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    Revolución Socialista en Cataluña y Aragón

    Juan el Rojo
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    Mensaje por Juan el Rojo Sáb Oct 08, 2011 8:13 pm

    ¿¿Alguno teneis informacion de la revolución (y la consiguiente sociedad creada) en Cataluña, y creo que también en Aragón durante la guerra civil y la revolución social?? Me parece que fue dirigida por el POUM y los anarcocomunistas (CNT, Durruti, FAI,...).

    P.D.:Si sólo vais a ponerla a parir, y decir que eran fascitas o traidores sin pruebas evidentes, para eso os lo podeis ahorrar, en serio, detesto el sectarismo (y conste que soy comunista como el que más, pero hay que tener un poco de amplitud de miras, no hay que obsesionarse),...
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    Mensaje por ox pow Vie Oct 28, 2011 10:43 am

    Te copio el anexo que llevo recopilado hasta ahora de un trabajo sobre la revolución española. Es de caracter técnico y localista sobre todo, sobre Barcelona lo hace muy de pasada, está incompleto, sobre Aragón tienes algo más. Faltan algunas comunidades y de andalucía solo la colectividad de pescadores en almería.



    Tielmes de Tajuña (Madrid)


    Para dar una idea en concreto de cómo funcionaron las colectividades en la zona Centro, hemos tomado la del pueblo de Tielmes de Tajuña.

    De unos dos mil habitantes. Como tantos otros pueblos de la zona, previamente ha sido fundado un Sindicato de Oficios Varios, afecto ala C. N. T ., el 4 de diciembre de 1936. Trece días más tarde, el 17 de diciembre, se funda la colectividad, con los miembros del sindicato, a la que aportan «todo lo que tenían; los pequeños propietarios, sus tierras, sus simientes, sus aperos, sus productos, ¡su dinero! Los pobres de solemnidad, sus brazos y su buen deseo de procurarse una vida menos azarosa que la anterior. Así, al fundarse la colectividad no se requisa nada e incluso ceden ala ugetista Federación Española de Trabajadores de la Tierra (F.. E. T. T .) una fábrica de aceite y una era.

    A mediados de 1937 poseen 60 hectáreas de riego eventual; 400 de secano, cubiertas de olivos; 58 mulas y 50 caballerías. Dos molinos de aceite, una fábrica de conservas en envase metálico para mil botes diarios. Además, tienen dos carpinterías, dos panaderías y un economato, donde puede comprar todo el pueblo; una escuela y un médico contratado por la colectividad.

    A pesar de las diferencias que tienen con los elementos marxistas, que llegan a «. ..cobrar una peseta con sesenta céntimos a los nuestros, mientras que ellos han asignado una peseta con veinticinco a los afiliados a la U. G. T .» , y coaccionan (al fundarse el sindica to se presentan en casa del secretario y le exigen la lista de adheridos), la cosecha de 1937 es superior a la anterior y comprende: 2.500 fanegas de cebada, 1.500 de trigo, 800 de avena, 60.000 kilos de patatas, 30.000 de judías, 75.000 de aceite, 80.000 de aceitunas y 6.000 arrobas de vino. Las hortalizas recolectadas ascienden a 100.000 repollos, 130.000 pimientos, 110.000 tomates, 40.000 coliflor y la fruta de 1.000 manzanos, 300 perales y 40 ciruelos.

    Han ayudado a la intendencia del Ejército, tienen 25 voluntarios en el frente y se inicia la plantación de soja y una pequeña cabaña de 16 vacas y 56 cabras. El funcionamiento de la colectividad, como generalizábamos anteriormente, se basa en un Consejo de Economía, formado por tres vocales que se ocupan de todos los problemas de regulación, compras y ventas, determinación de precios, personal, designación de responsables, intercambio, contabilidad, información, etc.

    Está dividido en tres secciones: Agricultura y Derivados, que lleva todo lo referente a semillas, cultivos, etc., y que a su vez esta dividida en subsecciones de cultivos, socorros, vinicultura, conserva, vegetales, aceite, jabones y ganado.

    La segunda sección es la de Industria, que se subdivide en transporte, vino, panadería, vaquería, tejidos, economato y confección.

    Finalmente, la sección de Estadística, que se encarga de la contabilidad y llevar las operaciones económicas.

    Realiza contactos con los jefes de las demás secciones para coordinar el trabajo y dar el visto bueno a los pagos y entradas.

    Estos cargos son por un tiempo limitado y cualquiera puede ser destituido por un voto de censura de la asamblea de todos los colectivistas.

    Aunque « ...procuramos no utilizar la moneda más que en los momentos más necesarios, se paga una "retribución familiar" en dinero y productos colectivizados, que varía en el plazo de medio año. La retribución está concebida de forma familiar, independientemente de lo que cada uno aportara a la colectividad en su nacimiento. Así, las pesetas del matrimonio se ven incrementadas por hijo según sea mayor, es decir, esté en condiciones de trabajar , o menor. Igual ocurre con los productos colectivizados en lo que, aparte del cupo correspondiente al matrimonio, se añade una cantidad por hijo.

    Además de esta retribución, los colectivistas contaban de forma gratuita con casa, leña, médico y servicio de peluquería, que se pagaba por vales. Desde que se fundó la colectividad hasta agosto de 1937, una vez deducidos los gatos, se ha sacado en líquido doscientas mil pesetas, que se ponen a disposición de la Federación Regional de Campesinos del Centro, a cuya sección de ganadería se ha pedido ayuda para solucionar los problemas referentes a la cabaña, además de pedirle un laboratorio y el envío de un equipo de técnicos.

    Pero estos campesinos no se contentaban con esto, sino que «...lo que ocurre es que ahora nos damos cuenta de los beneficios del Comunismo Libertario. No creo que lo "nuestro" sea algo parecido a ese sistema que imperará en el suelo castellano. Pero, jvamos!, estamos haciendo lo posible para que los demás se den cuenta de que nuestra nueva forma de vivir, sin mandones, ni coacciones, sin egoísmos, procurando no utilizar la moneda más que en los momentos más necesarios para adquirir materias no fácilmente adquiribles por intercambio, colectivizando lo poco que tenemos. Es algo que hasta ahora se tuvo por utópico y que a nosotros nos parece tan realizable..., que lo estamos practicando aun dentro de un ambiente hostil! »

    Un sindicato colectivizado: Sindicato de Alimentación e Industrias Gastronómicas

    Este sindicato, además de realizar una obra social que comprendía un hogar-escuela, una policlínica y un sanatorio, colectivizó una serie de pequeñas industrias que entraban dentro de su ámbito.

    Estaban colectivizados 26 cafés, tres restaurantes, seis casas de vino, 30 ultramarinos, 25 despachos de fruta y verdura, 10 carnicerías, nueve vaquerías, cuatro pescaderías, tres chocolaterías y las siguientes fábricas: tres de repostería y una de aceite y mantequilla.

    El balance de cuentas que presentaba comprendía un pago mensual de renta y contribuciones de 150.000 pesetas y de abonos de los 1.200 afiliados 1.500.000 pesetas.

    Ahora que parece que las corrientes libertarias vuelven a tomar nuevos ímpetus es hora de evaluar fallos y virtudes y para quienes viven y luchan en Castilla aquello que se produjo aquí. Ha habido mucho silencio interesado o no.

    Las colectividades supusieron la implantación a gran escala de las ideas libertarias acusadas de utópicas y vagas. En la circunstancia concreta no parecieron ni lo uno ni lo otro. Por ello un labrador de Tielmes podía responder a la pregunta: ¿Qué celebridades salieron de aquí? Nosotros únicamente.


    Membrilla (Ciudad Real)


    Viendo la complejidad de la solución que se apuntaba, ya que no había otra, los componentes de la política en activo, o sea todos los que componían el Ayuntamiento se inhibieron de toda responsabilidad, declinando todo el quehacer socio-económico del momento a favor de los hombres responsables de la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.), que aceptaron, contando con la colaboración de Izquierda Republicana. Ambas eran las únicas organizaciones políticas o sindicales existentes.

    Convocaron nuevamente al Pueblo en pleno a una reunión que se celebraría en la Plaza con asistencia masiva. Fue dándose a conocer con ciertos detalles lo que se consideraba que se podía hacer en aquellos momentos de desconcierto para superarlos y empezar a darle vida al pueblo. Hubo que hacerle ver la verdad de la situación de pre-revolución que se estaba viviendo, así como las ausencias de muchos propietarios comprometidos, probablemente, con los sublevados, que habían dejado abandonadas sus haciendas.

    Ante aquella situación se imponía la necesidad de proceder a la recogida de la cosecha de trigo y cebada, abandonadas en el campo, dada la fecha en la que se encontraban y el riesgo a que éstas se perdieran por cualquier eventualidad climática. Se propuso que para realizar la recogida de la cosecha era imprescindible inventariar propiedades y aperos de labranza, para después proceder a la recolección. Esta sugerencia fue muy bien acogida y aceptada. Fue entonces cuando se procedió al nombramiento de un Consejo de Administración, que quedó compuesto por diez miembros de C.N.T. y cinco de Izquierda Republicana. Este Consejo tenía la responsabilidad de dar vida a un ente socio-económico prácticamente ignorado, aunque teóricamente se conociera el funcionamiento de una sociedad análoga a la que pensaron poner en marcha.

    Como la representación de C.N.T. en todas las Comisiones era mayoritaria, entre el pueblo comenzó a comentarse, con cierta simpatía, que aquella organización empezaba a ser el Comunismo Libertario. Efectivamente, comenzó siendo una administración económica y laboral orientada por anarquistas, pero en aquellos momentos de confusión, no estaba configurada la forma que aquel ente podía adoptar. Pero sin poder determinarlo, su inicio estaba marcado por lo primeros pasos de un Comunismo Libertario.

    FORMACION DE COMISIONES

    Comisión de Agricultura.

    Estaba integrada por cinco competentes trabajadores que comenzaron su labor haciendo un inventario, como se había acordado, de los bienes que tenían que controlar y administrar.

    Comisión de Abastos.

    Controlaron una fábrica de harina cerrada para hacerla funcionar rápidamente y un matadero industrial. Crearon unos economatos en los lugares mas estratégicos del pueblo para facilitar el abastecimiento. Realmente el trabajo de esta Comisión fue tremendo, hasta que pudo conectar con otras Colectividades que habían comenzado con anterioridad su andadura, para proceder al intercambio de productos y asegurar el abastecimiento, aunque sólo fuera parcial.

    Vivienda y Sanidad.
    La misión de esta Comisión fue mas sencilla y de menos trabajo, ya que sólo tuvo que hacer una relación de las viviendas y casas abandonadas, para ir acomodando a los contingentes de refugiados que, constantemente, llegaban huyendo de los horrores de la guerra, despojados de todos sus bienes.
    De la Sanidad local se ocupaban tres médicos que, en aquel momento, ejercían su labor en Membrilla, colaborando de forma altruista con la mencionada Comisión.

    Defensa.
    Los componentes de esta delegación estaban obligados a guardar el orden dentro del término municipal. Contaban con grupos de obreros que, relevándose, hacían guardia en los Centros Oficiales, y vigilaban los accesos a la población, para evitar males mayores.

    INDEMNIZACION POR EL TRABAJO REALIZADO


    Se entregaron una Tarjeta de Productor y Consumidor, con la cual, presentándola en cualquiera de los Economatos existentes, el ciudadano podía adquirir cualquier artículo de consumo o útil necesario para el abastecimiento de su hogar. Los alquileres de las viviendas que estaban ocupadas dejaron de abonarse. El agua potable que se consumía era gratuita, a pesar de que debía ser transportada, desde la vecina localidad de Manzanares, en cubas preparadas a tal efecto y, por supuesto, había que abonar al pueblo propietario de los pozos una cantidad por el consumo.
    Tanto la luz eléctrica como los servicios médicos y farmacéuticos eran gratuitos. Además de todo lo mencionado, también se entregaban unos vales de cuantía limitada con un valor efectivo que suplantaba la moneda, para poder ser utilizados en cualquier establecimiento de tejidos o ultramarinos de la localidad. Este procedimiento de anticipos, tan justo y generoso como humano, se realizó (justo es decirlo) bajo los colores rojo y negro del anarco-sindicalismo, que puso en marcha su soñado ideario de Comunismo Libertario, aunque sólo fuera por unos meses. Una aspiración tachada de utópica, pero que dio el ejemplo convincente al mundo entero, de que aquella filosofía humanista, moral, solidaria y fraternal se podía pragmatizar porque es la esencia misma de una concepción. Esa “utopía” fue el motor impulsor de una realidad, y no puede quedar el deseo de su realización porque ya se ha realizado, sino su humana implantación generalizada para bien de todos los humanos.

    ENSEÑANZA

    En el campo cultural fue donde más esfuerzos se realizaron, ya que el índice de cultura no era muy elevado y había que hacer esfuerzos sobrehumanos para
    preparar a los hombres y mujeres del mañana con una mentalidad nueva, a base de una enseñanza libre con concepciones humanas y solidarias, que se ajustaran a los nuevos planteamientos socio-económicos de la Sociedad que empezaba a nacer. Para ello, se abriría una Escuela de Artes y Oficios, en donde se impartían las siguientes asignaturas: Música, Cerámica, Mecánica, Enología, Electricidad y Secretariado de Colectivismo. El personal que daba clases de estas materias eran técnicos especializados en las mismas.
    En el Ateneo también se potenció la enseñanza, dando contantemente conferencias, donde se analizaba todo lo referente al aspecto político, económico y sindical. Además se representaban, con frecuencia, obras teatrales por los mas jóvenes y los mas mayores, despertando la ilusión de todos los asistentes, que solían ser casi todos los vecinos de Membrilla.


    Cuenca

    A mediados de marzo de 1937, los componentes en Cuenca de las sindicales CNT y UGT hacían públicas las siguientes normas con miras al problema de la colectivización de la tierra en aquella provincia:
    "En vista de las constantes diferencias que se suscitan en los pueblos entre los componentes de las dos sindicales UGT y CNT alrededor de los problemas creados por la revolución, los elementos responsables de ambas organizaciones en esta provincia, reunidos para estudiar y resolver estos problemas, acuerdan suscribir conjuntamente las siguientes normas para el desarrollo del trabajo y la convivencia en los pueblos de la provincia donde ambas organizaciones tienen representantes y afiliados:

    1) Las tierras e industrias incautadas serán explotadas en colectividad.

    2) Esta colectividad, que se formará entre los productores de cada población, cualquiera que sea la organización sindical a que pertenezcan, nombrará un consejo de administración cuyas funciones serán:

    a) Dirigir el trabajo y administrar la producción con arreglo a las normas trazadas en las asambleas de la colectividad y por los estatutos de la misma.
    b) Negociar el intercambio de productos con otras localidades y provincias.
    c) Vigilar el cumplimiento, por cada uno de los colectivistas, de lo acordado por mayoría en las asambleas.

    3) El Consejo de Administración debe componerlo un número reducido de individuos elegidos en asamblea por la colectividad y nombrando igual número por organización, procurando sean estos los más capacitados.

    4) Para pertenecer a la colectividad basta el título de trabajador , representado por el carnet de cualquiera de las dos sindicales, UGT y CNT.

    5) Si algún pequeño propietario quisiera ingresar a la colectividad pondrá a disposición de ésta cuantos bienes posee, entregándosele recibo de lo cedido.. Sin este requisito previo no podrá pertenecer a la misma.

    6) Del trabajo. El Consejo de Administración, en función de sus facultades directoras de la producción, determinará los trabajos y la duración de las jornadas con arreglo a las necesidades de cada estación, época y jornada, de acuerdo con las decisiones tomadas en las asambleas de la colectividad.

    7) Nadie podrá eximirse de acudir al trabajo si no es por alguna causa de enfermedad o accidente que se lo impida.

    8( El trabajo será por grupos, tan numeroso como las necesidades del mismo lo exijan, y se nombrarán delegados en lo lugares de trabajo de acuerdo con los trabajadores.

    9) Todos los delegados se reunirán diariamente con el Consejo de Administración a fin de cambiar impresiones y ponerse de acuerdo para la mejor marcha del trabajo.

    10) Los delegados procurarán por todos los medio persuasivos de que el trabajo se realice con la mayor eficacia, debiendo demostrar afinidad y moralidad y enseñando a sus compañeros aquellas labores para las cuales no tengan una preparación previa.

    11) Los delegados no podrán aplicar sanción alguna a ningún compañero, las anormalidades que observen las pondrán en conocimiento del Consejo, éste de la asamblea y ésta será en definitiva la que resuelva.

