Mitos sobre la represión de Stalin y su poder
1 octubre, 2014 | Sección: Comunismo, Internacional (http://lamanchaobrera.es/mitos-sobre-la-represion-de-stalin-y-su-poder/)
Numerosas han sido las ocasiones en las que me he encontrado leyendo o escuchando cosas como “la represión stalinista”, “la locura stalinista”, “el genocidio soviético”, “Stalin asesino!!!!!” o “Stalin el dictador rojo”.
Bien, podría decir que comentarios así han hecho llorar a Lenin, y quedarme tan ancho. Pero me gustaría aclarar esos mitos y dejar por fin esclarecida, al menos entre mis más allegados y allegadas, la historia más reciente de la URSS en ese sentido.
Podemos (no, no me gusta Pablo Iglesias) empezar hablando del sistema político de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Aunque en estos casos es mejor comenzar por la duda más trillada: ¿tenía el Partido Comunista de la Unión Soviética algún poder de facto en ese sistema político? La respuesta es no. El Partido únicamente seguía siendo la herramienta ideológica, de organización y concienciación de la población soviética para solidificar el socialismo y prevenirse de ataques propagandísticos y demás agresiones. De aquí, se llega también a la conclusión de que el Partido no se podía presentar a las elecciones de las asambleas (soviets). Es decir, quienes se presentaban eran personas de forma individual, que el partido no podía proponer. Evidentemente, habían más capas sociales en la sociedad soviética, por lo que podían fundar sus organizaciones también.
En esta línea, existían varios tipos de soviets: el sindical, el local, rural, comarcal, de ciudad, de distrito, provincial, supremo,… etcétera. Cada uno escogido por sufragio universal y elección directa y libre, y cada uno con su comité ejecutivo elegido directamente por el soviet. De modo que de las competencias de cada Soviet se desprendía un sistema erigido de abajo hacia arriba. Además, este modo de funcionar daba la opción de que cada delegado era revocable por sus electores, algo mucho más sencillo si se trataba de personas en forma individual y no de partidos.
Por lo tanto, y es necesario volver a hacernos la pregunta: ¿era posible, dada esta estructura, que el PCUS o su secretario general tuviese algún poder de facto? De nuevo, la respuesta vuelve a ser no.
Éste era y es uno de los sistemas más democráticos que pueden haber, puesto que la mayoría trabajadora controlaba todos los ámbitos de su vida. El empleo, la vivienda, los servicios, la industria,…
En conclusión de este apartado, si en los soviets había una mayoría de personas militantes del partido comunista (normalmente el 60%), el partido podía seguir siendo la herramienta ideológica, de organización y concienciación de la población soviética para solidificar el socialismo y prevenirse de ataques propagandísticos y demás agresiones.
Ante esto y una vez aclarado que superestructuralmente no era posible que el partido tuviese un poder de facto, sino que debía ser elegido por la población, sólo nos queda acudir a la historia y a los archivos secretos de la KGB (de modo que los argumentos tengan veracidad) para comprobar si Stalin fue algún tipo de tirano rojo, aunque ya haya quedado demostrado que esto no era posible. Simplemente para acabar con toda duda posible.
Resulta que en dichos archivos se cuenta la historia de que Stalin no fue presidente del Consejo de Ministros (comité ejecutivo del Soviet Supremo) hasta el año 1941, sucediendo a Molotov. Lo que nos lleva ya a romper con el primer mito de la “represión Stalinista”, puesto que esta supuesta ola de gran terror marcho por las tierras soviéticas desde el 1934 al 1938. ¿Qué pasó justo en esa fecha? Que Yagoda, que no iba a ser Comisario de Asuntos Exteriores, asesinó a Menzhinsky, y en su lugar pudo colocarse en tal puesto, asesinando posteriormente a un hombre que llevaba la línea de Stalin: Serguei Kirov. Así como también a Máximo Gorki. De estos crímenes se autoconfesó culpable en 1938. En 1936, cuando fue detenido, en su lugar se colocó a Nikolai Ezhov. Cuyo periodo en el puesto fue el único en el que la NKVD no tuvo que rendir cuentas de sus actuaciones.
Posteriormente, Stalin usó su secretaría personal para investigar estos casos, y ante las evidencias,Ezhov tuvo que dimitir, siendo automáticamente encarcelado autoconfesándose culpable de sus crímenes. Según cifras de los archivos de la KGB, desde 1930 hasta 1953 habrían sido condenados a muerte 786.000 detenidos. De los cuales no se sabe cuántos eran políticos y cuántos no. Además de ser periodo de guerras, de entreguerras y de guerra fría.
Luego de eso, por consejo de Stalin, en el lugar de Ezhov, el Soviet Supremo escogió a Lavrenti Beria. Y de ese hecho se desprendió la liberación de millares de personas inocentes. De lo que se cristaliza otra pregunta, ¿cómo iba a Stalin, suponiendo el hipotético poder dictatorial que se le atribuye, a quedarse en minoría en el partido por iniciativa personal? La respuesta se llama Nikita Jruschov, quien le sucedió después de su muerte en la secretaría general del partido. El mismo que, junto con Karl Radek, empezaron y extendieron el culto a la personalidad de Stalin.
