La derecha al desnudo
por Patricio Etchegaray
Tras el arrollador triunfo de la presidenta Cristina Fernández en las primarias del domingo 14, la derecha argentina reaccionó desnudando buena parte de su verdadero pensamiento.
Así, afloró la veta macartista en el discurso de Duhalde: “Yo cuando veo, hoy en el 2011 flamear las banderas de organizaciones que son subversivas, porque lo son, lo han sido; la verdad que este no es el peronismo en el que yo creo y en ondear banderas que nada tienen que ver con la nacionalidad”.
No faltó la veta gorila y clasista expresada por el presidente de la Sociedad Rural Hugo Biolcati: “la gente mira a Tinelli y, si puede pagar el plasma, no le importa nada más. Esa gente voto a Cristina”.
Y para no ser menos, devaluados en el tono como su mismo partido, los radicales se escudaron en un falso republicanismo al decir de Ricardo Gil Lavedra: “de persistir la tendencia que se verificó el domingo pasado estaríamos ante un grave peligro institucional”.
Solo tres ejemplos del pensamiento que articula la cosmovisión de una derecha que vio fracasar, primero, sus intentos destituyentes y luego su voluntarista teoría del “fin de ciclo” del gobierno kirchnerista. Son declaraciones en las que la derecha deja en evidencia que ha tomado nota de la inevitabilidad del triunfo del gobierno en octubre.
El resultado del 14 de agosto constituye una fuerte derrota para los sectores que representan la propuesta de recrear el Consenso de Washington, de volver a las medidas de los 90, y hay que destacar esto por la participación masiva en estas primarias y por el contenido del voto popular.
Esto no implica que la derecha no siga trabajando, lo hará en peores condiciones, pero lo seguirá haciendo. Cuenta con poderosos elementos de poder económico, del poder político internacional, la embajada norteamericana, la embajada de Israel, y las políticas de articular a las derechas viejas y las nuevas que lleva adelante EE.UU.
Por lo tanto, ni aun en esta situación, hay que bajar la guardia frente a ellos.
La pregunta que hoy se impone para el gobierno es ¿qué hacer con este triunfo?
Es indudable que, por sus características, este es un triunfo que permite a la Presidenta avanzar en su proyecto de hegemonizar al Partido Justicialista, lo que es posible si se analiza el resultado general y se lo desglosa en las provincias, donde ha tenido éxitos resonantes, exceptuando el caso de San Luis. Cristina Fernández ha ganado en la provincia de Buenos Aires, en Santa Fe, en Córdoba, dato de mucha importancia teniendo en cuenta que el kirchnerismo no había logrado presentarse en las elecciones a gobernador. En otras provincias ha sacado cifras espectaculares como en Santiago del Estero, Salta, San Juan. Esto crea condiciones especiales para manejar la gobernabilidad, sin resignarse a esos pactos y revisar acuerdos con los jefes provinciales como Scioli, Gioja, Insfran y Barrionuevo e incluso con el empresariado y el campo. Allí debemos encontrar los efectos de esta victoria, hoy existen mejores condiciones que cuando se dieron los pasos más drásticos de este gobierno.
Los comunistas pensamos que, por ejemplo, este es el momento de tomar algunas medidas enérgicas en la recuperación de los recursos petroleros y el gas que permitan elaborar un proyecto energético propio. Para encarar el problema de la minería que no solo debe ser tomado en cuenta por el factor ambiental y contaminante, sino también por el saqueo que esta actividad representa, se impone una nueva ley de minería que impida este saqueo por parte de los grandes monopolios trasnacionales. Es el momento de seguir potenciando el salario, avanzar hacia el 82 por ciento móvil en las jubilaciones, terminar con el trabajo ilegal y recomponer el 50 y 50 en el reparto de la renta como base para seguir avanzando en la distribución y creando condiciones para revertir los problemas que aún golpean a los argentinos y a los sectores populares en particular.
Hoy existen mejores condiciones para impulsar estos cambios estructurales y a eso apuntamos los comunistas desde un partido que se ubica en las contradicciones de clase, observando que se puede emprender un camino de profundización de los cambios, como única forma de impedir los intentos restauradores de las derechas o una posible descomposición que puede afectar a lo que se da en llamar el proyecto nacional. Sabemos que son imprescindibles cambios estructurales del capitalismo argentino y que mucho es lo que pueden aportar las reformas en este sentido, pero eso implica tener en claro que es indispensable atacar en profundidad la estructura capitalista. Por estas razones seguimos postulando desde nuestra autonomía un gran frente, amplio, diverso, profundo, donde debe jugar un papel el peronismo hegemonizado por Cristina Fernández de Kirchner, donde debe crecer el Nuevo Encuentro y donde deben incorporarse diversos sectores provenientes de las tradiciones populares argentinas.
La construcción de este espacio es una condición necesaria para quienes buscamos una nueva sociedad poscapitalista, para quienes portamos las banderas “subversivas” que abomina Duhalde, para quienes somos los portadores de las ideas y valores del marxismo.
http://www.patricioechegaray.com.ar/2011/08/19/la-derecha-al-desnudo/
por Patricio Etchegaray
Tras el arrollador triunfo de la presidenta Cristina Fernández en las primarias del domingo 14, la derecha argentina reaccionó desnudando buena parte de su verdadero pensamiento.