    12) Tanto los delegados como los miembros del Consejo Administrativo que se extralimiten en sus funciones serán inmediatamente suspendidos en sus cargos, dando cuenta a la asamblea, la cuál resolverá.

    13) Del consumo. En el colectivismo el salario no existe, por ser una fórmula de compensación al trabajo humillante, injusta e insuficiente. Por consiguiente, el productor disfrutará de un anticipo igual al jornal que tiene en la actualidad, no pudiendo percibir más que veintiocho céntimos de demasía sobre ese jornal por cada hijo menor de quince años que tenga al amparo del colectivismo. Esto habrá de hacerse mediante la carta de trabajo.

    14) El intercambio de productos, interlocal, se verificará por medio de las cooperativas, siendo éstas las que distribuirán conjuntamente con la colectividad

    15) Al constituirse la colectividad, las incautaciones de fincas o industrias verificadas por una de las dos organizaciones pasan a ser de la colectividad, no pudiendo dividirse dichas fincas más que en caso de desacuerdo entre ambas sindicales, y en este caso, improbable, se haría partición proporcionalmente.

    16) Los beneficios sobrantes del pago de gastos y anticipos se dividirán en la forma siguiente: un 25% para enseñanza; otro 25% para adquisición y mejora de material de trabajo, y el 50% restante quedará a beneficio de todos los colectivistas, si así lo acuerdan éstos en la asamblea.

    17) Serán consideradas jornadas de trabajo los casos de enfermedad de los afiliados a la colectividad.

    Deberes y derechos de todo colectivista.


    1) En el momento de ingresar en la colectividad, aunque ésta se halle fundada desde mucho antes, el colectivista estará en igualdad de derechos y deberes con los demás.

    2) A ningún colectivista se le podrá exigir más trabajo que el que con arreglo a sus fuerzas físicas pueda hacer, respetando los ancianos o convalecientes de enfermedades o empleándoles, en todo caso, en los trabajos más leves.

    3) El respeto mutuo debe presidir inflexiblemente las relaciones entre colectivistas, teniendo en cuenta que al constituirse en colectividad lo hacen para trabajar unidos para el bienestar de todos. Por consiguiente, todo colectivista que trate de atropellar a otro, aunque éste no sea colectivista, o bien intente usurpar beneficios que no le corresponden, como primera medida será sancionado, y si reincidiera será expulsado, perdiendo todos los derechos que hubiera adquirido y sin que pudiera reclamar beneficio alguno de cuanto puso a disposición de la colectividad; y si la falta fuese leve, se le aplicarán las sanciones que sean de justicia.

    4) Ningún colectivista se opondrá a que sus familiares sean empleados en aquellas labores de que la colectividad tenga necesidad y que considere ésta que aquellos pueden desempeñar, considerando su participación en el producto con arreglo a su capacidad productiva.

    Artículo adicional. Todo lo no previsto en estas normas podrá ser acordado en las asambleas generales de la colectividad.

    BENJAMIN C. RUIZ - El colectivismo agrario en la revolucion española

    Adra (Almería)

    La colectividad de pescadores de Adra

    En los periódicos, mensuales, que durante algún tiempo ha venido publicando la Regional Andaluza (Nervio y El Rebelde) he escrito algunos artículos relacionados con la Industria Pesquera de Adra, los cuales, aunque carentes de méritos literarios, podrían ayudarte a comprender mejor la vida de los pescadores. Voy a contestar, lo mejor que pueda, a tu cuestionario.

    En agosto de 1936, una Asamblea celebrada en el cine Capitol de Adra, en la que había alrededor de 1.000 pescadores y algunos armadores, o sea, dueños de los barcos, decidió por unanimidad la incautación de todos los barcos “Traiñas” y su colectivización inmediata.

    Las organizaciones representadas en aquella Asamblea eran la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La primera contaba con un porcentaje del 10 % de la población pesquera y el 90 % restante pertenecían a la CNT, pero conviene hacer notar que no surgió problema alguno de divergencias ni de desacuerdos entre las dos centrales sindicales en lo que se refería a la puesta en marcha de la colectividad ni a la forma de funcionamiento. Cualquiera era libre de dejar la embarcación colectivizada o de ingresar en la misma; de acuerdo con las necesidades, es decir, si una embarcación necesitaba 25 hombres, por ejemplo, y tenía nada más que 24, el primer llegado podía cubrir la vacante.

    ¿Existía dinero? Sí, no podíamos prescindir de la moneda y tanto el Sindicato como el Comité de la Industria Pesquera, que era el que controlaba todo el complejo de la industria, tenía que trabajar inteligentemente para que esa obra revolucionaria puesta en marcha por los propios pescadores no fuese un fracaso. El producto de la pesca de cada barco se repartía entre los tripulantes después de haber depositado en el Comité una pequeña cantidad, que se dedicaba a renovar cualquier utensilio deteriorado o roto. También se pasaba una cantidad, aprobada por los pescadores, al antiguo dueño de la embarcación. No recuerdo que surgiera ningún problema digno de mención entre los pescadores, y los únicos obstáculos con los que tropezábamos eran el no poder estar surtidos debidamente, a causa de la guerra, de los materiales necesarios para la pesca, que era abundante en aquella época.

    Las mejoras fueron considerables en todos los aspectos. El pescador empezó a recobrar su dignidad, ya no era un esclavo. Antes de la guerra el patrón o armador se llevaba el 50 % del producto de la pesca más tres quintas partes del resto. Uno de los zánganos más grandes era el “vendedor”, individuo que una vez que se ha desembarcado el pescado lo subasta y por cuyo “trabajo” se llevaba el 12,5 % de la venta global. Nosotros suprimimos todas esas injusticias. Durante el funcionamiento de la colectividad el “vendedor” cobraba el 2,5 %, y ya ganaba bastante. La colectividad fue un gran éxito en todos los sentidos. Ese éxito se consiguió por el dinamismo y el entusiasmo que todos los jóvenes libertarios, inspirados en las ideas del anarcosindicalismo, desplegamos en aquellos momentos álgidos y gloriosos preñados de promesas.


    Alcoy (Alicante)

    El 14 de abril de 1931 entró la República en España. A partir de aquel momento hubo un parlamento, el rey se marchó y la sociedad empezó a regirse de otra manera a como estaba acostumbrado el pueblo español. Hubo un período de gobierno derechista, hubo otro de izquierdas... El último, que se llamó el "bienio negro" y que duró dos años fue gobernado por la derecha. En 1936, cuando se votó al Frente Popular, volvió a subir la izquierda. Lo que dio motivo a que se empezara a tramar la revuelta militar que empezó el 18 de julio del 36. La economía en principio fue bastante justa, lo que después se frustró debido a que la derecha boicoteó toda la economía e hizo muy pocas participaciones de inversión económica. De esta manera, las fábricas estaban a medio trabajo y había una retención enorme de la economía. La gente trabajaba poco y ganaba muy poco. Fue a partir, como estoy diciendo, del 36 cuando el Frente Popular volvió a asumir el gobierno. La república de izquierdas, digamos, aunque el pueblo seguía estando en una situación bastante deprimente.

    En este período, en 1984, yo hice un estudio sobre lo que fueron las colectividades y la socialización en Alcoy. Las he plasmado en este libro. Voy a explicar lo que he podido estudiar e indagar. Porque fue un trabajo (más que nada) de periodismo, de entrevistar a multitud de personas para saber exactamente, que me explicaran sus vivencias. El 18 de julio se hizo un paro general y se creó una comisión de control. La comisión de control estaba formada por el sindicato CNT, mayoritario en Alcoy, y la UGT, que participó en un porcentaje mucho menos numeroso, pero que también formó parte de lo que se llamó "el control". El control era una especie de comité en el cual estaba integrado todo el sindicato, y que tomó la economía en sus manos. ¿Qué hizo? Socializó el transporte; socializó la metalurgia; socializó el textil; y también el papel. En este edificio, emblemático de aquella fecha, es donde estaban las fábricas de producción de papel.

    A partir de este momento fue "el control" el que gobernó Alcoy. ¿Cómo se organizó la economía? Bueno, con la colectividad, al reunificar todo el transporte, incluso los cines, las peluquerías, los bancos, cada persona tenía un puesto de trabajo y cobraba diez pesetas diarias. Lo mismo que cobraba un soldado que se hubiera ido a participar en la guerra y que saliera como voluntario a frenar el avance fascista.

    Alcoy tuvo un momento muy dramático. En su cuartel permanecían los soldados, los hijos de los hombres que esperaban en su exterior la resolución que tomaban las fuerzas armadas: si salían apoyando la rebelión fascista o se unían al pueblo. Tras unas largas negociaciones el cuartel abrió sus puertas y padres e hijos pudieron abrazarse. Alcoy quedó en el lado de la República, y se formó un voluntariado para ir a luchar y parar el fascismo.

    Las socializaciones en España fueron muchas. Puede decirse que en Cataluña y en Aragón fue casi íntegra. En Alcoy fue emblemático porque, así como el Partido Comunista derrocó las colectividades en Aragón, aquí no pudo hacerlo. Mandó al SIM, que era un servicio de interior militar, para poder deshacer las colectividades. Pero no pudo hacerlo porque la metalurgia producía material de guerra y tenían que respetarlo. El pueblo de Alcoy hubiera saboteado todo el proceso. Luego estaba la industria textil, que fabricaba ropa militar.

    Entonces, ¿cómo se estructuró? Pues sencillamente, la comisión de control marchó a Madrid, al Ministerio de la Guerra, y solicitó ponerse a trabajar a hacer armas para la República. El Ministerio lo aceptó, y Alcoy se puso a trabajar las 24 horas del día, con turnos de 8 horas cada uno. Todo el mundo se puso a trabajar. Vino incluso gente de fuera porque faltaban trabajadores, teniendo en cuenta la cantidad de hombres que habían salido para el frente.

    La estructura estaba dividida en los puestos de trabajo necesarios para la producción. Se cobraba exactamente lo mismo por un trabajo sencillo que por uno de más responsabilidad. Por ejemplo, una persona que era técnico en producción de bombas me dijo que su jefe, que era un ingeniero dueño del taller donde él trabajaba, pasó a formar parte como un trabajador más. Y así se fue estructurando el trabajo.

    Las colectividades en Alcoy fueron totales. Toda la metalurgia estaba dentro, todo el textil, todos los cines. También las peluquerías, todos los bancos, todos estaban colectivizados. Cada uno cumplía su trabajo, y en la asamblea se determinaba lo que se tenía que hacer en un determinado momento.

    La economía que había entonces suponía que no había una especulación para enriquecerse. Cada persona tenía su salario. Y al ser igual un salario que otro, desde la base se podía subir el nivel económico de las personas. Aunque esto se pudo hacer relativamente, porque había una guerra. El jornal era de diez pesetas diarias, que era un buen sueldo, se mantuvo igual durante todo el período.

    En cuanto a cubrir las necesidades, primero se cogieron los almacenes. En segundo lugar, se precisó el intercambio. Por ejemplo, Alcoy mandaba máquinas para hacer aceite u otros utensilios, y los pueblos lindantes mandaban las verduras, las carnes, y todo lo demás complementario.

    Como he dicho al principio, no se forzó a nadie a entrar en las colectividades. Pero todo el mundo estaba ansioso por hacerlo, porque representaba un sueldo mejor que el que tenían. Cubría sus necesidades. Además cuando se pone en marcha un sistema de esta clase no es un pequeño grupo el que lo establece, sino que es el 99% de la población el que lo ha pedido. Una parte de los que eran patronos se marcharon, desaparecieron; otros se quedaron en casa. Entonces la CNT fue a verlos, les dio un carnet y un sitio de trabajo.

    En cuanto a las represiones, hubo alguna locura, que siempre las hay, de cosas personales. Pero en general en Alcoy no hubo ningún derramamiento de sangre notorio, sino que un patrono que el día anterior estaba rigiendo su empresa pasaba a ocupar un sitio de trabajo en esa misma empresa.

    Lo importante es cómo se organizaban aquellas personas. Primeramente, hacerse cargo de la empresa significaba decidir qué produce la empresa. Si la empresa producía máquinas de prensas para hacer vino y para hacer aceite, que vendían en el exterior, pasaban a fabricar sencillamente material de guerra. Se había pedido un determinado número de obuses, granadas, lo que fuese...Iban a trabajar y a poner en marcha todas las máquinas para hacer el pedido. Cada persona estaba en su puesto con el cargo de responsabilidad que le concerniese. Lo que era notorio era que los puestos no eran permanentes sino que cada persona era mandada o mandaba ella misma. Normalmente cuando había que hacer un trabajo, se pedía un voluntariado. Si no había voluntariado se exigía que alguien tomara la responsabilidad de ocupar un cargo. Pero ese cargo era revocable en cualquier momento. Cuando una persona no había cumplido, o no había hecho el trabajo a satisfacción de los demás, dejaba su sitio y pasaba a otro. Los trabajadores de entonces no sólo eran capaces de llevar un puesto de trabajo, sino que eran hombres múltiples. Podían cambiar perfectamente el lugar de trabajo, lo mismo podían ser fresadores que ajustadores o empaquetadores. Y cada hombre estaba dispuesto no solo a llevar su función sino a aprender otras nuevas para que el producto que se había responsabilizado a hacer saliera a la luz.

    Las colectividades en Alcoy, Transcripción de un vídeo de O. Ressler, grabado en Alcoy, España, 22 min., 2004

    Ademuz (Valencia)


    Localidad de 5.000 habitantes. La ocupación principal era la agricultura. De 300 a 400 hectáreas de tierra que riega el río Turia y unas 1.000 hectáreas de secano. Produce cereales, viñedos, remolacha azucarera, manzana y leguminosas.

    En septiembre de 1936 la CNT y la UGT, que habían venido trabajando y luchando de común acuerdo, fundaron la colectividad, en la cual ingresaron 500 familias, 300 de la CNT y 200 de la UGT. El trabajo se organizó con equipos de diez o más personas, según la partida de terreno que había que cultivar. Los delegados de grupo se reunían todas las noches para organizar el trabajo de la jornada próxima. Todos los sábados se celebraba asamblea general de trabajo para discutir libremente los trabajadores sobre futuras orientaciones.

    Los productos se depositaban en los almacenes de la cooperativa. Para la adquisición de los productos racionados se puso en práctica la libreta familiar., en la que constaba el número de individuos que figuraban en la familia.. El calzado y el vestido se facilitaba mediante bonos. Dentro de la colectividad, e incluso para la vida local, no existía el dinero. No obstante, éste les era facilitado a quienes, por circunstancias especiales tenían necesidad de salir de la colectividad.

    Todos los colectivistas de ambos sexos mayores de 14 años y menores de 60, y siempre que gozasen de buena salud, tenían el deber de trabajar con arreglo a sus fuerzas y capacidades. Se exceptuaba de la regla a las mujeres casadas que se ocupaban del hogar.

    Los servicios pedagógicos y médico-sanitarios fueron asegurados en todo momento por la colectividad. Se practicó indistintamente el intercambio de productos y la compra-venta según las exigencias del momento. La colectividad introdujo mejoras en la economía del pueblo, creando toda una serie de talleres (de forja, sastrería, zapatería y otras técnicas) que antes no existían.

    Utiel (Valencia)


    En esta localidad se constituyó una colectividad compuesta por 600 familias.

    Esta colectividad estaba inspirada en los puros principios del comunismo libertario, habiendo captado por su ejemplo a muchos de los acérrimos enemigos de este régimen.

    La comunidad de Utiel realizó una magnífica obra de abastecimiento a los frentes, principalmente al de Madrid, en los días negros de la ofensiva fascista. De una sola vez enviaron 1.490 litros de aceite, y en otras 190 arrobas del mismo alimento. Las alubias, trigo, arroz, etc. mandados a los frentes ascendieron a millares de kilos. En otro momento se enviaron 300 arrobas de patatas. Estas entregas se hacían gratuitamente. La colectividad atendió a más de 500 familias evacuadas de los frentes de guerra con toda clase de auxilios en vestido, víveres, cobijo, etc.

    La producción obtenida en los años anteriores bajo el régimen arrojó un aumento del 25% en comparación con la producción obtenida en los años anteriores bajo el régimen capitalista en todas las fincas incautadas que componían la colectividad en el período revolucionario.


