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    "Aportes para la lucha contra el Racismo" - Henry Boisrolin - año 1998 - Partido de la Liberación de Argentina

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    pedrocasca
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    "Aportes para la lucha contra el Racismo" - Henry Boisrolin - año 1998 - Partido de la Liberación de Argentina Empty "Aportes para la lucha contra el Racismo" - Henry Boisrolin - año 1998 - Partido de la Liberación de Argentina

    Mensaje por pedrocasca Miér Nov 02, 2011 4:52 pm

    Aportes para la lucha contra el Racismo - Henry Boisrolin - año 1998

    Partido de la Liberación de Argentina (hasta 1971 se denominó Vanguardia comunista y hasta 1983 se llamó Partido Comunista marxista-leninista)

    Comentarios preliminares

    Entender el significado del racismo no es tarea sencilla, pues se trata de un fenómeno complejo, multifacético y doloroso. Muchos crímenes cometidos por racistas fueron inclusive justificados con teorías pseudocientíficas aumentando así las confusiones. Dicho fenómeno no pertenece sólo al pasado, es cotidiano, alimentado por las ideologías defensoras de sociedades basadas fundamentalmente en la explotación del hombre por el hombre. El tema es también de actualidad ya que en los últimos años se ha propagado en forma preocupante en distintos puntos del planeta. Por ejemplo, los neonazis y "skinheads" en Alemania, que incendian albergues de inmigrantes; los partidarios del Frente Nacional de Jean Marie Le Pen en Francia, que ahogan a marroquíes en las aguas del Sena; los fascistas que en Rusia atacan a estudiantes latinoamericanos; la discriminación en España contra los "sudacas" (sudamericanos); etc. Aunque en esta materia, los EE.UU. mantienen por lejos la delantera (ver capítulo aparte).

    Es necesario aclarar que no es posible comprender el racismo en toda su complejidad, sin estudiarlo en nuestra región como uno de los componentes de la conquista colonial y neocolonial, que generó a su vez las luchas por la liberación nacional y social. Hoy el racismo no sólo adquirió mayor relevancia en varios países capitalistas sino también mayor virulencia y estas características tienden a generalizarse. El mistificador concepto "nuevo orden mundial" ya las tiene en su haber e incorporadas estructuralmente.

    Un breve repaso de la historia nos muestra que en Occidente el racismo ha adoptado formas de lo más violentas, agresivas y sutiles. Se elaboró toda una construcción ideológica basada en teorías aparentemente científicas para justificar etnocidios, genocidios, matanzas, torturas, linchamientos, robo, pillaje, explotación, opresión, dominación, alienación, etc. En consecuencia, luchar contra el racismo es parte integrante de la lucha de clases. Es un combate esencialmente político por un cambio radical de estructuras sociales que ahora mantienen la opresión y la explotación de los trabajadores, en especial el proletariado. Es más, toda la lucha contra el racismo no puede limitarse a propagandas de ideas igualitarias, incluso en sociedades donde se erradicaron las condiciones históricas que permitieron el surgimiento del racismo y su posterior desarrollo.

    Esto es así, pues no es sencillo sacar al hombre ciertos prejuicios, luego de la integración a su personalidad.
    Este último aspecto sobrepasa el marco histórico, político, económico y sociológico, pues entramos ya en el plano de la psicología. Por eso, adquieren mayor importancia los trabajos de información veraz y científica, como así también la educación permanente como complementos en la lucha por desterrar definitivamente el racismo.

    Origen del racismo

    El racismo no puede existir fuera de la historia, es decir, independientemente del desarrollo y sucesión de formaciones sociales como producto de la lucha de clases. A lo largo de la historia, hubo distintos esfuerzos por establecer relaciones y/o explicaciones racionales acerca del racismo. Los méritos de los racionalistas del siglo XVIII, por ejemplo, son reconocidos como importantes. No obstante, es sólo mediante el uso del marxismo que podemos llegar a una cabal comprensión del fenómeno y de la vía para borrarlo de la tierra. Sería demasiado largo el desarrollo de nuestro punto de vista sobre el origen del racismo si quisiéramos remontarnos a los comienzos de la civilización occidental. Solamente recordamos que "los egipcios consideraban a todos los pueblos que no hablaban su lengua como bárbaros" como indicó Herodoto en "Enquête II". Los griegos, a su vez, estaban convencidos de su superioridad y de la supremacía de su civilización. Varios historiadores consideran que, entre la creencia de la superioridad de una civilización y de su lengua, a la creencia de la superioridad de una "raza" sobre otra, no hay demasiada distancia. Sin embargo, es menester recalcar que no existen datos firmes acerca de comportamientos racistas hasta el final del mundo antiguo. Si bien es cierto que en el siglo IV antes de Cristo, Aristóteles en su obra "La Política" desarrolló una teoría sobre los pueblos esclavos con elementos cercanos al lenguaje o análisis racista, insistimos que no son determinantes para considerar su obra como tal.