Así, afloró la veta macartista en el discurso de Duhalde: “Yo cuando veo, hoy en el 2011 flamear las banderas de organizaciones que son subversivas, porque lo son, lo han sido; la verdad que este no es el peronismo en el que yo creo y en ondear banderas que nada tienen que ver con la nacionalidad”.
No faltó la veta gorila y clasista expresada por el presidente de la Sociedad Rural Hugo Biolcati: “la gente mira a Tinelli y, si puede pagar el plasma, no le importa nada más. Esa gente voto a Cristina”.
Y para no ser menos, devaluados en el tono como su mismo partido, los radicales se escudaron en un falso republicanismo al decir de Ricardo Gil Lavedra: “de persistir la tendencia que se verificó el domingo pasado estaríamos ante un grave peligro institucional”.
Solo tres ejemplos del pensamiento que articula la cosmovisión de una derecha que vio fracasar, primero, sus intentos destituyentes y luego su voluntarista teoría del “fin de ciclo” del gobierno kirchnerista. Son declaraciones en las que la derecha deja en evidencia que ha tomado nota de la inevitabilidad del triunfo del gobierno en octubre.
El resultado del 14 de agosto constituye una fuerte derrota para los sectores que representan la propuesta de recrear el Consenso de Washington, de volver a las medidas de los 90, y hay que destacar esto por la participación masiva en estas primarias y por el contenido del voto popular.
Esto no implica que la derecha no siga trabajando, lo hará en peores condiciones, pero lo seguirá haciendo. Cuenta con poderosos elementos de poder económico, del poder político internacional, la embajada norteamericana, la embajada de Israel, y las políticas de articular a las derechas viejas y las nuevas que lleva adelante EE.UU.
Por lo tanto, ni aun en esta situación, hay que bajar la guardia frente a ellos.
La pregunta que hoy se impone para el gobierno es ¿qué hacer con este triunfo?
Es indudable que, por sus características, este es un triunfo que permite a la Presidenta avanzar en su proyecto de hegemonizar al Partido Justicialista, lo que es posible si se analiza el resultado general y se lo desglosa en las provincias, donde ha tenido éxitos resonantes, exceptuando el caso de San Luis. Cristina Fernández ha ganado en la provincia de Buenos Aires, en Santa Fe, en Córdoba, dato de mucha importancia teniendo en cuenta que el kirchnerismo no había logrado presentarse en las elecciones a gobernador. En otras provincias ha sacado cifras espectaculares como en Santiago del Estero, Salta, San Juan. Esto crea condiciones especiales para manejar la gobernabilidad, sin resignarse a esos pactos y revisar acuerdos con los jefes provinciales como Scioli, Gioja, Insfran y Barrionuevo e incluso con el empresariado y el campo. Allí debemos encontrar los efectos de esta victoria, hoy existen mejores condiciones que cuando se dieron los pasos más drásticos de este gobierno.
Los comunistas pensamos que, por ejemplo, este es el momento de tomar algunas medidas enérgicas en la recuperación de los recursos petroleros y el gas que permitan elaborar un proyecto energético propio. Para encarar el problema de la minería que no solo debe ser tomado en cuenta por el factor ambiental y contaminante, sino también por el saqueo que esta actividad representa, se impone una nueva ley de minería que impida este saqueo por parte de los grandes monopolios trasnacionales. Es el momento de seguir potenciando el salario, avanzar hacia el 82 por ciento móvil en las jubilaciones, terminar con el trabajo ilegal y recomponer el 50 y 50 en el reparto de la renta como base para seguir avanzando en la distribución y creando condiciones para revertir los problemas que aún golpean a los argentinos y a los sectores populares en particular.
Hoy existen mejores condiciones para impulsar estos cambios estructurales y a eso apuntamos los comunistas desde un partido que se ubica en las contradicciones de clase, observando que se puede emprender un camino de profundización de los cambios, como única forma de impedir los intentos restauradores de las derechas o una posible descomposición que puede afectar a lo que se da en llamar el proyecto nacional. Sabemos que son imprescindibles cambios estructurales del capitalismo argentino y que mucho es lo que pueden aportar las reformas en este sentido, pero eso implica tener en claro que es indispensable atacar en profundidad la estructura capitalista. Por estas razones seguimos postulando desde nuestra autonomía un gran frente, amplio, diverso, profundo, donde debe jugar un papel el peronismo hegemonizado por Cristina Fernández de Kirchner, donde debe crecer el Nuevo Encuentro y donde deben incorporarse diversos sectores provenientes de las tradiciones populares argentinas.
La construcción de este espacio es una condición necesaria para quienes buscamos una nueva sociedad poscapitalista, para quienes portamos las banderas “subversivas” que abomina Duhalde, para quienes somos los portadores de las ideas y valores del marxismo.
http://www.patricioechegaray.com.ar/2011/08/19/la-derecha-al-desnudo/