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    Jamaica:Born fi dead.Tribalismo político,Don Daddas y circunscripciones guarnición

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    Mensaje por Granma Sáb Nov 12, 2011 1:49 pm

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    Es lamentable que así ocurra, pero lo cierto es que, salvando gestas épicas y plusmarcas mundiales obtenidas por su inagotable cantera de atletas y velocistas (Usain Bolt, Veronica Campbell, Asafa Powell, Merlene Ottey, Donovan Bailey, Shelly-Ann Fraser, Don Quarrie, Lindford Christie…), Jamaica sólo salta del olvido más flagrante -dicen que el peor de los desprecios- a la primera plana mediática cuando se producen estallidos de violencia como los ocasionados en la circunscripción de Tivoli Gardens, al Oeste de Kingston, por la reciente petición de extradición a EE.UU. para juzgar al don dadda Christopher “Dudus” Coke. Cabe preguntarse entonces, ¿dicha violencia se produce en episodios ocasionales o la propia isla se encuentra inmersa en un ciclo de violencia que se recrudece por momentos? ¿Cómo se explica que dicha petición haya generado un revuelo semejante, con manifestaciones vecinales expresándose a favor de Dudus, reproches e insultos graves entre políticos de idéntico signo (JLP), tiroteos por parte de las fuerzas del orden y numerosos artistas más o menos reconocidos componiendo temas acerca de los sucesos y a favor de la paz?

    Siendo fieles a los acontecimientos históricos, ya los indígenas arahuacos -arawaks- taínos que poblaban, junto a siboneys -probablemente los pobladores originarios del Caribe, de naturaleza cazadora-recolectora- y caribes/galibis -pueblo nómada guerrero del Norte de Sudamérica que ya hostigaba a las poblaciones arahuacanas invadiendo territorios y esclavizando a mujeres y niños-, las Antillas Mayores, tuvieron que sufrir en carne propia la agresividad de los conquistadores españoles, quienes en 1494 irrumpieron en Xaymaca -la tierra del agua y la madera en lengua indígena- con la firme voluntad de “subyugarlos a todos y hacerles hacer lo que quisiéramos” (Cristóbal Colón dixit). Los arahuacos eran básicamente una sociedad indígena perfectamente jerarquizada -ordenada de manera vertical por dinastías matrilineales hereditarias de caciques polígamos- cuya economía se sustentaba en el cultivo de raíz de yuca y batata en conucos y maíz a través del sistema de roza, la pesca, el comercio y, ocasionalmente, la caza de aves, roedores y reptiles con rudimentarios arcos y flechas. Bien, pues la primera expedición en busca obsesiva -e infructífera- de oro de los colonizadores españoles, que portaban infecciones y enfermedades epidérmicas como la viruela ante las que los taíno-arawaks no estaban inmunizados y la percepción de estos últimos como potenciales esclavos, originó una auténtica masacre que minó la población de taíno-arawaks y caribes desde los dos o tres millones hasta su práctica extinción –aún quedan reductos poblacionales que tratan de hacer perdurar esta cultura indígena-. Varios miles de ellos tuvieron que huir y refugiarse en las montañas azules, mientras otros se mezclaron con españoles, dando lugar a descendencia mestiza.

    El dominio y los privilegios de explotación en exclusividad de los conquistadores españoles, que sometieron y despreciaron a los pobladores originarios, destruyendo su producción cultural, haciendo desaparecer sus lenguas y vulnerando su soberanía, se mantuvo inalterado durante siglo y medio hasta que la rivalidad por el jugoso dominio del comercio en las indias occidentales motivó un conflicto bélico en 1655. Dicha guerra fue librada entre el imperio hispánico de Carlos V y la delegación de la Commonwealth inglesa encabezada por el almirante Sir William Penn y el teniente coronel Robert Venables, quienes arrebatarían Jamaica a los en torno a 1.500 hombres que regentaban la isla entonces bajo el mandato del gobernador español Cristóbal de Isasi, levantando en señal de conquista el fuerte Point Cagway, Port Royal en la actualidad.