    El racismo es un nefasto producto del mundo moderno. Lo engendró la civilización occidental que se impuso como consecuencia de la conquista colonial, en especial cuando mediante tesis supuestamente científicas se empezó a dividir la humanidad en grupos a partir de fenotipos (color de la piel, forma de la nariz, textura del cabello, espesor de los labios, etc). Es decir, clasificar la especie humana a partir de caracteres anatómicos hereditarios. Así, de manera arbitraria, esas tesis afirmaron que una etnia poseía características de belleza, inteligencia, superioridad y otras las de inferioridad.

    "Raza" como mito

    El racista parte de un esquema que da cuenta de la existencia de diferencias de caracteres físicos entre individuos. Obviamente, rechazar y hasta destruir a otro en función de esas diferencias parece irracional, pero el problema no es tan simple y merece su estudio. En efecto, para el racista las diferencias físicas significan desigualdades entre los hombres y éstas serían naturales e inevitables. Es decir, en nuestro código genético existiría un cierto determinismo biológico capaz de explicar, por ejemplo, la inteligencia en un grupo determinado y su ausencia en otro. Explicar las desigualdades entre los hombres a partir de planteos genéticos es tan absurdo como intentar comprender los conflictos "raciales" sin estudiar los conflictos en primer término y no las "razas".

    Para algunos biólogos, la "raza" se refiere únicamente a la parte genética que da cuenta de diferencias físicas entre seres humanos y no habla de otro tipo de diferenciación. La biología no deja duda al respecto. Plantea claramente que el concepto de "raza" es aplicable a un "grupo de individuos que tiende a continuar estable a través de las generaciones y que definió su patrimonio genético como suma de las moléculas de ADN de los componentes de la sociedad humana. Este planteo teórico no tiene su aplicación en la especie humana". (Crítica del Determinismo Biológico -No está en los genes- de S. Rose, Lewontin y Kamin).

    Desde el punto de vista antropológico, el concepto de "raza" permite elaborar algún esquema de clasificación. Sin embargo, es de tal arbitrariedad que se podría clasificar a la humanidad en tantas "razas" como le plazca al antropólogo. Hubo evolución y en función de la misma hay que interpretar la actual diversidad de la especie humana, y no bajo esquemas pseudocientíficos.

    Los procesos provocadores de cambios genéticos reconocidos científicamente son: la selección, el mestizaje, las mutaciones y el descuido genético. Este último factor tiene validez en el origen de las colectividades humanas. Al no existir las "razas" como entidades biológicas, se puede afirmar que el racismo existe independientemente de las razas. Por lo tanto es necesario una comprensión integral de las relaciones entre las aseveraciones de la Biología y lo social. Comprender esas relaciones significa que no puede existir en nuestros genes comportamiento social relevante que no sea modificable mediante el condicionamiento social. Hay interacción entre genes y condicionamiento social. Los organismos vivos, como los hombres, no heredan sus rasgos, sino únicamente sus genes, las moléculas de ADN que se encuentran en el óvulo fecundado. Todo organismo vivo pasa por un proceso histórico de desarrollo que es la base de toda explicación científica para determinar diferencias entre seres humanos. En este sentido, y no como un simple reflejo de las circunstancias sociales, coincidimos con las "Tesis sobre Feuerbach" de Carlos Marx, que "no es la conciencia la que determina la existencia, sino la existencia social la que determina la conciencia". Por todo lo dicho anteriormente, es obvio que estamos en presencia de un mito, en nombre del cual se cometieron y se siguen cometiendo crímenes de los más abominables.