    Barcelona

    Metalurgia socializada

    La industria metalúrgica ha sido, desde luego, el sector clave de la revolución. A las dificultades inherentes a la incautación por los obreros de un sector tan técnico de la economía se añadió la necesidad de transformar la casi totalidad de la producción en industria de guerra. A través de esa readaptación, los obreros demuestran sus capacidades creadoras. Desde el punto de vista de la tecnología, como de la organización, teniendo en cuenta que los ingenieros y los patronos se han marchado, las colectividades van a demostrar la facultad de adaptación y eficacia, incluso en el plano puramente económico, de la colectivización.
    Por ejemplo: en Barcelona, el 19 de julio, los 520 obreros de la Vulcano se apoderan de la fábrica y nombran a un comité CNT-UGT que orienta su producción de cara al abastecimiento de las milicias.
    En la Girona, que ocupa a 1.500 obreros, los cuadros directivos se han quedado, pero tienen que contar con el Comité de Control, que impone la semana de cuarenta horas y un aumento de sueldo del 15 por 100.
    En San Andrés (Barcelona), la Hispano Suiza, empresa de 1.400 obreros, es incautada por los sindicatos en el mes de julio. La dirige un Comité de Empresa en el que está representada cada sección, incluida la de los ingenieros. La empresa se adapta a las necesidades de las milicias y de la guerra y produce camiones blindados y bombas de mano.

    Madera socializada

    Este importante ramo contó de siete a diez mil personas durante los tres años de revolución. Pocos días después del 19 de julio empezó la socialización de la Madera de Barcelona. Se cerraron los talleres que no reunían condiciones de higiene suficientes, reagrupándolos para disponer de locales grandes y claros. Si algunos talleres pequeños, en los primeros momentos, van a seguir independientes, después se irán sumando al movimiento de socialización del ramo.

    En esta primera fase, el trabajo se organiza espontáneamente. Los obreros entusiastas, a los que se suman a veces algunos burgueses vencidos, eligen a un compañero conocido por su capacidad técnica y sobre todo moral, como por ejemplo Manuel Hernández, carpintero andaluz, presidente de la Madera Socializada de Barcelona. Otro obrero representa a la Organización de cara a la industria. Toda esta organización se apoya en las asambleas generales soberanas.

    La Madera sigue con las fabricaciones clásicas: muebles, barcas, toneles, encofrados y juguetes... pero, rápidamente y sin abandonar estas producciones, las exigencias de la guerra imponen la realización de barracones, cajas, culatas, etc. Se crea un pequeño laboratorio para el estudio de productos de substitución, principalmente colas y barnices. Las dificultades del abastecimiento imponen la utilización de materiales y técnicas nuevas. Por ejemplo, ya que resulta imposible conseguir ocume, se utiliza con éxito el plátano para la realización de contrachapados.

    La Madera de Barcelona es un sector completo de la economía que se ha socializado, ya que en ella están incluidos el ebanista y el leñador, el carpintero y el vendedor de muebles...

    Cuando resulta factible, las relaciones con los otros sectores de la economía se realizan por intercambio: productos acabados por víveres de las colectividades agrícolas, por ejemplo. Sin embargo, determinados abastecimientos siguen realizándose de forma comercial. Se ha eliminado la competencia, particularmente con la industria socializada de la Madera de Valencia, mediante una planificación de la producción: cada cual produce un determinado tipo de mueble.

    Como ejemplo de la extraordinaria capacidad creadora de los trabajadores de la Madera, cabe hacer resaltar el proyecto de creación de una escuela profesional.

    Como anécdota se puede señalar la creación de la piscina del sindicato, así como bibliotecas, ejemplos significativos del esfuerzo de todos para cambiar radicalmente la forma de vivir.

    La jornada es de 8 horas, y se han unificado los sueldos. En estas condiciones de organización racional del trabajo, de entusiasmo y de fraternidad, a nadie puede extrañarle que la producción aumente considerablemente, llegándose a triplicar en determinados sectores.

    Sin embargo, no se trata tampoco de ocultar las dificultades e incluso ciertos antagonismos suscitados por criterios diferentes acerca del desarrollo de la Madera. Pero el sentido común siempre prevaleció en los momentos difíciles. Las únicas dificultades serias procedieron de la Generalidad de Cataluña, que intentó frenar el proceso de socialización.

    Transportes colectivizados

    En Barcelona la totalidad de los medios de transporte está, desde el mismo mes de julio, en manos de trabajadores: los tranvías, los autobuses, el metro, los taxis y el conjunto de los ferrocarriles catalanes.

    Fundamentalmente, la colectivización es obra de la CNT. De los 3.442 empleados de tranvías, 3.322 están afiliados a la CNT. Sin embargo se le concede una participación a la UGT, por ejemplo en los ferrocarriles.

    Como en las otras empresas colectivizadas, son las asambleas generales de trabajadores las que deciden las orientaciones básicas. Son bimensuales para los ferroviarios y eligen un comité de administración de ocho trabajadores. Serán seis los miembros del Comité de Administración del Metro y siete los de Tranvías. También se nombran responsables de talleres y depósitos, así como en las 123 estaciones de la red de ferrocarriles de Cataluña.

    Los trabajadores realizan las mejoras por las que habían luchado tanto. Se aumentan los sueldos, intentando uníficarlos, y se instaura la semana de 40 horas. Sin embargo se trabaja más, para suplir la ausencia de los compañeros que luchan en los frentes. Se incrementan los equipos de trabajadores de tranvías y autobuses.

    Por todas partes mejoran las condiciones de trabajo e higiene. Se desarrollan o se crean sistemas de protección social. Por ejemplo, en la colectividad de tranvías se decide la creación del retiro unificado a los sesenta años y del sueldo íntegro para el trabajador enfermo.

    Pensando en el porvenir, las decisiones van orientadas de cara a una mejora del servicio público. Los trabajadores de los tranvías prolongan lineas, se estudia la posible electrificación de los ferrocarriles y los trabajadores del Metro conciben un tipo original de locomotora. Por su parte los trabajadores de los autobuses entregan pases gratuitos para los alumnos de las escuelas de Barcelona.

    Se generaliza la solidaridad. Primero de cara a los compañeros que luchan en los frentes, pero también de cara a las otras secciones del Sindicato de Transportes; por ejemplo la Sección de Tranvías, más próspera, ayuda a las secciones que sufren las consecuencias de la guerra.

    Y cuando es posible, se colabora con las colectividades agrarias. Por su parte, los trabajadores del Metro han transformado la hermosa torre del antiguo director en casa de reposo, en la que cuidan a veinticinco niños refugiados de Madrid.

    Los 700 tranvías rojinegros que recorrieron Barcelona hasta los bombardeos fascistas de 1938 demostraron ante todos la capacidad gestora de los trabajadores de los transportes.

    Alimentación de Barcelona colectivizada


    A causa de la guerra, el abastecimiento de las ciudades importantes va a ser difícil. Veamos lo que realizaron los obreros de la Alimentación.

    En Barcelona, el 19 de julio, la CNT ha incautado 39 grandes empresas de alimentación que, en su mayoría, serán convertidas en restaurantes de precio módico. Se crea un restaurante popular a precio fijo. Son trabajadores de la Alimentación quienes van a asegurar la comida a la clase trabajadora de las mayores ciudades de España.


    Cervecerías Damm colectivizadas


    Los trabajadores de Damm incautaron la empresa en julio del 36. Los directores y los técnicos lo abandonaron todo y los 610 trabajadores de la cervecería, miembros de la CNT, reorganizaron la fábrica nombrando un consejo de empresa de 9 miembros así como 5 secciones técnicas.

    Los sueldos han sido aumentados y unificados. Se piensa crear un sueldo familiar. Todos los trabajadores gozan ahora del seguro médico y se ha establecido el retiro a los 60 años. Se ha adquirido material moderno para mejorar la producción. En los locales de la fábrica se instala una biblioteca, una sala de deportes y un comedor.

    Para conseguir la cebada necesaria para la elaboración de la cerveza, se mantienen relaciones con las colectividades del campo, a las que se proporciona la simiente.

    Con los beneficios obtenidos, los trabajadores de Damm aseguraron el sueldo de un centenar de compañeros milicianos que luchaban en los frentes, y pagaban más de 2.000 pesetas semanales a las milicias, a las que dieron dos de los mejores camiones de la fábrica.

    Industrias lácteas socializadas


    Vencido el fascismo, los trabajadores pudieron lanzarse a la socialización de un sector controlado hasta entonces por un gran número de pequeños propietarios y algunas empresas importantes entre las cuales hay que destacar la multinacional suiza Nestlé.

    Al socializar la industria, la preocupación esencial de los obreros fue proporcionar al pueblo de Barcelona un producto íntegro en las mejores condiciones de higiene. Antaño, los patronos sólo se preocupaban de sus beneficios. Para mejorar la situación, se crearon 7 fábricas de refrigeración y pasteurización ultramodernas, como la de Mallet, situadas en los lugares de producción, así como un sistema de envasado automático. Para el transporte de la leche, la colectividad compró 24 camiones cisterna isotérmicos, que en aquel entonces eran únicos en Europa. En una granja comprada por la colectividad, la Granja Germinal, se creó una unidad de producción lechera moderna.

    Todas estas mejaras y modernizaciones le costaron a la industria socializada más de 7 millones de pesetas, que sólo pudieron conseguirse merced al empeño y a la voluntad de los trabajadores.

    Además se acordó apoyar a las milicias así como a otras colectividades perjudicadas por la falta de materias primas.

    En la leche socializada, las asambleas generales eran soberanas y ellas elegían a los compañeros encargadas de funciones administrativas. En una de esas asambleas se decidió crear un sueldo idéntico para todos. En otra se rechazó el decreto de calectivización de la Generalidad de Cataluña, considerando que se trataba de encuadrar y de controlar la colectivización en un molde estatal.

    Así puede decirse que la industria socializada, desde el lugar de producción, la granja, pasando por el envase y el transporte, hasta el lugar de consumo, la ciudad, siguió asegurando el abastecimiento de Barcelona hasta los últimos días de la guerra, a pesar de situarse totalmente al margen de la legalidad republicana." (testimonio de José Capellas)

    Educación

    El Consejo de la Escuela Nueva Unificada (CENU), creado el 27 de julio de 1936, fue el instrumento de la revolución pedagógica que se conjugó con la revolución social que se desarrollaba en campos y talleres.

    Compuesto de 4 delegados de la CNT, 4 delegados de la UGT y 4 maestros nombrados por el Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña, el CENU tropezó rápidamente con una dificultad fundamental: antes de renovar a fondo la pedagogía, era preciso ocuparse de la simple escolarización de los niños. Ya hemos señalado que en 1931 los analfabetos representaban el 47 por ciento de la población española. En 1936 la situación no ha mejorado mucho. Por eso el CENU crea de inmediato grupos escolares: escuelas nuevas edificadas por el Sindicato de la Construcción, o palacetes y conventos requisados en los barrios residenciales de las ciudades importantes. Mediante esas iniciativas, de julio del 36 a julio del 37, el número de niños escolarizados en Barcelona pasa de 34.431 a 116.846. Junto a este aspecto cuantitativo, se desarrolla también una preocupación cualitativa: en cada escuela sólo se acoge a un número reducido de niños, se acentúa el contacto del niño con la naturaleza…

    En el terreno puramente pedagógico, la teoría de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardía, fusilado en 1909 con cuatro compañeros, sirvió de base, sin que se considerase, sin embargo, como un dogma insuperable.
    El propio Puig Elías, presidente del CENU y militante de la CNT, rechazará, en parte, la importancia exagerada que se le da a la razón en la Escuela Moderna y propone un cuadro pedagógico original en el cual intervendrían equitativamente la razón y el sentir, excluyendo, claro está, toda clase de dogmatismo, sea éste religioso o "revolucionario". No es superflua esta precisión si observamos hasta qué punto se llegó a utilizar a la infancia. Por su parte los revolucionarios rechazan rotundamente adoctrinamiento y uniforme: ¡No envenenéis la infancia!

    Lo que pretendía el CENU era, ni más ni menos, acabar con la manipulación borreguista de los niños y crear un instrumento de desarrollo y formación para los hombres en la sociedad revolucionaria. Por falta de un personal formado, que no lograron sustituir totalmente unos obreros autodidactas y voluntariosos, y a causa del desarrollo de la contrarrevolución y de los progresos fascistas en los frentes, se malogró en parte este magnífico impulso.

    Hospitalet de Llobregat (Barcelona)

    Las tierras cultivadas por la colectividad representaban una superficie de 15 km2. La componían más de 1.000 colectivistas entre hombres y mujeres.

    Se pagaban unas 90.000 pesetas semanales en concepto de salarios.

    La cosecha de judías de 1937 dio la cantidad de 555.000 kg. Las tierras estaban repartidas en 38 zonas; 35 eran de regadío y las tres restantes de secano.

    Desde su constitución se venían pagando 7.000 pesetas semanales por gastos de mejoramiento general en la construcción de nuevas obras. En diez meses se compró maquinaria por valor de 180.000 pesetas. He aquí un balance muy ilustrativo de su administración:

    SEPTIEMBRE DE 1936- AGOSTO DE 1937

    Período Entradas (pesetas) Salidas (pesetas)
    Primer trimestre 432,710.34 416,973.09
    Segundo trimestre 910,756.81 794,628.51
    Tercer trimestre 1.653,045.20 1.312,305.10
    Cuarto trimestre 2.007,992.80 1.643,773.05
    Totales 5.004,505.15 4.167,697.75

    La colectividad envió al frente gratuitamente unos ocho vagones de alcachofas, valoradas en 30.000 pesetas, y varios camiones de hortalizas. También prestó solidaridad a otras colectividades necesitadas.

    Cada trimestre se celebraba asamblea general para estudiar los resultados obtenidos y señalar nuevos planes de rendimiento. Con antelación a estas asambleas, el Consejo de Administración presentaba a los colectivistas un detallado estado de cuentas. Este consejo administrativo estaba formado por cinco compañeros, ayudados por dos delegados de cada zona, uno sindical y el otro técnico. Los delegados técnicos se reunían cada 15 días para estudiar las necesidades del trabajo. Con las informaciones de los delegados técnicos, el Consejo de Administración determinaba lo que diariamente debía ser transportado a los mercados, tanto de Hospitalet como de Barcelona. Los colectivistas acariciaban el proyecto de canalización de la ribera del Llobregat para poner el término municipal a cubierto de las frecuentes inundaciones.

    Excepto unos 60 colectivistas, los demás pertenecían a la CNT. La colectivización de las tierras era total. Se practicaba la solidaridad y el intercambio con otras colectividades.

    Orriols (Gerona)

    Al estallar el movimiento, 23 familias de las 44 que habitaban en el pueblo (en su mayoría aparceros) pusieron sus tierras en común, así como el ganado y los aperos de labranza, constituyéndose en colectividad. Ésta se regía, a principios de 1937, por los siguientes Estatutos:

    A) Todos los socios de la colectividad procurarán no olvidar lo siguiente: Con la colectividad han desaparecido las diferencias económicas que nacían de la desigualdad de condiciones.

    B) Desaparecidas esas desigualdades económicas, la colectividad pasa a ser una sola y gran familia productora, respetándose, no obstante, la mutua y máxima autonomía en cada familia en lo que atañe al consumo.

    La finalidad inmediata de la colectividad comprende los siguientes compromisos por parte de sus socios:

    a) Una vez deliberadas las cuestiones y los problemas que se plantean en la colectividad, resueltos en libre discusión, los acuerdos recaídos y aceptados serán cumplidos con la máxima disciplina por parte de todos.

    b) Bajo el lema humano y ácrata de "todos para uno y para todos", los socios de la colectividad mancomunarán sus esfuerzos para asegurar el bienestar económico y social de todos, sin distinción de familia ni edad. La colectividad dispondrá de una caja común, con la cual procurará cubrir (según sean sus posibilidades) todas las necesidades de la gran familia colectivizada. Los gastos de orden particular también serán atendidos por la caja en común, siempre que éstos se ajusten a las normas de ética social propios de la colectividad. Los gastos de orden particular serán siempre justificados. Si un miembro de la colectividad, movido por un egoísmo insano, pretendiese abusar de lo que es patrimonio común, el consejo viene obligado a poner el caso en conocimiento de la asamblea, para que ésta, como única soberana, determine la sanción que cada caso requiera.

    c) La caja común de la colectividad, y a partir de los primeros gastos de sus miembros (distracciones propias de la juventud y otras atenciones de carácter accesorio), establece un salario familiar semanal, comprendido de la siguiente forma: Hombres casados, 5 pesetas de sueldo diarias; mujeres casadas, 3 pesetas; hombres solteros de más de 15 años, 8 pesetas; muchachas de 12 a 15 años, 3 pesetas; de 8 a 12 años, una peseta; muchachas de más de 15 años, 3 pesetas.