    En sus dos primeros siglos de supremacía en la isla, los ingleses fueron capaces de producir y exportar ingentes cantidades de caña de azúcar sirviéndose de la explotación de la mano de obra barata que representaban los indígenas que habían resistido al genocidio español y los esclavos exportados en naves desde África. Algunos de ellos, conocidos como negros cimarrones -maroons-, consiguieron rebelarse contra los opresores ingleses, fugándose y estableciéndose en palenques, comunidades de diversas etnias africanas en alianza, de naturaleza igualitaria en el reparto del trabajo y el alimento, que se defendían de los ataques ingleses con formaciones de guerrillas armadas de hachas, espadas y cuchillos y fuertes de palizas con la finalidad de proteger sus establecimientos. Pese a la existencia de dichos núcleos de resistencia integrados por africanos en la diáspora, los ingleses aprovecharon su dominio para realizar un reparto de la mayor parte del territorio jamaicano, la llamada Jamaica colonial, en haciendas -pens-, cada una de las cuales constaba de una vivienda unifamiliar que conservaba el estilo arquitectónico inglés y de una apreciable porción de terreno, empleada generalmente en pastos para mantener al ganado o en cultivos de caña de azúcar destinados a satisfacer la creciente demanda europea. Dichas haciendas eran bautizadas con el nombre de la familia británica a la cual pertenecían. Así, por ejemplo, la hacienda del almirante Nelson se denominó Almiral Pen o la parcela de treinta y tres acres de territorio cultivable del inmigrante irlandés James Trench recibió el nombre de Trench Pen, más conocido -tras su adquisición pública en 1930- por Trenchtown, el vecindario célebre por haber reunido a lo más granado del talento musical jamaicano (Alton Ellis, Joe Higgs, The Wailing Souls, The Wailers o The Heptones, entre otros) y separado de la barriada de Back O´Wall -Tivoli Gardens en la actualidad- por Boy´s Town y el cementerio de May Pen, el más antiguo de los cementerios públicos jamaicanos vigentes.

    Como es habitual en toda la historia del sometimiento del pueblo negro -y la de Jamaica no es una excepción a la norma-, el régimen colonial inglés que rigió la isla durante aproximadamente tres siglos y hasta su independencia -lograda en 1962-, impuso sus condiciones y se preocupó muy mucho de perpetuarse en el poder y de negar el emponderamiento de la población autóctona jamaicana a través de mecanismos como exigir el pago de un diezmo para ejercer el derecho al voto -tasa que únicamente se podía costearse la clase inglesa dominante- o fusionar Kingston y Saint Andrew –donde habitaban las clases acomodadas- en una sola circunscripción, como ocurrió en 1923.

    Cabe señalar como la naturaleza corrupta del voto cautivo que se perpetúa hasta nuestros días y que se encuentra íntimamente vinculada a la violencia latente en la isla, se remonta a tiempos del alcalde mestizo H.A.L. Simpson, que en su primer mandato (1912-1926) ya canjeaba votos a cambio de empleos y otra clase de beneficios sociales tejiendo su red con empresarios cementeros y bananeros, hasta que las revueltas sociales sacuden la isla en 1938 y son saldadas de nuevo con tiroteos por parte de las autoridades. De dichas huelgas en persecución de mejoras laborales, aflorarían dos figuras esenciales para entender la dualidad sociopolítica existente en Jamaica y las sucesivas oleadas de violencia. Norman W. Manley y Alexander Bustamante. El intelectual Manley sería el promotor en 1938 del socialdemócrata PNP (People´s National Party), partido político que clamaba por una modificación constitucional que garantizara el sufragio universal –lo cual lograron de manera parcial en 1944- y el autogobierno de Jamaica.

    Unos años más tarde, Bustamante, primo hermano de Manley, se escinde fundando el partido conservador JLP (Jamaica Labour Party) y su brazo sindical, el personalista BITU (Bustamante Industrial Trade Union). En la época, Bustamante se encargaba de extorsionar a los trabajadores acaparando contratos, empleando a maleantes, vándalos y pandilleros y erigiéndose en gobernador en la sombra y en un don de facto. En 1944 es elegido primer ministro y comienza a trasladar a la práctica el sistema de las “circunscripciones guarnición”: feudos electorales controlados en su práctica totalidad por un solo partido al haber sido asignadas las viviendas de dicha barriada a partidarios del mismo. Alojamiento y empleo a cambio de fidelidad absoluta simbolizada a través de un simple voto. Una retribución aparentemente justa. Una práctica que se extendió también en el gobierno posterior del PNP de Manley y que ha sido constante independientemente del signo del partido en el poder. Así Manley, quien siempre había gozado de las simpatías de la comunidad rasta, se preocupa en 1972, una vez con el bastón de mando en su poder, en concederles viviendas sociales que mejorasen las condiciones degradantes que sufrían en Back O´Wall -insalubridad, carencia de infraestructuras de drenaje, desatención sanitaria…-, a donde habían ido a parar tras ser desalojadas por la fuerza de su asentamiento original en la comunidad de Pinnacle, en una zona de labranza próxima a Sligoville. Para ambos partidos, hacerse con la circunscripción del Oeste de Kingston ha sido primordial en una lógica de tribalismo político en que el reparto electoral de barrios se producía en función de los privilegios sociales que obtuvieran los potenciales votantes de cada una de las siglas políticas. Así, ambos han situado a sus candidatos más reconocidos a nivel social y amedrentado con sus bandas de rude boys dirigidos por “area leader” del calibre de Claudius “Claudie” Massop (JLP) o Aston “Bucky” Marshall (PNP). La archiconocida estrategia del palo y la zanahoria.