    Es interesante ahora recordar algunos puntos de la Declaración de la UNESCO sobre racismo y prejuicios raciales, difundida en 1967:
    · Todos los hombres que viven en nuestro tiempo pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco.
    · La división de la especie en "razas" es en parte convencional o arbitraria y no implica ninguna jerarquía y ningún orden. Numerosos antropólogos señalan la importancia de la variabilidad humana pero piensan que las divisiones "raciales" tienen un interés científico limitado y pueden llevar a una generalización abusiva.
    · En el estado actual de los conocimientos biológicos, no sabríamos atribuir las realizaciones culturales de los pueblos a diferencias del potencial genético. Las diferencias entre las realizaciones de los diversos pueblos se explican totalmente por su historia cultural. Los pueblos del mundo actual parecen poseer potenciales biológicos iguales que les permiten alcanzar cualquier nivel de civilización.

    En definitiva, como nos dice el científico argentino Enrique Luis Armoza en su obra "Discriminación y racismo": "En principio se entiende por raza aquello que está relacionado con la capacidad de reproducción o la posibilidad reproductiva de una especie; atañe a la fertilidad de sus miembros. He aquí que toda la especie humana es potencialmente fértil, por lo tanto y en principio nos queda que el concepto de raza sólo podría ser aplicable a las características somáticas y jamás vinculable a una clasificación social-religiosa. A su vez, esta aplicación a lo somático dependerá del contexto en donde se utilice".

    El mismo autos nos explica: "Partiendo de una selección arbitraria guiada por rasgos visibles o criterios fenotípicos, se clasificaban cuatro tipos de razas: blanca, roja o cobriza, amarilla y negra. Este criterio queda desterrado porque además el concepto de raza existe si aparece una conciencia racial anclada en una pertenencia comunitaria, que puede desembocar en una acción de desprecio y segregación. Por lo tanto, la ciencia rechaza el término en el contexto humano. La raza es un término definido socialmente y estas definiciones difieren entre las sociedades".

    Armoza es más contundente aún cuando afirma: "Históricamente se buscó dividir la especie humana en razas, para ello han sido utilizadas características diagnósticas tales como la pigmentación de la piel, tipo de cabello, formas labiales, de nariz, estatura, etc. Pero esta distinción racial no debería existir porque es parcial y genética, ya que no tiene en cuenta que todo grupo natural de seres posee una variabilidad ineludible, lo que implica la imposibilidad de tipificar a los individuos de una sociedad... El odio y las rivalidades raciales se nutren de nociones científicamente falsas y conviven con la ignorancia... Con el fin de justificar la agresión, el racismo es la valorización generalizada de las diferencias biológicas en beneficio de una élite dominante y en perjuicio de sus víctimas".

    Por último, como podemos apreciar, hicimos hincapié en una de las formas de racismo, quizás la más clásica, el racismo producto de la colonización y no a otras formas como por ejemplo, el antisemitismo. No obstante, es menester recalcar que independientemente de sus formas, el concepto "raza" es un mito y nada más.

    El racismo en los EE.UU.

    En el país de mayor desarrollo del sistema capitalista del mundo, los EE.UU. de Norteamérica, es interesante estudiar el racismo para ver de manera más evidente la relación estrecha existente entre las estructuras económicas y el racismo. En un país que se autoproclama "campeón" de la democracia y los derechos humanos, el racismo es un tema central. Vamos a concentrarnos un poco sobre el problema "negro" y no sobre la situación de otras minorías étnicas que también sufren el flagelo.

    En primer lugar, el racismo en los EE.UU. es un problema desde hace más de tres siglos y, como en otras partes, tiene estrecha relación con los factores económicos y sociales. Su origen arranca con la "trata" (venta de esclavos negros), que fue oficializada durante el siglo XVII. Como se sabe, la "trata" tuvo como único y absoluto objetivo la ganancia sin límites. Gracias a ella, la clase mercantil acumuló enormes riquezas transformándolas en capitales, estableciendo lazos entre capital comercial y capital industrial. Durante el siglo XVIII y a comienzos del XIX, el capital bancario aseguró las ganancias de los grandes negocios privados de aquel origen. La "trata" favoreció también el desarrollo de las economías europeas.

