mentiras, difamaciones, engaños, ocultamientos de la verdad y hasta invenciones de historias ficticias. Todo vale para desacreditar al comunismo.
Sin embargo deberíamos reflexionar que sentido tiene seguir intentando adoctrinar a la gente con esta propaganda. No estamos en 1949, si no en 2011, se supone que "el enemigo" ya fue derrotado hace 20 años, ya no vivimos en esa guerra fría en la que el adoctrinamiento y lavado de cerebro eran el pan nuestro de cada día en los países occidentales.
Francis Fukuyama nos dijo hace 20 años que el comunismo había muerto y que estábamos ante el fin de la historia.
Quizá resulte, en realidad, que ni el comunismo ha muerto ni han desaparecido las condiciones que hacen posible que hoy en día, 20 años después, siga vigente la lucha de clases en todo el mundo capitalista; desigualdad, miseria, enriquecimiento de unos pocos a costa de la clase trabajadora, guerras imperialistas por intereses económicos....
Resulta, al parecer, que 20 años después, todavía sigue siendo necesario prohibir los símbolos comunistas, ilegalizar partidos políticos y combatir a ese supuesto enemigo invisible que en realidad no debería existir, ese "fantasma" que al igual que en el siglo XIX, sigue recorriendo hoy en día no solo Europa, si no todo el mundo; el fantasma o mas bien la realidad tangible del comunismo.
Por mucha propaganda que nos cuelen en el cine, en los medios, en la escuela, en el trabajo...la realidad es bien diferente.
Y es que no son los comunistas los que hacen que hoy en día, en el estado español, 5 millones de personas no tengan un salario que llevar a casa. Y esa realidad no la maquillan ni los mejores productores de Hollywood.
Por Wilfo, militante de iniciativa Comunista
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La historia-ficción, o peor aun, la historia manipulada vuelve a estar de moda en las grandes pantallas en estos últimos 4 años, con un aluvión de propaganda anticomunista sin parangón desde los peores años de la caza de brujas y de la mal llamada guerra fría.
Una historia ficción, al servicio de Hollywood y aliados en todo el mundo, con el único y simple objetivo de esconder, manipular y reescribir la historia con el objetivo de crear la peor imagen posible del que parece, vuelve a ser el enemigo común de occidente; el comunismo.
Un revisionismo vergonzoso que no duda en manipular todo lo que puede y silenciar aquellos aspectos de la historia actual de la lucha de clases que, desde luego, no les son interesantes ni cómodos para revisar todos los aspectos posibles, tal y como hacen sus aliados ideológicos del espectro neonazi.
La primera en iniciar esta nueva saga de revisionismo anticomunista fue la película "Katyn" en el año 2007, que narra de una forma totalmente sobredimensionada y manipulada los hechos históricos ocurridos en el bosque de Katyn (Rusia) en la primavera de 1940, en la que numerosos oficiales y soldados del recién derrotado ejercito polaco fueron ejecutados, achacándose tal acción al ejercito rojo, a pesar de que las evidencias apuntaban y apuntan hoy en día a los nazis.
A lo largo de toda la película, de hecho, dos son las constantes que marcan la acción; el fortísimo revisionismo anti-comunista y una clara apología ultraconservadora, reaccionaria y fanática católica, que marca toda la película.
De hecho, en la película los civiles polacos se refieren constantemente al ejercito rojo y en general a los “soviéticos” (sin mas) simple y globalmente como asesinos, criminales y genocidas, sin mas mención y sin que queda otra alternativa posible. De hecho no existe ni un solo personaje que contradiga esa imagen y hasta los propios miembros del ejército rojo o los polacos en teoría comunistas, son presentados como afines a la contrarrevolución católica polaca en el fondo.
Es normal de hecho que, como espectador, te quedes al final de la película con la idea automática, de que los soviéticos, en general, eran una cuadrilla de criminales, sin más.
No obstante, esto no debe extrañarnos viniendo de donde viene, Polonia, uno de los estados que desde la caída del bloque socialista en 1991, no ha dejado, a través de sus elites dirigentes de representar la imagen más agresiva del anticomunismo y la contrarrevolución. Es, de hecho, cuanto menos curioso que la propia película este apoyada y producida por la practica totalidad de medios de comunicación de masas del país (Telewizja Polska, Telekomunikacji Polskiej, Polski Instytut Sztuki Filmowej) evidenciando el enorme interés que, casi 70 años después sigue teniendo para el estado polaco continuar ensuciando la imagen de la URSS y del comunismo en general, generalizando una imagen de criminal a esta ideología.
Tras este exitazo mediático de la ultraderecha hollywoodiense, le sigue, tan solo un año después (no hay tregua como decía Barricada), en 2008 otra aberración, aun mas lamentable si cabe, de esta fabrica de mentiras que es el cine burgués actual, llamada "El almirante".
Sin duda, esta película es aun mas infame, pues trata de recuperar para el panteón de los santones anticomunistas, nada menos que al mayor asesino, criminal y dictador de la historia de Rusia, el dictador y dirigente contrarrevolucionario Aleksandr Kolchak, soberano absoluto del bando blanco durante la guerra civil rusa.