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    “Claudie” Massop fue probablemente el primer don que gozó del respeto generalizado en lo que posteriormente terminaría por denominarse Tivoli Gardens. Prueba de ello es que en la actualidad se conserva un mural pintado en su honor y del que sería su “sucesor en el cargo”, Lester “Jim Brown” Coke. Carismático y con facilidad de palabra, Massop, compañero de pupitre de Bob Marley, podía volverse ciertamente peligroso si se encontraba enojado –contaba, entre sus “méritos de guerra”, con varios cargos de asesinatos, tentativas de asesinatos, perjurio y robos a mano armada-. Formado en la escuela de la calle como criminal y narcotraficante a pequeña escala –mercadeo minorista de marihuana-, él fue el primero en liderar a la infame banda criminal que posteriormente terminaría por denominarse Shower Posse durante más de un decenio y hasta su asesinato (1967-1979). Mantuvo una dura y violenta pugna con Spangler Posse, la banda rival liderada por el don del PNP, Donald “Zeeks” Phipps -actualmente en prisión-, por detentar el control del tráfico de narcóticos (cocaína, marihuana, crack), ejerciendo de intermediarios entre los productores sudamericanos y los consumidores europeos y norteamericanos. Mantuvo su dominio en el área hasta que el 4 de Febrero de 1979 sufrió una encerrona cuando regresaba de un partido de fútbol que disputaba Tivoli Gardens FC en Spanish Town, siendo acribillado a balazos –hasta 40 disparos testifican los medios de la época- por la policía junto a Alphonso Trevor Tinson y Lloyd Frazer.

    Con la llegada de la década de los ochenta el consumo de estupefacientes en el mundo se dispara exponencialmente y con él se asienta y reafirma el poder de los dones en cada una de las circunscripciones guarnición de la capital jamaicana. Las elecciones a primer ministro de 1980, que colocan a Edward Seaga (JLP) en el sillón de mando, se recuerdan como las más sangrientas que ha vivido la isla, al saldarse con unos 800 fallecidos en el fuego cruzado entre bandas de signo opuesto. Los políticos desatienden a la gente pobre, que se entrega en cuerpo y alma a los dones, al tiempo que el gobierno delega en ellos sabedores de la trascendencia que tienen sus votos para perpetuarse en el poder. En la circunscripción de Tivoli Gardens es el contratista Lester Lloyd Coke, “el protector de los pobres de Kingston” en palabras pronunciadas por Edward Seaga en su funeral, quien toma el testigo de “Claudie” Massop y su lugarteniente Carl “Byah” Mitchell –fallecido como resultado de una sobredosis- como don dadda. Adopta el apodo de Jim Brown en señal de homenaje el célebre jugador de fútbol americano y es bajo su tutela –y la de su fiel aliado Vivian “Dave” Blake, delegado de la empresa en Brooklyn, donde se había instalado tras viajar en 1973 con un equipo de cricket- cuando la Shower Posse extiende definitivamente sus tentáculos a otras naciones con la cooperación necesaria de los “yardies”, emigrantes jamaicanos que hacían las veces de minoristas para la distribución de cocaína, marihuana y armamento. A ambos líderes de la Shower Posse se les atribuye la nada desdeñable cifra de 1.400 asesinatos relacionados directa o indirectamente con el tráfico de drogas. Sobre el nombre de la banda criminal circulan varias teorías: hay quienes lo atribuyen a un discurso pronunciado por Edward Seaga en la campaña electoral de 1980 en la que se prometían “duchas de bendiciones” y quienes lo achacan –como parece más probable- a las prácticas criminales de la banda y sus “ráfagas de balazos”. En cualquier caso, ¿por qué nadie osaba denunciar públicamente a la banda?