    En los EE.UU., a principios del siglo XVII, surgió como una necesidad el empleo de la mano de obra "negra" pues los habitantes originarios no habían resistido las condiciones de trabajo impuestas por la fuerza. El propio Montesquieu declaró: "Los pueblos de Europa, después de haber exterminado a los de América, debieron esclavizar Africa para usarlos para roturar tanta tierra". Podemos afirmar que la lucha por el control de las ganancias provenientes de la explotación de los "negros", fue la causa principal de la guerra que culminó en 1776 con la ruptura entre las trece colonias americanas y Gran Bretaña.

    La independencia de los EE.UU. proclamada el 4 de julio de 1776 no trajo la libertad para todos sus habitantes. Al contrario, al finalizar la guerra se retomó el exterminio de los primeros habitantes (mal llamados "indios") al mismo tiempo que "la trata" y la esclavitud se desarrollaron a una escala mayor que antes. Luego, en la primera mitad del siglo pasado, surge un antagonismo de intereses económicos entre el norte y el sur, desatándose lo que la historia llamó "Guerra de Secesión". Bajo ningún concepto esa guerra fue librada en función de la libertad de los "negros", pues sencillamente no era ése el problema fundamental. Una carta escrita en 1862 por Abraham Lincoln a Horace Greeley nos da la razón: "Si pudiera -decía Lincoln- salvar a la Unión sin liberar ningún esclavo, lo haría". Esta frase nos libera de todo comentario.

    A pesar del transcurso del tiempo y de las enormes transformaciones económicas y tecnológicas surgidas en los EE.UU., el "negro" tiene un futuro mucho más triste que el del "blanco". Por ejemplo, según datos oficiales, entre los desocupados el "negro" ocupa un lugar privilegiado, igualmente en los casos de los prisioneros y los condenados a muerte. El problema "negro" en los EE.UU. es un reflejo de las estructuras económicas de explotación y un síntoma de la situación explosiva de ese país.

    Como lógica respuesta a esa situación de opresión, la resistencia de los afroamericanos ha originado una historia de luchas y rebeliones. Malcom X, Martin Luther King, el Black Power (Poder Negro), Louis Farrakhan, son ampliamente conocidos a través de la literatura, el cine, los medios de prensa, etc. Mención especial merece la lucha del Black Power. Fue una respuesta al fracaso de la "integración" emprendida bajo el control del poder burgués. Tuvo claro que el aparato gubernamental era el enemigo. Además, estableció las relaciones existentes entre los problemas interiores de los EE.UU. y los del Tercer Mundo, lo que condujo a una mayor politización de sus acciones en contra de la pobreza, la marginalidad, la segregación, etc. El 1º de mayo de 1965, luego de varias tratativas, se fundó la National Organization for Black Power en Detroit. Entre sus documentos políticos más importantes mencionamos las resoluciones adoptadas en la Conferencia para una Nueva Política, realizada en Chicago en 1967 y la primera Conferencia del Black Power en Newark en el mismo año. Esta última tuvo lugar luego del denominado "verano caliente" de 1967, cuando se produjeron estallidos sociales en más sesenta ghettos de Chicago, Los Angeles y otras ciudades norteamericanas. Estos documentos adoptaron valiosas posiciones políticas: denuncia del imperialismo y de su acción en Indonesia, América del Sur, el Congo, Africa del Sur, América Central y el Caribe; denuncia de la guerra de Vietnam interpretada como una guerra racista; se resolvió el sostén económico a los ghettos sublevados; la lucha contra el "draft" (servicio militar selectivo). Para una mayor comprensión de las ideas políticas del Black Power, reproducimos algunas declaraciones hechas por uno de sus principales líderes, Stokeley Carmichael:

