A propósito del "pensamiento guía"
texto de José Sotomayor Pérez publicado en la web del Partido Comunista Peruano reconstituido
texto de José Sotomayor Pérez publicado en la web del Partido Comunista Peruano reconstituido
Todo partido o movimiento político maoísta tiene su «presidente» y las ideas de éste es la «teoría revolucionaria» que los guía. Por eso le llaman «pensamiento guía» y se someten incondicionalmente a lo que dice y ordena su presidente. Por lo general, se trata de caudillos hechos a la medida de sus seguidores que repiten cuestiones elementales del marxismo leninismo, aderezándolas con ideas salidas de su propia mollera, dando como resultado un horrible mazacote «doctrinario».
La historia del «pensamiento guía» comenzó durante los años de la «revolución cultural» china, cuando Lin Piao puso en las nubes a Mao Tze Dong y propaló a los cuatro vientos que el «Pensamiento» del líder chino era la etapa «culminante» del marxismo leninismo. Desde entonces surgió la corriente que considera el Pensamiento Mao Tzedong como la tercera etapa del marxismo leninismo. Los maoísta de los diferentes países del mundo repitieron dócilmente esta tesis de Lin Piao; pero posteriormente inventaron su propia "cuarta etapa" o "cuarta espada". Esta es la que pertenece a su propio «presidente». En todo país donde existe una corriente maoísta organizada, pregona que su presidente ha «desarrollado creadoramente» el marxismo leninismo y el mismo maoísmo.
Estos movimientos tienen un esquema que es general para todos ellos. La primera espada es la de Marx y Engels, la segunda es la de Lenin, la tercera es la de Mao Tzedong y la cuarta es la de su propio «presidente». Afirman que si en la primera espada encontramos las tesis fundacionales del marxismo, en las posteriores siempre se encuentra una desarrollo creador del marxismo leninismo.
Afirman que la gran contribución de Mao es el haber «descubierto» que la «contradicción» es, en ultima instancia, «la única ley de la dialéctica materialista», tergiversando burdamente la conocida afirmación que Lenin hace en sus «Cuadernos filosóficos»:
«Dialéctica, es en sentido estricto, el estudio de las contradicciones contenidas en la misma esencia de los objetos». En otro pasaje Lenin dice «El desarrollo es la lucha entre tendencias contrapuestas».
Reducir la dialéctica solo a la ley de la contradicción es falsear la dialéctica materialista cuyos «rasgos fundamentales» son cuatro(4): la concatenación universal de los objetos, la ley de la contradicción, la ley del cambio de la cantidad en calidad y la ley de la negación de la negación.
Lenin hace una síntesis de la dialéctica materialista, difícil de superar cuando dice:
«Es un desarrollo que parece repetir las etapas ya recorridas, pero de otro modo, en un terreno superior (la «negación de la negación»); un desarrollo que no discurre en línea recta, sino en espiral, por decirlo así; un desarrollo a saltos, a través de catástrofes y de revoluciones, que son otras tantas «interrupciones en el proceso gradual», otras tantas transformaciones en el proceso gradual, otras tantas transformaciones de la cantidad en calidad; impulsos internos del desarrollo originados por la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias que actúan sobre un determinado cuerpo o en los límites concretos de un determinado fenómeno concreto, o en el seno de una sociedad dada; interdependencia e íntima e inseparable concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno, con la particularidad de que la historia pone constantemente de manifiesto aspectos nuevos, concatenación que ofrece un proceso único y lógico universal del movimiento: tales son algunos rasgos de la dialéctica, doctrina del desarrollo mucho más compleja y rica que la teoría corriente».
Queda claro que reducir la dialéctica solo a la ley de la contradicción es castrar la dialéctica, deformarla y disminuirla, Pero esta grotesca distorsión para el maoísmo significa «desarrollar el materialismo dialéctico», desarrollo que es atribuido, en principio al «presidente Mao Tzedong» y de pasada a sus propios «presidentes» en cada país donde existen grupos maoístas.
Para los marxistas leninistas «sin teoría revolucionaria no hay tampoco movimiento revolucionario», pero para los maoístas, no hay movimiento revolucionario sin el «pensamiento guía» de su presidente. Muerto el «presidente» o atrapado, el grupo o partido se queda sin guía, marcha de tumbo en tumbo, hasta degenerar en bandas errantes o simplemente hace un viraje de 180 grados, como lo ocurrido en la República Popular China, donde se restaura el capitalismo a toda prisa, con el burdo pretexto de que es necesario desarrollar la economía socialista de mercado. Un país que comenzó a edificar el socialismo con la ayuda de la Unión Soviética de Stalin, hoy convertido en un gigantesco mercado que vende obreros a precios irrisorios a las grandes transnacionales imperialistas.
Cuando «el pensamiento guía» del presidente fracasa en su aventura de «izquierda» termina implorando un «acuerdo de paz». Pero también ocurre que el «pensamiento guía», del presidente que no se atrevió a poner en práctica su consigna de marchar del campo a la ciudad para la toma del poder, busca, afanosamente un mito, y lo encuentra pidiendo a gritos una NUEVA REPUBLICA.