    La respuesta a porque sus asesinatos y malas artes eran silenciadas por el pueblo, la podemos encontrar en que con el dinero que la banda obtenía del narcotráfico se subvencionaban servicios básicos para la población como la alimentación o la educación. Es por ello que a los don daddas no puede considerárseles exclusivamente como meros narcotraficantes al uso exclusivamente orientados al lucro personal -como divulgan buena parte de los medios de comunicación-, pero tampoco como unos justicieros “Robin Hood” que redistribuyen la riqueza supliendo la carencias estatales al proveer entre la población servicios y atenciones sociales esenciales. Quizá se trate de un término intermedio: agentes que, mal que bien –no olvidemos que Kingston está considerada una de las ciudades del mundo donde se produce un mayor índice de asesinatos-, mantienen el orden en un determinado área –las mencionadas “circunscripciones guarnición”- haciendo imperar un respeto impuesto a base de infundir miedo con la connivencia de políticos, que se ven beneficiados indirectamente al granjearles el apoyo –traducido en términos electorales- y la simpatía de personas que, en una situación de desagravio social, reciben del don de turno una “pensión” que les facilita la obtención de alimento, el acceso al sistema sanitario y el pago de una escuela para sus hijos.

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    A comienzos de los noventa, Estados Unidos solicita la extradición de Jim Brown para ser juzgado allí por asesinato y tráfico de drogas, pero esta orden no llega a materializarse jamás. Apenas unas jornadas antes de llevarse a cabo, Jim Brown fallece pasto de las llamas en su celda de Kingston en sospechosas circunstancias -emplearon casi dos horas en trasladarle a un hospital que se encuentra apenas a unos minutos de la prisión-, en idéntica fecha en la que se celebra el entierro de su primogénito Mark Anthony “Jah T” Coke, muerto apenas unos días antes como consecuencia de un disparo mientras conducía su motocicleta por Maxfield Avenue, víctima -presuntamente- de un ajuste de cuentas por parte de narcotraficantes de bandas rivales. En estas extrañas circunstancias -que no esclarecen quien se encontraba tras la muerte de su padre-, es Michael Christopher Coke quien asume el liderazgo de la Shower Posse y, por ende, de la “república independiente” de Tivoli Gardens. Christopher, que adopta el apelativo de Dudus, Shortman o President, es, al igual que su progenitor, empresario. Controla de forma legal dos grandes negocios: por un lado, Incomparable Enterprise Limited, empresa inmobiliaria a quien el gobierno jamaicano de Bruce Golding (elegido precisamente en la circunscripción en la que se ha originado el conflicto) asigna en 2009 contratos millonarios para la reconstrucción de las viviendas de Tivoli Gardens y, por otro, Presidential Click Entertainment Promotions, responsable de eventos dancehall como las sesiones semanales de los Miércoles “Passa Passa” o las anuales “Champions in Action” o “West Kingston Jamboree”, siendo esta última donde los cantantes Mavado y Vybz Kartel sellan la paz de una polémica -Gully vs Gaza- que tenía a la isla en vilo. En principio, estos serían los negocios legales de Dudus, pero entonces cabe preguntarse, ¿en base a qué se solicitó en 2009 su extradición a Estados Unidos?

    Según la acusación sellada en Estados Unidos, se le imputa presuntamente –cito textual- “la violación de la legislación estadounidense de narcóticos de forma intencionada, deliberada y conspirada desde al menos 1994 hasta Octubre de 2007”, citando cantidades que alcanzan como mínimo “1.000 kilogramos de marihuana” y “5 kilogramos de cocaína”. La acusación añade que Dudus se encargaba de controlar Tivoli Gardens, “un vecindario con barricadas protegido por hombres armados a quien Dudus proveía armas de fuego importadas de manera ilegal a través de un muelle situado próximo a Tivoli Gardens”. De dicha acusación podrían surgir varios interrogantes. Si se tiene constancia de que se llevan cometiendo dichos delitos desde 1994, ¿por qué no se denunciaron estos hechos con anterioridad? Si el gobierno estadounidense no hubiera emitido -a través de su fiscal- la orden de extradición, ¿hubiera seguido tolerando el gobierno jamaicano de Bruce Golding el férreo control que Dudus ejercía en Tivoli Gardens sin intervenir y manteniéndose al margen? ¿Existe alguien con voluntad real de poner fin al tribalismo político que rige en Jamaica, solucionando los problemas de base que acucian a los actuales habitantes de las denominadas circunscripciones guarnición? ¿Hasta cuándo tendrá que tolerar la población jamaicana la carencia de servicios básicos como los que proveen los don daddas y mirar hacia otro lado cuando se produzcan situaciones de extrema violencia entre bandas de signo contrario o entre policías y bandas?

    Publicado originalmente en la revista ALB núm 98 ([Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

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