    Al final de cada ejercicio, y una vez atendidas todas las necesidades de los miembros de la colectividad, el líquido remanente del ejercicio realizado tendrá la siguiente aplicación:

    1) Mejoramiento e higienización de las viviendas.
    2) Adquisición de material mecánico agrícola.
    3) Fomento e incrementación de los productos pecuarios.
    4) Creación de una granja avícola.
    5) Propulsar un mayor grado de cultura en el pueblo por medio de divulgación cultural asequible a todas las inteligencias, utilizando para dicha labor el teatro, el cine, la conferencia, la radio y la prensa, con folletos de divulgación científica y moral.

    La colectividad se esforzará por todos los medios en sostener relaciones de solidaridad moral y material con todos los obreros del mundo, sin distinción de clases ni color.

    Las puertas de la colectividad permanecerán siempre abiertas para recoger en su seno a los conciudadanos campesinos que quieran ingresar en la gran familia, una vez que se hayan convencido de las ventajas de la colectividad. (2)

    Pla de Cabra (Tarragona)

    Dos mil habitantes, parte de ellos ocupados en la fábrica textil Martí Llopart. La Colectividad la formaban, en junio de 1937, unos 270 individuos. Cultivaban unas 5.000 hectáreas de terreno. Las tierras aumentaron su productividad en un 75 %. Producían cereales, legumbres, viña, almendra y avellanas. El excedente del consumo lo vendían al exterior, o bien ejercían el intercambio.

    No existía horario de trabajo fijo. El salario era familiar. Cada colectivista percibía cinco pesetas de jornal, añadiéndosele dos pesetas más por cada miembro de la familia sin fijar la edad.

    Granja con 500 gallinas para la producción de huevos. Nueve vacas, seis terneras y un toro. Habilitaron un almacén en la iglesia. Montaron tiendas colectivas de comestibles, legumbres, pesca salada y carne. Carecían de maquinaria agrícola. La fábrica textil, colectivizada por los obreros, pasaba por una época de crisis por falta de materias primas e ingredientes químicos.

    Los obreros pertenecían a la CNT y a la UGT.

    (1) Tierra y Libertad - La obra constructiva de la Revolución española.
    (2) Benjamín C. Ruiz - El colectivismo agrario en la revolucion española







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    Revolución Socialista en Cataluña y Aragón Empty Re: Revolución Socialista en Cataluña y Aragón

    Mensaje por ox pow Vie Oct 28, 2011 10:45 am

    Comarcal de Barbastro

    – De seguida, una vez estallado el movimiento y establecidos los frentes se montaron las colectividades, pero hubo una parte que eran de guerra. O sea que con la presión, la atmósfera de la guerra, se dieron colectividades en casi todos los pueblos, pero era más mucho por miedo que por convicción. Porque la convicción sobre las colectividades era una minoría como en todas las cosas, siempre es una minoría la que es el terreno. El resto es masa. Y claro al estallar el movimiento pues se montaron colectividades por todo, pero hubo muchas que hubo que deshacerlas, porque no respondían al espíritu, a la conciencia libre de una colectividad.

    – Cuando dices muchas, ¿piensas en la comarcal de Barbastro o hablas en general?

    – Sí en general la comarcal de Barbastro, y había otras comarcales, por ejemplo la de Monzón. Huesca no cuenta: estaba en manos de los fascistas, pero se montó la comarcal de Angüés [...] Había quien especulaba con las colectividades, porque hubo pequeños propietarios que se pusieron en la colectividad y si por ejemplo la riqueza era el vino y si aquel año veían que iba a haber buena cosecha de vino, se salían de la colectividad con los pequeños trozos [de tierras] que tenían. Y después de coger el vino, volvían. Y claro pues nos dimos cuenta de todo eso. Como en todas las cosas la colectividad es una función y solamente el ejercicio, la práctica es la que determina la manera de andar y de funcionar, y se va perfeccionando como un oficio, cuando coges una herramienta, no te sabe servir, pero practicándola, te viene a la mano. Es allí nuestro secreto, nosotros entendemos que el mundo tiene que vivir una era de libertad y en esa era de libertad, tiene que haber libertad de ejercicio en el trabajo y en la vida. Solamente sobre la marcha te dará la razón; te dirá eso va bien, eso va mal, lo dejamos de lado. Es sobre la vida, sobre la marcha, que ves el modo de vivir mejor. Por ejemplo nosotros tenemos establecidos un objetivo: comunismo libertario. La CNT persigue el comunismo libertario, pero supongamos que en España, decimos bueno a partir de hoy es el comunismo libertario. Tendrías que coger de la mano a todo el mundo y tendrías que decirle cómo habría que hacer. Ya sería un régimen impuesto. O sea que el comunismo libertario es un ejercicio de libertad en política libre, y comunismo quiere decir que todo lo que existe en el aire, el sol, la tierra es propiedad de todo el mundo y de nadie. Ninguno tiene derecho de explotarlo sino todo el mundo. Eso es el comunismo libertario y por eso nosotros estamos en contra de la política, cuando dicen “Oh, llevamos un programa, cuando vayamos al gobierno...”. Cuando suben al gobierno resulta que después el gobierno no puede hacer nada porque económicamente, como está pasando en España, el dinero está marchándose. [...]

    – ¿Qué cambios o que mejoras hubo en compra de material o para cultivar más terreno?


    – Por ejemplo en Barbastro había un terreno que era todo pequeñas huertas y había una gran explanada de huertas de particulares. Y la colectividad –porque había un 25 % de terreno que se perdía: un camino por aquí, otro por allí– y con las máquinas lo labró, lo cultivó todo e hizo un campo. Y es entonces cuando se empezó a explotar la remolacha azucarera, que había una fábrica en Monzón. Y la comarcal compró 3 ó 4 máquinas cosechadoras de trigo, y cuando se seca el trigo, por ejemplo en la montaña le cuesta más de secarse que en la llanura; de un pueblo a otro había una diferencia de un día o de más días. Y claro pues en los pueblos de la comarcal que el trigo estaba presto para cosecharlo, pues iba allí la máquina y después hacía la cosecha y pasaba al otro pueblo, al otro pueblo, y así. O sea que estaba al servicio de la comarca. Teníamos un plan de establecer teléfono por todos los pueblos de la comarca, pero no lo pudimos realizar. Estábamos enrelación con los compañeros de teléfonos que nos hicieron un plan, un presupuesto porque queríamos que hubiera teléfono en todos los pueblos. Porque en un pueblo, por ejemplo, pasa una desgracia y como no tienes teléfono, pues venían a pie o en bicicleta (no había automóvil entonces). Y queríamos nosotros hacer esta ventaja. No pudimos organizar eso pero estaba en el plano de hacerlo. Claro, hay que tener en cuenta las condiciones en que funcionaban las colectividades. La juventud estaba en el frente. La mayor parte la trabajaban con los viejos. Y a pesar de todo eso, la producción aumentó. Aumentó por todo. Por ejemplo hubo un año en que hubo por Barbastro mucha oliva. Y claro la aceituna para recogerla cuesta bastante trabajo manual. Y como no había juventud, pues recogimos las hijas de los ricos que no trabajaban, porque llevaban todos dinero, pues vivían de el. Había muchos que venían a la colectividad porque allí a lo menos comían. Porque fuera de la colectividad, pues no había el comercio y escaseaba todo. Y tenían dinero y no podían comer. [...] Porque pasa una cosa, como decía antes, querer transformar una sociedad en 48 horas es ridículo, es inútil, es soñar. Para transformar la sociedad, hay que transformarla sobre la marcha, por medio de la práctica y de la evolución del tiempo. No por la fuerza, porque por la fuerza no se hace nada. Sabíamos nosotros lo que nos habían hecho: contra más nos perseguían, contra más nos encarcelaban, más simpatías tenía la gente y trabajaba con nosotros. Yo gozaba de una gran simpatía allá en Barbastro pero ¿por qué? Me habían puesto cinco veces en la cárcel. ¿Por qué me metían? La gente se hacía este análisis, esta conjetura, esta idea. O sea que sabiendo que cuanto más se persigue una idea, cuanto más se persigue una persona, más valor, más importancia se le da; por eso digo que nosotros estamos en contra de toda opresión y de todo hecho de fuerza para practicar no importa qué.

    – Y allí durante tu gestión como responsable de colectividades ¿qué problemas se plantearon, por ejemplo entre las colectividades o colectivistas?


    – Recuerdo que hubo un pueblo en que se deshizo 3 o 4 veces la colectividad. En El Grado (no sé si hoy no ha desaparecido con un embalse que han hecho).

    – Y allí en El Grado ¿de dónde venía el problema? ¿Eran personalismos?

    – Problemas personales, personalismos. Había quienes no se sentían bien en la colectividad. Otros que por ejemplo tenían un hijo en el frente, pues al estar en el frente le pagaban. Era un ingreso. A lo mejor, pues, entraban en la colectividad padre e hijo, y después el hijo se marchaba, y el padre pues claro entonces había que rescatarlo; que se le daba en nombre del hijo porque el hijo estaba en el frente, ya estaba remunerado. Muchas cosas, muchos detalles que ejercitándolos se ven los defectos, ciertas imposiciones […]. Hemos nacido en un régimen autoritario y a pesar de que nos decimos libertarios, poseemos ciertos prejuicios que hemos heredado del ambiente. O sea que los verdaderos libertarios serán aquellos que nazcan dentro de un régimen de libertad, en que no hay ningún síntoma de tiranía ni ningún síntoma de autoridad, porque más o menos el que nace a pesar de que se diga libre, tiene ciertos prejuicios de la sociedad que le rodea, del dinero, y así.

    – Justamente a propósito de dinero, ¿allí se organizó todo sin dinero o hubo necesidad en algún momento de restablecerlo?

    – Sí, había colectividad en que no existía el dinero para el interior del pueblo, para el interior de la colectividad. El dinero lo poseía el comité o la junta que viene a ser lo mismo, que es la que hacía los intercambios con el exterior. Porque los médicos estaban pagados. Si había necesidad, para algún enfermo, se llevaba al hospital, no pagaba nada. Estaba el médico al servicio de guerra. O sea que lo mismo asistía a un militar que a un civil. Y era el comité, si por ejemplo se tenía necesidad por algún colectivista, por cualquier circunstancia, de ir fuera, por ejemplo a Cataluña, a otra parte (si no tenía automóvil, tenía que ir en tren) que le daba el dinero para que pudiera llevar a cabo la necesidad que le obligaba al dinero. Y había otras colectividades que se repartía todo por la carta familiar. Pero los viejos estaban acostumbrados a ir al café y beberse un café, un litro de vino, jugárselo a las cartas... mla costumbre. Era un viejo y decirle: a recomenzar de nuevo, respondía “Bu, estoy acostumbrado a eso”. O sea es feliz a su manera tal como ha vivido. Y se les daba un poco de dinero para los vicios.

    – ¿Pero eso era distinto según los pueblos?


    – En la misma comarca y en las mismas colectividades. O sea que era una Federación de colectividades, pero en el interior, los de la colectividad, por asambleas generales habían establecido una forma libremente, ellos mismos. En cambio, había otras colectividades que habían llegado hasta a tener un camión. Eran pueblos que eran más ricos que otros. Había pueblos que vivían del trigo, pero había otros que vivían del aceite y del vino, y tenían más recursos; por ejemplo en el del vino si había una helada perdían la cosecha y tenían que vivir todo el año. Pero claro para que no le faltara de nada, allí estaba la comarca porque la comarcal era un depósito, y teníamos nuestra contabilidad: cada colectividad tenía un libro abierto y cuando llegaba el abastecimiento, hacíamos el reparto, por ejemplo como teníamos una estadística de la cantidad de fumadores que había en cada colectividad, pues repartíamos el tabaco en relación. Pues así se hacía para todo. O sea que si un pueblo aquel año no había tenido cosecha y no podía pagar, no podía contribuir con lo que había consumido, continuaba viviendo de lo que la comarcal le suministraba. Y luego después, cuando tenía medios para poder amortizar, pues lo hacía, que no tenía, pues no importa, a partir del momento que era colectivista. O sea que en cada localidad los beneficios se los organizaba la local. Pero en el área comarcal, no se podía permitir que un pueblo no pudiera vivir, no pudiera comer, no pudiera trabajar porque no había tenido medios de riquezas.

    – ¿Y sobre la supresión de la prostitución?

    – Es verdad, pero se decidió con el acuerdo de todos los partidos. Y fue un gran problema con los milicianos que venían del frente, pero tuvieron que ir a otra parte. Las prostitutas se incorporaron a la vida corriente como cocineras, costureras, etcétera.


    Comarcal de Albalate de Cinca

    En febrero de 1937, momento en que se celebra en Caspe un Congreso Extraordinario de Colectividades con el fin de impulsar una federación regional, existen dos importantes federaciones comarcales en el Cinca Medio, que coinciden con las estructuras organizativas previas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Se trata, por una parte, de la Comarcal de Albalate de Cinca, que representa en el mencionado congreso a 16 colectividades y a un total de 4.068 afiliados y a la que pertenecen, junto con Albalate y Alcolea de Cinca: Ontiñena, Peñalba, Almudáfar, Lecina de Cinca, Chalamera, Belver de Cinca, Candasnos, Ballobar, Velilla de Cinca, Torrente, Fraga, Villanueva de Sigena, Osso de Cinca y Zaidín. Y, por otra, la Comarcal de Monzón que, según las actas del congreso, representa a 32 pueblos y a un total de 64.850 colectivistas.

    Una conjunción de factores explica la expansión de las prácticas autogestionarias en toda la comarca, entre los cuales destaca la composición social y la tradición político-sindical de los pueblos de la ribera del Cinca, así como la necesidad imperiosa de organizar la producción y el abastecimiento de los mismos ante el desbarajuste que provoca la guerra. La colectivización no es el resultado de una imposición violenta por parte de las columnas de milicianos de paso hacia al frente, sino la respuesta organizada y en gran medida espontánea de la población frente al derrumbe de las instituciones republicanas, la urgencia de realizar las cosechas, de organizar el abastecimiento y, en definitiva, de aunar fuerzas para evitar el avance del fascismo. Para muchos, además, es también un modo de poner en práctica una transformación social largamente soñada, basada en los principios del comunismo libertario, que convierte la colectivización, de hecho, en una verdadera revolución al subvertir los fundamentos de poder sobre los que se asentaba la organización social dominante hasta el momento.

    Tras la derrota de la sublevación fascista en la comarca y el desmoronamiento de las instituciones republicanas, se constituyen una serie de comités locales, revolucionarios o de defensa, dependiendo de la localidad, que se erigen en los nuevos actores políticos de la vida municipal. Aunque las fórmulas empleadas son diversas, las colectividades suelen crearse a su amparo, en asambleas generales cuya iniciativa parte de los propios vecinos, que participan en ellas masivamente, si bien en algunos casos la propuesta emerge de asambleas de la CNT.

    Hasta finales de octubre de 1936, momento en que se crea el Consejo Regional de Defensa de Aragón y empieza a aplicarse, en contrapartida, la reorganización decretada por el gobierno central, con la constitución a partir de enero de 1937 de consejos municipales en sustitución de los comités revolucionarios, se desarrolla una primera fase muy activa en el proceso colectivizador. En las colectividades que se crean a finales de julio, y durante los meses de agosto y septiembre, suelen participar todos los vecinos, sobre todo en las localidades más pequeñas, y las forman pequeños propietarios, jornaleros, arrendatarios, comerciantes y miembros de profesiones liberales. Los colectivistas se organizan a partir de la toma de posesión del monte comunal y la expropiación de las tierras y propiedades de los grandes terratenientes, así como de la puesta en común de los bienes y herramientas de la localidad y la incautación de las fincas urbanas de elementos declarados fascistas, que se convertirán en locales de la colectividad, albergues para refugiados, escuelas, etc. Las aportaciones voluntarias son inventariadas para que en el caso de que alguien quiera separarse de la colectividad le sea devuelto lo aportado.

