Desde siempre una de las imágenes típicas y tópicas de cómo se vivía en los países del socialismo real fue la de que allí la producción era pésima y deficiente, que la gente guardaba colas interminables desde la mañana hasta la noche para hacer la compra diaria. La población guardaba cola y rara vez conseguía lo que buscaba pues escaseaban los productos de primera necesidad como carne o aceite. Tal cosa es cierta, no se puede negar, pero no deja de ser interesante que ahora haya gente vinculada al sector agroindustrial que diga que la producción no disminuyó en ningún momento. El fenómeno de las largas colas comenzó a darse a gran escala en un momento determinado, que fue durante los años de la Perestroika, y es curioso que precisamente fuera en un momento en que las élites burocráticas querían la destrucción del socialismo cuando la distribución, que no la producción, comenzara a fallar.
El siguiente artículo es una traducción hecha por Josafat Comin extraida directamente de su blog. Ahí se dan datos más concretos sobre este asunto:
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