    "Para nosotros, el Poder Negro exige que nos liberemos de las estructuras opresivas y racistas del poder blanco. Esto exige que podamos controlar nuestras colectividades afroamericanas, que podamos dirigir nuestros propios negocios, que tengamos un poder de decisión en lo que concierne a la política y a la economía. De la misma manera, la independencia significaría para ustedes que pudieran dirigir y reglamentar su propio destino y administrar las riquezas de su país que están actualmente bajo el control de una potencia extranjera, los Estados Unidos, y de sus representantes" (Declaración efectuada en Puerto Rico). "En consecuencia, buscamos transformar las relaciones de fuerza en el mundo. Los explotados deberían poder empezar ahora a decir su palabra. Es una de las razones por las cuales rechazamos combatir en las filas del ejército norteamericano contra el pueblo vietnamita. El ejército norteamericano explota a las masas afroamericanas. Las utiliza para luchar contra nuestros propios hermanos. Nos dice que vamos a defender la "democracia", pero nosotros comprendemos toda la hipocresía de esta afirmación. Por eso nos oponemos ferozmente a la conscripción de jóvenes de cualquier nacionalidad que están como nosotros, oprimidos. Si necesitamos combatir, combatiremos, pero por nuestro país, por la liberación de nuestro pueblo".

    Estas palabras de Carmichael, merecen ser apreciadas como una propuesta alternativa a la solución "mágica" de la integración defendida hasta su asesinato por otros líderes "negros" como Martin Luther King. El líder de Poder Negro orientó la lucha de los "negros" hacia otro horizonte: el cuestionamiento y la lucha permanente contra las estructuras de dominación en los EE.UU. Su visión fue también un aporte esencial a la condena del imperialismo yanqui en el mundo.

    En "Pantera Negra" (Black Panther), diario del Black Power, podemos leer una declaración de James Forman, otro líder de ese movimiento, que nos permite concluir este capítulo: "La realidad es que este país es racista, total y completamente, y ese racismo no es sobre todo un problema de relaciones humanas, sino un problema de explotación sostenido por la sociedad en su conjunto, ya sea activa o pasivamente, es decir, no diciendo nada".
    Más allá de la derrota sufrida por el Poder Negro, del hecho que actualmente los integracionistas sean dominantes en el seno del movimiento "negro" y que L. Farrakhan haya movilizado hace tres años a más de un millón de personas sobre Washington con consignas muy diferentes a las de S. Carmichael, es indudable que desde 1967 hasta hoy, la inmensa mayoría de los afroamericanos sienten que su única vía de solución es el rechazo y la destrucción del poder racista que los oprime. Los afroamericanos más lúcidos entienden que su lucha no es otra que la de la transformación revolucionaria de la sociedad norteamericana, incluyendo a todos los grupos étnicos.

    No podría ser de otra manera, pues si bien hoy las leyes estatales y federales que impedían la integración de los afroamericanos se abolieron, las barreras sociales siguen existiendo y muchas veces son más fuertes que las jurídicas. Ya no se trata de un enfrentamiento sólo con el Ku Klux Klan, cuya presencia desmiente cada día las aseveraciones acerca de la existencia de democracia en Norteamérica, pues se siguen quemando iglesias de la comunidad "negra". En la práctica, las actuales condiciones en las que vive la mayoría de los afroamericanos son tan preocupantes como tres décadas atrás. Casi las tres cuartas partes de los "negros" ocupan un lugar marginal en la sociedad norteamericana. El ingreso medio de ellos es un 70 por ciento inferior que el de los "blancos". Los "negros" que tienen entre 16 y 24 años tienen más chance de morir asesinados que por cualquier otra causa. Mientras la tasa de mortalidad infantil de los "blancos" decrece, la de los afroamericanos aumenta. En el sur aparecen milicias nacionalistas y xenófobas tratando de imponer su demencial plan de "pureza racial".

    Pero no son sólo los "negros" quienes sufren el racismo en los EE.UU. Los inmigrantes de habla hispana son discriminados a tal punto que la frontera con México se ha militarizado y el estado de California sancionó la Enmienda 167 que niega asistencia médica y educación a los inmigrantes ilegales y sus hijos.

    Por todo ello, la revolución socialista en los EE.UU. es también un objetivo. Y no es sólo un asunto de "negros", "blancos" o "chicanos", sino de todos los explotados del sistema capitalista. Hemos resaltado algunas posiciones de los dirigentes del Poder Negro, teniendo en cuenta también que entendieron que la violencia revolucionaria es un componente indispensable en la lucha por la libertad, la justicia y por el triunfo de la revolución, superando necesariamente las barreras étnicas para plantear las acciones en términos de lucha de clases y no de otra manera. Toda otra interpretación nos conduce a retrasar el triunfo y hacerle el juego al enemigo común: el capitalismo.