    Los mecanismos de funcionamiento son bastante similares en la mayoría de poblaciones de la comarca. Una vez constituida la colectividad, se establecen las normas por las que debe regirse, a menudo en forma de estatutos, y se discuten las formas de trabajo, redistribución de la riqueza y prioridades, se elige un comité o junta de administración y se forman equipos de trabajo constituidos por varios trabajadores. Estos equipos, divididos por ramas de actividad, nombran un delegado que se reúne cada noche con los delegados de otros equipos para decidir el trabajo que debe realizarse al día siguiente. Tanto los delegados de grupo como los miembros del comité son revocables y desarrollan sus funciones en las horas libres. La jornada laboral depende del trabajo a realizar y están exentos del mismo los menores de 15 años, los mayores de 65 y las mujeres con cargas familiares. Periódicamente, se realizan asambleas de toda la colectividad donde se deciden las orientaciones generales. El centro de decisión reside siempre en la asamblea y una de las primeras medidas que se toma en todas las colectividades es la abolición del asalariado, permitiendo a aquellos pequeños propietarios que quieran trabajar sus tierras sin contratar a jornaleros la libertad de hacerlo. Por otra parte, en cuanto a la forma de retribución, que en un primer momento consiste en una tarjeta de productor que da derecho a tomar lo necesario del montón, la más común a partir de octubre es el salario familiar pagado en bonos o vales, aunque hay casos excepcionales, como el de Alcolea de Cinca, donde se instituye un salario individual pagado primero en moneda local y posteriormente en moneda republicana. El salario familiar, cuya cuantía varía según las localidades, se calcula en función del número de personas por familia, con lo que se tiene más en cuenta las necesidades que los servicios prestados a la colectividad. La distribución de los productos se realiza mediante una cooperativa donde se deposita toda la producción del pueblo y lo que se adquiere del exterior mediante compra o trueque, y que cubre no solo las necesidades de los colectivistas, sino a menudo también las de quienes se denomina «individualistas» por no pertenecer a lacolectividad. Cuando algún producto escasea se establece una carta de racionamiento, pero con los productos abundantes se practica normalmente la «tomadel montón» sin que por ello se produzcan abusos, existiendo una cuenta abierta donde se consignan todas las transacciones que se producen. Por otra parte, los servicios para los miembros de la colectividad suelen ser gratuitos, incluyendo, según los casos, el alquiler, la luz, la atención médica, los gastos
    farmacéuticos, etc.

    Hechos significativos, por cuanto expresan el sentido de justicia social y el enorme entusiasmo con que se vive la transformación en curso son, por un lado, que el intercambio de productos entre colectividades utiliza como referencia los precios
    de julio de 1936, con el fin de evitar el alza que experimentan en toda la zona republicana como consecuencia de la guerra y, por otro, que la producción aumenta en un año, en general, y respecto a 1936, de un 20 a un 30%, y ello estando la mayoría de los hombres jóvenes movilizados en el frente.

    Si, en un principio, la organización colectiva del trabajo y la economía están parcialmente determinadas por las circunstancias, por la necesidad de cosechar cuanto antes e impedir el desabastecimiento, en cuestión de dos o tres meses se generaliza la organización de colectividades por toda la ribera del Cinca. Veamos con mayor detalle cómo se procede a la colectivización económica en algunos pueblos de la comarca.

    Aunque las cifras referentes al número de colectivistas varían según las fuentes empleadas, se estima que, por ejemplo, en Albalate de Cinca, con una población cercana a las 1.500 personas en 1936, según Agustín Souchy, a mediados de 1937 la colectividad está integrada por 113 familias y un total de 450 personas, 300 ocupadas en la agricultura y unas 25 en oficios varios como carpintería, herrería, etc. La colectividad cultiva en las tierras del pueblo que habían pertenecido al duque de
    Solferino cereales, patatas, alubias, maíz y remolacha, en 1.800 hectáreas de regadío y 500 de secano de una extensión territorial municipal de 2.900 ha. Solo a la remolacha se destinan 290 ha. Con la colectivización, la producción de trigo aumenta un 15% y la de patatas y maíz un 25 y un 30%, respectivamente. Además, la colectividad posee 13 bueyes, 45 vacas, 1.000 ovejas, 200 cerdos y varios centenares de cabras.

    En Alcolea de Cinca, según Walter Bernecker, entran en la colectividad 2.230 de sus 2.350 habitantes, afiliados en su mayoría a la CNT pero también a Izquierda Republicana (IR). La colectividad cultiva cereales, hortalizas y frutas y crea una granja de cerdos. Se implanta un sistema de remuneración y de prestaciones sociales, se produce dinero local y se practica el trueque con otras colectividades. Con apoyo de la colectividad, se crea en el pueblo un hogar para ancianos sin
    familia y refugiados.

    En Binaced, con una población de poco más de 2.000 personas en 1936, una vez formado el Comité de Defensa y Aprovisionamiento Local, se convoca una asamblea a la que acude todo el pueblo y en la que se decide organizar una colectividad en la que iban a participar inicialmente todos los vecinos, con excepción de cuatro o cinco familias. Se realiza entonces un inventario de lo que se deposita en esta. Se habilita un local para cooperativa, con secciones de pan, comestibles, ferretería, tejidos, aceite y vino, y en las cuadras de Barrau se instalan las mulas, los aperos de labranza y el depósito de granos. Se procede también, rápidamente, a realizar la cosecha del trigo y el trabajo agrícola queda organizado en veintitrés grupos de trabajo, cada uno con su delegado. Las mujeres, compensando la marcha de muchos hombres al frente, colaboran en las cosechas del trigo, maíz, olivas y remolacha, y las personas mayores se prestan también voluntarias para trabajar en las tareas agrícolas menos pesadas. Paralelamente, se instalan motores eléctricos en trilladoras y molinos de aceite que hasta entonces habían funcionado con Billetes del Consejo municipal de Monzón tracción animal. La colectividad distribuye 350 libretas de salario familiar, en las que figura el cabeza de familia y el número de personas mayores y menores por casa, y mediante las cuales se pueden obtener los productos racionados. Más adelante se pondrá en circulación papel moneda local, reservando la moneda estatal para casos excepcionales. Una vez instalada la Federación Comarcal de Colectividades en Binéfar, la colectividad de Binaced intercambia en ella cereales y otros productos agrícolas por azúcar, tejidos, alfarería, etc.

    AMBER J. SEWELL - Las colectividades del Cinca Medio durante la guerra civil


    Comarcal de Monzón (Huesca)

    Según la misma CNT, “era necesario hacer un trabajo de convencimiento entre los colectivistas”, ya que el funcionamiento colectivista no podía imponerse, sobre todo teniendo en cuenta, por otra parte, las múltiples reticencias iniciales. En el planteamiento de una revolución desde abajo, la línea ascendente partía desde una colectividad local, pasando por la comarcal, la regional, hasta llegar finalmente a la nacional.

    Lo primero que se hacía era reunir al pueblo en asamblea e informarle de la voluntad de constituir una colectividad. “No se forzaría a nadie” a entrar en ella y se nombraría una Junta Administrativa anual. Los que quedasen fuera de la colectividad serían respetados (los individualistas), pero sólo tendrían derecho a cultivar la tierra necesaria para sobrevivir.
    Por distintas razones, también entraron a formar parte de las colectividades personas de derechas, mientras que, por otro lado, republicanos convencidos no formaron parte de ellas.

    Los 32 municipios y núcleos agregados que formaron la Comarcal de Monzón –que así se denominó– fueron: La Almunia de San Juan (con Ariéstolas), Albelda, Alcampell, Altorricón, Azanuy, Alfántega, Baells, Binéfar, Binaced, Baldellou, Calasanz, Castillonroy, Camporrells, Cofita, Esplús, Estopiñán, Gabasa, Monzón (con Conchel), Peralta de la Sal (con Cuatrocorz), Pomar, Pueyo de Santa Cruz, San Esteban de Litera (con Rocafort), Tamarite (con Algayón, La Melusa y Ventafarinas), Valcarca y Vencillón. Además, estarían los agregados de Nachá (Baells), Pelegriñón (Alcampell), Zurita (Baells) y el entonces municipio de Alins del Monte, no citados implícitamente en las fuentes.

    En diciembre de 1936, acudieron a Monzón los delegados de los 32 pueblos colectivizados de la comarca y resolvieron la creación de una Federación Comarcal con sede en Binéfar (según Gastón Leval, el centro más importante de la colectivización en Huesca). Desde ésta, se hizo un balance económico para redistribuir la riqueza entre las poblaciones y, con tal finalidad, se crearon los almacenes comarcales de producción y abastos.

    La Comarcal establecía los principios fundamentales por los que se rigió el funcionamiento de las colectividades: la solidaridad hacía que la producción conjunta se repartiese equitativamente, se abolía el dinero y se brindaban los servicios públicos necesarios. Para el trabajo, se nombraban equipos fraternales de trabajo (en los que se incluía a la mujer), con un delegado para cada uno y plena colaboración entre ellos, y se celebraban a menudo asambleas a las que podía asistir y participar toda la comunidad. Dado que todas las ramas productivas convergían en un conjunto, no había diferencias salariales y, a nivel técnico, la mecanización del trabajo gracias a la adquisición de nueva maquinaria por parte de las colectividades habría incrementado las cosechas significativamente. Asimismo, los intercambios comerciales entre las colectividades eran supervisados por la Comarcal, con quien había un contacto directo, y destacaba además la existencia de los almacenesintercomarcales de abastos antes citados.

    Tanto Leval en su obra como desde la CNT se da testimonio de cómo las colectivizaciones abastecieron responsablemente a las milicias. No obstante, Julián Casanova indica que “el abastecimiento de las columnas cargó la débil economía de muchas colectividades agrarias aragonesas”, en un sentido de colaboración “forzada”. De hecho, en aquella situación de guerra, cualquier entrega de ayudas al Frente (la Comarcal proveía a la 28 División Confederal o Roja y Negra) o al pueblo de Madrid representaba una carga más para la economía de las colectividades y de la población civil; carga que, en general, era asumida de buen grado.

    En el área de enseñanza, destaca la Escuela de Militantes de Monzón que, sostenida por la misma Comarcal y creada por Félix Carrasquer, buscaba suplir la falta de personas que se encontraban en el frente y capacitar a las nuevas generaciones para llevar a cabo la empresa de las colectividades. Unos 40 jóvenes de ambos sexos, de entre 12 y 17 años y procedentes de toda la comarca, eran instruidos por el propio Carrasquer. En la Escuela se estudiaba desde matemáticas y geometría hasta sociología o economía, a la vez que se incentivaba el estudio agrario y se formaba a futuros profesores. También se estimulaba a los alumnos a tomar parte activa en las clases por medio de trabajos de grupo y conferencias y, asimismo, se llevaban a cabo trabajos manuales y teatro. Sin embargo, a raíz del enfrentamiento con el Partido Comunista de Aragón, la disolución del Consejo de Aragón en el verano del 37 y los bombardeos del mismo año, la Escuela se trasladó a Albelda, a la Torre de Moncasi, donde, si bien contaba con más medios, fue clausurada el 27 de enero de 1938 por orden gubernativa.

    Las colectividades y el propio Consejo de Aragón pusieron también énfasis en la habilitación de escuelas y el incremento de maestros, muchos de los cuales venían de fuera. Por otra parte, se crearon centros culturales en poblaciones como Binéfar o Tamarite, y cuadros escénicos en Monzón, Binéfar, Tamarite, Albelda y Alcampell.

    Los intentos de abolir el dinero habrían comportado una serie de problemas, sobre todo por lo que respecta a los intercambios con el exterior y, en cuanto al nivel de precios, éstos se incrementaron notablemente a pesar del intervencionismo económico del Consejo de Aragón, si bien debe tenerse en cuenta la situación propia de un periodo bélico. Ante la falta de moneda fraccionaria, la mayor parte de municipios habían emitido papel moneda para facilitar el intercambio dentro de la población; así, hay emisiones de cooperativas, sindicatos y comunidades de trabajadores, colectividades, consejos locales de defensa, consejos municipales y ayuntamientos. En el caso de los vales de la comunidad de trabajadores CNT-FAI de Binéfar, se sustituyó su valor en pesetas y céntimos por el de unidades y grados.

    La situación de la mujer es un último punto polémico. La CNT expone cómo se “emancipó económicamente” cuando anteriormente no trabajaba ni percibía un salario. Se la proveía con los medios necesarios, equitativos con los del género masculino, independientemente de que su trabajo fuera doméstico o se desarrollara en el campo. El derecho de la mujer suponía la consecución de un salario familiar sin la necesidad de que tuviese compañero, aun en el caso de tener hijos. Sin embargo, la realidad –en la que la tradición seguía siendo importante– fue otra.
    Su “salario familiar” era inferior al de los hombres, hecho que levantó protestas y cambió en algunas de las colectividades y, si bien parece ser que el machismo no era predominante, las mujeres tenían muy poca representación, o casi nula, en los órganos administrativos, hecho aducido a su poca práctica sindical precedente.

    En cuanto al grado de adhesión a estas colectividades, variaba en función de las regiones pero, en cualquier caso, la Comarcal con sede en Binéfar fue “una de las comarcales más voluminosas y activas”. Según Gastón Leval, anarquista francés que participó en el proceso, de los 32 pueblos colectivizados, 28 estaban más o menos colectivizados mientras que Esplús, Valcarca y La Almunia lo estaban totalmente. En Alcampell y Peralta, 1.500 de sus 2.000 habitantes formaban parte de la colectividad (la Comarcal ya cita que en Alcampell, desde el inicio, estaba integrada por 250 familias, aproximadamente la mitad de la población). En Algayón, tan sólo 9 de sus 500 habitantes quedaron fuera de ella, mientras que en Binéfar unas 700 familias, de un total de 800, formarían la colectividad, a la que Carrasquer atribuye un porcentaje del 80% de colectivizados sólo tres días después de su formación. El mismo autor da, para toda la Comarcal, una media del 60% de colectivizados. De éstos, el 90% eran pequeños propietarios y el resto, jornaleros o profesionales libres.
    Julián Casanova (para el que la cifra de pueblos colectivizados para la Comarcal de Monzón era de 34 en lugar de los 32 que menciona la CNT) da una cifra de 3.400 colectivizados para Binéfar, 950 para Monzón, 700 para Peralta y 1.800 para Binaced, a la vez que un Comité Comarcal de Colectividades, representante de los 30 pueblos restantes, agruparía a 58.000. Se trata, en total, de 64.850 colectivistas.
    En realidad, el censo de población de 1930 arroja para el total de pueblos de la Comarcal una cantidad de 31.346 personas, por lo que, dando como bueno el 60% de adheridos a las colectividades que cita F. Carrasquer, su número no sobrepasaría los 18.800.

    Por último, hay que señalar que ésta no era tan solo una revolución de los desheredados que no tenían nada que perder, tal como demuestra el hecho de que, desde el primer momento, pequeños y medianos propietarios convencidos de la necesidad de un cambio social pusieran sus propiedades a disposición de la colectividad para el devenir de esta causa. (1)

    Binéfar (Huesca)

    Situémonos en una población mediana, bien comunicada que habría de ser luego centro de una de las comarcales más voluminosas y activas: Binéfar. Una vez los hombres de la CNT, con la ayuda de algunos republicanos, hubieron vencido a los sublevados fascistas y sustituido el Ayuntamiento por el Comité Revolucionario, convocaron al pueblo para explicarle la situación y plantear la necesidad de constituir una colectividad. El propósito dice bien elocuentemente que la idea del colectivismo estaba clara en la mente de los agricultores de la región. Lo más significativo es que cuanto ocurrió en Binéfar ocurrió simultáneamente en todo el Aragón liberado, con ligeras diferencias de tiempo y circunstancias. Tanto es así que a medida que las milicias avanzaban hacia Zaragoza, en los pueblos liberados en los que se derrumbaba el sistema político tradicional, las poblaciones creaban un nuevo sistema social que tendía a ser colectivista.

    Volviendo a Binéfar, ya el pueblo reunido, los miembros del Comité se dirigieron a los vecinos con éstos o parecidos términos:

    «Compañeros, después de las angustiosas horas transcurridas, los enemigos han sido vencidos y ahora comienza para todos una sociedad nueva. Se acabaron la tiranía, la explotación y la miseria. Pero desde este instante tenemos que organizarlo todo: el trabajo, la distribución, el desenvolvimiento pacífico del pueblo y una más solidaria convivencia. Ello sería mucho más fácil si hubiéramos ganado en toda España, pero como no ha sido así, y estamos empeñados en una guerra, hemos de producir también para ayudar a los frentes. Esta circunstancia y nuestro afán de terminar de una vez con el asalariado y con las clases, nos lleva a proponeros que, con las tierras de los grandes propietarios que han huido y las que tenemos muchos de nosotros, formemos un patrimonio colectivo que trabajaremos conjuntamente. De ese modo, además de practicar el apoyo mutuo y acabar para sIempre con la división entre pobres y ricos, utilizaremos mejor las máquinas y los animales que poseemos entre todos y el rendimiento será mayor con el mismo o menor esfuerzo. Ahora bien, si esa colectividad pretendemos que sea para todo el pueblo, lo hemos de acordar entre todos y, como es natural, discutir previamente los pros y contras que cada uno vea en la nueva organización. Así pues, vosotros tenéis la palabra y rogamos a cada uno que exprese lo que piensa sin temor ni coacción alguna.»