En esta película, que arranca durante el final del zarismo, se narra la extraordinaria placidez (al mas puro estilo franquista de Mayor Oreja) en la que se vivía en el reinado zarista de Nicolás II. Nada de pobreza, nada de miseria, nada de desigualdades, nada de sufrimiento se ve reflejado en este periodo, solo soldados contentos que iban a la guerra a morir por su patria y su religión con la mayor alegría del mundo, como el que va a recibir una paga extra de navidad o cobrar un billete premiado de la lotería.
Santos, curas, vírgenes, cristos y zares inundan la película. Ya se sabe, la imagen de la buena Rusia. Todos felices y contentos, viviendo en armonía hasta que los malvados comunistas (llamados "rojos" siempre, a lo largo de la película, para deshumanizarles) deciden romper esa sociedad perfecta e instaurar el comunismo. El almirante zarista y luego dictador Kolchak, por supuesto, encabeza a esos hombres y mujeres buenos, conservadores, monárquicos y cristianos que lideran la legítima resistencia de los "buenos" frente al caos de los "malos" comunistas.
Por supuesto, a lo largo de la película no se ven los "pecadillos" que nuestro buen amigo Kolchak cometió durante su mandato absoluto al frente del bando blanco. Veremos en la película las ejecuciones y las supuestas atrocidades que cometen "los rojos", pero no veremos la mano dura que durante la guerra civil empleo Kolchak. No veremos como es lógico, la política de persecución masiva de comunistas y oponentes políticos en general que llevo a cabo de forma histérica y fanática el bueno de Kolchak durante la guerra civil.
No veremos reflejado el decreto kolchakiano del 3 de diciembre de 1918 en el cual nuestro buen amigo decretaba la pena de muerte contra aquellos que se revelaran contra las autoridades prozaristas blancas, la condena a prisión a quienes escribieran contra el régimen prozarista y la pena de a 20 años de cárcel a los saboteadores. Desde luego, actitudes y medidas bastante cuestionables en un supuesto defensor de la libertad y de la democracia en Rusia, tal y como nos lo pintan hoy en día.
Tampoco veremos en la película su decreto del 11 de abril de 1919, en el cual decretaba 5 años de prisión para los simpatizantes "de la revuelta bolchevique". Tampoco se refleja con todo su esplendor las medidas que Kolchak y su camarilla de monárquicos emplearon para restaurar las leyes zaristas, reestableciendo no solo la propiedad privada a gran escala, si no los grandes privilegios de los terratenientes en el campo, que por aquel entonces, seguía siendo el foco económico principal del país.
Para finalizar, mientras nos ahogamos con la sangre de los mártires cristianos en la gran pantalla, sin embargo pasa curiosa y misteriosamente desapercibida la masacre por parte del ejercito zarista de 25.000 personas a sangre fría en la ciudad de Ekaterinburgo en el año 1919, así como el sadismo y la crueldad prozarista del ejercito de Kolchak durante la guerra, arrasando pueblos enteros de los "rebeldes comunistas" con fuego de artillería, obviamente usado contra la población civil.
Tampoco oiremos a los trabajadores usados como mano de obra esclava, forzados por Kolchak a trabajar para su ejercito en las fabricas, ni los mas de 4.000 campesinos que relataron ser victimas de operaciones de castigo, castigados físicamente y cuyas viviendas fueron arrasadas, dejándoles en la mas absoluta miseria.
Pero desde luego, y al igual que en la película anterior, cuando salimos del cine, nos cae una lagrimita de pena por el bueno de Kolchak, traicionado por todos, el justo, el misericordioso, la pobre victima de la crueldad comunista.
Y debido a ello podemos legitimar entonces que el gobierno ruso capitalista llene el país con calles y monumentos en su honor, al igual que en el caso de su ex-jefe, el zar Nicolás, responsable no solo de la miseria de millones de campesinos, si no de ejecuciones masivas. Ya se sabe, eran héroes, eso es indiscutible, porque lucharon contra los malvados comunistas que trajeron pan, modernización e igualdad al país.
Por ultimo la saga de la infamia la cerraría (hasta el momento) la gran cumbre de la difamación, la película "Camino a la libertad" en el año 2010, otra lacrimosa producción anticomunista hollywoodiense, realizada con el objetivo de convencernos, por si no lo estábamos ya, de que los comunistas no son mas que una pandilla de asesinos desalmados, sin mas.
Sin embargo, en esta película se superan todos los esquemas de lo imaginable y de lo legítimo, y se opta, directamente, por pasar a la gran pantalla a lo que podríamos llamar comúnmente "un cuento chino".
