Opinión sobre Mourinho.

No quería entrar en este hilo, pero tira mucho lo de ser madridista. Partimos de la base de que hablamos de fútbol profesional, de fútbol espectáculo, en donde hay un objetivo fundamental: hay que ganar el máximo posible de partidos, hay que quedar lo más arriba posible en las clasificaciones y hay que ingresar el mayor número posible de euros para que al año siguiente podamos seguir siendo un equipo puntero y los aficionados nos den su apoyo, estén pendientes de nosotros, vean nuestros partidos televisados y los patrocinadores sigan considerándonos rentables desde un punto de vista publicitario. Traducido a lenguaje madridista: somos el mejor equipo del mundo y lo único que nos vale es ganar.

Después de años de entrenadores que no han logrado los habituales objetivos del Madrid, que no han sido capaces de enfrentarse al mejor Barcelona de la historia y que tampoco han sabido conectar con los aficionados, llega José Mourinho, con un currículum impresionante por toda Europa, y en poco tiempo ilusiona a los seguidores madridistas, cabrea a los antimadridistas, se enfrenta a Guardiola y a su corte de aduladores, mariachis y palmeros, denuncia las situaciones del contubernio Federación-Barcelona y, además, gana una Copa, gana una Liga, el equipo juega bastante bien al fútbol, genera confianza entre los seguidores, ilusiona ante posibles éxitos futuros, revaloriza a jugadores que no habían dado de sí lo que de ellos se esperaba e instaura una evidente camaradería entre la plantilla y el equipo técnico, además de promover formas de trabajo más acordes con la real trascendencia del club que con el cachondeo que durante años han protagonizado los medios de comunicación dentro de la institución. Algo tendrá Mourinho.

¿Sus formas y maneras?. Este me parece que es de los que no da puntada sin hilo y todo obedece a un plan preestablecido de cara a conseguir sus objetivos. Además, no olvide nadie que sin tener un ego desmesurado, una muy fuerte personalidad y una autovaloración excesiva, no se llega a nada en el mundo del fútbol profesional.

No merece dedicarle demasiado tiempo a eso que se dice de valores caballerescos, de señorío y saber estar. No es más que el pijomadridismo, esa maldita especie de derechistas que cada poco tiempo quieren secuestrar el club y los verdaderos valores madridistas de lucha y no dejarse hundir ni ante la adversidad ni ante el enemigo, por fuerte que sea.

Mediante un mensaje privado un tovarich me preguntó hace tiempo que por qué era madridista y no de otro equipo. Le dije algo así como que soy madrileño, de familia madridista, que de niño se suelen sedimentar los sentimientos futboleros y salvo raras excepciones los niños de mi barrio éramos todos merengues, al igual que nuestros padres, porque los trabajadores madrileños eran y siguen siendo mayoritariamente seguidores del Madrid y, para alguien como yo, que considera que en la vida hay que participar en la batalla por unos objetivos no sólo personales e individuales, sino por todo lo que refleja el ser comunista, pues ser madridista debe ser como la asunción de unos valores de lucha desde un punto de vista estético. También es cierto que un seguidor del United, del CSKA, de River, Marsella, Juventus, e incluso del Barcelona, no pensará de muy distinta manera. Les ha costado llegar y mantenerse tanto como a nosotros mismos y deben luchar día a día por ello (y algunos siempre intentan parecerse al mejor, al Madrid).

Para otro tipo de consideraciones propias del fútbol en el sistema capitalista en el que nos vemos inmersos, se puede leer el texto de Albert Escusa titulado La selección española de fútbol y el deporte de elite: lucha de clases y cuestión nacional en el negocio deportivo. Es interesante.
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Te has equivocado de frase (la anterior es la de forma y maneras), de situaciones que se han dado estas últimas dos temporadas y de tipo de fútbol (no es el del colegio ni el del barrio, es un espectáculo montado para que sólo ganen unos cuantos -pocos- y los demás sean comparsas más o menos necesarios, porque son fácilmente sustituibles).
Las quejas de Mourinho han sido hechas siempre al mismo estamento arbitral que en partidos concretos ha beneficiado al Barcelona (el tipo que designa los árbitros de competición europea es directivo de UNICEF y quien negoció con el club la posibilidad de llevar publicidad pagada; Villar forma parte de la misma comisión como presidente y a Platini le pasa lo mismo que a ti: es antimadridista, aunque él no tiene reparos en reconocerlo).
No se quien engañó a Pedro León con que podía ser jugador del Madrid, pero si en los entrenamientos hubiera puesto el interés y las ganas de otros con mucha más calidad y nombre que él, estaría muy probablemente en la plantilla, porque está claro que no es Maradona, pero peores los ha habido. A Canales le pasó tres cuartos de lo mismo, pero por si acaso podría volver durante un par de años.
¿Qué ha ocurrido con el ojo de Tito Vilanova?. Nada. El Barcelona y sus medios de comunicación encontraron cobertura para sus quejas según se hacía patente que no ganaría la liga y varios meses después Mourinho hace el paripé de pedir perdón y durante todo este tiempo ha salido en los periódicos de medio mundo, le han contratado para dar conferencias y su prestigio ha aumentado incluso con tonterías como las de The Only One.
Esto dejó de ser deporte hace muchos años. Es un espectáculo en donde sin un poco de prepotencia, chulería, apoyo de las instituciones (por cierto, es escandalosa la cantidad de dinero público que a través de la TV pública catalana lleva años recibiendo el Barcelona; mucho más que la suma de Sevilla, Betis, Málaga y Granada juntos, por ejemplo), operaciones en los despachos, ayudas arbitrales en momentos puntuales y toda la mierda que acompaña a los periodistas del entorno, ningún equipo (ninguno: fíjate en los últimos años del Barcelona o en el célebre doblete del Atlético, que aún se pone como ejemplo de ayudas arbitrales) consigue casi nada. Aquí y en cualquier otra liga. Y las hay mucho peores, verdaderamente fraudulentas.
Algunos seguimos enganchados, quizás desde un punto de vista sentimental, pero no nos engañamos de lo que supone el deporte profesional (entontecedor de masas y movimientos de dinero no siempre legal o simplemente lavado de dinero a espuertas, como la Fórmula 1) y su pertenencia a esa especie de nuevo opio del pueblo en donde está situado en los primeros puestos.