    Como es lógico, tan nuevo planteamiento provocó una discusión viva y prolongada, y, si bien la mayoría se manifestaron de acuerdo con la colectividad, no faltaron opiniones recelosas, y algunas, incluso resueltamente opuestas.

    Por fin, el compañero que presidía, dijo para cerrar la asamblea:

    «Conocida la opinión de cuantos han querido expresarse y como la decisión es de gran importancia, pensamos que será mejor dejar que cada familia reflexione serenamente y que, durante dos o tres días, pase cada cabeza de familia por el Comité Revolucionario a decir si está de acuerdo o no en formar parte de la colectividad. Queda bien claro, sin embargo, que a partir de este momento no habrá asalariados y que aquellos que no quieran entrar en la colectividad podrán trabajar sus tierras; pero sólo las que puedan llevar con su familia, ya que si tienen más de las que puedan cultivar, el resto les serán requisadas. Cada uno es libre de hacer lo que quiera; pero la guerra y la justicia social exigen que los campos produzcan y no permitiremos que haya fincas sin cultivar.»

    Tres días después casi el ochenta por ciento de la población se había colectivizado y el veinte por ciento restante -pequeños propietarios y artesanos- habían quedado al margen, aferrados a la tradición, a su parcela y a su autonomía que sólo dificultades y una tarea más penosa podía acarrearles. Hay que decir, no obstante, que ello no supuso obstáculo alguno para la revolución, porque produjeron intensamente y contribuyeron a los gastos bélicos como las colectividades, de modo proporcional. Por otra parte, al ser controlados producción y consumo por las cooperativas -de las que hablaremos luego- se estableció en el terreno económico una simbiosis satisfactoria entre los individualistas y los colectivistas.

    Constituida la colectividad de Binéfar, se nombró su Comité en la primera asamblea, cuyos componentes eran Viñau, Ric, los hermanos Gibanel, Dámaso, Español y alguno más. A continuación se dividió el término agrario en ocho partidas y se nombró un delegado para cada uno de los ocho equipos que iban a cultivadas autogestionariamente. Los delegados trabajaban habitualmente como los demás y, recogiendo el criterio de sus compañeros, llevaban cada noche al Comité una relación de las necesidades, ruegos y preguntas que surgían en su equipo. De ese modo, todos estaban al corriente de la marcha de los trabajos y de cuanto sucedía en cualquier parte.

    Como en todas las partidas no se cultivaba lo mismo, ocurría a menudo que en una de ellas fuera urgente plantar remolacha, por ejemplo, labor que debe realizarse de manera rápida. Entonces, algunos hombres de cada uno de los otros equipos iban a atender a la faena más apremiante y se efectuaba en menos de la mitad del tiempo que hubiera costado sin esa cooperación. En otro momento, era el equipo de recogida de alfalfa quien precisaba ayuda, prestándosela los otros equipos. Era así como, no solamente en Binéfar sino en todo Aragón, el apoyo mutuo más espontáneo y racional se practicaba sin autoridad ni burocracia.

    En Binéfar no sólo estaba el trabajo del campo, sino que había una fundición de piezas metálicas, una fábrica de harina, talleres de reparación, carpinterías y algunas pequeñas industrias. Todas esas especialidades se colectivizaron asimismo, y aun cuando conservaron su autonomía profesional y nombraron sus delegados al Comité, formaban parte de la colectividad campesina. Entre artesanos y campesinos se practicaba también la ayuda mutua. En invierno, cuando los trabajos del campo exigen menos asiduidad, algunos campesinos cooperaban con albañiles y otros artesanos en tareas útiles, mientras que en la época de la recolección, albañiles, carpinteros, sastres y hombres de otros oficios ayudaban a los compañeros del campo para que una tormenta u otro riesgo no estropeara la cosecha. Como se tenía conciencia de que todo era de todos, el apoyo mutuo se practicaba con la mayor naturalidad.

    Dada la situación de guerra y el cambio de estructura social que había sufrido la propiedad, la primera exigencia era organizar la producción; pero no se descuidó el cúmulo de necesidades de los habitantes: se montó y reguló la cooperativa reuniendo los comercios antes dispersos, se abrieron las escuelas a las que se les dio una tónica de libertad antes desconocida, se formó una biblioteca con salas de lectura y clases para jóvenes y adultos, se organizaron el cine y el teatro del pueblo y la cooperación alegre de los vecinos fue creando un clima de comunicación y de confianza que comenzó a eliminar los egoísmos y suspicacias arraigadas en las costumbres por la ignorancia y la tradición discriminatoria.

    Todo en la colectividad era planeado y realizado según lo acordado en las asambleas que sus componentes celebraban con la debida frecuencia -en algunos pueblos semanalmente, en otros todos los días o cuando el momento lo reclamaba- y en ellas cada colectivista podía criticar cuanto le pareciera inconveniente, así como aportar nuevas iniciativas para mejorar la convivencia. Es decir, que por primera vez, en los tiempos modernos al menos, el pueblo tenía la palabra y participaba directamente en todos los asuntos que afectaban a la vida colectiva y, naturalmente, a la suya propia.

    […]A decir verdad, el trabajo realizado en común era otra fuente de estímulos que contribuiría en gran medida al despertar de esa curiosidad general; ya que, gracias a la confianza que brota de la ayuda recíproca en el discurrir de cada jornada, los trabajadores se veían arrastrados por esa corriente de auténtica comunicación donde todos los temas suscitados podían ser motivo de interés que daban a la conversación un carácter altamente constructivo y, a la vez, alegre y placentero. De ahí que cuanto venimos diciendo de Binéfar podríamos hacerlo extensivo a los pueblos de otras comarcas, ya que las mezquinas diferencias de clase habían desaparecido, los problemas eran comunes y la solidaridad el principio fundamental sobre el que se apoyaba toda la dinámica libertaria. Y sobre todo, era conmovedor contemplar el despliegue de generosidad y de sincero regocijo -de los que fui testimonio en más de una ocasión- cuando alguna brigada irrumpía en el pueblo para descansar de las fatigas del frente. Las gentes volcaban todo su caudal afectuoso sobre aquellos hombres que arriesgaban sus vidas por defender la libertad y por mantener los avances revolucionarios que con tanto celo y capacidad resolutiva habían conseguido sus compañeros de la retaguardia.

    Pero aparte las actividades enumeradas hasta aquí, la comarcal de Binéfar tuvo que hacer frente a problemas de otro orden que los derivados del campo. Por ejemplo: tuvo que garantizar el buen funcionamiento de la estación agraria que se hallaba instalada en el pueblo de Binéfar, destinada al mejoramiento de los cereales y de otros cultivos extensivos; hacer otro tanto con la que existía en Monzón para desarrollar la fruticultura; ocuparse de que marchara la fábrica harinera, situada en Binéfar y que molía el trigo de toda la comarca, y llevar adelante la azucarera de Monzón, empresa colectivizada de la que formaban parte individuos de la CNT y de la UGT.

    Esta fábrica, desde el punto de vista administrativo reclamaba un tratamiento especial dado que la remolacha que a ella afluía era procedente de las colectividades de dos comarcales -la de Binéfar y la del Cinca- y de los productores individualistas de ambas comarcas. Se resolvió el problema adoptando una fórmula muy sencilla, y que daba satisfacción a todos porque se ajustaba a los criterios de mayor equidad posible. O sea: una vez establecidos los precios de la remolacha y del azúcar, las entregas del producto primo se pagaría a sus productores, una parte en azúcar -que era depositado en la cooperativa, donde quedaban registrados los datos de rigor en las cuentas correspondientes a cada colectividad productora y a cada productor independiente- y otra parte en dinero. El azúcar restante, cantidad que correspondía al coste de la manufacturación, se lo quedaba la misma azucarera -empresa colectivizada como hemos dicho- para su venta o trueque con otros productos por los canales que se señalaron al hablar de los intercambios económicos y de acuerdo siempre con las planificaciones establecidas a nivel comarcal o regional por la Federación de Colectividades.(2)

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    Mensaje por ox pow Vie Oct 28, 2011 10:50 am

    Monzón (Huesca)

    La Colectividad de Monzón, provincia de Huesca, la crearon en 1936 450 personas y quedó destrozada en marzo del 38 con la llegada de los fascistas.

    El 19 de julio, tras una reunión de los compañeros de la CNT, ocupamos la ciudad e impedimos la sublevación de la Guardia Civil. Después, se participó en el movimiento de liberación de la comarca. Es en el mes de octubre del 36 cuando se crea, por iniciativa de la CNT, la colectividad propiamente dicha.

    Formada esencialmente por campesinos, se dotó de toda la infraestructura necesaria a su total independencia. Si sólo agrupó, primero, a los convencidos, pensábamos poder ir aglutinando a los otros por la ejemplaridad de nuestras relaciones y de nuestro trabajo.

    Se creó un Consejo Administrativo de producción y consumo, compuesto por delegados elegidos por la base y revocables en todo momento. Paralelamente actuaban un delegado general para la agricultura y otro para el suministro, con las mismas prerrogativas. Sin embargo, a menudo tuvimos que improvisar.

    La colectividad contaba con las tierras aportadas por sus miembros y con las de los fascistas que huyeron. Estaba dividida en 22 secciones de trabajo, siendo la agricultura la más importante; las diversas secciones eran, claro está, solidarias.
    La asamblea general era la máxima instancia de la colectividad y normalmente, se reunía cada semana.

    En la comarca, las 32 colectividades se reunían periódicamente para estudiar los problemas generales. Un comité, con sede en Binéfar (provincia de Huesca) estaba encargado de su organización.

    El comercio con el exterior se pagaba en moneda oficial. Todo lo otro, mediante intercambios.

    La jornada de trabajo era de 8 horas para todos, y el sueldo familiar:

    -5 pesetas por día para un soltero (hombre o mujer);
    -9 pesetas por día para una pareja;
    -3 pesetas y media por día para cada niño de menos de 14 años, o para cada anciano;
    -4 pesetas por día para cada niño de más de 14 años.
    Y, además, el beneficio de los servicios médicos gratuitos.

    La contribución de la colectividad al esfuerzo de guerra consistió en la salida voluntaria hacia el frente de la mayoría de los jóvenes, la creación de un taller de botellas incendiarias y el envío de trenes de suministro gratuitos.(3)

    Graus(Huesca)

    Alardo Prats, individuo de mente abierta a las realidades de su tiempo; periodista conocedor del impulso de las realizaciones revolucionarias, trazó sobre el terreno el siguiente reportaje:
    "En Graus -la villa donde Costa vivió- ha cambiado hasta el aspecto externo de la población bajo el régimen colectivo. La sorpresa suspende el ánimo ante la comprobación de este hecho. Y la pregunta surge en la mente del observador: ¿Pero es posible que en el plazo de 11 meses haya cristalizado, en realidad venturosa, lo que para las masas trabajadoras sólo era un sueño?

    "Una calle ancha y limpia. Las fondas, los establecimientos públicos, pregonan, en sus muestras, la nueva era del colectivismo. Los comerciantes trabajan en común en las cooperativas. Los barberos, los carpinteros, los cerrajeros, los transportistas, los alpargateros, todos están unidos por los fuertes vínculos económicos de los comunes intereses, por el trabajo común y por la hermandad más estrecha.

    "Lo mejor de todo esto -me dicen- es que, eliminados los caciques y reducida a cero su influencia en los destinos del pueblo, se han logrado eliminar las competencias profesionales y las envidias, que en el régimen individualista solía ser la sal que todo lo amargaba. Por ejemplo, los sastres. Aquí no se podían ver entre sí. Lo mismo ocurría con los practicantes y con los barberos, entre los maestros y entre los médicos. Nada digamos de las competencias entre los comerciantes de todas las clases. Todos estos venenos han sido eliminados con la práctica de las normas colectivistas. Los antagonistas en sus intereses de antaño, ahora fraternizan en el trabajo. En las asambleas se ve a los representantes de los distintos gremios sostener puntos de vista iguales, sin recelos ni envidias. Lo mismo ocurre con los campesinos, con los pastores, con los herreros, con los médicos. Todos trabajan y comen, y todos por igual, tienen sus necesidades cubiertas.

    (...) «Todo ha sido colectivizado:"Ferretería de la colectividad. Despacho de comestibles de la colectividad. Fonda de la colectividad. Herrería de la colectividad. Taller mecánico de la colectividad. Molino de la colectividad. Todas las expresiones materiales, morales y económicas del pueblo están aglutinadas en el todo de la colectividad. El trabajo está dividido. Cada gremio, en asamblea, lo marca a cada colectivista. Se pensará que estas asambleas de gremios son un vivero de discusiones. Se habla muy poco. Porque cada uno sabe su obligación y no la rehuye. Los hombres mayores de 60 años están eximidos de la obligación del trabajo. Al principio, estos caminantes hacia el ocaso de la vida andaban remolones ante las audacias de la juventud, que señalaba, por mayoría, las normas colectivistas como regla a cumplir. Temían que les iban a abrumar con trabajo excesivo para sus años. Pronto salieron de su error. Los viejos no debían trabajar. Ésta fue una de las primeras normas de la colectividad. Bastante habían trabajado durante su vida bajo el látigo y el despotismo de los poderosos y de los caciques. Los viejos tampoco se avenían al ocio con que se pagaban sus servicios al trabajo constante y penoso, cuyo producto no fue para ellos, ciertamente, sino en parte mínima. Entonces, los viejos, en asamblea, acordaron trabajar. Era necesario trabajar para no ser una carga onerosa para las demás colectividades y para contribuir a levantar al pueblo de su postración, al objeto de situarse a la cabeza de la producción entre los demás pueblos de los alrededores. Para ayudar a ganar la guerra, la edad y los achaques físicos no podían considerarlos los viejos de Graus como un impedimento. Entonces, formaron estos viejos una auténtica y emocionante brigada de choque. El pueblo le dio el nombre de 'Brigada Internacional'. En pandilla marchan los viejos al campo y estalecen competencias en la perfección del trabajo. Los pobres viven como en un sueño. Y son los más firmes defensores de la colectividad. 'Cuando las cosas se hacen bien -me decía uno de estos venerables trabajadores, encorvado sobre el surco de un hortal junto al río- bien parecen. Y aquí, en el régimen colectivo, no hay más que ver'. En efecto, no hay más que tener ojos para ver y oídos para oír. Los progresos sorprendentes de la colectividad se aprecian fácilmente. Todos los sábados, los colectivistas van a la caja central de la colectividad, firman su nómina y cobran su dinero. En las cooperativas de la colectividad adquieren los elementos precisos para su subsistencia. A mayor ahorro, mayor capacidad adquisitiva de los vecinos.

    "Cuando un colectivista decide casarse, se le da una semana de vacación con los haberes corrientes, se le busca casa -las viviendas están también colectivizadas- y se le facilitan muebles por medio de la correspondiente cooperativa, cuyo valor se amortiza con el tiempo y sin ningún agobio. Todos los servicios de la colectividad están prestos a la llamada de sus necesidades. Desde que el hombre nace hasta que muere, la colectividad le protege, cuida de sus derechos y de sus deberes, que por sí mismos fijan democráticamente en las asambleas. No surge discrepancia alguna entre los gremios representantes de las distintas reamas de la producción. El colectivista lo tiene todo al alcance de la mano: pan, trabajo y medios de perfección y superación. Los niños son objeto de especialísimo cuidado y de la atención permanente de la colectividad. No trabajan hasta los 14 años, por ninguna razón o excusa. Ha terminado la explotación del niño por los propios familiares, obligados en otro tiempo, las más de las veces, por la miseria de los hogares en donde nacieran, a abandonar las tareas escolares antes de tiempo. Las madres y, sobre todo, las mujeres en trance de ser madres, son objeto asimismo de atenciones, en especial en el período de la lactancia, están relevadas de todo trabajo. Las jóvenes todas trabajan en los talleres en donde cosen y confeccionan prendas para los combatientes, en los campos o en las oficinas. Graus es una colmena de gentes laboriosas y abnegadas, regida por los toques de sirena que marcan las horas de trabajo y de descanso a todos los vecinos.

