¿Es posible el socialismo?
texto de Antonio Aponte
tomado de Bitácora de un Nicaragüense
Alrededor de esta pregunta gira la gran discusión de la Revolución. Podríamos decir que las diferentes respuestas definen los campos ideológicos. Veamos.
La primera respuesta emana de la ultraderecha, nos dice que el Socialismo es imposible, que no es coherente con la condición natural egoísta del humano. Esta posición aparece en los momentos más agudos, ha caído en desuso porque ahora los anti-socialistas son sutiles, más ladinos y tortuosos.
Después encontramos el grupo de las respuestas oblicuas, éstas no se enfrentan claramente con la idea socialista sino que la deforman, la manipulan, distraen los procesos, cuando hablan de Socialismo es impreciso, aquí se encuentran:
La socialdemocracia: populistas destacados, las elecciones burguesas son su territorio natural, allí reinan en medio de la trivialidad y la estulticia, su propuesta es un capitalismo de rostro humano. Hace tiempo se olvidaron del socialismo aunque conservan ciertas reliquias, la internacional, por ejemplo.
Los reformistas, su oficio es la distracción, el mareo, dicen que van al Socialismo pero poco a poco, hablan de una transición que “puede durar siglos”, y una tendencia que no tiene sentido, es como un saco donde cabe todo, al final se debilitan y terminan dando el paso a gobiernos fuertes, al fascismo.
Los deformistas, los más peligrosos porque son difíciles de identificar, se mimetizan socialistas, postulan que el socialismo es posible pero lo definen difusamente. Sus acciones son erráticas, inventan formas que atentan contra la Propiedad Social de los Medios de Producción. Esta forma de propiedad es su enemiga jurada, la Conciencia del Deber Social los aterra, rechazan la organización de la sociedad. Deforman la idea socialista, la sustituyen por una suerte de pseudosocialismo que, a la primera brisa, se derrumba. Son inoperantes, se sostienen sólo en sus pensamientos. Hacen mucho daño, son muy útiles a la burguesía, diluyen las situaciones con posibilidades de cambio, las disipan en mil acciones que son como fuegos artificiales, vistosos, estruendosos, pero sin ningún peligro para el sistema capitalista.
Los Revolucionarios: Tienen la convicción de que el Socialismo no sólo es posible, sino que además de su construcción depende la sobrevivencia de la vida en el planeta, sólo con él podrá el humano sustentar una relación armónica con la naturaleza. Aceptan la necesidad de una transición pero ésta debe tener un sentido, en ella el capitalismo, sus formas, sus relaciones, deben languidecer y el Socialismo, sus formas, deben fortalecerse cada vez más. Consideran la Conciencia del Deber Social como la medida del éxito en la construcción del Socialismo. Creen, junto a Fidel, que el deber de los Revolucionarios es hacer la Revolución, que siempre es posible y no hay excusa para no hacerla.
Todo intento revolucionario, toda Revolución es en el fondo una lucha feroz contra los escépticos frente a la posibilidad socialista, los que confiesan su incredulidad y los que la ocultan con ambages. Defendamos la exquisita oportunidad Socialista que somos.
texto de Antonio Aponte
tomado de Bitácora de un Nicaragüense
Alrededor de esta pregunta gira la gran discusión de la Revolución. Podríamos decir que las diferentes respuestas definen los campos ideológicos. Veamos.
La primera respuesta emana de la ultraderecha, nos dice que el Socialismo es imposible, que no es coherente con la condición natural egoísta del humano. Esta posición aparece en los momentos más agudos, ha caído en desuso porque ahora los anti-socialistas son sutiles, más ladinos y tortuosos.
Después encontramos el grupo de las respuestas oblicuas, éstas no se enfrentan claramente con la idea socialista sino que la deforman, la manipulan, distraen los procesos, cuando hablan de Socialismo es impreciso, aquí se encuentran:
La socialdemocracia: populistas destacados, las elecciones burguesas son su territorio natural, allí reinan en medio de la trivialidad y la estulticia, su propuesta es un capitalismo de rostro humano. Hace tiempo se olvidaron del socialismo aunque conservan ciertas reliquias, la internacional, por ejemplo.
Los reformistas, su oficio es la distracción, el mareo, dicen que van al Socialismo pero poco a poco, hablan de una transición que “puede durar siglos”, y una tendencia que no tiene sentido, es como un saco donde cabe todo, al final se debilitan y terminan dando el paso a gobiernos fuertes, al fascismo.
Los deformistas, los más peligrosos porque son difíciles de identificar, se mimetizan socialistas, postulan que el socialismo es posible pero lo definen difusamente. Sus acciones son erráticas, inventan formas que atentan contra la Propiedad Social de los Medios de Producción. Esta forma de propiedad es su enemiga jurada, la Conciencia del Deber Social los aterra, rechazan la organización de la sociedad. Deforman la idea socialista, la sustituyen por una suerte de pseudosocialismo que, a la primera brisa, se derrumba. Son inoperantes, se sostienen sólo en sus pensamientos. Hacen mucho daño, son muy útiles a la burguesía, diluyen las situaciones con posibilidades de cambio, las disipan en mil acciones que son como fuegos artificiales, vistosos, estruendosos, pero sin ningún peligro para el sistema capitalista.
Los Revolucionarios: Tienen la convicción de que el Socialismo no sólo es posible, sino que además de su construcción depende la sobrevivencia de la vida en el planeta, sólo con él podrá el humano sustentar una relación armónica con la naturaleza. Aceptan la necesidad de una transición pero ésta debe tener un sentido, en ella el capitalismo, sus formas, sus relaciones, deben languidecer y el Socialismo, sus formas, deben fortalecerse cada vez más. Consideran la Conciencia del Deber Social como la medida del éxito en la construcción del Socialismo. Creen, junto a Fidel, que el deber de los Revolucionarios es hacer la Revolución, que siempre es posible y no hay excusa para no hacerla.
Todo intento revolucionario, toda Revolución es en el fondo una lucha feroz contra los escépticos frente a la posibilidad socialista, los que confiesan su incredulidad y los que la ocultan con ambages. Defendamos la exquisita oportunidad Socialista que somos.