Para que vamos a esforzarnos en manipular la historia si podemos inventárnosla, debió pensar el autor del libro en el que se basa la película, el anticomunista polaco (que casualidad) Slawomir Rawicz, que narra su supuesto e imaginario viaje, basado en su propia experiencia, junto con otros seis presos políticos (uno de ellos un comunista honrado, para que la historia tenga algo de credibilidad y de tiron) que escapan de un supuesto "gulag" soviético iniciando un viaje de 10.000 kilómetros, sin equipo alguno, recorriendo a pie las heladas tierras de Siberia, las llanuras congeladas de Mongolia (misión complicada hasta para los pueblos mongoles desde la época de los Khanes), el desierto del Gobi, China y lo que es mas alucinante aun, las cumbres mas altas del planeta, el Himalaya, todo eso "con lo puesto" hasta llegar a la India, donde consiguen salvarse por fin (toda trama novelesca tiene que tener un buen final para que enganche al publico).
Así, el señor Rawicz, que piensa que somos imbéciles, pretende que creamos que en 1941, siete presos desarrapados consiguieron cruzar a pie y sin equipo las montañas mas altas del mundo, lo cual le convertiría en un desconocido pionero, ya que no fue hasta 12 años después, en 1953, cuando Edmund Hillary fue el primer ser humano que pudo escalar esas montañas. Pero para el bueno de Rawicz "la fe mueve montañas". Y desiertos, también.
Pero obviamente nuestro distinguido protagonista miente de cabo a rabo en su historia, ya que, como reconoce el propio coguionista de la película Keith Clark, ni fue un inocente preso político (en realidad era un militar polaco arrestado por delitos armados, como muchos militares polacos, fervientes anticomunistas católicos que no dudaron unas décadas antes, durante la guerra civil rusa, invadir la URSS para derrocar por las armas la revolución rusa) ni escapó fantasiosamente del gulag atravesando media Asia a pie, si no que, mas increíblemente aun, fue amnistiado, lo cual nos resulta chocante teniendo en cuenta que la propaganda anticomunista de los Solzhenitsyn y compañía nos decían que de los "gulag" no salía nadie con vida y menos aun amnistiado.
Curioso resulta indagar, pues, en la vida real de este supuesto "héroe" anticomunista, que no solo nos miente contándonos una historia fantasiosa para calumniar al comunismo si no que además se benefició de la política tolerante de la URSS con respecto a personajes armados y contrarrevolucionarios como él. Cabria preguntarse si el bueno de Kolchak o si él mismo durante la época en la que invadieron la URSS hubieran sido tan tolerantes con los "enemigos".
Por lo tanto, ni inocente preso político, ni caminata fantástica, ni esfuerzo heroico sobrehumano, todo, pues, nada mas que mentiras, inventos y engaños con el objetivo, por enésima vez de calumniar al comunismo.
Sin embargo, como vemos, el amigo Rawicz se lleva la palma, es el campeón de la difamación, pues llega a inventarse una historia mentirosa sacada de la nada, para que nuestra lagrimita se derrame una vez mas en las salas de cine mientras pensamos por nuestros adentros lo malvados que son los comunistas y lo agradecidos que tenemos que estar a estos héroes y a la providencia divina de vivir en una maravillosa democracia que, desde que se inventó, no ha dejado de derramar sangre en incontables guerras y matanzas (estas si que son reales y bien acreditadas) en todo el mundo con el único objetivo de expandir sus beneficios y su riqueza hasta limites mucho mas allá de lo aceptable.
Como vemos, todo vale para difundir nuevamente la vieja propaganda anticomunista de siempre; manipulaciones, mentiras, difamaciones, engaños, ocultamientos de la verdad y hasta invenciones de historias ficticias. Todo vale para desacreditar al comunismo.
Sin embargo deberíamos reflexionar que sentido tiene seguir intentando adoctrinar a la gente con esta propaganda. No estamos en 1949, si no en 2011, se supone que "el enemigo" ya fue derrotado hace 20 años, ya no vivimos en esa guerra fría en la que el adoctrinamiento y lavado de cerebro eran el pan nuestro de cada día en los países occidentales.
Francis Fukuyama nos dijo hace 20 años que el comunismo había muerto y que estábamos ante el fin de la historia.
Quizá resulte, en realidad, que ni el comunismo ha muerto ni han desaparecido las condiciones que hacen posible que hoy en día, 20 años después, siga vigente la lucha de clases en todo el mundo capitalista; desigualdad, miseria, enriquecimiento de unos pocos a costa de la clase trabajadora, guerras imperialistas por intereses económicos....
Resulta, al parecer, que 20 años después, todavía sigue siendo necesario prohibir los símbolos comunistas, ilegalizar partidos políticos y combatir a ese supuesto enemigo invisible que en realidad no debería existir, ese "fantasma" que al igual que en el siglo XIX, sigue recorriendo hoy en día no solo Europa, si no todo el mundo; el fantasma o mas bien la realidad tangible del comunismo.
Por mucha propaganda que nos cuelen en el cine, en los medios, en la escuela, en el trabajo...la realidad es bien diferente.
Y es que no son los comunistas los que hacen que hoy en día, en el estado español, 5 millones de personas no tengan un salario que llevar a casa. Y esa realidad no la maquillan ni los mejores productores de Hollywood.
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