    "Se podrá, quizá, colegir de todas estas realidades que enumero que un régimen arcádico de la naturaleza del que estudiamos no puede ser duradero y que acaba en estas formas de convivencia anteriormente esbozadas. Nadie da pábulo a tal reacción crítica. Porque todo esto, con ser mucho, es bien poco. El régimen en cuestión, régimen de vida, de convivencia y de economía disciplinada, no se asienta en una organización empírica, sino perfectamente ajustada a un sistema de orden técnico. Varias horas he pasado estudiando el montaje de la oficina desde donde se rige la vida de la colectividad en sus múltiples aspectos.

    "Todas las ramas de la economía comarcal están perfectamente estudiadas en su volumen inicial, en su desarrollo, en las posibilidades de este desarrollo. Y no por un procedimiento de ojo de buen cubero, sino con arreglo a la exigencia del más depurado rigor estadístico.

    "Cuando el secretario general de la colectividad, compañero Portella, me llevó al departamento de estadística y tiró del fichero para informarme de modo preciso de la marcha de los trabajos y de las cifras de producción de todo el pueblo, estuve a punto de desvanecerme. Ya podría darse por satisfecho el organismo del estado que mejor funcione, el que disponga de funcionarios más competentes y preparados, el más riguroso en la precisión de cifras, con parecerse algo a la organización de la colectividad de Graus. A cuantos acojan esta afirmación con escepticismo, me permito aconsejarles que comprueben la absoluta certidumbre de ella sobre el terreno.

    "Todo está sistemáticamente organizado. Cada rama de la producción tiene su fichero con los datos exactos de su desarrollo y de sus posibilidades al día, a la hora. De esta manera nada se desperdicia y todo alcanza el punto máximo de una ordenación segura y real. Sin este rigor en la sistematización en todos los órdenes, ¿se hubieran podido llevar a cabo las gigantescas obras de reconstrucción que ha realizado la colectividad de Graus? Desde luego que no. Merced a ella, junto al pueblo, se ha levantado una granja modelo para el ganado de cerda, que alberga cerca de unos dos mil animales de distintas edades y razas. Sabido es que el cerdo es en Aragón, como en muchos puntos de España, uno de los elementos básicos de la economía familiar. La matanza del cerdo es una institución hogareña del más rancio abolengo. Cuando llegue el invierno, cada vecino de Graus tendrá un cerdo, como una de las bases de su subsistencia. La granja está montada con arreglo a las exigencias de las más modernas instalaciones. Los animales tienen duchas y los cuidados que el tratamiento científico del ganado requiere. Pregunté a los compañeros que están cuidando de la granja y a los que la han montado, de dónde tomaron el modelo. Me afirmaron, sin darle gran importancia, que al iniciarse esta obra, estudiaron y discutieron detenidamente distintos modelos y que optaron por fin por un modelo norteamericano, igual al de las granjas porcinas de Chicago.

    "En otro punto de las afueras de la población ha sido levantada otra granja avícola, dechado de organización y laboratorio de experiencias muy satisfactorio. Ocupa una gran extensión de terreno, todo un antiguo huerto y jardín. Las más variadas especies de aves domésticas se agitan en los departamentos de la granja. Cerca de 10.000 ejemplares calculan tener en pleno rendimiento para el próximo otoño. Ahora albergan los pabellones de la granja, 6.000. Todo es nuevo y magnífico. Todo ha sido instalado con arreglo a las exigencias más agudas de la técnica y de la experiencia de esta técnica. El director de la granja ha instalado una nueva incubadora de mayor rendimiento que las conocidas. Millares de diminutos polluelos se agitan en las cámaras dotadas de calefacción. Centenares de patos y ocas. Centenares de ocas y gallinas cuidadosamente clasificadas. Es una granja, como la del ganado porcino, de película. De todas las comarcas de Aragón van a tomar modelo. Graus es un lugar de peregrinación para los trabajadores aragoneses y una escuela de reconstrucción económica de nuestra patria.

    "Se han desvelado en sus vecinos todas las potencias creadoras. Funcionan sus magníficas escuelas -llevan el nombre de Joaquín Costa- y una biblioteca con un catálogo que es índice de las obras más modernas sobre los temas más diversos de las disciplinas intelectuales. Cuenta la colectividad con una imprenta y una librería. Se ha creado una escuela de Artes y Oficios, en donde cursan estudios más de sesenta jóvenes de la localidad, y se ejercitan en las distintas técnicas de las artes y de los oficios todos. En el mismo edificio de la Escuela de Bellas Artes y Oficios, ha sido instalado un museo de obras pictóricas, escultóricas y de talla en madera, así como también de objetos valiosos de valor artístico e histórico.

    "Graus atiende, en gran parte, las necesidades de una colonia de niños refugiados, con sus maestros, instalada en un gran palacio con dilatado jardín cercano a la población. Mima y atiende a cerca de cien niños y niñas, procedentes de las zonas de guerra de Madrid, del Bajo Aragón, y de otros puntos cercanos a las líneas facciosas. Mantiene a más de cincuenta refugiados. Figura en cabeza, ante cualquier requerimiento de las necesidades de la guerra, entre los pueblos de Aragón. Ha arreglado caminos. Estudia las posibilidades de explotación de algunas zonas de su comarca, ricas en minas de carbón y de piritas. Sus industrias funcionan al máximo rendimiento, dentro de las bases económicas perfectamente normales. Ha construido un nuevo molino con modernísima instalación. Ha adquirido moderna maquinaria agrícola, entre la que destaca un modelo novísimo de máquina trilladora. Ha industrializado los aprovechamientos de la ganadería, ha transformado, en suma, por las normas colectivistas, la vida del pueblo y lleva camino de transformar la vida de todos los pueblos de la comarca de su nombre. Ha hecho la revolución.

    […]También en la colectividad, que abarcaba casi el 90 % de la producción y que era independiente de todo el resto había una comisión administrativa que constaba de 8 compañeros, cuatro de la CNT y cuatro de la UGT. Dos de ellos uno de cada organización, ocuparían el secretariado general y los demás se repartirían las seis secciones correspondientes: cultura y sanidad, trabajo y censo, abastecimientos, agropecuaria, industria y artesanía, transporte y comunicaciones. Y para el nombramiento de dichos cargos, puesto que era el interés colectivo el que regía la conducta de estos trabajadores, se tenían en cuenta las aptitudes y competencias de cada uno, sin que jamás surgieran por parte de una u otra sindical el menor atisbo de ambiciones hegemónicas ni de zancadilleos partidistas. Por eso, el fruto de tan formidable cooperación fue ubérrimo, ya que los colectivistas de Graus se distinguieron por su responsabilidad y eficiencia, En el campo, sobre todo, se acusaron cambios notables: aumentó la producción, cuyo rendimiento fue mayor que el de los trabajadores individualistas en casi un 50 %; se compraron máquinas agrícolas -sembradoras, sulfatadoras, una trilladora, etc.- se plantaron unos 400 árboles frutales y se construyeron granjas modernas para ganado porcino y aviar. En otras áreas se hicieron muchas cosas de las que hablar ahora con detalle resultaría prolijo. He de añadir, sin embargo, que se compraron camiones para mejorar el transporte, se realizaron obras públicas de cierta importancia, especialmente en materia de carreteras, canales y acequias, se modificó la enseñanza introduciendo métodos de mayor libertad para los chicos, y se creó un Instituto de Bellas Artes que, aunque modesto, estaba abierto por la tarde para los alumnos de la escuela primaria y por la noche para jóvenes trabajadores y era prometedor de futuras realizaciones culturales para el pueblo de Graus y su comarca. Asimismo, entre el bosque y el río, en un lugar maravilloso a pocos kilómetros de la población había unas instalaciones que fueron habilitadas para residencia-escuela de unos 80 niños refugiados que estuvieron atendidos por varios maestros de ambos sexos, quienes en colaboración con el personal destinado a la limpieza y a la cocina, supieron dedicarles todo el cariño y respeto que el normal desarrollo de los jóvenes exige, sobre todo, cuando se hallan en situaciones de angustia como en ese caso.

    Pero el más extraordinario entre los múltiples beneficios que se obtuvieron al socaire de la compenetración entre ugetistas y cenetistas fue el clima de confianza y de alegría creadora que llegó a penetrar en todos los ámbitos, yo conocí personalmente al compañero Portella, que había sido presidente de la UGT en períodos anteriores y que ello no le impedía acudir a los plenos comarcales y regionales de las colectividades para defender los intereses colectivistas con la misma responsabilidad y entusiasmo que lo hacíamos nosotros, Era natural que ante los problemas comunes, cuya solución estaba precisamente en una acción común, la solidaridad fusionara a los hombres liberándolos de todo sectarismo partidista.
    Que la práctica solidaria en el terreno de los hechos fue más determinante que todos los doctrinarismos de grupo se puso en evidencia a nivel regional en el Congreso Intersindical CNT-UGT celebrado en Caspe el día 22 de febrero de 1937, en el que la UGT de Aragón aceptó el régimen colectivista por considerado el más apto para liberar de la explotación a los trabajadores y para lograr la emancipación de los pueblos; aunque lo importante del caso estriba en que por dichos acuerdos, los ugetistas aragoneses rompían con las directrices de la UGT; ya que en el programa emanado de sus congresos, esta organización venía proclamando el centralismo económico basado en la nacionalización de la tierra y de los medios de producción. El congreso intersindical de Caspe, por tanto, puso de manifiesto, fundamentalmente, dos cosas: que el colectivismo libertario había cautivado a los trabajadores en general y que el sentimiento de Independencia de los aragoneses pudo ser más fuerte que la disciplina de partido.(4)

    Calanda (Teruel)

    Entrevista con Miguel Celma, que fue secretario del Consejo de Administración de la Colectividad de Calanda.

    -Miguel Celma, ¿qué sucedió el 19 de julio en Calanda?

    -El 19 de julio, para responder al levantamiento fascista, los militantes de la CNT se lanzaron a la calle y ocuparon Calanda. Esta situación de dominio duró tres días, hasta el 22. Se estuvo en pie de guerra patrullando sin que nadie, ni de derechas ni de izquierdas, fuese molestado. No se le dijo nada a ningún explotador de hombres. El 22 por la tarde llegaron tres camiones cargados de tropa y falangistas de Zaragoza, se apoderaron del pueblo y 24 horas después la cárcel contenía 200 obreros presos. Contra ellos ejercieron malos tratos. El 26 llegaron las milicias de Cataluña y ¡cuál fue nuestra sorpresa! los fascistas tenían ya casi terminado un dispositivo para pegarle fuego a la cárcel, naturalmente con todos los presos dentro. El 26 de julio, tranquilizados por la llegada de las milicias de Cataluña, se nombró un Comité Revolucionario compuesto por 4 miembros de la CNT y 2 de Izquierda Republicana, único partido antifascista existente.
    Se decidió entonces proclamar el comunismo libertario, dejando naturalmente posibilidad a los individualistas de seguir viviendo como antes. Pero de los 5.000 habitantes de Calanda, muy pocos, unos diez quizá, quedaron fuera de la colectividad. Calanda vivió así en Municipio Libre hasta agosto de 1937, fecha en que las tropas del bolchevique Líster vinieron a derrumbar la obra realizada. Durante dos meses el pueblo conoció la violencia y la opresión. Sin embargo, en octubre de 1937, 2.500 vecinos de Calanda formaron una segunda colectividad que vivió hasta marzo de 1938, cuando las tropas de Franco invadieron la región.
    Así pues, la colectividad de Calanda conoció dos épocas. Durante la primera época yo estaba en el frente pero conservaba contacto contínuo con el Sindicato. Durante la segunda época fui elegido secretario del Consejo de Administración.

    -¿Cuál era la situación económica de Calanda?

    -El pueblo estaba en manos de una docena de terratenientes como el conde de Fortón, el marqués de Valdeguerrero o los Buñuel. Numerosos braceros se tenían que alquilar para el cultivo de los cereales, las hortalizas o las aceitunas. No faltaba la industria, con 14 molinos de aceite, una fábrica de extracción a base de ácido sulfúrico, 3 molinos de harina y una fábrica de yeso, canteras, herrerías y talleres de carpintería. Pero la industria más importante era la alfarera. Anteriormente había habido talleres de tejido y cordelería.

    -¿Y la vida política?

    -Calanda siempre había conocido una vida política agitada. Desde 1931 los trabajadores estaban reunidos en el Sindicato de la CNT, que contaba con 800 afiliados. Disuelto después de los sucesos del 34, volvió a la luz del día en febrero de 1936. Bajo la República, los burgueses pertenecían a la CEDA. Izquierda Republicana por su parte contaba con una veintena de militantes. Es decir, muy pocos. Fueron los militantes de la CNT los principales forjadares de la obra revolucionaria, en pleno acuerdo con el conjunto de la población.

    -¿Cómo se organizó y cómo funcionó la colectividad?

    -La colectividad lo heredó todo: tierras, edificios, máquinas y vehículos, hasta los bancos. Pero éstos no sirvieron, ya que todos los productos eran gratis para los que trabajaban. Por ejemplo, después del inventario de los recursos en carne, se atribuyeron X kilos por persona (colectivista o no); el excedente estaba destinado al frente. Todo fue virtualmente requisado. El catastro y los títulos de propiedad desaparecieron. En la primera época, la gestión de la colectividad se confundía con la del municipio y había para su administración un Comité Revolucionario. En la segunda época guardamos la colectividad, que disponía de un Consejo con dos secretarios permanentes: Pedro Ariño (fusilado por los fascistas en Valencia en 1939) y yo. Esta administración se asemejaba a la del Sindicato o a la de la Municipalidad, pero todas las decisiones se tomaban en asambleas generales semanales o en asambleas extraordinarias.

    -¿Qué relaciones teníais con las demás colectividades?

    -Se mantenían contactos numerosos con las colectividades vecinas y se pensó crear una federación de colectividades del Valle del Guadalope para coordinar la explotación forestal, la agricultura, la ganadería y la industria. Se establecieron frecuentes relaciones con las colectividades cercanas a la frontera francesa y con aquellas en donde se podían conseguir tractores, máquinas, trilladoras, telas y calzados; los pagos se efectuaban en forma de intercambio.

    -¿Cómo se organizó la producción?

    -De manera general el cultivo y la producción seguían objetivos preestablecidos y planificados, pero prácticamente cada grupo de ocho hombres organizaba su trabajo a su antojo, aunque en contacto con el responsable de la agricultura o de los almacenes. No fue necesario construir casas nuevas, ya que se ocupaban las de los burgueses. Sin embargo, se continuó la construcción de la carretera Calanda - Mas de las Matas; y se arrasó un barrio del centro con el proyecto de crear allí una plaza, un jardín y un centro de cultura popular. Se proyectó también ampliar considerablemente el sistema de irrigación y la superficie irrigable. Gracias al trabajo colectivo y a pesar de que 30 hombres de Calanda, los más válidos, luchaban en el frente, la superficie cultivada aumentó, así como los rendimientos, y con menos horas de trabajo.

    -Y los salarios ¿cómo se pagaban a los trabajadores?

    -Como se había abolido el dinero, no había salarios. Se repartían los productos sobre una base familiar. Todo era gratis: medicina, farmacia, tomates o vino, vivienda, vestidos, distracciones.

    -¿Hubo otras realizaciones en la colectividad?

    -Se organizaron comedores colectivos primero para los solteros y los ancianos, luego para todos los que querían.
    De las seis escuelas diferentes de la comarca se hizo un grupo escolar "Francisco Ferrer" con 19 maestros, algunos de ellos con titulación oficial. Se instaló en el antiguo convento de Dominicos. Acogía a casi 1.200 niños de ambos sexos.

    -¿Las mujeres participaron en la colectividad?

    -Sí, participaron activamente, animadas por el grupo Mujeres Libres.

    -¿Se preocuparon por las distracciones?

    -Como animación cultural existían un cine y un grupo teatral. Además, la Torre de los Buñuel, que daba sobre el Guadalope, con su pinar, su piscina y su biblioteca, fue transformada en centro de recreo ideal.

    -¿En qué circunstancias se terminó la colectividad?

    -A la llegada de las tropas franquistas numerosas colectivistas fueron víctimas de la venganza de los opresores de siempre, que se cebaron en los hombres y mujeres de edades que van desde los 3 meses hasta los 80 años. Entre ellos Ramón Coba, Tomás Pérez, Francisca Gascón, Ramón Ferrer y Juan José Deler. Pero el conjunto de la colectividad había sido evacuada en marzo del 38. Fue una caravana de 2.500 personas, 50 carros y 72 caballerías, un rebaño de 3.000 ovejas que salió del pueblo. Un año después había que pasar los Pirineos hacia Francia.(5)


    (1) El fenómeno colectivista en la zona de la Litera-Comarcal de Monzón
    (2) Félix carrasquer - Las Colectividades de Aragón
    (3) Tierra y Libertad - La obra constructiva de la Revolución española
    (4) Benjamín C. Ruiz - El colectivismo agrario en la revolucion española; Félix Carrasquer - Ob. Cit.
    (5) Tierra y Libertad - Ob. Cit.
    (6) Félix Carrasquer - Ob. Cit.