No es casualidad que después de que Stalin falleciera, Jruschov pronunciase su discurso secreto en el XX Congreso del PCUS acusando a Stalin de promover culto a la personalidad (algo que el propio Stalin criminalizaba públicamente) y crímenes contra la humanidad, obteniendo así el poder del partido.
Por otro lado, tenemos también el mito del Holodomor; mito extendido por grandes empresarios como Hearst o escritores como Conquest. Dicho conflicto, para ir rápidos, fue un levantamiento armado de 1932 en el que los campesinos sin tierras colectivizaron las de propiedad de Kulaks establecidos en cooperativas. Estos terratenientes no dudaron ni un momento en coger las armas y quemar los campos donde se cultivaba el grano, por lo que esto produjo una hambruna de grandes proporciones.
El hecho diferencial, empero, fue que una vez conseguidas las tierras de Ucrania, no hubo una sola hambruna más en la URSS, exceptuando la causada por la guerra. Algo que antes no sucedía, puesto que el pueblo campesino sufría de hambrunas cada cuatro años.
Así que, llegados ya casi al final esta historia, sólo nos queda comprobar cuáles eran las cifras de los famosos y muy trillados Gulags. En la URSS, en 1940, existían 53 campos y 425 colonias de trabajo, los famosos gulags. Se diferenciaban porque las colonias eran más pequeñas y con un régimen penitenciario más relajado que los campos y a ellas se destinaban los presos con condenas más reducidas. En los campos y colonias los presos no estaban recluidos en espacios cerrados sino que trabajaban y cobraban el mismo sueldo que los demás trabajadores, sobre la base del principio de que los presos no podían resultar una carga para la sociedad.Trabajaban durante su jornada laboral (7 horas diarias) y luego debían recluirse en los recintos cerrados y custodiados. En la URSS no había cárceles como las que conocemos aquí, en las que impera la ociosidad: trabajar era una obligación para todos, y no un derecho. Imperaba el conocido principio general de que quien no trabaja no come.
Pero hay detalles muy poco conocidos. Por ejemplo, hasta 1937 la pena máxima establecida por las leyes soviéticas era de 10 años, y el 82 por ciento de los condenados lo eran a penas inferiores a 5 años. Las penas dictadas por los tribunales populares eran algo superiores, pero en todo caso, sólo el 51 por ciento de los contrarrevolucionarios fueron condenados en 1936 a penas superiores a los 5 años. Cuando en 1937 se elevó el tope de las penas, sólo el 1 por ciento de los contrarrevolucionarios fueron condenados a penas superiores a los 10 años. Ni existía la condena a perpetuidad como en Estados Unidos, ni nadie cumplía condenas de más de 20 años, como en España.
Y si esto le parece poco al lector, aquí tiene más datos:
Presos políticos en 1939: 454.000 (muchos de ellos Kulaks, pues los condenados ascendieron a 1.800.000 millones), lo que significaba el 1,96% de la población adulta. A los que si les sumamos los presos no políticos, quedaría en 2.500.000 millones, los cuales sólo corresponden al 2,5% de la población adulta.
Por el contrario, tenemos que en 1996, en EEUU, habían 5.500.000 millones de presos (entre políticos y no políticos), de los cuales correspondían al 2,8% de la población adulta.
Lo que significa que EEUU, sin padecer un levantamiento armado de las proporciones de la guerra civil en la URSS, ni tampoco la amenaza exterior de ninguna potencia, ni surgiendo de una guerra mundial, ni sufriendo una invasión exterior de las grandes potencias, ni un sabotaje permanente de espías y contrarrevolucionarios, ni finalmente una nueva guerra mundial, tenía un número de presos superior al de la URSS. Y con cárceles totalmente diferentes.
En definitiva, y como último dato, las muertes en los campos y colonias de trabajo, los porcentajes van del 5’2 por ciento en 1934 al 0’3 por ciento en 1953, lo que hace un total aproximado de un millón de presos, la mitad de ellos en el periodo de 1934 a 1939, y siempre por causas involuntarias, como se demostró al difundirse tras la II Guerra Mundial el uso de antibióticos, que redujo notablemente el volumen de fallecimientos.
Así pues, quedan arrastrados al basurero de la historia todos los mitos aquí demostrados como inválidos, hecho que el lector podrá comprobar en los archivos históricos y secretos de la KGB, como queda mencionado al principio del artículo.
Y a propósito de los días que estamos viviendo:“La existencia del capitalismo sin opresión nacional es tan inconcebible como la existencia del socialismo sin la emancipación de las naciones oprimidas, sin la libertad nacional.” Iósif Stalin
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