    El racismo en la América dependiente

    Debido a lo complejo del tema que estamos tratando, no podremos ver aquí en su totalidad el problema del racismo en la América dependiente. Hemos dicho que el racismo se encuentra en diferentes etapas de la historia de la humanidad y que sus argumentos seudocientíficos recién surgieron en el siglo XIX. Vacher de la Pouge y el conde de Gabineau son los exponentes sobresalientes de esas tesis. A modo de síntesis, con respecto a Latinoamérica, podemos decir que toda la experiencia colonialista se apoyó fundamentalmente sobre la ideología de la inferioridad racial. Lo que nos permite confirmar que el racismo es parte integrante de los cimientos de nuestras sociedades. Y al seguir estando en la periferia de los países centrales, donde el capitalismo actúa como sistema de producción dominante, nuestras sociedades son generadoras de distintos tipos de marginación, de segregación y de exclusión.

    Como en otras regiones, en Latinoamérica el racismo es manejado por pequeños grupos que detentan el poder económico y político con el fin de preservar sus privilegios. Existe también toda una estructura mental racista cuando se habla de "indio", "negro", "judío", "gitano", etc. Los "cabecitas negras" en la Argentina de los ´50 (gente humilde del interior del país que emigraba a Buenos Aires), son sólo un ejemplo de la cosificación de seres humanos. Y toda relación social que pretende cosificar a otros individuos es racismo.

    Los datos ilustran sobre la brutal dimensión del flagelo racista en América. Entre el siglo XVI y XIX, sacaron por la fuerza del continente africano cerca de 45 millones de personas, de los cuales murieron más de 25 millones durante la travesía hacia América.

    Por otra parte, antes de la llegada de los europeos había en América una población cercana a los cien millones de personas. Existieron grandes culturas (inca, azteca, taina, etc.) con un sistema social y religioso propio. Después de un siglo y medio, mediante la acción "civilizadora" europea ayudada por la Iglesia Católica, sólo sobrevivieron menos de cuarenta millones, es decir, exterminaron más de sesenta millones de seres humanos.
    América Latina se constituyó sobre un inmenso cementerio, sobre crímenes y atrocidades de todo tipo, sobre un etnocidio directo e indirecto de decenas de millones de personas. Esta situación histórica generó un modo de relaciones étnicas cuyas nefastas consecuencias perduran. Lo más grave es que esta historia de nuestra organización económica, política, social y cultural es aún un pasado oculto y muchas veces negado.

    Ciertamente, la única respuesta válida para terminar con ese flagelo pasa por la revolución socialista y la construcción de una nueva sociedad, del "hombre nuevo" que hablaba el Che Guevara. Cuba es el ejemplo más vivo de esta esperanza en nuestra región. Si bien es cierto que el triunfo de la revolución socialista no significó la eliminación inmediata y de manera mecánica del racismo en Cuba, no hay duda que es la única sociedad en el continente americano que ha realizado verdaderas proezas para derrotarlo.

    En la actualidad, con las privatizaciones y la aplicación de los planes de hambre dictados por el FMI y el Banco Mundial, por parte de gobiernos sometidos a los intereses de esos organismos financieros internacionales, la situación se complicó. Como consecuencia de ésta, la región se enfrenta a la mayor tasa de desocupación de su historia y la pobreza hace estragos entre las tres cuartas partes de su población. Junto con estos problemas se registra también un aumento en los comportamientos de discriminación.

    Ha surgido con mayor fuerza un sentimiento de odio hacia el extranjero. Queda claro que esta conducta discriminatoria no es sostenida únicamente por el equívoco concepto de "raza", sino que la manifiesta hostilidad hacia los foráneos tiene una clara base económica. Por ejemplo, es común escuchar, por parte de algunos trabajadores, frases tales como: "los bolitas laburan por dos pesos y nos sacan el trabajo", "los paraguas son traicioneros", etc. Esta forma peyorativa de nombrar a bolivianos y paraguayos, respectivamente, nos habla de un comportamiento discriminador y racista. Pero en la base de todo subyace el miedo a la pérdida de la fuente de trabajo para los trabajadores del país receptor y la difusión, por parte de las clases dominantes, de esa equívoca explicación de la crisis para engañar al pueblo y hacer que se culpe al extranjero, tanto o más explotado que el trabajador nativo.