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    Revolución Socialista en Cataluña y Aragón Empty Re: Revolución Socialista en Cataluña y Aragón

    Mensaje por ox pow Miér Ene 25, 2012 5:33 pm

    Rosas (GERONA)

    Numerosos compañeros se incorporaron desde el primer momento a los frentes de Mallorca y Aragón. Era la lucha entablada contra el fascismo. El sindicato trató, desde el primer momento, de mejorar el sistema y las condiciones de trabajo. Se aumentó la producción. Para que nuestros combatientes no careciesen de lo más necesario e indispensable se multiplicaron energías productivas. A tal efecto, en una célebre asamblea extraordinaria, en la cual participó la mayor parte de la localidad, en una explosión de euforia magnífica, se acordó ir a la constitución y organización de la industria pesquera y demás ramas que directa o indirectamente estaban ligadas a la misma, es decir: transportes, talleres metalúrgicos, astilleros y calafates. Y construcción naval en general. Siendo el mar la primera rama de la producción local, se montó la organización de manera que los demás centros de la economía fueran cohesionados al sistema de control de las nuevas formas de trabajo surgidas de la industria pesquera, en beneficio de todos. Todo fue uno y lo mismo.

    Del total vendido durante toda la semana se sacaban los gastos del consumo del petróleo y engrases, comida de los tripulantes y otras economías. De lo restante, el 50 % se dedicaba a la Caja Central de la colectividad, y el otro 50 % iba destinado a partes iguales a la marinería, tripulantes y técnicos en general. De los haberes de la caja se compraban los artículos necesarios para la Industria así como para la renova-ción de la misma: arreglos, embarcaciones, motores, compra de material para la confección de las redes, etc., etc. Se entregaba una parte al Montepío para permitirle continuar la obra social que desde el primer momento vino realizando meritoriamente. El Consejo Económico administraba todas las entradas y salidas en conjunto con todas las representaciones y delegados de las diversas ramas colectivas. Y por acuerdo de todos, el sobrante era invertido en las obras de SIA, haciendo préstamos y ofreciendo ayudas a otras colectividades menos desarrolladas técnica y potencialmente. Era el triunfo de la gran Federación Nacional de Colectividades, campo de socialismo libre y justo.

    La CNT a través de sus diferentes organismos, colectividades e incluso el municipio, fue mejorando todo lo que había puesto en marcha. Mejoró y modernizó todos los talleres de construcción y mecánica en general; puso en estado formidable la mayor parte de las embarcaciones. Hizo construir otras nuevas, equipadas de motores Diesel, totalmente nuevas. Dos de esas embarcaciones, con los nombres gloriosos de Francisco Ascaso y Buenaventura Durruti, navegaron rumbo hacia la libertad. Se organizó una Cooperativa de productos navales con radiación nacional. Nuestra colectividad servía a los centros pesqueros de la costa lo que podía hacer falta a otras colectividades o trabajadores no colectivizados. Redes, cables metálicos, cuerdas, hilos, toda clase de utensilios que eran necesarios para la industria del mar, los poníamos al servicio del trabajo. Así procedíamos. Teniendo en cuenta que muchos de los artículos se fabricaban en la misma localidad y dentro del sistema colectivo esta labor era una fuente de ingresos apreciable cada día más importante. Nos ocupábamos de que a las clinicas y hospitales no les faltase pescado fresco. Se daban de forma regular donativos para la Defensa Nacional con el fin de ayudar a la lucha contra el fascismo. Semejante trabajo de desprendimiento y altruísmo estaba basado en la generosidad de nuestras ideas ácratas.

    ¿Cuáles fueron nuestras aportaciones a la clase obrera? Se aumentó en un 30 % los salarios libres de los trabajadores pertenecientes a la colectividad. Y esto se hizo no solamente con los que pertenecían a la industria pesquera, sino a todas las ramas de la producción regidas por el Consejo de Economía Local colectivo. Se fue a la creación de un hospital en la localidad, con seis camas. Se dotó al mismo del material de cirugía más moderno de la época, con asistencia de dos médicos permanentes que se ocupaban de los enfermos y para el control asimismo de los que pertenecían al Montepío de obreros y pescadores, beneficiando del sistema de seguridad social establecido por el mismo y prolongado a todos los que no siendo de la industria pesquera estaban incursos en el sistema colectivo social. A todos estos enfermos se les daba la integridad de su jornal, cubriéndoles todos los gastos. A cuantos obreros pertenecían a la colectividad y que debido a su edad veíanse obligados a incorporarse al Ejército en armas contra el fascismo, se les daba a sus familiares el jornal íntegro, y si por causas especiales o bien porque la familia era numerosa, se consideraba que el aporte era insuficiente, se les daba un subsidio superior para su sostén. ¿Cabe mayor desprendimiento y grandeza socialista libertaria? ¿Qué régimen en el mundo ha logrado escalar cimas morales de esta naturaleza humana?

    Los actos de solidaridad practicados por la Industria Pesquera fueron admirables, y los refugiados de la provincia de Málaga, en número importante, que acudieron a nuestra localidad podrían dar testimonio claro de cuanto decimos. Ella se ocupó de buscarlos casa y aposentó a través de las instituciones municipales, así como el aumento necesario de salario para todos ellos, sin contar los socorros sanitarios para todo el mundo, la atención especial a los niños, mujeres y ancianos. Se enviaron varias veces camiones de pescado a los frentes. Varias unidades de la flota pesquera colectivizada llegaban a Port Vendres, intercambiando y vendiendo el pescado por harina. Esta era distribuída por la colectividad a los diferentes pueblos de la comarca y de manera especial a otras colectividades industriales y agrícolas. Se hicieron repartos de pescado gratuito, fresco y bien cuidado que se llevaba a los hospitales, clínicas y otros sitios de atención pública.

    Los barcos pesqueros eran controlados y dirigidos por la colectividad. Del producto bruto de la semana, se sacaba la cantidad necesaria para pagar los gastos de petróleo consumidos y todo el material utilizado, comida y otras mercancías que teníamos que comprar. De la cantidad restante, el neto, era repartida entre los obreros y la caja de la colectividad. De esta manera, la administración colectiva se encargaba del control efectivo de cuanto afectaba a la industria: adquisición de material y ayuda a la obra social de la comunidad toda que, en sus aspectos morales y económicos dirigía el Consejo Local en relación directa con las demás colectividades de la localidad. La industria pesquera, cobijaba dentro de sí misma todas las ocupaciones auxiliares a la misma: oficios, industrias, disfrutando todas ellasdel mismo trato y atención. Al correr el tiempo es seguro que hubiésemos hecho modificaciones notables a una obra moral, social y práctica que, los hombres y los pueblos, hasta la fecha, no han superado.

    Algo muy importante en aquellos días fue, sin duda alguna, lo que sucedió una tarde del mes de octubre en Rosas. Ante la bahía de la localidad se presentó un barco de guerra. Un gran navío. Quizá el más moderno que en aquel entonces tenía la Armada Española. Era El Canarias. El pueblo se levantó por segunda vez en armas y a las nueve de la tarde, en Rosas no podía entrar nadie. No cabía ni una aguja. A todo lo largo de la carretera, desde Figueras a la entrada del pueblo estaba lleno de camiones, de carros, de autocares, de coches. Todo el mundo iba armado. Se había hecho circular la noticia diciendo que los fascistas querían desembarcar en la costa ampurdanesa, y allá iban todos los antifascistas para impedirlo. No pasó nada. Se montó guardia toda la noche para vigilar el golfo de Rosas, su entrada. Desde las islas Medas hasta el Cabo de Creus. Los milicianos estaban a rios. Aquella noche es seguro que muchos habitantes de Cataluña no durmieron. Se esperaba una nueva sorpresa del Canarias. Y esta vez más violenta que la primera. Rosas se convirtio en espacio de 24 horas en símbolo de la resistencia de todo un pueblo contra el fascismo. A la mañana siguiente, los camiones comenzaron a desalojar nuestra villa. Los carros se fueron poco a poco. Arrancaron los coches y los milicianos, gente del pueblo, paisanos, labriegos, obreros y ciudadanos en general, volvieron a sus lares y ocupaciones. Fue una explosión antifascista. Quizá la más importante de las manifestaciones que se produjeron a lo largo de la guerra civil. Y en medio de esa manifestación popular imprevista, la CNT volvió a ser bandera y símbolo viviente de todo un pueblo. La más popular de todas, la más numerosa. El Canarias no volvió a entrar en el puerto. Y el pueblo de Rosas daba sus mejores hijos para la guerra, y los que quedaban en la retaguardia organizaban la colectividad como algo digno de ser recordado por su honradez y limpieza en todos los sentidos.

    Todo fue por lo mejor, y como se dice en términos marinos: viento en popa. Los militantes que estaban en los frentes, nunca se descuidaron de escribir a los que en la localidad llevaban el peso de la Organización colectiva, dándoles ánimo para proseguir avanzando por el camino que se había empezado a recorrer, defendiendo con empeño y tesón los ideales entrañablemente sentidos, hasta llegar al final de la contienda. Cuando se ganase la guerra, ya no sería colectividad, sino socialización lo llevado a feliz término. Estábamos seguros que el fruto estaba maduro para digerirlo propios y extraños bien intencionados. Nuestra finalidad era hacer desaparecer la moneda, la usura, la propiedad, el lucro, ya que por el hecho de continuar la guerra no podíamos aplicarnos a fondo a estos altos menesteres sociales y doctrinales.

    Anidaban muchas esperanzas e ilusiones en todos nosotros. Quizá, algunas de ellas no se hubieran realizado con la rapidez que pedían nuestros deseos, pero había una realidad práctica: la colectividad objeto de nuestros mayores desvelos. Ella existía, y todos los obreros que la vivían y gozaban, no se la hubieran dejado arrebatar por nada del mundo. Ya no éramos nosotros, los fundadores, los que la defendíamos: los colectivistas todos la protegían como algo querido y sagrado. Todos los obreros habían comprendido el valor de la misma y se hubieran abierto las venas antes que dejarsela robar cobardemente. Así se explica que los comunistas y los políticos de otros pelajes no pudieran hacerla desaparecer. Y no fue por falta de ganas ni por no haberlo intentado.


    San Pedro Pescador (Gerona)


    Me pongo en contacto directo con Josep Girbent, hijo de la localidad y uno de los presidentes que tuvo la colectividad agrícola de Empuri (San Pedro Pescador)

    Nuestra colectividad –dice el militante confederal y anarcosindicalista–, nació de una necesidad imperiosa. Eramos todos muy pobres. Había grandes propiedades y mucha tierra que podía dar de comer a todo el pueblo y mitigar el hambre. Terminar para siempre con aquella terrible situación fue nuestro objetivo. Queríamos dar la vida a los que la merecían. Ninguno de nosotros pensó que por estar trabajando colectivamente podíamos dejar de trabajar. Eso nunca. La necesidad agudiza el ingenio, ya que todos pusimos manos a la obra y organizamos las cosas como podían ofrecernos el pan ganado con esfuerzo, la libertad sentida, el trabajo consciente. Hasta el 19 de julio todos hacíamos lo mismo –agrega el veterano militante de 82 años de edad–, trabajar el pedazo de tierra que teníamos e ir a la mar a pescar con el fin de hacer entre las dos cosas la cantidad necesaria para ir vegetando. Esto se terminó, la revolución transformó la existencia colectiva. Los primeros días de julio de 1936, la C.N.T. convocó a todo el pueblo. Propietarios, obreros, peones. En dicha asamblea, el sindicato local invitó a los habitantes a que se decidieran a organizar un sistema de vida por el cual se terminara para siempre las diferencias de clase y poder vivir todos lo mejor posible. Se discutió y se llegó al acuerdo de crear la colectividad agrícola, dando la posibilidad a todos los que estuviesen de acuerdo con ella de hacer un reparto de tierras equitativo para los que preferían explotar el terreno de forma individual.

    La colectividad se quedó con ocho “masías”, situadas todas en la parte playera del río Fluviá. O sea, a todo lo largo de la costa, que va desde la parte derecha de la costa mirando al mar, hasta las cercanías de Ampurias. Terreno grande, bueno para ser trabajado y fértil. Los que podríamos llamar amigos del reparto se quedaron con las demás tierras de la parte alta. Si bien no eran de tan buena calidad, tampoco dejaban de ser fértiles. Se buscó la manera de organizar una comunidad local para vivir en paz y tranquilidad, poniendo todo a disposición de todos, mediante la solidaridad efectiva y bienhechora.

    Hay un detalle esencial en todo esto que enaltece a los partidarios del sistema colectivo y más que a nadie a la misma C.N.T. El pueblo era políticamente republicano. Cuando llegó la hora de la transformación el ayuntamiento siguió siendo el mismo, y la C.N.T., a pesar de su gran influencia local, cuidábase más de hacer marchar la colectividad y todo cuanto de ésta dependía, que de los asuntos relacionados con el Consejo Municipal. Tenía allí sus representantes, pero lo dejaron todo en poder de los republicanos, quienes hay que decirlo, siempre estuvieron de acuerdo con todos. No existieron choques ni roces, ni disgustos ni malas artes.

    Al principio, el rol del sindicato fue importante en la creación y puesta en marcha de la colectividad, mas a medida que ésta se iba desarrollando por sí misma, en pocos meses prescindió de todo apoyo exterior, creando su propio modelo de trabajo, de venta, de distribución y reparto. Un detalle que enaltece. Todos aquellos que consiguieron que con la tierra que poseían ya tenían bastante, renunciaron a tener más en el reparto que se hizo. La comisión repartidora de los terrenos se nombró entre los mismos que quisieron entrar en el sistema colectivo. La C.N.T., no impuso nada a nadie. Lo colectivo y lo individual estuvieron en buenas relaciones y en perfecta armonía. Los más necesitados fueron los que optaron por la colectividad. En las “masías” permanecieron los antiguos propietarios y sus hijos. Siguieron viviendo en las casas donde residieron y quizá vinieron al mundo. Gozaban de todos los derechos. Por conocer el trabajo y las tierras algunos de ellos fueron técnicos de la nueva organización del trabajo.

    En este caso concreto de la organización de las faenas del campo, cada “masía” era independiente en la forma de ordenarlo y llevarlo a cabo. En cada “masía” existía un compañero responsable del grupo. Es lo cierto que establecido el orden cada uno sabía lo que tenía que hacer. Los compañeros responsables del sistema colectivo convocaban las reuniones y asambleas necesarias para poner al corriente a todos los componentes sobre los diferentes problemas que les afectaban. La iglesia fue el depósito de lo que pertenecía a la colectividad. En ella se guardaba lo que se cosechaba. Trigo y maiz que era lo principal. Estos edificios tenían en casi todo el Ampurdán unas funciones similares. Fueron en general los sindicatos agrícolas quienes se aprovecharon de ellos convirtiéndolos en granero y depósito general. La iglesia pasó a ser, por primera vez, campesina, agrícola, productiva. Más tarde se creó una cooperativa de la colectividad para la venta de sus productos. Fue necesario hacerlo así porque los obreros colectivistas recibían un jornal en dinero y luego podían ir a su cooperativa a comprar lo que les hacía falta, a precios mejores y con unos bonos que les facilitaba la compra. Cada día se nombraba un grupo de hombres que iban a la pesca y lo que se recogía era distribuído entre las familias de la colectividad. No se carecía de lo necesario y útil.

    Hay que decir que la colectividad del pueblo de Empori pasó a ser un modelo de organización y si alguna cosa falló era debido a que los hombres en general no estamos lo bastante educados para ello. Pero quedó bien patente que en una sociedad bien organizada, se logró el triunfo en sus formas de trabajo y distribución equitativa de lo que pertenecía al conjunto. El grito de los colectivistas era: “¡Hay que hacer funcionar las escuelas, crear un hombre nuevo con una educación moderna, estableciendo otras formas de relación entre los seres!” De ponerse esta metodología en marcha, su éxito estaba asegurado.

    MARCIANO CÁRDABA, La colectivitat de la indústria pesquera de Roses de Vicens Soler.

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