¿Cómo nacerá esa NUEVA REPUBLICA?, de una Asamblea Constituyente. ¿Quiénes serán los propietarios de los instrumentos y medios de producción en esa «NUEVA REPÚBLICA?». Los mismos de siempre, porque han «descubierto» que la economía socialista no es incompatible con la libre compra y venta de los instrumentos y medios de producción ni con el mercado del trabajo, es decir, con la existencia de la mercancía fuerza de trabajo. De aquí que sea permitido y hasta «justo» que en la China actual se pague $0.45 por hora de labor, en jornadas de trabajo que pasan de las 12 horas, sin que el proletariado chino tenga derecho a sindicalizarse ni menos hacer huelgas y paros.
A estas aberraciones y claudicaciones conducen los «presidentes» maoístas y su «pensamiento guía» que, por desgracia todavía tienen adeptos. De aquí se desprende la necesidad imperiosa de divulgar el marxismo leninismo, doctrina científica de la clase obrera; verdadera guía para la acción. Nunca nos cansaremos de repetir que SIN TEORÍA REVOLUCIONARIA NO HAY TAMPOCO MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO.
Hoy que abundan los renegados del marxismo, capituladores de toda laya, seudo socialistas y renegados, cobran gran actualidad las palabras de Lenin:
«TODA DOCTRINA SOBRE UN SOCIALISMO QUE NO ES DE CLASE Y SOBRE UNA POLÍTICA QUE NO ES DE CLASE SE ACREDITA COMO UN SIMPLE ABSURDO»
La doctrina de Lenin sobre edificación del Partido de la clase obrera, no admite ningún "pensamiento guía". El centralismo democrático y la democracia interna del partido, rechazan la dirección del Partido por presidentes milagregos. Para toda la militancia hay una sola disciplina y los dirigentes responden ante las bases, por todos sus actos. La ideología es una: el marxismo leninismo. No hay lugar a ningún «pensamiento guía». La historia del «presidente» inmovible y su «pensamiento guía» comienza con Mao Tzedong. Nadie podía dirigirse a Mao sin decirle Presidente. Este no fue el caso de Lenin ni de Stalin. A ellos se les decía simplemente camarada. Se sabe que Stalin, en los años de la Segunda Guerra Mundial fue el Jefe Supremo del Ejército Rojo, pero el trato que se le daba era el de «camarada». Así fue hasta su muerte.
El maoísmo ha sembrado el mundo de «presidentes» de pacotilla, cada uno con su «pensamiento guía». Y como Mao, también tienen sus «tornillitos inoxidables», ciegos seguidores de sus aberraciones políticas y doctrinarias. No cabe duda de que el maoísmo es una variante del revisionismo contemporáneo.
La historia del «pensamiento guía» comenzó durante los años de la «revolución cultural» china, cuando Lin Piao puso en las nubes a Mao Tze Dong y propaló a los cuatro vientos que el «Pensamiento» del líder chino era la etapa «culminante» del marxismo leninismo. Desde entonces surgió la corriente que considera el Pensamiento Mao Tzedong como la tercera etapa del marxismo leninismo. Los maoísta de los diferentes países del mundo repitieron dócilmente esta tesis de Lin Piao; pero posteriormente inventaron su propia "cuarta etapa" o "cuarta espada". Esta es la que pertenece a su propio «presidente». En todo país donde existe una corriente maoísta organizada, pregona que su presidente ha «desarrollado creadoramente» el marxismo leninismo y el mismo maoísmo.
Estos movimientos tienen un esquema que es general para todos ellos. La primera espada es la de Marx y Engels, la segunda es la de Lenin, la tercera es la de Mao Tzedong y la cuarta es la de su propio «presidente». Afirman que si en la primera espada encontramos las tesis fundacionales del marxismo, en las posteriores siempre se encuentra una desarrollo creador del marxismo leninismo.
Afirman que la gran contribución de Mao es el haber «descubierto» que la «contradicción» es, en ultima instancia, «la única ley de la dialéctica materialista», tergiversando burdamente la conocida afirmación que Lenin hace en sus «Cuadernos filosóficos»:
«Dialéctica, es en sentido estricto, el estudio de las contradicciones contenidas en la misma esencia de los objetos». En otro pasaje Lenin dice «El desarrollo es la lucha entre tendencias contrapuestas».
Reducir la dialéctica solo a la ley de la contradicción es falsear la dialéctica materialista cuyos «rasgos fundamentales» son cuatro(4): la concatenación universal de los objetos, la ley de la contradicción, la ley del cambio de la cantidad en calidad y la ley de la negación de la negación.