    En una sociedad caracterizada por la jerarquización y estratificación social, es obvio que el racismo tiene posibilidad concreta de desarrollo. Esto ocurre no sólo en Argentina, sino en cualquier país cuyas relaciones de producción dominantes son las capitalistas.

    Otro aspecto del racismo en Argentina, es la extrema admiración por las manifestaciones culturales europeas y yanqui, menospreciando la cultura nativa. Unos 400.000 indios mapuches, pueblo originario del sur patagónico, así como miles de guaraníes, del norte, son discriminados luego de ser despojados de sus tierras. Los onas, de Tierra del Fuego, directamente se extinguieron. Y las siete etnias que habitan Santa Victoria (este), en la provincia de Salta, tienen un índice de mortalidad infantil del 37 por mil de nacidos vivos, que en 1998 aumentó dramáticamente al 72 por mil (el promedio de Argentina es del 22 por mil), según el director del hospital base de esa localidad. El médico aseguró que tal duplicación se debe al incremento de la desnutrición en los niños, en el marco de que las necesidades básicas insatisfechas llega en la zona al 90 por ciento de la población. Toda esta discriminación contra los aborígenes y criollos que viven en el lugar ocurre pese a que desde 1986 Salta cuenta con una ley provincial (nº 6.373) de protección a esas comunidades.
    La ciencia demostró que el concepto de "raza" no es aplicable al género humano y que el mismo no tiene nada que ver con cultura, sociedad o nación, porque el materialismo histórico-dialéctico nos explicó hace rato que estos términos se derivan de un desarrollo histórico de la lucha de clases. Sin embargo, hace falta tener una conciencia clara para no simplificar la problemática racista en nuestra región.

    Aislar el fenómeno del racismo de la lucha por la liberación nacional y social hacia el socialismo, tendría consecuencias negativas luego del triunfo revolucionario. Desafortunadamente, las lacras de este flagelo a veces las encontramos hasta entre varios militantes de la izquierda latinoamericana. Y no hay que esperar el triunfo de la revolución para combatirlas, pues se trata de un obstáculo que dificulta nuestros objetivos.

    Racismo y Ciencia actual

    Desgraciadamente, no todos los científicos estuvieron al lado de la verdad a lo largo de la historia. La complicidad de numerosos investigadores en reiteradas ocasiones se plasmó en hechos tan aberrantes como los crímenes que la humanidad tuvo que soportar. Y no es cuestión del pasado sino también del presente.
    Para tener una idea de esa complicidad y de su actualidad, tomamos los casos de los investigadores estadounidenses Charles Murray y Richard Hermstein. Estos "científicos" se han dedicado a reunir gran cantidad de datos para demostrar una supuesta diferencia en el promedio de capacidad intelectual de los "blancos" con respecto a los "negros". En 1996 publicaron sus "descubrimientos" afirmando una superioridad del CI (coeficiente intelectual) de los "blancos". Lo hicieron mediante una serie de tests de CI superior a 110. Por debajo de esta categoría afirman que hay 125 millones de personas que poseen un CI que varía en un valor cercano a 90. Y, obviamente, para ellos hay 12 millones de personas integradas por "negros" y otras minorías que no poseen un CI suficiente. Y sería tan insuficiente su CI que no pueden ascender socialmente. Incluso, sostienen que es una pérdida de tiempo y dinero subvencionar o mantener a los pobres de intelecto, ya que seguirán para siempre en el mundo del crimen, del desempleo, del alcoholismo, etc.

    Para estos pseudocientíficos se trata de un determinismo biológico que implica una herencia de un CI que asignaría para siempre la condición social de un individuo. Estos investigadores norteamericanos pretenden explicar con razonamientos supuestamente genéticos, situaciones derivadas de estructuras de explotación. No está probado científicamente que la inteligencia se herede y existe un debate sobre la inteligencia misma.
    Estas ideas deben ser rechazadas, sobre todo cuando los famosos tests de CI son construcciones arbitrarias, diseñadas a partir de una inserción social y cultural que muchas veces no tiene que ver con la realidad de la gente "investigada". Estos investigadores (Murray y Hermstein), no tienen objetividad científica, y por ende merecen nuestro repudio.



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