Lenin hace una síntesis de la dialéctica materialista, difícil de superar cuando dice:
«Es un desarrollo que parece repetir las etapas ya recorridas, pero de otro modo, en un terreno superior (la «negación de la negación»); un desarrollo que no discurre en línea recta, sino en espiral, por decirlo así; un desarrollo a saltos, a través de catástrofes y de revoluciones, que son otras tantas «interrupciones en el proceso gradual», otras tantas transformaciones en el proceso gradual, otras tantas transformaciones de la cantidad en calidad; impulsos internos del desarrollo originados por la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias que actúan sobre un determinado cuerpo o en los límites concretos de un determinado fenómeno concreto, o en el seno de una sociedad dada; interdependencia e íntima e inseparable concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno, con la particularidad de que la historia pone constantemente de manifiesto aspectos nuevos, concatenación que ofrece un proceso único y lógico universal del movimiento: tales son algunos rasgos de la dialéctica, doctrina del desarrollo mucho más compleja y rica que la teoría corriente».
Queda claro que reducir la dialéctica solo a la ley de la contradicción es castrar la dialéctica, deformarla y disminuirla, Pero esta grotesca distorsión para el maoísmo significa «desarrollar el materialismo dialéctico», desarrollo que es atribuido, en principio al «presidente Mao Tzedong» y de pasada a sus propios «presidentes» en cada país donde existen grupos maoístas.
Para los marxistas leninistas «sin teoría revolucionaria no hay tampoco movimiento revolucionario», pero para los maoístas, no hay movimiento revolucionario sin el «pensamiento guía» de su presidente. Muerto el «presidente» o atrapado, el grupo o partido se queda sin guía, marcha de tumbo en tumbo, hasta degenerar en bandas errantes o simplemente hace un viraje de 180 grados, como lo ocurrido en la República Popular China, donde se restaura el capitalismo a toda prisa, con el burdo pretexto de que es necesario desarrollar la economía socialista de mercado. Un país que comenzó a edificar el socialismo con la ayuda de la Unión Soviética de Stalin, hoy convertido en un gigantesco mercado que vende obreros a precios irrisorios a las grandes transnacionales imperialistas.
Cuando «el pensamiento guía» del presidente fracasa en su aventura de «izquierda» termina implorando un «acuerdo de paz». Pero también ocurre que el «pensamiento guía», del presidente que no se atrevió a poner en práctica su consigna de marchar del campo a la ciudad para la toma del poder, busca, afanosamente un mito, y lo encuentra pidiendo a gritos una NUEVA REPUBLICA.
¿Cómo nacerá esa NUEVA REPUBLICA?, de una Asamblea Constituyente. ¿Quiénes serán los propietarios de los instrumentos y medios de producción en esa «NUEVA REPÚBLICA?». Los mismos de siempre, porque han «descubierto» que la economía socialista no es incompatible con la libre compra y venta de los instrumentos y medios de producción ni con el mercado del trabajo, es decir, con la existencia de la mercancía fuerza de trabajo. De aquí que sea permitido y hasta «justo» que en la China actual se pague $0.45 por hora de labor, en jornadas de trabajo que pasan de las 12 horas, sin que el proletariado chino tenga derecho a sindicalizarse ni menos hacer huelgas y paros.
A estas aberraciones y claudicaciones conducen los «presidentes» maoístas y su «pensamiento guía» que, por desgracia todavía tienen adeptos. De aquí se desprende la necesidad imperiosa de divulgar el marxismo leninismo, doctrina científica de la clase obrera; verdadera guía para la acción. Nunca nos cansaremos de repetir que SIN TEORÍA REVOLUCIONARIA NO HAY TAMPOCO MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO.
Hoy que abundan los renegados del marxismo, capituladores de toda laya, seudo socialistas y renegados, cobran gran actualidad las palabras de Lenin:
«TODA DOCTRINA SOBRE UN SOCIALISMO QUE NO ES DE CLASE Y SOBRE UNA POLÍTICA QUE NO ES DE CLASE SE ACREDITA COMO UN SIMPLE ABSURDO»
La doctrina de Lenin sobre edificación del Partido de la clase obrera, no admite ningún "pensamiento guía". El centralismo democrático y la democracia interna del partido, rechazan la dirección del Partido por presidentes milagregos. Para toda la militancia hay una sola disciplina y los dirigentes responden ante las bases, por todos sus actos. La ideología es una: el marxismo leninismo. No hay lugar a ningún «pensamiento guía». La historia del «presidente» inmovible y su «pensamiento guía» comienza con Mao Tzedong. Nadie podía dirigirse a Mao sin decirle Presidente. Este no fue el caso de Lenin ni de Stalin. A ellos se les decía simplemente camarada. Se sabe que Stalin, en los años de la Segunda Guerra Mundial fue el Jefe Supremo del Ejército Rojo, pero el trato que se le daba era el de «camarada». Así fue hasta su muerte.
El maoísmo ha sembrado el mundo de «presidentes» de pacotilla, cada uno con su «pensamiento guía». Y como Mao, también tienen sus «tornillitos inoxidables», ciegos seguidores de sus aberraciones políticas y doctrinarias. No cabe duda de que el maoísmo es una variante del revisionismo contemporáneo.